Capítulo N° 8


Erica se encontraba entrenando junto a Aaron, se habían visto muy poco y no pudieron entrenar lo suficiente los últimos tiempos. Erica pensó que quizá por eso es que Fosa los consideró débiles, porque entrenaban poco juntos debido a las misiones de cada uno.

El entrenamiento de Aaron era menos duro que el de Gretchen, pero incluso así terminaba con sus músculos adoloridos y muy agotada. A veces se quedaba dormida con la misma ropa de entrenamiento, y a veces no. A veces estaba tan furiosa porque el entrenamiento duraba poco que decidía entrenar sola.

Lanzaba golpe tras golpe a su oponente, que frenaba cada ataque con suma precisión. Y cada vez que Aaron frenaba un golpe, parecía acariciarla con suavidad. Al principio Erica se mostró incómoda ante esos toques, pero luego terminó por acostumbrarse.

Se dio cuenta que Aaron en verdad le gustaba, y se sintió estúpida por ello.

—Tomá un poco de agua —le dijo él al verla jadeante—. Tenés buena resistencia, eso es algo bueno. Resistís unos cuantos asaltos.

—Es por la danza —explicó ella y bebió agua de su botella—, los conciertos pueden durar mucho tiempo.

Aaron se recostó en el suelo del gimnasio y movió su cabello hacia atrás para quitarlo de su campo de visión. Observó a Erica frente a él, que bebía agua de su botellita mirando al resto de los asesinos entrenar, especialmente a los que practicaban danza. Observó sus piernas con músculos bien marcados, su vientre fuerte y sus brazos moldeados. Erica no era una obligada cualquiera, era una obligada fuerte desde el primer día que llegó.

Observó, también, las largas pestañas de Erica y la forma en que el sudor recorría su rostro. Le parecía una mujer hermosa.

—¿Seguimos? —propuso él con una sonrisa—. Me gustaría que aprendieras a defenderte mejor.

—Está bien —dijo ella al responderle la sonrisa mientras estiraba un poco sus músculos.

Aaron se puso de pie de un salto, y ese movimiento sorprendió a Erica, no cualquiera podía levantarse así, se requería de mucha fuerza en los brazos y el torso.

No dudó en atacarla, sin siquiera esperar a que soltara su botella. Erica apenas logró frenar el ataque y con ello su brazo comenzó a escocer por el golpe frenado. Él podía predecir los ataques de Erica, era muy mecánica, hacía las mismas secuencias y eso en una batalla o una misión podría causarle la muerte. Entonces ella logró encajar una patada en sus costillas, le había hecho creer que estaba retrocediendo, y él cayó en su trampa.

Ese movimiento lo hizo enojar, los ojos avellana de Aaron se transformaron por completo al tocar sus costillas adoloridas, pero terminó por relajar su expresión y le dirigió una sonrisa.

—Vas bien —admitió—. Por hoy es suficiente. Podés descansar.

—¿Ya?

Erica lo miró algo confundida, estaba segura de que podían entrenar por más tiempo. Pensó que si seguían entrenando de esa forma, tan corto, tan espaciado, nunca sería realmente buena.

No dijo nada más, solo asintió con respeto a su maestro, tomó su botella del suelo y se alejó de él para poder acercarse a Chris, a quien había visto entrenar con los elegidos para la misión del teatro.

Aaron la siguió con la mirada, dejó ir un suspiro y terminó por sonreír de costado ante un pensamiento.

—¿Qué tal van? —le dijo Erica a Chris, que bebía un poco de agua, algo jadeante.

—Horrible, es malísima —dijo él señalando a la número dos, quien practicaba los mismos movimientos de danza desde hacía una semana—. Tenemos solo una semana y no logra hacer ni un paso bien. Solo puede hacer lo básico.

—¿Qué hay de vos? —bromeó Erica y le dio una palmadita en la espalda.

Él se rió y al hacerlo sus ojos se rasgaron.

—Yo no debo bailar, pero si me tocara hacerlo por esa cantidad de dinero, olvidate, me convierto en Baryshnikov.

Erica sintió pena de esa mujer que era regañada por no poder hacer correctamente los pasos y posiciones. Era imposible de aprender ballet en solo dos semanas.

