Capítulo 5: EL ESPÍA
"Condenado quedaba, sin embargo, a un despecho aún mayor, pues su mente estaba destinada a ser atormentada por el recuerdo de la felicidad perdida y el dolor presente que parecía interminable".
EL PARAÍSO PERDIDO. John Milton.
Cassiopeia Bittercrow tenía una trayectoria impecable en el mundo de la Medimagia. Reunía entre sus logros la implementación de nuevos métodos de curación, varios libros dedicados a contrahechizos para las maldiciones más complejas, y un recorrido internacionalmente reconocido por los principales hospitales mágicos del continente. Sin embargo, había adquirido fama no por sus logros, ni tampoco por su nombramiento a cargo del cuarto piso de San Mungo, sino por su aparición en la portada de "El Profeta", al final de la guerra, a causa de su apoyo al plan de purificación de la sangre implementado por los mortífagos.
Ninguna acusación logró ser demostrada, más allá de que efectivamente cumplió órdenes bajo el régimen de Voldemort, como muchos otros que buscaron sobrevivir durante esos años. Pero su nombre cayó en la ignominia para los menos comprensivos, perdiendo con ello el respeto de buena parte del mundo mágico.
Aún así, cuando Draco Malfoy fue trasladado a San Mungo con un extraño caso de inconsciencia autoinducida, e irradiando un aura de magia oscura que no lograban identificar, nadie dudó en dejarlo a cargo de Bittercrow.
Hermione no había intercambiado con la Sanadora más que un par de saludos amables las escasas veces en que habían cruzado camino en los pasillos. Y aún así, se armó de valor para ingresar a su oficina, y hacer la pregunta que nadie más que la bruja podía contentar.
"¿Cuál es el pronóstico del paciente de Azkaban?"
La anciana la miró con curiosidad por detrás del cristal de sus gafas, antes de dejar transparentar una sonrisa.
"¿Un té, señorita Granger?", preguntó de vuelta, haciendo ademán con sus delicados dedos para que Hermione tomara asiento frente a ella. Era una mujer baja, de mirada amable y un cabello gris tomado en un moño.
Como el hada madrina de los cuentos que leía de niña.
"Lo agradezco, pero debo volver a mi turno. Solo quería saber..."
"¿Si sobrevivirá?" la interrumpió, tomándose un instante para beber de su taza. "Lo hará. Tuvo la suerte de ser un oclumante poderoso. Y además uno astuto. Provocarse una contusión como esa fue el mejor modo de bloquear el hechizo".
La declaración de los guardias confirmaba eso. El prisionero se había impulsado a sí mismo hacia atrás, sin que nadie lo tocara, como si buscara golpearse. Y eso le había permitido cerrar su mente al poder de la Inefable que acompañaba a Ronald Weasley.
Hermione no sabía qué pensar respecto a las acciones de su amigo. Por un lado, lamentaba que perdiera su cargo del Departamento de Aurores, pero por otro, consideraba que era escaso escarmiento para el daño que podría haber hecho al no medir consecuencias. Que todos los demás indicaran que actuaron bajo sus órdenes, tampoco ayudó a reconsiderar la medida.
"¿Por qué no despierta entonces?", insistió, recordando que llevaba más de una semana en una sala resguardada de San Mungo, en un estado de absoluta inconsciencia.
"Despertará. Una vez que le quitemos la poción de sueño inducido", declaró la sanadora, y Hermione notó sus propias cejas alzarse y sus labios abrirse, dejando traslucir su sorpresa al enterarse de que su estado no era producto del golpe o una maldición, sino que era algo premeditado. "No fue un hechizo común, señorita Granger.", sonrió la anciana, "No funciona simplemente hurgando en sus recuerdos, sino destruyendo sus muros. Para un oclumante, los muros son los recuerdos que está dispuesto a enseñar, no necesariamente peligrosos, pero que pueden ser lo que da sentido al resto". Bebió nuevamente de su taza de té. "El señor Malfoy necesita todo el tiempo que podamos darle para reponerse, antes de volver a Azkaban. No es fácil sobrevivir en ese lugar estando completo, imagínese hacerlo mientras intenta reorganizar su cabeza".
"Entiendo".
"¿No fue usted quien me dijo que el tiempo es el mejor remedio?", expuso la mujer, alzando sus cejas en dirección a ella.
Hermione estaba segura de jamás haber intercambiado con ella más que el saludo.
"No. No lo creo".
"Debe ser la edad", dijo la mujer colocando su taza vacía sobre la mesa. "O tal vez lo soñé", se encogió de hombros. "Adiós, señorita Granger. Creo que ambas debemos regresar".
De algún modo, Hermione sintió que no era la necesidad de correr por sus pacientes lo que hizo a la bruja terminar la conversación en forma tan abrupta.
