i. hola, morgan


LA VIOLENCIA Y LA CAÍDA,
capitulo uno: hola, morgan!



Triskelion, Washington D.C

          ERIKA BARTON CAMINABA ALGO APURADA, los pasillos del cuartel general de SHIELD estaban algo atestados de gente. Desde que habían encontrado a esa muchacha, todo se encontraba completamente tenso. Erika, al estar tantos años en SHIELD, no estaba acostumbrada a este tipo de situaciones. Además, había hecho un logro en su primera misión, había encontrado a una chica. Caminó por el pasillo hasta llegar al ascensor, entró en él y observó por la ventana que había.

          —Ala Médica—ordenó.

          'Confirmado'

          Las puertas se cerraron y el ascensor empezó a subir rápidamente, Erika observó el edificio y como los agentes iban y venían. Repentinamente, el ascensor se detuvo, provocando que la muchacha Barton frunciera el seño. Las puertas se abrieron, dejando ver al mismísimo Capitán América en persona o como Erika lo conocía: Steve Rogers.

          —Erika—saludó él.

          —Steve—respondió la muchacha asintiendo—. Ala Médica.

          'Confirmado'

          Steve frunció el ceño en cuanto las puertas se cerraron, observó a Erika por el rabillo del ojo—¿Porqué vas al Ala Médica?¿Alguien está herido?

          —Mi madre no lo está y yo recibí un disparo que rozó mi hombro—le mostró la venda—. Pero encontré a alguien.

          —¿En serio?—preguntó sonriendo de lado—. ¿A quien?

          Erika le miró sonriente—A una chica.

          Las puertas se abrieron, dejando salir a Erika, quien miró de reojo al capitán—¿Vendrás a verla o no?

          Steve sonrió mientras asentía, salió del ascensor y fue guiado por la arquera hasta la sala. Ambos entraron, encontrándose con un sector de cuarentena donde Natasha estaba allí. Se acercaron a ella y hubo algo que captó la atención de Steve. El cabello castaño de la muchacha reposaba en la camilla de metal, mientras que múltiples doctores tocaban diferentes botones de las máquinas que estaban allí. Vio como se encontraban sus ojos, estaba pálida y algo sucia pero eso no afectaba la belleza de la misma. Steve debía admitir que la joven era hermosa, demasiado hermosa, aunque al verla en ese estado le confundió mucho. ¿De donde venía? Esa era la pregunta que más curiosidad le causaba.

          —¿Dónde la encontraron?—Steve observó a la espía pelirroja.

          —En Siberia—respondió sin dudar, observó al rubio—. Erika la encontró, había escuchado algo y decidió investigar.

          —Entonces fue cuando la encontré—terminó la muchacha—. Tendrá mi edad, más o menos.

          —¿Tú crees?—preguntó Steve.

          Erika asintió lentamente.

          —Procediendo a dejarla en su celda—indicó uno de los doctores.

          —Entendido—anunció Natasha.

          —Será mejor que la dejemos en paz—dijo Erika girándose para ir a la salida.




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          Abrió los ojos con pesadez, sintiendo una fuerte jaqueca en su cabeza. Ese dolor se extendió por todo su cuerpo, un agudo y silencioso dolor. Se sentía mareada, demasiado mareada. Apoyó una mano en la superficie donde se encontraba acostada y ejerció fuerza para levantarse, logrando hacerlo. Se tocó la cabeza, intentando apaciguar toda voz cercana que se hallara en la habitación pero realmente, no había nada. Solo ella.

          En cuanto recordó lo que había pasado, empezó a preocuparse. ¿La habían encontrado?¿Estaba de vuelta de HYDRA?¿La matarían? Eso no lo sabía, cosa que le resultaba demasiado aterrorizante. Empezó a respirar agitadamente, levantándose de un brinco de la cama, empezó a buscar una salida. Estaba desesperada, escuchó un pitido y vio de donde provenía. Era su pulso. Y estaba muy alto.

          Volvió a tocar cosas, posibles puertas y ventanas, pero al ver que no había escapatoria empezó a sentir pánico. Sabía que estaba de vuelta en HYDRA y ahora no podía hacer nada para evitarlo. Empezó a golpear las paredes, asustada, sabiendo que vendría algo peor detrás de ella.

