All men are created equal♡

Era un joven muy indisciplinado.

Un rebelde sin causa, como solían llamarlo los monjes del Loto Blanco.

Tenían que corregirlo antes de que pasará algo peor.

Sus padres siempre habían dicho que criarlo había sido un problema; no seguía las reglas, contestaba de manera sarcástica y grosera (tanto a mayores como a sus hermanos), era un buen mentiroso y un ladrón muy listo.

Actitudes que se suponía que no debía tener.

El linaje del Gran Kung Lao no tenía por qué mancharse con un desobediente niño como Kung Jin, toda su familia se preocupaban por su comportamiento.

Incluso su primo Kung Lao.

Era un desastre andante.

Una verdadera alma indomable.

Todos sabían que los niños hacían travesuras y una que otra maldad, todos a la edad de 7 años asustamos a nuestros padres, todos escalamos un árbol o nos raspamos las rodillas.

Esconderse bajo la cama y apagar las luces eran diabluras que todo el mundo había hecho ¿acaso había algo malo en eso? No, por supuesto que no lo era.

Fue cuándo empezó a entrar en la pubertad –siempre había sido un niño travieso, le gusta gastar bromas a los monjes– y los demás niños del monasterio comenzaban a ser adolescentes.

Sus "bromas" subían de nivel.

Era un joven realmente molesto y fastidioso.

Había otros muchachos de su edad que eran educados y con gusto aceptaban las enseñanzas de la Academia Wu Shi; a la edad de 15 años los jóvenes tomaron su responsabilidad como futuros monjes y ayudantes en el cuidado y protección de la Tierra.

Ni siquiera quiso entrar a la Academia, prefería seguir con ese libre albedrío descontrolado y reacio que lo caracterizaba.

Pero con un demonio del Netherrealm, ¿qué mierda debía probar Kung Jin?

¿Qué tenía las suficientes bolas para entrar al Templo del Cielo, robarle al mismísimo Dios del Trueno y protector de la Tierra? Bah, eran idioteces de un usurero novato.

¿Hacerles frente a los peligros del Outworld? Eso podría hacerlo cualquiera con al menos dos neuronas funcionales.

¿Ayudar en la derrota de un dios corrupto? Solo bastaba con estar en las Fuerzas Especiales.

La que en verdad movía a Kung Jin a hacer todo lo que había hecho era para crearse reputación.

Era un... Acomplejado.

Sí, era así.

Recuerda como el primer día de entrenamiento vio a todos esos muchachos, fuertes y orgullosos.

Él estaba tan emocionado por entrar a la Academia. De todas formas, solo le quedaba un año para entrar formalmente al monasterio.

Seguía a todas partes a los mayores, incluso cuando entraron a las duchas.

Fue cuándo notó algo.

Su falta de... Virilidad.

Él nunca lo había visto de esa forma, mostrar su valía como hombre y siempre había visto normal que su hombría fuese tan corta.

No era algo que le afectara.

Al menos no lo fue hasta ese momento.

Los demás muchachos no tenían casi tres pulgadas y media, tenían una mayor longitud y grosor.

Su padre y demás familiares poseían penes de un tamaño aceptable.

A partir de ese momento comenzó a cuestionarse si era normal aquello, sí sus amigos no se burlarían.

Se obsesionó con ello.

Entró en una etapa de frustración, se sentía estropeado, como si estuviese roto.

No había nada que le animase.

Estuvo solo todo el tiempo que quiso, no se sentía listo para salir y hablar de su... Problema.

Era nefasto.

No quería que nadie se enterará.

Tal vez era algo estúpido, pero, era su orgullo el que estaba en juego.

Y siempre fue orgulloso.

Su humor era notorio y tuvo como víctimas a otros hombres.

Gastaba bromas pesadas a otros muchachos.

Soltaba su rabia de esa forma.

Estaba resentido, sentía que el mundo le debía algo.

