Capítulo 21: RECUERDOS. PARTE XIV
"La maldad no necesita razones, le basta con un pretexto."
Johann Wolfgang von Göethe
El cabello de Malfoy brillaba en la oscuridad de la noche, iluminado apenas por la tenue luz que se filtraba entre los árboles, mientras esperaban alguna señal de Nymphadora Tonks. En silencio y completamente inmóvil, con la espalda recostada en un árbol y la cabeza echada hacia atrás, su perfil parecía el de una estatua trágica que Hermione, en otras circunstancias, se habría dedicado a admirar. Sin embargo, con Luna sollozando suavemente a su lado, era imposible ignorar lo que habían dejado atrás y la ansiedad que les causaba la tardanza de la bruja metamorfomaga.
"Ya debería haber llegado", susurró Malfoy de pronto.
"¿Y si enciendes una luz con tu varita?"
"Cualquier intento de magia en estos bosques, disparará las alertas de nuestra ubicación", explicó el rubio, girando hacia ella su rostro. "Una protección diseñada por el mismo Theo para evitar intrusos".
"¿Y aparecernos lejos de aquí? Tal vez puedas llevarnos a Luna y a mí fuera de la mansión y luego..."
"Sólo los mortífagos pueden aparecerse en los terrenos de la Mansión y la última vez que chequee tú no cumplías el requisito", expuso, con una sonrisa forzada.
"Podríamos entonces regresar y...", sugirió Luna. Hermione sintió que algo le apretaba el corazón al verla. Pese a que Theodore Nott no era su persona preferida en el mundo, podía empatizar con la rubia. Pero sabía, como Luna también debía saber, que el sacrificio del muchacho no serviría de nada, si todos retrocedían ahora a ser atrapados valientemente, en lugar de huir con Tonks y luchar por derrotarlos.
"Luna..." susurró, comprendiendo que Malfoy no estaba de ánimo para consolar a nadie, a pesar de que él parecía compartir la preocupación de la rubia. "Si regresamos ahora..." El crujir de ramas detrás de ellos interrumpió sus palabras, haciendo que los tres voltearan rápidamente hacia el lugar de donde provenía el ruido, con Malfoy y Luna alzando sus varitas en esa dirección.
No su varita... la de Nott, recordó Hermione.
No fue hasta que oyó la primera maldición en la inconfundible voz de Tonks, que Hermione corrió hasta ella y se lanzó a envolverla en un abrazo.
"¡Tonks!", susurró Hermione, sintiendo sus ojos humedecerse, sin saber qué más decir.
"¿Dónde diablos estabas?", reclamó Malfoy.
"¿Que dónde estaba?", el cabello de un color violeta intenso de la bruja se fundía con la oscuridad de la noche. "¿Dónde diablos estabas tú, primito? Te esperaba aquí hace más de media hora".
"¿Y tenías algo mejor que hacer que esperar?", insistió él.
"Sentí un ruido apenas llegué, muy cerca mío y..." negó con la cabeza como alejando el pensamiento. "Pero al final debí imaginarlo, porque por más que he dado vueltas buscando, no encuentro nada, y como me advertiste de no usar ningún hechizo, mi búsqueda fue bastante más complicada de lo que esperaba ¿sabes?".
Hermione no podía menos que sorprenderse ante la cotidianidad que parecía haber en la conversación entre ambos, como si se conocieran de mucho tiempo.
¿Hace cuánto nos has estado ayudando, Malfoy?, quiso preguntar, pero no sabía cómo exponer su pregunta en palabras. Tampoco sabía realmente qué decirle o cómo despedirse, ahora que el momento de separarse había llegado.
¿Por qué duele tanto?, se preguntó.
"¿Luna?", exclamó Tonks al reconocer a la joven, avanzando hacia ella para abrazarla, pero la rubia no respondió. "¿Estás bien? ¿Cómo es que llegaste hasta aquí?"
"Era prisionera en la Mansión", explicó Hermione.
"Pero Xenophilius nunca..."
