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—Recorcholis papá, dile a Sungjae que deje de tocar mis cosas ¡estoy harto de él!

Un chico alto y castaño de unos 18 años,  contextura media y brillantes ojos marrones entró iracundo al despacho de su padre, era la enésima vez que lo hacía en medio de gritos desesperados. Al otro lado de un gran escritorio y rodeado de una amplia biblioteca se encontraba un hombre de avanzada edad, cabello negro algo canoso, pero firme como un roble, él sostenía un bolígrafo y en la mesa descansaba lo que parecía ser un diario.

Él mismo hombre cerró los ojos sintiéndose frustrado y luego levantó la vista sobre sus lentes — algo que le encantaba hacer, y no, no necesitaba los lentes pues veía perfectamente; solo los compró para hacer tal acción — se acomodó en su silla y miró al chico con un brillo indescriptible en sus ojos, pero con algo de impaciencia por la repetitiva acción.

Sus hijos se la habían pasado en esas todo el día.

—¿Ahora qué sucede con ustedes dos Minho? — soltó el esfero, cerró el diario y quito los lentes mientras peinaba su cabello y se recostaba en el sillón.

—¡Sungjae hyung está tomando mis cosas! solo quiere molestarme. Caramba, papá,  ¡dile algo!

—¿Y dónde está Hyungwon?

—Está con hyung ¡pero se niega a castigarlo!

El hombre mayor echó un suspiro al aíre.

frotándose la frente salió del despecho seguido de su ofuscado hijo, ambos se dirigieron a la segunda planta y al terminar de subir las escaleras, fueron directo a una de las habitaciones del lado derecho; una que quedaba en todo el medio del pasillo. Hoseok tocó la puerta y abrió encontrando a su esposo, éste tenía en sus brazos a su hijo mayor, Sungjae, y aunque era el mayor por dos años,  resultaba que era altamente sensible.

Suspiró y entró.

—¿Qué sucedió ahora? —dijo mientras le daba paso al menor que venía justo tras él.

—¡Sungjae hyung quería llevarse mi camiseta blanca! ¡Es mía!

— P-pero ¡Pero si es mia, Minho!

—¡Santa cachucha! — vociferó el menor con alegoría — ¡yo la he tenido por semanas!

—Minho —El hombre alto que lucia mucho más joven  lo miró con seriedad y el chico calló al instante; para lo único que habló fue para lanzar una disculpa.

—lo siento papá,  es que...

—Tendrás que disculparte con tu hermano mayor. — demandó Hyungwon con seriedad. Hoseok asintió y miró a Minho con la expresión de que no debía hacer esperar más a su otro padre y proceder a hacer la acción,  así que él chico camino hasta estar en frente de su hermano.

—hyung... —Sungjae levantó la cabeza y secó algunas lágrimas que caían por su rostro. — Lo siento. Te cederé mi camisa, ¡pero entonces tendrás que darme una en reposición! — recibió un golpe en la cabeza con la palma de la mano,  cuando giró se dio cuenta que era su padre Hoseok quien lo había castigado por la forma de disculpa tan pobre.

— ¿esa es manera de pedir disculpa?

—¡Papá!

—Papá nada, a tu habitación. — el chico castaño salió de la habitación con la cara arrugada y refunfuñando por el regaño que se había ganado al final. —Sungjae y tú —el chico de cabello de igual color,  castaño,  miró al mayor y se le llenaron los ojos de lágrimas al instante. —No llores, aún no he dicho nada. —le demandó y trató como pudo de contenerse. — Debes ser más fuerte, eres su hermano mayor y no deberías mostrarte débil; eres tú quien tiene que protegerlo.

—Hoseok, por favor... —atinó a decir el más joven de los dos.

— Eres muy condescendiente con los dos, Hyungwon,  sabes que tengo razón. — le discutió no queriendo darse por vencido ante su idea.

—Yo lo siento papá,  prometo mejorar. — el menor contuvo el llanto como mejor pudo y Hoseok sonrió.

—Así se habla. Ahora vas a ir, te vas a disculpar también con tu hermano y quiero que el tema muera aquí.

La autoridad de Hoseok siempre disipaba las discusiones de los dos menores y Hyungwon siempre vivía agradecido por eso, pues el no podía llegar a ser duro con ninguno de sus dos hijos; los amaba demasiado, hasta el punto de darle la razón a los dos y terminar consintiendolos demasiado.

una vez en su cuarto, y cuando todo hubo terminado, Hyungwon se dedicó por fin a quitarse el saco y lacorbata; al llegar a casa encontró a sus dos hijos tirando de una vieja camiseta y no tuvo más opción que soltar el maletin y detener la pelea.

