Capítulo 29: ANDROMEDA TONKS


"El verdadero dolor, el que nos hace sufrir profundamente, hace a veces serio y constante hasta al hombre irreflexivo; incluso los pobres de espíritu se vuelven más inteligentes después de un gran dolor".

Fiodor Dostoievski.

Ron Weasley había tenido muchas ocasiones para arrepentirse en su vida. Romper la muñeca de Ginny cuando tenía seis años, comer la torta de cumpleaños de Fred antes de que cantaran los demás cuando tenía diez, no creer en la inocencia de Harry en cuarto año y besar a Lavender frente a Hermione en sexto. Pero nada de eso lo había preparado para el dolor que sentía ahora, al recuperar la memoria y comprender las consecuencias que sus acciones habían tenido para los demás, incluido Malfoy.

No era algo que admitiría jamás al rubio, por supuesto, porque si de arrepentimientos se trataba, era Malfoy quien le debía innumerables disculpas a él. Pero eso no cambiaba el dolor que le generaba la culpa.

"No sirve de nada sentir culpa o arrepentirse si no haces algo al respecto", había dicho Hermione y aunque Ron sabía que probablemente tenía razón- solía tenerla- no por eso se sentía menos incómodo, al tener que golpear la puerta de Andromeda Tonks.

"¿Ronald?", una oscura y delineada ceja se alzó en el rostro de la mayor de las hermanas Black. La única que sigue viva, se recordó Ron, pensando que pese a la edad, la mujer aún daba muestras de la particular belleza de su familia.

Y por el modo en que lo miraba de pies a cabeza, también de su arrogancia.

"¿Ocurre algo a Molly?", siguió la mujer, sin despegarse del dintel de la puerta. Ron recordó que, después de la guerra, en parte por la soledad en que Andromeda había quedado, y en parte por la insistencia de su madre, las dos mujeres se habían hecho buenas amigas.

"No", la tranquilizó. "Vengo a hablarte de otro tema". Podía sentir sus manos sudar, como si temiera que la mujer pudiera leer su mente. Después de todo, sus dos hermanas habían sido buenas legeremantes. "¿Puedo pasar?".

Si bien el gesto con que le abrió paso en la puerta no fue del todo hospitalario, la mujer sí tuvo la cortesía de ofrecerle té y galletas, mientras tomaban asiento en la pequeña mesilla del salón. Y aunque Ron no era precisamente un hombre de palabras, consideró que no habría mejor momento para comenzar con su explicación.

Afortunadamente, Andromeda Tonks, lucía extrañamente tranquila mientras lo oía.

" ¿Intentas decirme que mi sobrino era un espía para Nymphadora?", preguntó la mujer, llevando la taza de porcelana a sus labios, sin despegar sus ojos de él.

"Sé que es difícil de creer pero..."

"¿Por qué sería difícil de creer?", lo interrumpió de pronto. "Mi hija no era precisamente la persona más adecuada para guardar secretos, Ronald", explicó, haciendo a Ron abrir los ojos sorprendido. "No es que me dijera nada nunca, pero se podía leer en su cara cada vez que salía en defensa de Draco. Es la razón por la cual yo misma le sugerí que utilizara un pensadero, para dejar ahí los recuerdos que pudieran comprometer a mi sobrino, en caso de que los mortífagos la capturaran nuevamente".

"O sea que usted..."

"¿Que sí sabía del tipo de relación entre Draco y Nymphadora? ¡Por supuesto que sí! Lupin también estaba al tanto. Y es la razón por la que fue por él apenas ustedes llegaron diciendo que lo habían dejado solo y a merced de los mortífagos a los que había traicionado".

"Yo no... Yo..."

"La pregunta es, ¿cómo es que tú lo sabes?"

"No recordaba nada hasta hace poco", confesó finalmente.

"¿Recuerdas todo?", Andromeda alzó el rostro, con la inquietud evidente en su expresión. Y Ron no tuvo que adivinar qué era lo que la mujer esperaba que recordara. "Entonces..."

"Yo estaba allí cuando ocurrió", reveló Ron. "Tonks murió por salvarme la vida".

Y un llanto largamente contenido finalmente encontró su camino al exterior.

****

Hermione escuchó el relato de Ron atentamente, dando tiempo al pelirrojo para expresar las emociones que lo embargaron durante su confesión a Andromeda.

"Llorar no te hace menos genial o más débil. Solo más humana", recordó las palabras de Amanda, y se preguntó si ella misma tendría tiempo para dar rienda suelta a su lado humano algún día. Porque mientras Draco estuviera en Azkaban, y condenado al beso del Dementor, en todo lo que podía pensar, era en cómo sacarlo de ahí.

"Todos los recuerdos están ahí", expuso Ron, extendiendo a ella una bolsa mágica con una serie de frascos luminosos en su interior. "Andromeda solo pide que se los devuelvas cuando logres aclarar esto, pues espera que Teddy pueda ver a sus padres a través de ellos cuando sea lo suficientemente adulto para entender".

Hermione cogió uno de los frascos entre sus dedos.