Incluso cuando llego a las F.E. se portaba de la misma forma.

No le importaba de que rango fueran los agentes, era un completo idiota.

Había algunas excepciones –como el padre de Cassie, ese hombre era un inocente muy tonto, además era bastante guapo–, ni siquiera obedecía la autoridad de la Comandante Blade o Kenshi.

Y eso había sido un gran problema; Sonya era una mujer recta y ruda con la menor provocación de Kung Jin ella lo pondría en su lugar a base de golpes, el espadachín Takahashi era al menos un poco más comprensivo en eso, también le molestaba la actitud pedante del Shaolin, pero después de algunas llamadas de atención y no recibir una respuesta positiva este simplemente usaba una sutil amenaza con Sento y su telequinesis.

Y por supuesto, le funcionaba.

Pero no siempre era así.

A veces había otros tenientes que debían enfrentarse al "buen humor" de Kung Jin.

Era un martirio, a veces ni sus compañeros de equipo lo soportaban.

Hasta que a la rubia se le ocurrió algo.

Nunca había visto a un soldado indisciplinado en las filas de su antiguo comandante, sin embargo, este estaba retirado.

Aunque con ayuda de su ex esposo y Jacqui no fue difícil.

El Comandante Jackson Briggs estaba de vuelta a las Fuerzas Especiales.

Kung Jin ni le importó la noticia cuándo Cassie le dijo que el tío Jax había regresado al trabajo.

Pero tomo importancia cuándo el moreno llegó por detrás en silencio y lo abrazó por los hombros.

Jax era increíblemente alto y muy musculoso, aun con su uniforme podías ver perfectamente sus músculos.

–Así que este es el niño –lo apretó contra su cuerpo, riéndose.

Su voz era grave, era todo un hombre el que estaba a su lado, su rostro comenzó a tomar un color rojizo.

Los demás Kombat kids reían por la reacción del chino.

Ellos sabían muy bien de las inclinaciones de su amigo, nada nuevo, a decir verdad, pero nunca lo habían visto sonrojarse al estar cerca de uno de los agentes de la base, de hecho, nadie de ahí le llamaba la atención.

–Ya, ya no se burlen–sonreía de una manera que le hacía temblar las rodillas a Kung Jin–. Será mejor que ustedes recen por él, desde ahora va estar bajo mi mando.

El joven no pudo procesar ninguna de las palabras del moreno por que intentaba que su pene no se endureciera.

El señor Briggs era muy grande, claro que lo había visto antes e incluso habían cruzado una que otra palabra.

Realmente no le había prestado atención antes.

Pero ahora...

–Cuídalo bien tío Jax –se reía la rubia.

Los monjes tenían una voluntad de acero, debía aguantarse.

En sus pensamientos solo estaban las palabras "que no se te pare, que no se te pare" repitiéndose como un mantra.

Ya estaba sudando incluso, su corazón latía rápidamente.

Sí, a Kung Jin le gustaban los hombres.

No cualquier hombre por supuesto.

Le gustaban esos hombres que olían a cigarrillo y pólvora, esos que tenían músculos y carácter fuerte, le gustaban los machos; Jax era ese tipo de hombre.

Pensándolo bien, nunca antes se había dado cuenta.

–Bueno, si nos disculpan –la fuerza de Jax era increíble, sin mucho esfuerzo lo hizo caminar hacia otro lado–. Este niño y yo tenemos asuntos pendientes.

Las chicas seguían riéndose aun cuando el hombre de brazos metálicos se fue con el Shaolin.

El único que no se reía era Takeda, quién mostraba un semblante avergonzado junto a un leve rubor.

Lo había ha escuchado.
Lo había escuchado todo.



• ● •



Jax era un hombre de una voluntad firme, era un hombre recto, flexible en asuntos del hogar, le gustaba mucho hacer un buen trabajo.

Era un modelo a seguir en pocas palabras.

El joven Shaolin nunca lo había notado de ese modo.

