Capítulo N° 60
—Decime, ¿de qué me sirve esto?
Erica resopló apoyada en su puño mientras miraba fijo al Loco frente a ella, quien en ese momento esperaba el movimiento de ella en el ajedrez.
—Es un juego de estrategia, tenés que aprender, prever el ataque enemigo. Hubiera preferido que jugaras al go, pero no tengo la paciencia de explicarte las reglas.
—Un juego no es la realidad, no me sirve de nada.
—Te enseñará a observar, a analizar situaciones.
Erica soltó un suspiro mientras miraba el tablero, esta consciente de que él le estaba ganando y de que no le dejaría ganar, ni siquiera para incentivarla. Ella debía hacerlo sola, debía aprender, así que movió el alfil para comer un peón del Loco, solo que él se rió al menear la cabeza, mientras movía su caballo hacia el alfil.
—¡Así no se puede! —refunfuñó.
—Te lo dije, debés observar el terreno, vos solo atacaste sin analizar la situación, sin ver la probabilidad de estar rodeada. Sos impulsiva, eso a veces puede jugar a tu favor, pero en el resto no, la impulsividad te llevará el fracaso, y el fracaso te llevará a la muerte.
—Ya trabajé la impulsividad con Fosa, un juego de mesa no me sirve de nada —dijo en un siseo.
Llevaban dos semanas entrenando juntos, él no mostró sorpresa alguna al ver el nivel de su querida esposa, desde la primera vez que la vio supo que ella sería alguien fuerte y poderosa, ese era uno de los grandes motivos por el que se había enamorado de ella. Sin embargo no creyó que estaría tan avanzada, resistía las provocaciones con una altura sorprendente a un punto en que ni él era capaz de tolerar. Era rápida, ágil y habilidosa al esquivar y defenderse de ataques, pero implacable al luchar en cuerpo a cuerpo. Era buena con las armas de fuego e incluso mejor con los cuchillos.
A su punto de vista, Erica era una versión femenina de Nahuel a su edad pero con un inmenso corazón bondadoso, y sonrió por ello.
—Voy a preparar el almuerzo, así practicás con Lu, ¿te parece? —le dijo Erica con un suspiro.
Él la miró en silencio, cada vez ella se veía más agotada pese a que no se estaba sobreesforzando, incluso dormía muchas más horas de lo usual, y fue justo por verla tan agotada siempre que él solo se dedicó a observarla esas semanas. Había algo distinto en ella, y él ya lo había notado.
—¿Qué querés almorzar? —le preguntó Erica luego de beber un trago de agua.
—Lo que vos quieras, ¿qué te gustaría a vos?
—Pescado, pero creo que no tenemos, no compré —dijo ella con un suspiro y abrió la heladera para ver lo que allí había—. Tendríamos que hacer una compra grande, hay que llenar la heladera. Por ahora voy a hacer pollo, no es pescado pero... me gusta.
Él sonrió al oírla y asintió con un movimiento de cabeza. La miró nuevamente fijo mientras ella comenzaba a preparar el almuerzo. La risa de Jack al ver sus dibujos animados se oía allí, al igual que los ladridos de Hund en el fondo que corría junto con Lucas, con quien estaba jugando.
No entrenó con Lucas, en su lugar se mantuvo sentado junto a Jack en el sillón con el teléfono en la mano, conversaba con alguien por mensaje mientras le hacía caricias al pequeño a su lado. Luego de un rato dirigió su mirada hacia Erica y con una sonrisa dijo:
—Akihiko despertó, está fuera de peligro pero le va a tomar más tiempo recuperarse.
—Es una buena noticia —dijo Erica con una sonrisa—. Entonces Ruriko va a pelear con nosotros, ¿verdad? Tenemos que planear la ofensiva, ¿cuándo vamos a atacar a Aaron?
—Para el fin de semana, ya tenemos los hombres de Vanyusha, a Ruriko y Rata nos va a dar gente de Assassin. Quiere ser él mismo quien lo mate pero su gente no se lo permite, el lado malo de liderar —dijo con una risita.
Erica había comenzado a servir la comida, por lo que le avisó a Lucas con un grito que entrara a la casa. El Loco entonces, luego de llevar a Jack para lavarse las manos, se sentó a la mesa y fue acomodando los platos que ella le pasaba para ubicarlos en el lugar de cada uno, sin embargo cuando ella quiso descorchar un vino él se lo quitó en un rápido movimiento.
—No más vino, mein engel.
—¿Por qué no? —preguntó con un parpadeo confundido.
Él apretó los labios por un instante.
—Tratemos de estar limpios de alcohol para el ataque, puede perjudicar a nuestro desarrollo muscular, prefiero que estemos fuertes, que vos estés fuerte.
