Capítulo 35: LA ELECCIÓN


"Si continúas enojado, es como tener un carbón encendido en tus manos para tirárselo a otra persona. Sólo te quemas a ti mismo".

NADA, Janne Teller

La cocina, que tres años atrás los había albergado durante una de las peores etapas de su vida, no había cambiado mucho para Hermione. La ausencia de polvo y la presencia de alimentos frescos en la alacena le hicieron darse cuenta de que los hechizos creados para mantener aquel refugio funcionando no habían fallado, ni siquiera después de la guerra.

Fue Theodore Nott quien pensó en ese lugar para esperar a que Blaise volviera en sí y pudieran tomar el traslador que los llevaría lejos de Inglaterra. ¿A dónde? Hermione no se atrevía a preguntar. Mucho antes de renovar las protecciones para evitar que los aurores encontraran el refugio, y que Nott regresara a enfrentar las preguntas sobre la desaparición de su padre y su mejor amigo, Draco había comenzado a mostrar, con cada gesto y mueca, que no la quería allí.

El vapor del té caliente emanaba del tazón entre sus manos, proporcionándole una sensación de calor bienvenida tras el frío soportado en las horas previas, del mismo modo que el tibio fuego del fogón iluminaba y entibiaba el ambiente. Aunque había aplicado un hechizo para secar su ropa, no podía dejar de temblar. No estaba segura si era por el frío o por algo más.

El ruido de pasos en el pasillo hizo que su espalda se irguiera en alerta. Con Blaise aún dormido por efecto de la poción y Nott camino a su hogar para enfrentar las preguntas sobre la desaparición de su padre y su mejor amigo, solo quedaba una persona que podía generar ese ruido.

Pero al llegar junto a ella, la mirada de Draco se endureció. Llevaba el cabello revuelto, una camiseta negra que resaltaba la claridad de sus ojos y unos pantalones muggle que Nott le había hecho ponerse y que le quedaban particularmente bien.

Todo en él luce bien, se recordó, buscando las palabras para iniciar la conversación que necesitaba. Pero él la interrumpió antes de que pudiera decir algo.

"¿No tienes una casa a la cual regresar?", preguntó con aspereza.

"Quiero asegurarme de que todo avance bien con Blaise," respondió, usando la misma excusa que había dado a Theodore Nott cuando intentó convencerla de que se fuera.

Draco la observó por unos segundos con expresión seria antes de girarse para regresar al cuarto de Blaise, pero Hermione lo detuvo.

"Draco, ¡espera!"

"¿Qué quieres?", preguntó molesto, mirándola por encima del hombro.

"Tenemos que hablar."

Por un largo instante, mientras su corazón palpitaba con fuerza en sus oídos, él no hizo más que mirarla. Al final, se giró lentamente, con las manos en los bolsillos, hasta quedar frente a ella, con una ceja alzada y el labio torcido.

"Muy bien. Hablemos."

"Bien," Hermione tomó aire. "¿Quieres una taza de té?"

El resoplido burlón de Draco fue desalentador.

"No, gracias, Granger. La única bebida que había en Azkaban era el té. Comprenderás que no quiera volver a verlo en mi vida."

Hermione asintió, dejando su tazón sobre la mesa y acercándose lentamente a él.

"Draco," lo que fuera que iba a decir se atoró en su garganta y salió algo muy distinto. "Lo siento."

"Me alegro." Por un instante, ninguno de los dos dijo nada, mientras él le dirigía una sonrisa torcida. "Si no tienes más que decir, creo que puedo..."

"¿De verdad no ves nada bueno en que recuperara mis recuerdos?", lo interrumpió ella, con un tono más fuerte de lo que habría querido.

"¡Oh, claro que sí, Granger!", sonrió sarcásticamente, apoyando el hombro contra la pared. "Ahora no tengo que fingir que no eres una arpía de mierda."

Cuando se siente herido recurre a la ofensa, se recordó Hermione, intentando que sus palabras no la afectaran, pese al picor que amenazaba con generar lágrimas en sus ojos.

