Colisión de realidades.

El Mundo Exterior disfrutó de la paz duradera que el gobierno de Kotal Kahn ofreció claramente después de la caída de Mileena y su ejército de rebeldes. Las cosas en el reino iban bien. Aunque hubo nuevos eventos, a través de los áridos desiertos del Mundo Exterior, entre campamentos, ciudades y pueblos se difundió la noticia del regreso de Shao Kahn.

Algunos creyeron la noticia, otros no. Se decía que en el gran Koliseo entre el polvo y la arena, los guerreros de antaño que se creían muertos habrían vuelto a la vida, y que procedían de esas extrañas arenas que se levantaban en forma de tornado.

Y era verdad, la noticia era verdad. Los reinos nuevamente, después de la paz, enfrentaron nuevas amenazas. Llamando la atención de seres y sujetos del Mundo Exterior ansiosos por ver a Shao Kahn nuevamente, y otros ansiosos por apoyar a Lord Raiden, Kitana y Kotal Kahn para derrocar al antiguo emperador.

Sin embargo, algunos procedían de posiciones neutrales. La tormenta de arena que dio vida a los guerreros significó la colisión de ilusiones, o eso creían los que venían de la muerte. Nuevamente, luego de apreciar el extraño cielo de ese reino, se encontraron en discordia con Shao Kahn, sin embargo, quienes siempre estuvieron de su lado, se unieron a él para ayudarlo a levantarse y unirse a Kronica con el asombro de tener un lugar en el nueva era.

— Estábamos en el torneo de Mortal Kombat, Kung Lao acababa de derrotar a Shang Stung y Quan Chi — dijo el dios del trueno, Raiden, mientras avanzaba lentamente hacia el centro del enorme y arenoso koliseo.

Y Kotal Kahn con voz severa dijo— Eso pasó hace décadas—afirmó con confianza mirando al dios del trueno. Los luchadores detrás de Raiden se miraron confundidos.

—Para nosotros fue hace instantes— declaró Raiden con gran sinceridad.

Hubo un silencio que no duró mucho, los espectadores estaban ansiosos por seguir viendo lo que sucedía dentro del koliseo, y de la misma forma, intentaron entender lo que pasaba.

Pero Shao Kahn sin intentar ser amable, gritó con furia y con voz fuerte — ¿Qué estás tramando, Raiden? ¿Qué poder crea esta ilusión?

—Si es una ilusión, es compartida— murmuró Raiden pensativamente, ignorando la actitud del viejo Kahn. — ¿Es posible que el pasado y el futuro estén chocando?

Y desde las gradas que dieron vueltas y vueltas en círculo en el koliseo. Había ojos vigilantes que miraban los movimientos de los kombatientes. Quizás aquellos en la parte superior no escucharon nada debido a su altura, sin embargo, quien también salió de la arena y se detuvo justo en la parte superior para ver qué estaba pasando también, si podía escuchar las preguntas de Shao Kahn y Lord. Raiden.

Observó en silencio la pelea que luego estalló entre los miembros que permanecieron en el centro del koliseo. Finalmente Kotal Kahn y Shao Kahn lucharon, porque el viejo emperador no quería ceder su trono, que según él todavía le pertenecía. Y no se lo daría a un Osh-Tekk fanfarrón.

La lucha fue brutal, y entre los Tarkatanos y Osh-tekk también hubo conflictos. Así aumentaron los vítores del público y los gritos inundaron el anfiteatro como de costumbre.

—Shao Kahn está de nuevo sobre las arenas de este reino —Susurró aquel sujeto que desde lo alto observaba, y entrecerró sus ojos azules brillantes —Y esta vez seré yo quien acabe con él...—Murmuró y entre la arena se desvaneció.

De vuelta en el centro del gran y atiborrado anfiteatro, el joven Liu Kang observó con preocupación la exorbitante y salvaje batalla entre los emperadores de ese mundo. Se señaló que el reclamo al trono era igualmente importante para ambos. Y aunque Liu Kang no conocía a ese sujeto con la piel pintada de azul, y con las plumas en el casco, entendía de cierta manera que no era un mal emperador, y que aunque era hospitalario, Shao Kahn decidió pelear sin motivos.