Con un suspiro ella dejó el vino en su lugar y se sirvió un poco de agua fría, para luego comenzar a cortar el pollo de Jack en pequeños trocitos con una sonrisa en el rostro. Almorzaron con una suave música francesa que puso Erica, oyendo los chistes de Lucas, y luego de almorzar él bajó las escaleras para ir a entrenar al sótano, mientras que ella, en la habitación principal, se sentó en el suelo con la espalda recta y sus ojos cerrados.
El Loco había sido el encargado de lavar los platos y acomodar la cocina, por eso cuando fue a ver a Erica y la encontró en esa posición no pudo evitar levantar una ceja, algo confundido.
—¿Qué hacés, mein Liebling?
—Medito —dijo ella con una expresión relajada—, con Nahuel estamos intentando distintas formas de vaciar la mente sin implicar torturas, meditar debería funcionar pero... no me sale muy bien.
Comenzó a reírse y abrió los ojos para verlo.
—No puedo meditar de día, solo de noche y en la oscuridad —explicó.
Él se acercó a ella y se sentó en el suelo para poder verla de frente, entonces tomó sus manos con cariño y le dio un beso.
—Estuve pensando en un par de cosas, me gustaría que esta noche fuéramos a cenar, solo vos y yo —dijo con una sonrisa—, pero antes de eso quería pedir tu permiso para hacer algo.
—¿Mi permiso?
—Quiero ir al mausoleo de tu familia y hablar con ellos, solo ellos y yo, si vos me lo permitís —dijo con un tono de voz suave—. Hay un par de cosas que me gustaría decirle a tu padre, y también le debo una disculpa a tu hermana por no... haber hecho suficiente.
Erica bajó la mirada con tristeza.
—No necesitás hacer nada de eso, ellos ya no están, pero si querés hacerlo yo no tengo problema —susurró—. Yo aún... aún no me animo a ir a verlos. Tal vez vaya cuando todo acabe, tal vez no vaya nunca. No lo sé.
—Cuando estés lista, mi amor, ellos van a estar ahí esperándote.
Ella asintió con tristeza y él volvió a darle un beso en las manos, para luego apoyar con delicadeza su mano en el rostro de Erica. Su piel era suave y tersa, pese a sus cicatrices, le hizo una caricia con el pulgar y luego se acercó para darle un beso en los labios, uno suave y cariñoso, uno que le decía que él estaba ahí.
—Voy a salir ahora, regreso en una o dos horas, no sé qué tan larga va a ser mi charla —dijo con una risita y le pellizcó la mejilla con cariño—. Descansá, mi amor, y más tarde saldremos a cenar solo vos y yo.
***
Erica descansó por el resto de la tarde, durmió una larga siesta pese a no ser una persona de dormir en la tarde, y se dio el lujo de abrazar a Jack en esos momentos. Luego se levantó y dejó al pequeño seguir durmiendo para poder preparar la merienda, encontró a Lucas guardando compras en la heladera y la alacena, había una cantidad increíble de alimentos de toda clase.
—Lu, ¿compraste el mercado entero? —se rió ella pero se acercó para poder ayudarle.
—No, lo trajo todo Jack.
—Siempre tan exagerado.
Llenaron los cajones de la heladera con frutas y verduras, separaron los distintos cortes de carne en tuppers, algunos los dejaron en la heladera y otros fueron al freezer para ser congelados. Había pescado, mucho pescado que también congelarían en distintos recipientes. Había fideos, arroz y otras mercaderías que guardaron en las alacenas, y solo luego de que la cocina estuvo vacía y limpia otra vez es que Lucas le preparó un té a Erica para poder sentarse con ella y conversar un poco.
—Va a venir Chris a cenar conmigo, así ustedes pueden salir tranquilos sin preocuparse por mí —dijo Lucas con una sonrisa—. No pudieron tener su luna de miel, supongo que esto sería lo más cercano.
Erica solo sonrió como respuesta y sorbió su té en silencio, pues por alguna extraña razón no podía estar tranquila, tenía un mal presentimiento. Fue entonces a darse una ducha cuando terminó su té, para relajar un poco los músculos y darle un descanso a sus pensamientos, pues el Loco llevaba unas semanas comportándose extraño. Estaba mucho más cariñoso, mucho más protector con ella, pero también desaparecía varias veces al día, solo avisaba cuánto tiempo tardaría en llegar, pero jamás decía a dónde iba.
Cuando fue a la habitación envuelta en una toalla para poder cambiarse se encontró allí con el Loco, se abotonaba una camisa negra que resaltaba sus músculos. Erica sonrió al verlo así vestido, pues se veía realmente sexy, y cerró la puerta con llave, ese sonido hizo que él levantara la vista hacia ella, quien dejó caer la toalla al piso mordiéndose los labios. Él la escrutó entera con una sonrisa pícara.
—¿Y la cena? —preguntó con la mirada llena de deseo.
