Halloween es más que una película
Un portal iluminó el cielo mientras los Defensores se preparaban para su noche anual de películas de Halloween.
—¡Kitana, tu campeón está aquí! – Stryker anunció mientras agitaba para abrir una bolsa de palomitas de maíz.
—Ya era hora. – suspiró Blade, dejándose caer en el sofá. Se quedó mirando la pantalla azul del televisor mientras Nightwolf configuraba el DVD. —Me encanta tener cientos de dulce o truco, pero estoy tan feliz de que no tenga que ver otro niño hasta probablemente el siguiente año. –
Liu Kang sonrió y se burló de su amiga.
—Aww, vamos. ¡Algunos de esos niños eran realmente lindos! –
—Me gustaron los que se vistieron como tú, ese tal Bruce Lee. Eran casi tan tiernos como tú, Liu. – dijo Kitana desde la cocina. Estaba haciendo su famoso chocolate caliente. El monje se sonrojó por el cumplido, pero la sonrisa en su rostro mostró cómo se sentía realmente.
Pequeños iconos del terror, princesas y niños disfrazados de algún personaje favorito habían visitado el departamento de Blade para echar un vistazo a los Defensores... Y las barras de chocolate de tamaño normal que Blade siempre reservaba para Halloween. Si querías un Snickers de tamaño completo en la ciudad, sabías exactamente a dónde ir.
—¡Saludos, amigos! – la voz de el general Asgaarth retumbó desde el pasillo cerca del ascensor. —¡Tengo buenas noticias! –
—¡Hola, señor! – Kitana llamó. Golpeó a Raiden en la nuca con una almohada antes de sentarse en el sofá junto a la rubia. —¿Qué buenas noticias tienes? – preguntó mientras el policía tiraba la almohada hacia atrás. Siguió una pequeña guerra de almohadas.
—¡Me he ocupado de su problema con los dinosaurios! – la valquiria anunció felizmente. Su voz se hizo más fuerte a medida que se acercaba sus compañeros. —¿Pensé que habían dicho que estaban extintos? ¡Ustedes los Terranos deben manejar estas cosas!
—¿Problema de dinosaurios? – preguntó Raiden. Salió de la cocina y jadeó. —¡Asgaarth! ¿¡Qué hiciste!? –
Todos se apresuraron ante la urgencia en la voz del Dios. Sus mandíbulas cayeron ante lo que vieron.
Asgaarth estaba de pie radiante en la cocina, sus hermosas plumas ondeaban poco y sus ojos brillaban por su hazaña. Sin embargo, también sostenía un T-Rex inflable por la nuca.
—¡Asgaarth! – gritó Kitana. —¡Eso no es un dinosaurio! –
El guerrero sin alas entrecerró los ojos ante su premio.
—Sí lo es. Una vez vi uno en un televisor. Ciertamente se veía así. –
Stryker gimió y enterró su rostro entre sus manos.
—¡Maldito pollo! ¡Es un niño vestido con un disfraz de Halloween!
El T-Rex intentó asentir con la cabeza, pero su cabeza simplemente se movió de un lado a otro.
—¿Qué quieres decir con disfraz de Halloween? – preguntó. —Pensé que Halloween era el nombre de la película que vamos a ver. ¿No es así?
—Lo es. – explicó Liu Kang. —Pero esta noche también es Halloween. –
La valquiria se quedó mirándolos sin comprender.
—¿Víspera de Todos los Santos? – preguntó Nightwolf. —¿Vacaciones? –
Silencio.
Kitana se acercó y soltó con cuidado el agarre de Asgaarth sobre el T-Rex. Cayó al suelo con un rebote y el disfraz empezó a desinflarse.
—General. – dijo con suavidad. —Halloween no es solo una película. También es un día festivo en el que los niños se disfrazan y van a diferentes casas a comprar dulces. –
El guerrero sin alas parpadeó una, dos y luego tres veces.
—Tus aliados Terranos y sus extrañas tradiciones. – respondió finalmente, sacudiendo la cabeza. —Es un milagro que no todos hayan perecido aún. –
Sonya puso los ojos en blanco y se arrodilló junto al T-Rex, que había comenzado a desenredarse de los restos de su disfraz.
—¿Estás bien, niño? –
Un adolescente asomó la cabeza fuera del disfraz, con una expresión de puro terror en su rostro.
—Uh ... S-sí. – miró a Asgaarth con puro terror. —Eres realmente fuerte. –
—Lo se. – Asgaarth sonrió... O eso parecía.
—¿Viniste aquí por dulces? – preguntó Nightwolf, con una mirada de complicidad en sus ojos.
El adolescente asintió y recuperó algo de confianza en su voz.
—Sé que no soy un niño pequeño, ¡Pero esta es mi época favorita del año! – su rostro decayó y su voz se llenó de tristeza. —Pero nadie quería regalar caramelos a un adolescente, así que ni siquiera he recibido nada todavía. –
Si Gray hubiera leído las mentes de todos, habría escuchado un "awww" colectivo de los Defensores. Todos de repente se pusieron en acción.
Sonya y Raiden encontraron grandes cantidades de cinta adhesiva y comenzaron a reparar los agujeros donde las garras de Asgaarth habían atravesado el disfraz. Liu Kang y Nightwolf asaltaron la despensa de dulces de Sonya y reunieron tantas barras de chocolate de tamaño completo como pudieron. Kitana encontró una taza desechable y le sirvió a la adolescente una taza de su chocolate caliente.
Pronto, el disfraz se infló y el joven volvió a ser un T-Rex (ligeramente pegado con cinta adhesiva).
—¡Woah! – gritó cuando Gray y Liu regresaron con una gran calabaza de plástico y un montón de dulces.
Liu Kang le entregó la calabaza al adolescente y todos pudieron sentir la sonrisa y el entusiasmo renovado desde el otro lado de la habitación.
—¡Gracias! – dijo el muchacjo, dando un paso hacia Sonya quien sostenía los caramelos.
—Ah, ah, ah. – reprendió ella. —¿Cómo se dice? –
El T-Rex inclinó la cabeza hacia un lado y luego jadeó.
—¡Oh! ¡Dulce o truco!– sonrió el acercando su calabaza.
Final alternativo:
El joven estaba rebosando de alegría cuando los dulces fueron vertidos en su calabaza. Si tenía suerte el siguiente año y no los asesinada en un próximo encuentro, Quan Chi volvería para pedir dulces una vez más, siempre y cuando no estuviese ese pollo gigante.
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