Capítulo N° 28


El cielo nocturno se oscurecía por la tormenta próxima, truenos se oían fuertemente, los rayos llenaban los cielos. Un cielo que mostraba el estado de ánimo del Loco, que recorría las calles en su camioneta todo terreno, en busca de ese bebé llamado Jack, acompañado de su ovejero belga, Hund. Y al llegar a lo de Moira nuevamente, viendo el desastroso estado en el que se encontraba todo, se dedicó a investigar un poco, buscaba datos de los posibles causantes. Tenía sus sospechas, pero no podía comprobarla sin quedar como loco.

Vio una foto de Moira abrazando a Jack, sintió mucha angustia en la garganta, entonces la tomó en sus manos y abrazó el cuadro con cariño, luego divisó en el suelo algo de plata, se agachó para tomarlo, reconociendo el collar con dije de libélula con una piedra lila, esa que él le regaló. Estaba manchado con sangre, por lo que apretó el collar en su mano para luego darle un beso y se lo colocó en el cuello.

Juntó en una caja algunas pertenencias que no quería dejar, la foto que quitó del cuadro, al igual que otra donde ella le besaba una mejilla a él. Tomó una carpeta con las documentaciones de Jack y sus estudios médicos, lo guardó también en la caja, al igual que la ropa del pequeño y algunos juguetes. Acomodó todo con cuidado, y tomó los paquetes de pañales que estaban en un mueble.

No tardó mucho en salir de la casa, le hacía daño estar ahí con todo en ese estado, por ello se subió a la camioneta, no encontró rastro alguno de Jack y Hund.

Recorrió el barrio a ver si podía verlos, pero no los pudo encontrar. Tenía miedo de que el bebé estuviera herido, o de que ambos estuvieran muertos. Debió frenar un instante y se cubrió el rostro con las manos, había comenzado a llorar ante la posibilidad de perder también a Jack y Hund.

El Loco se detuvo en su casa, sentía un gran vacío en él, y cuando estaba por abrir la puerta del garage para estacionar su camioneta, vio una moto roja en el jardín y a alguien en la puerta de su casa, abrazándose las piernas. Y aún cuando no podía verle el rostro por el cabello cubriéndola, reconoció a Erica.

Bajó rápidamente de la camioneta y corrió con desespero hacia ahí, abrió las rejas negras lo más rápido que pudo. La vio cubierta por un abrigo de hombre, su rostro golpeado, sus mejillas cubiertas de lágrimas y sangre. La tomó en sus brazos con mucha delicadeza para no herirla más, y le habló con un suave tono de voz, vio que el suelo entero y la puerta tenían sangre, así que le corrió el abrigo viéndola en ropa interior, su cuerpo herido y lleno de sangre.

—¡Erica! ¡¿Qué te pasó?!

—Loco... perdoname... —sollozó con agua en sus ojos.

Él la miró con tristeza y decidió alzarla en sus brazos.

—Perdoname a mí, no debí dejarte ir...

La metió en la casa con mucho cuidado, con una mezcla de ira y tristeza que se acumulaba en él, por el dolor de ya no tener a Moira y de ver a Erica en ese estado deplorable, y más aún porque ella lloraba murmurando palabras indescifrables en medio de su llanto ahogado. La llevó al baño, donde la sentó en el inodoro cerrado mientras que él llenaba la bañera con agua caliente, la miró de soslayo, la vio refregarse los ojos con dolor.

Con un rechinar de dientes de tanto odio, siguió con su trabajo de llenar la bañadera, porque sabía que no podría quedarse parada en la ducha.

—Vení, engel, necesito lavar las heridas para poder curarte —le dijo con suavidad.

Le quitó el abrigo, pero cuando intentó desabrocharle el sostén, ella comenzó a llorar con más fuerza al cubrirse los pechos, con incluso más dolor en su voz que antes. Parecía asustada de que la tocara, aunque él no estaba seguro de si su miedo era por ser él, o solo era un miedo general a que alguien la toque.

—No, por favor, Loco, por favor... —lloró, tratando de que él no la desnudara.

