AMENAZAS,
capitulo cincuenta y cuatro: david 'scott' cuperfield!

          ERIKA BARTON POSÓ TRES TAZAS DE CAFÉ EN LA GRAN MESA DONDE SE ENCONTRABAN LOS PLANOS. Irina Morgan, por su lado, permanecía mirando fijamente a los tres jóvenes que habían ayudado a Scott para entrar a la casa cuando Hank hizo la prueba. Resultaba que el plan que tenía Scott era traer a su amigo Luis con sus colegas: Dave y Kurt.

          —Gracias por el café, señorita—dijo Luis—. No pasa muy seguido esto de robar un lugar, y que después nos reciban. Hace poco que les robamos.

          Hope miró a Scott haciéndole una mueca—¿Sabes que lo arrestaron por robar una máquina para hacer batidos?

          —Dos máquinas para hacer batidos—corrigió a Hope.

          —¿Seguro de que pueden hacerlo?—preguntó Irina.

          —Sí, podemos. Somos profesionales—replicó Luis.

          —Disculpen si no nos dan mucha confianza—añadió Hank.

          —Bueno, cálmense todos un poco, viejo. Somos buenos en lo que hacemos—replicó uno de sus compañeros, Dave—. Pudimos meternos en su casa. ¿o no?

          —Yo dejé que lo hicieran—dijo Hank.

          —Bueno, se podría decir que yo deje que me dejaras.

          Scott se adelantó y dijo—Escuchen, no se preocupen. Ellos pueden hacerlo.

          —Sí, podemos hacerlo—le siguió su amigo.

          —¿Tienes sus credenciales?—preguntó Erika.

          —Está en el sistema.

          —¿Estoy en el sistema?—preguntó Luis sonriendo como un niño abriendo su regalo en navidad.

          —Estás en el sistema—murmuró Dave también emocionado.

          Luis miró a Hope—¿El sistema?

          Hank asintió y sonrió falsamente—Sí, estamos perdidos.

          Irina puso los ojos en blanco y dijo—No seas pesimista, Hank, Scott confía en ellos.

          —Muy bien—habló Scott, atrayendo la atención de los tres nuevos integrantes—. Hay algo que deben ver. Volveré enseguida.

          Al retirarse, Irina sonrió levemente, intentando no parecer incomoda con la presencia de los tres delincuentes que ayudaron a su amigo. La muchacha despejó la mesa y encendió un pequeño laser para mostrarles el plan.

          —¿Saben lo que es eso, verdad?—preguntó la rubia y los tres asintieron—. Nuestro plan aquí es infiltrarnos en la presentación del Yellowjacket terminado, ayudar a Scott a entrar y que él saque el traje, borremos el disco duro y nos larguemos.

          —Parece sencillo—mofó Luis.

          —Entonces no has visto la parte extendida del plan—replicó Erika con una sonrisa ladina.

          —Deben conocer el establecimiento para encontrar posibles salidas para el escape—dijo Hank acercándose a la mesa—. Debemos tener a un guardia de seguridad, alguien que desactive los rayos laser y alguien que ayude en nuestro escape—apuntó con el láser rojo a las habitaciones del edificio a donde Luis debía ir—. Cuando lleguen a esta esquina...verán tres oficinas sobre la izquierda.

          Repentinamente, Scott apareció con su traje de Ant-Man y Luis se paró inmediatamente—¡Cielos!—dijo asombrado y Scott se quitó la máscara—. ¡Wow!¡Eso es genial, viejo!

          —Ahora, escuchen, esto será un poco raro—advirtió Scott mirando a los tres nuevos integrantes—. Es extraño, pero es seguro. No deben tener miedo.

          Luis negó rápidamente con la cabeza—No, no. No conozco el miedo.

          —¿Ah, si?

          —Sí—afirmó con seguridad.

          —Bueno—dijo Scott con una sonrisa de suficiencia y cerró el casco para presionar el botón, terminando por encogerse.

Los dos integrantes restantes se pararon instantáneamente, asombrados y asustados, miraban que Scott había desaparecido. Irina y Erika intentaron no reírse de ellos con todas sus fuerzas, ya que ellos no tenían idea de qué había pasado con Scott.

          —Esto lo hicieron los gitanos—tartamudeó Kurt.

          —Es magia—replicó Dave.

          —Vaya, es increíble—dijo Luis mirando hacia todos lados, Irina observó cómo Scott se trepaba en la ropa del susodicho—. Un truco muy de David Copperfield.

          —Eso fue hechicería.

          —¡Brujería!

          —¿Cómo hiciste eso, viejo?—preguntó Luis elevando la voz.

          'No te asustes. Mira en tu hombro.'

          Luis miró su hombro y soltó un chillido, provocando que las dos chicas se echaran a reír. El amigo de Scott salió disparado del comedor gritando '¡Sal!¡Quítate!' mientras que Hank se tapaba la cara ante la incompetencia del nuevo recluta.

          —Esto me ha hecho la noche—dijo Erika aun riendo.

