Capítulo N° 49
El Loco entrenaba junto con Lucas con armas de fuego y en pelea cuerpo a cuerpo, mientras que Erica jugaba dentro con Jack. Le sorprendió darse cuenta de que Lucas tenía mejores habilidades como tirador que Erica, quien demostraba tener más habilidad con los cuchillos que con las armas.
Su puntería con el rifle era también muy buena, el Loco lo observaba con atención, porque el rostro de Lucas se volvía serio y oscuro al apuntar, concentrado en la mira. Manejaba los clicks con habilidad y controlaba su pulso de forma correcta. También había comprobado que con un par de cervezas, Lucas disparaba incluso mejor.
Luego de finalizar con las armas de fuego practicaron pelea cuerpo a cuerpo. El Loco le lanzó un puñetazo a Lucas, pero él se la frenó rápidamente para después doblarle el brazo hacia atrás y, a su vez, trabarle las piernas para hacerlo caer al suelo. El Loco aprovechó su caída para enredar sus larguísimas piernas en la cintura de Lucas, buscando aplicarle una llave de sumisión, pero se sorprendió cuando sintió un filo en su cuello.
—Creo que por primera vez en todo este tiempo te gané —dijo Lucas, jadeante por la pelea.
—Aprendiste bien —dijo él con sorpresa, viéndolo a los ojos y la sonrisa que se formó en Lucas—. Aprendés muy rápido, incluso más que Erica.
Lucas lo soltó y se sentó a un lado, jadeante y agotado.
—¿Bajaste tu nivel para pelear? —preguntó Lucas al verlo de reojo.
—Sí, pero me venciste de forma honesta. Creí que podría aplicarte una llave, no esperaba que tuvieras un cuchillo —admitió con una sonrisa orgullosa y lo despeinó con cariño.
—Me dijiste que siempre tuviera uno, te presto atención.
Lucas lo miró fijo de forma algo intensa, para luego mirar hacia la tierra y encenderse un cigarrillo.
—Mañana nos vamos, ¿verdad?
—Sí, pero podemos volver en otro momento de todas formas —respondió el Loco al ponerse de pie—. Descansá, Rubio, que luego el viaje va a ser largo.
Luego de guardar todo en bolsos y cajas para poder regresar a la casa, Erica recorrió cada rincón y se sentó sobre un tronco entre los árboles, para poder disfrutar de toda esa tranquilidad una última vez. Aún no había amanecido y todo se veía oscuro, el aire era fresco y húmedo, por lo que respiró hondo para disfrutarlo.
—Podemos volver en otro momento, mein engel —le dijo el Loco, de pie frente a ella.
—¿No nos podemos quedar acá? Es una casa segura, ¿no?
—Lo es, pero mientras Gretchen y el pollito vivan no tenemos garantía de nada —suspiró—. Si lo deseás podés quedarte con el Rubio y con Jack, yo debo regresar para terminar el trabajo.
Erica levantó la mirada para verlo, ofendida ante semejante propuesta.
—No pienso quedarme acá sin vos, no digas estupideces. Si vas a volver, vuelvo con vos.
—Tal vez sería mejor que te quedaras con el Rubio —dijo y llevó su mano hacia la mejilla de ella—. A mi lado nunca vas a tener una vida normal y siempre vas a correr peligro, porque tengo muchos enemigos y siempre va a haber alguien buscándome...
—Jack —comenzó a decir con el ceño fruncido—, soy alumna de Gretchen y de Nahuel, sé defenderme sola así que no me vengas con boludeces. Estuviste un año peleando para que salga con vos, ¿y ahora querés dejarme?
—No quiero dejarte, mi amor, solo quiero que estés a salvo —dijo en un susurro y le acarició la mejilla—. Si algo llegara a pasarte por mi culpa, oh, mein engel, podría incluso morir.
—Nada va a pasarme, vamos a volver juntos a casa y, cuando seamos libres al fin, vamos a venir nuevamente acá —dijo ella con una sonrisa—. ¿Te parece bien?
—Está bien, esta casa es tuya, podemos volver cuando desees.
Acomodaron todo en el baúl y luego de asegurar a Jack en su butaca se subieron todos para acomodarse. Erica decidió viajar junto al pequeño que se encontraba dormido para poder entretenerlo durante el viaje al despertar, le cantaba canciones, lo hacía jugar con sus juguetes y le leyó cuentos.
Pararon para almorzar en el camino para que Hund y Jack pudieran caminar un poco, pues estar mucho tiempo en el auto no era bueno para ellos. Y, mientras almorzaban, el Loco se escribía con Fosa, había dicho que varias veces por el barrio pasó gente sospechosa, parecían buscar la camioneta o algún rastro del Loco y Erica. Por lo que Fosa recomendó no volver directo, sino hacer una parada en su galpón y cambiarse de auto para volver.
Llegaron al galpón cuando estaba anocheciendo, el Loco tomó el auto que Fosa les prestaría y colocaron un plástico en el asiento trasero, fue el único requerimiento, que no se lo llenaran de pelo de perro o suciedad.