—Cuando termines, ¿podrías entrenar conmigo? —propuso Erica, y Chris giró enseguida a verla, sorprendido.

—¿No entrenabas con el estúpido de Sabatini?

—Sí, pero siempre termina muy rápido y quedo con ganas de más.

Chris levantó una ceja.

—¿Estamos hablando de entrenamiento?

Erica comenzó a reírse con ganas, tuvo que cubrirse la boca para no molestar a los demás con su carcajada.

—De entrenamiento, de otra cosa no sabría decirte.

Chris la miró en silencio por un instante, estiró su mano hacia Erica y la apoyó sobre su hombro, como una especie de caricia. Como si le costara demostrar afecto de verdad.

—Todo lo que decidas hacer con él, que sea con mucho cuidado —dijo, mirándola fijo—. No confíes en nadie de Mörder, ni siquiera en él. ¿Sí? Y lamentablemente no puedo ayudarte a entrenar, pero si querés aprender más, te puedo dar un consejo.

Ella lo miró con curiosidad y asintió como respuesta, esperaba que Chris le diera buenas ideas para mejorar. Él en solo un año se había vuelto muy bueno, y muy respetado.

—Andá a esa punta —señaló una sección del gimnasio donde pocos se acercaban—, no mucho, solo lo suficiente. Andá ahí y observá a los locos.

—¿A los locos? ¿Es en serio?

—Sí, es en serio. Los locos son incluso mejores que los profesionales, la única diferencia es el tipo de arma que usan.

Con muchas dudas al respecto, y sintiendo que Chris no intentaría engañarla o hacerle daño, se acercó a la zona donde entrenaban los locos. Se sentó en el suelo con la espalda apoyada en una pared, y se dedicó a observar a esa gente.

El Loco no estaba allí, según ella había escuchado, nunca entrenaba junto a los demás. Sin embargo, sí podía ver a otros de su clase, quedó fascinada con los movimientos de una chica. Era rápida, era fuerte y muy exacta. Parecía una acróbata, porque saltaba y hacía volteretas para arrojar sus cuchillos a un blanco. No erró ni uno solo. Le pareció hasta artística la manera en que se movían.

Notó que los locos eran más espontáneos, parecían guiarse por su instinto y no por secuencias de pelea. Podían prever fácilmente un ataque, incluso mejor que los profesionales.

De repente se oyó un grito, la mujer con el pañuelo en el rostro –que entrenaba a los elegidos para la misión– la tenía sujeta del cuello a la número dos, la llenó de todo tipo de insultos y degradaciones, con una pistola apuntándole en la sien.

—¡Gastamos mucho dinero por esta misión! —le dijo con asco—. ¡Y no sos capaz ni de hacer un paso bien! ¡¿Dónde está la excelencia que se nos prometió?!

Erica sintió pena por esa chica, y al igual que otros en el gimnasio decidió irse de allí. Nadie quería ser parte del problema, porque nadie quería perder la vida. Salió lo más rápido que pudo en dirección al comedor, era cerca del mediodía y tenía hambre.

Sonrió al ver a su hermana junto a esa amiga, Thamma. Las veía reírse juntas, parecía que se llevaban muy bien. Quiso acercarse a ella, pero notó que Martín, el representante de los novatos, se acercó a ellas y conversaba animadamente con su hermana. Demasiado animado. Hablan muy cerca uno del otro y se miraban fijo. Decidió, entonces, no acercarse para no incomodarlos.

Tomó una bandeja, seleccionó su comida –una ensalada, arroz y un huevo duro– y se sentó en una mesa lo suficiente lejos de ellos. Sintió un nudo en la garganta al ver a su hermana allí, tenía quince años y pronto cumpliría sus dieciséis. Nunca había tenido novio, por lo que verla allí hablando entre coqueteos con ese apuesto castaño la hizo preocupar. Temía a su primer desilusión, temía que pudieran lastimarla.

Temía que se enamorara de alguien de Mörder, como ella que estaba sintiendo cosas por Aaron, aunque todo su instinto le decía que no era buena idea. Era un asesino muy respetado, y era un galán con las mujeres.