—Solo quiero ayudarte, engel, tenés que confiar en mí a partir de ahora —le quitó el sostén y resbaló su ropa interior por las blancas piernas, desnudándola por completo. Con cuidado le acarició el rostro herido y la tomó nuevamente en sus brazos—. No es momento de echar cosas en cara, lo sé, pero no puedo evitarlo —dijo en voz baja y la sumergió en el agua que comenzaba a teñirse de borgoña—. Te dije que no era a mí a quien debías temerle, no a mí.

—Aaron... él... ¡él está loco! Me... me hizo esto...

—No, mein engel, él está desquiciado, yo estoy loco —Comenzó a pasar con suavidad una esponja para limpiar sus heridas con delicadeza—. Necesito que me digas qué pasó, sin miedo.

—No quiero.

—¡Engel! ¡Necesito que me digas qué pasó!

La miró de forma dura, ella lo miró, sus ojos se encontraban llenos de lágrimas.

—¡No puedo! No puedo Loco, no puedo...

—¿Por qué todos le temen al lobo y no al cazador? ¿Por qué desprecian al lobo y aman al cazador? ¿Qué puede hacerte el lobo más que comerte? En cambio el cazador puede hacerte demasiadas cosas, sin embargo el lobo es el malo de la historia... —gruñó pero al verla llorar decidió quedarse en silencio.

El Loco podía verla sufrir, eso le producía aún más ira que antes pero trataba de mantenerse tranquilo y pensar con claridad. Decidió respetarla y esperar a que ella decidiera contarle todo cuando estuviese lista, lo más importante en ese momento era curar sus heridas. Así que luego de curarla debidamente y vestirla, todo con sumo cuidado, la alzó en sus fuertes brazos y la llevó al cuarto de él, donde la recostó con delicadeza en esa cama de size king. No quería llevarla al cuarto de arriba, el que armó para ella, ya que no podría oírla si necesitaba algo.

Se sentó a su lado, viendo el demacrado estado de su cuerpo, lleno de golpes y heridas, de gasas que se llenaban rápido de sangre y lo obligan a cambiarlas. Debió coser una herida en su vientre, pero Erica parecía estar en shock, pues estaba quieta y sin mirar nada en especial, solo temblaba de forma incontrolable, hasta que luego de tanto llorar se quedó dormida. Él acarició su cabello húmedo con cariño, para luego ponerse de pie y salir de ahí.

Caminaba de un lado a otro, lleno de ira, de impotencia. Se refregó el rostro de forma nerviosa, luego, ya no soportando la impotencia y el odio acumulado, lanzó varios puñetazos a la pared, lastimándose los nudillos. La sangre brotó enseguida, pero ni el dolor ni la sangre lo frenaba, solo el odio lo dominaba, imaginaba el rostro de «el pollito» en la pared.

«Lo sabía, siempre supe que pasaría esto, siempre lo supe... Debí matarlo cuando pude, debí matarlo ese día que lo vi por primera vez. Si lo hubiera matado él jamás habría dañado a Erica, ni a Moira, ni a Hund o Jack... ni siquiera a Nahui...»

Luego de tranquilizarse decidió ir a ver a su amado «ángel», la veía moverse, mascullaba cosas en francés que solo ella comprendía, su rostro estaba cubierto de sudor. Apoyó la mano en su frente, el ardor era notorio, la fiebre la atormentaba. No estaba seguro de qué hacer, nunca fue bueno con cosas que no debía curar manualmente, con fiebres jamás supo cómo tratar. Solo se le ocurrió la típica e infalible técnica del paño mojado en agua fría.

Trató de atenderla bien, pero al taparla con una manta vio que las sábanas blancas estaban manchadas de sangre, no comprendía por qué, si curó todas sus heridas y la vendó. Siguió el camino de la sangre hasta ver su ropa interior empapada en rojo, se quedó helado al notar de dónde provenía la sangre y el motivo por el cual sucedía. Eso solo lo llenó más y más de odio.

