Capítulo 12: RECUERDOS. PARTE V
"Dicen que lo mejor para ocultar una gran mentira es rodearla de numerosas mentiras pequeñas"
IDENTICO AL SER HUMANO, Kobo Abe
Malfoy no llegó en todo el día, pero por la tarde, un nuevo plato con alimentos apareció mágicamente en el mismo lugar que el anterior. Esta vez, sin libros.
A Hermione le resultaba difícil aceptar que ese fuera el trato habitual para un rehén. Sin embargo, al darse cuenta de que empezaba a ver al rubio menos como un monstruo y más como un antiguo compañero de Hogwarts, tan víctima de la guerra como todos los demás, decidió dejar de darle vueltas al asunto. Lo último que quería era llegar a considerarlo su amigo... o algo más. Y el aspecto físico del rubio ya comenzaba a tener un efecto en ella que indicaba ese posible desenlace.
Malditos genes de los Black.
Cuando lo veía ahora, no podía dejar de pensar en la legendaria hermosura de Bellatrix, antes de que años de encierro la desquiciaran por completo; en los rasgos elegantes y armoniosos de Narcissa; o la bella apariencia de Andrómeda. También recordaba a Sirius en sus fotos de juventud. Incluso al conocerlo en persona, con su rostro demacrado y amarillento como la cera, sus llamativos ojos grises, más oscuros que los de Malfoy pero igualmente brillantes, eran un claro vestigio de su atractivo en tiempos pasados.
Todo esto se reflejaba bien en Malfoy: la arrogante elegancia, la armonía de sus formas, su porte esbelto y la intensidad de su mirada.
El difunto Lucius, pese a tener su propio encanto, había legado a su hijo apenas los colores. Y un apellido infame.
Poco se sabía sobre el motivo de su muerte. Había ocurrido a manos de Voldemort dos años atrás. Si fue un castigo por un acto de rebelión contra su amo, un intento de escapar de las vejaciones a las que era sometido por quien invadía su hogar, o consecuencia de un nuevo fracaso en su misión, ella nunca lo llegó a saber. Sin embargo, si Malfoy seguía sirviendo a la serpiente que había acabado con la vida de su padre y, además, tenía un claro nivel de poder dentro de las filas del Señor Oscuro, debía ser que lo que Lucius hizo para merecer su muerte no contaba con la aprobación de su hijo.
Hermione se puso la camisa que Malfoy le había dejado, no porque su actitud hacia él hubiera mejorado -aclaró mentalmente-, sino porque moverse envuelta en una toalla resultaba incómodo y ridículo. La camisa era lo suficientemente larga como para cubrir hasta un poco más arriba de sus rodillas y lo suficientemente gruesa como para no dejar traslucir nada importante. Y olía a él.
El libro, del que había avanzado un buen número de páginas, era claramente una oda a la superioridad de los sangre pura. Gran parte del texto recalcaba una y otra vez las supuestas limitaciones mágicas de mestizos e hijos de muggles. A pesar de eso, ofrecía aclaraciones que Hermione no había encontrado en ningún otro libro, enfocadas en evitar intromisiones desagradables incluso bajo efectos de magia oscura.
Tenía marcas en varios lugares, lo que llevó a Hermione a pensar que alguien, probablemente el mismo Malfoy, lo había leído varias veces antes que ella, subrayando los puntos importantes.
Apenas había alcanzado la mitad del tomo cuando Malfoy entró a la habitación con una brusquedad que no había mostrado antes. Su rostro era inexpresivo y su mirada estaba fija en algún punto indeterminado.
Respiraba agitadamente mientras apoyaba su espalda contra la puerta que acababa de cerrar.
"Hola a ti también...", intentó bromear ella, devolviéndole su ironía de esa mañana.
"Cállate la boca", susurró, entre dientes apretados, con tal agresividad, que Hermione sintió un suave temblor recorrer su espalda, y todos sus músculos se tensaron, haciéndola replegarse en su rincón. "Maldita sangre sucia", agregó él, esta vez, caminando hasta donde ella estaba y atravesando la invisible barrera.
