The Mask

Los dedos deslizaron las correas de cuero de su máscara que cubría su cara como lo había hecho miles de veces antes, abrochándolas con fuerza tras su cabeza. Erron revisó brevemente su reflejo en el espejo antes de acomodarse el sombrero y ponerse las pistoleras, asegurándose de que la puerta de su habitación estuviera cerrada antes de caminar por los pasillos vacíos. El sonido de sus pasos resonó en los pisos y paredes de piedra antes de que bajara las escaleras, llevándolos de dos en dos hasta el fondo.  

Era su turno de tomar la patrulla matutina, algo que honestamente no le importaba. Después de todo, significaba que estaba de vuelta dentro antes de que el calor se volviera demasiado insoportable. Aunque él era de Texas; hizo un punto para decirles a todos que el sol nunca mató a nadie, y seguro que tampoco lo iba a matar a él. Aunque incluso él tuvo que admitir que aquí en Outworld, la intensidad era mucho mayor, y era mejor estar adentro antes de la tarde. Con las manos en las pistolas, Erron inclinó la cabeza hacia los guardias de la puerta, que empujaron la enorme cosa para dejarlo salir al patio. 

—Erron Black.– Saludo una voz familiar desde su derecha que tomo desprevenido al pistolero.

—¿Ermac? ¿Qué demonios estás haciendo aquí?– espetó, y el constructo frunció el ceño profundamente. Erron sintió una punzada de culpa y suspiró. —No te esperaba por aquí, eso es todo. ¿No tenías guardia durante la noche? Debes irte y no molestarme–

Ermac resopló, con los ojos verdes entrecerrados. 

—Sabes que no necesitamos dormir– dijo secamente. —Simplemente deseábamos ver el amanecer–

Erron se pasó una mano por la frente antes de acercarse a Ermac, sonriendo suavemente bajo su máscara. 

—¡Ja! ¿En serio? Bueno, ¿tal vez te gustaría caminar conmigo un poco? Apreciaría la compañía– Miro a su alrededor para asegurarse de que nadie más estuviera mirando o espiando, el pistolero extendió la mano y pasó las puntas de los dedos sobre la muñeca del maestro de las almas. 

—Black– fue la respuesta de advertencia; Ermac siempre fue cauteloso cuando estaban a la intemperie de esta manera. La preocupación era entrañable, realmente, especialmente viniendo de él.

—No tienes que preocuparte– ronroneó el pistolero. —No hay nadie alrededor. Y no tienes que llamarme por el nombre de mercenario cuando estamos solos–

Ermac apretó los labios, los ojos cansados ​​se deslizaron sobre sus alrededores nuevamente antes de relajarse un poco. 

—Muy bien... Salazar–

—Eso es mejor– Erron sacudió la cabeza en dirección al perímetro. —¿Debemos?–

El maestro de las almas se limitó a asentir, siguió los pasos de su contrario mientras caminaban a la deriva. Algunas almas orbitaban su torso en una débil niebla verde, y Erron los miró con curiosidad. Ermac pareció notar su atención y le lanzó una mirada burlona.

—¿Recuerdas cuando nos conocimos, Ermac?–

—Sí.–

—Yo también. Pero mi memoria podría no recordar bien. No es tan fresca como solía ser.–

Ermac se burló, sacudiendo la cabeza. 

—No estuvimos de acuerdo con que el emperador te contratara. No nos gustan, los mercenarios.–

Erron asintió con la cabeza. Recordaba bien esa parte; Ermac lo miró todo el tiempo que había estado discutiendo sus términos y precios con Kotal Kahn. Esos vívidos ojos verdes ardiendo en su cráneo, ese ceño asesino. Ermac dio a conocer su desconfianza desde el principio, y parecía decidido a vigilar a Erron sin importar a dónde fuera. Erron realmente no podía culparlo. Después de todo, Ermac había sido creado para servir al gobernante de Outworld sin cuestionarlo, por lo que para él las personas cuyas lealtades estaban con el mejor postor eran la escoria más baja. 

Aún así, después de un tiempo trabajando juntos, los dos fueron al menos en términos corteses. Una vez que Ermac estuvo razonablemente seguro de que Erron no iba a huir con un saco lleno de Shao koins y estuvo razonablemente seguro de que Ermac no iba a sacar sus intestinos por la boca, comenzaron a hablar entre ellos. Nada excesivamente amigable, pero uno le daría al otro un saludo cortés al pasar, le desearía al otro una buena partida. Después de una pelea particularmente desagradable, una en la que a Erron casi le habían arrancado la cabeza por uno de los rebeldes de Mileena, el constructo parecía particularmente molesto.  

