I.
«When my mind is running wild
Could you help me slow it down?
Put my mind at ease
Pretty please...»
Hace cuarenta minutos que Mark está enclaustrado con sus entusiastas amigos y compañeros de trabajo en el mini Cooper de Jaemin, al que todos denominaban como el auto más gay que hubiese podido comprar, hasta que decidió cerrarles la boca porque Si no se callan aquí mismo los bajo y a ver quién los lleva a su jodido patético club .
Después de días siendo persuadido por sus amigos, Mark finalmente accedió a asisitir al maldito club nocturno, en el que, según lo que Jeno aseguró, había la mejor variedad, tanto de tragos, como de gente... servicial.
— ¡Esto va a ser genial! Beberemos hasta perder la consciencia, luego ligaremos y probablemente yo folle esta noche.— pronuncia Jeno con orgullo, a lo que los otros ocupantes del vehículo ruedan los ojos.
Jaemin, que lo observa por el retrovisor, simplemente ríe. — Ay Jeno, tú ebrio eres la peor vergüenza que podemos pasar.
— ¿De qué estás hablando? yo sé controlar muy bien el alcohol en mi sistema. Tengo alta tolerancia.
Jisung se cruza de brazos mientras suelta una carcajada llena de sarcasmo. —Tanta tolerancia que has vomitado en tres taxis y una vez casi caes en coma etílico por beber cosas adulteradas.
Los restantes ríen al recordar los vergonzosos pasajes en las fiestas descontroladas de Jeno que lo obligaron a casi embarazar a la hija del jefe una vez en el festejo del cumpleaños de Jaemin.
Entre los ataques a Jeno, Mark pierde la noción del camino, hundiéndose en sus pensamientos. ¿Es normal nunca haber visitado un club nocturno en sus 25 años de vida? En su cabeza, sí, pero para Chenle es "absolutamente vergonzoso".
Pero está bien. Quizás Mark no tuvo la adolescencia más atrevida, pero tuvo sus momentos divertidos a lo largo de la vida escolar. No lo compartiría con sus amigos, pero su conocimiento sexual sin duda superaba al conocimiento profesional y eso era mucho decir, considerando que es uno de los ingenieros más reconocidos de la planta en la que había conocido a Jeno, Jaemin, Jisung y Chenle.
¿Busca coger con alguien esa noche? No, o no precisamente. Si surge algo está bien, pero no era el objetivo principal de la salida.
Pocos kilómetros más adelante, Jaemin gira en una calle no tan concurrida para ingresar a un estacionamiento. Mark mira desde lejos y la fachada del lugar al que había sido arrastrado no luce del todo mal; de hecho, se esperaba un antro en una calle oscura, con apariencia más de cárcel de mala muerte, que de centro nocturno.
Afortunadamente, a sus amigos aún les queda un poquito de sentido común y sabían elegir los lugares a donde iban a divertirse, cosa que agradeció dado que era la primera vez que iba a una de esas cosas.
Los cinco descienden del auto arreglando superficialmente los atuendos elegidos para salir de fiesta. Mark se siente ligeramente estúpido por haber aceptado; realmente nada le garantiza que asistir a ese lugar es buena idea.
Caminan hombro a hombro hacia la puerta del lugar y al llegar, no quiso hacer demasiadas preguntas cuando sin siquiera hacer fila, un hombre cercano a los dos metros de estatura les da acceso luego de saludar efusivamente a Chenle.
Una vez dentro, las luces en color rojo y morado no resultan molestas, dan más bien una impresión sensual y elegante. Contrario a lo que se imaginaba, la gente no estaba abarrotando una pista de baile; simplemente beben sentados en mesas bien distribuidas, como si estuvieran preparándose para presenciar un espectáculo.
Mientras caminan hacia la mesa que les había sido asignada, Mark tiene un mal presentimiento, por lo cual decide expresar su curiosidad. — Oigan, ¿no se supone que en estos lugares la gente baila y hace otras cosas en una pista de baile?
Jeno sonríe de lado y le responde en tono burlón. — Sí, así es, pero digamos que decidimos darte una pequeña sorpresa.