"Sé que estás dolido, y tienes tus razones," siguió, "pero ¿no me dejarás al menos explicar por qué...?"

"No. No me interesa", la interrumpió brusco, antes de sonreír de lado, negando con su cabeza. "Escucha, sé que debes estar pensando que como me ayudaste a salir de Azkaban, debería estar besando el suelo que pisas. Seguro que estás acostumbrada a eso. Pero no va a pasar".

"Draco..."

"Así que en lugar de seguir aquí esperando que te aplauda, deberías irte con tus amigos y alertar a Weasley de que ahora estoy libre, y que no voy a desaprovechar la oportunidad de matarlo."

Un frío helado recorrió la espalda de Hermione ante sus palabras.

"No es momento para bromas, Draco."

"¿Me estoy riendo?"

No. No lo hacía. Su expresión estaba lejos de la risa. Pero aunque lo correcto habría sido hacerlo desistir de cobrarse cualquier ofensa de Ron, no quería desviar la conversación. Quería que él terminara de comprender su versión de las cosas y la perdonara.

"Está bien. Me iré," susurró Hermione, sorprendiendo a Draco. "Pero antes necesito que me escuches." Inspiró profundamente. "Si te pedí borrar mis recuerdos, es porque creí que al hacerlo te protegía. Nunca imaginé que acabarías en Azkaban."

El rostro de Draco no mostró cambio, pero algo en sus ojos la alentó a seguir.

"La verdad es que no creí que Harry derrotaría a Voldemort," confesó, viendo cómo sus ojos grises se entrecerraban. "Pensé que moriríamos o acabaríamos prisioneros, y temía que intentaras rescatarme como lo habías hecho tantas veces. Por eso corté todo vínculo, para que no te arriesgaras por mí. Quise que creyeras que no te quería, dándote así una oportunidad de huir sin mirar atrás."

"Y de paso te dabas la oportunidad de reiniciar tu romance con Weasley," su voz era fría e hiriente, pero reflejaba una vulnerabilidad que ella conocía bien.

"No fue así, Draco."

"Dijiste que si Potter ganaba, no tener el recuerdo de lo horrible que habías pasado junto a mí, te daba la oportunidad de vivir una vida normal," insistió, acercándose a ella.

"No fue así," susurró Hermione, evitando el deseo de llorar.

"Lamentablemente, tengo una memoria prodigiosa y esas fueron tus palabras exactas," dijo, con ira en sus ojos. "Ahora, hazme el favor y vete de aquí."

Hermione no se movió. En su cabeza solo podía pensar que esta era su última oportunidad de aclarar las cosas.

¿Qué sentía por él? ¿Qué siento ahora?

Antes, había evitado aclarar sus sentimientos por miedo a la respuesta, porque en medio de una guerra, esa respuesta era peligrosa.

Pero ya no estamos en guerra.

"Cuando dijiste que habrías querido que te amara...," insistió ella, recordando sus últimas palabras antes de perder sus recuerdos, "¿lo dijiste en serio?" Por un instante, las facciones de Draco se descompusieron, dándole valor a Hermione para continuar. Necesitaba entender la naturaleza de sus propios sentimientos. "¿Por qué te quedaste a besarme en lugar de huir como habíamos acordado?"

"Ese beso fue una de las decisiones más estúpidas de mi vida," sonrió Draco tristemente, provocándole una punzada en el pecho. "Pero aprendí mi lección."

"¿Me amabas?" insistió, viendo cómo él retrocedía, espantado. "Por eso querías que yo te amara, ¿verdad?"

"¿A qué diablos quieres llegar?"

"Draco, yo también te amaba." Las palabras salieron con una sinceridad que nunca creyó posible, y entendió que la respuesta siempre había estado allí, acallada por el miedo. Pero ya no tenía miedo, porque no había nada que perder, excepto a él. "Y te amo aún," continuó Hermione, viendo cómo la expresión de Draco cambiaba de duda a incomprensión, y luego a rabia. "Y sé que tú me amas también, por el modo en que me miras, el modo en que..."