— ¿Lord Raiden? ¿Qué hacemos? — preguntó entonces Liu Kang a Lord Raiden, y el dios del trueno incluso aun con incertidumbre, observó la batalla con calma

—No me he enfrentado a Kotal, pero tiene la reputación de ser un hombre honorable—anunció y Liu Kang finalmente comprendió que sus pensamientos sobre el emperador eran ciertos.

En ese momento, la joven Jade, amiga de Kitana, que estaba con Lord Raiden y el guerrero Liu Kang, sonrió con dulzura y confianza, conocía bien a Kotal Kahn.

—Es cierto. Lo conozco bien —intervino Jade con su voz suave y femenina.

—Entonces debemos superar esta crisis ayudándolo—sentenció de nuevo con firmeza el dios del trueno.

Luego Shao Kahn sostuvo su gran y pesado martillo con ambas manos, Kotal se arrastró por la arena sin fuerzas para levantarse, esperando el remate que le daría el adversario. Sin embargo, antes de otro golpe lo dejase inconsciente, o en el peor de los casos, muerto. Liu Kang apareció rápidamente, golpeando con una ligera lluvia de patadas al cruel Shao Kahn. Este movimiento hizo retroceder al soberano lejos de Kotal.

Shao Kahn se arrodilló violentamente y su martillo golpeó la arena. Su ira aumentó entonces, incluso más que antes. Su pelea se volvió hacia Liu Kang más tarde, pero ninguno de sus ataques de martillo logró golpearlo. Raiden logró neutralizarlo con una explosión eléctrica que provocó con sus manos, y Shao Kahn finalmente cayó al suelo.

Lord Raiden miró por el rabillo del ojo hacia las gradas del koliseo, una presencia extraña que se movía como una niebla verde entre los espectadores. Trató de no darle interés, aunque los movimientos de la entidad eran leves y apenas reconocibles. Había algo o alguien que los estaba mirando, pero no conocían su identidad, su poder, todo.

No era una presencia maligna, ni una presencia ansiosa por aliarse con ellos, Raiden lo sabía... entonces, ¿qué estaba buscando aquello que los miraba?

Mientras el dios del trueno trataba de entender a la criatura que los rodeaba, y que aparentemente nadie había notado todavía. Kotal Kahn ya se había tomado el tiempo de derrotar a varios enemigos que se habían cruzado con él en la arena.

Cuando finalmente se preparó para ir hacia Jade, y luego de derrotar a los Tarkatanos que intervinieron en su camino, se encontró con un animal empalado por flechas, lleno de sangre. Una sangre extraña, de consistencia brumosa y con un movimiento bastante particular. La sangre se elevó como una gran masa líquida, que luego arrastró a Kotal entre una escotilla que estaba en la arena, y ejerciendo fuerza sobre el cuerpo del soberano, lo arrojó al suelo con violencia.

En la parte baja del anfiteatro se encerraban las criaturas con las que los contendientes y campeones lucharían en cada ocasión, era un lugar desagradable, donde había tripas en vasijas, enormes jaulas y un hedor desagradable.

Kotal se levantó del suelo con cierta dificultad, la bruma de sangre luego se materializó en una hermosa mujer de cabello rojo y un movimiento de caderas muy llamativo y sensual.

— Skarlet... —susurró el Kahn entre dientes mientras se sacudía la arena del cuerpo—, la huérfana ahora es una asesina...

Y Skarlet abrió mucho los ojos mientras lo miraba, seguramente bajo esa máscara que cubría sus labios y nariz, había una sonrisa cínica y malévola. —Es mejor prosperar en la corte de Shao Kahn que morir de hambre en las calles— dijo Skarlet en voz baja. —Puede que los Osh-Tekk usen magia de sangre, Kotal, pero yo soy la maestra.

Una brutal batalla se desató entonces entre Skarlet y Kotal Kahn.

El Kahn atacó con su espada pesada, lo cual lo ralentizó. Y al contrario de él, Skarlet resultó ser más ligera en el combate. Y de un momento a otro, la asesina desapareció en una nebulosa de sangre, y apareció detrás de Kotal, golpeándolo y cortándolo con sus dagas kunoichi sin darle tiempo a respirar. Sin embargo, cuando Skarlet reapareció frente a él, Kotal en un rápido reflejo la sujetó con fuerza por el cuello para convocar una luz del sol que cayó sobre Skarlet como un proyectil, quemándola durante varios segundos hasta que Kotal decidió darle un fuerte cabezazo.