—Hijo de re mil puta, no pudiste ser capaz... —gruñó entre dientes.

Se alejó de allí para ir en busca de su teléfono, comenzó a llamar a alguien que no tardó nada en atender.

—Nahui —dijo y se mordió el labio inferior—, necesito que vengas ahora.

Estoy trabajando, ¿qué pasó?

—El pollito está vivo, solo fingió su muerte —dijo con asco—, dejó malherida a Erica, y hay heridas... que yo no puedo sanar.

No pudo dejarla malherida, la entrené para ser capaz de defenderse de él.

—¡Pues algo pasó! ¡Algo pasó, maldita sea!

Tranquilizate, puedo ir a la medianoche, iré con Rata. No hagas nada impulsivo.

El Loco colgó la llamada y se sentó en uno de los sillones para sujetarse la cabeza. Decidió entrar la camioneta al garage y bajar las cajas con las pertenencias de Jack, quería ir a buscarlo, pero no podía dejar a Erica sola en ese estado.

Ni siquiera cenó, estaba demasiado histérico y contaba las horas hasta que llegara Fosa, que al igual que siempre fue puntual. A la medianoche llegó junto con Rata, quien tenía en su mano un gran botiquín con equipo médico. Los invitó a pasar mientras explicaba su parte de la historia y el ataque que sufrió Moira, a la vez que los guiaba para ver a Erica en la cama.

—¡Mi Bombita! ¡¿Qué le hicieron a mi Bombita?! —chilló Rata y se acercó enseguida.

—Ni se te ocurra tocarla —gruñó el Loco.

—Necesito ver sus heridas —se excusó.

—Para eso llamé al Gusano, ella confía en él.

—Pésima decisión —dijo Fosa con una mueca torcida—. Nadie mentalmente saludable confiaría en mí.

—¿Podés revisarla, por favor? —rogó el Loco.

—Primera vez que me rogás por algo —dijo Fosa con sorpresa—. Está bien, pero váyanse los dos, no pienso trabajar con dos pervertidos mirando su cuerpo.

Diciendo eso apoyó su mano en la frente de Erica, estaba hirviendo, por ello giró para ver al Loco antes de que se fuera.

—Llená la bañera con agua tibia, ahora.

Con un chasquido de lengua, Rata y el Loco salieron de ahí, dejando a Fosa trabajar. Destapó el cuerpo de Erica y la vio ahí recostada en ropa interior, la parte inferior tenía sangre, por ello se colocó guantes descartables y se lo quitó con cuidado por las piernas. Estaba seguro de que de haber estado el Loco presente no habría podido hacerlo.

Revisó cada una de sus heridas, incluso las viejas, y se concentró específicamente en revisar su sexo y ano, que estaban heridos. Se disculpó con ella en voz baja antes de revisar correctamente todo por allí. Tomó un par de gasas y la limpió con cuidado, era obvio para él que Erica había sido violada, las fisuras en su ano eran muy notorias. Por ese motivo tomó del gran botiquín de Rata una pomada analgésica y colocó un poco en su dedo antes de ponérselo con suavidad a ella. Esperaba que con eso disminuyera el dolor, y que ayudara a relajar la zona para que pudiera cicatrizar.

Cuando el Loco regresó para avisarle que la bañera estaba lista, Fosa la alzó con cuidado para llevarla hasta allí. La sumergió en agua tibia para que la fiebre bajara de a poco.

—Tiene un desgarre —dijo Fosa con seriedad al mojarle la cabeza, Erica se quejaba de dolor pero seguía inconsciente—. Va a sanar con cuidado, necesita descansar. Asegurate de tener analgésicos suficientes.

Tanteó su pecho para revisar los moretones que tenía en las costillas, pese a la dura mirada del Loco por tantear bajo sus senos.

—Tiene otra costilla rota —dijo y giró para verlo—, esta vez no fui yo.

—¿Va a estar bien?

