Capítulo N° 37
—Ya me voy a trabajar, Jack —le dijo Erica al Loco, quien golpeaba la bolsa de boxeo en el sótano.
Él se detuvo, algo jadeante, y giró para verla.
—Está bien, yo me encargo de los rubiecitos, quedate tranquila —susurró al apoyar con cariño su mano en el rostro de ella, con una suave caricia—. Cuidate, el Gusano es un hijo de perra.
Ella solo se rió, para luego asentir. Subió las escaleras no sin antes mirarlo, él la seguía con su mirada algo preocupada, pero Erica le dedicó una sonrisa alegre para reconfortarlo un poco.
Arriba se encontraba Lucas amasando en la mesa, había decidido cocinar él, era algo que en verdad le gustaba y le servía como distracción. Jack estaba sentado frente a él con un poco de masa, fingía ayudarle, pero en realidad jugaba con los trozos de masa en medio de risas.
—Muy bien, Jackie, esa pizza va a salir buenísima —le dijo Lucas con una sonrisa que se contagió en el rostro del pequeño.
—Ya me voy, Lu —le dijo ella y apoyó su mano el hombro de él—, vuelvo más tarde.
—¿Ica va? —dijo Jack al verla ya vestida con ropa cómoda.
—Ica va a volver, tiene que hacer algo —le dijo con una sonrisa para después besar su frente—. ¡Guardenme unas porciones! Quiero probarlo.
—Cuidate, Eri.
Lucas la siguió con la mirada cuando la vio dirigirse hacia el garage. Aunque Erica no había dicho hacia dónde iba, le preocupaba bastante, porque ella no solía salir de noche y estaba seguro de que debía hacer algo peligroso. Aaron le había dicho cosas respecto a Erica, supuso que quizá era algo referido a eso, pero sabía que ella no se lo diría.
Erica viajó en su moto hacia el galpón donde Fosa la esperaba, ese lugar que era como su guarida especial. Al llegar allí lo vio observar su reloj de muñeca, llevaba puesta su máscara como era usual.
—Puntual, me sorprende —dijo él y se cruzó de brazos para verla estacionar la moto.
Erica se quitó el casco y bajó de la moto para acercarse a él. Hizo un pequeño paneo por todo el lugar, porque no era usual que Fosa la citara allí, en vez de en las casas o lugares donde debían limpiar.
—¿Por qué acá y no en el lugar de trabajo? —inquirió ella con desconfianza.
—Vas a tener dos trabajos hoy, uno como asesina y uno como barrendera, ambos bien pagados —explicó él—. Los chismes en Mörder corren rápido, y ya el bajo mundo sabe que estoy vivo. Ya enviaron gente a matarme, que claramente ya no existe, y ya me enviaron también propuestas de trabajo.
Erica lo miró con curiosidad y fue siguiéndolo hasta los sillones de allí, todo el lugar se encontraba impecable, sin una pizca de polvo. Él se sentó con sus piernas cruzadas de forma elegante y extendió su mano para invitarla a sentarse frente a él.
—¿Cómo se enteraron que estás vivo? —preguntó ella.
—Le mostré mi cara a Sabatini, debí haberle dicho a Rata que filmara, te habría encantado verlo cagado hasta las patas —dijo con una risa—. Recuperé el cuerpo de mi alumno, está en un lugar seguro junto a tu familia.
—Nunca creí que te importásemos.
—No soy Jonathan —escupió con asco.
Erica no agregó nada más, pero asintió para que siguiera explicando lo que debía hacer.
—Me contrataron para deshacerme de cierto grupo de mafiosos, pero quiero que el trabajo lo hagas vos. Voy a observarte hacerlo, quiero ver qué tanto mejoraste.
—¡¿Querés que mate a mafiosos yo sola, me estás jodiendo?!
—Yo voy a estar ahí, solo voy a interceder si veo que sos una maldita inútil buena para nada que me avergüence ante el cliente.
—¡Estás loco!
—No, loco está el inútil que te cogías, yo estoy bastante cuerdo —dijo y tomó su paquete de cigarrillos para poder encender uno al quitarse la máscara—. No lo vas a hacer sola, llamá a tu amigo.
—¿Qué amigo? —inquirió Erica, algo molesta.
—El líder de los obligados. Los vi a ambos huir de Mörder, es bueno, quiero ver qué tan bueno es.
—Chris no va a hacer nada gratis.
—Les voy a pagar a ambos, llamalo —insistió con su rostro serio y la apuntó con la pistola.
—Dejá de hacerte el malo conmigo, ya no te creo tus amenazas, no me vas a matar —dijo Erica con una risita y tomó su teléfono para poder buscar el número de Chris—. Te hacés el duro pero sos un blandito.
—Ya quisieras que fuera blandito, Bombita.
