𝒕𝒘𝒆𝒏𝒕𝒚
( ☆. 𝐶𝐻𝐴𝑃𝑇𝐸𝑅 𝑇𝑊𝐸𝑁𝑇𝑌 )
𝚕𝚊 𝚖𝚊𝚕𝚍𝚒𝚌𝚒𝚘́𝚗.
Era claro que Alaska estaba pasando por una semana complicada. Luego de los sucesos con Draco, no creyó que algo sucederia tan pronto; algo que le demostrara que, esta vez, Draco había tomado en serio sus palabras y se apoyaria en ella como siempre le habia pedido.
Se encontraba en la biblioteca estudiando con Tim cuando Draco interrumpió su sesión:
—Al... —Llamó la atención de la chica con un susurro afligido,
Al levantar la vista de sus apuntes se encontró con Draco, parecía más pálido de lo normal, con el cabello desordenado, su corbata aflojada y un par de botones de su camisa desabrochados. Su aspecto no era normal, lo que la asustó por unos segundos. Antes de levantarse le indicó a Tim que continuara respondiendo las preguntas mientras ella se iba por unos momentos.
—¿Qué pasó? ¿estás bien? —Le preguntó a Draco en cuanto estuvieron solos en uno de los rincones de la biblioteca.
El rubio se veía afligido, no parecía querer ser visto de esa forma por nadie más que no fuera ella. Alaska agarró sus manos en un intento de calmarlo.
—Draco —Murmuró—, me estas asustando.
—Ella volvió —Le dijo entonces—. Katie bell está en el Castillo.
—¿Eso no es bueno? Significa que se recuperó, que esta bien.
—¿Y si recuerda algo? —La idea pareció sofocarlo por lo que se quitó el jersey en un solo movimiento—. ¿Qué pasara si me delata?
—No va a hacerlo —Le aseguró Alaska—. Ella no dirá nada porque no sabe nada, no tienes porque preocuparte. Me contaste detalladamente como llevaste a cabo el plan, luego del trauma no recordara lo que sucedió.
—¿Y sí...?
—Y si lo hiciera, Katie nunca estuvo en contacto contigo. No hay forma de que te relacione con lo que sucedió.
Draco parecio volver a respirar con normalidad, un poco más calmado comenzó a asentir.
—Tienes razón, sí... Tienes razón, no puede sospechar de mi —Se pasó las manos por el rostro—. Fue estupido, perdí el control y no pensé con claridad.
—Esta bien —Murmuró Alaska—. Todo estará bien, ¿sí? Dijiste que Severus te ayudó con los últimos detalles del plan y sólo necesitas el momento perfecto, eso significa que la misión esta casi completa. Eso significa que debes estar calmado, piensa antes de actuar. Si se presenta el momento y actúas así... podrías arruinarlo, ¿entiendes?
—Estaré listo —Le prometió—. Voy a completar esto por nosotros, no te decepcionaré.
Dejó un beso en su frente se alejó de Alaska y abandonó la biblioteca con un mejor aspecto. La sonrisa en el rostro de la chica pronto desapareció, aún no podía aceptar la misión de Draco. Lo que tenía que hacer era horroroso, al menos para él; sabía que lo destruiría.
Y Alaska se había prometido que, si tenía la oportunidad, evitaría perder a alguien más. No pudo ayudar a Cedric, y eso siempre sería una de sus más grandes penas. Por eso estaba tan segura de que había lo que fuera por Draco, para protegerlo y mantenerlo con vida. La idea de perderlo le parecía insoportable y abrumadora, ¿que sería de ella si eso pasaba? ¿cómo podría superarlo? Alaska tenía miedo de no poder hacerlo.
Las semanas pasaron; transcurría el mes de mayo y los días eran templados y agradables. El animo de Draco había mejorado bastante, ya no se veía demacrado y era común verlo sonreír. Él atribuía todo a ella, decía que tenerla de apoyo era más que suficiente para creer que todo saldría bien.
Por otro lado, las cosas para ella también parecían estar mejorando. Luego de con clasificar para las finales de Quidditch Alaska ganó un poco de tiempo libre, el cual utilizo para descansar un poco más mientras seguía con el resto de sus deberes habituales, como los de Prefecta. Aquella tarde se encontraba junto a Severus patrullando los corredores mientras se llevaba a cabo la cena en el Gran Comedor.
Su Jefe de casa estaba hablándole, pero no había estado prestando atención a sus palabras luego de ver a Archer pasar cerca de ellos.
—Alaska, ¿me estás escuchando?
La chica sacudió la cabeza.
—¿Qué opinas de la situación de Draco? ¿Crees que saldrá bien? —Dejó de hablar unos segundos mientras una chica de Ravenclaw de segundo año pasaba por su lado—. ¿Tiene oportunidad?
—No debemos hablar de eso —Le cortó el hombre—. No aquí ni ahora.
—Sólo quiero saber que es lo que piensas —Insistió—. Lo ayudaste con los últimos detalles así que debes saber cual es su plan.
—No necesitas pensar tanto en ello. Si Draco no pierde valor, todo saldrá como debe ser.
Alaska no creía estar segura de aquello. ¿Salir como debe ser? ¿qué significaba eso?
—Supongo que al menos debo sentirme más aliviada luego de que te haya permitido ayudarlo —Soltó con la mirada cabizbaja—. Ya perdí a Ced hace unos años, no quería volver a perder a alguien una segunda vez, o tercera. Necesito que todo salga bien para ustedes, no me interesa nada más.
—Entonces debes recordar que, sea lo que sea que pase, no debes interferir.
No tuvo tiempo de aceptar esa idea o de rechazarla, estaban atravesando un pasillo vacío cuando un chico de tercer año se acercó a ellos corriendo y con poco aliente.