—Me gustaría el postre primero.
Él sonrió y, obedeciendo a su pedido y a las necesidades de su esposa, se quitó rápidamente la camisa a medio abotonar para luego besarla con pasión. La tomó de la cintura para sentarla a horcajadas sobre él, sentado al borde de la cama, y se dio el gusto de besar su cuello y cada parte de su cuerpo cuando la volteó para poder saborearla.
Como no estaban solos en la casa ni tampoco en alguna parte con sonido aislado, ambos reprimieron sus gemidos lo más que pudieron, dejando salir solo los suspiros placenteros mientras hacían el amor. Luego se mantuvieron recostados con las piernas enredadas mirándose a los ojos por largos instantes que parecieron ser infinitos. Él frotó con suavidad su nariz en la de ella, para luego darle un tierno beso en los labios.
—Te amo más a que a nada en el mundo —le dijo con su mirada llena de dulzura.
—También te amo más a que a nada en el mundo —dijo Erica con una sonrisa—. Quiero estar un rato así antes e ir a cenar.
—Lo que usted ordene, mi señora.
Se mantuvieron allí abrazados por largos minutos, pero luego comenzaron nuevamente a prepararse para su cena, y una vez vestidos se despidieron de Jack con un beso cariñoso en la cabecita, de Chris y de Lucas, que estaban comenzando a preparar la cena mientras bebían una cerveza juntos.
Viajaron en el auto conversando de diversos temas, Erica hablaba de sus sueños a cumplir, decía querer abrir una academia de baile en el futuro, y él oía cada una de sus palabras con suma atención, pero cuando fue el turno de hablar de los sueños de él, el Loco solo dijo ya haberlos cumplido todos y no tener más aspiraciones que simplemente darle una buena vida.
Una vez sentados a la mesa de un bello restaurante, Erica observó todo a su alrededor, era un lugar bonito, muy elegante, y aunque les llevaron un vino como cortesía él lo rechazó con amabilidad, pues quería mantenerse aún sin beber. Tampoco había estado fumando, y por eso Erica lo veía rascarse el cuello con nervios muy seguido.
El Loco sonrió al ver la mirada de Erica posada en cada detalle del lugar, pero sonrió con orgullo al notar que buscaba con la mirada posibles salidas de escape, que analizaba a la gente a su alrededor identificando o intentando identificar amenazas, y que calculaba las distancias en la mente con las demás mesas, en el caso de que debieran escapar. Se sintió orgulloso de ella, de cada uno de sus logros, porque aunque Gretchen la había vuelto una asesina, él y Fosa la habían vuelto una sobreviviente. Sabía muy bien que ella no volvería a ser nunca más una chica a la que pudieran herir fácilmente.
Luego de pedir la cena el mozo llegó con la comida, la cual acompañaron simplemente con agua. Él no solo disfrutaba de la cena y de la hermosa mujer que tenía delante, sino también de su conversación variada, de sus ambiciones.
—Estoy pensando que tal vez deberíamos inscribir a Jack a un jardín de infantes para el próximo año —dijo Erica luego de beber un sorbo de agua—. Le hacía bien jugar con Tahi, a pesar de sus peleas, y creo que socializar con otros niños de su edad le haría bien.
—Está bien, amor, estoy de acuerdo —dijo con una sonrisa y la tomó de la mano izquierda, acariciando el anillo en su dedo anular—. Moira fue una gran mamá para él, pero vos, mein engel, vos también sos una mamá increíble.
Ella sonrió con alegría y bajó la mirada con timidez. Jack aún recordaba a su madre, pero incluso así a ella la llamaba con todo su amor «mami Ica», y a Erica se le hinchaba el pecho de orgullo cada vez que ese pequeño le demostraba su afecto.
—La vez que te vi entrar en el comedor tras Gretchen, si alguien me hubiese dicho en ese momento que ibas a ser mi esposa,que íbamos a estar juntos formando una familia, lo hubiese tratado de loco —dijo con una sonrisa al acariciarle la mano—. Y sin embargo hoy, pese a todo lo que pasé en mi vida y a que empezamos con el pie izquierdo, hoy soy tu esposo.
—También hubiese tratado de loco al que me dijera en ese momento que te amaría tanto como lo hago ahora —dijo ella con una risita—. ¿Te arrepentís de algo?
—Solo de no haber hecho las cosas bien desde un principio, de haber sido tonto y orgulloso, porque... estoy seguro de que de haberle pedido ayuda a Moi para invitarte a salir, tal vez no te habría asustado tanto —Torció sus labios en un gesto divertido—. Me alegra mucho ya no darte miedo.
—Ay, Jack, claro que no me das miedo —se rió con ánimo—. Tenés que enseñarme a arrancar el rostro así, necesito saber cómo se hace.
