II

§

—Lo siento mucho, por favor disculpe mi descortesía. — al escucharla Hoseok suspiró y negó con la cabeza sintiéndose resignado y algo arrepentido por lo que había sucedido, no era que estuviera muy pendiente de a quién ofendia con sus acciones o palabras, pero debía considerar que esta vez sí que se sentía culpable de haberla siquiera asustado; la señora era demasiado delicada y amable.

—No — dijo después de soltar un nuevo pesado suspiro — quién lamenta algo soy yo. Me emocioné tanto de saber que era de la cuidad,  que no me medí sobre nada a la hora de acercarme y preguntarle; la asusté y quiero pedir una sincera disculpa por eso — levantándose inclinó su cabeza y volvió a erguirse descubriendo que la mujer lo veía sonriente; ella aceptaba sus disculpas y eso estaba bien, al menos para empezar.

—Hoseok, por favor ya no se preocupe y  venga a la mesa,  le serviré el almuerzo. — su mente sufrió un fuerte impacto al escuchar esas palabras, sus ojos se agradaron y miró al rededor viendo si quizá por ahí se encontraba el viejo gruñón que no consentia nada de nada.

—Pero- acabamos de comer hace menos de una hora. — la alarma en su voz era evidente, y lo único que obtuvo fue un rostro dulce y sonriente que no le provocaba más que preocupación. Ella levantó una ceja orgullosa.

—Debería saber que en el campo es así; no importa cuánto sea , igualmente se come todo el tiempo. Ya sabe, el trabajar en la tierra hace que el cuerpo exija mucho más. — asintiendo con la cabeza pretendió que comprendía las palabras de la mujer, más sin embargo cada cosa se le hacía más y más incomprensible que la anterior.

—Entiendo, pero creo que pasaré esta vez. — respondió tomando asiento de igual manera — no creo que pueda comer nada más luego de ese banquete de bienvenida que usted me dio — medio sonrió y negó con la cabeza. — se supone que sigo una dieta rígida para mantener mi cuerpo y no es adecuado que coma cualquier cosa. — al caer en cuenta de sus palabras, Hoseok rápidamente levantó las manos y negó con las mismas agitandolas con fuerza — Espero no se ofenda, es sólo que he comido lo suficiente. En serio. 

—¡oh no! — exclamó ella — algo sí es seguro aquí  y es que, si usted se rehúsa a recibir la hospitalidad de los lugareños,  se ganará fuertes enemigos. —la señora afirmó y sonrió con ternura. — aún recuerdo cuando recién llegué al pueblo,  era tan inocente que tuve que  aprender casi a los trancazos. No podía lavar, no entendía nada y menos conocía sobre cocina, fue muy difícil pero las personas aquí son supremamente amables y encantadoras; les debo un montón.

Aquella risa contagiosa hizo que Hoseok también riera;  desde hacía mucho, muchísimo tiempo no sostenía una agradable conversación con nadie, al menos no con alguien con quien no estuviera obligado debido a algún negocio u otra cosa que le benefiara.

El pequeño llevaba varias horas en el lugar y ya conocía toda la historia de la mujer; efectivamente era de la cuidad de Ulsan y llevaba viviendo más de veinte años en el pueblo, se había casado con el viejo en sillas de ruedas, y,  lo más importante de todo,  es que ella era una mujer bastante joven y alegre; tenía 40 años y el señor claramente pasaba los 50.

¿Cómo terminaron conociéndose? 

Eso era lo más gracioso de todo y que no podía siquiera creer; las razones que le había dado la mujer era que, estando muy joven se enamoró perdida e irremediablemente del viejo mal humorado y que incluso lo siguió hasta el pueblo con la esperanza de que este la aceptara como una mujer y no sólo una amiga. Por unos segundos no creyó nada de lo que le decía puesto que la mujer no parecía tan tenaz, al contrario,  su forma de hablar era tan delicada y su movimientos tan lindos, que le era imposible aceptar tal razón; pero resulta que era todo lo contrario. Al cabo de varios meses de estar tras el viejo este al fin accedió a aceptarla, y aunque su edad seguía siendo el inconveniente más grande,  aún así  a la mujer no le importó nada sobre ello, se casó y tuvo a su primer y único hijo.

