Drabbles
—¿Entonces eso es todo? ¿Voy a hacer un maldito trabajo por ti y de repente decides tirar todo por la borda?– Stryker apretó los puños mientras miraba al mercenario que estaba frente a él.
Kabal se rio entre dientes y sacudió su cabeza, cruzando los brazos.
—Ya no te necesito, Kurt. Para mí, eras solo un activo prescindible. Nada mas. –Para el rubio, esas palabras se sintieron peor que un disparo directo al corazón, y vaya que recibió varios.
—No es lo que me dijiste antes...
—Oh, por favor. No intentes atraparme con esa mierda del amor.
—¡Amor era la palabra que usabas cuando estábamos solos! Estaba bien sin que nadie más lo supiera. Pero si no fue honesto, eres una mierda más grande de lo que pensaba.– Stryker intentó luchar contra las lágrimas que se formaban en sus ojos. —Pasé por tanta mierda tratando de hacer todo lo que querías que hiciera. Puse mi trabajo en juego por ti. ¿¡Y este es el agradecimiento que recibo!?
—Es un trabajo ingrato, Oficial. Supéralo– Kabal se giró para alejarse del policia, su espalda se erizó de molestia cuando Stryker habló de nuevo.
—Así que nunca me amaste. Yo solo... ¡Tú me usaste!
—Lo hice.– El mercenario se dio la vuelta y caminó hacia el hombre ligeramente más bajo y se inclinó para llegar directamente a su cara. —Cada vez que dije que te amaba, ese fue solo otro método para mantenerte interesado. Cada vez que te abracé, fue solo para fortalecer mi fachada. Cada vez que te cogí... Bueno, ya sabes. Puede haber sido un un beneficio mutuo, pero no significó nada. Como dije, supéralo.–
Las lágrimas finalmente se derramaron por los ojos del hombre. Apartó la mirada, mientras apretaba sus dientes al igual que sus puños.
—Entonces, ¿Por qué demonios sigues aquí?
—Porque disfruto verte sufrir.
—¿Seguro que quieres irte? Podrías... Hacerme sufrir todo lo que quieras.
—Buen intento.
Kabal se alejó de Stryker, dejando al oficial de la SWAT solo en sus pensamientos y recuerdos de lo que una vez hubo entre ellos, ahora manchado por la verdad. Kabal no lo quería de regreso; nunca lo había querido en absoluto.
•●•
Li Mei se retorció en los brazos ajenos, gimiendo desesperadamente mientras envolvía sus brazos alrededor del cuello del rey dragón, sosteniéndolo contra el mientras este lo molestaba con un hermoso tormento.
En el mismo momento, el emperador no estaba tan lejos como el defensor de Sun Do, estaba atrapado en su propio sueño. Ver al hombre reaccionar a cada estimulación le estaba dando su propio placer. Los outwolders eran tan fáciles de complacer, de asombrar, y sus reacciones al recibir el favor llenaron de orgullo al dragón. Sin embargo, esto era más que su benevolencia habitual. Amaba a Li Mei. Quería llenarlo, sentir su calor. Experimentar hacer el amor de una manera en la que no había...
¿Cuánto tiempo había pasado?
Onaga hizo una pausa por un momento, con los ojos ligeramente vidriosos. Milenios, seguramente crones. Se acordó de una figura. ¿Otro dragón como el? ¿Una sacerdotisa? ¿Un Outwolder? Alguien, sí, pero las características, las circunstancias, la ubicación, se habían ido de sus recuerdos. Enterrado en algún lugar de las arenas del tiempo.
—¿Onaga?– El mencionado parpadeó, mirando la expresión preocupada de su amado. Abrió la boca, dejando que la piel del cuello del hombre respire. —¿Pasa algo?– preguntó.
—No es nada.– dijo el.
Algún día, esto también se perderá para el. Algún día, en este momento, este hombre hermoso y su placer que llenaban su ser como música para sostener el alma.
Se habrá ido
•●•
El dolor lo despertó. A veces, era el clima impredecible al final de las estaciones. Otras veces, el se estremecía de sueño sin razón aparente, quizás el peso de sus hombros ya encorvados contra el dolor. Cualquiera que sea la causa, había poco que pudiera hacerse, además de acostarse boca abajo en su cama y esperar, cuidando de que nada más que aire tocara sus cicatrices. Ninguna magia podría tocar estas heridas, no sé recuperaría a como alguna vez lo hicieron. Sin tónicos, sin brebajes herbales, ni ungüentos, nada mágico o mundano. Los dioses antiguos solo sabían que su padre y emperador había intentado cualquier cantidad de curaciones, la suya, la de otros, tanto dentro como fuera del Mundo Exterior. Maldecía en alto el que haya matado al hechicero sin pensar que sus hijos postizos necesitarían de su magia para poder curarse. No ha habido nada en las semanas posteriores al robo de su magia sangrienta.