El teléfono sonaba y sonaba, Chris no le atendía. Con un suspiro molesto volvió a intentarlo una segunda vez y él atendió al segundo tono.
—No me puedo bañar en paz, ¿qué pasó? —dijo él con molestia.
—Nos contrataron para un trabajo, mi maestro quiere que seas mi compañero —explicó y miró de reojo a Fosa, fumaba sin dejar de mirarla, muy atento a la conversación.
—¿Qué debo hacer supuestamente?
—Una misión suicida, prácticamente —suspiró Erica—. ¿Te unís?
—Depende, ¿cuánto hay de por medio?
Erica miró a Fosa para luego repetir la pregunta.
—Tres millones y medio para cada uno —dijo al soplar el humo.
—¡¿Tres millones y medio?! —chilló Erica—. Pesos, ¿verdad?
—¿Es broma, tres millones y medio de pesos? No estoy para bromas —dijo Chris.
—¿Realmente creés que me pagan en pesos? —se rió Fosa con ánimo—. ¡Dólares, Bombita! Les ofrezco tres millones y medio a cada uno.
—Chris... —dijo Erica con sorpresa, completamente en shock—, en dólares es...
—¡¿Tres millones de dólares?! ¡¿Me estás jodiendo?!
—No, te paso a mi maestro.
Erica seguía en shock, por eso le pasó el teléfono a Fosa, porque no podía respirar bien, él lo tomó con sus guantes y lo puso en altavoz para no acercarlo a su rostro.
—La Bombita necesita apoyo, te vi trabajando, tenés talento. Para medir tu capacidad te ofrezco la oportunidad de hacer este trabajo.
—¿Qué debo hacer?
—Deben deshacerse de ciertas personas peligrosas que traicionaron a la persona equivocada.
—Dónde y cuándo.
—Te enviaré una dirección, acercate ahí solo. Si veo a alguien más no vas a tener tiempo de respirar que ya vas a estar muerto, ¿estamos claros?
—Quiero hablar con Erica.
—Estás en altavoz —dijo ella.
—¿Confiás en él?
—¿En que va a pagar? Sí, ¿en que es buen tipo? No —dijo Erica y dirigió su mirada hacia Fosa, quien sonrió ante sus palabras.
—Podría ser el mismísimo Lucifer, que si me paga no me interesa el resto.
Colgaron la llamada y Erica debió enviarle la dirección y horario exacto que Fosa le dictaba. Irían a buscarlo en auto luego, pero primero él le explicó la misión. Debían entrar en una fiesta privada, él iría con ellos pero solo para vigilar que todo saliera bien. Habría seguridad y gente armada en varios lados, el plan era simplemente matar al líder junto a sus servidores leales, en lo posible evitando el caos. Era algo que Nahuel podía hacer, pero deseaba ver si Erica era capaz de lograrlo.
—¿Cenaste, Bombita? —preguntó él mientras la escrutaba—. Te ves debilitada.
—No cené, y aún sigo recuperándome de mis heridas, pero puedo hacerlo.
Él la instó a ponerse de pie para ir en el auto a buscar a Chris, la idea era que él no supiera la ubicación de ese lugar, y durante el trayecto sonó una bonita música de piano.
—¿Por qué me das esta misión a mí en vez de hacerla vos? Claramente sos mejor que yo, mil veces mejor —dijo Erica al observarlo de reojo.
—No tuve el suficiente tiempo de entrenar y preparar a mi aprendiz, no voy a cometer ese error con vos, Bombita —dijo y la miró de soslayo—. Hoy vas a demostrarme qué tanto aprendiste, y qué debo reforzar.
—¿Enviándome a matar a mafiosos donde claramente podría morir?
—No voy a dejar que mueras, y si te morís por estúpida, ¿en cuántas partes querés que corte tu cuerpo? —dijo Fosa con el rostro serio.
—Lo dejo a tu imaginación.
Detuvo el auto bajo un árbol en un parque, Chris estaba sentado en un banco con un cigarrillo en la boca, y no se acercó hasta no ver qué Erica se asomaba por una ventanilla. A paso tranquilo y con una mano en la cadera, para demostrar que estaba armado, se acercó hacia allí y abrió la puerta tras el conductor. Se sentó tras Fosa y miró de reojo a Erica, quien lo saludaba con un movimiento alegre de mano.
El viaje fue silencioso, y Chris estuvo en guardia en todo momento, no habló hasta llegar a ese galpón de metal, e incluso ahí no quitó su vista de ese hombre que se veía tan peligroso e intimidante. Su sola presencia lo mantenía en alerta.
Fosa tomó unas bolsas que les arrojó a ambos.
—Cámbiense.