Estaba a punto de comer ese huevo duro, luego de haber terminado su ensalada, cuando sintió una mano posarse en su espalda. Chris estaba ahí, jadeante, parecía haber corrido por todo Mörder.

—Gretchen... te está... buscando... —dijo, muy agitado, por lo que Erica le dio su botella de agua para beber.

—¿Gretchen? Debe ser Fosa otra vez...

Fue en compañía de Chris, quien la guiaba por los pasillos aún algo jadeante.

Esta vez no se sintió furiosa ni frustrada porque Fosa la llame, sentía curiosidad por ese oficio. Luego de ver a ese barrendero trabajar, con tanta tranquilidad y pasión, le causaba mucho interés de volver a verlo en acción. Quería aprender, no para dedicarse a ello, sino solo para tener ese conocimiento.

Cuando llegaron al gimnasio Erica vio a Gretchen allí junto a Aaron, el Loco y otros más. Comenzó a ponerse nerviosa porque la última vez que la llevaron a una reunión así, fue azotada cruelmente.

—Princesita —le dijo Gretchen al llamarla con un movimiento de mano.

Erica sintió su cuerpo paralizarse, y aún así se forzó a sí misma a moverse, a dar la cantidad de pasos necesarios para acercarse a esa mujer, quien con solo su mirada podía someter a quien quisiese.

—¿Es ella? —preguntó la mujer del pañuelo que cubría la mitad de su rostro.

—Ella puede hacerlo —dijo el Loco con su ronca voz.

—¿Yo puedo hacer qué? —inquirió Erica con pánico.

—Dijiste ser bailarina, ¿no? —acotó Gretchen mirándola fijo—. ¿Qué bailabas?

—Ballet...

Gretchen miró a la mujer del pañuelo, con esa mirada fría que helaba la sangre de quien la mirase.

—Ella no tiene suficiente entrenamiento —dijo Gretchen—, es una obligada.

—Estuvo en los primeros diez —acotó Aaron—, fue la número ocho, no es un mal número. Ella puede hacerlo, estoy seguro.

Diciendo eso la miró con una sonrisa a Erica, eso la relajó un poco, lo suficiente como para no verse tan aterrada.

Engel, hacé eso que hacías —dijo el Loco con seriedad.

—¿Qué cosa?

—Lo que hacías en el que estacionamiento.

Erica sintió sus mejillas encenderse, estaba segura de que él no la había visto.

—¿Me... viste?

—Que finja no ver, no quiere decir que no vea —respondió con una sonrisa torcida.

La mujer del pañuelo se acercó a Erica para inspeccionarla, tocó sus brazos y músculos, la hizo hacer diferentes posiciones para ver si realmente le serviría. Le extendió unas zapatillas de baile y le pidió calentara sus pies y piernas para poder mostrar lo que sabía hacer.

Erica calentó sus pies haciendo círculos, estiró sus piernas hasta un punto que sorprendió incluso a Gretchen de ver su flexibilidad.

—¿Hace cuánto bailás? —le preguntó la mujer.

—Desde los cuatro años.

—¿Y qué edad tenés?

—Veintiuno.

La mujer miró a Gretchen, luego volvió a mirar a Erica y le ordenó que hiciera algunos pasos. Se los dijo con nombre técnico, y Erica obedeció al instante al comprender la orden exacta. Hizo diferentes poses, diferentes pasos de baile, hasta que le tocó hacer fouetté y pirouetté.

Aaron la miró asombrado, el Loco solo hizo un sonido de aprobación, mientras que Gretchen la miraba con seriedad. Seguía insegura respecto a elegir a Erica, bailaba bien, pero no lo estaba segura de que fuera tan buena asesina como para una misión tan importante.

—No tiene la altura ideal —dijo la mujer del pañuelo—, pero no tenemos tiempo. Tenemos solo una semana. Vos vas a ser la nueva número dos, a partir de mañana comenzaremos a entrenar.

Erica no dijo nada, miró a Gretchen en busca de alguna orden, pero esta asintió dándole a entender que esa sería su nueva misión.

No pudo evitar voltear para ver a esa número dos que había sido destituida, le dirigía una mirada llena de odio. Acababa de ganarse una enemiga, sin embargo Erica dejó ir un suspiro por ello. Estaba segura de que ningún enemigo que pudiera hacerse podría ser peor que Gretchen.

