III

§

—Por dios ¿estás bien hijo? ¿Por qué no me dijiste nada sobre que tuviste un accidente? — ella por supuesto estaba asustada por lo que sea que le hubiese sucedido al muchacho extraño ese, Hoseok por su parte quería gritar furioso debido a la mismísima ira. — Muéstrame dónde estás herido.   

—Santa cachucha, madre,  estoy bien.  Ya te lo dije, no sucedió nada grave, solamente caí y me levanté. Iba a casa de Hyunwoo hyung y él se encargó de darme algo para el dolor de cabeza.

—Pero Hoseok claramente dijo que te atropelló con su auto, Hyungwon ¿Cómo quieres que no me preocupe? — al escuchar eso el rubio sintió la fuerte necesidad de intervenir y aclarar todo.

—¡Él se atravesó,  que quedé claro! Aquí el único que puede interponer una acción legal soy yo, así que llamaré a mis abogados para que se hagan cargo de que este sujeto pague por todos los daños, tanto físicos como psicológicos que me ha ocasionado. — el cuerpo altamente trabajado de Hoseok se encontraba rígido y  su voz masculina volaba soltando palabras que Hyungwon prácticamente ignoró.

—Vaya, vaya. — él pegó su espalda al respaldo de la silla y sonrió de nuevo; Hoseok sintió un escalofriante corrientazo subirle por la espina dorsal hasta la coronilla y apretó los puños al darse cuenta que le ardía la cara y las orejas. — Por los peces de colores que habitan en el arco iris,  que yo sepa usted no tenía la vista en la carretera, así que soy el único que recibió todos esos daños de los que tanto habla.

—¿qué...— no entendió nada de lo que dijo y sólo su sonrisa picarona rondaba su cabeza. — Mire, no entiendo ni el uno por ciento de lo que está diciendo;  así que, disculpe señora Chae,  pero necesito otro carpintero. Alguien que no sea su hijo, que por lo visto no sabe ni siquiera de respeto o modales ¿le sonríe así a todo el mundo? — Hoseok estaba neurótico sin saber por qué, sólo no lo toleraba. — Esto es inaudito, ¡Es un salvaje!

—Imposible, Hoseok,  a parte de Hyungwon solo está su padre,  pero ya ve las condiciones en las que está mi esposo. — de verdad sintió el desespero recorrer su cuerpo entero;  ese muchacho que hablaba incoherencias había sido el causante de que casi hubiese muerto y el descarado sólo se presentaba ahí, sonriente como si estuviera diciéndole algo con esa sonrisa espantosa que le hacía temblar hasta el cabello.

—Y cuénteme Ahjussi — Hyungwon comió algo más de pan y continuó hablando con la boca llena — entonces es usted quien busca arreglar aquella cabaña abandonada cerca del lago ¿no? Esa cabaña ha estado ahí por milenios ¿qué lo trae por acá?— Mostrando todo su desprecio Hoseok lo fulminó con la mirada,  cruzó sus enormes brazos y habló muy orgulloso.

—Sí, pero ni creas que dejaré que te acerques a mi propiedad,  idiota insolente. — la rabia contenida para no decirle lo que se merecía fue bastante palpable, la madre de Hyungwon negaba con la cabeza y Hyungwon soltó un risita estúpida que le puso de peor humor.

—Caramba, pero si jamás dije que lo ayudaría en algo, Aigooya — con otra risa más continuó desayunando — mira que después de abusar de nuestra hospitalidad venir a comportarse de esa manera, Santa cachucha. — sus murmullos fueron claros, Hoseok quiso defenderse pero había quedado sin ninguna arma con la cual hacerlo.

—Yo.. — Evidentemente Hyungwon era mucho más joven, aún así había algo en él que lo hacía sentir profundamente incómodo en el trato. Vencido, pero no rendido, caminó hasta la encimera y habló.

—¡Eres un muchacho grosero! — Hoseok habló fuerte mientras señalaba al castaño, este se le quedó mirando y sintió como si aquella mirada lo estuviese socavando desde lo más profundo de su ser, sus pulmones casi dejaron de funcionar y se quedó estático por un tiempo indeterminado, como si los ojos de Hyungwon lo hubiesen hechizado a nda más tuvo contacto con ellos; con la cara peor que colorada se retiró y su voz al hablar sonó bastante nerviosa. —¿qué -qué crees tú que ves? ¿¡Nunca en la vida has visto a otro hombre o qué!? — el corazón del mayor latía tan fuerte,  que sintió que en cualquier momento se saldría de su pecho, sus manos comenzaron a sudar y sus extremidades estaban entumidas. Como en cámara lenta vio que el chico castaño se levantó de donde estaba y al estar de pie notó que era mucho más alto, retrocedió al ver su insistencia en acercarse y tropezó en el momento en que dio un traspié  casi cayendo al suelo; de no ser por Hyungwon que lo sostuvo del brazo con bastante dificultad, seguro habría caído sobre su trasero.

