Prefacio

Los pasos apresurados resuenan en los vacíos callejones de la ciudad de New York, los pasos secos y resonantes hacen un gran eco, los suspiros forzosos y cansados salen de los labios de aquellas personas que ahora, corren en un intento desesperado por escapar. La mujer de tacones cortos apenas si puede hacerlo, si no fuera por la mano de su esposo sosteniéndola y guiándola hasta salir de aquel reducido espacio, quien sabe que sería de ella ahora.

Sus ojos son cristalinos por las lágrimas que amenazan con salir como torrente, amenazan con hacer que su vista se nuble en cuestión de segundos, está agotada de correr desde hace casi una hora. No se atreve a mirar hacia atrás, no cuando los tipos amenazan con aniquilarlos a toda costa.

Cuando el baldío llega a su fin, el hombre y la mujer paran en seco, sumidos por el miedo, con la incertidumbre de que las cosas no serán lo mejor que vivirán esta noche...

La sonrisa que domina el rostro de aquel hombre es grande, brillante, el cigarrillo que está en sus labios es abandonado de esa zona, sostenido por sus dedos expulsa el humo que yace saliendo por sus labios partidos.

Deja caer el cigarrillo al piso, pisándolo en seguida para después llevar su vista hacia ambos sujetos que lo miran con temor y horror, cuando te metes con el criminal más buscado de New York, pagas las consecuencias... Charlie Jolson, era el nombre del tipo más mafioso de todo New York, millones a su disposición, millones de clientes que le compraban toda variedad de drogas. Conocido por su fama de asesino, por su fama de ser un gran vendedor de anfetaminas y armas.

Dio un paso hacia adelante, el chasquido de sus dedos obligaron a los dos tipos que seguían a la pareja por casi una hora a sujetar a la pareja que se encontraba corriendo por sus vidas. El hombre forcejeaba suplicando que no le hicieran daño a su esposa, suplicando que no la asesinaran frente a sus ojos. Los obligaron a hincarse, los obligaban a ver al hombre calvo y robusto quien ya se encontraba fumando una vez más.

─ ¿Pensaron que podrían escapar de mí? ─el hombre habló en tono burlón, exhalo el humo con tranquilidad─ perdieron fuerzas, perdieron su jodido tiempo intentando escapar de mí.

Las lágrimas de la mujer resbalaron por sus mejillas como un torrente, el llanto entrecortado inundo el ambiente, inundo la zona silenciosa de un profundo lloriqueo. La mano de uno de los hombres que sostenían su cabello con fuerzas paro en su mejilla, nadie lloraba frente a Jolson, nadie lo hacía. El hombre que estaba hincado frente a su esposa no hizo nada al respecto, no mientras que Jolson tuviera a su grupo de matones apuntándoles con armas.

─Estoy esperando mi dinero Collins ─espeto el hombre con voz ronca y gruesa, el hombre de apellido Collins lo miro con piedad.

─Jo-Jolson... Por favor, necesitamos más tiempo...

─ ¿Más tiempo? No me hagas reír, Collins ─el tono de su voz es graciosa, una mezcla de un jugueteo profundo─ me debes bastante dinero Collins, no fue mi puta culpa que prefirieras comprarme drogas sin saber las consecuencias de lo que te pasaría a ti y a tu familia.

─T-te lo suplico... No tenemos dinero... No aun, no lo suficiente...

─No es mi problema Collins.

─...

─Muchachos, ya sabe qué hacer.

Uno de los tantos hombres cargo su arma, su sonrisa bobalicona jugueteo por unos instantes antes de colocar la boquilla del arma en la cabeza de la mujer. Esta solo bajo la mirada derrotada, este era su fin, el de ella y su esposo, sin contar la vida de su hija y su hijo. Los pasos de los demás pronto comenzaron a alejarse, Jolson solo se dio la vuelta con el cigarrillo en sus labios, dando un par de pasos secos y castos.

─Espera... ─el hombre hincado hablo con voz temblorosa, Jolson giró sobre sus talones mirándolo con arrogancia─ s-se cómo pagarte...

La mujer miro a su esposo con asombro, con un enorme alivio por acabar con aquel momento tan tenso.

─No tienes dinero Collins, ¿Cómo piensas pagarme?

─T-tengo dos hijos...

─Frank, baja el arma ─interesante, fue la palabra que cruzo por la cabeza de Jolson al escuchar esas palabras, el hombre delgado, pelo negro, blanco y atractivo bajo el arma con decepción total, Jolson camino hasta el hombre que ahora se encontraba arrodillado─. Te escucho, Collins.

─Mi hijo... Tiene nueve años... S-sé que te puede servir para muchas cosas Jolson... Aún más a tan corta edad...

La mujer mira a Jolson con piedad, este era parte del plan de aquella pareja, dar la vida de sus hijos a cambio de la suya...

─Tengo una hija... Está por cumplir los dieciocho... ─Jolson se hinco frente al tipo, su sonrisa grande se apodero de él en cuestión de segundos, su mano paro en el mentón de Collins sosteniéndolo con brusquedad.

─Nueve y casi dieciocho años... Vaya, pero que gran noticia me has dado...

─...

─Los quiero mañana en mi oficina Collins. Creo que, esa es la única forma de saldar tu deuda.

Collins solo lo miro, había vendido a sus hijos a costa de salvar su vida, Jolson se retiró caminando unos pasos hacia el tipo de nombre Frank.

─Sabes a quienes llamar Frank, se alegraran al saber que tienen una nueva compañera.

─Jolson, es una jodida niñata, por dios está por cumplir dieciocho ¿piensas que ellos se apiadarán de ella?

─Me importa una mierda si lo hacen o no. Les ayudara a conseguir el dinero que aquellos bastardos no pueden recuperar.

─...

─Llámalos, y diles que vayan mañana a la oficina a las once de la mañana. Ni un minuto más.

─ ¿Y qué harás con el niño?

─Lo mismo que con la chica... Pero, de una manera más divertida para él. Has lo que te pedí...

Frank asintió guardando su arma en sus vaqueros, se alejó por unos instantes dejando a Jolson con aquella pareja. Los miro de forma divertida.

─No habrá cambio ni devolución, Collins. Tus hijos me pertenecen a mí.

─ ¿Qué piensas hacerles?

─Eso ya no es de tu incumbencia. Linda noche.

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