          —Hank, yo pienso que debes decirles cómo funciona el traje—añadió Irina guiñándole un ojo.

          —Uhm, ya lo estaba considerando.

          Al cabo de cinco minutos, luego de que Scott finalmente terminó de calmar a su amigo, Hank los reunió en la sala de estar; él, junto con tres tazas de café, le contó a los tres cómo funcionaba el traje. Sin embargo, en cuestión de minutos, Luis y sus compañeros cayeron en un sueño profundo. Erika también había tomado un poco del café y ella también se durmió. Irina y Scott acompañaron a Hope hacia la puerta principal, la primera reía entre dientes al ver que su amiga vengadora formaba parte del círculo del sueño.

          —Les di medio Xanax a cada uno y Hank les explicó cómo funciona el traje—dijo ella tomando su abrigo—. No pensaba que Erika lo tomaría. Se durmieron en segundos.

          —Es mejor tener a Erika dormida, en algunas circunstancias—habló Irina sonriendo.

          —Oye, mira, quería agradecerte por...—empezó Scott.

          —No, no lo hagas—la interrumpió Hope—. La razón por la que hacemos esto va más allá de cada uno. Me alegra de que tal vez tengas una pequeña oportunidad de lograrlo.

          —Hey, gracias por el discurso motivacional.

          —La verdad es que pasaste de caerme mal a casi caerme bien—admitió Hope.

          —¡Ouch! Eso fue un golpe muy bajo—Irina codeó a Scott.

          —Cállate—dijo Scott fulminando a la rubia con la mirada y luego miró a la hija de Hank—. Deberías dedicarte a la poseía.

          Hope dejó salir una risa entre dientes y dijo—Ve a dormir, Scott. Y lo mismo va para ti, Morgan—y sin más, salió por la puerta principal.

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          Irina subió por las escaleras, para ir a su habitación. Debía dormir, sin embargo, había algo que le preocupaba. Algo que la inquietaba. Y ese era Steve. Luego de su encuentro en la base, ella sintió culpa al no decirle la verdad, no decirle su propósito. La rubia cruzó el umbral y cerró la puerta, se apoyó contra la misma y soltó un suspiro.

          No podía creer que le estaba ocultando algo a su novio otra vez. Primero lo de su amiga Tatiana y Sokovia, luego esto. A ella nunca le gustó mentir, pero en sus días en HYDRA lo hacía muy bien. Irina caminó hasta la ventana, para abrirla y sentarse en ella. Se restregó la cara y miró la luna llena.

          —No vas a tirarte por la ventana, ¿verdad?—escuchó la voz de Scott.

          Irina le miró y sonrió de lado—Nunca se me había ocurrido eso—divisó que Scott tenía el traje puesto—. ¿Y tú?¿No te escaparás?

          Lang negó—No lo haría aunque quisiera. Solo...debo ir a ver a alguien.

          —A Cassie—dijo Irina y Scott abrió la boca para responder—. Scott, nadie puede esconder sus pensamientos de mí. Y no te preocupes, Hank no sabrá nada de esto.

          —¿Llamarás a Steve?

          Irina bajó la cabeza, meditando su respuesta—Sí, debe saber que al menos estoy a salvo. Ahora vete, dale a tu pequeña el beso de buenas noches.

          Scott asintió y abrió la puerta, pero no salió—¿Irina?

          —Dime.

          —Gracias.

          Irina asintió mientras sonreía y Scott la dejó sola en la habitación. Ella buscó su teléfono y volvió a posarse en el marco de la ventana. Observó el registro de llamadas y casi todas eran llamadas de Steve. La joven rubia tocó el contacto y se llevó el teléfono al oído. Esperó atentamente a que atendiera—¿Irina?

          —Steve—replicó ella sonriente.

          —Irina, dime dónde estás. Iré por ti.

          La rubia soltó una carcajada sonora—Me encantaría decírtelo, pero no puedo.

          —¿Porqué?

          —Por qué tengo que resolver algo antes.

          —Déjame ayudarte.

          —Steve, esto empeorará todo—dijo ella seriamente—. Erika y yo podemos controlarlo.

          —Irina, por favor, no te he visto en tres semanas—Steve suplicó—. Por un momento pensé...que algo malo les había pasado.

          —Sabes que puedo cuidarme sola, que ambas podemos—declaró Irina Morgan—. Cuando terminemos con esto, te prometo que no volveremos a irnos sin avisarte.

          Desde el otro lado, escuchó al rubio suspirar—Está bien. Pero habrá consecuencias cuando vuelvan.

          —Uhm...no puedo esperar, capitán—replicó Irina esbozando con una sonrisa ladina, sintiendo como Steve se sonrojaba.

          —Deja de hacer eso—confesó Steve tartamudeando un poco—. Hablo en serio.

          —Pues yo también—dijo Irina sonriendo—. Te amo. ¿Lo sabes?

          —Lo sé...yo también te amo. Solo...vuelve a la base cuando terminen.

          —Y así será. Duerme bien, Steve—y cortó. 

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