El amor era una cosa inexplicable para Hoseok,  aquello de "amor a primera vista" le resultaba algo bastante ridículo pero la mujer parecía tan convencida de ello,  que no quiso por nada del mundo llevarle la contraria, además, tampoco quería verla llorar,  ella de verdad era de esas mujeres que no debían hacerlo por nada del mundo al igual que su difunta madre; aunque en su caso ella sí que sufrió. Cada que pensaba en su madre Hoseok siempre divagaba, y aunque no era consciente de ello,  su rostro  mostraba un claro signo de profunda tristeza que era imposible disimular; la mujer le miró con ternura, y sin tener en cuenta aquello sobre la distancia, tomó la mano de Hoseok y le dió un par de golpecitos  tratando de darle fuerza.

—No sé lo que lo agobia, Hoseok,  pero usted realmente es un buen chico. ¿Cuántos años tiene? — sus palabras en un tono dulce lo hicieron reaccionar y soltó una especie de sonido que denotaba algo de burla hacia las palabras de la mujer.

— Pffff  ¿Me creería sí le digo que ya no soy tan joven?  Tengo 30 años y supongo que manejo... Manejaba mi propia empresa.

— Pero qué dice, Hoseok. Uno jamás deja de ser niño,  jamás. — Hoseok la miró curioso y rió con ella; aunque no entendía muy bien a lo que se refería. —y cuénteme usted ¿tiene novia? Debe ser muy bonita.

— ¿qué? No, no la tengo. — su cabeza dio vueltas de sólo imaginar tal cosa — y no es por nada,  pero al contrario de usted yo no creo en el amor, para mi  todo eso es sólo un montón de tonterías baratas que usan para justificar acciones incomprensibles. —nuevamente Hoseok recordó a su madre y sintió fastidio.

La preciosa mujer se quedó en silencio sólo analizando el rostro herido del rubio y lentamente soltó el aire intentando aún procesar lo que escuchó en aquella voz cruel —¿pero qué pudo sucederte para que no creas en algo tan precioso, Hoseok? — se lo preguntó y él recostó su cuerpo en la silla mirando al cielo.

—Varías cosas,  supongo. — regresando su vista al frente continuó — igualmente no importa, porque mis gustos son diferentes. Me gustan los hombres — lo confesó con una voz melodiosa y juguetona pretendiendo que la molestaría, pero ella parecía más curiosa todavía; al final se rindió — o eso creo.

—¿Eso cree? —la mujer estaba tan curiosa que Hoseok sintió incomodidad al ser interrogado de esa manera, ya que ni él mismo sabía realmente cuáles eran sus gustos o nada; nunca se preocupó por confirmarlos a ciencia cierta, simplemente dijo lo mismo que le dijo a su abuelo cuando quiso liberarse de aquel loco matrimonio. Pero ahora era diferente,  no tenía ataduras de ningún tipo y pensó profundamente si aquello que había dicho era cierto o simplemente su concepto a cerca del amor estaba tan infertil que ni siquiera comprendía; con el tinte de intranquilidad la miró directamente al rostro.

—Bueno,  salí con mi compañero de cuarto cuando era más joven, aún estaba en la universidad... Pero duró muy poco porque realmente me hastie de sus reclamos sin sentido. Como le digo, el amor es sólo para gente estúpida.

—Y veo... ¿y no pensó en qué la otra persona tal vez lo amaba de verdad? — su comentario hizo que Hoseok frunciera el ceño — ¿Usted no lo amo, tal vez? Eso es algo triste de escuchar, porque usted realmente es una persona que cualquiera podría amar, es encantador y muy agradable.

La mujer puso en su rostro una expresión de lástima y Hoseok de verdad la odio aunque fuera incapaz de manifestar su molestia; ella tal vez tenía razón, en su mente se reprodujo el instante en que Wejin lo golpeó por haberle dicho de frente, ya cansado, que sólo lo usó para escapar del matrimonio planeado por su familia a sus espaldas, después de eso jamás volvíó a saber más de él e incluso este se retiró de la universidad llevándose consigo todas su cosas. El sentimiento de vacío después de regresar a su cuarto aquel día y no encontrarlo fue inexplicable, pero no era dañino como para extrañarlo siquiera.

