EXTRA: El trato | parte 4
Para no perder su estado físico, Erica había vuelto a tomar su proteína y hacer sus ejercicios diarios. Vanyusha la había autorizado a utilizar el gimnasio de la residencia, por lo que ella se encontraba levantando pesas mientras que su maestro la vigilaba de cerca.
Los miembros de los Capa Roja que estaban por allí la miraban con admiración cada vez que Erica sumaba más peso, pero ninguno se atrevía a mirarla directo, pues sabían que su jefe podría matarlos solo por fijar su vista en una mujer que a él le interesaba.
Cada día Erica recibía un obsequio por parte de Vanyusha, ramos mucho más grandes, joyas más brillantes, carteras y bolsos de diseñador, incluso, tal y como Fosa había predicho, le había ofrecido un auto de alta gama. Erica rechazó cada uno de sus regalos, aunque con sonrisas coquetas y ronroneos sexys al hablarle.
El jefe de los Capa Roja había acudido ese día al gimnasio para verla entrenar, con mucho interés por verla levantar pesas. Más admirado quedó al verla hacer dominadas en la barra con una habilidad que avergonzaría al mejor de los Capa Roja.
Envió, como prueba, a Misha para ver cuál de los dos era más fuerte. Misha entonces se colocó junto a Erica para hacer dominadas también, y Vanyusha sonrió con orgullo e interés al ver que tenían el mismo nivel. Sin embargo Erica estaba más cansada, por lo que se bajó de la barra antes que él.
—Bombita —dijo Fosa de repente al ponerse de pie.
Erica lo miró con sorpresa pero disimuló su gesto al instante para no llamar la atención de Vanyusha. Fosa la tomó del brazo y le susurró al oído:
—Hay que irnos ya.
—¿Pasó algo?
—Te explicaré en el camino.
Erica asintió algo preocupada y salió del gimnasio luego de asentir con respeto hacia Vanyusha, aunque movió su coleta alta al caminar contoneando sus caderas. No dejaba de actuar de forma seductora en ningún momento, ni siquiera al entrenar, porque necesitaba que el ruso continuara interesado.
No hablaron durante el camino hacia la habitación, pero Fosa la hizo meterse a la ducha para bañarse mientras que él preparaba las armas y se aseguraba de que el bloqueador de frecuencias estuviera funcionando.
—Oksana se está moviendo, va a huir a Siberia —le dijo mientras preparaba su rifle—. La perderemos en Siberia, no estás entrenada para ese clima.
—Pero es primavera, ¿qué tanto frío podría hacer? —dijo Erica desde la ducha.
—¿De día? Cálido, entre once grados bajo cero a nueve grados, ¿de noche? Hasta veinticinco grados bajo cero —explicó con un siseo—. Si te soy sincero ni siquiera sé si yo podría trabajar a esa temperatura, he hecho misiones en todo el mundo pero ella fue entrenada en Siberia en pleno invierno. Nos destruirá allí, hay que evitar que huya.
Erica tragó saliva e intentó respirar hondo para no ponerse más nerviosa de lo que ya estaba. Se apresuró a salir del baño envuelta en una toalla, y descubrió que Fosa ya había preparado la ropa de ella mientras se cambiaba también.
—Le pedí una moto a Vanya, está disponible para mí —dijo Erica mientras se vestía a gran velocidad con ropa táctica—. También tenemos la camioneta que vos querías.
—Perfecto.
Ambos comenzaron a colocarse los arneses, los de Erica con cuchillos en piernas y torso, aunque también una pistola. En el caso de Fosa solo armas de fuego y un cuchillo, pero tomó también su rifle en un estuche y su máscara que llevaba en la mano.
Cuando bajaron al estacionamiento, con sus rostros serios, descubrieron que allí los esperaba Vanyusha con las llaves de la camioneta y la motocicleta para Erica. Él estaba serio, con un gesto sombrío.
—Que sufra esa perra —dijo en francés hacia Erica—. Yo ya me encargaré de arrebatarle todo lo que ama.
Erica solo asintió al tomar las llaves y se subió a la camioneta junto a Fosa, donde comenzó a recogerse el cabello en una trenza para estar más cómoda al luchar.
Ninguno de los dos dijo nada durante el viaje, porque no tenían tiempo de comprobar si habían micrófonos o cámaras. Optaron, entonces, por mantenerse en silencio para evitar problemas con el jefe de la mafia rusa.
Vanyusha era atento e incluso romántico con Erica, pero temible con el resto de las personas. Si no fuera porque compartía sangre con Sveta y era algo parecido en sus rasgos, jamás hubiera creído que fueran hermanos, pues eran muy opuestos entre sí.
El viaje era largo, por lo que Fosa puso música para hacerlo más ameno, ya que no podían hablar. Sin embargo ambos se miraban de reojo y parecían entenderse sin necesidad de palabras. Él estaba muy al tanto de dónde se encontraba Oksana, pues gracias al dinero y a lo muy intimidante que era había conseguido que uno de los socios de ella colocara un rastreador en su vehículo.
Se detuvieron en lo alto de una carretera, escondidos tras árboles y arbustos, y desde ahí Fosa tomó su rifle que armó muy rápido.
