xxviii. la bienvenida


LA VIOLENCIA Y LA CAÍDA,
capitulo veintiocho: la bienvenida!



          IRINA PERMANECIÓ OBSERVANDO MANHATTAN DESDE UN BALCÓN A LO ALTO MIENTRAS VEÍA EL SOL OCULTARSE. Observó a todas las personas que cruzaban las calles de Nueva York, todas apretadas y completamente apuradas. La brisa del invierno acariciaba su piel y la ponía de punta. La música que provenía del iPod que Tony le había regalado en Navidad resonaba con fuerza en sus auriculares. Debía admitir que hace mucho que no escuchaba música y eso la abrumaba. El ritmo de Closer le hacía mover la cabeza de un lado al otro mientras balanceaba sus piernas que se encontraban del otro lado del balcón. Ella permanecía sentada en la baranda con los auriculares puestos.

          La joven no tenía pavor alguno en sentarse en las barandillas, en realidad, lo veía divertido y relajante. Aunque el peligro abundaba por la altura y por qué también podría caer.

          Morgan cerró los ojos levemente mientras que otra brisa fresca azotaba su cuerpo. Y cuando abrió los ojos todo estaba nevado otra vez, ella miraba a Manhattan con nieve esparcida por sus rascacielos y calles. La gente caminaba abrigada hasta la cabeza y los autos se movían más lento.

          —Irina—bramó una voz idéntica a la de ella—. Irina.

          Morgan giró su cuerpo y observó a una muchacha idéntica a ella, con el cabello negro y liso. Su vestimenta era la misma a la que ella tenía en sus visiones.

          —¿Aún no has encontrado a Tatyana?

          Irina negó lentamente.

          —Recuerda esa base en las montañas, allí está—murmuró mirándole fijamente—. Debes encontrarla antes de que sea tarde.

          Irina no sabía qué decir, permaneció en silencio mientras observaba a ella misma. La muchacha de cabello negro juntó fuerza para empujarla por la barandilla. Irina soltó un grito ensordecedor al ver que caería hacia la muerte.

          'Encuentra a Tatyana, antes de que sea tarde.'

          —¿Irina?—escuchó una voz—. ¿Puedes escucharme?

          Irina abrió los ojos repentinamente mostrando su color azul por causa de sus poderes. Sintió un sabor metálico en la boca y tocó su nariz. Sangraba. Miró hacia arriba y observó a Steve algo preocupado.

          —¿Qué ocurrió?—preguntó él mientras ayudaba a Irina a levantarse—. ¿Y porque estabas sentada en la baranda del balcón?

          —No lo sé...—murmuró Irina sentándose en uno de los sillones que había allí, tocó su nariz y esta seguía sangrando—. Mierda, debo aprender a controlar el sangrado.

          —Tuviste una visión ¿verdad?

          Irina asintió lentamente y dejó su iPod en la mesita que había allí. Steve tomó asiento a su lado y entrelazó su mano con la de Morgan—¿Era sobre Tatyana?

          —En realidad...era yo. Decía que debía encontrarla antes de que sea tarde.

          —Todavía estamos rastreando el cetro de Loki—respondió Steve—. Puede que también la encontremos a ella.

          —O puede que ya esté muerta.

          —La salvaremos ¿de acuerdo?

          Irina asintió y abrazó a Steve, él la sentó en sus piernas mientras le abrazaba—Steve...¿Estás seguro de que les caí bien a tus compañeros?

          —Por supuesto que sí—respondió mirándole la cara a Irina—. La confianza del equipo irá aumentando con el tiempo. Ya eres parte de la familia y hoy es tu noche.

          Irina sonrió con tristeza y vio algo en la otra mano de Steve. Tomó esta suavemente y sacó el contenido. Era una foto.

          —¿Qué es esto?—preguntó.

          —Tony la encontró en una caja de recuerdos de tus padres que logró recuperar—respondió el rubio—. Era una foto del año 94. Tú eras apenas una niña de 4 años y estabas con tus padres, Tony te conoció desde pequeña.

          —Y no lo sabía hasta ahora—dijo Morgan mirando la foto.

          —Los Stark eran grandes amigos de tu familia.

          —Me lo imagino—dijo y besó los labios de Steve, ambos juntaron sus frentes—. Gracias...

          Steve sonrió embobado y volvió a besar a Irina. Cuando juntaron sus frentes, el rubio acarició la mejilla de la castaña delicadamente, temiendo a que se rompiera como el vidrio.

          —En una hora empieza la fiesta—murmuró—. Nat te preparó un hermoso vestido—vio que Irina sonreía—. Ya, vete.