—Santa virgen de la papaya,  debes tener más cuidado con cómo pisas y... —hubo una pausa antes de que el castaño continuase hablando, él se acercó al rostro del mayor y sonrió con una picardía que Hoseok no comprendía; Hyungwon lo único que lograba era hacerlo sentir aún más nervioso y cómo un tonto al que la lengua se le había esfumado. —... Y debes lavar tu rostro, cariño... — le dijo sobre los labios en un murmullo que le puso la piel de gallina. — ¡por la barba de San Patricio, solo mira esa línea de baba seca! — El rostro de Hoseok ardió tanto,  que no le era imposible deducir que la vergüenza se había apoderado de su cuerpo entero. Con fuerza extrema se soltó de los brazos de Hyungwon que se sentían como la seda, y corrió hacia la habitación encerrandose y maldiciendo a aquél chico que se había atrevido a tocarlo de tal manera tan atrevida y descarada.

Luego de casi dos horas de reunir fuerzas y arreglarse perfectamente, Hoseok salió de la habitación completamente listo, tenía el cabello estilizado e iba dispuesto ya fuera a seguir con la discusión o conseguir un nuevo carpintero; rogaba a Dios la segunda se cumpliera a como de lugar, porque no toleraba ni un segundo más al muchachito ese.

—¡Eso  sí,  eso sí! — Hyungwon lo recibió con otra de esas descaradas sonrisas, pero esta vez no se permitió reaccionar a nada — ese lindo rostro se ve mejor si está limpio ¿no cree? — Hoseok se encontraba supremamente  intolerante — como siempre — así que lanzó un bufido y se sentó frente a la encimera al lado de Hyungwon; recibió el desayuno por parte de la amable señora y comenzó a comer.

—Eres un igualado. —lanzó Hoseok sin mirarlo.

—Pues lo soy, pero eso merece la gente de ciudad quienes se creen superiores. —contestó aún más tajante el castaño, él tampoco iba a permitir que el mayor se comportase así en su propia casa.

—¡Tú, pequeño Bastar...Aaissh! — el mayor soltó la cuchara de malagana y en medio del insulto se detuvo, sólo para ver a la señora Chae bastante sorprendida por la acción. Se disculpó y luego escuchó a la mujer hablar.

—Lamento mucho que todo esto haya sucedido, Hoseok,  sea lo que sea debes tener razón. —la señora hizo una pausa, pareció reflexionar sobre algo,  miró a Hyungwon y luego a Hoseok.

—Mamá ¿qué vas a...

—Ya que en cualquier momento puedes quedarte sin dinero y posiblemente no puedas pagar la reparación,  entonces propongo que Hyungwon trabaje en tu cabaña gratis. Es en pago a todas las molestias que pudo haberte ocasionado, así no tendrás que llamar a ningún abogado ¿qué dices?

Negocios, a Hoseok le gustó un montón la idea aunque el niñito fuera un estorbo por completo; asintió como primera instancia e iba a sellar el trato con la señora Chae, hasta que Hyungwon, quien para nada le gustó la idea,  bajó con rapidez la mano del mayor haciendo que este se separara totalmente paranoico.

—¡No me toques! —gritó casi histérico. Le molestaba tenerlo cerca, no le gustaba siquiera que lo mirara con esos par de ojos enormes que le ponían el rostro rojo como un tomate.

—Santa Macarena ¿ves madre?  ¡está loco!  No trabajaré para  alguien tan amargado, que le patina el coco ¡y menos si es gratis!

—Hijo, tendrás que hacerlo. — demandó su madre sin dejar cabida a dudas.

—Nop, no lo haré — insistió Hyungwon negando firmemente con la cabeza.

—Lo harás.

—Que no.

La mujer de la nada intensificó la mirada,  no parecía más que una linda cachorrita enojada, lo que causó gracia a Hoseok; contuvo bastante bien su risa. De la nada y muy nervioso,  Hyungwon asintió y dijo que haría todo lo que su madre dijera.

