Greensick (Erron Black/Reptile)
—¿Qué sucede contigo?
—Nada. – siseó Reptile.
Los ojos de Erron se entrecerraron por su respuesta. Conocía al Zaterrano desde hacía mucho tiempo, más de una década, y sabía que algo andaba mal. Estaba inquieto, moviendo su peso de un lado a otro, apretando y abriendo sus manos gruesas y escamosas. Eso fue inusual. Su especie no necesitaba moverse como lo hacían los humanos durante largos períodos de inactividad, un rasgo que Black a veces envidiaba.
Además, había un olor. Un cierto olor almizclado que parecía adherirse a él. Podría haber sido la habitación, este pequeño alquiler andrajoso con una cama llena de bultos y paredes enmohecidas, convenientemente al otro lado de la calle del casino favorito de su cantera. Pero no fue así.
—No va a salir. – dijo Reptile, llevándose los prismáticos a los ojos. —Se va a quedar a pasar la noche. Probablemente con esa bailarina. – bajó el visor rápidamente y se encorvó un poco como si reaccionara a un dolor repentino.
—¿Estás lastimado?
—No. –
A Erron Black no le gustaba jugar al juego de preguntas y respuestas.
—No necesito sorpresas en este trabajo. No va a caer sin luchar, y si no puedes pelea-
—Puedo luchar. – interrumpió Bossk. —Quiero una pelea. Estar aquí sentado... No me gussta. Tal vez podríamoss... Podríamoss atraerlo.–
El silbido que el Raptor solía intentar reprimir se estaba volviendo pronunciado, una señal de que estaba enojado o molesto. Y el olor se hacía más fuerte. El aire estaba impregnado de ello.
—Suficiente. – gruñó el castaño. —Dime qué es esto o buscaré a alguien más. –
Los ojos ámbar del Zaterrano brillaron en la tenue luz de la pequeña habitación.
—Estoy... En mi búsqueda de Irkark. Es como un ciclo de calor. –
Black tardó unos segundos en entenderlo.
—¿Un celo de apareamiento?
—Ssí. – sus ojos parecían brillar aún más. —Mal momento para este trabajo.
—¿No tienes saliva de Lapyris que puedas tomar? –
Reptile se volvió hacia la ventana.
—Me provoca sueño. Son casi sedantes naturales. No puedo hacer mucho. – bajó la cabeza y su voz se volvió más rasposa de lo usual. —Todavía puedo trabajar así. No te defraudaré.
—Sé que no lo harás. – Black cruzó sus brazos sobre el pecho. —No soy un idiota ignorante, Syzoth. He estado rodeado de no humanos toda mi vida. ¿Cómo manejas normalmente la temporada de Irkark sin la saliva de los Lapyris?
—A-Algunas bebidas pueden ayudar. Mediante estimulación... Son la mejor manera, pero eso requiere de un compañero.
—¿Otro Zaterrano?
—Cualquier especie, si es lo suficientemente fuerte. –
Erron se acercó a la otra ventana y miró hacia el casino. Probablemente Syzoth tenía razón sobre su objetivo. No saldría hasta la mañana.
—¿Cuánto suele durar?
—Un día o dos. Como dije, todavía puedo trabajar. Ojalá tuviera algo que hacer. Deja de pensar en eso. – Sus dientes rechinaron en frustración.
Al mirar su enorme boca de reptil, Black tuvo un pensamiento.
—Los Zaterranos... No dan mamadas, ¿Verdad?
—No de la misma manera. – Reptile extendió su larga lengua, reluciente de espesa saliva. El pistolero se encontró mirándolo, intrigado y un poco excitado, antes de recordar la hilera de dientes irregulares justo detrás. Sí, tal vez no.
—¿Qué hay de recibirlas? ¿Alguna vez tuviste una de un humano?
—Sí. – el brillo de sus ojos sugirió que era un recuerdo feliz. —Había un hombre en Rik Arash. Era pequeño, pero feroz. Como tú.
—No soy pequeño. – protestó Erron de inmediato.
—Eres un humano. Todos ustedes son pequeños y débiles.
—Vete a la mierda. Iba a ofrecer ayuda, pero no se la chupo a los xenófobos.