Mirando  a la mujer se preguntó si realmente aquello del amor era tan necesario como cada uno de los que sabían hablarle sobre él decían, no era que hubiese comenzado a sentir curiosidad de repente, es que en realidad siempre fue su pregunta y su motor — ¿Y cuándo podré conocer al carpintero que reparará mi cabaña? — Hoseok cambió abruptamente la conversación. — Me urge hablar con él.

— Es mi hijo, Hyungwon. Es un buen muchacho, pero como ve no mantiene en casa; aún es muy joven y vive de aquí para allá. —los ojos de la mujer brillaban al hablar del chico,  se notaba a simple vista lo mucho que lo amaba ¿y cómo no? si al fin y al cabo era su único hijo. Hoseok sonrió sintiendo algo de envidia de que aquel chico aún tuviera una madre que lo amaba y protegía, muy contrarío de el mismo que se mantenía lamentando su pérdida. Ignorando el sentimiento siguió buscando entrar la manera de arreglar su cabaña, que era lo que más le interesaba.

—¿pero lo veré pronto no es así? Necesito comenzar las reparaciones antes de que... — se detuvo  a pensar en lo que estaba por decir y que le parecía un error de lo más absurdo.

—¿antes de? —preguntó curiosa por la extraña pausa de su invitado — ¿le sucederá algo? ¿Es grave?

—En realidad hice algo bastante tonto y vine en contra de la voluntad de mi familia,  así que no sé cuando vaya a quedarme sin dinero. —confesó con honestidad.

—Santos cielos, por eso no se preocupe — la manera tranquila en que ella le habló llamó la atención del hombre rubio, quien inmediatamente levantó ambas cejas por la leve impresión — si usted se queda sin dinero,  entonces simplemente tendrá que trabajar para mi esposo. Así de sencillo.

¡Claro que no!

para Hoseok no era tan sencillo como tomar algún trabajo duro y  sin lugar a duda no iba a vivir entre los lugareños jamás; un lugar lleno de personas con un dialecto incomprensible no era algo que quisiera Hoseok para el resto de su vida.

—He viajado demasiado al rededor del mundo,  así que no soy una persona de quedarme en un solo lugar. No hay trato, de ninguna mane...

—Pero si se queda sin dinero entonces ya no podrá viajar ¿no es así? —la lógica de la señora era digna de respetar,  incluso Hoseok se quedó pensativo ante lo que había dicho— Usted no será capaz de moverse a ningún otro lugar, así que la única opción que tendrá para ganarse la vida será trabajar ¿no?

—Es cierto, pero...

—No se preocupe,  ya vera que después de varios días se acostumbrará  a este pueblo,  me pasó a mi y también era una persona de buena familia; eso sí, al principio será muy difícil, sé su frustración al no entender el dialecto pero sólo espere y verá que le parecerá de lo más divertido después.
— Dudó ante lo dicho por la mujer,  pero sonrío en cuanto esta lo hizo.  Le era imposible llevarle la contraria, de alguna forma ella lograba convencerlo de todo lo que decía y  ahí confirmó lo tenaz que podía ser; el viejo debió de no tener más opción que aceptarla o aceptarla.

Al cabo de varios minutos de hablar de esto y aquello el almuerzo al fin estuvo listo; los almuerzos de Hoseok eran, por lo general,  alimentos sanos que le ayudaban a mantener su cuerpo en forma, las dietas que seguía eran bastante rígidas y las seguía al pie de la letra; aunque ahora no sabía qué hacer frente a la amabilidad de la dulce mujer. En la mesa había  arroz,  Kimchi,  carne de todos los tipos y legumbres, no entendía quién podía comer de tal manera  pues la cantidad de comida era exagerada.

—Servite muchacho,  probá las delicias de mi mujer. — habló el señor muy animado mientras cogía sus palillos y Hoseok no supo qué hacer.

—Yo... — una gota de sudor bajó por su cien — verá, no creo que pueda ni con el 10% de esta comida.. —dijo angustiado al recordar las palabras de la mujer, eso de que no podía negarse ante la hospitalidad lugareña.

—¡Caramba,  pero si vos no tenés que estar preocupado por eso! comé cuanto podás o queras,  sé bien que los citadinos no son de mucho comer; lo cual me parece una lástima, aunque mi mujer también es así. —el viejo tomó la mano de la señora  y esta sonrió avergonzada; parecía tan llena de vida que Hoseok no pudo evitar sonreír por lo feliz que parecían ambos.

