Capítulo N° 50
Cuando Fosa llegó con la camioneta, Erica ya casi había terminado con los cuerpos, y mientras que el Loco le habría la puerta del garage para que ingresara allí, Chris se acercó lentamente hacia ella, pues aún le faltaban cinco cuerpos.
—Eri... No tenés que cortarlos, ¿o sí...? —preguntó con un gesto algo asqueado.
—No, están en buen estado, con envolverlos basta —explicó mientras finalizaba con uno—. Si querés ayudar, podés juntar todas las armas que les quité. Ponete guantes, hay que limpiarlas.
—Das miedo, ¿sabías? —dijo con una risita.
—Raro, creí que te gustaría.
—Me gusta que me ahorquen y me digan que soy un sucio perro, no que me corten en pedazos a mí o a otro —se rió Chris y sorbió de su mate—. Igual es interesante, es como ver a esa gente que limpia alfombras en TikTok, solo que son cadáveres.
—Ahora el que da miedo sos vos.
La puerta del garage se abrió, y tras el Loco ingresó Fosa, quien no dudó en observar todo a su alrededor, especialmente a los cuerpos ya apilados en un rincón. Faltaban solo cuatro, Erica estaba trabajando con uno de esos y él la observó con detenimiento para asegurarse de que lo hacía bien.
—Bien, Bombita —dijo con un gesto de aprobación—. Bien ajustado, varias capas, no chorrea líquido —Movió uno con sus guantes para asegurarse de ello—. Me sorprende, muy bien.
Sin decir nada él comenzó a ayudarle con los otros cuerpos que quedaban, Chris solo la miraba a Erica trabajar, mientras que el Loco observó la rapidez y eficacia de Fosa.
Cuando todos estuvieron listos, los acomodaron en la parte de atrás de la camioneta, una trafic blanca, para luego limpiar la sangre del suelo y de cada rincón. Desinfectaron muy bien todo, pero Fosa decidió que lo mejor respecto a la alfombra era quitarla, pues limpiar sangre allí era más complicado.
—Ey, es mi alfombra —se quejó el Loco cuando lo vio enrollarla y guardarla en la camioneta.
—Bueno, ahora entendés por qué te decía que no mancharas las alfombras —dijo Fosa con el rostro serio—. Comprate una nueva.
El Loco solo se cruzó de brazos con fastidio y miró a ambos barrenderos terminar con su trabajo. Le sorprendió ver lo sería que Erica era al trabajar, era también muy meticulosa y, por un instante, le recordó a Nahuel y entendió por qué él la había escogido como aprendiz de barrendera.
—¿Cuánto debo pagar? —preguntó Erica a Fosa mientras descartaba los guantes y comenzaba a lavarse las manos.
—Diez mil por cada uno.
—¿No es demasiado? —inquirió Erica con sorpresa—. Recuerdo que con mi abuela salió mucho menos...
—No estás pagando la cremación, estás pagando por su silencio. A veces incluso les doy el doble si siento que podrían traicionarme —explicó Fosa y también descartó sus guantes.
Erica se acercó al Loco, la miraba con una extraña sonrisa, una mezcla de orgullo, curiosidad pero también de deseo por haber visto la parte más oscura de ella.
—Voy a llevarlos con Fosa —dijo con un rostro serio y él apoyó su mano en el rostro de ella—. Vuelvo en una hora, vendrá Thamma.
—Está bien, mein Liebling —dijo y sonrió con picardía—. Te ves muy sexy trabajando...
Ella solo sonrió, bastante divertida, y le dio un beso en los labios. Le pidió a Chris que se encargara de las armas que juntó, para luego subir las escaleras a la habitación y juntar efectivo de su bolso. Volvió a bajar con el dinero en un bolsillo y luego se fue junto con Fosa hacia el garage.
—Manejá vos, quiero ver si recordás dónde era —dijo él y se subió en el asiento del acompañante.