Draco resopló, mirándola con burla. "Te miro como se mira a una mujer después de mucho tiempo sin estar con una, Granger," dijo, con rabia vibrando en su voz. "Te miro como se mira a alguien a quien se quiere coger contra un muro y hacer cosas indecentes," susurró, acercándose tanto que su aliento le golpeaba la frente. "Eso no es amor... lo que sentía antes por ti, sí lo era."

Draco pareció tan sorprendido como ella ante su confesión, pero su expresión cambió rápidamente, así que Hermione se apresuró a hablar para no darle espacio a retractarse. "¿Lo ves? Nos amábamos, Draco. Pese a todo, nos amábamos," buscó sus manos. "¿No crees que nos merecemos otra oportunidad?"

Él se liberó bruscamente. "Lo que tú me hiciste no se hace a alguien que amas."

"¿No me conoces acaso? ¿No sabes lo que estoy dispuesta a hacer por aquello que considero importante?" La duda se reflejaba en su rostro. "No digo que esté bien, pero dejé a mis padres sin recuerdos y los mandé a Australia pensando que los protegía. Del mismo modo, pensé que haciéndote creer que no te quería, te protegía a ti. ¿No lo ves?" Volvió a cogerlo por las manos, rogando porque no la soltara. "Estaba dispuesta a renunciar a ti porque creía que era lo mejor para ti. Porque te amaba. Ni yo misma me lo admitía, Draco, pero ahora lo sé."

"Si eso era amor, tu concepto y el mío son muy distintos," susurró con tristeza, mirando sus manos. "Desde el momento en que comencé a amarte, fuiste lo más importante para mí." Hermione sintió que dejaba de respirar ante su confesión e intentó acercarse, pero Draco retrocedió, soltándose de su agarre otra vez. "Para ti, en cambio, yo venía después de la Orden, después de Potter, incluso después del maldito Weasley," rió con tristeza. "Siempre fui tu última prioridad."

"No fue así...," rogó, pero él la interrumpió.

"He estado atrapado en un entorno de decisiones de mierda tras decisiones de mierda, y cuando pensé que nada podía empeorar, me enamoré de ti... Y pagué muy caro por ello."

"Draco..."

"Te escogí a ti, incluso por encima de Theo... Theo sufrió porque yo tenía esta ridícula necesidad de ponerte a salvo, aun sabiendo que siempre los escogerías a ellos. A Potter. A la Orden... a Weasley," su voz se rompió, reflejando una mezcla de rabia y tristeza. "Y no puedo reclamarte nada. Siempre fuiste honesta respecto a tus prioridades, y eso solo agregaba más encanto a todo. A mi admiración por ti."

"Draco..."

"Aun así, creí ciegamente que algún día me escogerías," rió de sí mismo, negando con la cabeza. "Pero no lo hiciste. Así que no digas que me amaste, porque si me amaste, no fue del mismo modo en que yo lo hice."

"Pero te amo, Draco. ¿No me oyes? Te amo," insistió, envolviéndolo con sus brazos y apoyando su cabeza en su pecho, como si con su abrazo quisiera romper el hielo que los separaba y hacerlo entrar en razón. No podían separarse ahora que al fin tenían la oportunidad de estar juntos en un mundo sin guerra.

Pero aunque Draco no se movió, ni hizo nada por retirarse, al volver a hablar, su voz sonaba fría y molesta. "No, no me amas. Si acaso amas el recuerdo de un idiota arrepentido que quería impresionarte," Hermione sabía que con sus palabras buscaba alejarla, pero en lugar de eso lo apretó con más fuerza. "Pero estos tres años acabaron con cualquier vestigio de lo que yo era, incluido lo que sentía por ti."

"No," negó ella, sintiendo la humedad en sus ojos, pero incapaz de soltarlo por miedo a que todo acabara ahí.

"Por eso prefiero que digas que me odias, como antes, porque eso lo hace más fácil."

