Havik

Havik descubrió que cada vez había más traidores a los que Seido arrebataba la vida en un día dado a que comenzaban a dudar del poder mal implementado que estaban teniendo, llegandolos a considerar peor que los Chaosrrealmers. Recordó de una familia traidora que había escapado; Esto le sorprendió al clérigo puesto que fueron por su ayuda. Llevaban consigo una niña, estaba seguro que era de ellos y aun si no, realmente no le importaba. Era inocente y pura en esto, por lo que había visto muchas situaciones similares para saber que la niña crecería para ser una traidora como sus padres. Por lo tanto, ella se uniría a sus padres en la muerte. Hubo destinos peores que la muerte, Havik prefirió ejecutar a la familia de tres en lugar de permitirse dudar que algún habitante del reino del orden le haya seguido.

El padre había sido decapitado frente a su niña sin piedad alguna, la madre grito con horror mientras abrazaba a la infante contra si. El clérigo del caos llegó por detrás de la mujer para sujetar un pliegue de piel de su cuello y dar un tirón con fuerza llevándose la piel de esta, dejando la carne viva palpitar al aire y que la mujer se ahogue con su propia sangre y saliva, extendiendo una a la niña que aparentaba unos cinco años quien corría entre gritos y lágrimas a esconderse detrás de una roca.

El clérigo parecía divertirse con eso. Le recordaba la vez en que torturó a la menor de los Cage y está gritaba desgarradoramente por su mami; la siguió a pasos lentos, recogiendo del suelo un pequeño muñeco ensangrentado hecho de tela y rellenado con aserrín, era de la niña y lo dejo caer.

Sujeto entre su mano aquel muñeco, sacudiendo la tierra que tenía encima mientras rodeaba aquella roca.

Ahí estaba ella, temblando entre lágrimas y sollozos cubría su rostro con sus pequeñas manos. El clérigo se puso de cunclillas frente a la niña, y está, cuando notó su presencia, abrazo sus piernas, pegandose a la roca de forma desesperada como si hacerlo la fuese a salvar.

El Chaosrrealmer inclinó su cabeza con un gesto divertido, extendiendole aquel muñeco en la palma de su mano, ganándose una mirada hundida en miedo y confusíon por tal acto.

Levantó la mirada al hombre, apenas notando lo aterrador que era a falta de la mitad de su rostro, en respuesta el clérigo comenzó a castañar los dientes mientras sacudía levemente el muñeco.

Al parecer eso la distrajo lo suficiente para bajar la guardia y reír mientras tomaba el muñeco con ambas manos ahora poco temblorosas. Sonrió otro poco posando su atención en el objeto que tenía. Dejando que el mayor acercara lentamente su mano al cabello de la infante, quitando lo de su rostro sudoroso por la escena anterior.

Esta miro al hombre nuevamente, haciendo casi un recorrido mental desde el comienzo de su locura. Ahora lo sabía, soltó un jadeo fuerte cuando sintió el tirón en su pelo.

Ahora todo estaba perdido, definitivamente.

Al acabar con aquellos desesperantes jueguecitos acabo por caer en una trampa, el centro del cráneo de su víctima impacto contra aquella roca, haciéndola rebotar a causa del golpe certero, mientras se oía su cráneo partirse a la mitad como una nuez. No tardo en salpicar la sangre de la cabeza, pero eso no detuvo a aquella pobre a gritar una última vez antes de caer de forma seca al suelo.

El habitante del reino del caos comenzó a seguir impactando aquel cadáver de forma brutal contra la piedra, como si estuviera moliendo carne de animal, manchaba a su alrededor con la sangre que hacía salpicar de forma furiosa y se detuvo cuando la cabeza no era más que papilla de carne y pelo.

Definitivamente, estaba muerta.

La escena haría vomitar a cualquiera que lo viese por la crudeza, horror y asco de tal.

El no tendría la piedad que Seido daba en a la hora de una ejecución, siendo rápida y casi indolora.

El no era como ellos. Y cualquiera en su camino desearía que fuera ellos.

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