Odio
Sektor embiste como si estuviera ansioso por salir de su piel y enterrarse, en cuerpo y alma, en Cyrax.
Le gusta que Cyrax este en sus manos y rodillas, con el trasero en el aire. Le gusta pasar su mano gruesa alrededor del cuello de Cyrax, presionando su cara profundamente contra el colchón para que no pueda respirar. Le gusta agarrar las caderas de Cyrax mientras ofrece estocadas brutas y sin piedad hacia él, dejando moretones profundos y oscuros a su paso. Le gusta montarlo, reclamarlo, chuparlo, morderlo con dientes humanos opacos y dejando hematomas en forma de media luna.
No hay romance en Sektor, nunca lo ha habido, y Cyrax sabe que nunca lo habrá.
Y con un ancla de base como la ira, es de esperar.
El ancla de Sektor nunca será Cyrax, hay demasiado odio en él para permitirle a Cyrax ese privilegio. Odio al Gran Maestro, odio a la debilidad y odio a sí mismo. Es este odio a sí mismo lo que deja moretones en la piel oscura de Cyrax.
Sektor nunca se permite nada bueno, pero hay momentos en los que Cyrax lucha, luchando por retenerlos. Momentos cuando Sektor está solo, sentado al sol, absorbiendo el calor mientras sus ojos se cierran por este. Cyrax sabe que no debe molestarlo en esos momentos porque desaparecen fácilmente. Cyrax no llega a tener la felicidad de Sektor, pero se le permite disfrutar de su dolor.
Dolor, él está tan dispuesto a transferir esto a Cyrax.
A veces, Cyrax está desnudo frente al espejo de cuerpo entero en su habitación, estudiando con aire clínico los patrones que las manos de Sektor pintan sobre su cuerpo. Los púrpuras, naranjas, verdes. A veces Sektor los mira fijamente, una disculpa esta en la punta de la lengua, pero nunca sale de su boca. Y Cyrax lo sabe. Lo que sea que Sektor esté usando, Cyrax usa para recuperarse, admitiendo que arruinaría todo lo que está logrando al clavar sus garras demasiado duro en la piel que sanaba lentamente.
Es el odio en él.
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