CHRIS

CHRIS

Las cosas marchaban bien. Karen era una chica agradable. Y cuando la vi ruborizarse al ser descubierta por la mentira, no pude evitar reírme ¿Morticia ruborizándose? ¡Venga ya! Si hasta estuvo encantadora. Y luego cuando alzó la cabeza con esa mirada desafiante, me invadieron un montón de recuerdos. Karen nunca me atrajo, su estilo en el instituto era horrible. Pero siempre la admiré por su forma de enfrentarse a mí. Era la única que no corría detrás de mí a admirarme o reír mis bromas. Todo lo contrario, no tenía ningún problema en demostrar su desprecio. Y ese rechazo era lo que fomentaba mi comportamiento. Cada vez que la molestaba había algún tipo de reacción, bien un insulto, un gesto obsceno con la mano o alguna pequeña venganza, siempre acompañada de esa mirada intensa llena de odio. Era desafiante y no se achicaba con nada. Por eso me sorprendió verla asustada en el rincón.

Aunque todo aquello era agua pasada. Se la veía bien. Y la impresión del principio de que guardaba algún rencor hacia mí se había esfumado. Estábamos charlando como personas normales. Lo mejor de todo era que con nuestra charla me había olvidado de dónde estaba.

—¿Qué tal te ha ido en la entrevista? —la pregunté animado. Estaba con la cabeza inclinada buscando algo dentro del bolso.

—Bien —contestó sin alzar la cabeza.

—A mí me ha salido fatal. No sabía qué contestar a casi ninguna de las preguntas. ¿Qué se supone que tienen que descubrir con esas preguntas? —Seguía rebuscando en el bolso sin prestarme atención. Fruncí el ceño preocupado. Por fin sacó unos auriculares. Una sensación de temor me invadió—. ¿Qué haces?

—Voy a escuchar un poco de música —contestó sin mirarme.

—¡No! —dije algo más brusco de lo que quería. En seguida alzo la cabeza con sorpresa y algo más que no pude descifrar—. Quiero decir... ¿Por qué no seguimos charlando un rato?

El odio de sus ojos había vuelto. Me había equivocado, me seguía teniendo rencor.

—Porque no me apetece —dijo en tono seco. "Joder, con lo bien que iba todo" pensé.

—Vale, pues escucharemos música juntos —dije con la intención de incorporarme para sentarme a su lado, pero mi gesto se quedó a medio camino cuando oí su negación.

—¡No! —dijo horrorizada. Me volví a sentar en mi sitio en parte aliviado, con ese mínimo gesto había notado el vaivén del ascensor.

—¿Por qué no?

—Porque... porque... —tartamudeó algo alterada—, porque es mi música.

—Así que no quieres compartir tu música –dije con tono burlón. Era lo más infantil que escuchaba desde hacía tiempo. ¿Se estaba volviendo a poner roja? Intenté reprimir la risa pero no pude evitar la sonrisa que se me dibujó en el rostro. A ella no le hizo ninguna gracia, me fulminó con la mirada en el acto.

—Exacto, es mi música y no quiero compartirla con el gilipollas que me martirizó en el instituto —contestó con ese desafío. "Touché" pensé. Lo tenía merecido y en otra situación la habría dejado en paz. Aunque no lo pareciese había madurado y ese tipo de cosas ya no me divertían, pero éste era un caso especial.

—Está bien, pues no compartas la música. Hablemos en lugar de eso. ¿Me sigues odiando todavía por lo que paso hace cinco años?

—Ya te he dicho que no me apetece hablar —Estaba nerviosa y hablaba rápido—. ¿Por qué no te distraes con tu móvil y me dejas en paz?

—Está sin batería y me aburro.

—Pues cuenta ovejas o medita, pero no me molestes.

En seguida se me dibujó una sonrisa malvada en el rostro. Conseguiría que hablase conmigo aunque tuviese que jugar sucio. Eso no me suponía un problema. Podía ser un coñazo de persona si me lo proponía, o eso decía mi hermana. Pero mi sonrisa se heló al ver su rostro ¿Eso qué había en sus ojos era miedo? "No" pensé. Era absurdo que me tuviese miedo, ¿verdad? ¿Qué mierda era esa?

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