~ • ~

A pesar de que debía practicar durante la semana para esa importante misión, eso no impidió que Gretchen la enviara a misiones e incluso a trabajar con Fosa cuando él la mandó a llamar. Gretchen la estaba empujando a sobresforzarse, y Erica sintió que terminaría cayendo en la locura si continuaba de esa manera.

Erica estaba a punto de irse a ver a ese barrendero, agotada y frustrada por tener tres trabajos que debía hacer a la perfección, pero Aaron se acercó a ella y la retuvo unos minutos antes de partir.

—Hablaré con Gretchen para que te deje descansar un poco —le dijo al apoyar con cariño su mano en el rostro de Erica, donde le corrió un mechón de cabello—. Lo estás haciendo bien, princesa.

—Gracias, necesito descansar un poco, no he parado ni un solo día —suspiró con pesar.

—Ese ritmo es normal en nosotros los profesionales, y aún más en los locos, pero no en novatos y obligados —explicó y le dio una caricia con el pulgar—, no estás acostumbrada a este ritmo. Hablaré con ella para que al menos hagas solo dos trabajos y no tres. ¿Estaría bien así?

—Si puedo elegir, que sea la misión y los barrenderos, que no me envíe a misiones paralelas —dijo casi en un ruego.

Aaron la miró fijo y con seriedad, miró los rasgos y gestos de Erica, parecía buscar algo que nunca encontró, por lo que terminó por suspirar.

—No entiendo por qué te envía con esos fracasados —dijo al fin—, ¿no sería mejor que te concentres en cosas útiles?

—Esconder mis huellas y deshacerme de un cadáver me parece algo muy útil para mi vida —se excusó Erica—. Debo irme, Aaron. Fosa debe estar esperando y no tiene mucha paciencia.

—Está bien, tené cuidado. Los barrenderos no son muy buenos asesinos, por eso se dedican a limpiar —dijo, con seriedad—, y creeme que si hicieras algo malo para ellos, te desaparecerían para siempre, y yo nunca más sabría nada de vos.

—¿Y eso te preocupa? —bromeó ella con una sonrisa torcida—, estás todo el tiempo coqueteando con todas, ni te vas a acordar que existo si algo me pasara.

—Te buscaría hasta el fin del mundo si así fuera, Erica.

Sin decir más él se alejó dándole la espalda. Erica sintió sus mejillas arder y decidió ponerse el casco por si él llegaba a girar, así no podía ver su rostro avergonzado. Sin embargo él no giró en ningún momento, y ella decidió irse a ver a Fosa.

Estaba llegando tarde, y ese hombre no era alguien paciente respecto al tiempo. Decidió aumentar la velocidad para compensar los minutos que perdió al conversar con Aaron, y al pensar en él volvió a sentirse nerviosa y con su rostro que hervía.

«Te buscaría hasta el fin del mundo si así fuera». Se repetía como un eco en su mente.

Cuando llegó a la nueva ubicación, se encontró con un edificio. Era algo distinto a los trabajos anteriores, hasta el momento solo había trabajado en casas unifamiliares donde no hubiesen oídos y ojos curiosos, nunca en un departamental dónde podría cruzarse a cualquier tipo de persona.

Estacionó la moto en un estacionamiento pago de en frente, pero decidió no quitarse el casco, por si alguien llegaba a verla. Esperó a que alguien saliera del edificio para poder entrar y subir al ascensor, hacia el departamento adecuado.

Estaba nerviosa, especialmente porque la gente la miraba con ese casco en la cabeza, pero intentó ignorarlos. Golpeteó un par de veces la puerta del departamento, con la tarjeta negra de invitación en su mano. Un barrendero no tardó en abrir y ella enseñó la tarjeta para evitar ser el próximo cuerpo a limpiar.

Entró y saludó a algunos barrenderos que ya conocía, especialmente a aquel que insistía en casarse con ella. A él ya le había visto el rostro, era un hombre en sus treinta con barba corta y ojos caídos, no era atractivo pero sí muy divertido.