Con un suspiro, Erica obedeció y se sentó en el asiento del conductor. Hacía bastante que no manejaba y tenerlo justo a él de acompañante la ponía algo nerviosa.
Con una música de piano sonando allí, viajaron hasta la morgue aliada. Erica estaba algo nerviosa, no solo por miedo a equivocarse de camino, sino porque la música de piano le recordaba a Gretchen.
—¿Ya te lo dijo Jack? —inquirió Erica sin mirarlo.
—Sí.
—En diez días tu amada Gretchen va a matarnos, o nosotros la mataremos a ella. ¿Algo por decir?
—Ya está advertida de tus capacidades —comenzó a decir él—, pero yo soy neutral y no debo tomar bandos.
—¿Vas a matarme si la mato?
—Voy a hacerlo si morís y me hiciste perder el puto tiempo entrenándote —dijo Fosa con un chasquido de lengua.
Erica lo miró de reojo mientras ingresaba en el estacionamiento de la morgue, donde se colocó una mascarilla descartable.
—¿Entonces preferís que Gretchen muera?
Él giró para verla con fastidio, como si hubiese dicho una estupidez.
—Preferiría que mi mejor amiga no fuera tan estúpida de pelear contra mi aprendiz.
Con molestia abrió la puerta para bajar y Erica no tardó en imitarlo. Se quedaron de pie uno junto al otro mientras que la gente del lugar se acercaba junto a ese anciano con un bastón y traje gris.
—Fosa, siempre es bueno hacer tratos con vos —dijo el anciano y colocó el bastón delante, con sus dos manos descansando allí.
—No esta vez, no es un trabajo mío —dijo Fosa y señaló a Erica con un movimiento elegante de mano—. Mi querida aprendiz ya ha pasado al siguiente nivel, es una barrendera que hace trabajos independientes.
—Poco usual, interesante —masculló el anciano.
Les dio la espalda para poder ingresar dentro, mientras que su gente se encargaba de los cuerpos. Recorrieron los pasillos hasta llegar a una oficina, donde el anciano se acomodó en su mullido asiento y a sus dos lados se ubicaron dos hombres de traje que estaban armados.
—Espero no te moleste la compañía —dijo al señalar a sus acompañantes—. Ante tratos inusuales debo asegurar mi bienestar.
—Estoy seguro que ya sabe cuál es mi nombre —dijo Fosa con un tono de voz divertido—. Y sabe que dos no son suficientes, mejor evitemos el incómodo momento y comience a negociar con la Bombita.
El anciano torció sus gestos, parecía no muy convencido de tener que negociar con Erica, quien estaba seria frente a él, con su mirada dura pero intensa fija en aquel hombre.
—¿Cuántos son? —le preguntó el anciano.
—Quince —respondió Erica.
—¿Sabés nuestros precios?
—Lo sé, ¿lo de siempre? —preguntó ella.
—No esta vez, el doble será.
—Perfecto —diciendo eso Erica le extendió el sobre con dinero, pero lo retuvo un instante forcejeando.
—¿Sucede algo, niña? —dijo con molestia mientras sostenía el sobre.
—Cuento con su discreción.
El anciano sonrió ampliamente al ver la mirada dura de Erica, no muy distinta de la de Fosa a su lado.
—Por supuesto, Bombita. Un placer hacer negocios.
Con un movimiento de mano ordenó que los escoltaran de regreso, donde Erica observó de reojo todo el lugar, las cámaras en todas direcciones y los cuerpos que ingresaban en la cámara de cremación.
Sin mirar atrás Erica se sentó en el asiento del conductor nuevamente, y Fosa se ubicó a su lado. Observaron por el espejo retrovisor a aquellas personas que se alejaban poco a poco de allí, para luego sacar la camioneta de ese lugar.
—Bien, Bombita —dijo Fosa y se quitó la mascarilla—. Creí que te matarían.
—No pudo Gretchen, menos aún podrían ellos.