"Nunca te odié, Draco. Jamás. Tú lo sabes."

"Pero yo sí te odio."

Es la rabia hablando por él, se dijo Hermione, buscando fuerzas para aguantar sus palabras. Sabía que él necesitaba dejar salir aquello, aunque doliera.

"Te odio," repitió Draco y ella mordió sus labios y lo apretó con más fuerza. "Cuando Bellatrix me encontró amarrado y a merced de su varita, te odié. Cada día estando en Azkaban, te odié. Durante los meses que vi a Blaise muriendo poco a poco al punto que pensé que no sobreviviría ahí dentro, te odié. Cada vez que tuve que admitir crímenes de los que jamás participé, te odié. Cuando los guardias me castigaban por esos crímenes, te odié", lo sintió moverse con brusquedad, intentando soltarse de su agarre, pero ella lo apretó aún más fuerte entre sus brazos. Sabía que si él realmente quería soltarse de ella, tenía la fuerza para hacerlo. En lugar de ello, Draco pareció desistir de hacerlo, pero inclinó su cabeza hasta que sus labios alcanzaron el oído de Hermione, para seguir su horrendo discurso. "Mientras rehacías tu vida ignorante de los secretos que yo guardaba y llegaban los periódicos celebrando tu heroísmo, te odié con una fuerza que nunca había odiado a nadie. Ni aún a Bella, ni a Voldemort. Y cuando Weasley y tú...," enmudeció de pronto, como si fuera muy doloroso para seguir, y se movió con brusquedad, liberándose finalmente de su agarre y enfrentándola con una ira que ella nunca había visto en sus ojos.

"Durante tres años repetí tus palabras en mi cabeza como un mantra," siguió él. Pero su rostro fue pasando poco a poco de la ira absoluta a la tristeza. "Y terminé por convencerme de que tenías razón. No hay un mundo donde podamos estar juntos."

El recuerdo de sus propias palabras se enterró en el corazón de Hermione como un puñal. Aquella noche le había dado las razones más horribles, con tal de romperle el corazón y protegerlo. Ahora quería tomarle el rostro, mirarle a los ojos y jurarle que era una mentira, que sí podían estar juntos, que podían encontrar la manera, pero no sabía cómo enfrentar los sentimientos que se reflejaban en su voz en ese momento. Y se quedó ahí, de pie frente a él, sintiendo las lágrimas resbalar por sus propias mejillas.

"Y estando en Azkaban, cuando no estaba intentando sobrevivir a los golpes y las humillaciones, o salvar la poca humanidad que me quedaba, recordaba los momentos en que estuvimos juntos. Tuve mucho tiempo para recordar. Y me di cuenta de que nunca me quisiste realmente."

"Draco...," susurró su nombre, incapaz de soportar más sus palabras. Tenía que hacerle ver que aquello era una mentira. "Sí te amaba," dijo, inhalando profundamente para contener las lágrimas, intentando soportar los sentimientos que transmitían sus ojos. Grises, claros, hermosos, y tan tristes que dolía.

Sin saber qué más decir, acabó con la distancia que los separaba y envolviendo su cuello, lo atrajo a sus labios con fuerza, en una mezcla de desesperación y anhelo. Quería demostrarle con su cuerpo lo que él parecía incapaz de entender con palabras.

Pero Draco la apartó con brusquedad. Sus ojos estaban encendidos de una mezcla de rabia y confusión. Pero ella tenía que insistir.

Cuando sus bocas se encontraron de nuevo, él volvió a rechazarla y apartarse, pero esta vez Hermione pudo ver en el gris de sus ojos cómo su resistencia se desmoronaba poco a poco. Y cuando volvió a buscar sus labios, algo en él finalmente cedió. Aunque no por la razón que ella esperaba.

El beso no transmitía el perdón que buscaba. La brusquedad con que sus dedos se hundieron en su cabello, sujetando su cabeza, hablaban de su necesidad de control y sometimiento, de castigarla. La fuerza con que sus labios se apretaban contra los de ella, y la feroz intensidad con que mordía y exploraba con su lengua, convertían cada beso en una batalla que debía ganar, transmitiendo rabia más que deseo.