—Una vez pase la fiebre sí, va a estar bien. —Mojó nuevamente la cabeza de Erica y miró al Loco—. Si fue una violación violenta como se nota que fue, no va a estar bien, Wolff. Vas a necesitar apoyo extra, porque ella no confía en vos, necesita a su familia o amigos.

—Entiendo...

Luego de un par de minutos ahí, Fosa volvió a alzar a Erica, esta vez envuelta en una toalla y la llevó de regreso a la habitación. Secó con cuidado su cuerpo desnudo mientras que el Loco había ido a buscar algo de ropa para ella. Fue Fosa quien la vistió con cuidado y colocó unos apósitos de gasa en su ropa interior, por si seguía soltando fluidos o sangre. No se alejó hasta estar seguro de que todo estaba en orden.

Luego ambos salieron de allí para ver a Rata en la cocina, muy molesto. Fosa desechó los guantes y se lavó las manos.

—¿Vas a explicarnos qué pasó? —dijo Rata con su ceño fruncido.

—Sabatini está vivo —comenzó a decir el Loco y miró a Fosa—, lo más probable es que él haya intentado deshacerse de Gretchen y Héctor al mismo tiempo. El modus operandi es similar a lo que hizo con vos.

—Debí matarlo cuando pude —gruñó Fosa con asco mientras continuaba lavándose—. Voy a buscar a Gretchen, va a necesitar protección.

El Loco miró fijo a Rata, quien estaba muy enojado.

—Necesito que vayas a la casa de los padres de Erica e investigues lo más posible. Si están muertos hay que asegurar los cuerpos, ¿entendés?

—Está bien —dijo Rata con su rostro serio—. Puedo hacerlo ya.

—Yo necesito encontrar el paradero de Gretchen... —susurró Fosa—. Cuando ella despierte llamame, ella sabe cosas que nosotros no. Necesitamos información.

El Loco abrió una botella de vino que tomó junto a ambos hombres, hablaban con sus rostros serios sobre el estado de Erica y sobre cómo actuar ante el golpe de poder de Aaron. Ambos omitieron a Rata el detalle de que Erica había sido violada, porque sabían que pese a su simpatía y diversión, Rata también era muy impredecible y peligroso.

—Y vos te negabas a matarlo —dijo Rata con asco al ver a Fosa—, quiso matarte y tuviste cinco años para vengarte, nunca hiciste nada.

—Nunca lo vi como amenaza, sigue siendo un inútil, ni con su mayor esfuerzo logró matarme —se quejó Fosa—, lo primordial para mí es encontrar a Gretchen. Debo ponerla a salvo.

Unas horas después ambos se fueron, Rata comenzaría a buscar a la familia de Erica, mientras que Fosa a Gretchen y Héctor. Si Aaron llegaba a saber que estaban con vida, no dudaría en atacarla. Él necesitaba trasladarlos a un lugar seguro.

Por dos días Erica estuvo en cama, con fiebre y alucinaciones. El Loco estuvo histérico y aterrado, con miedo de perderla a ella también. Dos días donde Erica se mantenía inconsciente, hablando solo entre sus alucinaciones.

El Loco deseó ir a buscar a Jack y Hund, pero no podía dejar sola a Erica, así que soportó la ansiedad y la preocupación lo más que pudo. Pero ya sin poder soportar más su frialdad, ya en un estado desesperado por el miedo y el dolor se arrodilló en el living de su casa y tomó en sus manos la cruz de su madre, mirando hacia arriba. Buscaba la ayuda de Dios, ese Dios en el que tanto creía pero al que temía hablar por sus muchos pecados.

—Dios, ayudala, por favor, sé que no tengo derecho alguno a pedirte algo, que he pecado de las peores formas, que el infierno lleva mi nombre en él, pero... por favor, ella no merece esto. Si algo le pasa, si algo llegara a sucederle, algo malo... yo... sin duda alguna moriría, porque, ¿qué vida podría tener si ella no está ahí para iluminar mi oscuridad? —Las lágrimas inundaban sus celestes ojos, para luego resbalar por su bello rostro, llevaba años, demasiados años sin llorar, y los últimos días lo hizo tantas veces—. ¡Por favor  Dios! Porque sin ella me muero...