—Agarrá la moto y andá tras ella mientras me encargo de sus socios —dijo Fosa al acomodar la mira del rifle.
—Quiero hacerlo yo —dijo Erica con el rostro serio.
—Esto no es un juego, no podemos perder tiempo —gruñó.
—Nahui, confiá en mí. Puedo hacerlo.
Él la miró fijo a los ojos grises que se veían confiados, decididos e incluso algo enfadados. Con un largo suspiro se hizo a un lado y le cedió el lugar.
—Dejo la moto, seguiré con la camioneta. No falles.
Fosa bajó la rampa de la camioneta para poder bajar la motocicleta y dejársela allí, mientras que él continuaba tras esa hilera de autos que se veía a lo lejos.
Erica solo asintió sin decir nada más, y se puso en posición en el suelo tal y como Lucas le había enseñado. Respiró hondo e intentó tranquilizar sus pálpitos y su respiración, bajando el ritmo para no errar sus disparos. Tenía la camioneta de sus guardias en la mira, pero para no matar uno por uno acomodó los clicks y la mira para darle al conductor. Era la primera vez que dispararía a algo en movimiento, pero confiaba en las enseñanzas de Lucas ciegamente.
Respiró hondo nuevamente y una vez se sintió lista disparó. El auto se desvió del camino hasta chocar con el de enfrente y terminaron por volcarse. Sonrió con orgullo y apuntó hacia el siguiente auto donde estaba Oksana, que ahora ya era muy consciente de que estaba siendo atacada. Respiró hondo y apuntó al conductor, sin embargo el auto hizo un repentino giro que arruinó por completo su disparo.
No tenía tiempo que perder, así que guardó el rifle en su estuche y rápidamente subió a esa motocicleta. Se colocó el pasamontañas y el casco, para luego andar a gran velocidad hasta poder alcanzar a su maestro y a la mismísima Oksana, que huía en su vehículo a gran velocidad.
Llegó hasta el lado de su maestro, Fosa solo le hizo un gesto cargado de orgullo y le indicó con una seña que se adelantara, pues él solo sería soporte. La misión era de Erica, no de él.
Ella aumentó la velocidad y en pocos minutos ya estuvo tras el auto de Oksana. Su gente comenzó a dispararle desde las ventanillas, pero Erica se movía de tal forma que no pudieran darle. Aumentó más hasta pasar el auto y rápidamente tomó la pistola de la cadera para disparar. El conductor hizo una maniobra para intentar chocarla, por lo que Erica se vio obligada a moverse.
El auto salió de la carretera y empezó a meterse en el terreno a un lado, y a Erica no le quedó más opción que imitarlos. Comenzó a disparar con una mano y oyó, también, los disparos a lo lejos de su maestro, que logró darle desde su posición al conductor del auto. Erica entonces aumentó la velocidad para llegar hasta allí, y pudo ver a un par de personas lanzarse del auto y rodar entre el musgo antes de colisionar.
Fosa le disparó a los guardias de Oksana, para que Erica no tuviera que preocuparse de nada más que de esa peligrosa mujer que se había puesto de pie con cuchillo en mano.
Erica se acercó lo más que pudo hasta allí y bajó de la moto para que esta no sufriera daños, luego se quitó el casco para tener mayor comodidad en su visión.
—¡¿Vanya?! ¡Yob tvoyu mat’! —gritó Oksana con asco.
Erica no se quitó el pasamontañas, de todas formas no entendía ruso y no eran capaces de comunicarse entre sí. Tampoco deseaba que su rostro se viera, que era el motivo por el que Fosa volvió a utilizar su máscara.
Oksana se lanzó contra Erica con cuchillo en mano, sin embargo ella tomó muy rápido los suyos y detuvo el ataque. Forcejearon para imponer la fuerza sobre la otra hasta someterla. Erica era una excelente luchadora, pero Oksana tenía mucha más experiencia, por eso esta se hizo a un lado no bien sintió que sería atacada.
Erica miró de reojo hacia donde estaba su maestro de lejos, que se aseguraba de que no hubiera ojos curiosos alrededor. Se concentró, entonces, en la fuerte mujer frente a ella. Tomó más cuchillos de sus piernas y los hizo danzar entre sus dedos para luego correr y lanzarlos. Oksana dio unas volteretas en el suelo, pero de todas formas un cuchillo se clavó en su pierna.
La rusa parecía sorprendida del talento de Erica, porque dijo algo en su lengua que ella no pudo entender. Erica nuevamente la atacó, porque se dio cuenta que Oksana, pese a ser fuerte, estaba cansada. Quizá por el golpe que se dio al lanzarse del auto, quizá por los nervios de ser perseguida por la mafia rusa, o quizá solo por su edad. Erica pensaba aprovechar su ventaja, por eso le arrojó más cuchillos y se lanzó sobre ella. Oksana esquivó sus ataques con habilidad, era muy rápida y fuerte, pero en ese momento Erica sintió que ella lo era incluso más.
