Capítulo N° 10
El ambiente en Mörder había sido todo menos tranquilo, todos estaban incómodos y nerviosos, aunque para sorpresa de Erica muchos la felicitaban por la misión.
A los cinco que participaron se les otorgaron una cuenta bancaria donde les depositaron una parte del dinero, la otra parte fue en mano para no tener que blanquearlo.
Jonathan Moms se había quedado unos días en Mörder para asegurar que todo estaba en orden, vigiló los entrenamientos, y todos se sintieron igual de intimidados ante su mirada. Solo cuando él se fue el ambiente se volvió un poco más tranquilo.
—Es el mejor asesino, él hizo que D.E.A.T.H. sea lo que es hoy en día —le explicó Aaron a Erica mientras ella golpeaba una bolsa en el gimnasio—. Es el líder de una mafia, obviamente no iba a ser alguien agradable.
—Para vos es fácil porque le caés bien —suspiró Erica, lanzó un ataque combinado que sorprendió a Aaron—. Al resto nos ve como ratas miserables.
—Yo no estuve presente, pero me dijeron que lo hiciste muy bien —dijo con una sonrisa—. Me dijo Gretchen que fuiste muy rápida y que aprovechaste la confusión para escapar. Eso es perfecto, princesa.
—Al señor Moms no le gustó que dos obligados estuvieran a cargo de la misión...
Erica se detuvo y miró fijo a los ojos avellana de Aaron, que en ese momento la miraba con atención.
—¿Tuviste miedo? ¿Estás bien? —preguntó con suavidad y apoyó su mano en la mejilla de Erica.
—Al fin alguien que pregunta —resopló y estiró un poco los músculos de sus brazos—. Estuve aterrada, pero ya estoy bien. Fueron días difíciles.
—¡Princesa!
Erica giró para ver a Gretchen acercarse, con su traje con falda y sus tacones que hacían eco en todo el lugar.
—¿Tengo un objetivo? —se animó a preguntarle.
—No exactamente, acompañame —Le dio la espalda para caminar, a sabiendas de que Erica la estaba siguiendo, y solo luego de salir del gimnasio fue que dijo—: Esta va a ser tu primera misión de espionaje. Sos rápida y tenés buenos reflejos, me demostraste que sos mejor de lo que creía y que puedo darte esta clase de misiones.
Erica la oyó con atención y la siguió por los pasillos de Mörder hasta la oficina, donde Gretchen se acomodó en su asiento. Erica miró todo alrededor, la oficina se veía diferente, algunas cosas habían cambiado de lugar e incluso un violín en un cristalero se podía ver en una de las paredes.
—Como habrás notado, mi padre es muy exigente —dijo Gretchen con dureza al notar la mirada de Erica, y giró hacia ese violín—. Y me dejó ese violín como prueba de mis errores pasados, que no voy a volver a repetir.
—¿Es tuyo? —preguntó Erica.
—No, yo solo toco el piano —admitió con un chasquido de lengua—. Es de un viejo amigo que falleció.
Erica no preguntó nada más, notaba muy nerviosa a Gretchen y no quería ser víctima de su ira incontrolable. Así que la miró fijo a los ojos oscuros, idénticos a los de su padre pero ya no tan intimidantes.
—¿A quién debo espiar?
—A Wolff… —dijo Gretchen con seriedad, y al ver que Erica parpadeó confundida, decidió aclarar—. No te confundas, cariño, el Loco lleva años desapareciendo cada domingo, tanto Schulz, como Aaron y hasta yo fallamos al seguirlo, es muy escurridizo.
—Pero, ¿cómo podría hacerlo yo?
—Sos rápida, fácil de pasar desapercibida —la miró fijo y dejó ir un suspiro agotado—. Recibirás una recompensa, mientras más cerca estés de él, mayor será tu recompensa. ¿Está claro? Es domingo y son las nueve de la mañana, a las diez él ya desaparece.
Erica la oyó con atención, y aunque Gretchen le dijo que la intención de su seguimiento es saber «qué trama», o saber si piensa traicionarlos, luego de lo sucedido en el teatro y de la presencia de su padre, Erica creyó que se debía más a celos que a cualquier otra cosa.