¿qué lo había hecho cambiar de parecer? 

Pues tal parecía que las apariencias realmente engañaba y la tenacidad de la mujer era digna de respeto.

—Es un trato entonces, tú hijo trabajará para mí desde este mismo momento. —los ojos de Hoseok eran de total venganza; sí, nadie se burlaría de él y menos de la manera tan vulgar en la que lo había hecho el menor. Si tenía que hacerlo comer tierra, entonces lo haría.

—Así será, Hoseok. —dijo al fin ella estrechando su mano.

—Recorcholis y más Recorcholis, mamá, ¡acabas de vender mi alma al diablo! —el castaño golpeó su frente en signo de total derrota,  sabía perfectamente que una vez salieran de esa casa el mayor lo usaría cuanto quisiera ¿por qué lo sabía?  Pues quién sabe, tal vez su desquiciada mirada lo decía todo.

—Bien,  bien.  Ahora desayunemos,  realmente he comenzado a amar la comida de la señora Chae. —Hoseok tomó de nuevo la cuchara sonriendo entre dientes su triunfo,  era alguien que no se dignaba jamás a perder.

—Gracias, Hoseok. Ten,  toma otro trozo de carne.

—De verdad está delicioso. —el mayor sonrió brillantemente, pero Hyungwon sólo sabía refunfuñar a su lado por lo doble cara que podía llegar a ser Hoseok.

§

Ya entrada la tarde,  después de un grandioso almuerzo "como Dios lo mandaba", Hoseok se despidió de la pareja de esposos,  partía de vuelta a su cabaña con la esperanza de que aquel niñito que llevaba a rastras hiciera todas las maravillas que sus padres decían que hacía.

—Por favor, cuídense mucho. — comprendía muy bien las razones por las cuales la señora Chae se encontraba preocupada, ella era su madre y seguro habría de pasar dificultades enviando a su único hijo con un desconocido; trató de tranquilizarla.

—No hay problema,  le aseguro que regresaré a su hijo sano y salvo. —contestó Hoseok mientras guardaba en el carro todas las provisiones y las maletas del menor.

—Caramba, Señor Hoseok, lleváte a mi muchacho y enseñále esos modales que tanto decís que tenés.

—Claro que eso haré, señor Chae, me lo llevaré y volverá siendo un espléndido humano; uno que no sea un descarado salvaje.

—Tks —se quejó Hyungwon. El señor Chae rió bastante fuerte ante el comentario del rubio,  este se sentía realmente agradecido por todo lo que habían hecho los Chae por él desde recibirlo, alimentarlo,  darle posada y encontrar un carpintero; era la primera vez que se sentía tan a gusto y aunque el sentimiento no era familiar,  se podía decir que estaba feliz de haber estado junto a ellos, además extrañaría aquella hospitalidad.

— Hasta luego, señora Chae,  cuídese por favor.

—Vayan con cuidado, y tú Chae Hyungwon,  sé respetuoso con Hoseok. —la mujer se acercó al chico castaño con completa ternura,  depositó un beso en su frente y  con aún más dulzura frotó su cabellera castaña; Hoseok se quedó mirando la acción y en su interior sintió el arrepentimiento, tal vez eso hubiese sido lo que quería hacer su madre antes de morir y sin embargo se negó rotundamente a verla durante su enfermedad.

—ok, suficiente. Es hora de que subas al auto, chico.

—Mamá, por favor... — lo pidió una vez más el castaño, no quería sufrir la venganza del mayor de ninguna manera. Su madre tuvo que darle un empujoncito para que se pusiera en marcha, que subiera de una buena vez al auto y así pudieran partir. Hoseok le vio hacer un gracioso puchero y rió sin ser consciente de por qué lo hacía.

—Cuidaré muy bien de él, señora Chae, confíe en mí. Nada le pasará — comentó el rubio.

—Lo sé,  es usted una persona de buen corazón. Confío mucho en usted.

—Gracias. —la sonrisa brindada por Hoseok en ese momento no tenía ningún tipo de precedente,  era clara,  sincera y llena de agradecimiento hacia la mujer que lo hizo sentir tan cálido. Sacudió su mano en señal de despedida y subió a su auto, una vez dentro vio a Hyungwon con la cabeza apoyada en su mano,  parecía de muy mal humor; al menos algo había sacado del padre. —¿Estás cómodo? —preguntó para romper el silencio, pero el chico solo soltó un bufido y giró su cabeza para mirar hacia afuera.