Él se rió tan fuerte que tuvo que cubrirse la boca porque las personas de las otras mesas los miraron con atención, con sus cejas levantadas.
—Si vos me enseñás a cortar correctamente un miembro por las articulaciones, yo te enseño a arrancar el rostro —propuso con una sonrisa torcida.
—¿Y yo no te doy miedo por lo que sé hacer?
—No, solo me dejás como una piedra. Es más, cuando salgamos de acá vamos a ir a un hotel y te voy a dar el puto mejor orgasmo de toda tu vida —dijo con su mirada intensa.
—¿Cuándo nos vamos? —sonrió con picaría.
Luego se dieron un beso para finalizar su cena, aunque ya no con comentarios sangrientos y siniestros, ni tampoco eróticos, pues hablaron de poesía y de libros. Él le comentaba sobre sus libros favoritos que había leído las últimas semanas, y ella lo oía con suma atención, con una sonrisa en el rostro. Aprovecharon para pedir el postre, Erica apenas había dado una cucharada a su tiramisú cuando sintió algo extraño a su alrededor. Las parejas que estaban en la mesa tras el Loco de repente se pusieron de pie, alejándose de ahí, y aunque creyó que quizá estaba volviéndose loca vio que él se puso en guardia al instante y tomó de su tobillo una pistola. Ella entonces lo imitó y disimuladamente tomó uno de los cuchillos de lanzar que llevaba en una pierna, bajo su falda.
Él levantó la mano para llamar al mozo y pedir la cuenta, sin dejar de vigilar todo a su alrededor. Ni siquiera esperó a que el mozo regresara con la cuenta, arrojó una montaña de billetes allí y se puso de pie para tomar a Erica de la mano, a quien cubría con su inmenso cuerpo. Sin dudar la sacó de allí, abriéndose paso entre la gente en el pasillo del restaurante. Necesitaban llegar al estacionamiento lo más rápido posible, y cuando lograron llegar hasta allí, de repente, como si lo presintiera, el Loco empujó a un costado a Erica y dio una voltereta en el suelo para esquivar una seguidilla de disparos. Las paredes comenzaron a agujerearse y los gritos desesperados de las personas llenaron el lugar; habían involucrado a civiles, y el Loco no podría perdonar eso.
Comenzó a disparar a los puntos de donde, calculaba, provenían los disparos, luego miró a Erica, que lanzaba cuchillos a la garganta de los asesinos que se acercaban con sus pistolas en lo alto. Y pese a que él intentaba mantener cubierta y protegida, ella salió a la vista con una voltereta para detener a algunos asesinos con sus cuchillos, ignorando el desesperado ruego del Loco por mantenerse escondida.
Los disparos cesaron y tras el humo surgió la persona que más asco le producía en el mundo, con sus múltiples cicatrices en el rostro, y Erica se concentró en ver especialmente la cicatriz en su ojo y en su cuello.
—Mörder, dos horas, sin tardanzas.
El Loco corrió rápidamente hacia Erica, a quien cubrió con su cuerpo en contra de su voluntad.
—Maldito pollito... ich werde dich töten!
—Lo mismo venís diciendo hace años y sigo con vida —Aaron le sonrió, luego levantó su mano y chasqueó los dedos—. Mörder, dos horas. Sin tardanzas o todos mueren, incluyendo tu asqueroso niño que se me escapó la última vez.
Erica se llenó de ira al oír esa amenaza a Jack, y aunque quiso salir tras él apretó la mandíbula y respiró hondo tal y como Fosa le había enseñado, pero pese a su quietud el Loco la retuvo con fuerza del brazo para impedir que pudiese actuar con impulsividad.
Aaron se dio la vuelta con sus asesinos protegiéndolo rápidamente, quienes lo metieron en un auto para luego irse a gran velocidad antes de que llegara la policía, motivo por el que ambos, Erica y el Loco, se suben al auto para salir huyendo de allí.
—¿Estás bien, mi amor, estás herida? —dijo él con desesperación, mirándola de reojo.
—No es mía la sangre, estoy bien —gruñó Erica.
No estaba enojada con él, estaba enojada con Aaron que era incapaz de dejarla ir, de dejarla libre, de aceptar que ella y el Loco vivieran en paz. Tomó su teléfono para avisarle a Chris sobre lo sucedido, esperando que en la casa todo estuviera en orden, porque si algo llegaba a pasarle a Jack no estaba segura de poder mantenerse quieta y respirar hondo la próxima vez.
—Llamá a Vanyusha, necesitamos a su gente para dentro de dos horas —dijo el Loco con el rostro serio.
Erica llamó en ese mismo instante al jefe de la mafia rusa, quien atendió luego de unas tonadas. Trató de no sonar muy desesperada, pues eso podría jugarle en contra, y Vanyusha aceptó enviarle de su gente, incluso prometió ir él mismo solo para verla trabajar. Ella no pudo negarse, se vio obligada a aceptar que él fuera un testigo, uno muy protegido por su gente.