Algunos cortes habían llegado a la piel de Erica, que le escocía, pero Oksana también estaba herida. Se lanzaron múltiples ataques, puñetazos y patadas, algunos eran frenados y otros conseguían impactar contra la otra. Se hicieron mutuamente llaves de sumisión que rompían con habilidad para liberarse, y eso parecía sorprender más a la rusa, admirada de ese talento.
Erica no dejó de atacar en ningún momento, frenó un puñetazo de Oksana, que había comenzado a descifrar su estilo de pelea y conseguía defenderse mejor. Por eso decidió cambiar su táctica y de un rápido movimiento le quebró el brazo por el codo. El grito de la mujer llenó el aire, y aprovechó ese momento para tomarla de la cabeza en busca de quebrarle el cuello. Sin embargo Oksana intentó apuñalar a Erica en el estómago pero ella se hizo hacia atrás, por lo que solo recibió un corte superficial.
—¿Necesitás ayuda? —preguntó Fosa a lo lejos.
—Chupala, es mía —gruñó Erica.
—¡Estás tardando mucho!
—¡Dijiste que no sería fácil!
Oksana miró a Erica con curiosidad e hizo danzar su cuchillo en la mano izquierda que estaba sana.
—¿Español? —dijo con una ceja alzada y un fuerte acento ruso—. ¿Tan desesperado está Vanya?
Erica se movió lento para poder analizarla, Oksana estaba claramente en desventaja y muy herida, tanto por el escape del auto como por sus ataques.
—No los encontrará —dijo Oksana y se rió, para luego lanzarse sobre Erica hasta caer al suelo.
Forcejearon allí en medio del barro y el musgo, llenas de sangre y jadeantes las dos, que lanzaban golpe tras golpe y frenaban otros tantos en un ciclo repetitivo, pues tenían habilidades similares. Oksana tomó el cuello de Erica con su mano sana para estrangularla con fuerza, sin embargo ella enredó sus piernas en el cuello de la rusa para hacerle una llave y estrangularla también.
Se oyó un disparo cercano y Erica dirigió su mirada hacia Fosa, que había dado un disparo al aire de advertencia para luego apuntar a Oksana.
—Suelta a mi niña o te daré la muerte más horrible existente —dijo en ruso con asco.
—Ella… primero… —dijo Oksana y presionó más el cuello de Erica.
—¡Bombita! Soltala.
Erica la soltó porque casi no podía respirar y al instante la rusa dejó de estrangularla, para luego alejarse en una voltereta con cuchillo en mano. Oksana miraba al hombre enmascarado con precaución, porque él se veía más peligroso que la chica del pasamontañas. Sin embargo se sorprendió al ver que Fosa guardó su pistola en el estuche del arnés y se alejó con los brazos cruzados.
A la experimentada asesina rusa le bastó solo un instante percatarse de que no saldría viva de esa situación, porque el fuerte hombre de pie allí, tan amenazante, no permitiría que saliera con vida. Giró hacia Erica que se había puesto de pie con una acrobacia y estaba lista con su cuchillo en mano.
Oksana entonces se lanzó sobre ella y atacó varias veces con su cuchillo, y aunque Erica pudo esquivar algunos ataques otros le rasgaron la piel y la carne. Pero hubo uno de esos cortes, justo sobre sus tatuajes de tulipanes, que hizo enfurecer a Erica mucho más por arruinar el recuerdo de su hermana. La volteó con habilidad al frenar un ataque al colocarla de espaldas, y entonces, con su mirada de locura, clavó sin dudar el cuchillo en el cuello de la mujer al cortarlo lentamente.
No fue un ataque limpio, por lo que Oksana no murió al instante y comenzó a ahogarse con su propia sangre. Erica se hizo a un lado para dejarla caer al suelo y morir con dolor, como le había pedido Vanyusha. Entonces caminó tranquilamente hacia su maestro y extendió la mano para pedirle el teléfono ruso que usaba para comunicarse con él. Tomó entonces una foto y se la envió al instante al jefe de la mafia rusa.
Erica: Algo más que desees?
Le escribió en francés.
Volkov: Tráela.
Erica llamó a Fosa para que le ayude a subir el cuerpo hasta la camioneta, porque ella estaba bastante cansada por haber entrenado, y porque pese a haber derrotado a Oksana, sus golpes y ataques eran muy fuertes. Su cuerpo dolía de sobre manera y comenzaba a perder sangre de tantos cortes.
Fosa la envolvió de forma sencilla con un plástico y la colocó en el asiento trasero. Guardaron la moto en la camioneta y, jadeante aún, Erica se sentó en el asiento del acompañante y se quitó el pasamontañas, para poder con este hacer presión en el corte de su abdomen.
—¿Cómo va a explicar Vanya todo este desastre? —dijo Erica, agotada.
—No es nuestro problema. Viniste a cumplir un trato, si quiere una limpieza tendrá que pagarlo —escupió Fosa y miró hacia atrás, hacia el cuerpo de esa mujer—. No es la misma Oksana que hacía misiones en Siberia —siseó—. No sé si por la edad, porque ya estaba harta de huir, o porque había algo que quería llevarse hasta la tumba.
—El dinero de Vanya tal vez.
Fosa asintió. Esa era una probabilidad, que Oksana prefiriera morir luchando antes que arrodillarse frente a Vanyusha o devolver lo robado.
