Capítulo N° 18 | parte 3
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Estaba cerca de ser la hora de salida, solo faltaban diez minutos, por ese motivo, luego de haber hablado con Gretchen, Chris dirigió su mirada hacia Erica dormida ahí a su lado, de espaldas. Él la había tapado, porque varias veces al moverse se le habían escapado los senos del vestido o se le subía la falda.
Con suavidad apoyó su mano en la espalda de ella para moverla un poco y así, hablándole, poder despertarla.
Erica parpadeó un poco antes de abrir los ojos, se sentó un poco aturdida cuando Chris le explicó la situación. Comenzó entonces a ponerse nuevamente las botas y peinó un poco su cabello.
Estaban a punto de salir de la habitación, pero Erica lo retuvo a Chris con su voz.
—Luego de regresar... —dijo ella en un susurro—, ¿vamos a poder hablar al menos?
—Lo menos posible, Eri. Yo me tengo que concentrar en hacerme más fuerte y vos también.
Erica entonces lo abrazó con cariño, apoyó su cabeza en el hombro de él, quien también devolvió el abrazo, porque sabían que quizá no podrían repetirlo otra vez.
—¿Puedo preguntarte algo? —Erica no se separó de él al decirlo, lo aferró un poco más.
—Podés preguntar lo que quieras, pero puedo no responder.
—¿Cómo se llamaba tu hermano? Quiero recordarlo.
Chris se quedó en silencio por un instante y hundió su nariz en el cabello aún algo húmedo de Erica.
—Sebastián...
Erica se alejó un poco y le dirigió una sonrisa, luego de ello salieron del lugar tomados de la mano, para continuar con la farsa hasta llegar al auto que pasaría a buscarlos por orden de Gretchen.
Celeste y Martín ya estaban en Naemniki, habían llegado hacía una hora y pasaron su parte de la misión a Gretchen.
Estaba amaneciendo, y fuera del hotel los esperaba un auto negro de vidrios polarizados, pero no subieron sino hasta que el conductor bajó una ventanilla para demostrar ser de Mörder. Erica se sentó atrás, mientras que Chris en el asiento del acompañante, para acabar en ese preciso instante con la farsa que habían armado como estrategia para pasar desapercibidos.
Viajaron en silencio todo el trayecto, y en menos de diez minutos ya se encontraban en la mansión Moms. Sin embargo, cuando ellos quisieron ir hacia la oficina, el asesino les explicó que debían ir a la habitación de Gretchen. Ambos se miraron con sorpresa y fueron guiados hacia allí, ya que ninguno sabía en realidad dónde era.
Debieron subir las escaleras de la mansión, tan bella y elegante, hasta detenerse en una puerta blanca con picaporte dorado brillante, parecía incluso pulido. Chris golpeó la puerta y al oír el permiso de entrada, la abrió para poder pasar junto a Erica.
Mayor fue la sorpresa al ver a Gretchen sentada frente a un tocador, con una delicada bata negra con seda y encaje. Se estaba peinando el cabello con una enorme sonrisa en el rostro, y no necesitaron explicación respecto a esa sonrisa y luz radiante en ella. La respuesta estaba allí.
El Loco se encontraba sentado en la cama con su espalda apoyada en el respaldo acolchado, tenía el torso desnudo y fumaba un cigarrillo con tranquilidad, e incluso el cinturón de su pantalón se encontraba desabrochado.
—¿No son las seis de la mañana? —inquirió Erica al oído de Chris.
—Christopher, Princesita, acérquense —dijo Gretchen y dejó el cepillo sobre el tocador.
Ambos se acercaron a ella, quien giró en su silla y se cruzó de piernas para poder verlos.
—¿Tenés las fotos? —preguntó al mirar a Erica.
—Sí, están en mi mail, no las tengo en la galería —explicó y tomó su teléfono del bolso para poder buscar las fotos—. ¿Debo mostrarte y decirte lo que vi, frente a ellos?
—Sí.
Erica tragó saliva y miró de reojo al Loco, no parecía estar prestándole atención a ella, más bien se veía más interesado en disfrutar su cigarrillo.