Se quedó en silencio, como si esperara una respuesta, respuesta que obviamente no se hacía visible.

Estaba tan concentrado en su ruego que no notó a Erica, estaba parada ahí, apoyada en la entrada del pasillo, lo veía llorar, rogar y sollozar con dolor.

—¡Por favor, hijo de puta! ¡Hacé algo!—se puso de pie lleno de odio—. ¡Quiero verla reír! ¡Quiero que sonría, que me insulte, que me odie! Quiero que me tema todavía, con tal de que esté bien...

—Loco... —Erica lo miró con sorpresa, nunca lo había visto llorar.

—¿Erica? —Volteó lentamente, viéndola ahí, apoyada en la pared. Una enorme sonrisa se dibujó en su rostro, corrió hacia ella y la abrazó con fuerza al alzarla en el aire, con las lágrimas que recorrían su rostro—. Mein engel, mein engel... ¡estás bien! Gracias a Dios, estás bien...

La aferró contra él, quien lloraba aún con fuertes sollozos mientras le besaba el cabello. Erica estaba impactada, sorprendida, y más aún cuando él la tomó del rostro y le estampó un cariñoso beso en los labios, se movió solo un poco para rozar sus labios en los de ella, para luego abrazarla nuevamente.

«¿Me besó? ¡Me besó! Pero... ¿no era demasiado sentimental el contacto labial, no le desagradaba?»

—Mein engel, ich liebe dich —le acarició el rostro con una sonrisa alegre—. Ich liebe dich.

—Loco... —susurró, seguía sorprendida, podía ver la felicidad y el amor que irradiaban sus ojos, un amor que jamás le creyó, un amor real—. Lo siento, debí haberte escuchado...

—No te disculpes, no lo hagas mein engel. Nunca debí dejarte ir —le acarició el rostro y le miró los labios, deseaba besarla nuevamente, pero temía a su reacción—. ¿Querés cenar? Puedo pedir algo, lo que quieras, ¿qué querés? ¿Querés salir? Puedo llevarte donde desees, lo que quieras, el mundo entero te puedo dar.

—Solo quiero hablar...

Erica lo miró con tristeza, una tristeza que borró la sonrisa del Loco. Él asintió y ofreció su brazo para ayudarla a caminar, pero ella quería caminar sola hasta el comedor, de forma lenta y algo adolorida. Se ayudó con los muebles para poder trasladarse hasta allí, donde se sentaron enfrentados sin decir nada nada, hasta que Erica bajó la mirada y tragó saliva al recordar lo sucedido, su familia muerta, la locura de Aaron, la forma en que la lastimó. Se retorció la ropa entre los dedos y comenzó a llorar al contarle todo al Loco, lo que encontró en su casa, la nota, los cuerpos de Celeste y sus padres, y lloró con más fuerza ante cada palabra. Él, sin dudar, la tomó de una mano y la apretó con cariño entre las suyas.

—¿Puedo hablar? —preguntó él con un suave tono de voz, y ella asintió—. Le pedí al Gusano que te entrenara para que estuvieras protegida del pollito, se supone... Se supone que no debería haber podido lastimarte así... ¿Qué pasó?

Erica se mordió el labio inferior y bajó la mirada, con las lágrimas que se negaban a dejar de caer.

—Tiene a Lucas ahí —lloriqueó—, lo está torturando, le cortó dos dedos y... Y le disparó para mantenerme controlada, tiene a Lucas.

Él no estaba seguro de preguntar quién era, porque no quería salirse del foco principal e interrumpirla.

—Lucas es... —Erica dudó si hablar, lo miró a los ojos que se veían curiosos pero llenos de furia—, ¿vas a... hacerle algo si te digo?

—Nunca le haría nada a nadie que sea importante para vos, mein engel.

Ella bajó la mirada mientras que él se puso de pie para poder servirle agua en un vaso, luego volvió a sentarse frente a ella.