Hermione se puso de pie por reflejo, lanzándole el libro -lo único que tenía a mano- para distraerlo, mientras corría a encerrarse en el baño. Pero él lo esquivó con facilidad y la agarró por el cabello antes de que pudiera hacer nada, usando su cuerpo para apretarla contra la pared, conteniendo sus muñecas con las menos. Ella intentó patearlo, pero solo sirvió para que él tuviera oportunidad de posicionarse entre sus piernas.
Perdida, y sin tener tiempo de procesar los posibles motivos de lo que estaba ocurriendo, Hermione clavó en él sus ojos, en busca de respuestas. Y por un breve instante, le pareció que él estaba tan perdido como ella.
"Malfoy", susurró, buscando razonar con él, pero eso fue suficiente para que él frunciera el entrecejo y estrechara su mirada, dejando transparentar una rabia sin sentido.
"No me mires", susurró entre dientes apretados, con la respiración agitada. "Dije que no me mires, sangre sucia inmunda".
Y sin esperar respuesta, la giró, hasta dejar su rostro pegado contra la pared, posicionando las muñecas de ella por detrás de su espalda, sosteniendolas ahí, con una sola mano, y con la otra, alzaba la tela de la camisa. Su camisa.
Esto no puede estar pasando, susurró Hermione mentalmente, mientras él usaba sus piernas para separar las de ella. No tiene sentido.
Es un mortífago. Le respondió otra voz en su cabeza. ¿Qué esperabas?
Y la angustia hizo presa de ella cuando la tela de la camisa llegó hasta su cintura, descubriendo su trasero al frío de la habitación. No pasó mucho antes de sentir el sonido de una hebilla metálica, dando clara cuenta de un cinturón al abrirse, y Hermione se aterró.
"No te atrevas, maldit... ¡Ah!", gritó, ante el dolor que generó un apretón suficiente fuerte de sus brazos doblados sobre la espalda. "No te atrevas, Malfoy", siguió, haciendo su mejor esfuerzo en patear, o agarrarlo con las uñas, o girar el rostro para morderlo, pero todo era inútil. Y él presionó con más fuerza para contenerla cuando ella comenzó a agitarse con desesperación.
Podía sentirlo detrás de ella, de pie, con el pantalón abierto, sin duda, frente a su piel desnuda, pero sin hacer ningún nuevo movimiento. ¿Sería que dudaba?
"Malfoy, por favor...", rogó.
"¿Es esto lo que quieres, puta mugrosa?" le susurró al oído, y fríos dedos recorrieron la piel de su trasero. "¿La verga de un sangre limpia dentro de tu coño inmundo?"
Hermione se paralizó ante sus palabras. No por el insulto, sino por lo impropio de aquellas palabras en el rubio. Draco Malfoy era sarcástico, hiriente, un miserable a veces. Pero la vulgaridad era impropia de él.
"O tal vez", siguió, deslizándose sobre su piel, hasta el punto donde se juntaban sus nalgas, "No es en tu coño donde me quieres", y presionó con su pulgar, suavemente, sin llegar a tocar realmente, pero la insinuación estaba clara.
"¡Suéltame, grandísimo hijo de...!"
"SILENCIUS", susurró el rubio, y ni siquiera necesitó la varita para callarla, mientras se acomodaba detrás de ella y presionaba con su pelvis, avanzando y retrocediendo, en un vaivén desestructurado e incómodo que parecía forzado. "¡Diablos!", lo oyó maldecir muy cerca de su oído, y no fue hasta que Hermione se percató de algo mortalmente duro descansando sobre sus nalgas, que notó el cambio en su anatomía. Un cambio que, por cómo Malfoy se detuvo ahí, sin volver a moverse, respirando agitado y contenido sobre ella, tampoco era bienvenido para él.
Hermione habría querido analizar el sentido, o falta de éste, en las acciones del rubio, pero la brusca apertura de la puerta, le impidió continuar cualquier pensamiento, mientras intentaba girar sus ojos ahí, con la ridícula esperanza de encontrar a Harry, o Ron, o cualquier posibilidad de salvación.
