Capítulo 8: RECUERDOS. PARTE I
"Y otra vez soy engendrado de ausencia, oscuridad y muerte. Cosas que no existen".
JOHN DONNE
Las cadenas no están hechas para una bruja baja, concluyó Hermione, sintiendo cómo el metal se incrustaba en su piel debido al peso de su cuerpo, incapaz de alcanzar el piso para sostenerse.
Y cada vez que se balanceaba para llamar la atención de los mortífagos y dejaran en paz a Ron, el dolor era infinitamente peor.
"¡Déjenlo, maldita sea!", gritaba con la voz ronca de tanto hacerlo. "¡Déjenlo!".
Era inútil, lo sabía, pero con Ron hecho un ovillo contra el piso, mientras los hombres lo pateaban sin descanso, no sabía qué más hacer para ayudar a su amigo.
"Tranquila, sangre sucia, que ya tendrás tu turno", le gritó Harper, cogiéndole el cabello y jalando de él con toda la intención de causar dolor. "Varios turnos si tenemos suerte y resulta haber algo interesante ahí abajo". Sus ojos, de un negro profundo, parecían dos pozos sin fondo.
"La muy puta debe tener algo de práctica", siguió el otro, deteniendo momentáneamente su ataque a Ron, para quitarse el sudor de la frente con la manga de su capa. Hermione reconoció los ojos verdes de Eddie Carmichael, con el mismo brillo que había advertido horas antes tras la máscara. "Lleva meses dando vueltas con Potter y Weasley. Seguro que han tenido tiempo de entretenerse. ¿No, Granger?". Se acercó a ella, ladeando la cabeza de un lado a otro mientras se lamía los labios de manera obscena. "No eres tan arrogante sin tu ridícula insignia de prefecta, ¿verdad?".
"¿Aún dolido porque te arruiné tu negocio?", se burló Hermione, más por distraerlo que por verdadero interés en recordarle que en Hogwarts había denunciado la venta de Elixir Cerebral con la que intentaba estafar a los más jóvenes. El hombre se sonrió de lado, alzando una ceja, mientras seguía su avance hacia ella.
"¿Sabes cuál es la mejor forma de callar a una bruja atrevida, Harper?", preguntó al otro, tomando el mentón de Hermione y apretando con fuerza.
"Si confías en que no te lo arranque con los dientes", se burló el aludido.
Ron intentó gritar algo, pero un nuevo golpe de Harper se lo impidió.
"Para eso está la maldición IMPERIO, idiota", sonrió Carmichael, pasando el pulgar sobre los secos labios de ella.
"¿No tendrías que aprender primero a conjurarla, Carmichael?", se oyó una voz grave y ronca, desde la puerta. La luz de la lámpara que iluminaba sus cabezas no llegaba hasta ahí, y aún así, Hermione habría reconocido ese cabello donde fuera, a fuerza de haber compartido clases con él durante años. "Y la última vez que lo intentaste, fue algo... lamentable".
Harper parecía estar al tanto del episodio, porque rió por lo bajo. Curiosamente, Eddie no respondió nada, retrocediendo un par de pasos a medida que Malfoy se acercaba, como si debiera darle mejor acceso al espectáculo que tenía en frente.
Su mirada, iluminada ahora por la farola, se posó brevemente en Ron. Era más alto y con hombros más amplios de lo que Hermione recordaba de su sexto año en Hogwarts. Su mentón, menos afilado que en la infancia, daba paso a una mandíbula bien definida, con una piel impecablemente afeitada y unos labios que, aunque no gruesos, conservaban la forma perfecta para las distintas proporciones de su rostro.
Sin embargo, lo más sobresaliente eran sus ojos, dos halos de mercurio envueltos en densas pestañas que creaban un contraste magnético.
Ya no era simplemente un "chico guapo", como le había parecido antes de su fatídico sexto año en Hogwarts; ahora irradiaba una atracción más madura y masculina. Y si el modo en que Carmichael inclinaba la cabeza y le dejaba el paso, indicaba algo, también denotaba un aura peligrosa.
"Levántalo", ordenó a Harper, refiriéndose claramente a Ron, y el mortífago enarboló su varita para alzar al pelirrojo, con las manos inmovilizadas sobre la cabeza. Fue entonces cuando Hermione pudo apreciar la extensión del daño en el rostro de su amigo, con sus ojos hinchados y sus labios sangrantes. Tan expuesto y vulnerable que una ola de rabia la invadió.