****
" O sea que se recuperará", expuso Ginny, con la cabeza apoyada en la palma de su mano y el codo pegado a la mesa. Habían ido por el muestrario de telas disponibles para la cuna del bebé y tras ver doscientos diseños distintos, la pelirroja había pedido que revisaran en la bodega por alguno que tuviera pequeñas escobas en color rojo. "Supongo que eso hará feliz a mamá, porque si Malfoy no muere, es menos probable que Ron termine en Azkaban, ¿no?".
"Supongo", contestó Hermione de mala gana.
"Aún no termino de entender qué tenía ese idiota en la cabeza cuando pensó que hacer algo así era una buena idea", siguió la pelirroja, esta vez cruzando los brazos frente a su pecho. "Te juro que entre más lo pienso, más dudas tengo de que sea mi hermano."
La dependienta interrumpió a la pelirroja, mostrándole los cincuenta motivos restantes. Tras analizar y comparar cada uno y pedir múltiples opiniones a Hermione, Ginny se quedó un trozo color celeste, sin diseño ni magia, alegando en contra de la escasa variedad del local.
Apenas estuvieron fuera y caminando de regreso a casa, fue Hermione quien decidió cambiar el tema de conversación por uno no tan placentero.
"¿Qué te ha dicho Harry del juicio?"
"No mucho", Ginny se encogió de hombros. "Con Malfoy en San Mungo, tendrán que esperar a que esté nuevamente en condiciones para avanzar. El testimonio de Carmichael no tiene validez mientras el acusado no esté presente".
"¿Y tú qué crees?"
"¿Yo?" Ginny frunció el ceño y separó los labios, deteniendo su avance antes de hablar. "Considerando que estuve alejada de gran parte de la acción durante toda la guerra, que estoy afectada por las hormonas del embarazo y que mi marido es quien lidera su cruzada personal por salvar a Malfoy del Beso del Dementor, no creo que importe mucho mi opinión". Se encogió de hombros antes de volver a caminar.
Sin embargo, no habían avanzado mucho cuando se detuvo de golpe.
"Aunque, si aún así la quieres," dijo, clavando sus ojos en Hermione, "no creo que Malfoy llegara a ser el líder del escuadrón de la muerte por respetar la vida de nadie".
***
Harry Potter no se sentía a gusto acudiendo a tabernas escondidas en rincones oscuros de barrios muggles. Mucho menos cuando olían a orina y el tabernero lo miraba con desconfianza.
Sin embargo, la nota que lo citaba a ese lugar no dejaba espacio para negociaciones. Había sido un mensaje escueto, con la dirección, la hora y una moneda dorada que Harry reconoció al instante en que la tuvo entre sus manos. No podía dejar de hacerlo, ya que él tenía otra igual: la que encontraron en el bolsillo de Nimphadora Tonks la noche en que su cuerpo sin vida fue enviado a la Orden como una advertencia.
Harry siempre había sospechado que Tonks tenía un espía dentro de los Mortífagos. No había otro modo de explicar la inesperada suerte que comenzó a tener, de un día para otro, en rescatar prisioneros y adivinar ataques. Coincidentemente, fue luego de su propio milagroso rescate.
Por más que Harry intentó confirmar su teoría, ninguno de los rescatados recordaba nada que pudiera ser útil para entender su regreso, o con ayuda de quién habían escapado.
"Es como si todo se hubiera ido a negro".
"Supongo que estaba inconsciente".
"No logro recordar qué..."
"Había tantos de ellos..."
La única coincidencia en todos los relatos era que Malfoy había estado ahí. Incluso cuando Ron regresó.
"Ese maldito la tiene, Harry. Tiene a Hermione", recordaba aún su histérica declaración el día en que, medio muerto, Tonks lo había traído de vuelta, quien sabía de dónde.
Ni aún Lupin supo nunca la identidad de quien los ayudaba, pese a que él mismo había sido beneficiado con su rescate.
"Si Tonks no quiere decirlo debe haber una razón poderosa, Harry", recordaba las palabras de su antiguo profesor. "Lo que menos necesitamos es que tú o alguien logre descubrir su identidad, si es que hay una por descubrir. El señor oscuro tiene oídos en todas partes. Recuérdalo".
Durante días, tras la muerte de Tonks y la ausencia de Ron, Harry había intentado inútilmente contactar a alguien a través de la moneda, sin tener suerte. Incluso después de la guerra lo intentó. Y aunque nunca dejó de llevarla consigo, como un recuerdo de quien fuera por mucho tiempo no solo su mentora, sino también su amiga, no fue hasta ahora que recobró su interés por descubrir la identidad del espía.
"Harry", susurró temblorosamente una voz conocida, muy cerca suyo. El Elegido supo quien era incluso antes de girarse a encontrar sus pequeños ojos de un azul acuoso.
Los ojos de una rata.
"Peter".
-Fin del Capítulo 5-
Creo que el siguiente les va a gustar mucho... Pero sin comentarios no hay capítulo... jajajaj.
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