Al llegar a su hogar vieron a Chris preparando sus armas y a Lucas con el rifle listo, ambos cambiados. El Loco no dijo nada al verlos, solo miró a Lucas con la mandíbula apretada, pues temía que algo malo le sucediera pero sabía muy bien que él no aceptaría quedarse en la casa, y que era capaz de ir solo con tal de estar presente.
El Loco se cambió de ropa, se colocó algo más cómodo mientras llamaba a Rata y luego a Thamma, al primero le pidió de favor que enviara a su gente a la casa para proteger a Jack, y a la segunda le pidió que se mantuviera a salvo y escondida, pues aún continuaba recuperándose de sus heridas.
Erica entró en la habitación justo para verlo colgar la última llamada, pero cuando ella dejó caer su vestido para ponerse ropa de combate, él la sujetó de los hombros con rudeza, mirándola fijo a los ojos con una desesperación poco usual en él.
—Vos no venís, te vas a quedar en la casa. Va a venir gente de confianza de Rata a protegerte a vos y a Jackie, y si tengo que rogarle a Nahuel de rodillas para que venga acá a protegerlos, también lo voy a hacer.
—¿Qué? Yo no pienso quedarme, voy a ir.
Acunó el rostro de ella con las manos para verla fijo a los ojos, con mucho dolor en su mirada.
—No me hagas rogarte, Erica.
—¡¿Vas a dejarme acá, como si fuera una inútil?!
—No sos una inútil, sos la mujer más fuerte que conozco, pero... —apretó los labios y la miró de arriba hacia abajo, para luego volver a mirarla fijo—. Necesito que estés a salvo, Erica.
—Él me lo quitó todo —dijo Erica con mucho dolor—, no podés pedirme que me quede acá encerrada rogando que regreses a mí sano y salvo. Voy a vivir toda mi vida sabiendo que no hice nada en el final.
—Por favor, mi amor, sos mi familia —rogó al acariciarle las mejillas y apoyó su frente en la de ella—, si algo te pasa yo no podría seguir viviendo.
—Y yo no podría seguir viviendo si algo te pasa y yo no estuve ahí, como con Serge —chilló con sus ojos llenos de lágrimas—. No me hagas a un lado, estoy preparada, soy fuerte, soy la aprendiz de Nahuel, soy tu aprendiz, soy una barrendera. No necesitás protegerme porque yo puedo protegerme sola.
—Sé que podés protegerte sola y sé que sos fuerte, pero incluso así... incluso así quiero protegerte y quiero que estés a salvo.
Se quedaron en silencio solo mirándose a los ojos, pues ambos tenían un punto que defender y ninguno quería dar el brazo a torcer en una situación como esa.
—Si me quedo... —comenzó a decir Erica—, si me quedo y algo te pasa, si no volvés a mí, ¿qué voy a hacer?
Él bajó la mirada con tristeza y apretó sus labios por unos instantes, pensaba muy bien qué decir, para después mirarla fijo a los ojos.
—Tenés que prometerme que no vas a poner en riesgo tu vida, que vas a evitar peleas innecesarias, que no vas a separarte de mí en ningún momento —dijo con dureza pero con su mirada llena de dolor.
—Jack...
—No te voy a dejar ir si no me prometés que vas a priorizar tu vida por sobre todas las cosas.
Erica se quedó en silencio mirándolo a los ojos celestes cristalizados en lágrimas.
—Necesito saber que vos y mi hijo van a estar a salvo —susurró él al acariciarle la mejilla—, que vas a priorizar tu vida sabiendo que sin mí, vos sos lo único que le quedaría a Jack.
—No digas esas cosas, por favor.
—No voy a mentirte, yo voy a protegerte con mi vida si es necesario, a vos, a Jack y al Rubio, porque ustedes son mi familia. Por favor, Erica, por favor prometeme que vas a priorizar tu vida por sobre todo, por sobre mí.
Ella lo miró, no quería prometer semejante cosa, pero sabía que de no hacerlo él no la dejaría salir, sería capaz de dejarla encerrada, por ello bajó la mirada con tristeza.
—Está bien...
Él la besó con fuerza, con rudeza pero también con pasión, para luego abrazarla y aferrar sus dedos a la espalda y el cabello de Erica. Ambos impregnaron sus narices del aroma el otro, para tenerlo presente en todo momento. Luego él salió de la habitación para hablar con Lucas, mientras que Erica, con tristeza, terminaba de vestirse.
Vanyusha le había prometido ayuda, pero incluso así decidió escribirle a Fosa. Sabía que él no era un arma y no pensaba usarlo como una, pero le escribió para avisarle lo que había pasado y lo que sucedería, le pidió que confiara en ella, que regresaría con vida.