—¿Ibas? – El rapaz lo miró fijamente por un momento, luego soltó una risa áspera. —Apenas abres la boca para hablar... No creo que puedas-
—¿Crees que no he estado con un no humano antes? – El hecho de que la amplitud de su experiencia fuera de un no humano no parecía relevante. Reptile lo estaba tratando como a un niño, una dinámica que pensó que habían superado.
—Dar placer a un Saurian no es lo mismo que complacer a un Naknanado que encima no esta en celo.
—No fue un... ¿Sabes qué? Olvídalo. Olvídate de que dije algo.
—No estaba tratando de insultarte, Salazar. – Reptile se movió un poco y soltó un bufido que podría haber sido un suspiro. —Fue generosa tu oferta. Sé que no te gusta... Ser personal.
—Es tu pérdida. – respondió el humano con frialdad.
—Tal vez sea así. – El rapaz dejó el bioscopio y se rascó el brazo con sus garras. —Tú... Siempre has estado lleno de sorpresas. –
El pistolero no dijo nada. Sabía que Reptile cambió de opinión de la misma forma que se movió. Lentamente y por su cuenta.
—Podría darme un poco de alivio. – El silencio se prolongó mientras el olor a feromonas se hacía más fuerte. —Rrgh. Bueno, si aún quieres intentarlo...
—Te dije que lo olvidaras. –
Eso provocó un ruido de angustia del cazarrecompensas.
—Pero parecías interesado.
—Lo estaba.
—No debería haber dicho que los humanos son pequeños y débiles. Sson pequeñoss, pero no todoss sson débiless. Esstoy sseguro de que podríass quitarme lass puass.
—¿Tus... Puas? – por mucho que quisiera hacer que Syzoth se humillara, su curiosidad por la terminología y el uso de la forma plural por parte de éste lo superó.
—¿Quieres verlas? – tan pronto como asintió, Reptile rápidamente se desató el cinturón y abrió la bragueta de su traje de negro.
Había dos de ellos. Dos largos... Apéndices, con un medio bulboso y una punta puntiaguda. No eran duros como la erección de un humano, pero tenían un pulso palpitante sutil y se veían húmedos.
Erron se acercó un paso más.
—¿Puedo tocarlos?
—Ssi. Me gustaria eso.
Se retiró los guantes y se quitó la máscara, consciente de los brillantes ojos amarillos que observaban cada uno de sus movimientos. Rozó la curva hinchada del apéndice superior con las yemas de los dedos y se tocó la lengua con cautela. Lo que sea que Reptile estuviera secretando en sus "puas" era resbaladizo y tenía un suave sabor a agua salada.
—No es lo que esperaba. – admitió. —Tampoco está mal. – cayó de rodillas y tomó una punta en cada mano, sus dedos envolvieron la base más estrecha.
Reptile reaccionó con un silbido de alegría cuando comenzó a lamer alrededor de la punta y el bulbo. Podía chupar la punta, pero no había forma de que la parte más gruesa entrara en su boca.
—Muérdalo. – gruñó el rapaz. —Usa tus dientes.
—¿Qué ?
—No puedes lastimarme, pequeño humano. Muerdelos.
—No me llames pequeño. – advirtió, pero hizo lo que le dijo el cazarrecompensas. No fue en absoluto lo que esperaba. La pua era blanda y ligeramente inflada, como si mordiera un globo de piel gruesa. Dejó que sus dientes se hundieran y se convulsionó, desinflando lo suficiente como para caber en su boca, pero solo un poco.
—Sí. – Reptile se inclinó hacia él. —Tómalo.
—Mierda... – jadeó, echándose hacia atrás para tomar aire. Reptile gimió en respuesta.
—¿Por qué te detuviste? Eso se siente tan bien. –
Lo intentó de nuevo, respirando por la nariz mientras el apéndice se hinchaba y palpitaba, llenando cada espacio de su boca y empujando hacia su garganta. No podía seguir así. No sin asfixiarse.
—Ah. AH. – El Zaterrano agarró el aire con sus garras cuando Black se apartó. —Te detuviste de nuevo.
—Necesito aire. – espetó. —¿Cómo lo hizo el otro humano?
—No trató de llevárselo a la boca, pero eso me gusta. Si que es bueno. – Reptile alcanzó su cabeza, sus ojos brillaban con deseo, y el humano rápidamente se agachó antes de que el raptor pudiera volver a meter su ansioso apéndice.