—Primero y principal, ¿vos quién chota sos? —le dijo Chris, pues Fosa llevaba su máscara puesta.
—Fosa, líder de los barrenderos, maestro de esa inútil a tu lado —dijo—. Pero tal vez hayas escuchado de mí con otro nombre: Nahuel Pietrzak.
Chris torció sus gestos para ver a Erica, quien asintió para darle la razón.
—De acuerdo, no me interesa saber cómo estás vivo ni nada por el estilo. ¿Qué debo hacer?
—Vístanse primero.
Ambos miraron el contenido de sus bolsas, había ropa de gala allí. Un traje negro muy fino y un vestido de igual color, ambos con zapatos.
Chris no hizo más preguntas, comenzó a desvestirse sin problema allí, sin importarle la mirada de Fosa en él que analizaba qué tan fuerte se veía su cuerpo. Erica lo imitó y también se desvistió para poder colocarse ese vestido negro, era largo y tenía un tajo a un costado que permitía ver su pierna, pero su espalda era escotada y eso la hacía sentir incómoda por sus cicatrices en ella.
Fosa le mostró un espejo para que pudiera maquillarse, mientras que él mismo se colocaba un delicado traje de dos botones. Se quitó la máscara para poder peinarse bien el cabello, sin importarle tampoco la mirada curiosa de Chris sobre él.
Se acercó a Erica, quien se estaba colocando labial rojo, y la tomó del mentón con algo de rudeza para inspeccionarla, entonces tomó una brocha con rubor que pasó por sus mejillas, luego le colocó iluminador en algunas partes de su rostro.
—Así está mejor, Bombita —dijo al observarla.
Erica se miró al espejo, pues él había hecho un buen trabajo y eso la sorprendió.
—Yo ayudaba a Gretchen para las galas, ahora vamos —dijo él con seriedad.
—¿Debemos infiltrarnos? —preguntó ella cuando lo vio acercarse a las armas en una pared.
—No, estoy invitado. Ustedes son mis acompañantes.
Tomó dos pistolas descargadas que le arrojó a Chris con cargadores, junto a un arnés de espalda, mientras que él se colocaba los suyos.
—¿En qué sentido acompañantes? —inquirió Erica con una ceja levantada.
—Erica, son tres millones de dólares, si te pide el rosquete se lo das —dijo Chris con una sonrisa torcida.
—Dáselo vos.
—¿Realmente creés que no lo haría por esa plata?
Erica solo se rió, porque sabía que Chris sí era capaz de hacerlo, y más por esa cantidad de dinero.
Fosa le extendía a ella unos arneses para cuchillos, para que se pusiera en las piernas bajo la falda del vestido. Erica los miró, pues eran cuchillos de lanzar, entonces levantó la mirada para verlo.
—No sé lanzarlos...
—Wolff va a tener que enseñarte, usalos de la forma en que te sientas cómoda —le extendió también una pistola que se colocó en un muslo—. No gastes balas en vano, ninguno de los dos.
Una vez listos subieron al auto, Fosa manejó hasta esa fiesta explicando la misión. Debido a que era usual que él actuara solo, no sospecharían de ellos dos, y hacerlos pasar por guardaespaldas no tenía sentido siendo él tan fuerte. La opción más factible era que ambos fueran acompañantes pagos, por lo tanto, sus prostitutos. Chris estuvo de acuerdo, sin embargo Erica no, y no estaba dispuesta a besarlo siquiera en caso de ser necesario.
Fosa explicó que el cliente lo contrató para deshacerse de ese líder mafioso, pero que ese mismo líder lo había invitado a la fiesta para contratarlo en contra del cliente.
—Claramente no sabe que ya me pagaron por adelantado —dijo Fosa con una sonrisa—, va a ser entretenido.
Al llegar al lugar, un fino y hermoso hotel, Fosa estacionó el auto con cuidado y luego los tres bajaron de allí. Él extendió ambos brazos para sujetarlos como si fueran sus posesiones, pues esa era la idea, que parecieran sus acompañantes pagos.
Ingresaron sin mayor complicación, pero al acercarse a esos hombres uno los detuvo, quiso revisarlos pero Fosa lo frenó con habilidad al aplicarle una llave de sumisión al cuello.
—Tocame y morís —le dijo con asco.
Su jefe lo llamó para evitar su muerte, y con un movimiento de mano los invitó a acercarse a la mesa junto a él y otros más. Habían muchas personas allí, era una fiesta elegante y todos parecían conversar y divertirse.
—Pietrzak —dijo el jefe, un hombre robusto que secaba el sudor de su rostro con un pañuelo—, ¿desea cenar antes de hacer negocios?
—Por supuesto, Adamiak, mi bellísima acompañante no ha cenado —dijo al tomar de la cintura a Erica, de pie a su lado, luego enseñó su figura—. Perderá proporciones, sería una pena que adelgazara.
