Hotaru

El sueño inquieto fue interrumpido por un destello cegador de luz que iluminó el dormitorio de Hotaru. Una descarga de adrenalina se disparó por sus venas y se sentó erguido como un rayo hacia una vista que realmente nunca había esperado ver.

—General Hotaru. – saludó Kronika, flotando sobre las tablas del piso con una expresión claramente indiferente en su rostro. —¿He venido en un momento inoportuno?–

Durante varios segundos, se debatió en busca de una respuesta mientras su cerebro se ponía al día con su entorno. Con toda la gracia que los dioses antiguos le dieron a un elefante, se puso de pie y se inclinó por la cintura con las manos entrelazadas a la espalda. Algo más alerta, se tomó un momento para agradecer que se hubiera quedado dormido y rendido con su armadura puesta luego de haber vigilado la ciudadela por tres ciclos solares sin descanso.

—Mi señora Kronika.– le devolvió el saludo. —Pido disculpas por mi mala preparación, no sabía que estaría visitando Seido. El rey se fue temprano en la noche pero debería regresar en los próximos días.

—De pie, general.– le ordenó y él enderezó su espalda, viendo como algo parecido a la piedad cruzaba el rostro de la Titan. —No he venido por tu señor, de hecho, todo lo contrario. Esta propuesta es para ti.– Hizo una pausa como para un efecto dramático y el albino tuvo que hacer un esfuerzo consciente para mantener su expresión neutral, no fuera a ofender a uno de los pocos seres que literalmente podrían destruirlo. —He estado desarrollando una estrategia que devolverá el equilibrio a los reino. Mi oferta para ti es de gran poder, reconocimiento, prestigio e influencia. Te he visto eclipsado una y otra vez por el esfuerzo de otros, así como por el propio Havik, pero tengo la capacidad para revertir estas realidades. Puedes asumir el papel del afamado líder de Seido una vez más, sin la presencia de algún Chaosrrealmer que afecte el orden en mi Nueva Era.–

Cada instinto gritaba que se trataba de una inequívocamente mala idea, pero Hotaru sabía que era mejor no responderle a un titán.

—Perdóneme por preguntar, mi señora Kronika, pero ¿Cómo piensa traer esta Nueva Era?– preguntó con cuidado, atento a cualquier indicación de que había sido demasiado audaz.

—Esculpiré las arenas del tiempo a favor de mis campeones y seguidores.– declaró crípticamente. —Esta línea de tiempo se fusionará con una en la que no ocurrieron eventos que inclinaron la balanza del universo, con el fin de restaurar el orden a través de un flujo y reflujo constante entre la luz y la oscuridad. –

Estaba dolorosamente claro que Kronika había esperado que él aprovechara esta oportunidad mientras su postura se endurecía con su silencio.

—Me temo que ha entendido mal mi situación. No tengo ningún deseo de ascender por encima de que alguien más termine con Havik, ni me siento eclipsado por sus logros. Creo que él y yo nos equilibramos en beneficio de nuestros reinos en cierto modo. – Esperaba contra toda esperanza que la sinceridad de su tono fuera suficiente para evitar su pronta aniquilación.

Kronika frunció el ceño, movió la muñeca en su dirección y, de repente, él no pudo moverse. El pavor comenzó a crecer en su pecho.

—¿¡Cuántas veces debemos tener esta conversación, Seidan insolente?!– siseó, para su confusión. —¡En cada línea de tiempo y cada escenario, independientemente de lo que ofrezca, eres miope para apreciar esa escala de lo que está en juego y cuál podría ser tu papel! Cuando Shinnok vuelva al poder, para equilibrar el exceso de luz de Raiden, la balanza volverá a su estado de equilibrio previsto. ¡Esto es lo que se necesita para que los Reinos sigan prosperando!–

Hotaru hizo su mayor esfuerzo por no burlarse.

—No puedo apoyar el regreso Shinnok, Kronika.– afirmó suavemente.

—No volverás a interponerte en mi camino.– Escupió y volvió a girar la muñeca en su dirección. Sintió el vacío de un portal abriéndose detrás de él. —Únete a mí o serás desterrado al Vacío.– El "Vacío" había sido durante mucho tiempo un concepto abstracto, aunque aterrador, con el que lidiar. El folklore informó que eran muchas cosas: era una prisión capaz de contener a los dioses, era un páramo que absorbía la humanidad de sus habitantes, era un refugio para los monstruos que escupía el Infierno. La única constante en todas las historias fue que aquellos que entraron, nunca volvieron a salir. Fue un destino final.

Quizás, lamentablemente, Hotaru siempre había mantenido tercamente sus valores cerca de su moral, incluso a costa de sí mismo. Atrapado entre el precipicio del mayor miedo en la vida y la perspectiva de traicionar a sus ideales, a su reino, a sus cercanos, sabía que en realidad no tenía otra opción. Se tragó el pánico que se apoderó de su pecho y miró a la Titanide con falsa valentía.

—No me uniré a ti en la profanación de todo por lo que hemos trabajado.–

—Entonces conocerás una eternidad sin luz.

Ella agitó la mano y de repente él se precipitó a través de una oscuridad que lo consumía todo. La tenue luz de su habitación se apagó cuando el portal se cerró detrás de él y se encontró en caída libre. El pánico burbujeó en su pecho, amenazando con desbordarse. Realmente no tenía otra opción, se recordó a sí mismo. No había otra opción. El suelo seco y agrietado pareció elevarse para encontrarse con él cuando su impulso se detuvo abruptamente y una columna de polvo rojo hizo erupción a su alrededor. El impacto le quitó el aliento de los pulmones y envió estrellas volando a través de su visión cuando su cabeza golpeó contra la superficie dura.

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