—¡Profesor, algo esta ocurriendo en el baño de chicos! —Logró articular con esfuerzo—. Hay muchos gritos y...
Ninguno se quedó a escuchar lo demás que tenía para decir, aunque el chico se vio aliviado de no tener que hablar más, pues no parecía capaz de lograrlo. Profesor y Prefecta corrieron por el pasillo, y pronto les fue claro cuando el estudiante se refirió a muchos gritos.
—¡ASESINATO! ¡ASESINATO EN EL BAÑO! ¡ASESINATO! —La voz era de Myrtle la Llorona.
Severus abrió la puerta de golpe, pareció paralizarle en la entrada, sin dejarle ver a Alaska lo que estaba ocurriendo dentro. A pesar de que el profesor intentó impedírselo, la chica se hizo paso entre Snape y la puerta, viendo finalmente la escena.
Lavamanos y retretes estaban destrozados, el agua escapaba de las cañerías y comenzaba a inundar el baño. Harry Potter se encontraba de rodillas mirándolos con terror, a su lado, el cuerpo de Draco se encontraba casi inconsciente con profundas heridas por todo su cuerpo y rostro que emanaban grandes cantidades de sangre. Severus empujó bruscamente a Harry hacia un lado. y se puso de rodillas junto a Draco.
Las rodillas de Alaska se debilitaron, cayó al suelo pero, en un intento de ser fuerte y no demostrar su debilitamiento frente a Harry, se arrastró con algo de torpeza hasta el otro lado de Draco. Se quedó allí, decaído a un lado mientras observaba a Snape trazar movimientos con su varita sobre las profundas heridas que la maldición había causado, al mismo tiempo que murmuraba un encantamiento que sonaba como una canción.
Al momento que la sangre pareció dejar de fluir Alaska levantó la mirada hacia Harry, que parecía demasiado horrorizado como para moverse. Ella sabía bien que maldición había provocado aquellas heridas, y el contra hechizo de Snape se lo había confirmado. La pregunta era como Harry había llegado hasta a el, y en que situación se habían metido como para decidir utilizar magia oscura contra Draco.
Myrtle la llorona seguía sollozando y lamentándose sobre ellos, pero desapareció en cuanto intentó acercarse a Draco y Alaska le lanzó un hechizo que pareció funcionar en su fantasmal cuerpo.
Cuando Snape pareció terminar su contrahechizo por tercera vez, ayudó a Draco a incorporarse, aunque no lo logró del todo. Le hizo una seña a Alaska para que lo ayudara y ella fue de inmediato, soportando el peso muerto de su novio bajo sus hombros y sin dejar de murmurarle que todo estaría bien.
—Necesitas ir a la enfermería —Le decía Snape a Draco—. Te podrían quedar las cicatrices, pero si tomas dittany inmediatamente podremos evitarlas... Vamos...
Sosteniendo a Draco lo ayudaron a cruzar el baño y al llegar a la puerta el profesor se volvió y dijo, con una voz fría cargada de furia:
—Y tú, Potter... espérame aquí.
El camino hacia la enfermería fue lento, pero ninguno quería arriesgarse a mover demasiado a Draco y reabrir las heridas. Fue una suerte que encontraran los pasillos vacíos, nadie se metió en su camino ni los interrumpió.
En cuanto llegaron a la puerta, Madam Pomfrey se acercó preocupada a su ayuda. Relevó a Alaska de su tarea y no le permitió la entrada. Por más que ella se quejó, su decision no cambio.
Con los nervios de punta y el terror aun paralizando su corazón, se sentó en el suelo del pasillo, justo a un lado de la puerta. Abrazó sus piernas mientras intentaba quitarse aquella horrible imagen de su cabeza. Por más que lo intentara, le fue imposible; supo que sería una imagen que nunca olvidaría.
Podía escuchar el murmullo de voces a través de la puerta, pero eran indistinguibles. Aquello no hacía sentir mejor a Alaska. Su mente parecía estar perdiendo el control entre tantas emociones fuertes y pensamientos. La idea de perder a Draco se le cruzó por la cabeza, por unos segundos aquello pareció convertirse en realidad y la destrozó por completo. Tan solo pensar en ello se le oprimía el pecho, respiraba con dificultad y sentía que en cualquier segundo entraría en pánico.
Ese momento se vió interrumpido en cuanto la puerta de la Enfermería se abrió por unos segundos, dejando salir a Snape, quien parecía dispuesto a volver al baño sin dirigirle la palabra antes.
—Espera —Soltó, poniendose de pie en un salto—. ¿Cómo está? —Su voz tembló al preguntar aquello.
—Poppy se está encargando de aplicar dittany en sus heridas —Le explicó, evitando su mirada—. A parte de eso, estará bien en unos días.
Una vez más el profesor se movió, con la intención de alejarse y encargarse de Harry. Pero Alaska sabía bien que quería escapar.
—¡Severus! —Exclamó. El mencionado detuvo el paso pero no se volteó—. Las heridas de Draco... ambos sabemos la maldición que las provoco.
No recibió respuesta.
—¿Ćómo es posible que Harry Potter lo conozca? Yo creí que...
—Voy a averiguarlo —Le respondió entonces—. Me encargaré de ello.
Y sin darle mas respuestas se puso en marcha, desapareciendo por el final del pasillo, dejandola sola fuera de la Enfermería.
Alaska soltó un bufido de desesperación al momento que volvía a sentarse en el suelo. Los secretos de Snape seguían creciendo y eso comenzaba a hartarle, después de todo lo que habían pasado juntos y seguía sin confiar en ella. Las cosas seguían dificultándose por mas que intentara arreglarlo, y no estaba segura de poder seguir intentándolo.
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