Fosa comenzó a reírse y llevó su mano hacia la cabeza de Erica, pero pese a que ella había esperado una palmada de perrito, en su lugar recibió una delicada caricia en su cabello.
—Ahora vamos al galpón, hay que cambiar de vehículo —dijo Fosa luego de quitar su mano para encenderse un cigarrillo.
—¿Puedo preguntarte algo?
Él la miró de reojo.
—¿Qué querés saber?
—¿Tuviste muchos aprendices? O sea, de barrenderos, ya sé que tu único verdadero aprendiz era Martín...
—Tuve varios, muchos siguen estando en los Barrenderos, otros no resistieron mis exigencias ni llenaron mis expectativas —respondió y dejó ir el humo con placer—. Debo admitir que mis expectativas con vos eran bajas, esperaba que hicieras un trabajo simple como los demás. Sin embargo tranquilamente podrías ser mi reemplazo en el futuro.
—Eso no va a ser posible, la idea es retirarme de este mundo —dijo Erica con su rostro serio.
—Una real pena, es desperdiciar talento y ¿para qué? ¿Para ser una reproductora? ¿Para criar monstruos y plantar flores?
—Tal vez, no lo sé. Me gustan los niños y las flores.
—También te gusta deshacerte de los cadáveres y limpiar la sangre, se ve tu satisfacción al hacerlo —Fosa sonrió de costado y volvió a darle una pitada a su cigarrillo antes de continuar—. ¿Cómo llenarás el vacío cuando solo seas una madre criando niños?
—Siempre podré trozar un pollo —bromeó Erica.
Fosa comenzó a reírse a carcajadas y Erica lo acompañó con una risita, con esa música de piano que sonaba allí.
Ingresaron en el galpón, donde Erica estacionó la camioneta y bajó de allí para observar los autos. La camioneta del Loco se encontraba ahí, y esa era la mejor opción para regresar a casa. Sin embargo, antes de que pudiera acercarse hacia allí, Fosa llamó su atención, le estaba extendiendo algo.
—¿Qué es eso? —preguntó Erica con curiosidad.
—Una tarjeta exclusiva —dijo con una sonrisa de lado—. Si en el futuro decidís abandonar este mundo oscuro, siempre podrás volver con una invitación exclusiva.
—¿Por qué es exclusiva, no sirve la tarjeta negra? —Erica la tomó en sus manos, era una tarjeta negra pero con diseños en dorado, se veía elegante.
—La tarjeta negra es para los de nivel bajo o promedio, la tarjeta exclusiva le demuestra a todos que sos de alto nivel. Guardala bien, es única, por lo tanto si la perdés no tendrás un reemplazo.
Erica la guardó con cuidado y lo miró fijo a los ojos, por alguna razón Fosa parecía feliz, y por ello le dedicó una sonrisa alegre y honesta.
—Ahora andá con el sucio de tu novio, deberías enseñarle a limpiar —dijo y con un movimiento de mano la instó a irse.
—No lo necesita, me tiene a mí —agregó Erica con una sonrisa de lado.
—En dos días volvé, vamos a entrenar.
Erica asintió para después acercarse a la camioneta, pero antes de subir le dirigió una sonrisa acompañada de un saludo alegre con su mano.
En la casa, Thamma ya había llegado con un bolso para poder quedarse allí con ellos. Estaban organizando cómo dormirían a partir de ese momento, pues serían varios en la casa.
—Por mí no se preocupen, tengo un colchón inflable —dijo Thamma con seriedad, mientras jugueteaba con el piercing de su labio—. Puedo acomodarme en cualquier rincón.
—Arriba duerme el Rubio —dijo el Loco y bebió un trago de café—. Erica conmigo y Jack, abajo supongo que se quedara la rusa en la cama. Aún quedan dos sillones, uno acá arriba y uno abajo.
—Me quedo con el de arriba —acotó Chris, cruzado de brazos—. Es mejor que Thamma se quede con Sveta y ambas tengan privacidad.