Nahuel: Si necesitás ayuda, si necesitás que yo esté ahí, solo pedilo.
Erica: No sos un arma, Nahui, y no quiero que lo seas. Si te llamo va a ser como barrendero, no como asesino.
Nahuel: Voy a estar cerca para darte apoyo, no me voy a involucrar salvo que sea estrictamente necesario, y voy a tener todo listo para que cortes su cuerpo en mil pedazos.
Erica sonrió ante ese último mensaje y le agradeció por el apoyo, para luego comenzar a ponerse los arneses en las piernas llenos de los cuchillos que él le regaló. Se colocó también unos en la cintura, otro en el tobillo. Salió de la habitación solo para acercarse a Jack, estaba en los brazos del Loco, quien lo abrazaba, besaba y le hablaba con suavidad. El pequeño solo asentía al oír a su padre, pero Erica no llegó a escuchar su conversación, pues ambos se quedaron en silencio y Jack pidió ir a sus brazos. Ella lo alzó con cuidado, pues tenía sus armas encima, y se sentó con él en el sillón. Le habló con cuidado, le dijo lo mucho que lo amaba y lo feliz que la hacía, lo orgullosa que estaba de él. Jack, como si supiera que algo malo pasaba, se aferró a su pecho con fuerza, con el miedo de soltarla y perderla para siempre.
—Mami Ica vuelve... —dijo él con tristeza.
—Mami Ica va a volver, mami Ica jamás va a dejarte solo, Jackie, nunca.
Lo llenó de besos, de palabras bonitas hasta que el niño se tranquilizó y bajó de sus piernas solo para poder regresar con su padre, mientras que Erica hablaba con Lucas.
—Ni se te ocurra darme una charla de despedida —la amenazó él con su dedo índice.
—Tenés lo que te dejó Sveta, pero si algo me pasa, todo lo mío es tuyo —le dijo con el rostro serio.
—Ni se te ocurra —dijo Lucas entre dientes, luego miró hacia el Loco—. A ninguno de los dos, ¿me oyeron? Sin charla de despedida.
—No te preocupes, Luquitas, yo te cuido a esta estúpida —dijo Chris con una sonrisa torcida, cruzado de brazos.
Lucas dejó ir un suspiro y asintió para agradecerle, luego él también se acercó a Jack para hacerle caricias. Debido a que sería el francotirador su vida no estaría tan en riesgo, pero de todas formas quería asegurarle al pequeño que todo estaría bien.
No salieron de la casa sino hasta que llegó Rata junto con Tahiel y un par de asesinos, más mujeres que hombres, pues serían los encargados de proteger a los dos niños, ya que debido a que Jack no conocía a esas personas, dejaría a Tahiel para que se sintiera en confianza.
—Debo regresar a Assassin, pero cuando todo termine voy a ir a verlos, ¿de acuerdo? —dijo con el rostro serio.
—Gracias, Omar —el Loco le dedicó una sonrisa y una palmada al hombro, con cariño.
Antes de salir de allí en la camioneta, el Loco llamó a Hund con un chiflido, lo tomó de la cabeza y con una seña le dio a entender que era hora de trabajar, esta vez no lo dejaría a cargo de Jack, esta vez Hund también se vengaría por lo de Moira.
Cuando todos se acomodaron en la camioneta, el Loco besó por última vez a Jack antes de irse.
—Te amo, Jackie —le dijo, luego se subió en la camioneta para manejar.
Viajaron en silencio, sin decir ni una sola palabra, pues todos solo podían pensar en una cosa, en libertad o muerte. No era solo una batalla que definiría el destino de cada uno, era también una batalla de honor, donde vengarían a seres queridos, amigos y familiares que fueron asesinados por Aaron Sabatini o por D.E.A.T.H. en genera. Era forma que tenían de irse de ese mundo con algo de paz, sabiendo que hicieron un último trabajo de justicia.
En los alrededores de Mörder ya los estaban esperando los Capa Roja, acompañados de Ruriko, eso al menos es lo que les habían dicho. Por eso cuando la silueta de ese gran edificio apareció frente a ellos, todos sujetaron con fuerza sus armas. La cercanía les indicaba que el momento había llegado, que era hora de dejarlo todo en la pelea.
De manera cautelosa comenzaron a descender de los vehículos para poder acercarse a ese grupo de personas que esperaba por ellos. Vanyusha Volkov estaba ahí con las manos en sus bolsillos, rodeado de su gente, y entre ellos pudieron reconocer a Misha. Ruriko estaba junto a él, parecía unida al muchacho ruso, quizá por haberle ayudado a salvar a su hermano. Ella se balanceaba sobre sus pies con entusiasmo, como si fuera una niña que ansiaba jugar.
—Volkov —dijo el Loco al ver a Vanyusha allí, quien asintió con respeto como forma de saludo.