Pero la persona que acababa de ingresar, no ofrecía tal cosa. Sino todo lo contrario.
"¡Maldita sea, Bella!", exclamó Malfoy, liberándola finalmente del peso de su cuerpo."¿Nunca aprenderás a tocar la puta puerta?".
En cualquier otra circunstancia, Hermione habría aprovechado la oportunidad para correr, intentar huir al baño y encerrarse, o colarse por la ventanilla y escapar, aunque arriesgara su vida o muriera en el proceso. Pero con los oscuros ojos de Bella fijos en ella, todo lo que pudo hacer fue quedarse ahí, pegada a la pared. Usando sus manos, ahora libres, para tirar de la tela de la camisa y lentamente cubrir su trasero, rogando no llamar la atención de ese dejo de locura que bailaba en la mirada de Bellatrix Lestrange.
Hermione nunca había lamentado tanto la falta de una varita como entonces.
"Así que era cierto", susurró la mujer, con su voz melosa, casi riendo. Su abundante melena ondeaba suavemente mientras caminaba hacia ellos, emanando oscuridad a su paso. "Tienes hospedada ni más ni menos que a la sangresucia de Potter".
"Luego de que esos idiotas dejaran escapar a Weasley, no parecía seguro dejarla con ellos".
"Por el bulto entre tus piernas, adivino que has sacado provecho a la situación", dijo, con la implicancia clara en su voz.
" O eso intentaba, antes de ser interrumpido", dijo él, abrochando su cinturón y acomodando sus pantalones, lentamente. "¿Qué te trae por aquí, Bella?".
"¿No puedo hacer una visita a mi sobrino?"
" No se suponía que yo estuviera aquí y tú lo sabes". Hermione tomó nota mental de eso.
No se suponía que estuviera aquí...
"Es cierto". La bruja hizo una pausa, entrecerrando los ojos mientras analizaba al rubio. "Y me pregunto, ¿por qué no estás donde deberías?"
"Blaise insistió en tomar mi lugar para darme tiempo de sacar información de la sangre sucia". La bruja resopló, mientras Malfoy hacía sonar mágicas copas, extendiendo una a Bellatrix, que lo observó beber el contenido con una sonrisa divertida, antes de decidirse a beber de la suya.
"¿No estarás retrasando esto innecesariamente, querido?".
"He pasado toda la puta semana con los licántropos, Bella. No me ha dejado tiempo para leerla hasta ahora".
"¿Sólo leerla?", la bruja estrechó la mirada en una sonrisa divertida. "Draco, Draco, Draco", rió. "No tienes que hacerte el bobo conmigo. Sé que eres un hombre con... necesidades. Pero sería bueno que la satisfacción de estas esperara a tener alguna información importante".
"¿No eres tú quien siempre dice que no hay nada malo en jugar con nuestra comida antes de darnos el festín?"
Aquello sacó una carcajada de la bruja.
"Sin duda has aprendido, querido". Se volvió a reír la mujer, extendiendo su copa a Malfoy para que la llenara, mientras se mordía los labios, ignorando a Hermione por completo.
Por Merlín, que siga haciéndolo.
"Por ahora, podría ser útil enviar una avanzada a Gloucester", dijo él y un temblor helado recorrió la espalda de Hermione obligándola a abrir sus ojos desmesuradamente por reflejo, lo que no pasó desapercibido para la bruja.
"¡Uhh! ¿Te recuerda algo, sangre sucia?", preguntó Bellatrix, dando un par de pasos a ella.
"Por lo que vi en su cabeza, pudiera haber una especie de punto de contacto con la Orden ahí".
Era más que un punto de contacto lo que había ahí. Era una casa mágicamente protegida, el lugar al que habían acordado con Lupin recurrir en caso de ser necesario comunicarse o escapar. Hermione estaba segura de que Malfoy no había visto nada de eso en su cabeza. ¿Cómo entonces...?
Ron, susurró una voz en su mente . Malfoy debió ver eso y más cuando leyó a Ron.
Pero, ¿por qué no había dicho nada hasta ahora?
"¿Te molesta si...", comenzó Bellatrix, ladeando la cabeza en dirección a ella, "indago por mí misma?"