El Loco y Erica guardaron sus pertenencias en el baúl, mientras que Lucas instalaba la butaca de Jack para poder acomodarlo allí.
El teléfono del Loco había comenzado a sonar, era Fosa quien lo llamaba, por ello atendió enseguida antes de que se enojara.
—¿Pasó algo, Gusano? —preguntó el Loco acomodándose en el asiento del conductor.
—¿Pusieron el plástico?
—Sí, Gusano, lo pusimos —resopló con fastidio—. ¿Algo más o solo llamabas por eso?
—No cenen en el camino, acá hay algo listo. Si ensucian mi auto los voy a matar.
Cortó al instante, dejando al Loco algo descolocado, quien terminó por suspirar y guardó su teléfono para poder manejar de regreso a la casa.
—Es insoportable —murmuró con un chasquido de lengua.
—Bueno, así suelen ser los amigos —se rió Erica a su lado—. Al menos ya no se pone alcohol cada vez que tiene que tocarnos.
—No lo entiendo, yo también vi de niño a mis padres muertos y sangre por todos lados, y no me volví un obsesivo de la limpieza —se quejó al manejar.
—No, solo te volviste sanguinario —bromeó Erica y él la miró de reojo.
—Bueno, puede ser.
Se mantuvieron en silencio por un rato, solo con la música de violín que sonaba en el estéreo y que al Loco lo ponía algo nervioso, sin embargo para Erica y Lucas era muy relajante.
—¿Y cómo era Fosa de niño? —preguntó con curiosidad—. Porque se conocieron de chiquitos, ¿no?
—Él tenía nueve y yo cinco —admitió y frenó en un semáforo—. Nahuel era muy retraído, pero siempre fue amable conmigo. Recuerdo que nos veíamos cuando Gretchen lo liberaba y solíamos jugar hasta que Jonathan nos descubría, y entonces volvía a encerrar a Nahui y a mí me castigaba mi tía por jugar.
—¿Te castigaban por jugar? —preguntó Lucas y se asomó por los asientos para verlo.
—Sí, digamos que en Mörder la infancia no existe. Mi deber era entrenar —explicó y los miró de reojo antes de agregar—. En comparación a Nahui yo la pasé bastante bien pese a los golpes y duros castigos. Él se llevó la peor parte del entrenamiento.
—Por algo es el mejor, ¿no? —dijo Erica.
—Por algo es un hijo de perra insensible —escupió el Loco—. Podríamos morir todos, incluso Gretchen, que no soltaría ni una puta lágrima.
—¿Y cómo fue su entrenamiento?
—Primero Jonathan lo preparó mentalmente, y para eso tuvo que destruirlo primero —dijo con el rostro serio—. Yo era pequeño así que no estoy seguro, pero sí recuerdo verlo atado con una gotera lenta en su cabeza mientras repetía algo sobre las emociones.
Erica torció sus gestos, consternada, porque estaba segura de que eso era un método de tortura. No hizo más preguntas, no estaba segura de querer en verdad saber todo ello, y se alegró de haberse salteado tantas hojas en su archivo.
Estaban por entrar en el barrio, por ello se quedaron en silencio para prestar atención a los alrededores, querían ver si había gente sospechosa. Fosa había dicho que todo el tiempo habían asesinos patrullando por allí, significaba que sabían que se escondían por ahí, pero no estaban seguros de dónde. Sin embargo solo se veían a los civiles, gente que regresaba a sus casas de trabajar o hacer compras.
Desde el auto el Loco abrió el portón del garage para ingresar, y lo cerró al instante no bien pasó el auto. Con un suspiro aliviado se bajaron, pero antes de abrir la puerta que daba al living el Loco llamó a Fosa.
—Si me disparás al entrar, te cortó la puta yugular, hijo de perra, ¿me oíste? —se quejó él Loco por teléfono.
—Dejá de llorar, dummkopf.
Con un chasquido de lengua el Loco abrió la puerta y fue el primero en entrar, pero se sorprendió al ver a Sveta y Chris allí en la cocina, ella con una sonrisa y él fumando tranquilamente un cigarrillo.
—¿Rusa?
—¡Alemancito! —dijo ella con alegría y se acercó rápido para abrazarlo—. Fue difícil convencer a Pietrzak de que me deje entrar, quería sorprenderlos.
—¡Babu! —chillaron Erica y Lucas al mismo tiempo al verla.
Hund también había comenzado a saltar a su alrededor con alegría, y ella no tardó en hacerle caricias.
Sveta explicó que le pidió de favor a Fosa que les permitiera ingresar para cocinar algo y recibirlos con una fiesta de bienvenida, le había costado bastante convencerlo.
—¿Y el hijo de perra dónde está? —preguntó el Loco mirando alrededor.
Erica bajó a Jack al suelo, quien se acercó corriendo a Chris, agachado en el suelo para recibirlo. Jack lo abrazó con tanto cariño que incluso el Loco sonrió al verlo.