—Julio estaba junto a dos japoneses, la mujer no se separaba de él ni un instante, el hombre fue quien me interrogó —dijo y apretó sus labios—. Habían gente con trajes grises y máscaras blancas con una lágrima roja bajo el ojo. Piero se encontraba allí, también una barrendera, y hablaban de un posible ataque a vos.
Gretchen la miró con seriedad y luego dirigió su mirada hacia el Loco, quien de repente había mostrado mucho interés en la conversación.
—¿Cómo era la japonesa? —preguntó él con su ronca voz.
—Pequeña, no era muy alta. Delgada, de rostro ovalado y cabello largo y negro. Tenía cara de que podría haberme arrancado la columna sin dudar —dijo Erica al torser sus labios.
—Es la shinigami, schlampe —dijo el Loco mirando a Gretchen.
El rostro de él se veía extrañamente preocupado, pero el de Gretchen se había convertido en pánico.
—Wolff, ¿seguís teniendo el número de la lesbiana esa? —dijo Gretchen y se puso de pie casi con desesperación.
Él frunció el ceño.
—¿A quién te referís?
—La rusa esa, la lesbiana.
El Loco apretó los labios con molestia antes de responder:
—Su nombre es Svetlana Sergeévna Kolzova —dijo con una falsa sonrisa—. Y sí, sí lo tengo.
—Llamala, que venga.
Mientras que el Loco insultaba en alemán por lo bajo para llamar a Sveta, Gretchen continuó haciendo preguntas.
—Explicame por qué debería importarme que hubiese una barrendera ahí —dijo con sus ojos oscuros clavados en los de Erica.
—Los barrenderos son neutrales, no se meten en los problemas de D.E.A.T.H. —explicó ella—, que una estuviera ahí siendo el dueño Julio, en su cumpleaños y en una reunión con planes de ataque, me parece algo digno de analizar.
—Christopher —Lo miró fijo—, tu misión era observar la seguridad, ya me pasó el parte Martín. ¿Tenés algo para agregar?
—Sí, que estaba la enfermera, Noelia, allí con unos asesinos y era quien manejaba la seguridad —dijo él.
Erica lo miró con sorpresa, porque él no le había contado nada al respecto.
—¡Te lo dije! —acotó el Loco luego de colgar la llamada—. ¡Te dije que esa perra estaba con Piero! Te dije hace muchos años que te deshicieras de ella.
—Explíquenme otra cosa mientras llega la rusa esa —Los miró a ambos con esa mirada fría e impasible—. ¿Por qué, si debían estar separados y no cruzarse, terminaron juntos en un hotel?
—La barrendera me conoce el rostro —explicó Erica con su ceño fruncido—, no me dio tiempo a seducir a algún imbécil para disimular, Christopher estaba ahí. Supuestamente no nos conocíamos así que no levantamos sospechas, ir al hotel sirvió para seguir con la farsa.
—¿Y por eso tienen el pelo mojado? —se rió Gretchen—, no me interesa si se acostaron o no, siempre y cuando cumplieran con la misión.
—No lo hicimos —se quejó Chris—, bañarnos fue mi idea para evitar vernos sospechosos. ¿Quién va al telo y sale con el cabello seco?
—¿Me estás diciendo que estuviste en un cuarto de hotel con ella vestida así, y no metiste tu pito en ella? —inquirió el Loco con una sonrisa torcida—. Definitivamente gay.
—Definitivamente no una bestia salvaje que solo piensa con la pija —escupió él.
—¡Me importa una mierda si lo hicieron o no! —gritó Gretchen con fastidio—. No tiene nada de malo que los amigos se diviertan.
El Loco trató de no reírse en vano, porque comenzó a reírse a carcajadas con ella mirándolo con odio.
—¿Eso significa que sí estabas con él? —se rió el Loco—. No te la puedo creer.
—No te interesa —escupió Gretchen con asco.
Erica y Chris se miraron entre sí sin comprender nada de lo que estaba pasando, por ese motivo Erica quiso volver al tema principal.
—Julio nos dejó ir —Al decirlo captó por completo su atención—, cuando el japonés me prohibió retirarme. Quizá no me vio como amenaza, pero quizá...
—Quería que me lo dijeras —continuó Gretchen.
—O... —el Loco llamó nuevamente la atención al hablar, se puso de pie y acomodó su cinturón—, Julio sabe perfectamente quien es el angelito y la dejó ir por otro motivo.