Misma que le daba gran parte de su fuerza vital para vivir, luchar y subsistir.
Sus músculos se contrajeron dolorosamente fuerte y su respiración quedó atrapada en su garganta. El se levantó sobre sus codos, su columna vertebral se arqueaba en un esfuerzo por seguir moviendo los músculos. Si bien nada podría compararse con la primera agonía de despertarse sin su magia, días como estos se acercaban. Recordaba los músculos cortados con hierro y como intentaron mover y abrir su piel que ya no estaba allí para llegar a sus arterías para ser drenada de su magia y su sangre; cada movimiento es agudo y abrasador. Las articulaciones vacías le dolían, el dolor envolvía sus hombros y costillas como un vicio. En los peores días, podía jurar que todavía estaban allí, que podía sentir la sangre de sus enemigos palpitar en el cuerpo de otros, sentir el goce de la sangre contra su piel desnuda.
Sus músculos se calmaron, respiró hondo y temblorosamente, volviendo a caer sobre su estómago con fuerza y sintiéndose más débil. Sus almohadas estaban mojadas por las lágrimas que se habían escapado, y las mantas estaban húmedas de sudor. Su labio estaba en carne viva donde lo mordía con fuerza por el dolor que cubría toda su existencia, y se estremeció en el aire fresco de la habitación. Había poco más que pudiera hacer, dejarlo solo con sus pensamientos. Odiaba días como este.
Odiaba a Salazar.
Se odiaba a sí mismo por amar y confiar ciegamente en ese maldito mercenario.
•●•
—Sabes que nunca podría ser rey. –
El hombre de azul se volvió sobre talones para mirarlo, su cabello largo y suelto forma una espesa cascada colgaba más allá de la blancura de sus hombros desnudos. Sus pestañas están cubiertas de lágrimas no derramadas y la vista desgarra su corazón como ninguna otra cosa, este dolor lento y exquisito de querer algo tanto dentro como fuera de su alcance al mismo tiempo.
—Puedes vestirme con túnicas y capas, pero no cambiará quien soy.
—¿Y quien eres tu?– reflexiona, como en un sueño.
—Un terco orgulloso. Un shaolin. Un hombre indigno del amor de un emperador.–
El Edeniano desliza sus dedos por el pecho del hombre y sonríe inesperadamente.
—¿Eso es lo que eres?
—Escucha... Sabes que nosotros–
Esta vez es callado por un beso. Lo ha besado varias veces durante la noche y todavía lo hace sentir como si lo estuviera ahogando.
—No sé nada.– le dice cuando se separan. —Tampoco tu. Pero si crees que puedo dejarte ir después de todo lo que hemos pasado, estás equivocado.
El hombre mira a su mayor y siente su corazón en su garganta.
—Emperador, yo-–
—Cásate conmigo, monje shaolin.– dice el, dejando sus dedos en sus labios ajenos. —Terco orgulloso. Shaolin. Tú que crees que eres indigno del amor de un emperador. Deja que la gente decida qué hacer contigo.–
Sus ojos son feroces, pero sus dedos tiemblan. Esto, más que nada, le dice que él no es el único inseguro y aterrorizado, y esto , más que cualquier otra cosa, es su respuesta.
—Está bien.– dice y toma su mano. Es pequeña pero no suave, rugoso en lugar de blanda. La mano de alguien de la realeza.
—¿De verdad?– Una sonrisa aparece en su rostro, pequeña pero esperanzada. —¿Harás esto conmigo?
—Si realmente me aceptas.– Su voz también tiembla, pero su calidez le da fuerza. —Voy a hacerlo.–
Entonces el se ríe y lo besa. Pueden hacer esto, piensa. El Edeniano azul es, como siempre, una flor que florece en la nieve. De voluntad fuerte. Hermoso. Suyo.
•●•
Okey. Según yo, los drabbles deben tener menos de 500 palabras, corríjanme si estoy mal. Planeaba hacer mucho con estos y llegarlos a hacer un capitulo completo, pero literal no me dio para mucho. No se, el ultimo iba a ser muy distinto porque yo quería tratar mejor el tema de la muerte pero no tengo ganas de que alguien vaya a llegar a decir que todo es triste, aunque ya nadie lea esto.
Y ya, yo tengo mis piernas paralizadas así que hasta que no las pueda mover sera que suba todos los demás capítulos y los dos pedidos que me faltan para empezar de nuevo con las peticiones.
Bye.
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