Skarlet cayó de espaldas contra el suelo duro, Kotal trató de golpearla con su enorme espada, pero aun estando indefensa, Skarlet esquivó sus ataques rodando de aquí para allá sobre el suelo, mientras el oponente intentaba lanzar un ataque sobre ella.

Viéndose indefensa, Skarlet volvió a convertirse en una nebulosa y desapareció dejando a Kotal Kahn bastante agitado y con heridas en la espalda. La sangre que se deslizó por su carne estaba tibia y goteaba lentamente.

Las puertas detrás del soberano se abrieron y por ellas entró una Jade bastante preocupada — ¡Kotal! — Dijo Jade aliviada mientras trotaba más cerca de él — ¡Pensé que estabas muerto! Pero estás bien.

—Estoy bien, Jade—murmuró y miró a su alrededor con sospecha, algo acechaba allí, vio una arenisca clara que se levantaba como polvo alrededor de las jaulas, sintió una brisa cálida, era una presencia extraña. —Ten cuidado, Jade, no estamos solos...

Jade se echó hacia atrás un poco y agarró su bastón con fuerza, montó guardia como Kotal. El polvo y la arena luego viajaron hacia la escotilla que conducía a la arena de combate, dejando a Jade y Kotal sorprendidos, algo observaba los movimientos en ese lugar, pero aún no sabían de qué se trataba.

..............

La vieja D'vorah, madre del ejército Kytinn que habitaba el Mundo Exterior, fue junto con Shao Kahn a la arena en forma de portal que luego se formó en la parte superior del anfiteatro, por supuesto, eso sucedió después de que él y Kotal se enfrentasen de nuevo.

El viejo emperador estaba bastante débil ante la fuerza del nuevo Kahn. Quizás en aquellos tiempos modernos las doctrinas eran diferentes y las técnicas de combate también. O tal vez los Osh-Tekk tenían doctrinas de entrenamiento incluso más altas que las que Shao Kahn alguna vez tuvo. No entendía por qué el nuevo soberano lo vencía en cada enfrentamiento, pero aseguró sin duda alguna que no quedaría así.

Kotal Kahn se volvió para ver al dios del trueno acercarse a él con pasos vacilantes. — Kotal Kahn, soy Raiden, protector de la Tierra— dijo Raiden con una reverencia respetuosa.

Detrás de él estaban Liu Kang, la joven Kitana, Kung Lao y Jade.

— Te conozco — dijo Kotal sin sorpresa. El Raiden del pasado todavía estaba muy confundido, necesitaba aclarar todas sus dudas.

— ¿Nos encontramos en tu época? — Raiden preguntó entonces, incomprendido.

— Claro que sí, fuimos aliados y luego enemigos. —Contó Kotal Kahn —Son ustedes guerreros de un pasado muy lejano a este presente. —Acabó diciendo y Jade y Kitana se miraron sorprendidas. ¿Qué tan lejos de su era estaban entonces? ¿Y en donde estaba Mileena?

— Dado que todos buscamos la caída de Shao Kahn, pensé que podríamos unir fuerzas, dejando atrás el hecho de que somos enemigos en tu era, Kotal Kahn. — Entonces el dios del trueno propuso.

Kotal Kahn no lo pensó dos veces, los kombatientes que acompañaban a Lord Raiden eran formidables y valientes, estaba seguro de que tenerlos como aliados y luchar contra Shao Kahn sería la mejor opción. Pero nuevamente, antes de hablar con Raiden, escuchó el silbido de un ligero viento moviéndose entre ellos, polvo y arena rodeando el koliseo con paso suave. Esa energía volvía a estar presente, pero no tenía intención de atacarlos, solo los observaba con atención y sin molestarlos.

Kotal Kahn y Raiden miraron el mismo lugar, la arena se elevó levemente y luego esa suave brisa desapareció en el aire. — No estamos solos... algo nos ha estado observando desde que llegamos— dijo Lord Raiden y Kotal Kahn asintió, los demás se miraron entre sí.

Kitana y Liu Kang se miraron por el rabillo del ojo.