Y ahora que el Comandante Briggs lo entrenaba se daba cuenta.

Lo alejaron de su equipo y se la pasaba solamente con el moreno.

Algo que comenzaba a fastidiarlo.

No porque ya no siquiera entrenar para volverse aún más fuerte.

Sino porque al final de los entrenamientos se queda con él, hablando.

Y mientras más pasaban los días Kung Jin sentía un poco más de atracción.

Ya no solamente física, había algo en ese hombre que le gustaba, no solamente lo obstinado y fuerte que era... Supuso que Vera también sabía la respuesta.

Se sentía bien tener como "amigo" a un hombre mayor, pero, quería algo más

Kung Jin era rechazado por su familia debido a sus preferencias, a su pasado como ladrón y por ser molesto.

Jax entendía –o al menos creyó entender– que el joven asiático se portara de esa forma, a nadie le importaba Kung Jin.

Sus padres y familia le dieron la espalda años anteriores y solamente un Dios pudo devolverlo al camino correcto.

Briggs creí que solo necesitaba ser escuchado, comprendido, brindarle todo el apoyo emocional y físico que pudieran... Y eso era lo que estaba haciendo.

Ese muchacho tenía potencial y aunque fuese un imbécil, sabía que tendría una solución a ese comportamiento tan mierda.

Por ello cuando terminaba el arduo entrenamiento Jax lo invitaba a sentarse junto a él y hablar.

Incluso en sus días libres lo invitó a cenar en su casa.

¡En su propia maldita casa!

Ceno juntó a Vera y Jacqui, rieron en la cena y una noche se quedó a ver películas hasta que Fujin fue por él.

Y algo que no estaba admitiendo en voz alta.

Es que le gustaba cada día más ese hombre.

Solamente había tres personas que sabían eso.

O al menos lo deducían.

La primera persona era Takeda: algo que lo dejo mudo por unos días con el padre de su novia.

La segunda era Fujin: el dios del viento era muy intuitivo (aún más que su hermano) y notó rápidamente los ojos enamoradizos del Shaolin.

Y la tercera: el mismo Jax.

No era estúpido.

Escuchaba esos suspiros, esas miradas cargadas de sentimiento.

No quería lastimar a Kung Jin.

Tenía esposa y su hija era su amiga.

Pero hubo algo que le llamó la atención cuándo entro a las duchas del cuartel.

Estarían vacías a esa hora, ya que Kung Jin ahuyentaba a cualquiera que estuviese ahí y nunca entraba cuando había personas cerca.

Ese día había llegado tarde por completo al entrenamiento especial del arquero, encontrándolo en las duchas.

Entró para darle un sermón, no había hecho ningún ruido hasta el momento que grito su nombre con furia.

Aquello asustó al joven que sin pensarlo dos veces se giró hacia Jax, su cara era de espanto.

No es que el moreno no hubiera visto un pene antes, es decir, él tiene uno.

Lo qué le sorprendió en verdad, es que fuese... Tan pequeño.

Tal vez era tan largo como su índice.

Kung Jin del shock y la vergüenza no había tomado una toalla, solo se quedó de pie mirando al militar con un semblante asustado.

Jax sacudió la cabeza después de unos segundos, murmuro algo y salió.

El moreno no podía sacarse de la cabeza.

Unas horas después incluso fue a revisar en sus expedientes médicos si Jin no tenía problemas, interrogó a Sonya –en una charla algo incómoda por parte de la rubia, no entendía que tenía que ver eso con el mal comportamiento del asiático– e incluso terminó hablando con los padres adoptivos del joven; Fujin y Raiden.

Raiden estaba ocupado en ese momento por lo que solo pudo hablar con el dios del viento.

Quién le explicó de manera amable y calmada de la situación del arquero.

Estuvo una semana entera googleando sobre la microfalosomía, estaba simplemente... Sorprendido.