—¿Estoy muy fuera de forma? —preguntó Erica durante el viaje.
—No. Oksana era muy fuerte.
No volvieron a hablar por las dudas de estar siendo espiados por la gente de Vanyusha, así que hicieron todo el viaje en completo silencio.
Cuando llegaron a la residencia, Fosa estacionó la camioneta en el estacionamiento, y Erica cargó sobre su hombro el pesado cuerpo de la mujer para poder llevárselo a Vanyusha. Recorrió los elegantes pasillos decorados en rojo y dorado hasta llegar a la oficina del jefe de los Capa Roja. Misha la observó con curiosidad cuando la vio entrar con el rostro golpeado y con sangre, él estaba firme tras Vanyusha por ser su principal y más fuerte guardia.
Erica dejó el cuerpo en el suelo, frente al escritorio. Vanyusha curvó sus labios en una sonrisa y se puso de pie para acercarse a ver a la derrotada y muerta mujer. Erica entonces hizo a un lado el plástico para mostrar el cuerpo, lo que hizo que él curvara aún más sus labios en una sonrisa siniestra.
—Córtala —dijo sin dejar de mirar el rostro pálido de la mujer—. Como hiciste aquella noche.
—¿Tienes con qué? Necesitaré una sierra o un hacha —respondió Erica con una mano en la cintura.
—Mikhail —estiró su mano hacia Misha y este le extendió la clásica hacha de los Volkov, símbolo de su familia. Luego se la extendió a Erica—. Córtala.
—¿En cuántas partes?
Él la miró con molestia, con el ceño fruncido y un gesto de odio.
—¿Preguntarás todo? Solo hazlo, inútil —gruñó en francés.
Erica alzó una ceja completamente incrédula de que la llamara inútil, en especial luego de haber matado a una enemiga que ningún capa roja se animaba a enfrentar. Aún así sonrió con un deje de malicia y apretó la mandíbula al acomodar el cadáver en el suelo. Luego impulsó el hacha para cortarlo en distintas partes con habilidad, aplicando la fuerza necesaria entre corte y corte. Y solo porque estaba enojada por ser llamada «inútil» fue que tomó su cuchillo más afilado y comenzó a cortarle el rostro que quitó fácilmente.
Solo cuando acabó con todo su trabajo fue que giró hacia Vanyusha y le extendió el rostro como si fuera una máscara.
—Nadie, más que mi maestro, puede llamarme inútil —dijo entre dientes, pero esta vez en español.
Diciendo eso se alejó de allí y le devolvió a Misha el hacha con una sonrisa siniestra. Salió de la oficina ignorando la voz de Vanyusha que se quejaba por esa actitud, pero ella no dudó en acercarse a su maestro que miraba al jefe de los Capa Roja con desapruebo y una amenaza a futuro.
—¿Lo hice bien? —le preguntó a Fosa mientras caminaba junto a él en dirección a su habitación.
—Siempre lo hacés bien —dijo él con una sonrisa orgullosa y apoyó su pesada mano en la cabeza de ella, con cariño.
Los sirvientes la miraban con sorpresa por verla bañada en sangre, pero Erica los ignoró con su caminata firme hasta llegar a la habitación, donde se desvistió para poder bañarse nuevamente. Se introdujo en el jacuzzi, mientras que Fosa ingresó en la ducha.
En la habitación suite sonaba música suave de violín que ayudaba a ambos a relajarse. Erica necesitaba relajarse con urgencia, porque por un momento había creído que Vanyusha podría ser una buena opción de hombre. Chasqueó la lengua con fastidio y se introdujo más en el agua caliente.
Salió del agua antes que su maestro, aunque eso no era una sorpresa en lo absoluto. Se envolvió en una toalla y comenzó a sanar sus heridas con cuidado, las desinfectó muy bien y se colocó tiras de sutura en los cortes, pero en otras solo unas gasas.
Cuando Fosa salió de la ducha con una toalla en la cintura, Erica lo miró con atención, porque él parecía igual de molesto que ella, y quizá mucho más.
—¿Qué tal tu rostro? —preguntó sin mirarla y se alejó hacia el vestidor—. ¿Muy herido?
—Golpeado, nada grave. La mayoría de los golpes fueron a mi cuerpo —suspiró Erica.
—¿Sos capaz de disimular los golpes con maquillaje?
—Eso creo…
—Arreglate entonces, vamos a salir.
Erica lo miró con sorpresa, estaba cansada y no tenía ánimos para nada, tampoco la energía suficiente, pero sabía que contradecir a Fosa cuando estaba enojado no era una buena idea. Por eso se puso de pie y al igual que él fue hacia el vestidor. Llegó a verlo colocarse los pantalones de un traje negro y una camisa de igual color.
Dejó de prestarle atención a él y tomó un bello pantalón de sastrería blanco, también una blusa de seda rosada y un elegante blazer blanco. Se colocó sandalias y luego comenzó a cubrir los golpes de su rostro con maquillaje.
—¿A dónde vamos a ir? —se animó a preguntarle mientras lo observaba colocarse una corbata.
—Tenemos una reservación —dijo Fosa y tomó una colonia que puso en sus muñecas y cuello—. Vamos a salir a cenar.