Malfoy resopló.
"Siempre feliz de tener ayuda de la mejor", dijo, haciendo una floritura con la mano para que avanzara.
No bien había dado dos pasos, Bella chocó contra el escudo invisible, lanzando una mirada desconcertada a su sobrino.
"Casi lo olvido... es una forma de contenerla". Explicó él, dejando ceremoniosamente su copa sobre el escritorio, antes de atravesar el muro él mismo, cogiendo a Hermione por los hombros con brusquedad, y exponiéndola a los negros ojos de Bella, aunque sin dejar que la bruja traspasara el campo que en ese momento la protegía de ella.
En la mueca molesta de Bellatrix, Hermione supo que la presencia del muro no le gustaba del todo, pero no dijo nada, mientras hacía una pirueta con su varita en el aire, muy cerca de su cabeza.
"LEGIREMENS".
La invasión fue brutal. En lugar de luz, como había sentido con Malfoy, con Bellatrix era oscuridad lo que se desplazaba por su cabeza y sus recuerdos, destruyendo todo a su paso.
Sus padres celebrando la caída de su primer diente, otros niños burlándose de su cabello, la carta de Hogwarts. Todo sucediéndose en su cabeza con una rapidez espantosa y dolorosa, mientras una oscura mano los destrozaba.
Debo distraerla con algo, pensó desesperada, y su mente viajó a segundo año.
"Sangre sucia inmunda", la llamaba Malfoy.
Y luego recordó el golpe que le dio en tercer año y la satisfacción que sintió al hacerlo, y la sombra en su cabeza retrocedió rápidamente, buscando algo más.
Hermione pensó en la horrible escena con Carmichael. Sus dedos tocándola, la orina callendo, y Malfoy deteniéndolos. Y la oscuridad se detuvo ahí, observando, con demasiado interés. Y Hermione supo que debía darle algo más.
Y se concentró en la imagen de Malfoy en la ducha, en el agua corriendo por su espalda y su trasero, y requirió de todas sus fuerzas para evitar pensar en la conversación de lo elfos, y pasar a esos minutos previos, cuando sintió el peso de su cuerpo detrás de ella, presionandola contra la pared. El miedo al sentirlo tocar su trasero, su dedo presionando, sus palabras obcenas, el dolor de sus brazos apretados a su espalda... y bella sonrió.
"Ya veo...", susurró la bruja satisfecha. Draco soltó su agarre sobre ella al fin y Hermione se desplomó contra el piso, con ambas manos sosteniendo su cabeza, mientras el rubio caminaba hasta su escritorio, a coger la copa otra vez. "Ve si puedes sacarle más información, querido, pero envía igualmente a alguno de esos inútiles a Gloucester, a ver si encuentran algo importante".
"¿Puedo tomarme mi tiempo con ella entonces?", Malfoy se mordió los labios en forma obscena, lo que provocó una risita cómplice por parte de Bella, que caminó hasta él, alzando la palma de su mano hasta envolver la mejilla de su sobrino.
" Rodolphus insiste en que te mimo en exceso, ¿sabes?", su largo dedo dibujaba el contorno de la mandíbula de Malfoy lentamente. "Pero, considerando que el Señor Tenebroso está demasiado ocupado para que le importe esta mugrosa, no veo problemas en que te diviertas un poco", su mano siguió bajando, esta vez por el pecho de Malfoy, hasta quedarse detenida en el lugar que debía estar su corazón, mientras contemplaba su rostro con una intensidad que no era normal. Si intentaba leerlo o solo se deleitaba en sus facciones, Hermione no habría sabido decirlo. "Después de todo, dudo que la pequeña Astoria tenga mucho que ofrecer a un hombre como tú".
Malfoy entornó los ojos y se volvió hacia el escritorio. Hermione dudaba si su reacción era auténtica ante las implicancias del comentario o si simplemente intentaba liberarse del agarre de la bruja. Sin embargo, su intento fue en vano, pues Bella lo siguió hasta ahí, posando sus afilados dedos sobre sus hombros, apretando con fuerza a través de la camisa.