"¡No te acerques a él, Malfoy!", gritó, logrando que el rubio la mirara por primera vez desde su llegada, con una rápida inspección, antes de volver a fijar sus ojos en Ron. "Si le haces algo..."
"No te preocupes, sangre sucia", las palabras escaparon de sus labios con desdén, mientras inspeccionaba el rostro magullado de Ron con una expresión de asco. "Tú serás la siguiente". Y alzó su varita. "LEGEREMENS", susurró, antes de que Hermione pudiera decir nada más, con una facilidad que denotaba la práctica que tenía con el hechizo. Ron movió su cabeza de un lado a otro, evidenciando la molestia que le causaba la invasión, y Hermione supo que no importaba cuánto Ron lo intentara, jamás lograría ocultar de él la búsqueda de los Horrocruxes, o los puntos de contacto con la Orden, o cualquier cosa importante que Malfoy quisiera sacar de ahí.
Ella y Harry podrían oponer resistencia, lo habían ensayado lo suficiente en sus largas tardes en la carpa. Pero Ron nunca logró mantenerlos alejados por mucho tiempo. Y si los rumores eran ciertos, Malfoy era un mejor legeremante que Severus Snape.
Hermione pudo ver cómo el rubio fruncía el ceño, por un instante demasiado breve, antes de volver a su expresión apática y bajar la varita.
"Como suponía", expuso. Y Hermione sintió su estómago revolverse. "Nada que sea de utilidad".
¿Qué?
"Tu turno, sangre sucia", sonrió de lado, echando la cabeza hacia atrás mientras avanzaba, lentamente hacia ella. Ron pareció despertar de su letargo al comprender lo que ocurría.
"No te atrevas a tocarla, maldito mortífago", le gritó.
"¿O qué?, ¿me asesinarás de forma lenta y dolorosa con la varita que no tienes?", Malfoy resopló con burla, secundado por las risotadas de los otros dos. "Dime, Weasley...", dijo de pronto hacia Ron, pero sin dejar de mirarla a ella. "¿Ya te la has cogido? ¿O le dejaste ese placer a Potter? Acostumbrado como estás a recibir sus sobras, no me extrañaría".
"Maldito cerdo", siguió su amigo, mientras Hermione intentaba contener su ansiedad ante lo que estaba por venir.
"Supongo que ahora lo sabremos", sonrió el rubio, alzando su varita. "LEGEREMENS".
Y Hermione apretó los ojos con toda la fuerza que pudo, sin que ello frenara la invasión.
Había leído libro tras libro, lo había ensayado con Moody en otro tiempo, y con Harry cada vez que podían, preparándose para un momento así. Pero nada, absolutamente nada, la había preparado para la sensación de un haz luminoso recorriendo su cabeza, hurgando, seleccionando, buscando...
"Oclumancia es un mal término", había leído. "No hay forma de ocluir la mente, porque un ser consciente no puede dejar de pensar. La Oclumancia es el arte de distraer, de desviar la atención a lo menos importante". Y eso hizo.
Cuando el guardapelo comenzaba a tomar forma en su cabeza, Hermione apretó sus ojos con fuerza y evocó las arañas brotando del baúl de Ron, los gritos del pelirrojo, las risas de sus compañeros en la sala de Gryffindor.
Pudo sentir la invasiva luz dentro de su cabeza dejando ese recuerdo en busca de otro, hasta llegar a una imagen de Harry, en la cocina de Grimmauld Place. "R.A.B.", le decía. "Debemos averiguar quién es...", Hermione transformó la "R" en la insignia de Ravenclaw sobre el uniforme de Padma Patil. Se concentró en sus oscuros ojos recorriendo su rostro con insistencia.
" ¡Eres demasiado lista para esto!", le decía la morena. "Ni que Weasley fuera un adonis como para llorar por él".
"Tú no entiendes, Padma...", sollozó, quitando una lágrima de su enrojecido rostro.
"Entendería si fuera... no sé. ¡Theodore Nott!"
"¿Nott?"
"Ya sabes... Inteligente, reservado, misterioso. Con unos bellísimos ojos negros y unos labios que... ¡Uf! Ese sí es un chico para lamentar si lo pierdes".
"¡Ugh! Si ese es tu criterio, supongo que debo estar feliz de que no mencionaras a Malfoy..."
"Bueno... en realidad."
"¿En realidad? ¡Padma! Es Malfoy..."