"Teniendo esto y sabiendo la verdad, ¿por qué Andromeda no habló a favor de Draco?"

"Dijo que Malfoy le pidió no hacerlo". Se encogió de hombros. "Hermione, ¿no será que Malfoy simplemente, quiere pagar por las cosas malas que hizo? Tal vez aceptar su condena es una forma de sentirme menos... culpable".

Hermione giró sus ojos a su amigo casi con lástima, pues tenía claro que Ron bien podía entender un pensamiento así, dado el peso que era para él su culpa. Pero no Draco.

"No es valentía, Granger. Es miedo. Un pánico a morir que alguien tan temeraria como tú no entendería". Recordaba bien sus palabras y sabía que ni Azkaban ni nada cambiaría en él aquella necesidad de sobrevivir a toda costa, ese deseo de supervivencia que siempre había mostrado.

Para cuando Ron finalmente se fue, algo menos miserable que como lo había encontrado el día previo, tomó el primero de los recuerdos y lo puso en su propio pensadero, tomando aire antes de sumergirse en la memoria de Tonks.

La bruja metamorfomaga caminaba por un estrecho pasillo rodeado de paredes de piedra y moho, mirando a un lado y otro como para cerciorarse de que nadie la siguiera. Hermione le alcanzaba el paso hasta llegar a lo que parecía una antigua biblioteca abandonada, con el techo derruido y pinturas quemadas decorando el lugar. Sobre sus cabezas, la oscuridad del cielo y la escasa luz de las estrellas dejaban ver que era de noche. A sus pies, musgos y enredaderas invadían estantes y paredes, evidenciando la humedad y el abandono imperante.

Una luz a sus espaldas hizo que Tonks girara, varita en mano, para enfrentar a una figura alta y vestida de negro, con una cadavérica máscara de plata cubriendo todo su rostro. El hombre cargaba sobre su hombro lo que parecía un pesado bulto, que dejó caer sin mucha delicadeza a los pies de la bruja.

Hermione no necesitó aclaraciones para reconocer la roja cabellera de Ron, que parecía inconsciente, con la misma ropa que llevaba el día en que los tomaron prisioneros en Durrington.

"¿Ronald?", preguntó Tonks, inclinándose hacia él para tomar su pulso.

"Sigue vivo", sonó la voz del mago. Una voz grave y vibrante que ella conocía demasiado bien, por lo que ni siquiera necesitó que se quitara la máscara y bajara la capucha, dejando al descubierto su pálida cabellera para reconocerlo. "Aunque necesitará algo de díctamo para recuperarse. Eso es, si realmente sirve de algo que vuelva en sí", sonrió de lado.

"¿Y Hermione?"

" Dejar ir a ambos es riesgoso. Y Granger parece dominar la oclumancia mejor que él".

" Pero es mujer", Draco cerró los ojos como por reflejo, ante la mención de Tonks, entendiendo la implicancia. "E hija de muggles. Tú sabes que..."

" Haré lo que pueda", susurró, dándole la espalda, como si se dispusiera a irse.

"Draco..."

"¡Haré lo que pueda!", gritó casi, girándose hacia ella, con la rabia clara en su rostro. "Estoy haciendo lo que puedo, maldita sea. ¿Sabes lo que es tener que mantener la mente cerrada todo el puto día ante esa serpiente? ¿Querer destruirlo con todo mi corazón pero tener que bajar la cabeza y servirlo como un esclavo? Tener que atender a sus ordenes y tener que... tener que... Todo el día, todos los días", sus ojos grises daban clara cuenta de una mezcla de ira e impotencia. " Vivir una maldita mentira porque sabes que tu madre puede morir si tu no... Si no..."

" Primo".

" No me llames así", gritó. " Es algo que él puede buscar en mi cabeza. Está al tanto de Andromeda, y de ti".

"Lo siento".

" No me sirve que lo sientas. Solo buscame una forma de salir".

Su mirada se clavó en Tonks por un largo instante, y aunque la bruja enfrentó sus ojos, el dolor y la lástima estaban claros ahí.

" Tú sabes que no hay una salida, Draco", dijo, dando un paso hacia él, que retrocedió por reflejo. " Ni para tu madre, ni para ti, ni para nadie, hasta que esto termine".

" Pues entonces haz que termine".

" Eso estamos haciendo, Draco. Tú y nosotros. Y Hermione es importante para lograrlo..."

" La mantendré con vida", dijo al fin, con la mirada lejos de Tonks. "No puedo dar más garantías que esa".

" Debes mantenerla segura hasta que podamos..."

"¿Con tres comidas al día y un elfo que la atienda?", sonrió irónico, "¿Para que cuando tía Bella se meta en su cabeza, sepa con cuánto cariño la estoy cuidando?"

"Puedes ayudarla a mejorar su oclumencia. Estoy segura que Hermione..."

" Ya dije que la mantendré con vida", respondió frío.

Y en el recuerdo de Nimphadora Tonks, Hermione lo vio caminando lejos de ellas, hasta desaparecer, devorado por la oscuridad de la noche.

-Fin del Capítulo 29-

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