—¿Por qué sabría quién soy? —preguntó Erica con sorpresa—. Soy una don nadie.
—No, no lo sos —insistió él con su mirada fija en ella—. Sos la noviecita del pollito, el mejor profesional de Mörder.
—Julio no le tuvo miedo a Nahuel ni cuando casi lo mata asfixiado por golpearme, menos le va a temer a Aaron —se rió Gretchen—. No tiene sentido lo que decís. Es más probable que mi hermano planee algo, siempre está planeando algo más.
La puerta fue golpeada y Gretchen le ordenó a Chris que abriera. Sveta estaba ahí, se la veía agotada y con ojeras bajo sus ojos, pero incluso así no dudó en sonreírle a Erica y acariciarle la cabeza con cariño.
—¿Me buscabas, Gretchy preciosa? —Sveta la miró con una sonrisa lasciva de arriba hacia abajo—. ¿Al fin aceptaste mi propuesta?
—No —dijo con un gesto asqueado—, y hablame con el respeto que merezco como heredera Moms, asquerosa, yo no soy Héctor y no soy tu amiga.
El rostro de Sveta se oscureció de repente de una forma muy intimidante que asustó a Erica a su lado.
—Tal vez deberías replantearte cómo dirigirte a mí, Gretchen —dijo con su barbilla alzada y su mirada fría clavada en ella—, sigo siendo una heredera de los Capa Roja.
—Rusa.
Sveta dirigió su mirada hacia el Loco, quien la miraba con la misma oscuridad. El ambiente, de repente, se había vuelto muy tenso, y tanto Erica como Chris sintieron que en cualquier momento esos tres podían comenzar a matarse.
Sveta suspiró y apoyó su mano en la cabeza de Erica, con una sonrisa.
—¿Qué necesitabas de mí? —preguntó.
—Que midas el pulso de la princesa ante mis preguntas, es algo que vos podés hacer, ¿verdad? —La miró con frialdad.
Sveta entonces, sin siquiera pedir permiso, se sentó a los pies de la cama de Gretchen e instó a Erica a sentarse junto a ella. Tomó sus muñecas y apretó allí, sobre sus venas, para poder sentir su pulso. Erica estaba muy nerviosa, y eso era muy notorio para Sveta.
—Tranquila, pequeña —le dijo con una sonrisa para ayudarla a relajarse.
—¿Quién te interrogó? —preguntó Gretchen.
—El japonés, se llamaba Akihiko.
—¿Le dijiste algo respecto a la misión? —Su mirada se volvió más dura.
—No.
Gretchen miró a Sveta ahí, quien con un gesto le demostró que todo estaba en orden.
—¿Cómo llegó a interrogarte?
—Me tomó de la mano cuando pensaba seducir a alguien para acercarme a Julio, fingí entonces estar interesada en él —dijo y tragó saliva. Sveta levantó la mirada para verla porque su pulso estaba acelerado por los nervios, pero se normalizó unos instantes después—. No fue difícil fingir, estaba muy bueno.
—Christopher dijo que fuiste drogada, ¿dijiste algo estando en ese estado?
—No, creo que incluso me era más fácil mentir así.
—¿Qué droga usaste?
—Creemos que era marihuana con opio —acotó Chris—, por los síntomas.
Gretchen miró enseguida al Loco, apoyado en la pared con los brazos cruzados.
—A vos te dieron una vez, ¿verdad?
—Algo así, fumamos con Nahu y Héctor, y luego nos dieron de comer opio al mismo tiempo. Terminé ayudándole a Nahu a limpiar tus persianas por dos horas con un cepillo de dientes —se rió ante el recuerdo—, pero no es tan grave como para soltar la lengua. Solo estás más estúpido y enfocado en estupideces, como la mugre de esas persianas, por ejemplo. Aunque el sexo así es genial, debo admitirlo.
—Mis uñas —murmuró Erica al mirarse las manos, que fue lo que más había estado mirando durante la noche.
—¿Qué más pasó en la interrogación? —preguntó Gretchen.
—Me revisó el celular —respondió sin darle mucha importancia, pero al ver el rostro consternado de Gretchen comenzó a reírse—. Eliminé muchos contactos, cambié nombres, borré chats comprometedores y también la copia de seguridad. Las fotos las dejé en el mail y las eliminé de la galería, solo quedaron las selfies que me saqué como una chica normal en una fiesta. Es lo único que vio.