—¿Por qué te ves tan irritado?– Preguntó Erron, sentándose en un banco fuera del palacio para vaciar la arena de sus botas. Ermac no respondió al principio, pero después de una mirada del pistolero, sus labios se separaron para hablar.

—Queríamos disculparnos. Por lo de antes. Debíamos haber reaccionado más rápido cuando fuiste atacado.–

—¿De qué mierda estás hablando?– Erron frunció el ceño. —Les disparé, ¿no? No me hice daño. No es tu trabajo cuidarme, Ermac.–

Los dedos del amo de las almas se movieron a sus costados y se veía aún más miserable que antes. 

—Entendemos eso, pero... no deseamos verte herido, Erron Black.– sus ojos brillantes se alzaron para encontrarse con los de color avellana del pistolero. 

Maldición, ¿por qué eso hizo que el corazón de Erron saltara un latido fuerte? Nunca sintió eso con otra mujer, no desde hacía muchas décadas. No lo sintió con esa vampiresa o con la diosa sangrienta, ni siquiera estaba seguro si lo sintió con hombre estando ebrio.

—Sin embargo, no pareció tomarte demasiado tiempo para sentirte bien conmigo– bromeó Erron, golpeando su hombro contra el de Ermac, y se encontró con una mirada severa por parte de este, seguida de una suave risa. 

—Tu demostraste ser útil en una pelea. Y tenemos el honor suficiente para reconocerlo– 

—¿Soy útil? ¿Eso es todo? ¿Eso es todo lo que tienes que decirme?–

—No, hay más. Admiramos tus habilidades en la batalla y... nos preocupamos por ti. Al principio nos dijimos que era porque tu pérdida dañaría al Kahn, pero eso no era del todo cierto. Nos preocupamos por usted, Erron B -... Erron– el no tenía el don de llamar a alguien por si título completo salvo por el Kahn, pero el mercenario se estaba ganando ese mérito.

Erron sintió que su sangre se calentaba por lo que el ente le decía; Gracias a los dioses antiguos que llevaba su máscara, así al menos la última creación de Shang Tsung no hubiese visto la sonrisa que portaba bajo este, pero estaba seguro que la vería gracias la expresión de sus ojos.

—¿Por qué llevas la máscara?– La pregunta se hizo solo con curiosidad. No había ningún motivo oculto detrás de él, pero Erron todavía sentía que le ardía la cara debajo del cuero por aquella pregunta. 

—No puedo dejar que nadie sepa que no soy de Outworld– gruñó. —Además, mantiene la arena fuera de mis pulmones–

Ermac inclinó la cabeza a la respuesta de Erron.

—Suponemos que esa es una razón tan buena como cualquier otra.–

—¿Por qué preguntas de todos modos?–

—Fue una pregunta normal. No pretendíamos ofender–

—Nah, por supuesto que no– Erron se aclaró la garganta. —Lo siento si me soy muy rudo. Solo ... me hace sentir seguro. Tan tonto como suena–

La cara del constructo se suavizó entre las vendas con dichas palabras. 

—Entendemos– dijo en voz baja. —Solíamos usar uno, hace muchos años, cuando servíamos a Shao Kahn. Pero, como el resto de nosotros, se perdió en el tiempo– Una mirada dolorida cruzó la cara del constructo y está rápidamente bajó. —Sin su magia, la podredumbre se ha llevado a gran parte de nosotros. A decir verdad, sabemos que no pasará mucho tiempo antes de que nos consumamos por completo. No es tan malo. Ahora somos útiles, pero si ese deja de ser el caso, sería mejor para nosotros estar muertos que ser una carga–

—No lo hagas– La voz de Erron era fría y Ermac se estremeció al escucharla. El pistolero extendió la mano y la puso en la rodilla ajena. —No vayas a decir cosas así sobre ti. Puedes ser útil, seguro, pero hay más para ti que ser un arma. No me gusta pensar en que estás muerto, ¿me oyes? te extrañaría–

Los ojos verdes se iluminaron, y la primera sonrisa real que Erron lo había visto lucir apareció en los labios de Ermac.

Dioses, quería hacerlo sonreír así de nuevo.

Caminaron por la pared en silencio durante un rato, Ermac seguía a la deriva como siempre, las manos de Erron descansaban sobre sus pistolas, por si acaso. A juzgar por la posición del sol en el cielo, habían estado patrullando durante una hora más o menos. Los pájaros cantaban desde los árboles, revoloteando entre las ramas mientras las nubes rodaban perezosamente por el cielo azul de arriba. Realmente fue un buen día, y con el ente a su lado, Erron casi no quería que su turno terminara. No cuando sabía que él y Ermac no tendrían la oportunidad de volver a estar solos durante al menos el resto del día, si no es que más. 