La hizo retroceder, apretándola contra la pared con el peso de su cuerpo, sin soltar su boca. Sus manos bajaron por su piel, deslizándose por debajo de su ropa, tocándola y apretándola de un modo brusco y metódico, como si la castigara por cada herida que ella le había infligido.

Cuando sus dedos se deslizaron por la pretina de su pantalón, ella dejó escapar un gemido dentro de sus bocas unidas. Draco la levantó por la cintura, empujándola contra el muro, cuya frialdad contrastaba con el calor que emanaba de su cuerpo. Mientras la apretaba y tocaba, ella solo podía aferrarse a sus hombros para mantener el equilibrio. La intensidad de sus besos aumentaba, pero no como ella recordaba, sino de un modo feroz y desesperado, como si buscara fundirse con ella o exorcizar sus demonios a través de ese contacto.

Hermione podía notar los latidos de su corazón, tan rápidos e irregulares como los suyos, disfrutando de esa cercanía visceral. Sentía la presión de su pelvis sobre la tela de su pantalón, con sus piernas estrujando las caderas de él. Sabía que era un contacto que tenía más de instinto que de sentimientos, y aunque se sentía a gusto bajo su peso, rodeándole la espalda con los brazos, hundiendo las uñas en lo que alcanzaba de su espalda y aferrándose fuertemente a él con las piernas, sabía que estaba mal.

El Draco que ella recordaba podía ser tan brusco como amable, a veces feroz en sus embestidas, pero siempre parecía responder a lo que ella quería, a lo que ella deseaba aún sin decirlo. Sabía interpretarla y hacer que explotara.

Pero ahora, había algo mecánico en sus movimientos. Una agresividad que lejos de buscar el placer de ambos, parecía querer castigarla y someterla, transformando aquello en algo brusco y desesperado, que nada tenía que ver con el amor que ella sabía estaba ahí.

"No," dijo ella, encontrando fuerzas para separarse de él, presionando sus manos contra sus hombros para detenerlo. "No dejaré que lo conviertas en esto." Draco la miró expectante, con los labios rojos y las pupilas dilatadas, el cabello revuelto en todas direcciones, dándole un aspecto salvaje que ella recordaba bien. Pero la expresión en su rostro era muy distinta a lo que ella recordaba. "No permitiré que arruines la posibilidad de recuperar lo que teníamos."

Draco sonrió de lado, acomodando su camiseta, y respondió con amargura: "Fuiste tú quien lo arruinó."

"Ya te pedí perdón y sé que nunca será suficiente, pero ¿en serio prefieres seguir culpándome y castigándome en lugar de intentar recuperar lo nuestro?" Sabía que él tenía razones para estar dolido, pero no comprendía su empeño en destruir esa oportunidad. "Acabas de confesar que me amabas y te he dicho que ahora sé que te amo. Ya no hay guerra y estás fuera de Azkaban, ¿no ves la oportunidad?", Draco resopló. Era un sonido hueco y triste. "¿No ves que estamos vivos pese a todo lo que pasamos y..."

"No." La interrumpió, negando con la cabeza. "Estoy muerto para el mundo mágico, Granger," Hermione abrió la boca para hablar, pero la comprensión la hizo cerrarla de nuevo. "Ya deben haber encontrado mi cuerpo y sabes lo que eso significa." Su mirada la escudriñaba, y Hermione solo pudo contemplarlo en silencio, mientras sus palabras adquirían más fuerza y su miedo se volvía evidente. Draco temía ilusionarse con algo destinado a perder. "Estamos en mundos aparte porque yo he renunciado al mío. Pero tú no tienes ninguna razón para hacer lo mismo".

Tú eres mi razón, quería gritar una parte de ella, pero otra, la lógica, la que se aferraba a lo racional por miedo a sufrir, la obligaba a callar y considerar lo que estaba dispuesta a perder. Renunciar a Harry, a mis amigos, a mi carrera. A la magia...