—Muy bien, princesa, me sorprende tanta eficacia —se rió Gretchen y extendió su mano para que le diera el teléfono y así poder ver las fotos mientras la interrogaba—. ¿Cómo lograste escapar de esa interrogación?
—Me mantuve en mi papel de chica coqueta y desesperada, y no me defendí cuando quiso golpearme —suspiró—, mentir es fácil, tratar de no defenderme es la parte difícil, pero pude hacerlo. Luego me incorporé a un grupo de chicas con las que estuve bastante tiempo.
—Christopher —Gretchen lo miró fijo—, vos andabas por ahí. ¿Se veía creíble?
—Visto y considerando que para hablarme me coqueteó, sí, era muy creíble —respondió y tomó su paquete de cigarrillos, pero ya no le quedaba ninguno, por ello suspiró—. Lo único sospechoso en ella es que estaba sola, y es poco creíble que viéndose así no estuviese con alguien. Quedarse conmigo fue una buena decisión.
El Loco le arrojó su paquete de cigarrillos, Chris lo tomó en el aire y tomó uno, para luego devolverle el paquete. Lo encendió, para después suspirar aliviado al sentir ese sabor a tabaco en su boca.
—Era tan creíble que ese grupo de chicas la protegió creyendo que alguien podría aprovecharse de ella, y no me permitieron acercarme —explicó.
Gretchen no agregó nada, se entretuvo mirando las fotos. Acercó una de ellas para poder ver mejor la máscara con gota roja de algunos de ellos.
—Princesa —dijo con un tono de voz duro—, vas a ir a ver a Fosa.
—¿Ahora? —chilló con sorpresa.
—Sí, esto también le incumbe a él.
Gretchen se reenvió las fotos, antes de eliminarlas del teléfono de Erica y devolvérselo.
—Christopher y Kolzova, pueden irse. Luego les llegará su pago.
Chris miró a Erica de reojo antes de irse de allí. Asintió con respeto hacia Gretchen y se retiró junto a Sveta, quien pasó su brazo tras el cuello de él de manera amistosa.
En la habitación solo quedaron el Loco, Gretchen y Erica, quien se encontraba encogida de hombros y muy nerviosa por ello. Estar encerrada junto a ellos dos era realmente intimidante.
—Quedate ahí sentada mientras llamo a Fosa.
Erica no se movió de su lugar, se quedó encogida de hombros y se cubrió el escote con las manos cuando se percató de que el Loco la estaba mirando con atención, fijo y de una manera extraña.
Gretchen estaba discutiendo con Fosa por teléfono, primero insultaba en español, luego en alemán y terminó en francés, y aunque Erica no podía oír lo que Fosa respondía, estaba segura de que él también estaría muy enojado del otro lado.
Cuando Gretchen colgó la llamada, giró rápidamente para ver a Erica.
—Levantate, vas a ir a verlo. Le reenvié la foto.
—¿Puedo cambiarme primero?
—Tenés quince minutos, luego de eso Wolff te llevará.
—¿Yo? —Él la miró con sorpresa—. Yo no soy tu puto sirviente.
—Él dijo específicamente que solo aceptaría ahí a la princesa y a vos, y que si veía a alguien que no fueran ustedes los mataría.
—Puedo ir sola en la moto —dijo Erica con seriedad—, no pienso ir con esa bestia.
—Lo harás porque tus dos jefes te lo ordenan.
Erica masculló insultos por lo bajo y salió de la habitación para poder ir a cambiarse. Tenía solo quince minutos para hacerlo, por eso lo primero que hizo fue quitarse las botas para poder bajar las escaleras corriendo.
Estaba segura de haber roto algún récord cuando llegó a la habitación y comenzó a desvestirse rápidamente. Se colocó un sostén deportivo que ajustara sus pechos en caso de tener que pelear, porque con Fosa todo era posible. Luego una biker negra y una sencilla remera blanca. Se colocó zapatillas cómodas y, antes de salir corriendo nuevamente, miró a Sveta acostada en la cama, se cubría el rostro con el brazo y parecía dormir. Estaba muy agotada los últimos tiempos.