—Pietrzak está afuera, ¿querés ir a verlo? —explicó Sveta—. Ya se va.
Mientras que Erica y Lucas conversaban con Chris, quien la abrazó con cariño por unos segundos, el Loco salió al patio para ver a Fosa. Estaba apoyado contra una pared mientras fumaba un cigarrillo.
—¿Y, me vas a cortar la yugular, llorón? —dijo sin mirarlo.
—Nahui —dijo para llamar su atención, él dirigió su mirada hacia allí—, gracias.
—Wow, no recuerdo que me hayas agradecido algo antes —dijo Fosa con una risita—. Me sirvió para descansar de Omar, a veces puede ser exasperante.
—¿Van a tener su sexo de reconciliación cuando vuelvas? —bromeó el Loco.
Fosa dirigió su mirada furiosa hacia él, lo que lo hizo reír incluso más.
—No tenemos esa clase de relación.
—Son prácticamente un matrimonio, hasta tienen un hijito —dijo el Loco con una risita, pero cuando Fosa apoyó la mano en la pistola, levantó sus manos como rendición—. Es broma, ¿no te vas a quedar?
—Llevo mucho tiempo acá, me harté de limpiar tu casa —chasqueó la lengua—. La Bombita limpia bastante bien, pero tendré que recordarle que también se limpia sobre las alacenas y el jabón de la bañera. Un asco.
—Sos insoportable, lo sabías ¿verdad?
Fosa no respondió nada, solo guardó la colilla del cigarro en una bolsita para luego entrar en la casa, con el Loco siguiéndolo por detrás, quien lo vio arrojar la pequeña bolsita a la basura.
Erica se acercó enseguida a él para saludarlo, quien puso algo de distancia entre ellos y solo apoyó su mano en la cabeza de Erica, con una de sus típicas palmaditas.
—Pronto volveremos a entrenar, no te acostumbres al descanso, Bombita —dijo con seriedad.
Se acercó a los sillones para tomar un bolso que acomodó en su hombro.
—¿Te vas? —preguntó Erica.
—Cumplí mi parte, ahora quiero asegurarme de que ese monstruo salvaje no destruyó la casa —dijo Fosa con un chasquido de lengua—. Por suerte aseguré mi habitación, si alguno de los dos llegó a entrar van a tener que hacerles un funeral.
Diciendo eso saludó con un movimiento de mano a Sveta, quien respondió el saludo y dijo algo en ruso, y unos instantes después Fosa se fue, aclarando que en unos días traería la camioneta para poder llevarse su auto.
Erica entonces se acomodó a la mesa junto a Chris y apoyó su cabeza en el hombro de él, quien le hizo caricias en la espalda.
—Te traje un regalo de cumpleaños —le dijo él en voz baja—, ojalá te guste.
—No me digas que gastaste plata en mí, milagro del señor —dijo Erica con una risita y él le dio un empujón.
Chris le extendió una bolsa de papel, de donde Erica sacó un bonito vestido azul de mangas largas, con un delicado escote en corazón.
—Te gustan los vestidos, ¿verdad?
Erica lo abrazó del cuello con cariño por un par de segundos. Pese a lo mucho que había disfrutado en la cabaña, también lo había extrañado mucho a él. Le dio un beso en la mejilla con una sonrisa alegre.
—Muchas gracias, Chris.
El Loco había finalizado de bajar todo el equipaje con ayuda de Sveta, llevaron con cuidado cada bolso a la habitación correspondiente, y las cajas con artículos de cocina quedaron allí sobre la mesada. Luego ambos se sentaron en el sillón y prendieron un cigarrillo.
Sveta le contó que ayudó a Fosa con la vigilancia, y por ello no dudó en decir:
—Hay un vecino nuevo en la esquina que me causa desconfianza —sopló el humo de su cigarrillo—. Nunca se ve a nadie entrar ni salir, el auto no tiene patente. No pude investigar mucho, pero no me da confianza.
—Nahui no me dijo nada —dijo el Loco con sorpresa.
—Sigue investigando, sabés que él no habla si algo no es seguro.
—Erica tal vez pueda investigar al respecto —dijo en voz baja y miró hacia donde ella estaba, con su cabeza apoyada en el hombro de Chris—. Se hizo amiga de la vecina, y ella conoce a todos en el barrio.
—No pongas en riesgo a civiles, creeme, te vas a arrepentir toda tu vida —suspiró Sveta y dio una pitada a su cigarrillo—. Tarde o temprano nos van a encontrar a todos.
Ambos se quedaron en silencio mientras disfrutaban de su cigarrillo, las pizzas seguían en el horno por lo que aún no era momento de cenar, sin embargo Lucas tomó unas cervezas de la heladera y no dudó en servir para cada uno. Le extendió también un vaso al Loco y otro a Sveta.
Ella dio un sorbo a su cerveza y miró fijo al Loco, con una sonrisa.
—¿Qué sucede, rusa?