—Lucas es mi vecino, el chico que me gustó toda mi vida, todavía... me gusta mucho —dijo con tristeza—, Aaron lo sabía y... y lo usó sabiendo lo importante que es para mí. Me obligó... a tocarlo, y luego...

El llanto de Erica se hizo más fuerte, se llevó las manos hacia el cabello e intentó tranquilizarse para poder explicar. Le contó todo lo que pasó, todo lo que le hizo y el motivo por el cual ella no pudo defenderse.

Él apretó el puño con odio, sus nudillos crujían y sus dientes rechinaban de la ira en él. Erica le tocó una mano para que se tranquilizara, haciendo que el corazón del Loco se acelere y sus mejillas se encendieran por ese toque cariñoso al que no estaba acostumbrado.

—Lo voy a matar, lo voy a hacer sufrir, ¡lo voy a desmembrar y a regar la calle con su sucia sangre!

—No.

—¡Mirá lo que te hizo! ¡Mirá cómo te lastimó! ¡No se lo voy a perdonar jamás! ¡Mató a Moira, te lastimó a vos!

—¿Mató a Moira? —preguntó Erica con su rostro consternado—. ¿Y Jack? ¡¿Le hizo algo a Jackie?! ¡¿Dónde está Jackie?!

Los ojos del Loco volvieron a llenarse de lágrimas y bajó la mirada.

—No lo sé, tengo que buscarlo, pero no podía... no podía dejarte así...

Erica intentó tranquilizarse y dejar de llorar, su cuerpo le dolía mucho, por ello tomó un analgésico fuerte y un largo trago de agua.

—Quiero saber la verdad, toda la verdad... lo de Nahuel, el porqué te odia tanto, quiero saberlo todo.

—Él me odia por una razón muy simple. Soy el mejor de Mörder desde que Nahui no está, soy el único que interfiere entre él y Gretchen, entre él y sus ansias de poder —suspiró y colocó un cigarrillo en sus labios, para luego prenderlo, como si de solo recordar todo lo pusiera nervioso—. Tuvo una novia a la que mató a golpes por celos, al poco tiempo le pidió a Gretchen que Nahui lo entrenara.

—Él odia tener aprendices.

—El único aprendiz que decidió tomar fue Martín, un chico con mucho talento. Si no fuera tan amable podría ser incluso mejor que Sabatini —dijo con un suspiro—. Yo le advertí a Nahui que no era buena idea, pero Gretchen le insistió y... el Gusano hasta moriría por ella, así que lo tomó como aprendiz. El pollito solo quería estar lo suficiente cerca para ganarse su confianza y buscar algún punto débil.

—Aaron me contó cómo lo hizo, ¿cómo fue que vos llegaste ahí?

—Rata lo encontró muy malherido, se estaba desangrando y tenía el cuerpo entero quemado, pero ya no había fuego, Nahui había logrado extinguirlo —dijo y sopló el humo de su cigarrillo—, me llamó a mí por nuestro contrato, no había tiempo para perder, Nahuel estaba vivo, agonizando pero vivo, y en Mörder ya se corría la voz de su muerte. Le di la opción de aparecer así en Mörder y matar al puto pollito, o seguir muerto. Él preferirió seguir muerto. Lo llevé a una clínica con la que en esa época tenía trato, mientras que Rata y los barrenderos consiguieron un cuerpo de la misma altura y contextura que Nahuel. Le hicieron los mismos disparos y lo quemaron hasta quedar irreconocible. Solo luego de eso llamaron a Gretchen.

—¿Por qué no intentó vengarse?

—Ni siquiera lo considera una amenaza, para él es una perdida de tiempo, pero ahora que se metió con Gretchen... —La miró fijo a los ojos grises, rodeados de aureolas moradas—. No sé qué tan neutral se va a poder mantener.

—Yo... lo amaba, sufrí mucho su supuesta muerte, pero aún así... —susurró Erica con lágrimas nuevamente en sus ojos—. Aaron me hizo todo esto porque era divertido para él, porque le excitaba lastimarme, yo creí... Creí que me amaba.