§

el almuerzo pasó entre pláticas y un gran esfuerzo por parte de Hoseok para entender el difícil dialecto del señor; de igual manera encontró en la señora la forma entender al viejo. Ya pasadas las dos de la tarde,  tiempo en que todo en el pueblo era calmo,  Hoseok se sentó en el porche absolutamente relajado y pensando en la paz que podía llegar a sentir cerró los ojos.

En lo que rememoraba, de los lugares que visitó durante sus viajes, ese lugar le recordaba a aquel pueblo en Suramérica; Susques en Argentina, las personas no eran para nada  igual  pero la calma era algo digno de ser asimilado. Suspiró ante la calma,  recostó más su espalda en la silla mecedora de madera y apoyó su cabeza seguido de un largo bostezo,  así, poco a poco,  se fue dejando llevar por el sueño.

"Hoseok,  debes saber que no todos son malos, no todos tienen malas intenciones
hacia los demás. Algún día entenderás mis palabras ¿cierto mi pequeño?"

Con un fuerte sobresalto Hoseok se despertó y miró hacia los lados asustado,  aún ido y sin entender lo que sucedía miró hacia afuera del porche, dándose cuenta de que ya era lo suficientemente tarde como para que el sol estuviera prácticamente ocultándose. Normalizando la respiración se movió en la silla, se llevó la mano al cabello rubio para revolverlo y en segundos un olor a comida llegó a él; De manera extraña sintió su estómago rugir y sin pensarlo mucho tiempo decidió entrar a la casa.

—¡Por todos los dioses! has despertado muchacho.  De no ser por esos fuertes ronquidos,  habría pensado que ya habías dejado este mundo. —el viejo agrio le vio entrar y rio bastante fuerte; el rostro de Hoseok no era de completo agrado, pero se podía decir que ya estaba acostumbrado al trato que le brindaba el señor malgeniado.

—Hoseok, siéntate. La cena está preparada. — Con todas las ganas del mundo tomó asiento y miró, esta vez con mucho ánimo, toda la comida que había preparado la señora.

—Se ve delicioso  — Soltó mientras tocaba su estómago debido al hambre que tenía en ese momento.

—Claro, si fue mi mujer la que lo preparó ¿qué esperabas muchacho?  — haciendo una pequeña reverencia y sin perder tiempo tomó los palillos comenzando a comer con sumo gusto; la mujer estaba tan feliz de verlo comer con tanta ganas,  que cogió un trozo más de pollo y lo puso en su plato. Sonriente, Hoseok le dió las gracias sin importar de que su boca estuviera llena y sus mejillas se vieran rellenas.

Luego de terminar,  un poco avergonzado se disculpó por haber tenido tal comportamiento en la mesa, se preguntaba seriamente por qué había sido así cuando su etiqueta en la mesa siempre era la mejor. Los esposos,  muy contentos de que este hubiese disfrutado de la cena,  sonrieron y le hicieron sentir cómodo con todo. 

—Por cierto — la dulce y amable voz de la mujer captó su atención — Hyungwon estuvo aquí. Vino mientras dormías en el porche.

—¿qué? Pero, Dios ¿por qué no me despertó? Le dije que lo necesitaba con urgencia. — ella negó con la cabeza y sonrió mientras le servía algo más de jugo.

—Te veías tan casado, Hoseok. Parecía que desde hace mucho no dormías tan plácidamente, así que no quise levantarte.

—Está bien, no hay problema ¿estará él aquí más tarde? ¿Vendrá a cenar ahora siquiera?

—No,  dijo que estaría un buen rato en el caserío de Hyunwoo para ayudarlo con un trabajo que tiene en su granja,  así que supongo terminará tarde. Hyunwoo es médico, estudió en Seúl y Hyungwon disfruta mucho compartir con él; son como hermanos inseparables. — Hoseok miró la hora en su reloj, eran las seis de la tarde a penas, así que guardó la esperanza de poder conocer y hablar con el sujeto que le ayudaría con el trabajo en su cabaña; Igualmente sentía que eso no sucedería ese día, pero seguro lo cazaría para que comenzaran a primera hora del día siguiente. Lo necesitaba ya.