—En verdad sería una pena, semejante belleza —dijo Adamiak al ver a Erica con una sonrisa lasciva, se relamió los labios al ver sus senos en ese escote y sus amplias caderas—. Tal vez deberías pasarme la agencia de donde la sacaste...
—Si llegamos a un acuerdo tal vez podría prestársela.
—Je vais te tuer —dijo Erica con una sonrisa falsa.
—Francesa, como podrá ver —dijo Fosa con una sonrisa y miró a Erica, entonces agregó en francés—: No si te mato primero.
—El chico... No creí que también entraba en tus gustos —dijo Adamiak al ver a Chris.
Fosa llevó su mano hacia Chris, lo instó a agacharse un poco para tomar su rostro.
—Piel canela, ojos como perlas negras, cuerpo en forma y atenciones de primera, claro que entra en mis gustos.
Adamiak los invitó a sentarse a ambos y volvió a secar el sudor de su rostro. Erica no estaba segura de si lo ponía nervioso la presencia intimidante de Fosa, o si acaso era una manía suya.
Los camareros llegaron con la cena, Adamiak fue el primero en probar bocado, quizá para demostrar que era seguro comer. Fosa probó un bocado de su plato y luego del de Erica y Chris, solo al asegurarse de que todo estaba en orden fue que les permitió comer.
Adamiak hablaba de su rival, para comprar los servicios de Fosa, el dinero que ofrecía hizo que Chris casi se ahogara con la comida y tuvo que beber un trago de vino, porque la cantidad era enorme.
—Wolff desapareció, porque habría sido una buena opción para que ese maldito sufriera —dijo Adamiak luego de beber un trago de vino.
—¿Usted desea un trabajo limpio o uno desagradable? Porque mi trabajo es muy distinto al de Wolff —dijo Fosa al menear su copa en la mano.
—Limpio, por supuesto, pero con mucho dolor. Wolff haría un desastre muy asqueroso, aunque estaría seguro de que le daría un final horrendo que se merece, después de todo Wolff es un completo salvaje incivilizado —dijo con una sonrisa torcida.
—Si sigue hablando mal de él lo voy a matar —susurró Erica en francés al apretar con fuerza su copa en la mano.
Adamiak dirigió su mirada hacia ella, con curiosidad.
—¿Qué dice?
—Que sus ojos verdes le parecen muy seductores —dijo Fosa—, parece que mi preciosa muñeca está ansiosa por estar con usted en privado.
Adamiak escrutó entera a Erica, la amplitud de sus caderas y sus senos redondos y firmes le gustaban bastante. Ella le dedicó una sonrisa seductora, porque si lograba quedar en privado con él podía matarlo de mejor forma.
—Tal vez puedas prestármelo a él también —dijo al ver a Chris—, sería interesante verlos juntos.
—Por supuesto, son suyos.
De repente ambos comenzaron a hablar en otra lengua que Erica no reconocía, no parecía ser alemán, tampoco ruso, aunque no sonaba tampoco tan diferente a este.
Cuando Adamiak se puso de pie, la música se detuvo y el silencio llenó todo el salón, pero con un movimiento de su mano indicó que continuara la fiesta, mientras se dirigía a otro salón un poco más privado, junto a sus guardias, socios y Fosa junto a Chris y Erica.
Ingresaron en un salón con delicados sillones y luz algo más tenue, allí les ofrecieron tragos de beber. Fosa se sentó cruzado de piernas con comodidad y aceptó un vaso de whisky a las rocas, el cual meneó en su mano para ver a Erica parada con una mano en su cadera, había dejado salir por el tajo del vestido un poco su pierna, y sonreía de forma coqueta.
—¿Ya habías hecho misiones de seducción? —preguntó en francés.
—Sí, pero así en mi adolescencia lograba sacarme a la policía de encima —respondió con una sonrisa—. Los hombres son muy básicos.
—Las mujeres también lo son, el ser humano es básico —dijo y bebió un trago de whisky—. He tenido que seducir muchos hombres y mujeres, todos caen.
Fosa palmeó los asientos a su lado para que Erica y Chris se sentaran allí. Pasó con cuidado sus brazos por los hombros de ambos, Erica entonces le siguió el juego y depositó su mano en el pecho de Fosa, Chris no tardó tampoco en imitarla.
Allí continuaron haciendo negocios, Adamiak le mostró un maletín con dinero, y aunque era un montón de euros, si ellos estaban ahí para matarlo significaba que el rival había ofrecido mucho más.
Un rato después, Adamiak pidió estar a solas con Chris y Erica, y con un movimiento de mano Fosa les dio el permiso de alejarse. Él se quedó allí sentado en los sillones bebiendo su whisky, junto a todos los guardias y socios cercanos de Adamiak.