—Me parece bien, noche de chicas —bromeó Sveta y chocó los cinco con Thamma.
Se oyó el sonido del portón del garage ser abierto, por lo que el Loco no tardó en ponerse de pie y entreabrió la puerta para mirar. Sonrió al ver a Erica estacionando la camioneta mientras que el portón se cerraba.
—Es Erica —explicó hacia el resto—. Voy a hablar con ella en privado, acomódense como deseen en la casa.
Diciendo eso ingresó al garage y cerró la puerta, Erica cerró la puerta de la camioneta y se acercó a él con una sonrisa, enseñándole la llave en sus dedos.
—La recuperé.
Él la tomó del rostro para besarla, y aunque al principio fue suave luego la besó con más decisión y pasión.
—Mein engel —le dijo y rozó su nariz con la de ella—, ¿cómo te fue?
—Bien, en dos días debo ir con él a entrenar —explicó con una sonrisa y lo abrazó con cariño.
Volvió a tomarla del rostro para besarla, mientras la guiaba hacia la camioneta, donde la apoyó con cuidado.
—¿Ya te dije lo sexy que te ves trabajando? —susurró contra sus labios.
—Uhm, y eso que solo los envolví —dijo Erica con una risita.
—Si los cortabas, te hubiese cogido ahí mismo —dijo con una voz seductora mientras le acariciaba las caderas—. ¿Estás cansada?
Erica sonrió al apretar sus manos en el pecho de él, que tanto le gustaban, y le dedicó una sonrisa lujuriosa.
—Nunca.
Lo hizo a un lado solo para poder abrir la puerta trasera de la camioneta y lo instó a entrar, y en solo unos movimientos de deshizo de su mameluco de barrendera para poder ubicarse sobre él y besarlo con deseo.
—Podríamos morir en diez días —comenzó a decir él.
—Bueno, hay que disfrutar entonces —jadeó Erica y le sonrió.
Él se aferró a sus caderas con seguridad, para acercarla más mientras que ella se movía de esa forma que lo volvía loco.
—Casate conmigo —le dijo mirándola fijo a los ojos.
Erica se detuvo un instante y lo miró, jadeante pero llena de sorpresa.
—¿Qué?
—Casate conmigo, Erica —repitió y la tomó del rostro para verla fijo—. Si vamos a morir en diez días, quiero morir siendo tu esposo.
Él llevó sus manos hacia las caderas de ella para aferrarla y poder controlar sus movimientos, mientras que ella lo miraba en silencio pero disfrutando a su vez de esa fricción placentera.
—¿Qué decís? —susurró contra su piel—. Si te casás conmigo y algo me pasa, todo lo mío sería tuyo, Jack quedaría legalmente bajo tu cuidado, y yo sería el hombre más feliz del mundo.
—¿Tenemos que hablar de esto justo en este momento? —se rió Erica—. No me voy a casar con vos para heredar todo y cuidar de Jack.
—Erica...
—Me voy a casar con vos porque te amo.
Lo besó con decisión y volvió a moverse de esa forma ondeante y seductora, con su mirada de fuego clavada en él.
—¿Entonces... es un sí? —preguntó él para asegurarse de haber entendido bien.
—Es un sí.
Al oírla, la volteó para encargarse él de los movimientos, mientras la besaba con todo su amor y deseo.
Como la cena ya estaba lista, la habían preparado Lucas y Sveta con ayuda de Jack, Chris lanzó un fuerte chiflido con sus dedos cerca de la puerta del garage.
—¡Ey, pervertidos, ya está la comida! —gritó.
Al instante se abrió la puerta y el Loco salió muy sonriente de allí, para poder acercarse directo a la cocina, hacia Sveta. Chris entonces miró hacia el garage, donde Erica tecleaba rápidamente en su teléfono también con una sonrisa.
—¿Me escuchaste, tarada?