Pero Kung Jin lo estuvo más cuándo Jax al acabar el entrenamiento se le acercó y le pidió algo que no creía que escucharía.

Si bien ninguno habló de lo que sucedió en las duchas, había aún seguía ese "asunto pendiente".

El joven creyó que mientras bebían agua en el solitario gimnasio, escucharía preguntas incómodas por parte del hombre mayor.

Sin embargo, eso no paso.

En su lugar, paso algo totalmente distinto.

–¿No quieres acostarte conmigo?

La pregunta desinteresada cuando Jax le extendía una botella de agua lo dejó prácticamente en shock.

Tardó unos pocos segundos en reaccionar, mientras que su rostro mostraba un leve color rojizo.

Claro que quería, se había masturbado pensando en lo bien que se sentiría meterse el falo duro de Jax a la boca.

Pero también había que ser realistas.

Él tiene una esposa y una hija.

Felizmente casado y le gusta ser padre.

Ama a Vera mucho –cuándo ha ido a cenar puede ver ese amor incondicional y siente un poco de celos pues también quiere eso–, se preocupa mucho por Jacqui como cualquier padre lo haría; es la princesa de papá, aunque la chica suele llamarse a sí misma como "la soldado de papá".

No sabe si es una trampa, si el mayor está jugando con él o qué mierda sucede.

Pero antes que pueda responder o decir algo, Jax vuelve hablar.

–¿No quieres acostarte conmigo? –vuelve a preguntar, sentándose a su lado mientras abre la botella de agua que anteriormente le ofreció a Jin.

Da un largo trago, esperando pacientemente la respuesta del joven asiático.

–No cree que... Es algo repentino.

Logró decir con duda.

–Es una pregunta que debes contestar con "sí o no", no es tan difícil niño.

–Supongo que sabe la respuesta –contraataca con un tono de voz similar al que usa siempre, un jodido altanero–. Por que cómo sabe en el artículo diez de la segunda parte del...

–No lo volveré a preguntar –interrumpe serio.

Kung Jin lo miró a la cara, listo para gritarle y mandarlo al Infierno –porque si estaba enamorado, pero no iba aceptarlo tan fácil, es muy orgulloso–pero, simplemente no pudo.

Las facciones de Jax, marcadas, con los ojos oscuros brillantes; una mueca en la boca que no admitía para nada una negativa.

Mierda... ¿cómo decirle que no?



• ● •



No podía creer que lo harían.

Estaban en el granero, se suponía que hoy estaría en la Academia para un festival en Shanghái, pero no. En su lugar estaba desvistiéndose con rapidez porque en unas horas llegaría Vera con las compras de este mes.

La excusa para que Kung Jin estuviese ahí era que el joven deseaba experimentar un día en el rancho de los Briggs, su actuación llena de fanfarronería acerca de lo fácil que era la cosecha habían dado frutos y aunque los dioses hermanos lo amonestaron por "burlarse de un arduo trabajo" aceptaron que faltase al festival para irse junto al comandante.

Y para ser sinceros, todo eso le excitaba.

Le excitaba de sobremanera la peligrosidad de esto.

Había tenido unos encuentros con otros sujetos, pero ninguno era casado.

Jax había lanzado su camisa pues el suelo del piso estaba lleno de paja y heno.

Ni siquiera vio alguna vaca o cerdo, pero no podía importarle menos.

Se había quedado desnudo por completo –con excepción de sus botas, no quería pisar algo asqueroso la verdad– y no se contuvo a esperar a que el moreno se quitase los pantalones.

Se lanzó a capturar sus labios.

Estaba desesperado, necesitado.

Kung Jin no se podía contener, quería su premio ya.

Es un buen chido, hizo su tarea.

Los labios de arquero son suaves pero el toque de sus manos es firme, las palmas de sus manos presionan el pecho desnudo del moreno; el tacto lo vuelve loco, es algo que le gusta.

Sus pectorales son grandes, perfectos.

Lo hacían babear.