"Nadie ha dicho que lo tengas de novio. Ese imbécil tiene de guapo lo que tiene de insoportable. Y ambas cualidades las tiene en exceso. Pero... para pasar el rato..."
"No puedes estar hablando en serio".
"Vamos, Hermione... Si tuvieras la oportunidad, ¿no quisieras tener esos bellísimos ojos grises encima tuyo, aunque sea una vez?"
"No puedo creer que estés siquiera considerando..."
"Hermione, se sincera conmigo", la morena clavó en ella sus ojos negros, como si esperara sacar una verdad escondida de lo más profundo de su alma. "¿Ni una sola vez?"
"Bueno... puede que alguna vez pensara que tiene bonitos ojos. Pero lo arruina cada vez que abre la boca."
"Bien", sonrió Padma. "La próxima vez que quieras llorar porque Ronald Weasley es un idiota, recuerda la tragedia que es un rostro así en un imbécil como Malfoy".
Las palabras de Padma hicieron eco en el recuerdo, mientras sentía la luz retroceder, soltando, liberando su cabeza de su agarre.
Y al abrir los ojos nuevamente, él la miraba con una expresión difícil de interpretar, con la comisura derecha levantada en una sonrisa molesta.
"Interesante", susurró al fin, apretando su labio inferior entre sus dientes perfectos.
"¿Qué cosa?", preguntó Carmichael, con una ceja alzada y su mirada viajando entre Malfoy y ella.
"La Sangre Sucia tiene información mucho más provechosa que ese idiota", sus labios se curvaron en una sonrisa que podría haber pasado por atractiva. "Esto será divertido".
"¿Entonces, nos podemos encargar del pelirrojo?", preguntó Harper, haciendo tronar los nudillos. "Bella siempre dice que solo necesitamos uno".
Los verdes ojos de Carmichael brillaron con sadismo en dirección a Ron y Hermione sintió infinitas ganas de maldecirlo, pero fue interrumpida por Malfoy.
"No". Su voz sonaba apática, aburrida. "Llévenlo abajo hasta que decida qué hacer con él".
"Pero..."
Malfoy, que ya había comenzado a caminar en dirección a la puerta, detuvo su avance, colocando ambas manos en su cintura y flectando su cabeza hacia atrás, como si necesitara liberar la tensión.
"Carmichael", lo llamó sin siquiera girarse para mirarlo, "¿crees que no sé que Potter debió estar con estos dos cuando los atraparon?".
Los ojos verdes de Eddie buscaron los de Harper, quien apretó los labios y se rascó la nuca nervioso.
"No estamos seguros de...", una fría risa del rubio detuvo su temerosa excusa.
"Tu cabeza es tan fácil de leer que apenas necesito conjurar el hechizo. ¿Seguro que quieres que haga el esfuerzo?", preguntó, esta vez mirando a Carmichael por encima del hombro. "Lleva a la comadreja abajo, hasta que decida qué hacer con él".
Carmichael no parecía muy conforme, pero Hermione notó cómo lentamente bajaba la cabeza en dirección al rubio, apretando los labios en una expresión que no denotaba simpatía o respeto, sino miedo.
La última vez que Hermione había visto a Draco Malfoy, el rubio era un miserable y patético chiquillo consumido por el temor, con dos secuaces que lo obedecían por falta de intelecto. Al verlo ahora, controlado, frío, imponiendo la obediencia basada en el miedo, Hermione pensó que preferiría que siguiera siendo el niño patético con ojos lindos.
"¡Malfoy!", le gritó cuando el rubio ya había alcanzado la puerta. "Si le haces algo a Ron, te juro que...".
Una fría carcajada interrumpió el silencio ante su amenaza, haciéndola sentir aún más impotente. Era una risa que helaba la sangre.
"Créeme, Sangre Sucia", le dijo, inclinando la cabeza para mirarla por encima de su hombro, "no es por tu amado por quien tienes que preocuparte". Y terminó de salir, dejándola más sola y amedrentada que nunca.
-Fin del Capítulo 8-
Gracias infinitas a quienes comentaron el anterior y a quienes comentarán este. Me animan a seguir con esta historia. Y gracias, Cecilia!!!! Por decir que no merezco el psiquiátrico 😁. Eso fue tranquilizador.
Alex.
PS: he decidido que ya puse suficientes advertencias al comienzo de la historia, como para estarlas repitiendo en cada capítulo. Si es usted un alma sensible, pero curiosa, le sugiero avanzar con discreción.
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