—Estaba recordando algo… —dijo con una sonrisa—. ¿Te acordás cuando nos conocimos?
—Fue en la mansión Moms, hace unos… diez años creo, en una negociación. Aunque nunca tuvimos trato, ¿no?
—No, nos conocimos mucho antes —dijo con una risita, con su cigarrillo en la boca—. Dudo que lo recuerdes…
—¿Se conocieron antes? —preguntó Erica, que se había acercado a ellos.
—Sí, pero él era pequeño, dudo que me recuerde —le tocó la frente con su dedo índice con una sonrisa—. Pero yo sí me acuerdo de vos, alemán.
El Loco intentó recordar, pero no le llegaba nada, su primer recuerdo de Sveta era de diez años atrás en una negociación, luego de que él y Gretchen se separaron. Pensó, incluso, que quizá Sveta lo estaba confundiendo con otra persona, quizá con su primo Kellen, aunque no eran nada parecidos entre sí.
Comieron pizza todos juntos acompañadas de un par de cervezas, en medio de risas, bromas y la música de cumbia que sonaba allí. El Loco, con Jack que comenzaba a dormitar en sus brazos, observó con una sonrisa a Sveta que había sacado a bailar a Lucas, y a Erica que obligaba a Chris a bailar.
Luego de tantos años estando solo sintió que esa era la familia que siempre había soñado tener. Lo único que hacía falta allí era Moira, a quien tenía muy presente, y por ello besó el collar con dije de libélula en su cuello. Con cuidado se lo quitó, para poder dejarlo a un costado. Quería dárselo a Jack, que lo tuviera él.
Sveta se acercó a él nuevamente, con una sonrisa.
—No sé bailar —dijo él cuando ella le extendió la mano—, al menos nada que no sea un vals.
—Está bien, alemán —se rió ella y se sentó a su lado para ver cerveza con él—. Estuve hablando con mi hermanito, está dispuesto a ofrecernos armas y a su gente para eliminar a los Moms.
—No estoy seguro de querer aún la ayuda de tu familia —suspiró él y besó la cabecita de Jack, dormido en sus brazos.
—Va a sernos útil, tenés espías en el barrio —dijo ella con el rostro serio—. ¿Quién sabe? Quizá incluso ya saben que estamos acá y solo esperan que bajemos la guardia.
—¿Como ahora que estamos de fiesta?
—Como más tarde cuando durmamos de borrachos —explicó Sveta con el ceño fruncido—. Me voy a quedar hoy acá, podemos turnarnos para vigilar.
Él dirigió su mirada hacia ella, hacia el bonito rostro de Sveta, con sus ojos oscuros y su cabello corto y negro.
—Podrías aprovechar la ayuda que ofrece tu hermano y regresar a Rusia —dijo el Loco mirándola fijo.
—No voy a irme sin Katya —escupió, ofendida—. Viva o muerta, ambas regresaremos juntas a mi tierra.
Él dejó ir un suspiro y dio otro sorbo a su cerveza.
—Aún tenés acento ruso —dijo tras el vaso—, se nota cuando te enojás.
—Estaba segura de que ya no tenía acento, por eso soy buena espía...
—Solo se nota cuando querés mandarme a la mierda —dijo con una risotada que se contagió en ella.
Con cuidado llevó a Jack a la cama, lo tapó con una mantita y colocó a su lado su querido peluche de koala, y Hund, también algo cansado, se recostó a su lado. Luego de darle un beso a cada uno cerró la puerta para regresar junto a Sveta.
Erica bailaba allí junto a Lucas y Chris, que luego de un rato se sentaron en los sillones a descansar mientras buscaban otra música para poner. El Loco y Sveta los miraban con una sonrisa.
—Ellos no deberían estar acá —dijo Sveta en un susurro—, la gente normal no debería conocer las miserias del mundo.
—Ya no son gente normal, Erica es una asesina ya renombrada y una barrendera, Christopher dejó sorprendido incluso a Nahuel con su talento, y el Rubio... —lo miró a lo lejos riéndose con Erica y Chris—, el Rubio vio y vivió el peor lado de nuestro mundo. Ya nunca más van a ser personas normales.
—Yo no quería que mi hija fuera una asesina —comenzó a decir Sveta con tristeza, con la mirada baja—, tampoco quería que traficara armas o drogas como yo hacía en el pasado con mi familia. La crié como una niña normal, que podía jugar, reír y llorar, pero le enseñé también a luchar y defenderse.
Él la miró con atención, porque aunque Sveta solía hablar de su hija nunca lo hacía con tantas palabras como en ese momento.
—La gente buena debe estar lejos de nuestro mundo, mi bebé, mi nenita hermosa perdió la vida por esta mierda de mundo —dijo con mucho dolor y apretó el vaso de cerveza en su mano—. Nunca le voy a perdonar a Héctor haberla enviado a esa misión.
—No la recuerdo mucho, recuerdo que siempre estaba en tus brazos —dijo el Loco en un susurro.