No perdió más el tiempo y dejo que sus manos vagaran por el torso desnudo del hombre mayor.

Se siente desesperado, como si al soltar a Jax este se fuese a ir para nunca ser alcanzado.

Pero no se espera para nada que los brazos metálicos del hombre lo tomen con fuerza de los glúteos, levantándolo y obligándolo a rodear su torso con las piernas.

Toda esa acción lo excita más y más.

Siente como su pequeño pene se erecta, sonríe entre el beso.

Se ve que está desesperado, pero Jax lo está más.

Los besos le quitaban el aliento al joven asiático que gemía sin parar, pronto las manos del Shaolin viajaron hasta la espalda del mayor, acariciando con anheló.

Daba la impresión que le gustaba este tratamiento más de lo que quisiera admitir.

Los labios del mayor tenían un sabor a ceniza que lo volvía loco –ya que él no fumaba– y aún más cuándo Briggs descendió por su barbilla dejando un rastro de besos.

Al llegar a su cuello no pudo evitar jugar con la carne de ahí, lame suavemente, solo para descubrir que ese es uno de los puntos débiles del arquero.

Tiembla de pies a cabeza y su rostro se deforma en una mueca de lujuria con los ojos encendidos en deseo puro.

Todo eso influye en Jax, quién siente como su verga pide salir de sus pantalones y profanar el culo Kung Jin.

Pero no tiene tiempo ahora, en su lugar reparte una serie de besos y chupetones –no en el cuello, no quería que fuese tan evidente– alternando el cuello y los hombros del altanero Shaolin.

Las uñas del arquero se clavan son fuerza en la espalda del moreno, rasguñando y sujetándose –sentía sus extremidades temblar, creía que iba a caerse–con fuerza.

Jax debe admitirlo.

Está orgulloso del joven que está haciendo, muy aparte de que están teniendo relaciones sexuales, la fuerza de Jin ha ido en aumento, todo gracias al entrenamiento.

Sin embargo, ahora también es él quién se siente pesado y con rápidos reflejo deja al arquero sobre su camisa en el suelo.

Jadeando, pensando en lo duro que se ha puesto su verga en cuestión de minutos.

Kung Jin sonríe, tiene algunos cabellos pegados al rostro y una fina capa de sudor le hace ver la piel brillosa.

–Ah...

El moreno le devuelve la sonrisa y se inclina a besarlo.

Una mano metálica baila arriba del ombligo del joven, produciéndole una extraña sensación que lo hace reír.

Mierda, realmente no se había sentido así con nadie.

Espera no sea la última vez que tengan este tipo de encuentro.

Pero ya los labios de Jax no lo besan, está vez planta besos raudos sobre el cuello de Jin, entre sus pectorales y su abdomen bien formado.

Siente un cosquilleo, cerrando los ojos mientras murmura un montón de maldiciones en mandarín.

–¡Nghh, sí!

El mayor solamente sonríe, aún falta algo.

Con delicadeza abrió las piernas del más joven, sí, esto era lo que estaba esperando.

Era un falo pequeño, el vello había sido recortado por completo y le daba un aspecto infantil pero esa boca floja de Jin denotaba una madurez. Un contraste bastante... Exótico.

Jax no perdió más el tiempo y de un solo bocado tenía todo el sexo caliente y húmedo del arquero en la boca.

Su lengua jugó con los testículos del Shaolin, mientras que la cabeza del pene tocaba su paladar, frotándose juguetona.

–¡Aaah, aah!

Gritaba a todo pulmón, entrecerrando los ojos debido a la presión.

Eso había sido tan... Mierda no tenía palabras, solo podía gritar y gemir como animal.

No sabía qué hacer y aún menos sabia a dónde mirar, se sentía débil en especial cuándo el moreno lo levanto por los glúteos teniendo así todo el control sobre el más joven.

–¡Nghh, J-Jax!