Erica no agregó nada más, se concentró en su apariencia y se colocó perfume. Luego siguió a su maestro, que se había guardado una pistola tras el saco, para poder salir de la habitación y bajar las escaleras.
Ellos tenían siempre autorización para salir de la residencia sin necesidad de darle aviso a Vanyusha, por eso es que ninguno de los dos se acercó a la oficina a avisar. Sin embargo, en el estacionamiento, cuando se acercaron al auto que Fosa utilizaba oyeron la voz de Misha.
—Mi jefe desea que la Princesa cene con él esta noche, no está autorizada a salir —dijo con las manos tras la espalda.
—Decile a ese infeliz que venga él mismo a decirme en mi cara que no puedo llevarme a mi niña —dijo Fosa entre dientes.
Misha asintió y dio el aviso por radio, por lo que solo unos minutos después llegó Vanyusha acompañado de sus guardias. Erica solo movió su cabello a un lado y colocó una mano en su cadera, de forma impaciente, mientras que Fosa se acercó al jefe de la mafia rusa.
—Ella cenará conmigo hoy, Pietrzak —dijo Vanyusha en ruso con el rostro serio.
Al instante Fosa lo tomó del cuello con fuerza, pese a las armas apuntándolo.
—Dile inútil una vez más, atrévete a insultar a mi niña otra vez —masculló con asco—. Me la llevaré y no hay nada que puedas hacer al respecto.
—Entonces puedes decir… tus últimas palabras —dijo Vanyusha con una mirada desafiante y una pistola que apuntaba el abdomen de Fosa.
—Hazlo, quiero ver cuánto confiará ella en ti si me matas. Mátame y tendrás solo tres minutos para huir de ella.
—Solo iré a cenar, Vanya —dijo Erica en francés mientras caminaba hacia ellos contoneando sus caderas de forma seductora. Alzó la barbilla y con una sonrisa dijo—. Hoy es viernes, yo respeto tus tradiciones, tú respeta las nuestras, por favor.
Fosa soltó el cuello de Vanyusha pero incluso así las armas continuaron apuntadas hacia él.
—No me gusta que tu gente apunte a mi maestro —dijo Erica en un ronroneo al sostenerlo de la barbilla con el dedo índice—. Iré a cenar, y luego regresaré a ti, Vanya.
Vanyusha alzó la mano y con eso su gente dejó de apuntar a Fosa, pero él la tomó del mentón con fuerza, de forma posesiva.
—Vendrás a mí, o mandaré a que te traigan de regreso.
Con una sonrisa pícara Erica le lamió los dedos y eso lo sorprendió, porque al instante hizo a un lado la mano. Ella entonces se alejó hacia el auto contoneando nuevamente sus caderas para poder viajar con su maestro.
No hablaron durante el viaje porque no sabían con exactitud si estaban siendo espiados. De todas formas no era un viaje largo hasta ese restaurante asiático donde Fosa había hecho una reservación. Dejaron el auto bien estacionado e ingresaron a ese lugar de lujo, en su mesa asignada para dos personas.
Erica observó el lugar con iluminación cálida y lujosa, pero también visualizó las salidas para un posible escape de ser necesario, mientras que su maestro pedía un buen vino y ordenaba la cena.
—El salmón que prepara el chef de Volkov es horrible —siseó Fosa y miró fijo a Erica—. No permitas que ese imbécil te rebaje jamás.
—¿El chef? —bromeó ella solo para ver su ceño fruncirse.
—No estoy jugando.
—Lo sé —suspiró—. Es increíble cómo puede ser un encanto y a la vez un maldito.
—Es un encanto porque quiere llevarte a la cama. Si vos querés ir a su cama porque te atrae, o porque querés que continúe dándote obsequios, no diré nada —dijo Fosa con un siseo—. Pero si pensás tener una relación seria con él te diría que lo pienses mejor.
—No lo sé, Nahui. A veces me hace pensar que tal vez sería una buena idea, salvo por lo de hoy, que lo comprendo porque estaba enojado por Oksana, siempre es amable y muy atento conmigo, es sexy y se encarga de que no me falte nada —suspiró—. No me gustaría ser nuevamente una asesina, pero creo que… tal vez sería simplemente una esposa. ¿No?
—Si me decís que te enamoraste de él voy a ir yo mismo a buscar a Jack al infierno para que te apuñale. ¡Jack no murió por vos para que te cases con el puto jefe de la mafia rusa!
Erica bajó la mirada con tristeza, sintiendo mucha angustia en su garganta.
—No estoy enamorada de él, solo me atrae y… no lo sé, me trata muy bien. Vos mismo dijiste que Jack está muerto y debo seguir adelante.
—¡No lo dije para que te cases con él!
—No voy a casarme con él, Nahuel —dijo con su mirada aún baja—. Pero a veces me siento… muy sola.
Fosa dejó ir un largo suspiro y sorbió un trago de vino.
—Vos podés llevar la misma vida de lujo que él te da acá, tenés millones de millones en efectivo, y más millones en Suiza —siseó—. Omar puede darte una vida de lujo, hasta él es una mejor opción que el jefe de la maldita mafia rusa, Erica.