Dentro de otro salón, Adamiak se sentó cómodamente en un mullido asiento y los miró a ambos. A él no le gustaban los hombres, pero sí le gustaba ver cómo otros hombres tocaban a las mujeres que a él le gustaban.
—Tres millones, Erica —susurró Chris al mirarla de reojo.
—Al menos sé que besás bien —respondió ella también en un susurro, luego se dirigió hacia Adamiak—. Monsieur, nous commençons?
Con un movimiento de mano les indicó que podían comenzar, Chris entonces tomó a Erica del rostro de forma seductora y la besó, mientras llevaba sus manos hacia su cintura, la cual recorrió con suavidad con los dedos. Mientras la besaba jaló uno de los tirantes del vestido para que cayera, luego jaló el otro y se colocó tras ella para besar su cuello y enseñar sus pechos desnudos, los cuales rozó con los dedos de forma suave, atendiendo sus pezones que no tardaron en endurecerse.
Adamiak los miraba con interés, se encendió un cigarrillo mientras que Chris acariciaba los pechos de Erica al besarla de forma apasionada. Bajó lentamente con su mano por el vientre marcado de ella.
—Decime qué puedo hacer y qué no —le susurró él al oído.
—Vos lo dijiste, son tres millones.
—Sin afirmativa no hago nada —insistió Chris en un susurro contra su piel.
—Hacelo.
La tomó con su otra mano del mentón para poder besarla y acarició su vientre con cuidado, pero de una forma seductora, para luego bajar su mano hacia el vestido que estaba afianzado a sus caderas. Introdujo con cuidado su mano dentro de la falda y rozó la delicada lencería, bajo el vestido no se notaba si era o no real, pero ambos estaban seguros de que Adamiak sí se daría cuenta. Por ese motivo Chris corrió con suavidad la lencería y acarició sus suaves pliegues.
—Perdón —le susurró en medio del beso.
—Está bien —susurró ella y cerró sus ojos—, prefiero mil veces que seas vos y no Fosa o ese viejo horrendo.
—Sin ropa, desvístanse —dijo Adamiak.
Erica dirigió su mirada hacia Chris porque bajo la ropa llevaban las armas, pero él con mucha tranquilidad se quitó el saco al mismo tiempo que se quitaba el arnés, para que el saco cubriera las armas, luego lo depositó con cuidado en un sillón. Erica lo imitó, resbaló con cuidado el vestido por sus piernas y quitó lentamente los arneses, los cubrió con el vestido al dejarlos suavemente en el suelo, para que no hiciera mucho ruido.
Chris se quitó la corbata y la camisa, y Adamiak hizo un gesto de aprobación al ver su torso desnudo, tonificado y fuerte, pero sonrió al ver la figura de Erica, con esa tanga de encaje tan sexy y diminuta que apenas cubría su pubis.
Erica se acercó a Chris para besarlo y recorrer su torso con las manos, acarició sus pectorales con suavidad y recorrió su abdomen hasta llegar a su pantalón. Chris hizo un gesto extraño con el rostro, pues se sentía realmente incómodo con ello, sin embargo asintió para permitirle hacerlo. Erica apoyó su mano allí mientras que él la besaba nuevamente.
Siguieron las instrucciones de Adamiak, había pedido que Chris se sentara en un sillón y Erica se sentara sobre él de espaldas, allí Chris besó el cuello de Erica y acarició uno de sus senos mientras que ella miraba a Adamiak con una sonrisa, especialmente cuando Chris llevó su mano hacia esa lencería y rozó con delicadeza sus labios y clítoris, lo que le producía un espasmo placentero.
Erica llevó su mano tras la espalda para poder apoyarlo en el pantalón de Chris, pues ese hombre los miraba con atención y deseo, y se suponía que ambos eran acompañantes pagos y no amigos. Debían tocarse y disfrutarlo, o Adamiak querría quitárselos de encima al considerarlos aburridos.
—Eri —susurró Chris en un jadeo—, llamalo.
Ella sonrió y se mordió los labios ante una de esas sensaciones y con su dedo índice llamó a Adamiak, quien se vio bastante intrigado por ese llamado.
Erica bajó de arriba de Chris y se arrodilló en el suelo acariciándole una pierna mientras, con su otra mano, acercaba el vestido con los arneses. Quería solo un cuchillo, y una vez que lo tuvo en su mano recorrió la pierna de Chris desde el tobillo hasta la entrepierna, para después sentarse sobre él. Le había dado a Adamiak un buen paisaje de su culo en esa posición, y este no tardó en acercarse hacia ambos.