"Las explicaciones tendrán que esperar", interrumpió Malfoy, cortando en seco a la bruja. "Deben irse cuanto antes", advirtió en dirección a Tonks.
"¿Y tú?", preguntó Hermione casi instintivamente. Solo cuando los ojos del rubio se posaron en la mano que ella le sostenía, se dio cuenta de que la había tomado. Aunque su primer impulso fue soltarla, al intentarlo, fueron los dedos de Malfoy los que la retuvieron.
Y luego sus ojos grises se alzaron en dirección a ella.
"Debo volver por Theo", susurró. Su rostro era una máscara que no transmitía gran cosa, pero sus dedos apretaron los de ella con un poco más de fuerza.
"Iré contigo", interrumpió Luna, y solo entonces, Malfoy soltó el agarre que hacía de Hermione, lentamente, con notoria reticencia, y se giró a la rubia.
"No harás tal cosa", expuso sacando de su capa el diminuto espejo que Theodore había entregado a él minutos antes. "Irás con Nymphadora".
"¡Tonks!", lo corrigió su prima. Siempre había odiado el nombre dado por su madre, y el rubio debía saberlo. Aún así, Malfoy ignoró su reclamo.
"Diré a Theo que puede usar el espejo para encontrarte", indicó, entregando este a Luna.
"¿Qué es lo que planeas?", preguntó Hermione, recordando bien que era ese espejo su medio de comunicación con Theodore.
A pesar de la oscuridad, la tenue luz que iluminaba su rostro revelaba media sonrisa en sus labios y una ceja arqueada en expresión complacida.
"¿Preocupada por mí, Granger?", mordió su labio inferior.
"Zabini te espera del otro lado", le recordó, viendo la dirección que tomaba su figura.
"Créeme, estará feliz cuando vea llegar a Theo en mi lugar", le guiñó el ojo y comenzó a alejarse de ella, su capa ondeando en la oscuridad al compás de sus zancadas.
Hermione podía sentir cómo la sangre latía con fuerza en sus oídos, a medida que comprendía lo que Malfoy estaba dispuesto a hacer.
"Draco", le llamó Tonks, mientras Hermione seguía inmovilizada por el miedo. "¿Qué es lo que..."
"¡No!", gritó Hermione. "Malfoy, ¡no!"
El rubio se detuvo y giró la cabeza sobre su hombro, evidenciando su incomprensión, al verla caminar hacia él.
¿Qué se supone que haga?, se preguntaba Hermione, sin tener del todo claro lo que pretendía al avanzar hacia él.
Pero antes de que pudiera resolverlo, una figura emergió de entre los árboles y se abalanzó sobre Malfoy, con tal fuerza, y cogiéndolo tan desprevenido, que su larga figura fue a dar contra el suelo cubierto de hojas, mientras una maraña de cabellos rojos forcejeaba sobre él, contrastando con la oscuridad.
"¡Ron, no!", gritó Hermione, intentando separarlo del rubio.
"¿Ron?", preguntó Tonks, acercándose a ellos y ayudando a Hermione a contenerlo sin recurrir a ningún hechizo. "Pero... ¿cómo llegaste hasta aquí?"
Ron ni siquiera se molestó en responder, tan enfurecido como estaba, con la varita apretada entre sus dedos y apuntando a Malfoy, quien se incorporaba lentamente sobre sus pies.
"No uses la varita, Weasley", advirtió el rubio con voz cautelosa, dejando transparentar el miedo en su expresión.
"¡Guárdate tus putas amenazas, Malfoy!"
"Ron...", siguió Tonks, acercándose otro paso a él, con sus manos extendidas, en claro ademán de hacerlo bajar la varita, pero el pelirrojo no la oyó.
"¿Creíste que podrías irte así como así?", siguió Ron. "Dejar a Hermione aquí y volver con los tuyos después de lo que hiciste".
"No es lo que crees, Ron", intentó explicar Hermione.
"Ron, por favor...", insistió Luna, comprendiendo el peligro en que estaban si el pelirrojo usaba su varita.