—No. No seas imprudente, no puedo hacerlo. –
Reptile hizo un sonido casi como si fuese una tortura.
—Si te quitas la ropa, podría usar tus otros agujeros. –
Una vez más, el uso del plural fue una sorpresa para Erron.
—...¿Agujeros?
—Ssi. Tienes dos, ¿No? ¿Uno para cada uno...? – Hizo un gesto hacia su ingle.
—No. Solo un agujero. – El castaño se puso de pie. —Y yo también tengo uno de esos. Tengo el presentimiento de que tal vez tu novio Kashian no los tenía.
—No, estaba plano en el frente. – Reptile se movió, frunciendo el ceño mientras absorbía esto. —Podría hacerlo uno a la vez, tal vez. Tienen que estar.. encerrados.–
El pistolero se pasó una mano por la boca, limpiando su propia saliva y la secreción salada que no parecía secarse por sí sola. Era casi como-
—¿Esto es para lubricación?
—Ssí. Hacerlo más fácil. No nos movemos tanto como los humanos. Una vez dentro, se hincha. Y luego liberamos semillass.
—Oh, mierda. – Por un lado, Erron Black no podía creer que estuviera considerando esto. Por otro lado, su verga estaba dolorosamente dura detrás de su bragueta blindada. Había tan poca sangre en su cabeza, quitarse la ropa y dejar que un lagarto de doble pene lo cogiera dos veces parecía una opción razonable, incluso atractiva.
—Está bien. – ofreció Reptile en tono conciliador. —La mayoría de los humanos no pueden. Podría tomar un trago y dormir un rato, si no sale hasta la mañana...
—Cállate. – sus manos ya estaban en su cinturón. —Solo déjame aclarar una cosa. Si alguna vez le cuentas a alguien sobre esto, y me refiero a cualquiera... Te mataré, no sin antes hacer que en serio te duela. –
El Zaterrano asintió rápidamente.
—Ssí. Este es un buen juego de apareamiento.
—No es un juego. Es la maldita verdad. – Hizo una pausa en medio de desabrocharse el peto. —Pero nosotros también podemos jugar. ¿Es así como suele ocurrir con los Zaterranos? ¿Amenazas como juegos previos?
—Es muy competitivo. Quieres ser mejor que el último compañero.
—Así que me enfrento a alguien con más agujeros. – refunfuñó el castaño. —¿Quieres saber contra quién estás jugando?
—Ssí, bien. Dime.
—Una amazona traidora.– Salazar le dedicó una rápida y desagradable sonrisa, sabiendo cómo se sentía Syzoth por ese tema en general. —¿Todavía quieres cogerme?
—Te cogeré mucho mejor. – gruñó Syzoth. —Siéntate en la cama y te lo mostraré. La lengua de una maldita amazona no puede hacer lo que la mía.
—Solo mira esos dientes. – le advirtió Erron mientras se bajaba los calzoncillos y se sentaba. —A mi 'pua' no le gusta que la muerdan.
—E-Entoncess eso es lo que tienes. – Reptile se arrodilló en el borde de la cama, doblando torpemente su cuerpo entre las piernas del humano. —Es tan... Frágil... y-
—Di "pequeño" y me voy de aquí.
—Sí. Amenazame. – el Saurian sacó la lengua, reluciente de humedad y lamió el eje del humano.
Casi gritó y sus dedos se hundieron en las sábanas. Se sentía como una lengua humana, pero más grande y más húmeda. Quizás no tan cálido.
—Oh, mierda. Tú... – tuvo que recordarse a sí mismo que Reptile quería ser amenazado . —Será mejor que tu lengua sea tan buena como dices.
—Tu lo descubrirás. –
Reptile estaba produciendo mucha saliva, o lo que fuera que pasará con los Syzoth. Black podía sentirlo corriendo por el eje de su miembro, solo para sentir que la larga lengua recorría suavemente alrededor de sus pelotas. Se recostó, apoyando los codos contra la cama y abrió las piernas más. Ahora apenas pensaba en esos dientes.
—¿He mencionado que las amazonas tienen una articulación extra? –
Eso produjo un gruñido y luego un sonido obscenamente húmedo salió mientras la lengua larga de Syzoth perseguía arroyos de baba hasta su entrada. La sensación de ser examinado con cuidado, casi con ternura, hizo que la cabeza le diera vueltas y su propia respiración entrecortada llenara sus oídos. A ciegas alcanzó su propio pene, sus dedos se deslizaron fácilmente hacia arriba y hacia abajo por su resbaladizo eje. Ya estaba cerca del clímax.