Erica le permitió tocarle el rostro, incluso tocar uno de sus senos y besarle el cuello, pero cuando quiso bajar más la mano, Erica no dudó en impulsar el cuchillo hacia su cuello. Lo sujetó de la cabeza y lo clavó un par de veces más, con su rostro transformado en furia.
—¡Maldito-cerdo-asqueroso! —le dijo y volvió a apuñalarlo.
Se encontró a sí misma llorando al clavar una y otra vez el cuchillo, y Chris no tardó en tocar su hombro con cariño, ella giró para abrazarlo y él no dudó en corresponder.
—Está bien, Eri, tranquila —le dijo con cariño al acariciarle la espalda, luego le dio un beso en la coronilla de la cabeza—. Ya está.
—Tuve que tocar a Lucas para que Aaron no lo matara, y ahora tuve que hacerlo con vos para...
—Eri, tranquila —susurró al tomarla del rostro, le secó las lágrimas con cuidado, aunque su rostro y pecho estaban manchados con sangre—. Está todo bien, ¿sí? Tranquila, yo estuve de acuerdo.
Ella asintió con tristeza y bajó la mirada.
—Te quiero, Eri, no haría nada para lastimarte, ni siquiera por tres millones.
Erica volvió a colocarse los arneses en las piernas, y mientras ella se acomodaba el vestido él se colocó la camisa y el arnés, luego se puso el saco encima para cubrir las armas.
Chris revisó el bolsillo del cadáver para sacarle un cigarrillo que encendió con mucho placer, dejando ir un suspiro.
—Bastardo hijo de puta —dijo y le dio otra pitada más.
Se acercaron a la puerta, intentando oír lo que sucedía detrás, se podía oír a Fosa conversar con eso socios de Adamiak. Erica y Chris se miraron entonces entre sí, y con una seña él le indicó que iría primero, hacia la izquierda, y ella saldría hacia la derecha.
Chris abrió la puerta y disparó rápidamente al guardia que tenía a su izquierda, Erica salió para el otro lado con una voltereta y no tardó en dispararle al guardia allí, se cubrió con su cuerpo cuando le dispararon y luego saltó sobre otro, enredó sus piernas en el cuello de él y lo arrojó al suelo, para luego clavarle el cuchillo, al instante disparó a otro sin darle tiempo a nada.
Fosa estaba sentado en su sillón, cruzado de piernas mientras fumaba su cigarrillo en paz, sonrió ampliamente al ver lo veloces y habilidosos que eran ambos. Chris no erraba ni un solo disparo, era limpio y efectivo, y en cuerpo a cuerpo era rápido y eficaz, no lo intimidaban esos inmensos guardias armados.
Dirigió su mirada hacia Erica, aunque era mucho más limpia que Wolff, era bastante irascible, se veía enojada y utilizaba más los cuchillos que la pistola, por lo que rápidamente quedó manchada de sangre, sus manos, torso y rostro se veían en ese tono carmesí. Era buena, muy buena, aunque algo sucia para su gusto.
Unos instantes después todos allí yacían en el suelo, excepto ellos tres.
Fosa comenzó a aplaudir con una sonrisa.
—Bien, Bombita, bien.
—Quiero mis putos tres millones —gruñó ella.
—Los tendrán, con un bonus —dijo Fosa al ponerse de pie y tomar el maletín de Adamiak—. Ahora vamos, yo me encargo de la salida, ustedes solo síganme.
Ambos se colocaron a la espalda de Fosa, quien abrió la puerta y tomó al guardia desde atrás, lo estranguló con su brazo para después bajarlo lentamente hacia el suelo sin hacer ruido, y así fue abriéndose paso poco a poco hacia una ventana, sin embargo antes de abrirla un guardia lo vio y levantó su arma, pero Fosa le disparó antes de que pudiese hacerlo él. Estaban en planta baja, por lo que salir no era tan complicado.
—Salgan.
Chris fue el primero en salir y ayudó a Erica a atravesar la ventana, pues con el vestido era bastante incómodo de hacer. Fosa disparó rápidamente a los guardias que aparecían, se deshizo de cada uno, y solo luego de ello saltó por la ventana para poder dirigirse hacia el auto.
En el auto, Fosa llamó por teléfono a Rata para que se encargase de la limpieza, luego miró a Erica en el asiento trasero, llena de sangre, casi no se veía su color de piel.
—Te voy a pagar como si hubieses hecho una limpieza, estás demasiado sucia como para limpiar —le dijo.
—¿O sea que la idea era que los matara y luego limpiara?
—Era lo que hacía yo, pero se lo dejo encargado a Rata.
Solo se oía música de piano en el auto, y en el asiento trasero Erica apoyó su cabeza en el hombro de Chris, quien pasó su brazo tras la espalda para poder abrazarla.
—¿Vas a estar bien? —le susurró.