Ella levantó la vista y lo llamó con la mano para que se acercara. Se había cambiado de ropa, aunque Erica aún deseaba bañarse para estar completamente limpia. Quiso abrazarlo cuando él se acercó, pero Chris la esquivó.
—No seas puerca, no me toques con las manos si tocaste cosas raras —dijo y ella se rió.
—Soy una barrendera, sé cómo limpiarme.
—Aún así, no me toques, qué asco —torció sus labios en un gesto asqueado—. ¿Escuchaste lo que te dije? Está la cena, ¿vas a comer o no?
—Chris —dijo con una enorme sonrisa—, ¡me voy a casar!
Él la miró extrañado y su expresión de sorpresa fue muy notorio en su rostro, parpadeó con su boca abierta y, luego de un instante de silencio, dijo:
—¿Es broma? Decime que es broma y no vas a casarte a solo un par de meses de salir con un tipo, por favor.
—No es broma, en diez días vamos a ir con Gretchen y no sabemos si vamos a vivir o morir —dijo Erica con seriedad.
—¿Y te vas a casar por semejante estupidez? ¿Tengo que recordarte que también muy rápido empezaste a salir con Sabatini?
—Vos los conocés a los dos, sabés que Jack no es así...
—No, pero tiene veinticinco millones de enemigos y personas que lo quieren ver muerto a él y todos sus seres queridos —se quejó Chris, molesto.
—Chris, sos mi mejor amigo, sos el primero con quien quiero compartir esto —suspiró—. Además si algo malo pasa, Jack podrá estar bajo mi tutoría legal y no en un orfanato, ¿lo entendés?
—Como soy tu mejor amigo es que justamente te digo que es una gran estupidez casarte saliendo hace ¿cuánto, tres meses, tres meses y medio?
—¿Entonces no vas a ser mi testigo? —preguntó Erica con tristeza.
—¿Para ver cómo arruinás tu vida al casarte con un tipo que hace medio año detestabas y le tenías miedo? —inquirió con una ceja levantada—. Pero por supuesto que voy a ser tu testigo, tarada, y yo mismo lo voy a matar si te rompe el corazón.
Erica sonrió con alegría y lo abrazó, Chris le palmeó la espalda con cariño, pero también con un suspiro.
—Sos tan estúpida —susurró él y la aferró con más fuerza—, pero te quiero tanto.
—También te quiero —Erica lo soltó para poder verlo a los ojos marrones—. Jack va a arreglar todo con sus contactos, porque nadie consigue casarse en tan poco tiempo, pero... tener contactos sirve. Supongo que para el fin de semana será, no tengo tiempo de planear todo.
—¿Civil solo o civil e iglesia? —preguntó Chris con curiosidad.
—Ambos, porque él es católico, aunque no lo parezca —dijo con una risita.
—Está bien, voy a ayudarte —le sonrió Chris y le acarició un pómulo con cariño—, ahora dejate de joder con boludeces y vamos a cenar, que el almuerzo de hoy me quedó atragantado.
Cuando fueron hacia la mesa vieron a Lucas servir la comida, mientras que Sveta abrazaba con cariño al Loco, para luego soltarlo y saltar con entusiasmo.
—¡Mi pequeña! —dijo con alegría—. ¡Felicidades, qué emoción!
Erica sonrió como respuesta y Sveta la abrazó, levantándola en el aire, para luego darle un tierno beso en la frente.
—No hay mucho tiempo así que hay que planear bien todo, yo me encargo del salón.
—¿Salón? —repitió Erica—. Vamos a ser los de siempre, algo íntimo.
—Net! Se casan mi pequeña y el alemancito, ¡claro que habrá salón y festejo a lo grande!
—Bueno, ¿podemos comer? Gracias —dijo Chris al sentarse, se ubicó junto a Lucas, quien ya había empezado a comer con Jack.
Se sentaron todos a la mesa, la cual abrieron para que hubiese más espacio, ya que eran más personas. Erica no dudó en escribirle a Serge, ya que era el único que no estaba allí para recibir la noticia.