Se quitó el casco y lo dejó apoyado en una pequeña mesita de allí, y luego comenzó a buscar al único barrendero al que no le conocía el rostro, el único que no mostraba interés en que alguien lo viese.

Una chica, barrendera también, le hizo una seña de que se apurara, parecía que Fosa estaba enojado. Así que dio una pequeña corrida hasta la cocina, donde un hombre se encontraba muerto en el suelo con un cuchillo de cocina clavado en su espalda.

—Tarde, muy tarde.

—Solo tardé cinco minutos más... —se excusó ella.

—Cinco minutos es una eternidad. En menos de cinco minutos este hombre fue apuñalado, en cinco minutos puede suceder absolutamente cualquier cosa —dijo, y giró para verla—. Te ves horrible, ¿qué te pasó?

—Pasó que soy la elegida para una misión importante, que tengo misiones aisladas y que para colmo estás obsesionado con que trabaje para vos. Parece que todos quieren romperme las pelotas y nadie quiere darme un maldito descanso.

—Esa es la vida en Mörder, ¿cuánto descanso creés que tiene Gretchen? ¿Qué tal Wolff? ¿Los viste descansar alguna vez? —dijo Fosa con seriedad—. Hasta donde yo recuerdo, Gretchen come en su oficina, es la última en dormir y la primera en despertar.

—Yo soy una obligada, no una loca ni una profesional. Ellos están acostumbrados, yo no.

—Solo son excusas, si ellos pueden cualquiera puede. Ellos no son dioses, son personas como vos y como yo. ¿Sabés qué es lo que sucede? —se acercó un poco a ella y acercó su rostro cubierto por esa máscara hacia el de ella—. Estás acostumbrada a que todos te tengan lástima, a que te ayuden y te alivien el trabajo. Y la vida no es así, bombita, en esta vida estás sola.

Erica lo miró con furia, con sus músculos tensados y deseosos de lanzarle un golpe, al menos hasta que recordó las palabras de Aaron. Fosa era un barrendero, y no era cualquier barrendero, era el mejor de ellos. Si lo quería, podía matarla y deshacerse de ella sin prueba alguna que lo incrimine. Y por ello solo suspiró.

No agregó nada más, se quedó en silencio para oír las explicaciones sobre el trabajo. Esta vez no era el trabajo de nadie en D.E.A.T.H., sino un simple caso de crimen pasional. La esposa había matado a su esposo en una discusión por infidelidad, y decidió contratar a gente especializada para limpiar las pruebas por ella.

—¿Y cómo se contactó con ustedes? —preguntó Erica, con curiosidad.

—Siempre hay alguien que nos recomienda.

—¿Y eso no es peligroso? ¿No pueden encontrarlos la policía o algo?

Fosa se rió ante esa frase.

—¿Seguís creyendo en la policía?

Erica se sintió ofendida por esa frase, sintió que la trataba de estúpida, como cuando en la infancia se burlaban de ella por creer en Papa Noel. Chasqueó la lengua y corrió la mirada, intentaba ser respetuosa con él para no ganarse su odio.

—Rata —dijo Fosa al barrendero bromista—. Poné música, voy a hacer ruido.

—¿Qué pongo? —preguntó ese barrendero, a quien sus compañeros llamaban «Rata».

—Sabés que me gusta Vivaldi.

Erica observó a Fosa con sorpresa cuando la música empezó a sonar, lo suficiente fuerte como para cubrir el ruido que él iba a hacer, pero lo suficiente bajo como para que los vecinos no fueran a quejarse.

Erica por el momento solo fue su asistente, cubrió el suelo y las paredes con plástico luego de colocarse su mameluco plástico, guantes y una mascarilla.

Fosa le explicaba sobre las articulaciones, cómo romperlas correctamente para separar los miembros sin hacer mucho esfuerzo. Intentó demostrarle con un cuchillo bien afilado, pero terminarían por atrasarse demasiado, fue por ello que Fosa terminó por tomar el hacha afilada que le pasó Rata. No podían usar la sierra, haría demasiado ruido y eso llamaría la atención de los vecinos.