«Lucas también tiene millones…»
Pensó Erica, pero al pensar en Lucas recordaba su sonrisa radiante, sus manos sumergidas en harina y masa, su alegre risa y sus conversaciones divertidas. Pensó en la paz que sentía en su casa, solo con los niños y él, comiendo en familia y disfrutando de los momentos juntos.
Tuvo que parpadear para evitar llorar.
—No quiero una vida de lujos, solo quiero paz, que alguien me quiera y no estar sola, solo eso, Nahui. Vos deberías entenderme porque también odiás estar solo —dijo casi en un susurro.
—Odio estar solo porque me recuerda al vacío —suspiró—. No porque desee tener pareja, eso no me interesa. No compares lo mío con tus estupideces.
Erica se mantuvo en silencio y tomó vino mientras esperaba a que la comida llegara. Pensaba en sus hijos, hacía un par de días que no hablaba con ellos porque estaba constantemente junto a Vanyusha, o con su gente cerca. Extrañaba también a Lucas, estaba segura de que al oír su voz todos sus temores se irían.
Sintió la mano de Fosa sobre la suya y Erica levantó la mirada para verlo, con sorpresa.
—Me cuesta ser suave y lo sabés, intento no ser tan duro todo el tiempo —dijo con tranquilidad—. No quería herirte, Erica, sé que estás lejos de tu familia y es duro para vos. Lo lamento.
—Está bien, igual tenés razón.
—No, no la tengo. Es tu vida y podés hacer con ella lo que quieras, te ganaste tu libertad y podés usarla como vos desees —dijo con una sonrisa—. Incluso si se refiere a ir con el imbécil de Volkov.
El camarero llegó con la comida, por lo que Fosa quitó su mano de en medio y ambos agradecieron con cortesía. Les sirvieron más vino blanco, y aunque Erica prefería el tinto degustó su sabor con tranquilidad.
Conversaron de otros temas que no tuvieran que ver con Vanyusha, porque sabían que él tenía espías en todo Moscú y cualquiera podía estar oyéndolos. Hablaban mucho de Rata, porque aunque Fosa decía poder descansar de él, Erica sabía que lo extrañaba, pues en esos ocho años habían estado siempre juntos.
Degustaron otros platos más y se rieron de tonterías que lograban relajarlos a los dos, para después regresar al auto y de ahí a la residencia de Vanyusha Volkov. Durante el viaje Erica sonrió, mucho más tranquila. Se sentía mejor y menos sola gracias a su maestro, por eso le dirigió una sonrisa.
Se separaron porque él quería ir directo a acostarse, y ella tenía que ir a ver primero a Vanyusha tal y como había prometido. Recorrió la elegante mansión en busca de él, porque apenas podía comunicarse con los empleados. Una de las mucamas, al oír el nombre de su jefe, le señaló un camino aunque Erica no entendió una sola palabra de lo que dijo.
Se cruzó a Misha, que estaba apoyado contra una pared y jugueteaba con un cuchillo en su mano. Él alzó la vista para verla con sus ojos oscuros y levantó una ceja al mirarla de arriba hacia abajo.
—Sos el único con el que puedo hablar en español —dijo Erica en un siseo—. ¿Dónde está? No lo encuentro.
—Dentro —dijo Misha con su fuerte acento ruso al señalar la puerta a su lado con un movimiento de cabeza, pero cuando Erica quiso entrar la retuvo de un brazo—. Espera, está ocupado.
—Dije que vendría a verlo, ¿me voy entonces?
—Haz lo que quieras, no me interesa.
Con fastidio Erica se colocó junto a él apoyada en la pared y lo oyó resoplar por eso. Lo miró de reojo porque Misha continuaba jugueteando con su cuchillo en la mano. Estaba más musculoso que en Naemniki o Mörder y se veía también más atractivo. Se concentró en mirar su nariz casi perfecta y su barbilla con una cicatriz, al igual que su pómulo.
—¿Puedes dejar de mirarme? Harás que mi jefe me mate si cree que te intereso —siseó Misha y guardó el cuchillo para poder cruzarse de brazos.
—No me interesás, solo miraba.
Misha dirigió su mirada hacia ella y la miró fijo a los ojos grises, luego regresó a mirarla de arriba hacia abajo.
—Estás muy fuerte.
Erica apretó los labios para evitar reírse pero fue inevitable, comenzó a reírse con fuerza y tuvo que cubrirse la boca. Él frunció el ceño con molestia por esa risa, pues no veía lo divertido.
—Supongo que te desacostumbraste a los argentinos —dijo ella y respiró hondo para dejar de reírse—. «Estar muy fuerte» es que alguien se ve muy sexy y cogible.
Misha intentó mantenerse serio pero terminó por sonreír. Era la primera vez que Erica lo veía sonreír con diversión y no con malicia, y por un momento se preguntó si acaso sonreía así también cuando estaba con el Loco.
—Cyka —dijo con esa sonrisa y se concentró en mirar al frente—. No era lo que quería decir.
—Lo sé, pero fue gracioso viniendo de vos.
