Necesidad
Estaba oscuro cuando se conocieron. Para un mundo sin sol, el Netherrealm retuvo una buena cantidad de luz. Sin embargo, no es el tipo de luz que se relaja en una nueva mañana; del tipo que evita que la mente descanse y tenga paz; el tipo de llama eterna y persistente que mantiene las sombras en las esquinas donde deberían permanecer ocultas. Todos los lugares recuerdan con brasas de la tortura y se estremecen para siempre con esos recuerdos.
Este tipo de oscuridad era nuevo en el Netherrealm. Nació de él y se afilió con él, pero aparte de eso, se alimentó de él.
Sareena había visto suficiente poder de brujería para saber que él no sería el mismo. Se había estabilizado para el inevitable momento en que sucedería una reunión. Lo había visto a distancia, casi inseparable del lado de su ahora maestro mutuo. No podía decidir si se trataba de una nueva muestra de favoritismo, o la mayor muestra de desconfianza. Probablemente fueron ambos, supuso. Era difícil de leer algo así en el desde lejos, pero siempre lo había sido. Solo podía esperar que él no fuera una cáscara tan hueca como parecía ser. La luz se dispersaría de él, y toda emoción y sentimiento parecía repeler su forma inmóvil e inmóvil.
Cuando escuchó que él había caído, que estaría allí ... Era una agonía incalculable con una pequeña fracción de esperanza culpable. En la vida, había sido más libre que las tormentas de nieve. La mató por centésima vez que toda esa ferocidad sería domesticada, disminuida y canalizada hacia los deseos del maestro de Netherrealm, Quan Chi. Y sin embargo, estaba esa parte atrapada y desesperada de ella que ansiaba cualquier alivio de la servidumbre eterna en un reino de tormento eterno. Para él estar tan cerca, incluso si ella nunca le hablaba, le daba un gran alivio. Mientras no se acercara, podía creer, podía creer que era él y que el hechicero no lo había convertido en algo irreconocible. Ella había decidido desde el principio que esto era lo mejor. Ella se mantendría a distancia. Contenido para ser calentado por observación y no quemado por proximidad. Ahora estaba en el meollo de todo, y entre su pobre historial de lealtad y sus rachas rebeldes, ella estaba en la periferia de los planes y maquinaciones de Quan Chi. Esperaría que fuera una tarea relativamente fácil mantenerse fuera de su camino.
Su estómago se anudo cuando escuchó su voz. No todo fue de horror tampoco. Sintió una agitación familiar de emoción, el trino de un leve sonrojo en sus mejillas y la falta de aliento en su pecho.
—¿Soy tan repugnante estando muerto?–
Ella cambió. La oscuridad se acurrucó a su alrededor, propiedad de él, controlada por él. Gruesos rizos líquidos corrían por las paredes y se arrastraban por el suelo y lo ataron a todas las sombras.
Su lengua era grande en su boca y su preocupación maduraba
—No...– Ella dijo en voz baja.
—Pero me has estado evitando– No parecía molesto.
En todo caso, sonaba divertido, como si esto fuera algún tipo de juego. Se le cayó el corazón. Por eso no había querido acercarse demasiado.
—Sí– No tenía sentido negarlo.
Esperó por más. Ella no le dio nada. Sus ojos estaban fijos en el suelo. Esperaba vagamente que sus respuestas sin compromiso lo aburrieran a irse. Parecía tan atento y concentrado como siempre.
—¿Y por qué es eso?–
Ella suspiró y levantó la vista. Inmediatamente deseó no haberlo hecho. Una fracción de ella había esperado ojos azul hielo, feroces e intensos. En cambio, solo había negrura, y dos joyas blancas en lugar de ojos, brillantes, etéreas y muertas. Ella no podía reconocer nada de él.
—Yo...– vaciló ante la mirada del espectro. —Tenía miedo–
Eso le saco una sonrisa. Se removió un poco y cruzó los brazos. Ese movimiento al menos era un poco familiar.
—¿Miedo de mi?–
—De lo que te has convertido– Ladeó la cabeza ligeramente.