Por primera vez Erica vio a Fosa desabrochar su mameluco, el cual ató a la cintura para tener mejor movilidad en sus brazos. Y aunque Fosa llevaba puesto una sencilla musculosa negra, Erica pudo ver sus brazos muy fuertes y su piel quemada, aunque solo su brazo izquierdo estaba quemado por completo, en el derecho solo tenía quemaduras en la mano. Pudo ver también su cabello negro y corto, pero aún seguía sin ver su rostro.

Cada vez que Fosa levantaba el hacha, sus músculos se tensaban y marcaban, y cada uno de sus movimientos era muy perfecto. Hacía todo con tal precisión que Erica quedó maravillada al verlo. No necesitaba repetir acciones, era eficaz desde primer instancia, y en pocos minutos había terminado de separar los miembros por articulación.

Fosa bajó el hacha, la cual aún sostenía en su mano, y giró hacia Erica.

—Ahora vos y Rata van a envolverlo. Asegúrense de que no chorree, ya tuvimos problemas porque no lo envuelven bien.

Estaba cubierto de sangre, sus manos, brazos y torso, e incluso su rostro cubierto por esa máscara. Dejó el hacha sobre el plástico en el suelo y fue directo, y a gran velocidad, al baño.

Erica cumplió con su trabajo, mientras que Rata le explicó cómo hacerlo correctamente. Envolvió con sumo cuidado y luego colocaron las partes envueltas en bolsas separadas, las cuales Rata colocó dentro de un bolso deportivo, lo mismo con el plástico del suelo y paredes. Todo fue a ese bolso.

Con ayuda de los demás barrenderos, limpió toda superficie que se veía manchada, y trató de limpiar más allá, incluso lo que a simple vista se veía bien, porque estaba segura de que de lo contrario Fosa la regañaría. Él no era tan intimidante como Gretchen, pero sí igual de exigente.

Un rato después, luego de quitarse el traje y lavarse bien las manos, Erica se sentó junto a sus compañeros a que a Fosa se le ocurriera salir del baño.

—Lleva como una hora —dijo una muchacha barrendera, mirando su reloj en la muñeca.

La mayoría ya se había quitado el traje, muy pocos llevaban mascarilla. No les importaba que Erica viera sus rostros, y ella no supo si confiaban en ella o si acaso no la veían como amenaza.

—¿Siempre fue así? —preguntó Erica al ver la hora en un reloj de pared.

—Fosa está con nosotros hace cinco años —explicó Rata—, desde que lo conozco es así, seguramente lo era incluso antes de eso.

—¿Cinco años? —repitió Erica con sorpresa.

Le parecía muy poco tiempo para que sea tan bueno, e incluso para que los mismos barrenderos lo tomaran como su jefe y líder.

—Parece que te olvidás que todos somos profesionales, no somos nuevos. Todos llevamos años en este ambiente, incluyendo a Fosa.

—¿Yo qué?

Erica giró para ver a Fosa tras ellos, no llevaba su mameluco negro, estaba vestido casual y de negro, pero seguía teniendo sus guantes, una mascarilla descartable, lentes de sol –a pesar de ser de noche– y una capucha que cubría su cabello.

—¿Estaban hablando de mí? —dijo, algo enfadado.

—La bombita sentía curiosidad por tu TOC —explicó la muchacha con una risa.

—Yo no tengo TOC, ustedes son unos sucios de mierda, lo cual es distinto.

Todos se rieron casi a carcajadas, excepto Erica, ella solo miró a Fosa con atención. Era la primera vez que lo veía vestido casual, y no con el uniforme de trabajo.

Nadie dijo nada más, en especial cuando Fosa tomó el bolso deportivo con una mano y los instó a seguirlo. Salieron de a poco del departamento, nadie estaba por allí ni les prestaba atención, y subieron juntos al ascensor.

Erica observó la forma en que Fosa sostenía el bolso, parecía pesado, sin embargo no se mostraba afectado por ello.

Cruzaron al estacionamiento de en frente, donde Erica retiró su motocicleta y Fosa le dio el bolso a Rata para que él continuara con el trabajo, luego se acercó a Erica.

—Vos vas a venir conmigo.

—¿No habíamos terminado? —preguntó ella con confusión.

—Sí.

Erica sintió un escalofrío recorrerle la espalda, se colocó el casco solo para que él no pudiera ver sus gestos ni su mirada. Entonces asintió con respeto para seguirlo.