—Ok,  no es mi problema, mocoso;  igual tendrás que hacer lo que te diga. De ahora en adelante estás bajo mi protección,  así que si no quieres que te deje tirado en algún río aledaño, entonces no me hagas perder la paciencia ¿entendido, mocoso?

—Ahjussi, usted está equivocado en dos cosas. — No estaba mal en su juicio, su mera existencia lo ponía impaciente.

—Ajá ¿y en qué estoy equivocado? — levantando la ceja miró al castaño esperando comprender sus tontas palabras, él giró a verlo con calma y Hoseok casi logró tragar grueso.

—Primero soy de acá, conozco todo el pueblo y sus alrededores. Si usted me deja botado en algún lugar simplemente regresaré a mi casa  y usted tendrá que vérselas con mis padres.

—ajá  ¿y la segunda? — a Hoseok de verdad no parecía importarle nada de lo que decía el más alto,  solo encendió el motor y esperó a que el menor contestara a su pregunta.

—No soy un niño. —dijo Hyungwon bastante serio con el asunto, el mayor volteo a verlo conectando con su mirada sería y llena de temple; el hablaba en serio.

—¿Perdón? —  su comentario sonó como uno divertido ante lo que decía el castaño, Hoseok jamás esperó que lo que decía la señora Chae fuera a ser cierto.

—Dije que no soy un niño,  soy un hombre. —Reafirmó el castaño sin dejar de lado la seriedad — ¿no ve usted la diferencia? ¿Es usted ciego?

—Pues bien — soltó a reírse sin escrúpulos — si tu eres un hombre,  entonces yo soy un pequeñuelo en plena flor de la juventud. —sin medirse soltó otra risa que de verdad molestó al castaño;  este,  rendido,  volvió su vista hacia afuera y se dijo que era imposible mediar palabra con aquel ahjussi que solo sabía burlarse de él diciéndole mocoso,  chico y sus semejantes.

Pasaron exactamente cinco minutos y Hyungwon de la nada comenzó a hablar sin parar,  se veía realmente emocionado señalando a todas partes contando historias urbanas, sus experiencias y demás cosas del pueblo; lo único favorable de ello era que le había servido a Hoseok para darse cuenta de que aquella anciana lugareña tenía razón, y el roble y la dichosa colina sí estaban cerca al pueblo. Ahora solo tenía que buscar la forma de callar al chico, tal vez abrir la puerta y lanzarlo al camino...

Pero eso claramente era intento de homicidio.

—pffff —suspiró de manera graciosa y eso llamó la atención de Hyungwon, quien de inmediato puso su mano sobre su pierna haciendo que se sintiera totalmente violentado.

—¿Qué sucede, ahjussi? No me digas que no sabías que en aquel gran roble hay un nido de pájaros carpinteros. Deberías verlos.

—No,  no es posible — dijo exasperado y moviendo su pierna lejos de Hyungwon continuó. — en Corea no los hay, así que cállate de una maldita vez. Y por favor, por favor, deja de tocarme ¿puedes?

—Amargado — escuchó un bufido y su propia respiración fue cobrando normalidad a medida en que el menor se alejó lo que más pudo. — Para usted, ahjussi, todo tiene que ir dentro de lo posible o imposible ¿dónde queda la imaginación? ¿Y la diversión? ¿Por qué no lo puedo tocar? ¿Le duele algo? Lo sabía, sólo es un amargado.

—Pues lo lamento, chico,  pero todo en la vida son hechos. Si no hay nada que corrobore tu teoría, entonces simplemente es falso. Y no puedes tocarme porque es mi cuerpo y tú no tienes derecho a acercarte a mi ¿está claro? Es más, si puedes abstente de mirarme; sólo arregla mi cabaña y regresa a maderalandia o lo que sea.

—Caramba que aburrido; con usted cualquier ser humano moriría de aburrimiento, ahjussi.

— Pues muere lentamente. —Hoseok rió ante su propio chiste,  miró al castaño para ver su reacción pero este no parecía convencido de la gracia de sus palabras; el rostro del mayor cambió inmediatamente y se puso serio de nuevo. — Bien,  bien.  Sólo mantente así callado.