"Si haces algún hechizo, nos condenarás a todos", advirtió Malfoy entre dientes apretados.
"Ron..."
"¿Por qué tendría que creerte?", se burló el pelirrojo en dirección al rubio, y Hermione supo, en el momento en que Ronald Weasley alzó su varita, que no alcanzaría a decir o hacer nada que detuviera lo que el pelirrojo estaba a punto de desencadenar. "EXPELLIARM...."
Un rayo de la varita de Tonks logró interrumpir el hechizo, pero solo para que la blanca luz que lo había logrado, culebreaba por unos segundos en el aire, avanzando lentamente hacia arriba.
"¡Sácalos de aquí!", gritó Draco en dirección a la bruja metamorfomaga, en el preciso instante en que la luz del hechizo chocaba contra un manto invisible y el cielo resplandeció en un destello luminoso.
"¡Por aquí!", gritó Tonks, señalando el camino hacia lo que Hermione reconocía ahora como una vieja lámpara de aceite que nada tenía que hacer tirada en el lugar, y que debía ser el traslador. Por el rabillo del ojo, distinguió a Malfoy dibujando círculos con su varita, en lo que parecía ser un hechizo escudo. "¡A la cuenta de tres!", gritó la bruja en dirección a ellos, mientras Hermione jalaba a Ron para que cumpliera la orden, pese a la incomprensión que plagaba su rostro. "Uno, dos..."
El "tres" nunca llegó.
La aparición de varias volutas de humo oscuro, muy cerca de ellos, fue seguido del inesperado movimiento de la lámpara, lejos de ellos, hasta quedar varios metros por detrás de uno de los enmascarados.
"¿A dónde creen que van?", vibró en medio de la noche la horrenda voz de Rodolphus Lestrange.
"Querido tío", sonrió Tonks de pronto. "Tanto tiempo sin vernos", ironizó, alzando la varita para liberar un rayo que dió muy cerca de Lestrange. Pero no lo suficiente.
Luna y Ron alzaron también sus varitas, a cada lado de ella, pero Hermione calculó rápidamente que eran al menos ocho enmascarados rodeándolos, lo que hacía difícil salir victoriosos en base a hechizos.
Una comitiva numerosa, para ir en busca de dos prisioneras perdidas, pensó, recordando al instante siguiente que no era por ellas que estaban ahí realmente. Sino por él. Pero al mirar en torno a ellos no encontró rastros de Malfoy.
¿Habrá aprovechado el caos para Aparecerse?", se preguntó.
"Veníamos por un traidor", habló un hombre alto y delgado, quitando su máscara. "Y nos encontramos a buena parte de la Orden de paso".
"¿Qué tal Rabastan?", siguió Tonks, sin dejar de apuntar a Rodolphus. "Veo que conservas la cicatriz que te dejé en nuestro último encuentro". El hombre se llevó un par de dedos a tocar las lineas que surcaban su frente y mejillas. "Considerando que fue una mejora, deberías agradecerme".
"Créeme que lo haré, bruja de mierda", dijo el hombre, a través de dientes apretados. "Con una muerte lenta y dolorosa. Pero primero, entréganos al traidor"
"¿De quién estaríamos hablando?", Tonks parecía querer ganar tiempo, mientras Hermione intentaba ubicar donde había ido a parar el traslador, sin tener éxito.
"Del malnacido que te ha estado compartiendo información todo este tiempo", soltó Rodolphus.
Lo saben, gritó algo en la cabeza de Hermione. Ya saben que fue Malfoy. Y de algún modo, eso resultaba doblemente preocupante.
"Siempre me pregunté cómo diablos habías hecho para escapar, brujita", siguió Rabastan. "Fuimos unos imbéciles al no querer ver lo que estaba claro como el agua..."
"¿Aparte de tu imbecilidad?"
"Será mejor que guardes tus insultos y bajen sus varitas, mestiza", siguió Rodolphus. "No hay necesidad de derramar sangre cuando debes tener claro el resultado".