Cuando logró llegar hasta el ascensor de una sola corrida, esperó con sus manos apoyadas en las rodillas. Estaba agotada, había dormido poco menos de una hora en el hotel, pero aún así su cuerpo necesitaba un descanso. Se apoyó en la pared del ascensor con un suspiro, porque no pensaba utilizar las escaleras, no en ese momento.
Fuera de la mansión vio al Loco con lentes de sol, la estaba esperando cruzado de brazos, apoyado en un auto. Al verla se subió para poder manejar y esperó a que ella se subiera.
Aunque Erica quiso sentarse atrás para no estar junto a él, le pareció mejor sentarse a su lado para poder vigilar sus movimientos.
El viaje fue silencioso, ninguno dijo nada, incluso cuando ella creyó que él aprovecharía ese momento a solas. No dijo nada, al menos hasta llegar a la ubicación. Giró enseguida hacia ella y le extendió un cuchillo con funda.
—Por si las dudas —le dijo con seriedad.
Erica dudó un instante y terminó por tomar el cuchillo, lo escondió atrás bajo su ropa.
Bajaron del auto y caminaron con cautela hacia una casa donde los esperaba Fosa. Erica estaba segura de que no sería el hogar de él, no era tan tonto para llevarlos hacia su vivienda.
La puerta estaba abierta, y dentro se oía una bonita música de violín. El Loco se adelantó, dejando a Erica tras él, y así recorrieron la casa hasta que encontraron a Fosa sentado en un tupido sillón con las piernas cruzadas y un cigarrillo en su mano. No llevaba máscara ni tampoco guantes.
—Gusano —dijo el Loco con dureza.
Fosa señaló con su mano los asientos frente a él, de una forma elegante y educada. Por ello, el Loco fue el primero en sentarse allí y Erica dudó un poco más, pero terminó por obedecer por miedo a una reprimenda. No quiso mirarlo directo, no sabiendo que no llevaba máscara.
Pese a que Fosa se veía muy tranquilo, su presencia se sentía muy intimidante, incluso para el Loco que no le quitaba los ojos de encima ni un solo instante.
—Bombita —dijo con dureza y se dirigió a ella—, ¿estás segura de que esa chica era una de mi gente?
—Sí, era La Viuda —dijo con la mirada baja.
—¿Estabas sobria cuando la viste?
—No, pero era La Viuda —insistió ella.
—¿Y debo creer en la palabra de una novata ebria?
Erica levantó la mirada y, por primera vez, pudo ver su rostro. Tenía algunas partes del rostro quemado, especialmente el costado izquierdo. El lado derecho casi no tenía quemaduras. Sus ojos eran celestes grisáceos de mirada dura e impasible, era una mirada de hielo y sangre peor que la de Julio Moms. Si creyó que los ojos de Julio eran la representación de Jonathan, estaba equivocada. La mirada de Fosa sí lo era.
—Gusano —dijo el Loco con una voz fuerte, lo miraba fijo y con dureza—. Bajá un cambio.
Fosa fumó tranquilamente de su cigarrillo y miró a Erica ahí, encogida de hombros y asustada.
Cada tanto ella levantaba la mirada para verlo, el rostro de Fosa era delgado y alargado, algo cuadrado. Estaba segura que antes de esas quemaduras seguramente había sido alguien muy apuesto, pero muy intimidante.
—No le tomé fotos a ella, era La Viuda me creas o no —dijo Erica con su ceño fruncido—, ¿no se supone que son neutrales?
—Lo somos. —Apagó el cigarrillo en un cenicero a un costado y la miró de esa forma que le calaba hasta los huesos—. Hablame de los enmascarados.
—Llevaban traje gris, como de oficinista, máscaras blancas lisas con una lágrima roja bajo un ojo —dijo, pero él no mostraba nada ante esa información—, estaban junto a Julio y unos japoneses.
—¿Qué japoneses?
—La shinigami y su hermano —acotó el Loco y colocó un cigarrillo en los labios para luego prenderlo—, parece que son los guardias de Julio.
El rostro de Fosa mutó en menos de un segundo a sorpresa, pero luego esa sorpresa se convirtió en ira. Sus cejas negras estaban caídas sobre sus ojos de forma dura, y tenía sus labios apretados.