Ninguno dijo nada más, pero se sintieron algo más relajados al lado del otro, por lo que Erica pudo esperar con tranquilidad a que Vanyusha se desocupara para poder verlo. Ambos se mantuvieron en silencio y sin mirarse, porque Erica se había percatado de las cámaras allí, y si Misha tenía razón entonces no quería ponerlo en peligro.
Unos minutos después la gran puerta doble se abrió y salieron dos hombres con traje seguidos de los encapuchados en rojo, los miembros de los Capa Roja que quizá estaban a su cuidado. Erica estaba a punto de moverse, pero Misha puso su brazo en medio para evitar que pase. Un grupo de cinco mujeres en lencería y con largas botas salieron tras esos hombres con una caminata sensual, lo que hizo que levantara una ceja con curiosidad.
Una vez las mujeres estuvieron lejos, Misha hizo a un lado su brazo e ingresó en la habitación con Erica por detrás. Dijo algo en ruso que ella no pudo entender, pero llamó la atención de Vanyusha que alzó la mirada hacia ella mientras se desabotonaba su camisa.
—Puedes irte, Mikhail —dijo Vanyusha en ruso.
Misha asintió con respeto y salió de esa habitación, aunque miró de reojo primero a Erica, que se estaba quitando el blazer para estar más cómoda.
—¿Interrumpí tu diversión, Vanya? —dijo al acercarse a él con una caminata sensual.
—Solo era una simple reunión de negocios a causa de los nuevos acontecimientos —explicó Vanyusha y se quitó la camisa para dejarla colgada sobre un asiento—. Las bailarinas fueron un obsequio, ayuda a que los socios estén más tranquilos.
Erica se acercó a la pequeña mesa redonda donde habían varios vasos de whisky y una botella allí, también había una botella de vodka y un champagne en hielo.
—Sírvete lo que desees, y si lo que deseas no está aquí lo haré traer para ti —dijo él y se colocó tras ella, para luego llevar sus dedos hacia el cuello de Erica—. Me enfrentaste en el estacionamiento.
—¿Me prohibirás salir? —preguntó ella con un tono de voz coqueto—. Soy una mujer libre, Vanya. Me he ganado mi libertad.
—No me gusta que me dejen plantado —presionó un poco el cuello de Erica.
—No sabía que tenías algo planeado, lamentablemente si no me lo dices no tengo forma de enterarme.
Vanyusha la soltó y se alejó hacia un gran hidromasaje junto a un ventanal, con luces cálidas en el suelo alrededor.
—Puedes acompañarme si lo deseas, Bombita.
Diciendo eso se quitó los zapatos, el pantalón de su traje y la ropa interior. Erica recorrió con su mirada cada parte del cuerpo fuerte de Vanyusha, y aunque estaba claramente muy entrenado y era sexy, Erica pensó que Lucas tenía mucho mejor físico que él por sus duros entrenamientos. Sacudió su cabeza para no pensar en eso.
Lo vio sumergirse en el agua con una sonrisa, y al instante clavó su mirada en ella mientras acomodaba sus brazos en los bordes. Erica entonces se quitó las sandalias, luego la blusa rosada, el pantalón sastrero y dejó caer también, sin dejar de mirarlo fijo, su lencería al suelo.
—Trae el champagne —dijo Vanyusha.
Él la recorrió entera con su mirada, como si pudiera saborear por completo ese cuerpo solo con verla. Recorrió cada parte de ella, pero alzó una ceja de forma extraña al ver sus senos, y eso hizo que Erica se sintiera muy incómoda. Sin embargo ella no permitió que eso la hiciera sentir mal y caminó hacia el hidromasaje para meterse dentro, dejando a un costado la botella de champagne con hielo y dos copas.
—Hiciste bien tu trabajo —dijo Vanyusha mientras servía champagne en las copas—. Por supuesto, tienes que pagar intereses así que pronto te daré otra misión.
—No hablemos de trabajo ahora, Vanya —ronroneó Erica y posó una mano sobre el pecho de él.
—¿Y de qué quieres hablar? —la miró fijo y con deseo, y con su dedo índice recorrió la piel de Erica desde el cuello hasta su escote.
—De lo que tú desees…
Erica sorbió un trago de champagne y luego tomó del rostro a Vanyusha para besarlo. Él le siguió el beso al aferrarla de la cintura, mientras que Erica recorría con su mano todo el abdomen de él bajo el agua, hasta llegar a su entrepierna, donde comenzó a estimularlo porque lo sentía muy ansioso.
Él también comenzó a estimular a Erica, y acarició sus pechos aunque muy poco, lo que a ella la hizo sentir muy incómoda e incluso avergonzada por no llenar las expectativas. Luego Erica se acomodó sobre él mientras se besaban, moviendo sus caderas hasta volverlo loco.
Se mantuvieron pegados el uno al otro, jadeantes y muy complacidos, y Vanyusha volvió a capturar sus labios al besarla.
—Quédate conmigo esta noche —le susurró al oído—. Sería un verdadero honor compartir mi cama contigo.