—T-Tan pequeño- apretado. – se corrigió rápidamente Reptile. —Ss-si, apretado. El otro humano... Usó sus dedos. Jugó consigo mismo para que pudiera ver que estaba listo.
—Mmgh. – Erron apenas pudo contener su impaciencia. Envolvió una mano con fuerza alrededor de la base de su miembro y la estiró más abajo con la otra mano, abriendo más las piernas y retorciéndose para ponerse cómodo. Gracias a los esfuerzos de la lengua de Reptile, así como a su pegajosa saliva, pudo meterse dos dedos en su entrada fácilmente.
—Bien... – Reptile le lamió el muslo con aprobación, y luego su estómago. —No estarás demasiado apretado cuando termine contigo. Serás perfecto para mí. –
El deseo de correrse fue casi abrumador. Erron continuó acariciando su miembro, rápido y áspero, mientras metía y sacaba los dedos del su recto. Metió tres dedos y casi se corre solo de pensar en el tamaño de las puntas de Reptile. Sería imposible tomarlos a los dos a la vez, pero si pudiera...
—Esta cosa que tienes. Me distrae demasiado. – Reptile lamió el glande de su miembro y eso fue todo. Manchas negras bailaron frente a sus ojos mientras sus caderas se movían y el semen cálido y pegajoso brotaba por todo su estómago. Hubo un segundo o dos en los que no sintió nada en absoluto, y luego las ásperas manos del raptor estaban sobre él, dándole vuelta.
—Eso es mejor. Será más fácil ahora. – la cama se hundió dramáticamente cuando Reptile se posicionó entre sus rodillas. —¿Estás seguro de que todavía quieres hacer esto?
—Oh. Sí. – sus huesos podrían estar parcialmente líquidos, pero Erron Black estaba muy seguro de lo que quería. Se apoyó sobre manos y rodillas, su pecho palpitaba. La textura áspera de la piel de Reptile contra la suya fue una revelación. —Hazlo. No puedo soportarlo.
—Ahhh. Qué buen y pequeño humano.
—No me llames... – las palabras se evaporaron en su garganta y se olvidó por completo de lo que iba a decir. Reptile estaba empujando su apéndice inferior hacia él, resbaladizo con su propio lubricante natural, pero aún mucho más grande que cualquier cosa que hubiera tenido dentro de él antes. No estaba fanfarroneando sobre la amazona. Pero no habían hecho esto.
Respiró rápido y exhaló, tratando de obligar a su cuerpo a relajarse. Como distracción, se concentró en la punta superior, apoyada contra su coxis, hinchada y secretando aún más lubricante. El Saurian empujó un poco más hacia adentro y ambos apéndices se convulsionaron repentinamente. Era una sensación muy extraña, pero a juzgar por el gemido entrecortado que soltó el reptil, también era una buena señal.
Black retrocedió un poco, sintiéndose lleno pero menos incómodo.
—¿Cómo vas? – dijo con voz áspera. —¿Mejor que tu Kashian?
—Uhh... Erron... – la voz de Reptile era lenta y casi suave. —Si fueras uno de los míos, te mordería. Ese es el mejor cumplido que puedo dar.
—Oh, carajo. – Las puntas convulsionaron de nuevo. El de arriba segregaba lubricante tan rápido que goteaba por su espalda desnuda. —¿Puedes hacerlo sin romper la piel? No quiero una infección de este lugar.
—Sí. – Su peso cambió, presionando a Black mientras el borde irregular de sus dientes raspaba su omóplato. —Abajo, boca abajo. La hinchazón comenzará pronto. – el castaño se relajó, ahogando un grito ahogado cuando las púas se contrajeron y la que estaba dentro de él comenzó a hincharse.
—¿Cómo... Uh- ¿Qué tan grande se pone?
—No lo suficientemente grande para lastimarte. – Reptile volvió a pasarse los dientes por la espalda y Erron se estremeció. —Eres tan bueno en esto... Ojalá pudiera marcarte y mantenerte conmigo por cada frase verde. – su miembro bulboso estaba innegablemente hinchado ahora, estirando aún más las paredes internas de Erron y haciéndolo sentir ridículamente lleno. Black cerró los ojos y se centró en su respiración. Dentro y fuera. Dentro y fuera.
