Cap2: Elección

Seguimos junto al anfitrión por los pasadizos y llegamos a un teatro privado subterráneo. El ambiente es opulento y los muebles están bañados en colores dorados. Las cortinas y todo objeto de tela presentan tonos rojo vino o escarlatas.

Se alza ante nosotros un escenario de menor tamaño que nuestro acostumbrado espacio, pero suficiente para las funciones.

—Planeo que sean aquí. Los amigos o acompañantes que traigan variará. Aun así, siempre encontrarán esta área despejada —apunta él enseñándonos el lugar.

—La veo acertada. Es privada y cómoda. No tenemos inconvenientes en hacer las funciones aquí. ¿Tiene servicio de limpieza o nos encargaremos de deshacernos de los cadáveres? —Expone Daga.

—No tienen que hacer reparos en ese detalle. Yo me encargaré de deshacerme de los cuerpos. ¿No les importa que pase con ellos luego de la función, cierto? —Comenta el noble.

—No, en absoluto. Solamente debe hacer los pagos diarios antes de las funciones y estará todo en orden —señala Daga. Él es el que se ocupa de todos los detalles sobre este tema.

—Les guiaré a la salida entonces. No creo que haya algo más que atender aquí —explica el marqués pasando por nuestro lado y emprendiendo el viaje de salida del recinto.

Cuando veo la luz solar de nuevo, puedo percibir como Cisne recupera el alma.

—Tengo una mala espina sobre esto —comenta ella empezando a caminar con su usual movimiento disimulado de caderas.

—¿Por qué? Dinero es dinero —dice Daga siguiéndola.

—Daré una vuelta por la ciudad. Regresen sin mí —digo sin emociones en la frase y me dispongo a abandonar el grupo.

Daga solo me mira conociendo el hecho de que no le voy a decir a donde voy aunque lo intente. Solo me deja marchar, no sin antes agregar:

—Llega a tiempo para la cena, Látigo.

—Sí —le respondo y termino por avanzar hacia los callejones de la ciudad.

Dejo detrás cada camino conocido y saco un mapa de mi bolsillo. Lo observo por varios minutos hasta darme cuenta de que...me perdí.

Nunca he sido bueno con las direcciones, ni encontrar los sitios. Solo debía moverme entre las carpas y público para atrapar a las personas.

Veo a un grupo de niños comprar una barra de pan. Sí, me resulta raro, al menos en esta ciudad hay menos delincuencia. Los barrios de Jeremy eran un desastre.

Avanzo siguiendo las campanadas de la iglesia, hoy es domingo y todos deben ir a ese sitio. Creo que los orfanatos suelen estar cerca, de no ser así, ya veré como llegar.

En la entrada todos me miran raro, veo a una joven de cabellos castaños voltearse hacia mí al verme sin hacer nada.

—¿Señor, está bien? —Me aborda ella sin respuestas.

Solo sigo mi camino durante varios minutos...quizás pasaron dos horas, según la posición del Sol.

Luego de varias vueltas por la zona, logro llegar a un sitio algo abandonado por el dinero. Diría que es para pobres.

Un grupo de niños corretea por los jardines. Sus cuerpos están delgados y en los huesos. No sé cuál de ellos sea mi hijo.

Justo en este momento la preocupación me invade.

¿Será lo correcto llevarlo conmigo?

Sí, podré darle una hermosa familia en el circo, un lugar donde lo cuidarán y tratarán bien.

Mi mente viaja a esos niños que murieron al inicio cuando nos entrenaban...

Sobre todo recuerdo a Diego, lo recuerdo muy bien...

Una mujer joven de tez morena y ojos verdes se acerca a mí molesta.

—¿Qué haces viendo tan fijamente a los críos? —Expone ella a toda velocidad y apenas entiendo su lengua.

—Quiero recoger a mi hijo —le respondo ignorando lo que dijo, solo le entrego la carta que mi vieja amiga me dejó, esa que aseguró que haría que me lo entregaran.

Ella solía ser una monja, abandonó el circo para ir a la iglesia. No pensé que fuese a marcharse con un hijo mío.

—Muy bien, pero no es un niño, es una niña. Se llama Lucía, es ella —dice la mujer vestida con hábitos mientras señala a una niña apartada del resto.

La pequeña porta un vestido verde hasta las rodillas, bajo este, un pantalón ancho en tonos blancos. Su cabello es castaño con pequeños bucles y sus mejillas están llenas de pecas como estrellas. No veo sus ojos, los tiene cerrados tras las lágrimas.

Como llamado por su aura de tristeza, me acerco a esa pequeña de cinco años y que apenas me llega a la rodilla. Me agacho ante ella y recojo una flor del suelo, una marchita pero con pétalos rosa pastel.

—Las personas fuertes no lloran —le digo entregándole la flor.

—Mamá decía que sí. Es que se me murió Jackson —dice ella señalando una oruga que está en una caja con agujeros a su lado. La tapa está abierta de par en par.

—No está muerta, solo es el proceso de volverse una mariposa —explico secando sus ojos y ella los abre para mí, son como la miel, son como los míos, pero más vivos.

—¿¡De verdad!? —Responde llena de emoción.

Solo asiento, no le hablé en otra lengua...le hablé en la suya. No puedo no dejarla entrar a mi vida.

—Gracias, señor extraño —confiesa ella y levanta la caja para ponerla en sus piernas y tocar con la puntita del dedo a la que era una oruga—: ¿Quién es usted? No me puede adoptar, lo siento, yo espero a papi.

Me quedo observándole en silencio.

¿Qué hacer?

¿Decir la verdad?

¿Arriesgarla a morir?

¿Dejarla aquí a su suerte?

La imagen de Pluma viene a mi cabeza, esa sonrisa despreocupada y su inocencia acompañada de valentía e idiotez.

—No, pero le conozco, es un buen amigo mío. ¿Tu madre te dijo su nombre? —Le pregunto.

—No, pero sé que es un gran actor del circo —responde ella abriendo sus manos con felicidad como un arcoíris.

—Lo es, su nombre es Jeremy. Vengo a llevarte con él —me atrevo a responder sin dudarlo más.

:3 ¿Buenas, qué les pareció el capítulo?

¿Se esperaban eso?

XD Ahora Jeremy de papá, esto va a ser una locura.

Látigo y sus cosas...a ver cómo sale

Los quiero familia UwU

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