Erica asintió y depositó un beso en su cuello, para luego salir del hidromasaje en dirección al baño privado de Vanyusha. Necesitaba limpiarse porque se sentía muy sucia con los restos del sexo en ella. Solo cuando se sintió lo suficiente limpia fue que regresó junto a Vanyusha, que servía más champagne en las copas, aunque estaba sentado en un sillón con una bata de seda puesta.
—Dime algo de ti que nadie sepa —dijo Vanyusha al extenderle la copa.
Erica no pensaba hablarle de sus hijos o familia, así que solo se colocó la ropa interior para ubicarse a su lado y movió un mechón de cabello tras la espalda.
—Soy muy buena cocinando, tal vez un día prepare algo para ti, Vanya —dijo con una sonrisa.
—Suena interesante —bebió un trago de champagne y la miró fijo—. ¿Por qué no te casas conmigo y me lo demuestras?
—¿Por qué quieres casarte conmigo?
—Eres hermosa y fuerte, podrías darme fuertes herederos, ¿verdad?
Erica apretó los labios pero se obligó a sí misma a sonreír.
—¿Te gustan los niños, quieres tener hijos? —se animó a preguntarle con una sonrisa alegre.
—Necesito tener herederos que sigan con el negocio familiar, no quiere decir que desee tener hijos —explicó y dio otro sorbo al champagne—. Son muy ruidosos y lloran todo el tiempo, pero si son míos supongo que estará bien siempre y cuando los sirvientes se hagan cargo.
—Puede hacerse cargo tu esposa, ¿no?
—No, le pagaría a la gente para que lo haga. La responsabilidad de mi esposa será solo complacerme a mí y verse perfecta.
Erica no agregó nada más, se mantuvo en silencio con los labios apretados y luego sorbió un trago de champagne, para después volver a servirse otro poco más. Ella amaba los niños, siempre había tenido una afinidad única con los infantes, y amaba a Jackie como si lo hubiera cargado en su vientre, sin diferencia con Sveta. Deseaba también tener más hijos en algún momento, pero claramente Vanyusha no sería esa persona. Estaba segura de eso.
No mucho después él tomó de la mano a Erica para guiarla hacia una habitación contigua, donde estaba la gran cama y sus pertenencias más personales. La invitó a recostarse a su lado, aunque Erica primero fue a desmaquillarse al baño, lavándose la cara con agua y jabón porque no tenía sus productos de limpieza facial allí. Luego regresó junto a él para recostarse a su lado, y se sorprendió cuando Vanyusha la acercó más hasta que ella recostó la cabeza en su pecho.
—Sveta me hablaba siempre de ti —dijo Vanyusha en un susurro mientras le acariciaba el hombro con el pulgar—. Debo admitir que me causaba mucha curiosidad e interés, y creó unas enormes expectativas.
—¿Y llené las expectativas o aún falta? —preguntó Erica con una risita.
—Las llenaste, sí —admitió con una sonrisa y la tomó del mentón para besarla—. Pero hay cosas que pueden mejorarse.
—¿Como qué?
Vanyusha llevó una mano hacia el pecho de Erica, la sensación de sus senos era más blanda de lo que habría imaginado y eso no le gustaba al tacto, pues estaba acostumbrado a mujeres perfectas.
—Todo puede arreglarse con dinero —dijo con una sonrisa torcida—. Sabía que el ejercicio les quita los senos, aunque no creí que quedaban… así. Pero puedo resolverlo.
—Supongo que no te gustaron —masculló Erica.
Sintió algo de angustia porque la forma blanda de sus pechos, más pequeños por la lactancia y el ejercicio, eran su mayor inseguridad.
—Tú me gustas, pero hay cosas que pueden mejorarse si tú lo aceptas —dijo y volvió a besarla—. Puedes hacerte los arreglos que desees, el dinero jamás será un problema.
Erica dirigió su mirada hacia los oscuros y pequeños ojos de Vanyusha, que la miraba fijo con deseo e interés.
—Cuando bailaba ballet me sometía a toda clase de dietas para tener el cuerpo ideal, porque siempre fui grandota, siempre tuve curvas abundantes —comenzó a decir—. Incluso llegué a no comer con tal de tener el peso adecuado. Me gusta mi cuerpo, Vanya, me gusto yo hoy en día, si a ti no te gusta entonces es una lástima.
No dijo nada más, pese a que Vanyusha intentaba explicar o suavizar sus palabras, diciendo que la búsqueda de la perfección jamás era algo malo. Luego él pareció darse cuenta de la ofensa y cambió de tema para ofrecerle objetos materiales, quería saber sus gustos para poder ofrecerle algo que ella sí aceptara.
Erica esa noche, abrazada a él, solo conseguía pensar en su familia, pues en Buenos Aires sería probablemente cerca de las siete de la tarde. Sonrió al imaginarse a Jack jugando con Sveta sobre la alfombra, junto con Hund, o a Lucas que estaría empezando a preparar la cena con una sonrisa y un tarareo tan desafinado como encantador. Se preguntó qué estaría cocinando, tal vez se encontraba amasando ñoquis, o pizza, o alguna otra de sus delicias. Incluso, al cerrar los ojos, podía oler su exquisito aroma natural, acompañado del aroma de la comida en el fuego.
Y sonrió, para dormirse complacida y feliz solo con esos pensamientos.
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