—Sí, no es con vos el problema, es con Aaron —dijo ella, pues el recuerdo de ella y Lucas invadía sus pensamientos.
Chris no agregó nada más, le hizo caricias en la espalda durante todo el trayecto hasta el galpón, donde Fosa estacionó el auto y bajó con maletín en mano.
Fosa giró para ver a Erica, estaba toda ensangrentada, mucho más que Chris, quien se veía más limpio por haber utilizado las pistolas, a diferencia de ella que utilizó los cuchillos. Respiró hondo para no mirarla mucho y tuvo que refregarse el cuello y rascarse de forma nerviosa porque le hacía sentir muy incómodo verla así.
Se cambió los guantes y se colocó unos nuevos antes de dividir el dinero del maletín en dos bolsos que ya tenían efectivo dentro. Luego giró hacia ambos.
—Bombita, por lo que más quieras, estás toda sucia —dijo y respiró hondo, esquivó su mirada para ver a Chris y arrojó un bolso frente a él—. Tres millones y medio, más un bonus, cortesía de Adamiak.
—¿Pagaba menos que el otro? —preguntó él y tomó el bolso sin quitar su vista de Fosa.
—Me ofrecía una buena cantidad, pero el cliente ofreció el triple. Una real pena.
Arrojó el otro bolso frente a Erica, sin mirarla, mientras que ella colocaba en una bolsa su ropa y borcegos con los que había ido hacia allí.
—¿Ya podemos irnos?
—Sí, si te sigo viendo así me va a dar algo, andá a bañarte, por lo que más quieras, por favor.
Erica asintió, se puso el casco y le preguntó a Chris si quería que lo alcanzara a algún lugar. Él asintió al colocarse el bolso a su espalda, mientras que Erica lo colocaba delante para no incomodarlo.
—Te llamaré pronto para un trabajo de barrendera, Bombita —le dijo Fosa—, y seguiremos entrenando. Estás en buen nivel, pero podrías ser incluso mejor que Wolff y yo con una buena guía.
Erica arrancó la moto para poder alejarse de allí, iba a gran velocidad, tenía la intensa necesidad de bañarse, se sentía pegajosa e incómoda con su vestido pegoteado.
Chris, en vez de agarrarse del asiento como en el escape de Mörder, la abrazó de la cintura. Erica supuso que intentaba reconfortarla y agradeció mentalmente por ello.
Se detuvieron en ese parque donde lo habían buscado anteriormente, allí él bajó de la moto y la miró con algo de tristeza.
—Eri, si te hace mal, va a ser la última vez que finjamos, ¿está bien?
—Me hace mal recordar lo que me hizo hacer Aaron —dijo ella y se quitó el casco para poder verlo bien a los ojos—, perdón, Chris, no es con vos.
—Lo sé, pero no quiero que estés mal —suspiró para luego apoyar su mano en la mejilla de Erica—. Sos mi mejor amiga, Eri, nunca haría nada para lastimarte.
—Lo sé, no es tu culpa, soy yo. ¿Sí? Es mi cabeza.
—Avisame cuando llegues, por favor.
Erica asintió con una sonrisa, se colocó el casco y luego se alejó rápidamente de allí con la moto.
Había tardado solo veinte minutos en llegar hasta la casa, pasó frente a la casa de la vecina, parecían estar de fiesta, pues se oía música movida y risas allí. Con un suspiro abrió el portón del garage para poder entrar con la moto antes de que algún vecino la viera así, sin embargo no entró enseguida a la casa, se mantuvo allí en el garage por un instante.
Decidió tomar su teléfono para poder preguntarle al Loco si Lucas andaba por allí.
Jack: Está durmiendo, se quedó dormido junto a Jack. ¿Sucede algo, engel? ¿Por qué no entrás, estás herida?
Erica: Podés preparar café?
Jack: Ya está caliente, entrá, mein engel. El Rubio no te va a ver.
Erica suspiró al quitarse el casco e ingresó en la casa con bolso en mano. Dio un pequeño paneo por allí, el living estaba a oscuras, pero la luz de la cocina estaba encendida y allí se lo podía ver al Loco con una taza de café en las manos.
Él abrió los ojos con sorpresa al verla y ella no tardó en acercarse a él y acomodar sobre la mesa el bolso con dinero. Se dejó caer en una de las sillas, completamente agotada.
—Mein engel, ¿estás bien? ¿Estás herida?
Se acercó enseguida a ella y la tomó del rostro para inspeccionarla por completo con la mirada.
—No es mía la sangre —dijo con un suspiro—. Él me contrató para hacer su trabajo como asesino...
—¿Te pagó dignamente al menos? —inquirió con el ceño fruncido.
—Tres millones y medio, más un bonus, no sé cuánto, no los conté —dijo con la mirada baja.