Draco pareció percibir el miedo en su expresión. "¿No habías pensado en eso?", sus labios se torcieron con tristeza. "Bueno, yo sí. Así que puedes aceptar un último polvo de despedida, o te puedes ir ahora mismo. Personalmente, me alegraría que eligieras la primera opción, y créeme, haré que lo disfrutes porque me gusta dejar buenas impresiones. Especialmente al final." Sus labios intentaban mostrar sarcasmo, pero sus ojos revelaban algo muy distinto.

"¿Por qué llevas todo al sexo?", preguntó de pronto.

Esa no es la respuesta que él quiere, dijo una voz en su cabeza, al ver como en su bello rostro se plasmaba la confusión.

"¿Por qué otra razón estás aquí?"

"Porque te amo."

"¿Y renunciarás a tu magia?" Hermione sintió un nudo en su garganta que no le permitía hablar. "¿Lo ves? Esto no tiene sentido."

"Draco..."

"¿Sabes qué es lo bueno de todo? Que ya no me importa que no me elijas a mí. Antes me importaba, pero ahora no," dijo negando con la cabeza y cruzando los brazos sobre su pecho. "Ya no necesito que la señorita perfecta me prefiera para sentir que valgo algo. He tenido tres años para darme cuenta de que soy capaz de soportar mucho más de lo que creía, más de lo que todos pensaban que podía resistir sin quebrarme, y eso debe significar algo. A los ojos de los demás puede no parecer mucho, pero ¿sabes qué? No me importa", se encogió de hombros sonriendo en un modo en que sus labios eran contradecidos por sus ojos. "No tengo aspiraciones de héroe. Sólo quiero vivir. Volar en una escoba aunque sea a escondidas, comer lo que se me antoje y darme un baño de tina. Cosas simples que se volvieron esenciales cuando las perdí. No quiero salvar el mundo. Eso te lo dejo a ti."

"La guerra terminó, Draco."

"Para personas como tú, siempre habrá una nueva batalla a la cual dedicar tu vida. Algo que anteponer a lo que sea que sientas por los demás. Yo quiero a alguien que me mire como yo te miraba a ti."

"Pero yo sí te miro, te veo y..."

"Escucha, Granger. Si aún estás interesada en tener una tanda de sexo que puedas recordar en tus aburridas noches con Weasley, estaré haciendo compañía a Blaise, pero como queda cada vez menos para que despierte, te recomiendo decidirte pronto," se giró lejos de ella.

"No. No te irás," Hermione lo jaló del brazo hasta colocarse nuevamente frente a él y le tomó el rostro entre sus manos. "Draco... no es sexo. No es esa la razón."

"¡Ja! Perdóname si me he dejado engañar por la humedad que percibí entre tus piernas," el sarcasmo era evidente en su voz, mientras sus ojos la escudriñaban, buscando una respuesta en los suyos.

El fuego del fogón iluminaba tenuemente su rostro, revelando su anhelo de escuchar algo que contradijera sus palabras. Hermione pudo leer una multitud de emociones atrapadas en el gris de sus ojos.

"Está bien. Me atraes, eso es obvio. Pero no es solo eso. No es por eso que estoy aquí," dijo Hermione. "Es todo lo demás también. Es cómo me siento cuando estoy contigo y el vacío que siento cuando no te tengo. Dices que fueron tres años de prisión, pero para mí fueron tres años de sentir que algo me faltaba, que algo no encajaba." La voz de Hermione temblaba mientras las palabras salían atropelladamente de sus labios. "Ni siquiera podía dejar que Ron me tocara porque sentía que algo no estaba bien. Sufrí, de un modo diferente al tuyo, pero sufrí también".

"¿Se supone que me apiade de ti porque no podías exitarte con Wesley?", se burló.

"No. Lo que pido es que me des la oportunidad de demostrarte que vale la pena intentarlo".

"¿Intentar qué exactamente?"