—Debe ser alguien muy autónomo, por lo que veo — lo comentó porque habían pasado largas horas y el tipo ni siquiera se había dignado a mostrar la cara, miró al rededor y tampoco vio ningún tipo de fotos. No sabía nada de él. — Perdón si molesto ¿pero cuántos años tiene su hijo? — la mujer sonrió brillantemente y contestó a ello muy orgullosa.

—Tiene 18, mi Hyungwon tiene 18 años y es el chico más atractivo de todo el pueblo. — a Hoseok le interesaba un reverendo rábano si era la mismísima miss universo con pene o no, lo que necesitaba saber era si sería capaz de reparar su cabaña, nada más. Ocultando su exasperación aclaró la garganta y comentó lo mínimo que pensaba.

— Es muy joven — trató de ser sutil — se podría decir que aún es un niño ¿no es peligroso allá afuera?

—Lo sé, pero Hyungwon odia rotundamente que lo traten como tal, Hoseok,  él sacó mi tenacidad y es alguien realmente especial; aunque no debería decir eso con mi propia boca. —la señora estaba sonrojada y sonreía muy feliz; cuando se trataba de hablar de su hijo, ella  solo tenía elogios y buenos comentarios llenos de amor.

—¿Sabe? Desde temprano he sentido algo de envidia hacia su hijo por tener a una madre como usted. — su comentario fue sincero y medio sonrió porque se sentía avergonzado de decirlo.

— Hoseok, por favor,  usted también debe tener una madre maravillosa. —soltó la mujer sin pensar y su corazón se sintió pesado al recordarla.

—Yo.. —Hoseok agachó la mirada por unos segundos y luego levantó la cabeza para así mostrar una sonrisa llena de nostalgia. —Mi madre murió cuando tenía esa edad... Fue realmente una lástima, pero la vida es así al fin y al cabo. — La mujer llevó sus manos a su propia boca horrorizada, ella miró a Hoseok sin poder creer que hubiese sido tan insensible de haber mencionado, de manera tan poca delicada, algo respecto a su difunta madre.

—lo lamento tanto, Hoseok ¡soy tan tonta!

— No lo dije con esa intención,  es solo que recordarla es un poco duro. Usted fue alguien que valientemente escapó de su familia,  mi madre... Ella...

—No te preocupes ,Hoseok,  ella debe estar cuidando de tí aún,  así que ten fe.

¿Fe? 

Eso era algo que seguro nunca se detuvo a pensar ¿qué era la fe y por qué debía tenerla después de ver cómo la vida de su madre se esfumó, solo porque siempre tuvo fe en que su padre cambiaría? Era ridículo, palabras como fe, amor, confianza y entrega eran totalmente ridículas a oídos del rubio de fuerte cuerpo.

—Claro... —Aceptaba cordialmente las palabras de la amable señora,  pero no por eso las creía acertadas. Sonrió con fingido agradecimiento y se levantó rápido preguntando por el lugar donde dormiría esa noche, la mujer que le vio con preocupación lo siguió y se dispuso a llevarlo a la segunda planta, a la habitación que mantenía vacía por si algún invitado necesitaba pasar la noche ahí.

La habitación era espaciosa, contaba con una cama, una mesa de noche todo de madera, un baño con todo lo necesario y una ventana; era muy acogedor a pesar de que se sentía algo de humedad. —Mira,  aquí está una cobija gruesa, ya que en la noche suele hacer mucho frío. Cúbrete bien.

—Gracias,  ha sido muy amable. Y, sobre lo de esta mañana...

—Oh no, por favor, no te sientas mal por ello,  discúlpame a mi por haber hablado descuidadamente de tu madre. Hice mal al soltar un comentario sin saber.

—No se preocupe.  De verdad, gracias.

De las pocas veces que recordaba,  esta era una de esas en las que daba las gracias de manera tan sincera; jamás se sintió tan a gusto y acogido en algún lugar, tal vez era la familiaridad que sentía con aquella señora,  la semejanza con su madre y su delicadeza era lo que lo hacía sentir así, pero de lo que sí estaba totalmente seguro es que tenía que expresar su gratitud. Luego de ver salir a la mujer se sentó sobre la cama y pensó en lo que podría hacer para no dormirse, no sin antes hablar con el hijo de los Chae; sacó su teléfono y pensó en llamar a Minhyuk, pero sabía que eso de alguna forma terminaría dañando el buen momento, así que lo guardó de nuevo.