"Con el ofrecimiento que me acaba de hacer tu hermano, perdona mi reticencia a rendirme", respondió Tonks, enarbolando su varita en un rápido movimiento, generando un hechizo que lanzó a Rabastan por los aires.
"¡Sobre ellos!", gritó Rodolphus al instante siguiente, pero dos de los mortífagos que estaban a sus espaldas, lanzaron gritos horrorizados, antes de caer convulsionando contra el piso. "¡Maldito hijo de puta!", alcanzó a gritar Rodolphus, como si comprendiera quién estaba detrás del acto, antes de cubrirse del hechizo lanzado por Luna, quien no dejaba de hacer piruetas con su varita, disparando a cada lado.
Ron, haciendo de escudo a ella, dejó enredado en sendas cuerdas a uno y casi logró derribar a otro, mientras Hermione intentaba seguir el camino de una figura que parecía camuflarse entre los árboles, por detrás de un escudo que lo hacía casi invisible, derribando dos mortífagos más a su paso.
Malfoy, murmuró mentalmente, pensando en que si corría suficiente rápido a uno de los mortífagos que había derribado, podría hacerse de una varita y ayudar a los demás. Pero no alcanzó a llegar a esta cuando un rayo la lanzó lejos del objeto, haciéndola caer contra el piso.
Intentó incorporarse, pero quedó inmovilizada al sentir el grito de Tonks, interponiéndose entre Ron y el luminoso rayo verde despedido de la varita de Rabastan.
No hubo tiempo para una última mirada, una última palabra o despedidas. Hermione no podía comprender cómo el cuerpo sin vida de Nymphadora Tonks yacía ante ella, y por la desesperación con la que Ron se lanzó hacia la bruja, quedó claro que él tampoco podía aceptarlo.
Solo Luna permaneció de pie, desafiando a dos de los mortífagos antes de que sendas cuerdas la inmovilizaran en el suelo, mientras Rodolphus avanzaba con su varita en alto, apuntando hacia Hermione.
Un anillo de fuego emergió alrededor de los enmascarados, alcanzando a otro de ellos. El hombre se arrojó al suelo entre gritos, a pesar de los esfuerzos de Rabastan por extinguir las llamas.
Hermione supo que era Malfoy quien atacaba a los mortífagos desde las sombras para proporcionarles alguna ventaja contra los enmascarados. Y, por lo mismo, necesitaba encontrar una forma de ayudarlo, así que corrió hacia la siguiente varita que identificó. Sin embargo, un haz de luz la detuvo en seco, impactando en su espalda y provocando una sensación de asfixia inmediata.
"¡Hermione!" El grito angustiado de Ron resonó a lo lejos, ahogado por las cuerdas que lo mantenían inmovilizado.
A pesar de las lágrimas que nublaban su visión, Hermione logró distinguirlo. Su cabello rubio, destacando ominosamente detrás de Rodolphus, creaba un contraste siniestro con el mago oscuro. Y la pálida varita en su mano se alzaba amenazante, apuntando directamente hacia el mago que la tenía atrapada en un hechizo, robándole el aliento poco a poco.
Pero toda esperanza se desvaneció al ver a Rabastan alzarse en dirección a Malfoy, sin que ella pudiera advertirlo ni emitir un grito de alerta, sintiendo cómo el aire abandonaba lentamente sus pulmones hasta el agotamiento total.
Y luego, todo fue oscuridad.
-Fin del Capítulo 21-
Nada hay más iluso que una madre que trae su laptop a un hotel en la precordillera con la esperanza de escribir. Comprenderán que el tiempo para hacerlo, con dos niños que quieren disfrutar de todo, es bien escaso. Aún así... Aquí va el capítulo 21, porque ahora más que nunca tengo que sacar esta historia de mi sistema.
Como siempre, gracias infinitas a aquellas/os que se toman su tiempo en dejarme un comentario. No saben cuánto ayudan a mejorar lo que escribo. Gracias, gracias.
PS: y perdón por lo de Tonks...
Alex.
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