Mon Prince: QUEEEEEEE, ya mismo voy para allá, descorchen un vino, necesito toda la chisma!!
Erica sonrió al ver su respuesta y terminó de comer con mejor ánimo. El único que no parecía estar tan entusiasmado, además del frío Chris, era Lucas, quien estaba serio y había comido muy pensativo.
Después de cenar Lucas fue a bañar a Jack para poder prepararlo para dormir, y así dejar que los mayores hicieran sus planes. Erica no dudó en ir a verlo al baño, lo encontró lavándole el cabello a Jack, quien se reía mientras cantaban canciones juntos. Lucas no cantaba realmente bien, pero al pequeño parecía gustarle mucho de todas formas.
—Lu, ¿estás bien? —le preguntó con suavidad.
—Sí, Eri, ¿por? —dijo con una sonrisa y comenzó a enjuagarle la cabecita—. Quiero llevarlo a dormir así pueden festejar tranquilos.
—¿Vos no vas a festejar con nosotros?
—Obvio que sí, Eri —giró para verla con una sonrisa—. Estoy muy feliz por vos, por ambos en realidad, son muy felices juntos y se merecen lo mejor. Me alegra mucho verlos bien.
—¿Entonces?
Lucas tomó una toalla para poder sacar a Jack del agua, y con él en sus brazos lo llevó a la habitación. Con cuidado secó su cuerpo y cabello para luego vestirlo. Se recostó a su lado para así leerle un par de cuentos, con Erica que lo miraba con preocupación desde la puerta, hasta que Jack se durmió.
—¿Lu?
—Erica, por Dios, hoy nos atacaron, tengo el brazo con un disparo que me desgarró la carne —dijo con la mirada baja—, en diez días van a irse a pelear y... ¿y yo qué voy a hacer, quedarme acá rogando que regresen con vida? ¿Soy el único acaso que ve que están en peligro?
—Justamente porque estamos en peligro es que queremos hacer esto, por eso la Babu está tan feliz, estos días son nuestra oportunidad de disfrutar —explicó Erica con tristeza—. Pero si... si te molesta, si te lastima, entonces...
Lucas giró enseguida hacia ella y se puso de pie para tomarla del rostro con cariño.
—No me molesta que te cases con tu novio, Erica, quiero que seas feliz —dijo y la miró con tristeza—. Lo que no quiero es perderlos. ¿Qué voy a hacer? Por Dios, Erica —sus ojos se llenaron de lágrimas—. ¿Qué hago si los pierdo a los dos? ¿Qué hago si mueren? ¿Vos te das cuenta de eso, de que en verdad pueden morir, que quizá no vuelva a verlos jamás?
Erica lo abrazó con fuerza y él no tardó en responder el abrazo. La aferró con fuerza y lloró ahí en su hombro.
—¿Qué voy a hacer si te pierdo para siempre? —gimoteó y la aferró con más fuerza—. ¿Cómo voy a poder vivir luego de eso?
—No me vas a perder, Lu, tampoco a Jack —dijo ella con suavidad y le dio un beso en la mejilla—. Va a salir todo bien, tranquilo.
Se quedaron allí abrazados por un rato, con la luz tenue del velador y Jack dormido junto a Hund. Erica se separó para poder verlo a los ojos verdes que se veían tan tristes, le dirigió una cálida sonrisa en busca de reconfortarlo, de darle paz mientras le hacía caricias en el rostro.
Él solo la miró fijo, con las lágrimas que aún intentaban escaparse de sus ojos. También apoyó su mano en el rostro de ella y acarició su mejilla suavemente, para luego envolverla con sus manos y acercarse para depositar un tierno beso en su frente.
—Está bien, Eri —dijo con una sonrisa—. Sé que sos fuerte y sé que él también lo es.
—Vamos a estar bien.
