Cuando hablas de la persona indicada es sencillamente eso, la indicada y nada más; no importa la edad, el color de piel, el género o la cultura, cuando llega la persona indicada a tu vida haciendo nacer en tí el sentimiento de amor verdadero, no hay qué o quién pueda cambiar eso más que tú mismo, y si tu decisión es caminar de la mano de aquella persona o perderte en el sendero de aquel fuerte amor, habrás aceptado no regresar a ser el mismo jamás a menos que uno de los dos — o los dos — decidan sobre ello.

Amor, como ven, no es una palabra sencilla que pueda ser usada por que sí y por que no, amor es un sentimiento que nace de añorar a alguien, de admirar a alguien, de extrañar, de valorar, incluso atesorar a otra persona; amas a quien crees indicado para recibir tu amor, a quien hace nacer en tí pensamientos y sensaciones que no esperabas tener ni siquiera en tus sueños más íntimos, es una poderosa ola que se lleva lo malo dejando sólo lo bueno...

amor es todo eso y mucho más.

Y sí, lo amo tanto como para aceptar que estuve equivocado toda la vida, y que hablar de esto y aquello era insuficiente a comparación de las confesiones que hago en este pequeño escrito; aunque debo aceptar que las palabras se quedan cortas a la hora de hablar de él porque es lo que siempre necesité, lo que siempre, siempre quise para mí y que ahora tengo y no quiero perder jamás, que él día que haga falta — y Dios no lo quiera — se perderá toda mi vida. Él, de nombre templado como el otoño y de mirada tierna, a tí Hyungwon...Para tí, mi persona indicada, espero amarte hasta el fin de mis días porque no existe nadie más en la tierra a quien quiera tener a mi lado.

Te amo
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