Fosa subió en un auto donde habían guardado todas las herramientas, y Erica tras él prestó suma atención a su patente. Pensó que quizá si buscaba esa patente, podría saber quién era en verdad. Sin embargo descartó esa idea en el instante en que recordó que ella misma estaba usando la moto de otra persona, y que si Fosa era tan meticuloso respecto a su identidad, no habría sido tan tonto de usar un auto a su nombre.

Lo siguió hasta un galpón que parecía abandonado, y al verlo tragó en seco. Todo se veía demasiado extraño e incluso peligroso.

Fosa ingresó el auto al galpón y ella, con dudas, lo siguió. Dentro estaba oscuro, no pudo ver a ese hombre bajar del auto, pero sí pudo oír el sonido de la puerta golpearse. Luego se encendieron las luces, y allí estaba él. Acababa de apretar los interruptores.

—¿Qué se supone que hago acá? —preguntó Erica luego de quitarse el casco.

—Voy a enseñarte algo.

Se bajó de la moto y caminó hacia él, pero se mantuvo a una distancia prudencial. Le sorprendió que un simple galpón pudiese estar tan limpio y perfecto.

—Leí todo tu expediente —dijo él al sentarse en un sillón que se ubicaba contra una pared, lejos de los autos—. Puedo entender por qué Gretchen te eligió, y puedo entender otras cosas más que no estoy autorizado a decir.

—¿Qué hago acá? —insistió ella con su ceño fruncido, seguía a una distancia prudente.

—Acercate —le dijo él, pero ella no obedeció. Entonces él comenzó a reírse—. ¿Qué estás pensando? ¿Qué creés que quiero?

—No tengo ni idea qué querés.

—Sos bastante engreída, ¿no? Debés creer que todo hombre te desea —dijo con una risa que a ella le molestó—. No me interesan las personas ni de forma romántica ni de forma sexual. Te traje acá porque dijiste que tenés una misión importante, a mí me conviene que sigas viva para poder trabajar para mí. Si morís en una misión por tener un entrenador de mierda, entonces yo pierdo tiempo y dinero, y a mí no me gusta que me hagan perder el tiempo.

Erica se mantuvo dudosa unos minutos más, pero luego terminó por suspirar y decidió acercarse. Se sentó en el suelo, frente a él. No pensaba sentarse a su lado, quería tenerlo en su campo de visión para poder ver sus movimientos, y actuar en consecuencia a ellos.

—¿Quién te entrena? —preguntó él.

—Ya te dije la vez pasada que me entrena Sabatini.

—¿Por qué Gretchen te puso un maestro tan débil? —inquirió con curiosidad.

—Aaron no es débil, es el mejor de Mörder luego del Loco y Gretchen —escupió Erica con odio—, es su preferido, y vos mismo dijiste que ella solo elige a los mejores.

Fosa hizo un sonido cargado de ironía, para luego dejar ir un suspiro.

—Cómo cambió todo —dijo con una risita irónica—. ¿Qué misión importante tenés que hacer?

—No estoy autorizada a decirlo.

—No te preocupes, puedo averiguarlo —diciendo eso tomó su teléfono del bolsillo y comenzó a llamar a alguien. Zapateaba con nervios al ver que tardaron en atenderle—. Necesito datos, ¿qué misión importante tiene Gretchen como prioridad en este momento?

Erica lo miró en silencio, estaba sentado muy cómodamente con su brazo apoyado en el respaldo del sillón y sus piernas cruzadas.

—¿Y por qué la eligieron a ella? —preguntó Fosa—. Entiendo, gracias.

Colgó el teléfono y volvió a guardarlo en su bolsillo. Luego se puso de pie y la instó a pararse al extenderle la mano. Ella la aceptó y se puso de pie con su ayuda, pero Fosa apretó sus brazos para ver sus músculos, luego sus muslos, por lo que Erica no pudo evitar lanzarle una cachetada que él frenó enseguida.

—¿Qué parte de que no me importan las personas de forma sexual no entendiste? —se quejó él—. ¿Y qué ataque barato es ese? Si vas a atacar a un asesino debe ser a matar, o la que terminará muerta sos vos.