Él la miró con pena y estiró su mano hacia ella, la invitaba a pensar si aceptarla o no, y Erica depositó con seguridad su mano sobre la de él, que la apretó con cariño.

—Está bien, engel, ya estás a salvo —dijo con suavidad—. Le pedí a Rata que investigue el paradero de tus padres, seguro el pollito los llame para la limpieza. Rata va a recuperar sus cuerpos y vas a poder darles un entierro digno. Te lo prometo.

Se quedaron en silencio, ninguno dijo nada porque ambos estaban igual de pensativos. Ella pensaba en Aaron, quien había sido su amado, y él no podía dejar de pensar en Moira, su mejor amiga, muerta a manos de él.

Tratando de cubrir ese silencio incómodo, Erica comenzó a hablar, trató de cambiar de tema, para que al menos pudieran olvidarse del dolor un momento.

—Tengo un poco de hambre, tal vez sea buena idea pedir comida, no me siento bien para cocinar.

—Lo que quieras, mein engel, pedí lo que quieras —dijo y le extendió su teléfono—. Colocá tu huella.

—¿Mi huella?

—Quiero que dejes guardada tu huella, que no necesites de mí para pedir o hacer lo que desees con mi teléfono —explicó con una sonrisa—. Poné tu huella.

Erica obedeció de forma sumisa, luego comenzó a buscar algo para encargar, mientras que él la miraba con atención. Cada rasgo, cada parte herida de su rostro.

—Erica —dijo para llamar su atención—, soy completamente tuyo, mi vida entera es tuya. Si quisieras matarme, podrías hacerlo y moriría feliz. Soy completamente tuyo, y todo lo mío te pertenece. Mi vida te pertenece.

Ella lo miró con sorpresa y sintió sus mejillas arder, no tardó en correr la mirada con nervios.

—Él... me quitó el collar, se lo quedó...

—Puedo darte otro, puedo darte lo que quieras —dijo con una sonrisa.

—Me gustaba mucho... —admitió con tristeza.

—Puedo darte uno mejor, no te preocupes, engel.

Ella lo miró a los ojos celestes que parecían brillar de alegría por verla ahí, volvió a correr la mirada con nervios, se sentía algo incómodo aún.

—¿Por qué? ¿Por qué acosarme tanto? ¿Por qué hiciste todo lo que hiciste? Decís que me amás pero me azotaste, peleaste contra mí para verme sufrir, intentaste aprovecharte de mí en las terrazas, ¿por qué? ¿Realmente pensaste que así lograrías que te ame?

Él sonrió al mirarla fijo.

—¿Querés saber por qué? Cada paso que doy tiene justificativo... —dijo y volvió a encender un cigarrillo—. Quise pelear contra vos porque Gretchen te desfiguraría el rostro a golpes, yo solo me dediqué a divertirme con vos, pero no te golpeé. ¿Por qué te azoté? Porque Gretchen no pararía hasta arrancarte la carne de los huesos, la conozco demasiado y ya la he visto hacerlo. Solo quise ayudarte, quizá para vos esa no era la forma, pero para mí fue lo mejor, no quería que te hiciera daño. Hacerlo yo significaba que sería más suave que ella, significaba no darle el poder sobre tu vida, mein engel. Me gustaría haberlo hecho de una forma menos difícil, pero habría levantado sospechas con Gretchen y...

—¿Y qué?

—Ella ya hizo que mataran a una novia mía cuando se enteró que me importaba, no iba a permitir que se metiera con vos.

—¿Por qué? ¿Por qué tanta fascinación, por qué la obsesión conmigo?

—Porque me enamoré de vos, porque te amo, porque deseo tenerte a mi lado eternamente... por eso.

—No puedo amarte, lo siento —lo miró con tristeza y suspiró—. Sé que lo voy a olvidar a Aaron, sé que debo olvidarlo, pero aún es pronto para todo, aún hay una parte de mí que cree que todo es mentira y... No sé si algún día podré amarte a vos, solo puedo ofrecerte amistad, solo eso, sin acosos, sin perversiones, solo amistad. Aún necesito poder conocerte.