—¿Cómo estuvo tu día, cariño? —preguntó desde el baño Hoseok. Escuchó la llave correr y suspiró aliviado de estar ahí al fin.

—Ha estado bien. Minhyuk hyung se ha encargado de varios de los proyectos, así que he logrado terminar todo a tiempo. — miró hacia atrás esperando ver a su esposo, y lo halló asomando medio cuerpo por el umbral del baño.

—Debería ir entonces para ayudar en lo que necesiten. — Y miró a Hyungwon esperando su respuesta. llevaban años de casados y aún sentía, cuando lo veía, como si fuera la primera vez. El menor sonrió.

—No hay necesidad. — confesó — sé lo importante que es para ti estar aquí y no quiero que los niños estén solos; ya ves como son, dejarlos con alguien más terminaría con un demanda en contra de nosotros.

—Oh, vamos amor,  no son tan inquietos. —Hyungwon lo vio con asombro  debido al comentario;  era cierto que cuando decidieron adoptarlos prometieron amarlos hasta el cansancio, pero el amor de Hoseok se había vuelto ciego. — igualmente pienso en que Sungjae pronto irá a la universidad y Minho también le seguirá ¿qué haré solo aquí? —añadió.

Hyungwon soltó un pesado suspiro, sintiéndose incómodo frunció el ceño.

—Aún no estoy de acuerdo con ello,  Seokkie, Sungjae es demasiado joven todavía ¿Cómo en los cielos? — negó con la cabeza en señal de que no le gustaba para nada la idea, era demasiado sobre protector con los dos y Hoseok lo entendía.

—Hyungwon, Jae tiene 20 años ya, tiene la edad que tenías cuando fuiste a estudiar a América ¿qué es lo tan malo en eso?

—Pero Sungjae es alguien muy sensible, podrían hacerle daño en algún momento. —alegó sin querer ceder.

Hoseok suspiró ante la preocupación de su esposo;  tenía razón,  su hijo mayor era un chico dulce,  muy inteligente y extrovertido, pero sin duda era bastante sensible. Su preocupación tampoco se hizo esperar y se dirigió al tocador donde estaba de el castaño.

—¿en qué momento crecieron tanto? — se sentó y se abrazó a la cintura del más alto. — parece que fue ayer cuando aún eran unos niños que jugaban entre sí y dormían juntos.

—Por las peras de San Agustín, Seokkie,  no lo sé; solo sé que no quiero que nos dejen, la casa se sentirá realmente sola sin ellos. Creó que me he vuelto masoquista y me agrada llegar de trabajar a parar cualquier pelea o discusión. Me siento igual que tú.

—Tienes razón — sonrió — toda la mañana Minho se la pasó gritando y Sungmin seguía diciendo que era su camiseta... ni siquiera sé dieron cuenta que la cambié cuando subí a detenerlos la primera vez. — Hyungwon rió y miró hacia abajo; se estremeció por la mirada de Hoseok, su rostro,  sus largas pestañas y sus ojos, los años solo habían logrado realzar la  inigualable belleza de su hombre; acarició su mejilla con suavidad,  con la delicadeza que puede conllevar tocar una flor y lo miró con más intensidad.

— Nunca cambias ¿cómo es que no les dijiste nada?—preguntó entre risas, disfrutando del momento íntimo que tenía junto al que ahora era su esposo.

— Pensé que se darían cuenta y dejarían el tema en el olvido.  Nunca me imaginé que continuarían con el alboroto. — confesó antes de asustarse de muerte.

—¡PAPÁ!

—¡PAPI!

los dos esposos cerraron los ojos riendo después.

La vida de casados resultaba maravillosa para ambos,  no se cansaban de sus vidas diarias y amaban cada día ajetreado que afrontaban porque lo hacían juntos.

—Te toca a tí ir a separarlos,  yo daré el discurso. — Le dijo Hyungwon a un Hoseok que comenzaba a prepararse mentalmente.

—Bueno. Manos a la obra, querido Hyungwon.

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Hola, mis personas favoritas.
Este es el primer especial.
Espero que les guste.
Nos leemos en el siguiente.

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