—¿Vas a enseñarme? —preguntó con desconfianza—. ¿Y por qué se supone que debería confiar en vos?

—Viendo que tenés maestros de mierda y que en cualquier momento vas a morir, sí, te voy a enseñar —dijo, aún con la mano de Erica apretada en la suya—. ¿Y confiar? Nunca dije que podías confiar en mí.

—¿Entonces?

—No es difícil de entender, sos una de mis aprendices, estoy gastando tiempo en enseñarte para que te conviertas en mi empleada, si te morís antes de tiempo el que sale perdiendo soy yo. Y odio que me hagan perder el tiempo solo por la inutilidad ajena.

Sin decir más, Fosa la soltó. La hizo hacer posiciones de defensa y de ataque, y cada vez parecía frustrarse más ante lo que veía. Corrigió los defectos que vio –que no eran pocos–, y le enseñó movimientos distintos que ella no conocía. Le mostró cómo zafarse de llaves de sumisión, y cómo aplicarlas ella también.

Tenía experiencia, sabía mucho al respecto y sabía mucho, también, sobre Mörder.

Cuando terminó, Fosa le dijo que podía irse.

—En dos días volveré a llamarte, te voy a enseñar una vez más antes de tu misión. Más te vale no morir ese día, si me hacés perder el tiempo el que va a limpiar tu cadáver voy a ser yo, y ya me viste hacerlo.

A pesar de que él la estaba amenazando y de que era muy duro con ella, Erica por alguna razón que no supo comprender, sintió que en realidad él no le haría daño. No supo bien por qué, parecía más temeroso de que ella muriera a enojado por ello. Y se preguntó a qué le temía en realidad.

Cuando llegó a Mörder, con su paga escondida en sus senos, lo primero que hizo antes que cualquier cosa, antes de siquiera bañarse o ir a ver a Gretchen, fue buscar a Chris. Lo encontró fumando en la ventana del final del pasillo donde dormían. Se acercó a él sin dudar ni un segundo, tocó su hombro y le dijo:

—¿Conocés a Fosa?

Chris giró para verla, sopló el humo de su cigarrillo y negó con un movimiento de cabeza.

—Solo de nombre, sé que Gretchen lo respeta mucho, y como habrás notado ella no respeta a nadie.

—¿Tenés idea de si tiene algún amigo en Mörder, o por qué podría estar tan pendiente de mí?

—Fosa no tiene amigos, y probablemente solo le gustes. Sos una piba preciosa.

—No parece que le guste...

—Algunos muestran su interés de maneras extrañas —dijo, con una sonrisa torcida y volvió a fumar un poco—. Perdón, Eri, en esta no puedo ayudarte. No lo conozco. ¿Por qué tu repentino interés en un barrendero?

—Porque me da miedo que esté tan interesado en mí, está obsesionado con que trabaje para él.

—Probablemente piense que sos buena para ello. La mayoría te subestima y te llama princesa, es la primera vez que alguien valora tu talento y no te idealiza. No le veo lo raro.

Erica no quedó satisfecha con esa explicación, pero resopló y se apoyó en el marco de la ventana para poder hacerle compañía a Chris.

—¿Pensás que soy preciosa? —bromeó con una sonrisa torcida.

—¿Se supone que debería mentir? Sos preciosa, pero no sos mi tipo. Lamento romperte el corazón —respondió él con una sonrisa pícara.

Erica solo se rió por ello y apoyó su cabeza en el hombro de Chris. A pesar de que apenas podían considerarse amigos, y a pesar de que también era un asesino muy respetado, le producía mucha paz.

Chris era el único en todo Mörder que lograba eso, hacerla sentir normal y en paz.

NOTA

Hola gente bella, lamento la tardanza. Fueron unos días complicados.

¿Qué les parece el capítulo?

El Loco sí la vio, solo fingió no verla ¿Habrá fingido también en la carrera? :0

¿Se estará Aaron enamorando de Erica?

¿Por qué creen que Fosa está tan pendiente de ella?


Dato importante: cambié la edad de Erica de 19 años a 21, por cuestiones de diferencia de edad en la que actualmente no estoy de acuerdo. Al menos es un poco más aceptable para mí.

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