§

Durante el largo camino de regreso a la cabaña Hoseok tuvo que hacer maniobras para ignorar la voz del castaño,  cosas como "Recorcholis" "caramba" "santa cachucha" ya le hartaban en lo más profundo de su corazón. Al divisar su cabaña  sonrió feliz y aceleró para así ya no tener que escuchar una historia más sobre ese maldito lugar; total,  al finalizar el viaje,  Hoseok ya se sabía todas las historias del pueblo y la vida de la mitad de sus habitantes.

—Hemos llegado, baja y comienza a hacer tu trabajo de una buena vez. — le ordenó a penas aparco y apagó el motor; ni siquiera le dejó opción.

—Recorcholis, pero..

—¡¡Dios, no!! Sólo evita usar Recorcholis o cualquier otra cosa que se le asemeje, ¡me tienes Harto! — golpeando el volante dejó salir toda su frustración, el rubio habría arrancado sus propios cabellos de no ser que aún mantenía la cordura.

—Pero ¿qué tiene de malo eso? — Hyungwon se cruzó de brazos mirándolo y Hoseok frunció el ceño impaciente.

—Que odio no entender y si hablas así no te entiendo ni media palabra ¡deja-ya-de-hablar-así!

—Recorch... Pero, ahjussi ¡esto es injusto!

—La vida es así, chico,  vete acostumbrando. —El mayor bajó primero y miró la cabaña desde ahí,  no podía esperar por la hora para verla remodelada y en pie. Hyungwon bajó después de él y se le quedó mirando.

—Wow,  no sabía que esta vieja cabaña tenía dueño; pensé que siempre iba a estar  abandonada ¿es usted rico?

—ajá,  ahora necesito que pongas manos a la obra y me digas qué tanto hay que hacer e invertir. Revisa hasta el más mínimo detalle. — Hyungwon entró a la cabaña por orden del mayor, pudo ver los enormes agujeros del ático y del techo de la cabaña; de todo,  lo único que se salvaba eran las columnas y la última habitación que permanecía casi intacta aunque sucia, el resto simplemente no era algo que pudiese ser salvado.

—Bueno,  como mínimo tardaré un mes. —dijo saliendo y quitando sus guantes. Se pasó la mano por el cabello mirando a Hoseok que revisaba su teléfono, y quién se impactó una vez lo escuchó decir eso.

—¿¡qué!? ¿Por qué tanto?  Imposible,  para ese entonces ya habré sido desheredado. Hazlo en menos tiempo, una semana y punto

—Recontra Recorcholis, ahjussi, no soy una maquina que arregla cabañas. Si le estoy diciendo que demoraré un mes,  es porque precisamente es el tiempo que menos demora arreglar todos los daños que hay en el techo y gran parte de la estructura. Lo único que se salvan son las columnas y una habitación; agradezca que lo hacen o sino habría tenido que tumbar todo para levantar de nuevo. — Hyungwon cerró los ojos y asintió muy  seguro. El mayor tenía dos opciones: o aceptar el tiempo de realización de la obra o regresarlo de nuevo a su casa,  que era lo que quería.

—¡con un demonio,  lo que me faltaba!

Alejándose de Hyungwon y tomando su teléfono celular  Hoseok marcó a su hermano menor,  esperó a que este le contestara pero no lo hizo, insistió varias veces y sin embargo no sucedió nada; Tal vez regresar a la cuidad no era lo que debía hacer.

Suspiró y miró de nuevo la cabaña, echando un gruñido gutural habló.

—Está bien,  niñito, demorate lo que tengas que demorarte,  pero más te vale y todo quede como si esto jamás hubiese estado a punto de caerse; de no ser así,  te lanzaré...

—sí,  sí , sí,  te lanzaré al río. Blah Blah Blah... — Hyungwon quería arrancarse las orejas del fastidio — Lo sé, sé lo que dirá. Lo repite todo el tiempo.

—No,  esta vez buscaré algún acantilado, te  colgaré de la camisa y me reiré mientras lloras y ruegas por tu vida ¿está bien? Es un trato. Ahora toma tu martillo y comienza a construir mi cabaña.

—Caram...  Ajussi,  es usted demasiado cruel ¿le han dicho a caso que es una mala persona? — quería no confirmar aquello, salvo que Hoseok no parecía estar bromeando; Hyungwon frunció el ceño por la misma impresión.

—Todo el tiempo, así que muevete y dime qué tanto necesitas para comenzar a trabajar. Compraré todo lo que necesites.