—Gretchen necesita mejores guardias —dijo de repente.
—Me tiene a mí —agregó el Loco.
Fosa miró a Erica.
—Esos enmascarados que viste son desertores de Mörder y los barrenderos, formaron un grupo aparte de limpiadores. Hace unos años atacaron a Rata para quitarle el poder —explicó—. No pudieron, porque estaba yo ahí. Si en verdad La Viuda estaba ahí, significa que es una espía de ellos o es una traidora. Voy a investigar al respecto.
—¿Qué le vas a hacer? —preguntó Erica y tragó saliva.
—Si lo que decís es cierto, ella va a desaparecer junto a todo aquel que la haya apoyado.
Se puso de pie y dio unos pasos para acercarse a Erica, sin embargo el Loco se atravesó en el medio.
—Yo que vos tendría mucho cuidado, Gusano —dijo con un tono de voz agresivo.
—Y yo que vos me haría a un lado, Wolff —respondió de la misma forma.
Se miraron fijo de esa forma por un rato, y cuando Fosa se hizo a un lado rápidamente para esquivarlo, el Loco lo tomó de la muñeca. Fosa entonces giró rápidamente y lo tomó del cuello, con fuerza.
—No empieces algo que puede acabar mal, Wolff —dijo entre dientes.
—Verdad, Gusano.
El Loco apretó más la muñeca de Fosa, y este apretó con su otra mano el cuello del Loco, al menos hasta que este rompió el agarre con su otro brazo y le lanzó un puñetazo que Fosa frenó instantáneamente.
Erica se levantó rápidamente y se corrió hacia un costado porque aquellos dos hombres inmensos habían comenzado a pelear, aunque ningún ataque lograba tocar al otro. Todos eran frenados demasiado rápido, porque los dos eran muy ágiles, veloces y fuertes.
Tocó el mango de su cuchillo y cuando notó que la pelea se estaba volviendo más peligrosa decidió meterse. Saltó y colocó el cuchillo en el cuello del Loco, que era quien estaba más cerca de ella.
—¡Paren un poco, bárbaros imbéciles!
—Mein engel —susurró el loco con sorpresa.
Estaba con las piernas enredadas en la cintura de él, una de sus manos estaba aferrada a su pecho, y en la otra sostenía su cuchillo.
—Aprendiste bien —dijo Fosa de repente y se alejó unos pasos.
Luego de eso, Erica soltó al Loco y se bajó para quedar a su lado. Miró fijo a Fosa ahí, que la miraba fijo y con frialdad.
A su lado, el Loco la miraba de reojo mientras se tocaba el cuello con una mezcla de sentimientos muy contradictorios, por un lado orgulloso de ella, por el otro sintiéndose traicionado.
—¿Quieren café? —preguntó Fosa y les dio la espalda para poder alejarse, como si no hubiese pasado nada.
Ni Erica ni el Loco respondieron, pero él comenzó a caminar para poder seguirlo. Ella observó su espalda ancha y dura, suspiró y decidió también seguirlos.
Fosa les sirvió café a ambos y colocó las tazas en una mesa redonda que había allí, en la cocina. Con su mano los invitó a sentarse.
—¿Y Rata? —preguntó el Loco y movió una de las sillas para poder sentarse allí.
—No lo sé, no le pregunto lo que hace de su vida —dijo sin darle mucha importancia.
Erica se sentó en el medio de ambos, los miró de reojo a los dos porque no estaba segura de entender. ¿Esa era la casa de Rata? Temía preguntar.
—Bombita —dijo Fosa de repente para llamar su atención—, una vez descubra la verdad respecto a La Viuda, dependiendo el resultado deberé darte algo a cambio.
—Debo darle el cuarenta por ciento de mi pago a un compañero por haberme ayudado —dijo con un chasquido de lengua—, si querés darme algo que sea dinero.
—¿Dinero o clases avanzadas? —preguntó—. Ofrezco ambas, vos elegí.
—Clases avanzadas —susurró el Loco muy por lo bajo.
Y aunque Erica llegó a oírlo, ella luego pensaría bien qué opción le convenía más.
Bebieron el café, ella estaba en silencio mientras que Fosa hablaba en alemán con el Loco, eso le molestó bastante porque ella no lograba comprender ni una sola palabra de lo que decían, y sintió que lo estaban haciendo a propósito.