—Alemán, no sé vos... —comenzó a decir y se colocó un cigarrillo en los labios con sus manos temblorosas—, pero ya estoy muy cansada de todo. Perdí a Katya, incluso Gin me dejó al año de su muerte, ya estoy muy agotada. Lo único que me mantiene es la esperanza de liberar a estos chicos como no pude hacerlo con ella.
Él solo la miró con tristeza y dudó un poco antes de colocar su mano en la espalda de ella. Sveta dejó caer su cabeza en el hombro de él, quien le acariciaba la espalda para reconfortarla.
—Tendríamos que haber salido juntos por cervezas hace años —dijo él con una sonrisa.
—Sí, podríamos haber salido de cacería juntos —dijo Sveta con una risita—, ahora ya estás en una relación seria y no se puede.
Él se rió y le dio un beso en la cabeza que la hizo reír. Luego Sveta se irguió y fumó su cigarrillo con tranquilidad, observando a los tres muchachos.
Un poco más tarde Erica, Lucas y Chris se habían ido a acostar, y allí en la cocina solo se encontraban el Loco y Sveta. Habían asegurado todas las aperturas y luego se sentaron a tomar café para mantenerse despiertos. Sin embargo el Loco estaba muy agotado por haber manejado tantas horas y estar despierto desde mucho antes del amanecer, había comenzado a refregarse un ojo y bostezar.
—Andá a dormir, alemán, yo me encargo —le dijo con cariño.
—Estoy bien.
—Manejaste un montón de horas, andá a descansar.
—Despertame en una hora, ¿está bien? —dijo con un bostezo.
—No lo voy a hacer —se rió ella.
Le palmeó la espalda con cariño y él entonces fue a la habitación, para recostarse junto a Erica y Jack, con Hund a sus pies. Se quedó dormido no bien tocó la almohada, sin darle tiempo a nada.
Cuando despertó, descubrió que fue el último en levantarse, y Erica junto a Chris ya estaban haciendo ellos guardia para que Sveta pudiera descansar. Al verlo llegar, Erica le dirigió una sonrisa y le sirvió café.
—Es la primera vez que me duermo tanto —dijo con molestia y bebió un sorbo de café.
Erica sonrió y le dio un beso en la mejilla con cariño.
—Lo sé, Gretchen y vos eran los últimos en acostarse y los primeros en levantarse, ¿no? —dijo—. No sé cómo aguantaste tantos años así, está bien que descanses, Jack.
Él no dijo nada, estaba de malhumor por haber dormido tanto y haber así bajado la guardia. Con un resoplido molesto bajó las escaleras para ver a Sveta, tratando de no hacer mucho ruido. Allí ella dormía abrazando la almohada. Con una sonrisa le hizo una caricia en la cabeza y salió de allí, porque sabía que ella tampoco solía dormir.
Arriba, Erica planeaba lo que cocinaria para el almuerzo. Debía hacer las compras, pues quedaban pocos suministros en la casa. Chris se había ofrecido a acompañarla, pero antes de que pudieran salir el Loco los retuvo.
—¿A dónde van?
—A comprar, no hay nada para comer, hay que llenar las alacenas y heladera —explicó Erica.
—Hay un espía por el barrio, si vas a salir usá esto —diciendo eso tomó una bolsa de una mochila que pertenecía a Sveta—. Lo trajo la rusa.
—¿Una peluca? —preguntó con sorpresa al verla, era rubio claro.
—La rusa la usaba en espionaje —explicó el Loco—. Todos saben que sos castaña, si te ven de lejos con cabello rubio van a ignorarte.
Erica se recogió el cabello en un rodete y se colocó una malla para sostener su cabello, y con cuidado se colocó la peluca rubia, acomodó los mechones y miró al resto para esperar su aprobación. El Loco sonrió al verla, Lucas levantó sus pulgares como aprobación, pero Chris torció sus labios en un gesto asqueado.
—Una blanca, rubia y cheta —dijo con ese gesto.
Salieron juntos de la casa con una bolsa de compras ecológica, pero también con armas bajo su vestimenta. Erica tenía un vestido y bajo su falda se había colocado arneses con cuchillos de lanzar.
Vigilaron los alrededores al salir, aunque de forma disimulada, y fueron directo a las tiendas barriales. Fueron conversando para no verse sospechosos, por ese motivo Erica le contó cómo era la cabaña, lo bello que era todo por ahí e incluso el hecho de que ahora le pertenecía.
Hicieron todas las compras con tranquilidad, no parecía haber nadie siguiéndolos, ni Chris ni Erica se sintieron observados, por lo que supusieron que la peluca había funcionado para confundirlos. Sin embargo, mientras regresaban, a Erica le comenzó a sonar el teléfono y sin dudar ni un segundo atendió, sorprendida de ver el nombre de Thamma.
—¿Hola?
—¡Erica! —chilló, parecía jadeante—. ¡¿Dónde estás?! ¡Encontraron mi departamento!