—Wolff —dijo él y dirigió sus oscuros ojos hacia Erica, a quien vio de arriba hacia abajo, notando todos los cuchillos y armas en ella, motivo por el que sonrió—. Bombita.
Comenzaron a organizarse para entrar por diferentes puntos, pero antes de que Lucas pudiese alejarse con Chris, el encargado de escoltarlo sano y salvo hasta las terrazas, el Loco se acercó a él. Lo guió hacia otra parte, algo más alejado, para poder hablar en privado con él, y estaban tan lejos que ninguno pudo escuchar su conversación, aunque sí pudieron ver que lo había tomado del rostro para besarlo en los labios.
Luego ingresaron en Mörder, los Capa Roja fueron los encargados de abrir el paso, Misha específicamente había sido el encargado de ello. Tras ellos, protegido, ingresó Vanyusha, quien caminaba cerca del Loco y Erica, pues no pensaba perderse de verla en acción, quería ver si su apuesta valía la pena o había sido un desperdicio de recursos. Sin embargo muy pronto la vio defenderse y atacar tan rápido y con tanta habilidad, incluso pareciendo danzar en el aire, que no pudo más que verla con admiración por la forma en que utilizaba sus cuchillos o disparaba sin dudar, acompañada de su esposo que hacía exactamente lo mismo.
Recorrían los pasillos esquivando ataques, pues pocas balas llegaban hasta ellos gracias al talento de los Capa Roja e incluso a Ruriko, quien se entretenía asesinando a todo quien se cruzaba con su katana, pero cuando vieron a una mujer en el centro de reuniones donde Gretchen solía dar discursos, el Loco colocó a Erica tras él.
—Awww, protegés a tu amorcito —Noelia fingió un puchero con sus labios y le sonrió—, dejame pelear contra ella. ¿No decías acaso que era el desperdicio de esfuerzos de Moms? ¿No era que yo soy la peor asesina, la débil, la mediocre que nadie contrata? ¿No era solo una simple enfermera? Eso decías todo el tiempo, sin embargo la escondés de mí.
—Lo sos, sos la peor asesina. Con venenos como arma cualquiera es asesino, hasta las esposas obsesivas y celosas, pero un verdadero asesino es aquel que enfrenta a la muerte con cuchillo o pistola, viendo los últimos gestos del moribundo y llenando sus manos de sangre. Vos no sos una asesina, sos un fracaso de D.E.A.T.H.
—¿Y qué hay de tu amiguito francotirador? No creo que lo consideres un desperdicio por no matar de cerca. —La sonrisa de Noelia aumentó de una forma que hizo que el Loco abriera los ojos con pánico—. Oh, sí, ¿creés que no sé que ese chico lindo sabe usar su rifle? Y por lo que pude apreciar, lo sabe usar bien... Se debe estar divirtiendo mucho en este momento...
—¡Misha! —gritó el Loco sin mirar a ese ruso—. A las terrazas, ahora. Te daré treinta millones si lo mantenés a salvo.
Misha abrió los ojos con sorpresa, pues era mucho dinero, demasiado en realidad. Miró hacia Vanyusha que asintió para autorizarlo a retirarse, por lo que el joven ruso comenzó a correr hacia las terrazas para proteger a Lucas.
El Loco miró a Noelia fijo, vestida con un catsuit negro y una coleta alta, quien sonreía llamando a Erica con el dedo. No la consideraba un peligro para su amada, el único peligro era que utilizaba venenos, por el resto nunca la había considerado una fuerte asesina, Erica era mil veces mejor y más fuerte que ella, sabía que no le tomaría más de cinco minutos vencerla, por ese motivo miró de reojo a Vanyusha y luego a Erica.
—Iré con el pollito, te espero ahí. Esto no es nada para vos, lo sé... —le dijo, luego miró a la gente de Assassin que le envió Rata y a Vanyusha, le habló en inglés—. Volkov, ¿puedo pedirte que vigiles que todo salga bien?
—De no hacerlo habría invertido en vano. Me aseguraré de que sea la única en pie.
El Loco sabía que Vanyusha no interferiría salvo que fuera estrictamente necesario, él ahí era solo un espectador, pero si su interés por Erica era real, entonces no la dejaría morir tan fácilmente. Sonrió y tomó a Erica del rostro, besándola de forma rápida para luego solo irse rápido en busca de Aaron.
Erica siguió con la mirada a su esposo para luego clavar su mirada en esa enfermera que siempre la había tratado horrible, desde un principio, y ya podía entender a qué se debía. Ella había sido, desde un principio, una aliada de Aaron que la veía como una molestia para sus planes, ella había sido su mayor consejera y mano derecha, junto con Gin que ya no se encontraba por allí, pero estaba segura de que los más macabros planes de Aaron los había ideado ella.