Exclama con el pulso se acelera cuándo siente las pesadas manos metálicas del moreno apretujar con fuerza sus nalgas, una se mueve con lentitud hacia su hoyo, amenazando con entrar.

Kung Jin se arquea contra el cuerpo del azabache, se muerde la lengua en un vago intento por dejar de gritar.

Pero es cuando la hábil lengua del Comandante recorre su longitud, lamiéndolo como su fuera una paleta.

Jax se saca de la boca el pequeño pene, para darle el espectáculo más erótico de todos.

Lamiendo repetidas veces su falo, Kung Jin lloró de la excitación; un par de besos fueron repartidos entre su zona pélvica y el interior de sus muslos.

–N-no... No aguanto... Nghh.

Murmuraba entre gemidos, la sensación de su pronta eyaculación lo hizo erizar todos los vellos de su cuerpo.

Tan cerca.

–¡Aa-aaah!

Gritó en liberación dejando que su semilla manchara el rostro del mayor.

Jax rió al ver el rostro enrojecido de Kung Jin, verlo avergonzado era legendario y aún más si sus expresiones estaban mezcladas con lujuria.

Con una mano recogió el espeso líquido blancuzco.

La mirada atónita del asiático lo excito aún más, sí, seguramente no se esperaba eso.

Pero bueno, no era nada del otro mundo.

–Bien, ahora es mi turno niño.

Lo dejo con cuidado sobre la prenda, mientras se arrodillaba.

Todo paso en cuestión de segundos, sin embargo, para el arquero fueron horas. El ver como se desabrochaba la hebilla del cinturón y se bajaba el pantalón junto a la ropa interior.

La verga era por decir menos, monstruosa. Era enorme, casi 10 pulgadas de largo y un grosor extremadamente antinatural, no entendía cómo iba a caber todo eso en su culo, pero ya vería.

Subió la mirada, solo para encontrarse con los orgullosos ojos de Jax. Así es niño, te encontraste con un hombre que tiene macrofalosomía.

Sabía que era grande y que era justo lo que el arquero quería.

–Tómalo con cuidado –estaba siendo considerado, no sabía que tanta experiencia tenía el más joven.

Jin simplemente hizo a un lado los cabellos rebeldes y se acomodó la coleta.

Miró curioso como el joven cerraba los ojos mientras respiraba profundamente, quizás era un verdadero reto.

En verdad es que no se esperó para nada ver como Jin volvía abrir los ojos y le sonreía, metiéndose todo su miembro a la boca.

Siendo sinceros no se esperó ver como Kung Jin metía toda su verga a la boca, moviendo su cabeza lentamente subiendo el ritmo progresivamente; tragaba como un profesional, lamiendo y chupando sabía muy bien que hacer para complacerlo.

Mierda ¿quién le había dado toda esa experiencia? No sabía si agradecer tal situación.

Pero bueno, no era momento de quejarse o pensar en ello.

Solo en disfrutar de esa buena mamada.

Lo tomó de la coleta, obligándolo a ir aún más rápido creyendo que quizás Jin no soportaría un nuevo ritmo, su sorpresa fue mayor cuando el joven aumento aún más la velocidad.

Por los dioses antiguos, ese sentía de puta madre, los escalofríos en su espalda y sus gruñidos de placer.

Jadeando y gimiendo por la hábil boca y lengua del arquero.

No pudo soportar más sintiendo como su semen se desbordaba en la cálida boca del asiático.

El arquero lo saco rápidamente de su boca, masturbando un poco más el miembro del moreno, disfrutando como las gruesas gotas de esperma adornaban su rostro.

–Dame con todo vieja gloria –rió el Shaolin, besando tiernamente el glande.

Jax sonrió, que broma tan más estúpida.

Pero no se podía enojar, Kung Jin se veía mejor así.

Lleno de su semen, con el rostro coloreado en rojo y sudoroso.

Sí, así le gustaba.

Le despeino el cabello, inclinándose a besarlo.

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