—¿Y en qué me he convertido?–
Ella hizo una pausa
—No lo sé todavía...–
—Mira más de cerca–. Dio un paso hacia ella a lo que esta retrocedió. —Sareena– dijo con fingido reproche, claramente entretenido. —Finalmente estamos del mismo lado, ¿y ahora eliges no confiar en mí?– Ella dudó. Se acercó aún más hasta que ella estuvo a un paso de distancia. —Eso es lo más sabio que has hecho en tu vida tonta–. Su voz era suave y oscura. La cara de Sareena se sonrojó con ira y con lo cerca que estaba ahora. Abrió la boca para devolver una réplica, pero se detuvo en el último momento. Esto es lo que él quiere , se dio cuenta, para empujarme al borde, escucharme arremeter . Sus ojos se suavizaron y casi en el momento justo lo vio endurecerse. El es inseguro . Está probando aguas que quiere encontrar hostiles. —Nunca fui muy listo. Preferí cubrir mis defectos cuando vi a alguien por quien vale la pena luchar–. Alguien, no algo. Por el aspecto de su postura de piedra, no se lo había perdido. Ella buscó nuevamente en su capucha, mirando por encima de los puntos crueles de su máscara para ver algo en el blanco deslumbrante de sus ojos. Se retiró un poco a la sombra de su capucha. —Aquí estás– dijo susurrando. Retrocedió, y su voz sonó a través de los respiraderos de la máscara. —Lo que creas que ves, te aseguro que estás equivocada. Nací de nuevo. Las cenizas de lo que fui se han desvanecido y he resucitado de la tumba más poderoso que antes–
—Buen discurso– Se sentía más segura por el en pocos segundos, —Siempre pensaste demasiado en ti mismo– Él le gruñó, perdiendo terreno cuando el miedo desapareció de su voz. —Y siempre fuiste insufrible y demasiado seguro de ti mismo.– Ella le dio una sonrisa completa. Su cabeza se echó hacia atrás sorprendida ante la sonrisa sincera. —Me alegro de que seas tú–. Ella se acercó un poco más. —Estuve preocupada por tanto tiempo de que él controlaría tu mente, te convertiría en uno de esos retornados autómatas–
—No necesitaba hacerlo. Mi alma era tan corrupta que ya supo encajar perfectamente en sus planes sin alteraciones.– Fue rápido y amargado. Se parecía mucho a su antiguo yo, pero en ese momento esto no le dio ningún consuelo a Sareena. —Lo siento. Lamento que estés aquí. Nunca, nunca hubiera deseado esto para ti.– No es del todo cierto, todavía había esa pequeña parte dolorida de ella que suspiró de alivio ante su proximidad. —Quería ser libre como tú. Quería que me mostraras el mundo. Pero ahora los dos somos esclavos del infierno–
—No soy esclava de nadie–
Previsible. Él realmente sonaba como una mezcla sonido en bucle a veces.
—Entonces eres un esclava de tus propios delirios–. Le pareció importante que ella viera; que entiende lo grave que era la situación. Él podría estar en la jerarquía actual de Netherrealm, pero no sabía el giro de su eterna política despiadada.
Solo se rió
—Admito totalmente que en este momento debo inclinarme ante los caprichos de Quan Chi. Pero mientras las criaturas como tú gastan toda su energía tratando de deshacerse de ese yugo, tengo la intención de acercarme a él. Lo suficientemente cerca como para usurparlo.– Cerró el resto del espacio entre ellos para que su máscara quedara a centímetros de ella, dejando escapar insustanciales rastros de oscuridad. Podía sentir el tirón y el remolino de sombras deslizándose sobre ella. Sus ojos se abrieron para seguirlos. Por todas partes que veía, había un escalofrío que le picaba las espinillas en la piel. Se resistió a retroceder, pero tuvo que tragarse su nerviosismo. —Podrías unirte a mí, Sareena– Su voz era tranquila ahora. —Busca una manera de derrocar a Quan Chi conmigo. Podríamos compartir la victoria. Tú y yo. Podría ser como en los viejos tiempos. Su aliento aún estaba helado a través de los respiraderos de la máscara. —Mira el Netherrealm desde un trono, en lugar de siempre desde sus pozos infernales.–
Ella se sintió tentada por lo familiar que sonaba, por lo inusualmente amable que era. Tenía una manera de atenuar su brutalidad y sus comentarios contundentes cuando había algo que quería. Dio una breve y triste sonrisa, luego bajó la mirada y sacudió la cabeza.