" Estar juntos"

Draco la observó perplejo por un momento, y luego con la burla clara en su expresión.

"¿Realmente crees que es así como funciona el mundo?"

" Lo que creo es que..."

"¿Crees que basta con ayudarme a salir de San Mungo o curar a Blaise, para compensar todo lo demás?", rió frío. "¿Piensas que con decir que borrar tus recuerdos era tu manera de protegerme, yo debo perdonarte? ¡Claro! ¡Qué importa que tu puta decisión nos arruinara la vida a los demás! Era un bien superior, ¿no?"

"Draco..."

"Pero olvidas que al imponer lo que tú querías, lo que tú, desde tu pedestal de gran heroína, considerabas correcto, no me dejaste elección".

"¿Y cuál era tu elección?", le gritó, molesta de su negativa a escucharla.

"Tú", Hermione sintió un cuchillo clavarse en su corazón. "Te habría escogido a ti, Granger. Te habría seguido donde fuera, aunque debiera hacerlo desde las sombras, con tal de que sobrevivieras esa guerra".

Hermione lo contempló con los labios entreabiertos, incapaz de decir o hacer nada. Apenas podía respirar. La franqueza de su confesión era tan desgarradora que la dejó paralizada, sin saber cómo enfrentarse a ella.

"Lamento interrumpir tan conmovedora escena", la voz de Blaise Zabini llegó desde el marco de la puerta. Aunque su mirada no transmitía su habitual desprecio hacia ella, tampoco parecía estar precisamente contento con su presencia, "pero es hora de activar el traslador", agregó, lanzando al rubio una chaqueta de aspecto muggle, que éste recibió en silencio, vistiéndose con ella sin mirarla, mientras seguía a Blaise a la salida.

"Draco", insistió Hermione intentando detenerlo. "Iré contigo".

¿Lo harás?, gritó una alarma en su cabeza. Pero Hermione no sabía qué más ofrecer para no perderlo.

Draco se detuvo. Sus ojos indagaron en los de ella con insistencia, y pareció leer sus miedos.

"Iré contigo", repitió Hermione, intentando convencerse y convencerlo. Zabini, a pocos pasos de ellos, frunció el ceño confundido.

"¿Por qué?", preguntó Draco, aunque la expresión de su rostro no parecía esperar nada de su respuesta.

"Porque te amo".

El labio de Draco se torció en una sonrisa triste, contradecida por sus ojos.

"Lástima", le dijo. "Porque ahora soy yo quien escoge a sus amigos", el gris de sus ojos se hizo impenetrable para ella. "Adiós, Granger".

Y subiendo la capucha de la chaqueta hasta cubrir su pelo, le dió la espalda y salió por la puerta, seguido de Blaise Zabini.

Por unos segundos, Hermione no atinó a hacer más que controlar su respiración para evitar llorar, mientras repetía sus propias palabras en su cabeza intentando convencerse que eran ciertas: No hay un mundo en que podamos estar juntos.

¿O si?

"¡Draco!", gritó al fin, corriendo tras de él para alcanzarlo.

Pero el último destello de las dos figuras desapareciendo, asidos al traslador, fue todo lo que alcanzó a ver antes de que se desvanecieran por completo.

-Fin del Capítulo 35-

Lo siento por aquellos que esperaban una linda reconciliación. Intenté escribirla, y lo hice... Incluso la publiqué y algunos de ustedes la leyeron y comentaron. Les pido perdón por ello, pero algo no se sentía correcto con esa versión. Sentí que, de algún modo, estaba traicionando a Draco al hacerlo perdonar tan fácilmente. ¿Puede aprender a perdonar? Creo que todos podemos, pero él necesita tiempo. Ahora, la rabia es el sentimiento imperante. Démosle su tiempo.

Para actualizaciones y más historias (que ya se viene la próxima), no olviden seguirme en mi instagram: https://www.instagram.com/alexiarriddle/

UN ABRAZO A TOD@S, y gracias infinitas

Alex

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top