Al pasar junto a un pequeño bosquecillo de árboles nudosos que crecían a lo largo del camino, Erron disminuyó la velocidad antes de detenerse por completo. Ermac se detuvo también, dándole una mirada inquisitiva y ladeando la cabeza. 

—¿Estás bien?– preguntó, flotando al lado de Erron y escudriñándolo como si lo evaluara por daños.

—Ah, estoy bien– dijo rápidamente el pistolero. —Solo... pensé que podríamos parar por un minuto a la sombra– Hizo un gesto a Ermac para que lo siguiera mientras se sentaba, apoyando la espalda contra uno de los árboles más robustos y el ente miró sobre su hombro, había una línea de preocupación entre sus cejas. 

—Pero tu patrullaje – comenzó, claramente indeciso sobre unirse a él.

—A la mierda– gruñó Erron, estirando las piernas. —No tardaremos mucho. Solo unos minutos. Me estoy quemando–

Lentamente, todavía claramente en guerra consigo mismo, Ermac se sentó a su lado, mirando fijamente al frente como si esperara que un ejército entero estallara a través de las paredes en cualquier momento. Erron se rió suavemente, envolviendo un brazo sobre sus hombros para acercarlo. 

—Siempre tan intenso. Eso es lo que me encanta de ti–

No habían estado tan cerca el uno del otro antes, pero Erron no podía preocuparse. A pesar de la piel marchita y las mejillas hundidas, Ermac se veía tan hermoso de cerca. Su rostro se reflejaba en la brumosa luz verde de sus ojos y el quería mirarlos para siempre.

—¿Puedo besarte?– La pregunta salió sin pensarlo dos veces, y Ermac pareció sorprendido. Sus ojos se abrieron, el aliento tembloroso se enganchó en su pecho. 

—Besarnos... ¿a nosotros?– repitió y Erron asintió.

—Solo si quieres, por supuesto– dijo rápidamente, las palabras se arrastraron juntas en su desesperación por sacarlas. Para su agradable sorpresa, Ermac sonrió con esa pequeña sonrisa y asintió.

—Nos gustaría– dijo suavemente. —Aunque nunca antes hemos besado a nadie. Y nos preguntamos cómo lo haremos mientras usas tu bozal–

Erron frunció el ceño. No se había quitado la máscara delante de nadie antes. Pero este “nadie” era Ermac. Realmente no importaba tanto, ¿verdad? 

—Puedo quitármelo– dijo después de un momento, su voz apenas era más que un susurro. El maestro de las almas parecía aún más sorprendido por esto que su pregunta si podían besarse. 

Como si notara las manos temblorosas del pistolero, Ermac extendió la mano suavemente. 

—Permítenos ayudarte– dijo en voz baja a lo que Erron asintió levemente.

No sabía si era hábito o nervios, pero en el momento en que sintió los dedos de Ermac rozar las hebillas que sostenían la máscara en su lugar, Erron sujeto con fuerza sus muñecas, apretándolas lo suficiente como para ver una breve mirada de dolor en la cara de Ermac.

—Ah, maldita sea. lo siento, no debería haber...–

Ermac simplemente le dedicó una sonrisa amable y comprensiva. 

—No te disculpes. Entendemos tu duda. Si prefieres que no...–

—No. De ninguna manera, solo... adelante–

Asintiendo, Ermac desabrochó las correas con una lentitud insoportable, esperando claramente que Erron cambiara de opinión. Cuando no lo hizo, el constructo levantó la máscara con una mirada de reverencia. Dejándolo a un lado, el cuero fue reemplazado por las manos de Ermac, ahuecando suavemente su rostro, trazando líneas a lo largo de su barbilla y mandíbula. Los ojos verdes de aquel ente estaban muy abiertos y solo dejó escapar un suspiro lento y pesado.

—Eres apuesto, Erron Black–

Erron miro su máscara por un momento antes de mirar a Ermac, arrojándola con un gruñido y este lo miró frunciendo un poco el ceño.

—¿Por qué accediste a quitarte la máscara?– preguntó, confundido.

—Como dije, está jodidamente caliente– Erron se encogió de hombros. —Además, no puedo besarte con esto puesto–

Ermac se puso rígido. Era plena luz del día y no estaban exactamente escondidos aquí. Alguien podría venir en cualquier momento. Como si sintiera su vacilación, Erron se echó a reír, balanceándose sobre una pierna y sentándose a horcajadas sobre el regazo del constructo. 