          —¡Sáquenme de aquí!¡¿Alguien me escucha?!—gritó, golpeando las paredes—. ¡¿Hola?!¡Por favor, sáquenme de aquí!

          Nadie respondió, cosa que desesperó más a Irina.

          —¡¿HAY ALGUIEN AHÍ?!¡RESPONDAN, MALDITA SEA!

          —Vaya, pensaba que sería más tranquila—escuchó una voz masculina.

          Morgan se giró lentamente, enfrentándose a un hombre con un parche negro en el ojo. Le protegía una especie de ventanal, algo que la muchacha no vio, pero llegó a la conclusión de que se encontraba en una especie de habitación. Examinó a las dos personas que estaban allí. Un hombre con un parche y una mujer bien arreglada a su lado. Se preguntaba quienes eran ellos y porqué no podía leer sus mentes.

          —Hola, Morgan.

          Eso fue todo lo que dijo aquel hombre.

          Morgan no lo entendía, en realidad. Ella podría penetrar cualquier mente, pero al parecer esta vez no funcionó. Estaba asustada, quería saber que harían con ella. Aunque, observando a las personas que tenía detrás de aquel vidrio, no las había visto en toda su vida. Otra cosa que le resultaba preocupante.

          —Bog (Dios)—maldijo—. Gde ya mogu poluchit'? (¿En donde me metí?)

          —Eto bezopasno, miss Morgan (Está segura, señorita Morgan)

          Morgan se cruzó de brazos—Puedo entenderles, yo también hablo su idioma—respiró hondo—. ¿Quiénes son ustedes?—se atrevió a preguntar.

          —Es bueno que comprenda nuestro idioma, Morgan—habló el hombre del parche—. Yo soy Nicholas Fury y ella es mi secretaria (también agente) María Hill.

          —¿Esto no es HYDRA?

          —Lamento comentarle, señorita Morgan, que HYDRA ya no existe—respondió Hill.

          Morgan se quedó muda, algo descolocada. ¿Qué estaba pasando?¿HYDRA ya no existe?—¿Q-Qué?—preguntó la muchacha confundida—. ¿HYDRA ya no existe? P-Pero...¿Dónde estoy?

          —Estás en SHIELD, Irina—habló Fury—. ¿Qué es lo último que recuerdas?

          —Haber caído por una colina o mejor dicho acantilado—respondió—. Pero mi respuesta sería irrelevante ya que no me creerían.

          —¿Sabes quién te rescató?

          —No—respondió cortante—. Solo escuché voces. Y vi algo pelirrojo. Escapaba de algo que ni ustedes creerían.

          —¿HYDRA?—preguntó Fury con una sonrisa de lado, como si le hubieran contado un buen chiste—. Irina, ya te hemos dicho que HYDRA ya no existe—observó a María—. ¿Qué droga le dieron?

          —Ninguna, señor.

          —Eso es ser muy considerado, Fury—respondió Morgan sentándose en la camilla de metal—. No estoy drogada, soy una chica genéticamente mejorada.

          —Eso ya lo hemos visto, Irina—declaró Nick, observando una tablet—. Tu ADN es completamente mejorado, aunque tus habilidades no están descubiertas.

          'Pues para mi sí' pensó.

          —Una de ellas es ver lo que piensas, pero lamentablemente—dijo acercándose a la ventana, tocándola—. No puedo ver nada.

          —Y es mejor que no lo hagas para evitar meterte en más problemas—habló el director—. Lo que te recomiendo es que vayas a darte una ducha y te vistas con lo que hay arriba de la cama.

          Morgan se separó, mirando al hombre del parche, con disgusto—¿Me dejarás aquí?—preguntó, a la defensiva—. ¿Cómo una rata de laboratorio?

          —Si lo ves de esa manera...—dijo Nick haciendo una mueca—. Sí.

          —¡Debes estar brom...!—empezó a gritar pero Fury tocó un par de botones para silenciar la cabina.

          Morgan golpeó el vidrio pero este ni se quebró—¡FURY, ERES UN IDIOTA!

          Pero este se fue sin escucharla.





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