          Irina lo abrazó y besó sus labios por última vez antes de entrar a su habitación.




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          —¿Conociste a mis padres?—preguntó la rubia caminando junto a Tony.

          Stark asintió sin dudarlo y miró de reojo a la castaña—De hecho, tú eras muy pequeña. Recuerdo que tus ojos eran las grandes de lo que pensé.

          —Debes estar bromeando.

          —Nope, tus padres me pidieron una vez que te cuidara—respondió—. Casi te caes por las escaleras. De pequeña eras muy revoltosa y traviesa. Y ahora...eres diferente.

          —¿Lo dices porque fui una asesina?

          —No, no lo digo por eso—replicó el millonario haciendo un movimiento nervioso con las manos—. Porque ha ocurrido un cambio brusco en ti, como lo ha causado en mi cuando perdí a mis padres.

          —¿Te arrepientes por no despedirte de ellos?

          Tony Stark se detuvo a lo alto de la escalera, junto con Irina. La rubia procuró mirarle atentamente, ya que había tocado un tema delicado para él pero que lo contactaba con ella y su pasado. Miró que los orbes marrones de Tony estaban intentando de negar lágrima alguna; pero Irina posó una mano en su hombro como un modo reconfortante para el millonario y espetó suavemente—A veces pasan esas cosas, Tony. Pero yo en ese momento no las comprendía, sin embargo tú si lo comprendías.

          —Aunque lo comprenda, nunca supe quién había asesinado a mis padres o si realmente fue un accidente.

          —Pues lo fue—murmuró ella—. Según mis recuerdos lo fue y nunca fallo con mis recuerdos.

          —¿Segura?

          —¿Alguna vez te he mentido?

          Tony negó lentamente y vio por encima del hombro de Irina, haciendo contacto visual con el capitán. Hizo una mueca a Irina y ella frunció el ceño—Creo que vino tu príncipe azul a rescatarte.

          Irina soltó una ligera carcajada mientras se giraba para ver a Steve.

          —¿Quiere que la escolte al salón principal, madame?

          —Ce sera un plaisir, monsieur (Será un placer, señor)—replicó Irina en francés.

          Steve frunció el ceño—¿También hablas francés?

          —HYDRA me enseñó muchos idiomas, capitán. De eso no dudo.

          —Sigues siendo una caja de sorpresas, Morgan.

          Los dos bajaron por las escaleras e Irina pudo ver que todos los vengadores estaban allí. Erika se encontraba junto a su padre, Natasha estaba en la barra con las bebidas y María Hill se encontraba sentada frente a ella, Bruce estaba hablando con Tony y Thor. Y solo faltaban ellos dos.

          —¡Y hablando de Roma! Los dos enamorados llegaron—dijo Clint animado.

          —Ugh—bramó Erika sentándose en uno de los sillones—. Tranquilízate, cupido.

          —Los estábamos esperando—dijo Bruce tomando asiento al lado de Tony.

          —Aunque pensamos que estaban teniendo sexo—se mofó Tony y Steve le miró de mala manera—. ¿Qué? No me digas que no es cierto.

          —Ya empezaba a extrañar esos comentarios—dijo Erika mirando a Irina—. Siéntete cómoda, Irina. Ahora esta es tu nueva casa.

          La muchacha sonrió mientras tomaba asiento y se acomodaba en el mismo junto a Steve. Natasha llegó con una bandeja de vasos de cerveza. Todos comenzaron a beber con calma, contando anécdotas completamente divertidas acerca de la infancia de Erika, cosa que molestaba a la joven.

          —Ya, ¡es vergonzoso!

          —Pero si tu infancia fue lo mejor—replicó—. Dios, la primera vez que habías tocado un arco.

          —Clint—bramó Natasha.

          —Pero bueno, una vez casi termino con una flecha en la cabeza—dijo Erika encogiéndose de hombros—. Aunque, debo admitirlo, mi padre es el Ojo de Halcón. No puede equivocarse nunca.

          —Deja de decir eso. Te falta mucho por aprender.

          —¿Pero no habíamos terminado?

          —No.

          —Tu sistema de entrenamiento es completamente largo. No gracias.

          —¡Bien, bien! Ya dejen de pelear—dijo Tony—. Hagamos un brindis por Irina. Bienvenida, niña.

          —Opino por lo mismo—dijo Steve alzando su vaso—. Bienvenida seas, Irina.

          Todos chocaron sus vasos entre ellos mientras reían e Irina no se podía sentir más a gusto con su nueva familia. Realmente extrañaba sentirse así.





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