—Después de la pelea con Skarlet, esa entidad nos estaba mirando a Jade y a mí— dijo Kotal Kahn esta vez. — Se mueve entre nosotros sin intención de intervenir en nuestras acciones.

Kitana observó a lo lejos, en las gradas, una sombra que se esfumaba entre la multitud, sin embargo, a pesar de la velocidad de la entidad, logró ver el brillo en sus ojos. Finalmente se dio cuenta de que no había nada malo por ahí. No quería hablar de la arena que se levantaba a veces, simplemente trató de concentrarse en su objetivo y seguir los planes de Raiden. Pero confiaba y estaba segura de que ellos no estarían solos en su intento de derrotar a Shao Kahn.

— Liu Kang, Kung Lao y yo volveremos a la Tierra para descubrir las anomalías que han aparecido, debemos entender mejor el fenómeno al que nos enfrentamos. — Raiden anunció de nuevo.

Entonces Liu Kang se paró frente a Kitana y le dio una dulce y suave sonrisa— Esto será un adiós, Kitana...— dijo Liu Kang mirándola a los ojos.

—Solo por ahora. No puedo irme mientras Shao Kahn todavía esté de pie. Debo buscar justicia por lo que le hizo a mi familia y a Edenia —aclaró la princesa Kitana, mirándolo por lo bajo.

—Volveré por ti para ayudarte princesa—susurró el monje, inclinando la cabeza para despedirse. Se abrazaron con cuidado, Kitana apoyó la cabeza en el hombro de Liu Kang y él le acarició la espalda con ternura.

.........

En cuanto en la tierra. Las arenas del tiempo también trajeron guerreros muertos y otros en versiones mas jóvenes, a este reino. Si, entre ellos una versión joven y un poco mas atolondrada de Johnny Cage, un joven Jax, y una Sonya bastante despistada con el futuro.

— Entonces... ¿significa que tendremos la tarea de vivir con dos Johnny Cage? —Kung Jin le preguntó a Takeda mientras miraban al Johnny más joven. —Nunca me acostumbraré.

Takeda sonrió y luego se cruzó de brazos. —No serás el único, Jin.

— ¿Alguna idea de qué hacer ahora? — Preguntó Cassie Cage, quien ingresó a la habitación en compañía del Raiden del pasado, Liu Kang, Kung Lao y Jaqui Briggs.

— Durante meses he tenido vagas premoniciones sobre el futuro —murmuró Raiden, mirando al suelo. — Debo consultar con los Dioses Antiguos.

—Ayudaremos a las Fuerzas Especiales mientras esté fuera, Lord Raiden— anunció Liu Kang mientras se inclinaba ante el dios del trueno.

— ¡Chicos! —gritó Jacqui llamando a los demás. Kung Jin y Takeda trotaron hacia ella. —El satélite muestra una incursión del infierno en la academia Wu Shi.

—Malditos esbirros del infierno— murmuró Kung Jin en voz baja. —Kung Lao, Liu Kang, debemos ayudar a los maestros Shaolin.

—La Gruta del Dragón está bajo la academia— agregó Liu Kang, mirando la computadora de Jaqui Briggs. —La energía Jinsei de la Tierra brota de estos manantiales.

—Debemos detenerlos antes de que ocurra algo malo, nuevamente—anunció Kung Lao. — Liu Kang, Kung Jin, vengan conmigo.

Los tres guerreros Shaolin salieron corriendo de la base. La tormenta de arena había generado anomalías y desastres. El regreso de Shao Kahn significó un gran riesgo para los guerreros que lucharon contra él durante años. Y nuevamente se vieron envueltos en arduas batallas y misiones para defender su reino y a sus seres queridos.

Sin embargo, no eran los únicos que buscaban la caída de Shao Kahn, había algo más, algo que no sabían ... alguien que tenía el mismo objetivo, y que sería capaz de repeler a cualquiera siempre y cuando él mismo fuera quien terminase con el ex emperador del Mundo Exterior.

Si en el pasado no pudo haber sido él quien acabó con Shao Kahn, entonces en esta era sí, esta fue la oportunidad que nunca creería haber tenido. Una ilusión entre el futuro y el pasado significó el momento perfecto para derrotar al gran Shao Kahn.


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