Mark entrecierra los ojos. — No pretenderán jugarme una mala broma, ¿verdad?
— ¿Cuándo hemos hecho algo en tu contra? — Interviene Jaemin sonriendo ampliamente.
— Al menos una vez a la semana, por ejemplo.
Una vez que los cinco han tomado asiento, Mark se percata que, en efecto, hay una pista de baile en el centro, ligeramente elevada para que desde las mesas pueda observarse lo que ahí sucede. Sus ojos se amplían cuando ve un tubo en el centro.
Chenle está sonriendo maliciosamente cuando le cuestiona. — ¿Pasa algo, Markie? — pregunta con fingida preocupación.
— Díganme la verdad, infelices. ¿A dónde diablos nos vinimos a meter?
Los cuatro ríen sin que Mark entienda qué es lo chistoso. Jisung, normalmente callado y tranquilo, le responde. — Feliz primera visita a un strip club.
Al canadiense se le va un color de la cara y le viene otro. — ¿¡QUÉ!?
En medio de su crisis, un mesero se acerca a tomarles la orden; al mismo tiempo, Mark continúa interrogándolos sin tener respuesta. Los cuatro están muy ocupados ordenando sus respectivas bebidas.
Entre tanta habladuría, Chenle levanta la mirada y sin darle importancia sus interrogantes, le pregunta. — ¿Para ti, Mark? ¿Qué quieres?
El mayor enfurece al ser ignorado. — Quiero que me expliques qué putas hago aquí.
Jaemin ríe bajito dirigiéndose al mesero. — El señor quiere un whisky, gracias.
El mesero anota y confirma el pedido para luego darse la vuelta e irse por donde había venido.
Jeno niega con la cabeza. — Mark, eso fue muy grosero.
Todos ríen y Mark se levanta del asiento, harto. — Váyanse a la mierda.
Jaemin se levanta rápidamente para impedir su huida y tranquilizarlo. — Es que no es una broma. Te trajimos porque sabemos que te va a gustar. Quizás esto va en contra de tus principios, peeero ¿no puedes divertirte un poco? ¿Solo por hoy?
Su amigo le da una mirada suplicante. Mark nunca ha sabido decirle a Jaemin que no.
Jeno aboga por su amigo con derechos. — Ya, no seas aburrido. Dale una oportunidad y si no te gusta no volvemos nunca.
Chenle y Jisung asienten, animándolo a aceptar.
El canadiense no tiene mucho tiempo para pensar las cosas, cuando las luces disminuyen su intensidad en el escenario. Jaemin le hace señas para que se siente y Mark finalmente se rinde.
No se lo esperaba, maldita sea, pero una vez que el estúpido presentador se deja de palabrería, las luces del establecimiento se vuelven tonalidades exclusivamente rojas. Todos en el lugar vitorean, silban e incluso se lamen los labios con emoción, pero él no.
No entiende nada. O no quiere hacerlo.
Una melodía suave pero sensual se escucha por los altavoces del antro. Había que reconocerlo, la canción tenía un toque envolvente, que lo obligó a no alejar la vista del escenario principal, a unos cuantos metros de la mesa donde se encontraba bebiendo en compañía de su grupo.
El escalofrío que recorre su espalda cuando un precioso chico comienza a bailar en el centro de la pista de baile, no lo va a olvidar nunca.
Ahí, siendo el centro de atención, una figura preciosa realiza sugerentes movimientos al ritmo de la pausada canción, contorneándose de una forma tan celestial, que el miembro de Mark tembló bajo sus pantalones.
Debido al show de luces, no logra distinguir con exactitud sus rasgos; sólo lo más superficial de su cuerpo.
Viste pantalones de cuero, jodidamente apretados a unos muslos que prometían problemas, envolviendo deliciosamente un culo bien formado. Mark mide en su mente, y está seguro de que esas nalgas están hechas a la medida de sus manos.