Necesitaba vestirse cómodamente, de forma que pudiera moverse con agilidad y no pasar calor. Así que por ello se dirigió a la habitación para cambiarse. Ya se acostumbró a vestirse y desvestirse delante de otros, así que tampoco le da importancia a Chris leyendo un libro en su cama mientras ella se cambia.
—¿A dónde vas vestida como trola? —le dijo Chris sin quitar la vista de su libro.
—¿Desde cuándo las trolas usan remeras sin escote y borcegos? —se rió ella—. Lo más sexy que tengo es el short.
—Con el culo que tenés hasta una sotana te haría ver como trola —se rió cuando Erica le arrojó una almohada—. Solo te estoy jodiendo, tarada.
—¿Qué te pasó en la cara? —Erica miró con atención los moretones que tenía Chris, estaba muy lastimado.
—Soy oficialmente el líder de los obligados, y para serlo Jonathan me hizo pelear contra el resto de los líderes —explicó con un chasquido de lengua y dejó el libro a un costado para poder verla—. Eso significa que peleé contra Martín, contra el Loco y contra tu adorado Aaron.
—¡¿Estás bien?! —chilló ella ante aquella información.
—Estoy bien, me disloqué un hombro peleando contra el Loco, pero estoy bien. Ya lo acomodaron —dijo con un suspiro y la miró de arriba hacia abajo—. Es de día, no es buena idea ir de negro en misiones de día. ¿Qué tenés que hacer?
—Misión de espionaje —dijo con un suspiro—. Tal vez sea mejor algo colorido.
—Sí, para pasar desapercibida entre la gente te diría que sí.
—Sexy, la espía más sexy…
Erica sonrió sin voltear a ver a Aaron en la puerta, pudo reconocer fácilmente su voz. Se cambió de ropa con normalidad sin prestarle atención a esos dos muchachos que se miraban fijo.
—Hola Chris, ¿estás bien? —Aaron le sonrió—. Felicidades por tu ascenso.
Chris lo miró fijo y trabó la mandíbula con molestia.
—Estoy perfectamente, Sabatini.
—No parece, te ves un poquito cansado, tal vez deberías dormir un poco.
Aaron salió de ahí tomando de la cintura a Erica, no sin antes guiñarle un ojo a Chris, quien le enseñó el dedo de en medio con asco.
Erica apenas si llegó a saludar a Chris, miró con confusión y algo de fastidio a Aaron para quitarle la mano de su cintura, algo molesta.
—¿Qué pasa con vos y Chris?
—Está celoso nomás, no le agrada que sea tu amigo. Parece que te quiere para él solo.
—¿Y a vos sí te agrada que él lo sea? —preguntó Erica con dureza.
—Es un pibe copado —Aaron se detuvo solo para poder prender un cigarrillo, y luego dio una pequeña corridita para colocarse junto a ella—. Me dijo Gretchen que tenés que seguir al Loco.
—¿Y por qué te lo dijo si se supone que no debemos hablar de nuestras misiones?
—Porque soy su preferido —dijo Aaron con una sonrisa socarrona, luego la miró con seriedad—. No dejes que te vea ni que te haga daño.
—No va a pasar nada, tranquilo.
—Prometeme que cuando llegues vas a venir a verme enseguida y me vas a decir lo que pasó, de lo contrario no podría estar tranquilo…
Erica se rió, le daba gracia que se creyera su novio, pero terminó por asentir para poder dirigirse al estacionamiento y subirse a la moto que tanto le gustaba.
Salió de las instalaciones y se colocó tras unos autos para esperar a que saliera el Loco, y lo vio en una motocicleta modificada, estilo chopper. Así que manteniendo una distancia prudencial comenzó a seguirlo.
—¿Realmente piensa Gretchen que el Loco puede traicionarlos? ¡Ese tipo ama este lugar horrendo! —pensó Erica.
Las calles estaban minadas de gente, autos y motos, por lo que le fue difícil tener visión de él, y por ello intentó no perderlo de vista y no alejarse demasiado.
