Stryker
Confusión.
De todas las emociones, esta fue la que Kurtis Stryker experimentó más el día que fue reclutado. Desde la confusión sobre los monstruos que invaden su hogar, el extraño hombre disparando un rayo de sus manos, Johnny Cage luchando contra un monstruo gigante, Nightwolf diciéndole que era uno de los defensores elegidos de Earthrealm, hasta la desaparición de su compañero y el posterior regreso después de ser quemado por un tigre de cuatro brazos y convertido en un aspirante a Darth Vader por Kano.
Incluso cuando aceptó su papel de "Defensor de Earthrealm" (que todavía consideraba diez pasos por encima de su nivel salarial), Stryker no entendió por qué había sido elegido. Tampoco entendía cómo un hombre con un cráneo de vaca podría ser emperador de cualquier cosa, y mucho menos un reino entero, o por qué ese hombre querría invadir Earthrealm tanto.
Demasiado para pararse a analizarlo.
Si pudiera retroceder en el tiempo y evitar decir esas palabras, lo haría. ¿Por qué dijo eso? También podría haber invitado a Lin Kuei a atacarlos. Los cyborgs eran fáciles de tratar. Fue quien vino después de ellos que destruyó sus vidas para siempre. Sindel los destrozó en segundos. Stryker recordó haberla visto asesinar a Kabal justo en frente de él, seguido de la rabia ciega que sintió al acusarla de vengar a su compañero caído, solo para unirse a él en la muerte cuando ella lo sacó con un solo golpe en el cráneo, agonizando y escupiendo sangre mientras su vida se desvanecía de su cuerpo, sus ojos se nublaban y aun, difícilmente, lograba escuchar los gritos de dolor de sus compañeros.
Despertar fue la peor parte. Quan Chi se paró sobre él y Kabal, riéndose malvadamente mientras les informaba de su nueva 'profesión'. Resistir no tenía sentido. No importa cuánto lucharon, el nigromante se apresuró a volver a colocarlos en su lugar. No pasó mucho tiempo antes de que perdieran la esperanza de escapar. El único de ellos que continuó luchando fue Jade y Quan Chi se aseguro de...
No. No pensaría en eso. No tenía sentido recordarlo. Todo lo que haría sería traerle más dolor. Cuando todavía estaba vivo, Stryker creía que ningún sacrificio era en vano. Lástima que su muerte no fue un sacrificio. El ex policía pasó sus últimos momentos luchando en una guerra que no tenían posibilidades de ganar y siguiendo las órdenes de un tipo que tenía visiones extrañas del supuesto futuro sin tener idea de qué hacer. Y mira a dónde lo llevó eso. Mira donde los consiguió a todos.
Maldito Raiden. Malditos sean sus Dioses Antiguos. Maldito ses Shao Kahn.
Maldito Quan Chi. Malditos sean todos y todos los responsables del caos que ocurrió durante ese fatídico día en la ciudad de Nueva York. Stryker nunca pudo olvidar la ira que sintió cuando escuchó a Raiden ofreciendo su propia alma, así como las de Stryker y sus aliados, a cambio de la ayuda de Quan Chi contra Shao Kahn. ¿Quién demonios creía que era? Dios del trueno o no, no tenía derecho a ofrecer sus almas como moneda de cambio. ¿Cómo sabía él lo que querían? Fue un error confiar en el bastardo. Un error que ninguno de ellos volvería a cometer.
Stryker sacudió la cabeza para deshacerse de los recuerdos. Habían pasado más de dos décadas desde que murió defendiendo Earthrealm y se convirtió en esclavo de Quan Chi, sin embargo, parecía que todo sucedió ayer.
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