Juntos

No se puede luchar contra el deseo del cuerpo, Ash lo aprendió esa noche que le hizo el amor a la princesa sobre su propia cama. El azabache amaneció ante los tenues rayos de luz que posaban sobre sus ojos. El azabache se reincorporó rogando que la noche de ayer haya sido un sueño, pero no le era. En realidad se había acostado con la princesa, le quitó la virginidad, la hizo suya.

¿Pero con que derecho? ¿Como llego a sentir tal deseo por la princesa? No pudo terminar de concluir esos pensamientos pues la princesa dormida en su hombro se despertó.

Serena: Buenos días.- le sonrió con alegría.

Ash: Buenos días, princesa. ¿Ha dormido bien?- le preguntó con mucha amabilidad y respeto.

Serena: Si, gracias. Mi valiente protector.- se acurruco más contra el pecho de Ash.

Ash: Princesa, ¿por que me pidió esto?

Serena: ¿Eh? Disculpa, pero fuiste tú el que me beso y tumbo en la cama para empezar.- le sonrió traviesa.

Ash: Me refiero a que por que me dirigió a su dormitorio en primer lugar.

La pelimiel sabía por que lo había hecho, era porque quería tener ese hermoso momento con Ash, su primera vez. Muchos hombres deseaban su cuerpo, sus labios, todo. Pero ningún hombre se había dedicado a conocerla y protegerla como Ash lo ha hecho. No había tenido esa unión con ningún otro chico que con Ash.

Le quedaba mucha vida por delante, pero su juventud fue marcada con ese acontecimiento que casi le hace perder la vida, pero Ash estuvo ahí para salvarle. Cuando el Charizard trato de arremeter contra ella, él estuvo allí para salvarla, incluso arriesgar su cuerpo por ella. Esas lindas palabras que le dijo Ash no podían estar más llenas de amor como Serena las sentía.

Serena: Te traje a mi dormitorio, porque quería entregarte lo que te pertenece.

Ash: ¿Eh?

Serena: Mi virginidad...... te pertenece.

Ash: Princesa, su virginidad le pertenecía al hombre con el cuál usted se casará. Al hombre que la lleve al altar a prometerle amor eterno. No a mí.

Serena:  Ningún hombre es capaz de prometerme amor eterno más que tú.

Ash: ¿Pero que dice, princesa? Cualquier hombre mataría por tenerla como mujer. Usted es hermosa, tiene unos sentimientos puros y dulces, siempre está dispuesta a ayudar a los del reino con sus cuidados.

Serena: ¿Y tú como sabes eso?

Ash: Es mi trabajo seguirle, soy su protector.

Serena: Eso lo confirma.

Ash: ¿Disculpe?- estaba extrañado.

Serena: Eso confirma que solo tú puedes ser mi esposo.- le sonrió.

Ash: Princesa Serena.

Serena: Los que han venido a pedir mi mano, solo venían con la intención de ser el hombre que me quite la virginidad. Después, iban a dejarme en casa mientras ellos hacían el amor con sirvientas o campesinas. Ninguno de ellos merece ser el hombre que se lleve mi virginidad. El mundo está lleno de avariciosos y creídos príncipes. Pero también lleno de hermosas e inteligentes mujeres, por eso, decidí que lo mejor era quedarme sola viendo como Kalm escogía a una de esas mujeres para ser su esposa. Creí estar toda mi vida condenada a alegrarme por la felicidad de mi hermano.

Al azabache esto le sorprendió, todo el tiempo él pensó que la princesa era una persona pura y simple. Que no se daba cuenta que el mundo estaba muy mal en cuanto a los compromisos de la realeza, pero ella sabía perfectamente lo que pasaba y era capaz de tomar sus propias decisiones. Hermosa, decidida, inteligente, dulce, cariñosa ¿que más podría pedir un hombre en una mujer?

Serena: Hasta que apareciste tú, me demostraste que no todos los hombres son malos. Tú eras diferente, me enamoré de esa singularidad que tenías. Hay muy pocos hombres como tú hoy en día, Ash. Te quiero para mí, te amo.

Ash: Princesa, ¿en serio piensa eso de mí? Me temo decirle que está equivocada.

Serena: Puedes mentirle a cualquiera pero no a la mujer que amas.

Ash: Yo...... yo no la amo.- se esforzó por sonar honesto, pero su corazón le decía lo contrario.

Serena: ¿En serio?- se acerco a los labios de su amado quedando a muy poca distancia y mirándolo a los ojos- Mírame a los ojos y dime una vez más que no me amas.

Su caliente cuerpo desnudo sobre él, su hipnotizante aroma, sus hermosos ojos azul cielo; era imposible  mentirle.

Ash: Te amo, Serena.- era la primera vez que la llamaba solo por su nombre.

La pelimiel sonrió y volvió a unir sus labios con su protector. Era un beso cariñoso, lento y amoroso; le encantó oír esas palabras salir de la boca de Ash. Después del beso, Ash se retiro del cuarto para que el día transcurra con normalidad. Tal vez, no debió ser de esta manera, tal vez debió esperar a estar casada con él para hacer lo de anoche. Pero ella no quería esperar a que su padre la casará con  un cretino, ella quería que tener ese hermoso momento con Ash.

Los reyes volvieron al día siguiente, por lo que Ash y Serena tuvieron casi ningún momento juntos ya que era difícil estar solos. Serena quería contarle a su padre que amaba a Ash y que si su familia quería que accediera casarse, que sea con él. En cambio Ash disfrutaba de tener el amor de su amada princesa, ya que no duraría para siempre.