—Nosotros... No, Bi-Han. No podemos, es lo único por encima de todo lo que él considera imperdonable. Si Quan Chi descubre que estabas conspirando contra él... no sabes lo que puede hacer...– Estaba frustrado y serio, olvidando parte de su temible acto de espectro y sonaba más como el imprudente asesino de Lin Kuei que le había salvado la vida hace muchos años. ¡No lo descubriría! No hasta que esté muerto o encarcelado. —¡Tiene miles de años, Bi-Han! Ha vivido vidas como nigromante, y vidas anteriores como un oni en las llamas de Netherrealm. Este lugar es su esencia. Has sido un espectro solo una semana más o menos...–
—No estoy obligado por la repetición y la monotonía de tu reino eterno. Tengo nuevas ideas, nuevo poder y toda una vida de experiencia con un historial perfecto como asesino–
—Toda una vida. Una, Bi-Han. Él tiene miles.–
Una mano enguantada levantó su barbilla e inhaló bruscamente.
—Confiaste en mí antes. ¿Por qué no confiar en mí otra vez, ahora?–
Su cabeza estaba mareada por su toque, nublando todo su pensamiento sensible con esperanzas, dolores y deseos que chocaron contra ella. No podía recordar haber sentido un contacto tan gentil. Un débil recuerdo se derramó sobre ella y recordó vagamente la agonía de su vida que le fue arrebatada por el Dios Antiguo del Netherrealm. En medio de los estallidos de dolor, había brazos alrededor de ella, tiernos, como la mano en su mejilla. Y después de eso. Nada. Otra muerte. Otra resurrección. Y luego la larga reprimenda por traición. Su cara se oscureció.
—Mira lo que pasó cuando confié en ti la última vez.–
Su mano cayó lentamente. Sus ojos permanecieron duros pero se estrecharon por la pérdida de su toque.
—Estaba débil entonces; un simple mortal retenido por el Lin Kuei. Ahora soy más fuerte en todos los sentidos y solo sirvo a mi propia ambición. No morirás dos veces por mi bien.–
—No, no lo haré.–
El brillo en sus ojos se opaco, y ella pensó que casi podía leer el dolor allí. De nuevo su interior tiró y le gritó.
—Si eso es lo que deseas–. Entablo rígido y frío. Todo el calor se había ido de él.
—Lo que deseo es lo que siempre me prometiste. ¡Llévame lejos de aquí! ¡Libérame! ¡Déjame ver tu mundo de arriba, el hielo y las montañas que amas, las personas que te importan, la vida que viviste!–
Hubo silencio por un largo momento.
Se dio la vuelta.
—Es demasiado tarde para eso.– Miró hacia un horizonte que ardía con llamas distantes y arrojaba un espeso humo marrón en un cielo infernal. —Llegué demasiado tarde–. Nunca lo había escuchado admitir que era culpable. —Me advirtieron sobre el camino que tome. Pero no me dieron el tiempo suficiente–. Él la miró. —Habría regresado, Sareena. Hubiera regresado e intentado de nuevo... —Se interrumpió. —...Para salvarte.– Esas fueron las palabras tácitas que ambos sabían que quería decir.
—¡Inténtalo de nuevo ahora!– Su mano estaba sobre su guantelete blindado, su voz era suplicante.
Silencio.
Su mano era ligera. No estaba segura de si retraerlo o apretarlo más fuerte.
Él se acercó y le tomó la barbilla, y la miró directamente a los ojos. Ella dejó de respirar y en ese momento quedó tan cautivada como lo había estado la primera vez que él mantuvo su mano en una fortaleza negra, las dos vidas anteriores.