—Engel —dijo y la tomó del rostro con suavidad para poder verla a los ojos—. El Gusano te pagó como si fueras yo. ¿Entendés? Te pagó como si fueras una profesional con años de experiencia.
—Voy a ir a bañarme, estoy toda pegajosa.
Él sonrió ampliamente y levantó sus cejas con interés.
—Sexy es lo que estás.
Ella se rió con ánimo para luego dirigirse al baño, necesitaba quitarse toda esa suciedad de encima. Trató de relajarse bajo el agua caliente, meneando sus hombros para calmar sus músculos. Allí dejó ir un suspiro, porque había logrado hacer sentir mal a Chris por algo que ambos habían decidido e incluso disfrutado, solo por culpa de sus malos recuerdos con Aaron.
Se vistió luego con la ropa con la que había ido a ver a Fosa, ropa cómoda de ejercicio, y salió del baño ya un poco más tranquila. El Loco le había servido café en esa taza con flores de lavanda, mientras la esperaba con un cigarrillo en la boca.
Se sentó frente a él con el teléfono en mano, para poder escribirle a Chris.
Erica: Llegué bien, estoy bien. Perdón, Chris, no quise hacerte sentir mal.
Él respondió prácticamente al instante.
Chris: Lo entiendo, si necesitás hablar podés llamarme.
Chris: No quiero decir la palabra, pero Eri, no abusaste de mí, fue consensuado, yo dije que sí. No te sientas mal por eso.
Erica: Gracias, Chris, te quiero mucho.
Chris: También te quiero mucho. Tratá de descansar.
Levantó la mirada para ver al Loco, la miraba con curiosidad, por lo que ella suspiró para después beber un trago de café. Él dejó ir el humo de su cigarrillo, pero sin dejar de mirarla de esa forma, aunque parecía no animarse a preguntar.
—Tuve que matar a un tipo, Adamiak.
—Un pervertido, sí, lo conozco —dijo y le dio otra pitada a su cigarrillo—. Gretchen debió acostarse con él una vez por orden de Jonathan.
—¿En serio? —inquirió con sorpresa.
—Jonathan fue un hijo de perra, y un pésimo padre. Me alegra que hayas matado a Adamiak, y que te hayan pagado como lo merecés.
Ella bajó la mirada, concentrada en el contenido de su taza, en el calor que emanaba y el deliciosa aroma que llenaba sus fosas nasales.
—¿Puedo quedarme con vos hoy? —preguntó ella con un tono de voz bajo y sumiso, con la mirada triste.
—Siempre estás conmigo, engel.
—Me refiero... No me siento bien, no estoy bien... ¿puedo... quedarme abajo con vos?
Él abrió los ojos con sorpresa, su gesto no fue para nada disimulado, pues no lo esperaba en lo absoluto.
—Por supuesto, mein engel.
El Loco calentó unas porciones de pizza para ella, quien sonrió con alegría ante el delicioso sabor. Lucas era realmente bueno cocinando.
—¿Es tu comida favorita? —le preguntó al Loco luego de tragar un bocado.
Él sonrió al asentir.
—Sí, siempre tuve una dieta muy estricta para mantenerme en forma, pero a veces me compraba una pizza sin que Jonathan lo supiera —dijo y comenzó a reírse—, esas porciones prohibidas eran más placenteras que cualquier noche de sexo.
—Te entiendo, en el ballet hay que mantener cierto peso, mi maestra me regañaba si subía —dijo Erica con un suspiro—. Mi gusto culposo son las hamburguesas con papas fritas. Las amo mucho.
Él sonrió ampliamente, disfrutaba de esos pequeños momentos con ella, naturales y espontáneos.
Más tarde, luego de lavar las tazas e higienizarse, apagaron las luces de la cocina y fueron al sótano. Allí el Loco se rascó la nuca, pues no había suficiente espacio, pero a Erica parecía no molestarle. Se ubicó a su lado para abrazarlo, con su rostro apoyado en el pecho de él.
Aunque los latidos de él eran bastante calmados para la situación en que se encontraba, Erica había comenzado a llorar. El Loco la aferró con cariño para hacerle caricias en el cabello.
—Ya está todo bien, engel —le dijo en un susurro—, estás a salvo, el Rubio está a salvo, Jack también.
Poco a poco ella comenzó a tranquilizarse, de alguna manera junto al Loco lograba estar en paz, lograba tranquilizar su mente que la torturaba con pensamientos nocivos e incluso el agitado corazón.
—¿Jack? —susurró sintiendo sus ojos más pesados.
—¿Sí, mein engel?
—Te quiero...
Él abrió los ojos para verla, Erica se había quedado dormida. La aferró un poco más y le dio un beso en la frente.
—Que descanses, mein Liebling.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top