—Lo sé —admitió Lucas—, ya estoy mejor. Vamos con los demás, ¿sí?
Diciendo eso Lucas salió de la habitación, con Erica que solo lo siguió con la mirada aún preocupada, porque sabía que todo era demasiado para él.
Cuando Erica salió de allí, se encontró a Serge en el living, quien la alzó en sus brazos como si solo fuese una niña.
—Felicidades, ma princesse —le dijo Serge con una sonrisa—, estoy muy feliz por ti.
—Tendría que haberte avisado durante mi luna de miel, como vos —se rió Erica pero le dio un abrazo—. Felicidades para vos también, espero que Julio te esté tratando bien.
Se quedaron todos en el comedor, pues ninguno quería estar en los sillones y estar a la vista de cualquier francotirador, incluso con las persianas bajas. El Loco descorchó un vino para festejar su compromiso, y aunque bromeaban y hacían planes para la boda, también hacían planes para el encuentro dentro de diez días. Tenían que organizar un plan para todo.
—Bueno, no podré ayudarlos ese día —dijo Serge con tristeza—, como esposo de Julio no puedo enfrentarme a sus hermanos. Mi apoyo para ustedes será contra Sabatini.
—¿Podrías al menos cubrir las cámaras? —preguntó el Loco y sorbió un trago de su vino—. Eso sería muy útil.
—Sí, eso puedo hacerlo, pero no podré pelear a su lado —dijo y luego suspiró—. Así que más les vale no morir, d'accord?
—Bueno, dejen el drama para luego, hablemos de lo verdaderamente importante acá —dijo Sveta y sonrió ampliamente, para luego levantar sus brazos con ánimo—. ¡Despedida de solteros! ¡Wuuuju!
—Sin despedida, vamos a ser tres gatos locos —dijo Erica con una risita.
—Oh, no, claro que no, ¡despedida de solteros! —insistió Sveta con su rostro serio—. Y por supuesto, por separado, esa cosa moderna de festejar juntos le quita la gracia.
—No sé si sea una buena idea... —dijo el Loco con una sonrisa torcida.
—Es verdad, no es una buena idea, ¡es una magnífica idea! —chilló Sveta, muy animada—. Por supuesto, yo me encargo de tu despedida, alemán.
—Sveta, vas a llenarlo de strippers —dijo Serge con una risita.
—¡Obviamente!
—No, sin strippers —se quejó el Loco.
—Está bien, pero que sean mujeres —se rió Erica—, es que contra un hombre no puedo competir.
Él se rió con ánimo y la tomó de la mano para entrelazar los dedos con ella.
—D'accord, yo me encargo del de ma princesse —acotó Serge con una sonrisa pícara.
—Pero vamos a ser tres gatos locos... —bufó Erica—. O sea, somos vos, yo y quizá Thamma...
—¿Y yo qué, estoy pintado? —se quejó Chris con molestia.
Erica lo miró llena de sorpresa, pues creyó que él iría con el Loco.
—No me mires así, vos sos mi amiga, no él —dijo y dirigió su mirada hacia el Loco—. Con respeto, Wolff.
—Es que creí... no sé, que querrías ver strippers mujeres.
—La idea es muy tentadora, pero prefiero pasarla bien con mi amiga —enfatizó Chris.
Mientras que Sveta y Serge intercambiaban ideas para esas despedidas, Erica se alejó un poco de ellos para poder sentarse afuera en el patio, en aquel banco bajo los árboles. Hacía frío pero se había abrigado lo suficiente para poder estar allí.
El Loco fue a verla, pues Erica estaba tardando bastante en regresar. Allí ella miraba el pasto bajo sus pies con una mirada triste.
—Mein engel —dijo con pena al verla así y se agachó frente a ella—. ¿Qué sucede? ¿Querés suspenderlo?
—No, es que... Estaba pensando —respondió al morderse los labios con tristeza—. Mi mamá siempre hablaba de lo que haría el día en que me casara y... y ya no está. Sé que ya pasó bastante tiempo, pero duele mucho aún.