—¿Querías verme trabajar? —dijo Erica en francés al aire, para que Vanyusha pudiera oírla—. Espero seas de estómago fuerte, Vanya.
La larga uña de Noelia apuntó a Erica, llamándola con una sonrisa provocativa, le decía detalles grotescos sobre el estado de los cuerpos de sus padres y hermana cuando Aaron acabó con ellos, incluso nombró el daño en la vagina de Celeste en busca de provocarla. Sin embargo Erica había estado en el vacío, había sido entrenada por Nahuel, habían practicado toda clase de posibles provocaciones, por ello solo caminó alrededor de esa mujer que parecía ansiar la cercanía con ella.
—¿Alguna vez oíste el sonido que producen los huesos cuando se los corta y separa por las articulaciones? —dijo Erica mientras meneaba sus cuchillos en las manos—. Oh, es un sonido tan relajante, querida Noelia, ya lo verás cuando te lo haga a vos, aunque dudo que puedas oírlo, ya vas a estar muerta.
—Vaya, Wolff te entrenó bastante bien, ¡cuánta concentración! —Noelia comenzó a caminar alrededor de Erica, la observaba como si solo se tratara de una rata de laboratorio—. No sé qué vio él en vos...
—Esperá, esperá, ¿creés que soy solo alumna de Wolff, en serio? —Erica intentó reprimir una risa y giró hacia Vanyusha con una carcajada—. ¡Cree que solo soy alumna de Wolff!
Incluso Vanyusha se rió, al igual que los Capa Roja, lo que hizo que Noelia frunciera el ceño con odio y atacó a Erica con un cuchillo, sin embargo ella le frenó el brazo tan rápido y de un veloz movimiento le quebró el brazo. La arrojó al suelo y lanzó el cuchillo con veneno lejos mientras se sentaba sobre su espalda en el suelo.
—Ay, Jack tenía razón, sos muy aburrida, ¿en un solo movimiento, en serio? —Erica chasqueó la lengua con molestia y le puso un cuchillo al cuello—. Decime, estúpida, ¿fue idea tuya lo de mi hermana?
Noelia le quitó un cuchillo a Erica de la pierna y se lo clavó en el brazo, sin embargo ella no se inmutó y presionó más su cuello.
—Hice una pregunta sencilla, ¿fue tu idea?
—Todo lo que él hace es mi idea, estúpida, la forma en que te matará también lo es
—escupió con odio.
Comenzaron a forcejear en el suelo, sin embargo cuando Noelia recuperó su cuchillo con veneno y vio al rostro a esa mujer sobre ella, no era la Princesa quien la estaba mirando, no había ni una sola pizca de bondad o ingenuidad ahí. La mirada en el rostro de Erica no era de odio ni de desdén, era frialdad, la frialdad que caracterizaba a Jonathan Moms, la frialdad cruel de Nahuel. Allí solo estaba la Bombita.
Erica miró hacia Vanyusha, muy interesado en la pelea, por lo que le asintió con una sonrisa siniestra y de un rápido movimiento le arrebató el cuchillo con veneno y lo clavó en su garganta, pero no lo hizo rápido. No. Lo hizo lento para que sintiera cada milímetro de su carne desgarrarse, y no importaba cuánto se sacudiera, ella la mantenía retenida. La dejó desangrarse en el suelo y morir ahogada por la sangre y por su propio veneno.
Miró a su alrededor, se oían disparos desde otra parte, y como había sido idea de ella el método de tortura escogido para su familia, estiró su mano hacia los Capa Roja, quienes la miraron con confusión.
—Sé que tienen un hacha, la quiero.
Vanyusha indicó con un movimiento de cabeza que podían dársela, Erica entonces la apretó en su mano y sus músculos se marcaron al levantarla y luego impulsarla hacia la mano derecha de esa mujer, esa maldita mano que había dado órdenes nefastas. De un solo movimiento limpio la separó del cuerpo y le dio una patada para arrojarla lejos, con asco. Luego imitó el mismo movimiento con su asquerosa mano izquierda, para después patear con furia su cuerpo.
—Demasiado débil, creí que era más fuerte.
Los Capa Roja la miraron con sorpresa pero también con admiración, y cuando ella se puso en movimiento no dudaron en seguirla, como si la consideraran una de ellos, o tal vez como si también la vieran como la Jefa de los Capa Roja, pues Erica estaba cubierta de sangre tal y como la prueba que le hacían a los Capa Roja cuando se ganaban ese color: les daban una capa blanca y debían regresar bañados en sangre ajena, solo así eran considerados parte de ellos.
Erica, sin necesidad de capas, ya estaba cubierta gracias a sus hachazos y durante el trayecto hacia Aaron, atacando a quien se cruzaba y derrotándolos en segundos, continuó con ese rojo en ella.
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