—Entiendo —bajó la mirada con tristeza, luego comenzó a reírse refregándose la nuca con nerviosismo—. Bueno, prefiero que me veas como amigo a que me desprecies continuamente, ¡de odio a amistad es un gran paso! ¿Quién sabe? Quizás en un futuro la amistad se pueda convertir en amor. Aunque lo deseo, no tengo fe en ello, no me hago ilusiones.

—No te ilusiones, así que... ¿amigos? —le extendió la mano con una sonrisa, él sonrió de igual forma, feliz, y aceptó su mano.

—Amigos.

La miró a los ojos grises de forma intensa, pero con felicidad. Llevó su mano hacia el rostro de ella para poder correr un mechón de cabello tras la oreja.

—¿Puedo ver tu espalda? —preguntó con un gesto triste.

Erica pareció tensarse ante ello, pero se acomodó en la silla de tal forma que su espalda quedara hacia él. Se quitó con cuidado la camisa que tenía puesta y se cubrió los pechos desnudos con ella. Él se acercó un poco con la silla y miró la espalda llena de cicatrices en ella, cicatrices que le produjo él con el látigo.

No pudo evitar tragar saliva al ver cada una de esas marcas, sintió angustia atormentarlo, pero se animó a llevar su mano hacia esa piel. Rozó con sus dedos cada una de las cicatrices en ella, y la oyó sollozar, aunque Erica intentaba disimular.

—Sé que con pedir perdón no se van a ir —dijo él en un susurro, y apoyó con cariño su mano en la espalda de ella—, pero perdón, Erica, lo lamento mucho. Debí... Debí encontrar otra forma de ayudarte ese día, debí...

—Está bien, te perdono —dijo ella en un susurro, con su voz quebrada—. A tu manera intentaste ayudarme, yo... intenté ayudar a Lucas y para hacerlo tuve que... tuve que hacer cosas imperdonables. Él no me va a perdonar nunca.

—Lo va a hacer, no te preocupes, engel —dijo con un suave tono de voz y se alejó de ella para que pudiera vestirse.

El Loco se puso de pie y se alejó de ahí, deseaba alejarse de ella lo más posible, para darle su espacio, para que pudiera en verdad confiar en él, pero la voz de Erica lo retuvo de salir del comedor.

—Loco, hay algo que quiero saber de vos si vamos a ser amigos.

—¿Qué cosa? —respondió sin voltear para verla.

—Tu nombre, quiero saber tu nombre, no quiero seguir diciéndote «Loco».

—¿Mi nombre? —volteó para verla, dudaba si responder o no, y entonces en voz baja respondió—: Jack, mi nombre es Jack.

—¿Jack? Pero... ¿ese no es el nombre del bebé de Moira?

—Sí... —sonrió con tristeza al recordarla—. Cuando llegué a matar a su esposo lo encontré golpeándola, sin importarle que tuviera cuatro meses de embarazo. Lo maté lenta y dolorosamente, porque me parece algo imperdonable. Tengo ciertos códigos aunque no lo parezca... —suspiró, para luego sonreír—. Cuando la llevé al hospital dijeron que perdería al bebé, pero se equivocaron, no lo perdió, y le pagué todo con tal de que cuide de Hund. En modo de agradecimiento le puso mi nombre a su hijo, y yo le di mi apellido.

—Entiendo —Lo miró fijo y sonrió—. Es un bonito nombre.

Él volteó para irse, tratando de retener los deseos de llorar que sentía, junto a la angustia que lo atormentaba en la garganta por su miedo de perder al pequeño Jack. Sin embargo, una sonrisa alegre se dibujó en su rostro al oír las últimas palabras de Erica antes de que se retire.

—Gracias, Jack...


Buenas, gente, quería actualizar mañana, pero mañana voy a estar cocinando todo el día por el año nuevo, así que se los traigo hoy <3 para que empiecen bien el año.

Que tengan un feliz año nuevo y disfruten de la maratón <3 no olviden dejar sus comentarios.

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