—¿Te encontraron? —repitió y miró a Chris, quien tomó su teléfono rápido para revisar la cámara de su casa—. ¿Estás bien, dónde estás?
—Entraron en mi casa también —dijo Chris y le mostró que estaba todo revuelto según su cámara de seguridad—. Nos encontraron a todos...
—¡Venite, es mejor estar en grupo! —le dijo a Thamma y ella aceptó antes de colgar la llamada—. ¡Hay que ir ya!
—Eri, no corras —la frenó al tomarla de un brazo—, vamos a vernos sospechosos. Hay que caminar tranquilos, ¿sí?
—Si los encontraron a ustedes significa que nos encontraron, significa que la próxima es mi casa —dijo con preocupación.
—Lo entiendo, pero si corrés va a ser más obvio. Si llegamos a la casa sin levantar sospechas nos da tiempo a prepararnos.
—Es de día, ¿desde cuándo Gretchen ataca de día? —dijo y comenzó a caminar junto a él.
—Desde que la idea es sorprendernos —dijo Chris con un chasquido de lengua—. Le habría salido bien de no ser por Thamma.
—Si anoche te hubieses ido de casa, hoy... tal vez...
—Estaría muerto.
Tratando de sonreír y verse lo menos sospechosos posibles ingresaron en la casa, la cual trabaron al instante, lo que sorprendió al Loco y a Lucas allí, que le daban de comer frutas a Jack.
—¿Qué pasó? —dijo el Loco al erguirse, con su rostro serio.
—Encontraron la casa de Thamma y Chris —dijo Erica bastante alterada—. ¡Es probable que hayan encontrado la de la Babu, y que nosotros seamos los próximos!
El rostro del Loco se puso serio de repente y se acercó enseguida hacia la ventana para asomarse a mirar con cuidado.
—No va a ser ahora —dijo al ver a varios vecinos pasar por la calle—, vas a ser durante el almuerzo mientras los civiles están en sus casas. Tenemos al menos una hora.
—¿Qué vamos a hacer? —preguntó Erica.
—Vamos a comer armados —dijo con su rostro serio—. Nadie va a estar en el living para no estar a la vista. Jack y el Rubio se irán abajo para no salir heridos.
—Pero yo... —comenzó a decir Lucas.
—Confío en que vas a cuidar bien de Jackie.
Chris bajó las escaleras para despertar a Sveta, tenía que despabilarse antes de que intentaran ingresar en la casa, y no bien oyó la situación se levantó rápidamente.
Erica y Lucas cocinaron lo más rápido que pudieron al hacer solo ensalada y unos churrascos de pollo. Comieron también con un nudo en la boca del estómago y, luego del almuerzo, Lucas debió bajar con Jack. Llevaron el tobogán y un par de juguetes para entretenerlo.
Desde distintas ubicaciones de la cocina y el pasillo se quedaron a la espera. Habían puesto música solo para simular que estaban de fiesta, por lo que sonaba reggaetón allí. El Loco tenía una pistola en el arnés de su torso pero también sus clásicos cuchillos, Sveta solo cuchillos al igual que Erica, y Chris llevaba sus dos armas.
Y entonces pasó, se oyó el sonido del portón del garage levantarse, habían intentado ser disimulados pero ellos estaban a la expectativa del ataque, los estaban esperando.
La puerta del living se abrió y un grupo táctico ingresó enseguida apuntando a todas partes. Chris entonces salió de su escondite y disparó a tres de ellos, para luego esconderse. El Loco salió también al instante de su escondite y les lanzó sus cuchillos para correr luego hasta ahí y golpearlos.
Erica y Sveta estaban luchando con los que quedaban, mientras que el Loco salió hacia el garage para atacar a quienes estaban allí.
Se escuchó la voz de Lucas, por lo que el Loco entró al instante y pudo ver a Erica apuñalar incontables veces a uno de los asesinos, tras ella estaba Lucas y se sujetaba un brazo con sangre.
—¡Rubio, dije que te quedes abajo! —le gritó con molestia.
—¡Es lo que hizo, evitó que dañen a Jack! —lo regañó Erica con fastidio, con su rostro transformado en ira—. Dejalo en paz, ocupate de los otros —dijo entre dientes y giró para ver a Lucas—. Volvé abajo, yo vigilo la puerta. Trabala desde adentro.
Lucas asintió y volvió a bajar, y Erica se ubicó en la puerta como vigilancia. Quien quisiera llegar hasta él y Jack, debía enfrentarse primero con ella.
El Loco estaba mucho más enojado que antes, acabó muy rápido con quienes estaban allí y una bala lo rozó, fue así, al esquivar un ataque, que pudo ver a Gretchen y Héctor.
—¡Carajo, estúpida! —dijo en lo alto al cubrirse—. ¡Gretchen, no quiero tener que matarte, hacete un favor y retirate!
—¡No sin tu cabeza!
—¿A cuál te referís? La de arriba no va a complacerte tanto —dijo con una sonrisa torcida y se asomó solo un poco para contar cuántos habían.