El semáforo la detuvo, mientras que él le llevaba una cuadra de distancia. Maldijo con un grito y dobló hacia la derecha al ver que él hizo lo mismo en la siguiente cuadra, y aceleró en la otra esquina hasta que lo vio pasar. Algunos autos la insultaron por cruzarse frente a ellos como «una inconsciente», pero su prioridad era no defraudar a Gretchen ahora que tenía una mejor opinión de ella, y no ser descubierta por el Loco, en ambos casos las cosas podrían ir muy mal.
El Loco era perfectamente reconocible entre toda esa gente, sus casi dos metros de altura y ropa negra no le permitían pasar desapercibido, así que cuando bajó de la moto y caminó mirando las tiendas, Erica entonces lo imitó y bajó de la moto para caminar por ahí. Lo vio entrar en una tienda, así que decidió tomar de su mochila la cámara que le dio Gretchen e hizo zoom para poder verlo.
Se sorprendió de verlo comprar como una persona más, se había llevado un paquetito para luego salir de la tienda.
Erica esperó unos segundos antes de reanudar el paso, y cuando pasó por la tienda donde el loco compró, se dio cuenta de que era una joyería. Eso le pareció muy extraño, por eso decidió tomarle una foto al lugar para ver si Gretchen tenía idea de qué hacía él ahí.
Lo vio salir por otra puerta y mirar de reojo hacia atrás, entonces Erica se cubrió con un hombre para que él no la viera, y cuando comprobó que él ya no volteaba, reanudó el paso manteniendo la distancia que los dividía.
—Ay, la puta madre. Jodeme —dijo en voz baja al ver al Loco fuera.
El Loco estaba besando a un mujer rubia de cabello corto que tenía un bebé en los brazos. Se abrazaban con cariño.
—¿No era que no le gustaba besar, que le parecía muy sentimental? —pensó.
Se escondió tras una columna y comenzó a sacarles fotos, tratando de no ser vista. Intentó no enfocar la cara de la mujer ni tampoco al bebé, porque estaba segura de que Gretchen sería capaz de matarlos. Enfocó con la cámara sacó fotos solo cuando algo interfería y lograba cubrir los rostros de ellos dos.
Erica quedó impactada, la mujer era bellísima, de corto cabello rubio y sonrisa radiante. Más impactada quedó al ver al Loco dándole el paquete que sacó de la joyería. La mujer parecía rechazar el obsequio, sin embargo él pareció insistir.
Luego comenzaron a caminar juntos, con él apoyando suavemente, pero de manera protectora, su mano en la espalda de la mujer.
Los vió subirse en un auto, por lo que pensó en dar la vuelta y buscar su moto, sin embargo no quiso arriesgarse a perderlos de vista. Tomó otro par de fotos y cuando el auto arrancó, cruzó la calle corriendo, sin siquiera mirar a los costados, casi a punto de ser arrollada continuamente, con las bocinas y los insultos que no se hicieron esperar.
Los vio doblar a dos cuadras, así que comenzó a insultar al aire y siguió corriendo, y cuando por fin logró llegar hasta ahí el auto no estaba más.
Pateó una pared con furia, y eso hizo asustar a las personas que pasaban a su lado. Estaba segura de que Gretchen se enojaría mucho por haberlos perdido de vista, ya podía imaginarse y sentir sus golpes con la vara. Le dolió el cuerpo de solo pensarlo.
Se tomó la cabeza mientras caminaba de un lado a otro, hasta que algo más tranquila decidió comprarse una botellita de agua en un kiosco. Luego comenzó a caminar en dirección hacia donde supuso que había ido el auto, pensó que quizá podría verlo por algún lado.
Estaba ya un poco más tranquila, porque a pesar de que había perdido al Loco, llegó a tomar fotos que demostraban que, posiblemente, él tenía una familia ajena a Mörder. Y creyó que eso podría servir de algo con Gretchen.