Serena odiaba no poder tener momentos a solas con su amado. La pelimiel estaba duchándose  pensando eso. De pronto, se sorprendió de la privacidad y tranquilidad que se respiraba en el cuarto para bañarse. Era un lugar adecuado para estar pensando, relajarse y olvidarse de que el mundo existe. ¡Eso es! ¡Es perfecto! pensó Serena.

Al día siguiente, la pelimiel pidió desde temprano a Ash verla en el cuarto para bañarse. El azabache asintió y obedeció al ir más tarde. Ash llegó y entro rápidamente, creyó haber llegado primero. Pero no fue así, se encontró a la princesa en frente de él.

Serena: Hola Ash.- le sonrió.

Ash: Hola, princesa. Aquí estoy tal como me dijo.

Serena: ¿No pararás de llamarme, princesa?

Ash: Lo lamento.

La pelimiel se le acerco poniendo su delicada mano sobre una cicatriz que tenía Ash en su mejilla. El azabache se estremeció ante ese tacto. La pelimiel le dio un beso que empezó dulce y amable pero cuando empezaba a ponerse mejor, ella se separo. El extrañado azabache vio como Serena se alejaba de él y fue cuando vio que había una gran tina detrás de ella

Ash: Esa tina.

Serena no respondió en vez de eso, sorprendió al azabache cuando empezó a quitarse la ropa sin ninguna vergüenza. La pelimiel estaba totalmente desnuda, tal como Dios la trajo al mundo, frente a un azabache sin palabras. La pelimiel adoraba como su protector veía sus atributos con esa impresión. Se le acerco y volvió a poner su mano en la cicatriz.

Serena: Te amo, ternurita.- le sonrió dándole un beso sobre la herida cicatrizada. 

Después, la princesa se camino a introducirse en la tina, dándole una placentera vista a su protector de su trasero desnudo. Se introdujo en la tina y empezó a disfrutar de su baño. Se introducía una y otra vez en el agua, se veía como una hermosa sirena, de esas que hablan las historias de los campesinos del reino.

Ash: ¿Que tal esta su baño, princesa?

Serena: Pues es casi perfecto, aunque........ me falta algo.

Ash: ¿Algo? Dígame que es y se lo traeré enseguida.

Serena: Lo que me falta.......... eres tú, Ash.

Ash no podía creer lo que había oído.

Ash: Eh... yo.

Serena: Si, ven a acompañarme.- le ordenó de manera más tierna.

Ash: P- pero.....

Serena: Vamos, el agua está increíble. 

El azabache suspiró derrotado pues no podía ni quería negarse. El protector se sacó sus ropas y dudó bastante a la hora de caminar a su lado.

Serena: Vamos, ven conmigo.- le extendió la mano para que él la tomará y entrará a la tina.

Ahora ambos se encontraban cara a car, desnudos en el agua de la tina. Los dos se unieron para terminar el beso que no terminaron antes. La pasión ahora se apoderó de ellos y empezaron a darse caricias que les encantaba a ambos. La pelimiel se dio la vuelta y se apoyo contra el borde de la tina para que Ash le hiciera caricias en su espalda.

Ash besando, mordiendo y lamiendo la adorable espalda para después caer a su tentación y apretar los pechos de Serena quien gimió por tal acción.

Serena: Te amo, Ash Ketchum.

Después de esas caricias, Ash repitió la acción de la pelimiel y se dio de espaldas para que la princesa lo llenará de caricias. La pelimiel pudo ver las cicatrices de su espalda que Shauna había comentado cuando quedo inconscientes.

Serena: Tienes muchas cicatrices.

Ash: Soy un guerrero del reino, es más que común tenerlas.

Serena: Te dolieron mucho.

Ash: Algunas hasta estuvieron a punto de matarme.

La pelimiel decidió madrugar a Shauna y empezar a besarlas. El azabache se sentía como en el cielo al tener a la hermosa princesa besar sus heridas de batalla y entrenamiento, era una sensación que muchos envidiarían. Los cariños siguieron entre los dos hasta que terminaron con Serena sobre el pecho de Ash y él apoyado en el borde de la tina.

Serena: ¿Te gusto el baño?

Ash: El mejor baño que he tenido sin dudas. Ya deberíamos irnos, se nos hará rara la piel si no lo hacemos. 

Serena: No pasará eso, esta agua es una muy especial. Podemos estar aquí todo el día y no nos pasará eso. Es una agua a la cuál solo la realeza tiene acceso.

Ash: Gracias, princesa.

Serena: ¿Alguna vez me llamarás por mi nombre?- lo miró alegre.

Ash: Soy un simple sirviente de la realeza, debo hacerlo obligatoriamente.

Serena: Ya veo....... ¿Y si nos casamos? ¿me llamarás por mi nombre?

Ash: Serena, no insistas por favor.

Serena: ¿Por que no puedo? ¿Por que no puedo casarme contigo? ¿No es que nos amamos con locura?

Ash: Pero no somos personas que deben estar juntos, no podemos ni aunque quisieramos.

Serena: Si podemos, prométeme que podremos.  

Ash: No puedo prometerte eso.

Serena: Entonces, prométeme que pase lo que pase, estaremos juntos.

La pelimiel beso su pecho para darle placer, Ash una vez más era incapaz de negarle lo que ella quiera. Él no quería separarse de ella, lucho muchas batallas difíciles. Él ahora estaba convencido de que amaba a esa criatura y sin importar lo que venga. Él la protegerá.

Ash: Te lo prometo........ Serena.

Bueno, hasta aquí el capitulo. Creo que no me fije y dije que quedaban 5 capitulos y un epilogo. Pues me equivoque, será más largo. Gracias por leer, deja tu voto si te gusto, comenta si quieres y sígueme si así lo deseas. Hasta otra. chao. 


   


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