—Me dijeron que hablás francés —dijo Fosa de repente en ese idioma, mirando a Erica.
—Sí, ¿ahora estás queriendo esconderle al Loco la conversación? —preguntó y dejó la taza en la mesa—. ¿Como me hicieron a mí recién?
—Sí —dijo sin darle mucha importancia—, si mis empleados comienzan a rebelarse e ir con otra unidad, para unirse a su vez a la rebelión contra Gretchen, necesito saber qué tan confiable sos vos. El Loco sale en tu defensa ante el mínimo intento de acercarme o la mínima frase, hablarte así es mi manera de que no se meta. Si te encuentro sospechosa, si descubro que pensás traicionarme, ni el Loco va a poder salvarte.
—Le puse un cuchillo en el cuello a él en vez de a vos. Eso debería significar algo —se quejó ella.
—Que sabés que puedo matarte.
—Él también puede hacerlo.
Fosa la miró en silencio y dejó la taza de café apoyada en la mesa con mucho cuidado. La miró fijo a los ojos grises, y ella lo observó también fijo a los ojos celestes grisáceos, eran algo opacos, no tan claros y brillantes como los del Loco.
—¿Sabés quiénes son los mejores en espionaje en todo D.E.A.T.H.? —le preguntó ya en español, pero ella negó con la cabeza—. Kolzova y Sabatini.
—Creí que sería Gretchen —acotó con sorpresa.
—Sí, ella y Nahuel lo eran, especialmente si lo hacían juntos —dijo con su rostro serio—, pero ya no. Actualmente son Kolzova y Sabatini. Me dijeron que sos bastante buena también, te recomiendo aprender de Kolzova.
—¿De Sabatini no?
—Dudo que él te enseñe realmente a ser buena —dijo con una sonrisa de lado y miró al Loco—. En un par de horas sabré la verdad, dependiendo de esta verdad me comunicaré con uno de ustedes.
—Para hablarme a mí te comunicás a través de Gretchen —dijo Erica con un suspiro.
—Ya no —Tomó su teléfono y con su huella dactilar lo desbloqueó, para luego colocarlo junto a Erica—. Anotá tu número, a partir de ahora me voy a comunicar directamente con vos, sin Gretchen como intermediaria.
—Gusano —dijo el Loco de repente—, solo podés hacerlo si ella pasa a formar oficialmente parte de los barrenderos, y no puede serlo porque no puede ser neutral.
Dijo algo en alemán que Erica no entendió, y Fosa respondió en el mismo idioma, para segundos después decir.
—Esta será mi única excepción —Miró a Erica fijo y de forma intimidante—, pero ya estás advertida.
Fosa tomó su paquete de cigarrillos y colocó uno en sus labios para poder encenderlo. Fumó con sus ojos cerrados y luego dejó ir el humo.
—Hacía mucho que no veía tu rostro —dijo el Loco en alemán.
—En este momento tengo preocupaciones más importantes que evitar que una niña vea mis cicatrices.
Sopló el humo de su cigarrillo y se puso de pie.
—Ahora pueden irse, si regresa Rata y encuentra a la Bombita acá va a decirle algo indecente, vos te vas a poner insoportable y van a llenar el hermoso piso de parquet con sangre, y yo me veré obligado a matarlos por eso.
Ambos, Erica y el Loco se pusieron de pie para irse, ella saludó con un movimiento respetuoso a Fosa antes de salir de allí.
Caminó delante del Loco porque quería irse rápidamente de allí, quería subirse al auto y regresar a Naemniki a descansar.
El Loco se sentó y encendió el auto para poder regresar.
—Hablás con mucha confianza con él —dijo Erica sin mirarlo.
—Nací literalmente en la enfermería de Mörder, conozco a todos y cada uno de los asesinos que pasaron por allí —dijo él sin darle mucha importancia—. Es un bastardo hijo de perra al que no hay que quitarle la vista de encima.
Erica no agregó nada más, se quedó en silencio mirando por la ventanilla.
—Quedate con el cuchillo —le dijo él—, es un obsequio.
—No lo quiero.
Lo quitó de su escondite y lo dejó apoyado ahí frente a ambos.