—¿¡ahora mismo!? ¿Habla usted en serio?

Hoseok abrió los ojos ante la obviedad de las palabras. —¡Por supuesto que sí! right Now! ¡Ya!  ¡De inmediato!

—Tras de ogro, odioso y pedante,  es un esclavista también. El peor de todos. — Hoseok sencillamente no le prestó ni un céntimo de atención a su tonta queja.

—Al final este esclavista será quien se encargará de darte de comer durante un mes y quien cuidará tu trasero también, más vale que comiences ya o llamaré a la señora Chae y le diré que haz sido un mal niño.

—¡Que no soy un niño! — lo vociferó ya impaciente, no aguantaba un desaire más y menos si el mayor seguía tratandolo como un tonto.

—¿ah,  no? Bueno, lo que tu digas caballero. Muéstrame tu identificación, y no digo el de la escuela. — el rostro del mayor mostraba la inmensa satisfacción de creerse el vencedor, pero eso sólo aumentó el anhelo de Hyungwon por enseñarle una lección inolvidable.

—Sólo me falta un año para obtenerla —refunfuñó el castaño y apretó los puños por lo odioso que resultaba ser Hoseok.

—Ja!  Pues he ahí,  eres y seguirás siendo un niño hasta que no obtengas tu identificación. Anda,  anda,  no me hagas perder más el tiempo.

Hoseok pasó por el lado de Hyungwon riéndose con ganas de él; el castaño ofendido por las palabras del mayor, lo miró con recelo y caminó hacia él con absoluta seguridad,  lo tomó del brazo, lo giró hacia él y analizó el rostro de Hoseok hasta que detuvo su mirada en sus labios. El rubio, quien se sintió de la nada indefenso y atacado, trató de soltarse pero Hyungwon le rodeó el cuello con sus delgaduchos brazos.

—qué- ¿qué haces? ¿¡Qué estás haciendo te digo!? — Hoseok intentó por cuenta nueva el quitarse a Hyungwon de encima, pero estaba demasiado ceeca, no había nada, nada de distancia entre los dos; su corazón latió como loco.

—Caramba, ahjussi,  usted no me dejó otra opción. — Hoseok hizo una expresión de no estar comprendiendo absolutamente nada,  de nuevo trató de safarse pero Hyungwon reafirmó el agarre, se acercó al rostro del mayor y lo besó con fuerza y sin pausas; los labios del menor eran gruesos y suaves, se movían a un ritmo hipnotizante, sus brazos, su cuerpo, Hoseok se sintió mareado y poseído por cada sensación.

Respiraba de manera inconsciente, su mente estaba en blanco mientras sentía los labios de Hyungwon moverse sobre los propios y sin saber siguió su juego separando más sus labios dándole más acceso; sus manos fueron a dar a la delgada cintura del castaño y pegándolo más a su cuerpo agarró entre sus dientes el labio inferior de Hyungwon.

—Auch, Santa grifa, me- ¿Me ha mordido? — al escuchar su voz preguntándole eso, Hoseok abrió los ojos totalmente desorientado, su pecho mismo era un desastre y no fue sino cuestión de tiempo para entender lo que sucedía.

—¡estás loco! —el sonrojo de Hoseok era digno de admirar,  su respiración era agitada y temblaba horriblemente; Hyungwon por un momento pensó que se privaría ahí mismo.

—Ya se lo dicho, ahjussi, no soy un niño — ladeando la cabeza le sonrió, dejó que el mayor lo empujara lejos y su risa no ayudaba a que el sonrojo de Hoseok disminuyera, al contrario, parecía que su cabeza fuera a salir por los cielos. — Yo soy un hombre que bien puede hacerlo perder la cabeza si me reta lo suficiente. Ahora con respecto a usted y su forma de besar... Mmmm — Hyungwon frunció el ceño y negó con la cabeza.

— ¿qué? ¿Qué hay de mi? Sabes qué, no lo digas ¡no me importa! —sin decir nada más y como sí lo estuviese siguiendo el mismo diablo,  Hoseok salió corriendo hacia dentro de la cabaña; entre dientes juraba que se iba a vengar de Hyungwon,  pero para lograrlo primero debía hacer algo con toda la vergüenza que sentía justo en ese instante.

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Hola a todas! Aquí tengo un capítulo más de esta historia, gracias por leer y siempre apoyar con ánimo y cariño.

Las amo mucho.

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