Luego comenzó a latir, una sensación lenta y rítmica que fue acompañada por suaves gruñidos de placer del Saurian. Parecía que el final estaba cerca.
A Erron se le ocurrió, demasiado tarde, que debería haber preguntado qué quería decir exactamente Syzoth con "semillas". Sintió la liberación, y luego dejó escapar un jadeo áspero cuando su recto se llenó de lo que parecían pequeñas esferas suaves.
—¿Acabas de... Acabas de poner huevos en mí? –
Reptile solo gimió y retiró el apéndice flacido.
—¿Qué- – Erron intentó de nuevo, pero sintió que el otro miembro empujaba su trasero, y de alguna manera había olvidado que se había ofrecido voluntario para hacer esto dos veces. — ¡Carajo, no!. ¡Haagh!. – la sensación de la segunda punta empujada junto con las pequeñas protuberancias de goma casi lo destruye.
Habría jurado que era demasiado pronto para volver a ponerse duro, y sin embargo...
—¿Puedes... Puedes moverte un poco más? ¿Solo hasta que estés dentro?
—¿Cómo esto? – Reptile empujó sus caderas y Errom le mordió la mano para evitar hacer un ruido mucho más fuerte del que podría hacer en un lugar como este.
—Ahh , sí. ¡Sigue!
—Síss, eso es bueno. – la voz del zaterrano volvió a convertirse en un gruñido juguetón. —Tienes un trasero tan pequeño, pero te voy a llenar aún más. Estarás tan lleno de mis semillas que no podrás moverte, y entonces tal vez lameré ese pequeño y bonito pene tuyo un poco más. –
Sus palabras se cortaron abruptamente cuando la hinchazón se apoderó de él, y Erron empujó frenéticamente su mano hacia el estrecho espacio entre su cuerpo y la cama. Se corrió de nuevo justo cuando comenzó el pulso y gimió con un alivio casi doloroso cuando Reptile vació una segunda carga en él.
Cuando salió del delirio del orgasmo, estaba de lado, y Reptile estaba acurrucado alrededor de su espalda, lamiendo su cuello.
—Me ssiento mucho mejor. Eres una buen compañero.
—¿Huevos? – preguntó Erron, incapaz del todo de formar una frase en torno a su indignación.
—¿No llevas las semillas de tu especie?
—Así no. – Erron se retorció. —Realmente necesito expulsar esta mierda.
—Sí, es mejor liberarlos antes de que puedan crecer. –
Se dio la vuelta y le dio otro cazarrecompensas una mirada sucia. Estaba bastante seguro de que los humanos y los zaterranos no podían cruzarse, pero no lo suficientemente seguro como para correr riesgos. Y de todos modos, necesitaba urgentemente una ducha.
—Carajo. – gimió mientras se sentaba. —Arruinamos esta cama con la mierda que expulsaste. Haz algo con estas sábanas mientras limpio, ¿De acuerdo?
—¿Qué se supone que haga con ellas? ¿Quemarlas?
—Si puedes hacerlo sin llamar la atención, me harías a mi y a cualquier pobre diablo que alquile la habitación después un favor. – se oyó un sonido rasgado mientras se levantaba, y se dio la vuelta a tiempo para ver a Reptile metiendo un trozo de la sábana en la parte delantera de su traje que le había robado a un soldado Terrano.
—Sólo un pequeño... Recuerdo. – respondió el zaterrano. —Recuerdo lo que dijiste. Sobre contárselo a alguien.
Erron lo miró a los ojos.
—Quise decir cada palabra. Incluyendo esa mierda. –
Syzoth asintió.
—Vuelve al trabajo ahora. Kano pudo quedarse ahí pero no sabemos si Zeus o Tasia han salido a patrullar. El general quiere que no perdamos el rastro.
—Sí, si. No me lo repitas. Tengo suficiente con la carga de Kotal sobre mis hombros y ahora lidio con la tuya para no tener huevos o lo que sean. Lo que menos quiero ahora es tener también que lidiar con Kano y sus perros. – su mal juego de palabras hace que Syzoth suelte constantes gruñidos, como si fuese una risa que pronto se contagia a Erron.
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