—No es momento de ser orgullosa, engel —dijo con un chasquido de lengua—. Si se viene algo jodido, vas a tener que estar armada, y yo no utilizo armas malas. Ese cuchillo es lo mejor que podrías tener.
Ella no dijo nada, pero lo miró de soslayo. El Loco estaba concentrado en el frente y no parecía prestarle particular atención a ella.
No hablaron durante el resto del viaje, no hasta que llegaron a Naemniki.
—Erica —le dijo dentro de la mansión antes de que debieran separarse, y ella apenas si giró para verlo—. Es el aniversario de fallecimiento de la hija de la rusa. Quedate con ella.
Erica solo asintió como respuesta y se dirigió a su habitación, porque sería él el encargado de pasarle el informe a Gretchen. Erica solo deseaba recostarse un rato y descansar. Se dejó caer tal cual estaba en la cama, y allí al lado seguía durmiendo Sveta.
No tardó mucho tampoco en dormirse, cerró sus ojos y en cuestión de segundos quedó dormida.
Se despertó unas horas después cuando alguien le tocó el rostro, allí estaba Aaron sentado junto ella con una sonrisa.
—Buen día, princesa —le dijo con una sonrisa y le dio un beso en la frente—. ¿Podemos hablar?
Ella parpadeó un poco pero asintió mientras se refregaba los ojos, dio un pequeño bostezo y miró a Aaron allí.
—Me enteré de que tuviste que fingir estar con ese tipo —dijo con el rostro serio—, ¿te hizo algo?
—No.
—¿De verdad? —le acarició el rostro y la miró fijo a los ojos—. Si te hizo algo...
—No me hizo nada. Cumplimos con la misión —explicó Erica, quiso sentarse pero él la retuvo acostada con una mano en el pecho.
—¿Me estás diciendo la verdad?
—¿Por qué tendría que mentir? —se quejó ella y miró la mano de Aaron que la mantenía acostada—. Cumplí con la misión sin necesidad de acostarme con nadie, debería alegrarte eso.
—Me alegra, sí —dijo, con su rostro serio—, confío en vos. No confío en que no te haya hecho nada.
—No lo hizo.
Aaron acercó su rostro al de ella y le sonrió mientras le acariciaba el rostro, luego le dio un beso en los labios.
—Si lo hizo, si descubro que es mentira, lo voy a matar. Lo sabés, ¿verdad?
Erica lo miró a los ojos avellana que la miraban de una forma extraña, luego vio un cuchillo en el cuello de Aaron y una pequeña gota de sangre resbalar por su cuello.
—No con mi pequeña, Sabatini —dijo Sveta tras él.
—Estás confundida, Inmoral —le dijo él con seriedad—, intento cuidarla.
—¿Cuidarla al retenerla y prohibirle moverse? Vaya forma rara tenés de cuidarla.
—Aunque sea tu amigo —dijo Aaron mirando a Erica—, si te hizo algo lo voy a matar.
—No lo hizo, es muy respetuoso —gruñó Erica—, no como vos que manoseabas a tus aprendices.
Aaron no respondió nada, pero se mantuvo quieto hasta que Sveta quitó el cuchillo. Solo luego de eso acarició la cabeza de Erica y se fue.
—Ya lo sabés —dijo Sveta y se sentó junto a ella en la cama—, si tu amigo se intentó propasar, tu novio se va a deshacer de él —La miró fijo con una mirada dura—, pero si él te hace algo a vos, tené por hecho que lo voy a desaparecer para siempre, y puedo hacerlo porque tengo al mejor barrendero.
—Ninguno me hizo ni hará nada, tranquila, Babu —respondió Erica con una sonrisa.
—Ya perdí a mi hija, no voy a permitir que más gente buena muera frente a mí.
Erica la miró con pena y decidió abrazarla. Sveta respondió el abrazo y le dio un tierno beso en la cabeza.
—Te parecés a ella —susurró—, te parecés a Katya...
La aferró con cariño y Erica apoyó su cabeza en el hombro de Sveta. No la conocía mucho, sabía muy poco sobre ella, era fuerte e imponente al mismo nivel que el Loco, sin embargo irradiaba una luz y bondad que la hacía confiar en ella.
Erica sintió que las únicas dos personas en las que verdaderamente podía confiar, eran Chris y Sveta.
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