—Dios... —  terminó por recostarse sobre la cama,  llevó una de sus manos a su pecho y suspiró hondo. La Paz afuera era implacable,  incluso cuando se oían algunos niños reír y jugar,  era tan mínimo el ruido que sentía que sintió cómo era arrullado.

—¡No me dormiré! —se dio un leve golpe en la mejilla y se levantó rápido para así caminar por toda la habitación,  miraba por todos lados buscando cualquier cosa que pudiese distraerlo; se había dispuesto a esperar al chico que le ayudaría con su cabaña, no podía dormirse y perderlo de nuevo.

¡Algo debía haber ahí para hacer!

La habitación no era grande pero tampoco era un cuchitril, debía aceptar que la cama era lo suficientemente cómoda y estaba totalmente limpia. Se asomó por la pequeña ventana y notó las luces de algunas de las pequeñas casas, no era nada comparado a la ciudad pues un oscuro vacío se sentía a lo lejos, hacia el Bosque; tembló de tan sólo imaginar perderse en aquel oscuro lugar y cerró de nuevo la ventana sentándose en la cama,  para finalmente pensar, por cuenta nueva, en lo que podría hacer para no dormirse.

§

Los pajaritos cantaban una suave melodía, revoloteaban en la ventana de Hoseok llenado la habitación de un sonido natural y gentil.

—¡Callen ese maldito escándalo! —Hoseok gritó iracundo. Odiaba tener que ser levantado tan temprano, pues, decía que él, que él mismo decidía cuándo y cómo se levantaría. Maldijo una vez más y se levantó tirando su almohada a la ventana espantando a los pobres pajaritos,  quienes salieron volando del mero susto.

Uno, dos y tres bufidos salieron de su boca seguidos de más maldiciones; al final no logró mantenerse despierto, pero culpaba profundamente a la cama por ser tan cálida y cómoda. Al salir de la habitación caminó hacia las escaleras que llevaban a la primera planta y frenó a mitad de camino cuando escuchó una voz bastante familiar.

—¡Recorcholis, madre,  el desayuno estuvo estupendo!

— No puede ser... — Como una bala, Hoseok salió corriendo por todas las escaleras, estaba incrédulo de lo que había oído —no puede ser, no puede ser.

—Dios,  que susto.  ¿Hoseok, te sucede algo? —la mujer se asomó por la puerta de la cocina, pero Hoseok ya iba como un toro hacia ella; la apartó y miró al chico que yacía sentado frente en la encimera con un trozo de pan en su boca, sus ojos enormes lo enfocaban con una curiosidad absoluta.
Lo analizó, cabello castaño, joven, con piel blanca y esa voz,  jamás podría confundirlo.

Era el loco que se le había atravesado en el camino el día anterior.

—¡Tú! Tendrás que pagar por el daño hecho al auto de Jooheon ¡ahora mismo o te demandaré, lo juro que lo haré! — El chico castaño lo miró, primero desconcertado y luego rió muy fuerte tomando su estómago, casi atorandose con el pan que tenía entre su boca.

—Por las peras de San Agustín ¿es usted? ¿No debería estar disculpándose en lugar de reclamarme? Agradezca que no me partió la cabeza.

Hoseok lo estaba señalando con su dedo índice,  de repente se encontraba tan confundido por la actitud del chico, que bajó la mano y se preguntó por la verdadera personalidad de aquel muchacho extraño; el menor sonreía, pero para nada parecía amable.

—¿ya conocías a mi hijo,  Hoseok?

—¿¡qué!?— El rubio no quería creer lo que la amable señora estaba diciéndole, pero de nuevo ese brillo en sus ojos le mostraba que todo lo que decía era cierto; miró de nuevo en dirección al castaño y negó con la cabeza todo lo que estaba sucediendo.

—no-no puede ser... — dijo sin querer creer nada. — ¡Exijo otro carpintero!

______________

Hola, mis personas favoritas. Aquí les dejo un nuevo capítulo de esta historia, espero que la disfruten mucho.

Si tienen alguna duda sobre algo, entonces ya saben que pueden dejar su comentario o enviar un mensaje, yo trataré de responder lo más pronto posible.

Gracias!!!!

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top