Vio también a Sveta desde dentro de la casa, le hizo una seña para avisarle que estaban Héctor y Gretchen allí. Volvió a asomarse para divisar la ubicación de Gretchen, y tomó la pistola en su mano.
—¡Gretchen, en verdad no quiero matarte!
—Oh, claro, es que me amaste tanto...
—En realidad sí, no supiste valorarme —dijo con su rostro serio—. ¡Me enteré que te casaste con tu hermano! ¿Niños vírgenes ya no bastaban, necesitabas el morbo de cogerte un hermano?
—Burlate lo que quieras, total vas a morir.
Llegó a divisarla, pero cuando se asomó para disparar, ella se escondió tras una columna.
Miró a su alrededor, los cadáveres en el suelo, a Sveta en el living con sus cuchillos en manos lista para cualquier orden, y a Erica a su lado que lo miraba fijo.
Tenía mucho por perder.
—¡Héctor! —gritó en lo alto—. ¿Podemos hablar en privado?
—No voy a caer, Wolff.
El Loco arrojó su pistola y los arneses con cuchillos a la vista, incluso su preciado cuchillo negro.
—Estoy desarmado, ¿podemos hablar en privado?
—¡No vas a estar a solas con él! —chilló Gretchen.
—¿Qué querés, Wolff? —dijo Héctor.
El Loco salió de su escondite con las manos en lo alto para demostrar estar armado.
—¡Jack! —gritó Erica—. ¡¿Qué hacés?!
—Confiá en mí, mein engel... —dijo y dio un paso adelante.
Tanto Gretchen como Héctor salieron de sus escondites con las pistolas apuntadas.
—Cinco minutos —dijo el Loco con seriedad.
—Vas a morir, Wolff, nada de lo que me digas va a cambiar eso —agregó Héctor.
—Lo sé, solo dejame mostrarte algo.
—¡Llegás a hacerle algo y...! —chilló Gretchen pero no llegó a terminar, un cuchillo se clavó en su pierna.
—¡No amenaces a mi hombre! —dijo Erica con su rostro lleno de ira.
—Mein engel, entrá en la casa —pidió el Loco y miró a Héctor—. Evitemos una matanza en barrio civil, ya suficiente con los muertos que quedaron. Dejame mostrarte algo para que lo entiendas.
Héctor lo miró en silencio, apuntando a Erica, pero luego de mirar al Loco fijo bajó la pistola.
—Está bien.
Gretchen lo tomó de un brazo casi con desesperación, pero Héctor solo le dio un beso en una mejilla para tranquilizarla.
—Voy a estar bien.
—¡Christopher, rusa, salgan! —ordenó el Loco.
Ambos salieron con sus armas listas, Héctor le extendió sus pistolas a Gretchen para demostrarle al Loco que también estaría desarmado. Caminó lentamente hacia él, con desconfianza, especialmente porque Erica lo miraba con furia, con el intenso deseo de asesinarlo.
—Mein engel, quedate acá, va a estar todo bien —le sonrió.
—No confío en él.
—Mein Liebling, ¿confiás en mí? —dijo y apoyó su mano en la mejilla de ella, con cariño—. Va a estar todo bien.
Con desconfianza, Héctor siguió al Loco al interior de la casa, quien miró ligeramente a su alrededor y esquivó los cuerpos en el suelo. Lo siguió hasta la cocina, lo que hizo frenar a Héctor porque allí había cuchillos.
—¿Qué querés? —preguntó Héctor mirándolo—. No vamos a negociar tu libertad.
—Tiempo quiero.
—No, morirán hoy —respondió Héctor clavándole una mirada fría.
—Necesito tiempo, hay cosas que debo dejar listas antes de cualquier cosa —dijo con su rostro serio—. Si mueren ustedes o muero yo, debo dejar todo listo para mi familia.
Héctor se rió con ganas.
—Tu familia está muerta.
Sin dejar de mirarlo el Loco golpeteó la puerta del sótano.
—Rubio, dame a Jackie.
—Si hay alguien ahí... —comenzó a decir Héctor y retrocedió un paso.
—Es un civil, no es una amenaza.
La puerta se abrió y el Loco vio el rostro de Lucas, tenía su brazo vendado de forma improvisada, estaba serio, pero de igual forma le extendió a Jack sin hacer muchas preguntas, pero no dejó salir a Hund y volvió a cerrar la puerta.
—¿Y eso...? —Héctor abrió los ojos con sorpresa al ver a Jack en los brazos del Loco, sollozando.
—Es mi hijo, por eso necesito tiempo. Necesito dejar todo listo para él, lo entendés, ¿verdad?
—No voy a caer, vos no tuviste hijos.
—Abrí la carpeta azul de la biblioteca —dijo al señalar la biblioteca a un lado.
Héctor se acercó sin dejar de mirarlo, tomó con cuidado la carpeta en la mano y la abrió, habían varios papeles allí, pero entre ellos también estaba la partida de nacimiento de Jack.