—Ellos van a estar —dijo él con una sonrisa dulce.
—Lo sé, es que... mi papá está muerto, ¿lo entendés? Y se supone que él tendría... —se mordió los labios nuevamente—. Se supone que él tendría que llevarme al altar, y no tengo abuelos ni tíos, al menos no en este país.
—La rusa va a ocupar el lugar que habría sido de mi madre, ella se ofreció a hacerlo —dijo con suavidad y tomó una de las heladas manos de Erica—. Sé que no va a ser lo mismo, pero hay mucha gente que te quiere y que honrarían la memoria de tu padre al ocupar ese rol, quizás el Rubio pueda hacerlo.
—No puedo pedírselo a Lucas, no es correcto —susurró con la mirada baja—, perdón, Jack, pero él y yo nos acostamos un par de veces antes de que saliera con Aaron, y... no me parece correcto que sea él.
—Eso ya lo sabía —dijo con una risita—, supuse que ese era el motivo por el cual el pollito se ensañó con él. No me molesta, amor, pero tenés razón. Quizá para él no sea algo bueno.
—Y Chris ya va a ser el testigo, no quiero molestarlo otra vez. De por sí se ofreció a regalarme el vestido y eso ya es mucho —suspiró y luego se puso de pie con una sonrisa—. Ya se me va a ocurrir algo, voy a estar bien.
—Hay otra cosa importante de la que tenemos que hablar —dijo él con el rostro serio y Erica lo miró con atención, para que continuara hablando—. El francés se casó con Julio, ¿lo entendés? Significa que él tendrá que venir a la boda, y Julio es un enemigo a tener en cuenta.
—Ellos no van a participar en los planes —explicó ella con un suspiro—, pero seguramente Julio va a estar escoltado por sus guardias.
—Ese es el verdadero problema, tendremos que elegir solo a uno. Tener a ambos es peligroso, y de por sí debo invitar a Vanyusha Volkov por respeto. Ya suficiente peligro hay al tener a la mafia rusa allí, tener a los Tanaka puede complicarlo.
Erica se quedó pensativa un rato, sabía que ambos eran muy peligrosos, tanto Ruriko como Akihiko, pero también sabía que entre los dos la más peligrosa era ella.
—Akihiko me drogó, amenazó, estranguló e intentó golpearme —dijo Erica entre dientes—. Que venga él, quiero darle una trompada, y si intenta defenderse lo voy a matar. ¿Está claro?
El Loco sonrió ampliamente.
—Me encanta cuando te enojás, te ves tan sexy —susurró.
Estaban caminando hacia la puerta para entrar a la casa, pero Erica volteó un instante para verlo tras ella, con su rostro serio y oscuro.
—Va a venir Vanyusha, que no habla español, va a necesitar un traductor. ¿Ese va a ser Misha? —preguntó con esa mirada.
—Vanyusha y yo nos comunicamos en inglés, no va a necesitar un traductor —explicó él con una sonrisa—. Pero puedo dejar asentado que venga sin Misha, sería raro sino...
—Llega a estar Misha en la fiesta y lo voy a apuñalar, ¿me escuchaste?
—No apuñales a nadie de los Capa Roja, eso sería muy peligroso —dijo con una risita y apoyó su mano en el rostro de Erica—. No importa quién esté, no existe nadie en este mundo que logre apartar mi vista de vos.
—Más te vale.
Diciendo eso Erica entró en la casa, con el detrás que se reía a carcajadas con mucho ánimo. Le encantaba verla celosa, incluso enfadada, y pese a que ella se veía de malhumor ante la simple idea de que Misha fuera un invitado, el Loco no pudo evitar sonreír de felicidad.
No estaba feliz por la posibilidad de que estuviese Misha, estaba feliz porque se convertiría en el esposo de Erica, y eso era más de lo que podría haber imaginado alguna vez.
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