En el torso, porta una camisa blanca semi transparente de botones, abrochados apenas a la mitad, revelando un collar choker, del que cuelgan pequeñas cadenas, que cubren unas clavículas sensuales, atrayentes.
Conforme la canción avanza, los movimientos de aquel muchacho suben de tono, moviendo cada vez más lento la pelvis, rodando las caderas con ayuda de sus rodillas cuando se hinca en el suelo.
Mark, siendo un pobre espectador desde su lugar, muerde su labio inferior sin darse cuenta y de forma involuntaria, sus dedos cosquilleaban, como si le ordenaran tocar a ese otro hombre de inmediato.
La persona que tiene todas las miradas del club encima, pasa sus manos por su torso una y otra vez, quitando cada vez un botón del ojal, con parsimonia. Mientras, de vez en vez, alborota su cabello color caramelo ligeramente largo.
Todos los movimientos de baile realizados por el bailarín son suaves, fluidos y al mismo tiempo certeros. Pensamientos poco decentes inundan la mente de Mark, quien solo piensa en lo delicioso que debe sentirse estar dentro de ese chico, entre otras cosas bastante vulgares.
Casi al final de la larga melodía, la camisa ha quedado varada en algún lugar de la pista, lejos de él. Parece que su propia ropa le quema, y sin camisa, hacía gala perfecta de un trabajado torso que Mark desea con todas sus ganas marcar.
Al inicio, el canadiense creía que era su imaginación, pero fijando su vista lo suficiente, nota que el bailarín tiene piercings en ambos pezones y el ombligo, situación que provoca que su boca se haga agua.
Mark está terriblemente desconectado de la realidad. El resto del mundo parece haber desaparecido y todo lo que existe es la divina figura que ahora se restriega contra el frío metal del tubo al centro de la pista.
El cabello caramelo comienza a humedecerse en sudor, logrando un efecto mucho más sexual sobre ese pequeño bailarín. El canadiense se pierde en las expresiones faciales no tan fáciles de distinguir por la iluminación. La persona al centro de la pista se muerde los labios mientras baila, parece disfrutar mucho de tocar su propio cuerpo.
La cordura de Mark Lee había viajado lejos hace un buen rato. Su labio inferior está rojo de tantas mordidas, su garganta está seca y sus mejillas arden.
Un quedo gemido escapa de su boca cuando, mientras ondea su cadera, el bailarín baja el pantalón lo suficiente para dejar entre ver un tatuaje adornando su pelvis, que joder, a Mark le terminó de romper.
La excitación es tan fuerte que siente que en cualquier momento podría venirse solo de observar; está sin aliento. Solo puede pensar en esas manos rodeando su miembro...
La canción termina y junto con ella, el baile.
Mark no se da cuenta que ha estado aguantando la respiración hasta que suelta el aire retenido en sus pulmones, con un suspiro.
El chico simplemente se levanta, con demasiada elegancia y hace una reverencia. Las luces se aclaran, pero no del todo.
A pesar de la poca contribución de la luz, esta vez Mark puede distinguir unos ojos profundos y seductores, delineados con coquetería, mejillas sonrosadas, labios gruesos y piel que parece ser tan suave...
El bailarín se pasa las manos por el cabello una última vez, sonriendo altivamente a los cumplidos, que sinceramente, ya acostumbra oír, mordiéndose o lamiéndose los labios de vez en cuando, aún sin camisa.
Mark siente que ha visto a Dios en persona.
La figura desaparece del escenario, pero la calentura de Mark solo aumenta.
Jeno interrumpe su trance. — Y bueno... ¿Qué te pareció Haechan?
☙ ❧
Holaaaaa.
Espero que estén muy bien uwu
¡He extrañado muchísimo andar por aquí! Estoy muy feliz de regresar jeje muchas gracias a @VodKaren por crear el MaHae fest y abrir la invitación. Hay un montón de historias increíbles, asegúrense de darse una vuelta por la variedad de escritos.
Y bueeeeno, esta es la primera parte de un two shot en el que nuestros adorados Mark y Haechan van a lo que van. Nos vemos el 28 con la segunda y última parte jsjs.🩷
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