—Jack Elías Wolff —leyó Héctor con sorpresa—, hijo de... Moira Vergara y Jack Wolff...
—Gretchen va a matarlo —dijo el Loco y Héctor asintió, pero sin dejar de mirar al pequeño.
—¿Cuánto tiene?
—Dos años.
—¿Su madre? —inquirió con una ceja levantada.
—Muerta, gracias a Sabatini.
Héctor arrojó la carpeta sobre la mesa y miró fijo al Loco a los ojos, luego a Jackie que se chupaba un dedo con angustia.
—No puedo darte tiempo ni prometer nada —dijo y se encorvó para ver a Jack, quien lo saludó con un movimiento de mano—. ¿Cuánto tiempo necesitás?
—Dos semanas.
—Demasiado. Una semana o nada.
—Diez días entonces —dijo el Loco con un suspiro y le dio un beso en la cabecita a Jack.
Héctor dejó ir un suspiro.
—Me pedís demasiado.
—Ustedes también deberían hacer lo mismo, dejar todo listo por si algo malo sucede.
—Diez días, con vigilancia para evitar que escapen. Todos se quedarán en esta casa —dijo Héctor con su ceño fruncido—. Donde sepa que me engañaste y es solo un plan para huir, me voy a hacer a un lado cuando Gretchen quiera arrebatártelo todo. ¿Entendiste?
El Loco asintió y extendió su mano para efectuar el trato, y Héctor la estrechó.
—En diez días al amanecer, en la mansión. Si no llegan, ordenaré yo mismo su ejecución.
El Loco golpeteó la puerta nuevamente para permitirle a Lucas salir y tener a Jack, mientras que él y Héctor salían de la casa por el garage, donde Gretchen y Erica se mantenían apuntados mutuamente, y Sveta junto a Chris a los asesinos que la escoltaban.
—Nos vamos —dijo Héctor con dureza.
—¡¿Estás hablando en serio?! —chilló Gretchen.
Héctor la tomó de un brazo con rudeza.
—Dije que nos vamos.
Héctor explicó rápido lo del tiempo, y el rostro de Gretchen se oscureció.
—Los quiero a todos ahí, y eso incluye a tus otros amigos —dijo con asco
—Solo la rusa y yo —le gruñó el Loco.
—No, todos o nada.
El Loco terminó por asentir con un suspiro, y Héctor junto con Gretchen y sus escoltas se fueron de allí.
—¡Rusa!
—¿Cuándo, alemán?
—En diez días al amanecer, en la mansión, rusa.
Ella asintió, lo vio acercarse a Erica, a quien tomó del rostro para besarla.
Ingresaron juntos en la casa, viendo los cuerpos en todos lados y el caos que quedó, pero incluso con todo ello el Loco debió explicar el trato. El silencio reinó allí, todos estaban serios, pero Sveta fue la única en hablar.
—Está bien, me da tiempo a dejar todo listo para Vanyusha —dijo con una sonrisa.
Lucas salió de la habitación, donde había dejado viendo dibujos animados a Jack, que no quería separarse de Hund. Se sentó a la mesa junto a ellos refregándose el rostro con nervios. Los oyó hablar del plan, de entrenamiento y de todo lo que debían dejar listo en diez días.
—¿Alguien por favor puede pensar que tenemos cadáveres y sangre por todo el piso? —dijo Lucas al señalar el living.
Erica miró hacia allí con su rostro serio.
—Lu, andá con Jack —dijo con su rostro serio—. Chris, abajo hay una caja rotulada como «emergencia», traela por favor.
—Mein engel, voy a llamar a...
Ignorándolo tomó su teléfono para hacer una llamada, con Lucas y el Loco que la miraban con sorpresa.
—Tardaste —dijo.
—Solo un minuto —se quejó Fosa.
Lucas se fue rápidamente a la habitación tal y como ella había ordenado.
—Necesito una camioneta.
—¿Cuántos?
Miró hacia el living y caminó hacia el garage para terminar su conteo.
—Quince.
—Está bien.
Erica colgó la llamada y giró hacia Sveta y el Loco que la miraban con sorpresa, justo cuando Chris regresó con esa caja.
—Babu, hay que sanar a Lucas que está herido —dijo y ella asintió para poder ir a verlo.
Se recogió el cabello en un rodete y revisó la caja, de adentro tomó guantes descartables que se colocó enseguida y un mameluco que pasó por sus piernas, para luego quitarse el vestido sucio y arrojarlo a un costado. Terminó de cerrarlo con cuidado y poco a poco tomó de la caja lo necesario.
—¿Necesitás ayuda? —preguntó el Loco.
—No.
—Son muchos, mein engel.
—¿Confiás en mí? —dijo mientras comenzaba a envolver un cuerpo luego de desarmarlo y quitar sus arneses—. Ocupate de tus papeles mientras tanto, y Chris...
—¿Qué?
—Poné la pava, unos mates vendrían bien.
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