La mujer se alzó sobre la punta de los pies para susurrarle al oído.
"El matrimonio no tiene por qué ser placentero, querido", dijo con voz melosa. "Es un mal necesario para magos como nosotros. Yo sé bien de eso", apoyó su mentón sobre el hombro de Malfoy con la mirada perdida frente a ella, las cejas alzadas y los labios fruncidos. "Pero no nos impide buscar placer en otros lados. ¿Me oyes?"
"Nunca he dejado de oírte, Bella", susurró él, con una seriedad difícil de interpretar para Hermione.
"Disfruta de tu mugrosa, querido", dijo la mujer con una sonrisa, lamiéndose los labios y lanzando una última mirada hacia ella antes de dirigirse a la puerta, donde se detuvo un momento más "Y Draco... Recuerda tomar precauciones. La dulce Astoria no tolerará mantener el compromiso si hay un mestizo dando vueltas por ahí".
El rubio simplemente ensanchó su sonrisa mientras la mujer salía de la habitación. No modificó su expresión hasta que sintió el portazo y se dio el tiempo para colocar el pestillo y quedarse ahí, con el cuerpo inclinado hacia la puerta, la palma extendida en la madera, como si quisiera asegurarse de que no volviera a abrirse.
Durante largos segundos, Hermione no encontró la fuerza necesaria para ponerse de pie. Y sólo cuando él extendió su varita en su dirección para concluir el conjuro, ella recordó el hechizo que la había mantenido enmudecida hasta entonces.
Aún así, no dijo nada. No sabía qué decir mientras intentaba dar sentido a lo que acababa de ocurrir.
"Puedo oír hasta aquí el murmullo de las preguntas en tu cabeza, Granger", dijo Malfoy, mirándola finalmente a los ojos. "Pero te sugiero que no las hagas, porque, por tentador que resulte hacerte rabiar, estoy demasiado cansado para esto".
Hermione separó los labios para decir algo, pero Malfoy ya se había girado hacia la cama, sin esperar una respuesta, y se dejó caer sobre ella.
Las luces se atenuaron mágicamente como la noche anterior, y el rubio se acomodó abrazándose a la almohada, sin quitarse los zapatos ni cubrirse con la manta esta vez.
"Malfoy...", comenzó Hermione, aunque no entendía del todo lo ocurrido, sabía que al menos le debía no haberla dejado a solas con Bellatrix, pero el rubio no la dejó terminar.
"Regla número uno del libro que te di, Granger", interrumpió él.
Y ella repasó mentalmente lo leído, hasta recordar el párrafo al que él aludía: 'Pensarlo, actuarlo, pero no decirlo'.
El libro explicaba que los pensamientos y acciones eran más difíciles de leer para el legeremante que aquello que se ha dicho, pues las palabras son más fáciles de recordar y evocar.
Y Hermione comprendió el mensaje.
"Te odio", dijo al fin, cuidando de usar un tono que transmitiera algo muy distinto.
Esperaba que se riera, dando cuenta de no haber entendido, pero en lugar de eso, al cabo de unos segundos, Malfoy usó el mismo tono que ella para responder.
"Lo sé, Granger. Lo sé."
Esa noche, no diría nada más.
Ni aún aclaró por qué no había enviado a nadie a Gloucester, pese a tener la información desde que se introdujo en la cabeza de Ron. Hermione pensó que Malfoy sabía, debía saber, que eso había dado tiempo a la Orden de tomar resguardos.
De todos modos, la aclaración comenzaba a ser innecesaria.
"¿Qué te trae por aquí, Bella?"...
"No se suponía que estuviera aquí..."
Seguían resonando sus palabras en su cabeza, adquiriendo un sentido que ella no se atrevía a admitir.
- Fin del Capítulo 12-
Y seguimos avanzando... Realmente espero que se entiendan los motivos de Malfoy para su comportamiento inicial. Si no queda claro, me avisan, para ver si puedo explicitarlo de algún modo.
Muchas gracias por sus comentarios a los capítulos previos que llegaron ayer... me hicieron el día y me incentivaron a escribir más rápido... Vamos por el siguiente.
Alex.
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