Aunque él no podía saberlo, podría haberle pedido cualquier cosa en ese momento, y ella lo habría hecho.
Ella extendió la mano tentativamente, como si temiera provocar una explosión. Sus dedos tocaron el frío acero negro de su máscara. Ella buscó de nuevo, alguna señal de que él era el hombre que ella recordaba. El ligero movimiento de su aliento en las yemas de sus dedos la hizo estremecer. Ella abrió la boca y él debe haber visto todas las cosas tácitas entre ellos a punto de derramarse.
—No puedo dejar este lugar nunca más–. Fue brusco, más vacío de lo que espero. —Lo siento. Lo siento dentro de mí. Soy yo. Y es lo que soy.–
Sus ojos se abrieron con horror cuando las sombras crecieron de él. Como alas grotescas, se expandieron monstruosamente detrás de él, inclinándose y retorciéndose en formas multitudinarias. Aunque él continuó mirándola a los ojos, ella miraba a su alrededor las retorcidas sombras convulsionantes. Se dividieron diez veces en copias de él, cada una con una imitación más tenue y burlona de sus ojos blancos. Se movieron y se deslizaron a su alrededor, moviéndose silenciosas e insustanciales, ingrávidas pero también glutinosas, fluidas pero también viscosas, muertas pero muy vivas. Ella se estremeció y lo abrazó. De repente se sintió expuesta, asustada y sola. Sus pensamientos fueron a los dos kama metidos en su cinturón, y lo poco que podían hacer contra tal nigromancia de Netherrealm. Él apretó ligeramente su mandíbula, volviendo sus ojos hacia él. Él todavía estaba allí en alguna parte.
—Entonces, ¿qué será, Sareena?¿Qué harás?– Había una cualidad terrenal y distorsionada en sus palabras.
Los escalofríos que la recorrían eran de un tipo muy diferente. Sombras frías se deslizaron sobre su piel. Unos pares de ojos brillantes la observaban desde la oscuridad. En todas partes la luz huyó y la oscuridad más profunda se hizo pesada y se enroscó a su alrededor.
Apretó los dientes y mantuvo la cabeza en alto, con la esperanza de pasar por delante un valor que no sentía por dentro.
—Haré lo que he hecho por muchos años ahora. Esperaré a Sub-Zero. Y velare a él por la salvación.–
—Sub-Zero está muerto.– dijo el espectro.
—Si eso es así, entonces supongo que tendré que esperar para siempre.–
La soltó con una risa burlona. Saibot negó con la cabeza ligeramente y no tuvo más palabras que desperdiciar en ella. Era imposiblemente extraño para ella. Hilos de la propia brujería del espectro llenaron los lugares negros a su alrededor y ella se retractó del poder demoníaco que se estaba acumulando el retornado. Las sombras se doblaron a su alrededor y se agruparon debajo de él en un vórtice con escalas de violeta. Cayó por este para desaparecer en la oscuridad.
Sareena se quedó sola. La tenue luz del Netherrealm se filtró de nuevo en la tierra a su alrededor. Poco a poco, todo volvió a su naturaleza idéntica continua, siempre atado en su monotonía cíclica de la vida media. En algún lugar lejano, los gritos de aquellos atados al castigo eterno resonaron por el aire. Volvió a mirar al suelo. Una vez, en medio de miles de años, un demonio había encontrado una salida de la agonía perpetua de la existencia. Incluso si nunca hubiera logrado escapar del Netherrealm, al menos había tenido esos breves momentos de rebelión y libertad cuando murió en los brazos de alguien que podría haber amado.
So... ¿Un pañuelo?
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Todas sus historias son muy buenas, las recomendó totalmente.
Dedicado y hecho para mi buen amigo Saibot, sé que las cosas no están saliendo de lo mejor, y muchas otras cosas, pero recuerda que mi mano sigue extendida para ti y lo que necesites, arriba la esperanza bolito. TKM+ 🖤🖤🖤
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