—Vamos, Ermac. Dale un beso a papi– Sus ojos color avellana brillaron perversamente y atrapo la boca de su amante antes de que pudiera discutir.

Después de eso, sin embargo, Ermac no levantó mucho alboroto. De todos modos, era difícil, con su regazo ocupado por el vaquero y la lengua de este rodando por su boca. Erron rompió el beso solo el tiempo suficiente para empujar la capucha de Ermac antes de verle nuevamente. 

Las manos se movieron entre ellos, Erron desesperado por sentir la piel que pudo encontrar, que se limitó lamentablemente a la cara y el poco cuero cabelludo de Ermac, mientras que este fue más afortunado cuando trazó las yemas de los dedos por los costados de Erron, subiendo poco a poco por sus bíceps. El pistolero respiró en aprobación, balanceando sus caderas hacia adelante.

—No deberíamos– dijo el constructo mirando a través de los ojos avellana del humano. —Alguien podría ...–

Erron lo silenció mordiendo levemente su cuello, sus palabras se convirtieron en un largo resoplido. 

—No te preocupes por eso– murmuró, frotando sus dientes en la de la garganta de Ermac, mordiendo su mandíbula. —Solo concéntrate en mí, ¿de acuerdo?–

El constructo asintió, arqueando la espalda cuando Erron deslizó su mano por su frente, abriendo sus pantalones para liberarlo de la tela. La mano callosa de Erron se envolvió alrededor de su carne caliente, el pulgar de este comenzó frotando casi con ternura su hendidura antes de apretar el puño. Los ojos del ente se abrieron de golpe, su voz se rompió cuando maldijo en edénico. A Erron siempre le encantó cuando hacía eso. Había algo increíblemente caliente en saber que había llevado a Ermac a ese punto.

Subió su otra mano a su rostro, acariciando a lo largo de sus mejillas, tomando uno de los vendajes que atravesó el puente de su nariz con los dientes para rasgarlo. Ermac comenzó a protestar moviéndoso y gruñendo por el acto, perdiendo casi todo su éxtasis en el acto, pero se detuvo cuando la tela fue reemplazada por los labios de Erron, besando suavemente la piel recién expuesta. 

Ermac era el único que sabía cómo se sentían esos labios, sabía de lo que eran capaces esas manos cuando se enredaban en su eje. Con ese pensamiento dejó escapar un gemido ahogado, sus manos enguantadas jalaron del chaleco de Erron buscando que los botones de este cedieran para abrirlo. Su cabeza cayó hacia atrás contra el tronco del árbol en un ruido sordo, con el pecho agitado siguió gimiendo por las caricias recibidas.

—¡Ah-hh! ¡Eres nuestro!– Gritó con fuerza tras su liberación.

Acto seguido, el ente respiró con fuerza para alzar su pecho, dejando que de este un voltijo de almas salieran disparadas al aire, creando un espectáculo luminiscente verdoso a los ojos de Erron Black, quien apesar de notar como el árbol temblaba amenazando con explotar en pedazos y astillas por la magia del ente, solo lo abrazo contra si cuando este se perdió en su corrida. Ermac sintió como su cuerpo era sumergido sobre mares furiosos, su visión se volvió blanca y luego negra en sucesión. Erron se movió de sus piernas para sentarse a su lado nuevamente, acercandolo más contra su cuerpo una vez más a la vez que lo brazó con mas fuerza para sostenerlo en su estado semi-inconsciente. 

—Tuyo– estuvo de acuerdo en un susurro, besando la parte superior de la cabeza del constructo.

El forajido extendió la mano y recogió su máscara. No podrían quedarse aquí por mucho tiempo. Afortunadamente no quedaba mucho tiempo en su patrullaje. Con cuidado, volvió a colocar la máscara antes de despertar a Ermac. Cuanto antes terminaran aquí, antes podrían encerrarse en una de sus habitaciones y Erron sonrió detrás de su máscara por el simple pensamiento. Tal vez no sería un día tan malo después de todo.


Well, Hello There.

Este capítulo se elimino tres veces de la historia, y fue difícil reescribir todo pero henos aquí.

No olviden pasar por el perfil de DvaTheBestGamer que es quien me ayuda con la historia subiendo varios capítulos muy muy buenos. Les recomiendo sus historias, son igual de buenas, con gramática ortografía y desarrollo de personajes. Todo muy bonito.

Pueden hacer pedidos, con gusto intentaremos cumplirlos para ustedes.

Y ya, bye.

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