Continuó caminando sin poder divisar el auto en ningún lado, decidió entonces darse por vencida. Y en su caminata llegó a divisar un parque. Pensó acercarse hasta ahí y quizá sentarse en un banco a beber su agua y descansar, quizá también podía llamar a Aaron por teléfono para que fuera a buscarla, si es que descubría dónde era que estaba.
Se sentó cómodamente en un banco, la plaza era bonita a esa hora, y probablemente por la hora del almuerzo era que no había tanta gente allí. Suspiró algo frustrada, pero entonces una enorme sonrisa se dibujó en su rostro, ahí estaba el auto. Estaba ahí estacionado.
Erica se escondió tras los árboles, tratando de no ser vista, vio a esa mujer apoyada contra la puerta del auto, parecía quejarse con el Loco por algo, mientras que él la apuntaba con el dedo índice como una amenaza. Erica creyó que podría ser una pelea de pareja.
Comenzó a sacar fotos otra vez, pero a través de su lente pudo ver a la mujer abrir la puerta trasera del auto, y una criatura negra se lanzó fuera. Ella le dijo algo al Loco antes de subirse al auto, para luego alejarse de ahí
—Es… ¿un perro? —pensó Erica al verlo.
El Loco se había agachado en el suelo para acariciarle el lomo y la cabeza a ese hermoso ovejero belga, el perro le movía la cola, feliz, mientras que él sonreía al tomarlo de la cabeza para acariciarlo rápido, casi como si le estuviera haciendo cosquillas.
Erica volvió a tomar fotos, la situación le parecía muy extraña, ¿quién era esa mujer con el bebé, eran acaso su familia? Se acercó un poco más, arriesgándose mucho al hacerlo, pero quería ver más de cerca.
Pudo ver el rostro del Loco, ese rostro que siempre estaba lleno de locura, ahora se veía sonriente y lleno de vida, una sonrisa dulce, feliz y cariñosa, no esa sonrisa sádica y perversa como solía hacer siempre. Corría de un lado a otro y el perro lo seguía por detrás mientras jugueteaban, hasta que el Loco se paró firme frente al animal, con los músculos trabados, moviéndose como si fuera a atacarlo, y el animal lo imitó. Enseguida el Loco se lanzó encima del animal y este lo esquivó y se lanzó sobre él, para luego colocar sus patas delanteras en el pecho del Loco y gruñirle en el rostro, y entonces movió la cola y comenzó lamerle el rostro, haciéndolo reír.
Los gestos de Erica eran todo un espectáculo que se alegraba de que nadie pudiera ver. Estaba sorprendida, impactada por todo lo que había visto. Impactada por esa sonrisa tan feliz y natural en el rostro de alguien a quien tanto le temía.
La alegría del momento se acabó cuando una mujer pareció insultar al Loco, el perro corrió hacia ella queriendo atacarla, pero él le gritó.
—¡HALT!
El perro se detuvo y giró la cabeza para verlo, casi parecía decirle a su amo: «¿por qué me detenés?». El Loco entonces se acercó a él con el rostro serio, enojado.
—¡Vení para acá! —señaló su costado hablando entre dientes, el perro entonces bajó las orejas y escondió la cola para luego caminar hacia él, no sin antes gruñirle con odio a esa mujer. El Loco la miró—. Lo siento señora…
—¡Debería atarlo! ¡Esa… esa bestia pudo matarme!
—¡No exagere, solo es un perro! —se rió él.
—¡Un monstruo diría yo! ¡Ese animal está loco!
—Al igual que el dueño.
La mujer se dio la vuelta ofendida y comenzó a caminar rápido, el Loco entonces se agachó junto al perro y comenzó a acariciarle la cabeza, desde donde Erica estaba, trepada en un árbol, pudo oírlo perfectamente sin ser vista.
—Ey, freund. No te ofendas, la hubieras matado y tendríamos problemas los dos… Te prometo que te llevaré a mi próxima misión, así podés jugar.
Le dijo con un suave tono de voz mientras le acariciaba el lomo y el perro lo mira, como si estuviera ofendido. Solo volvió a mover la cola cuando el Loco comenzó a rascarlo.
Erica sintió asco de solo imaginarse al Loco entrenando a su perro para matar, de solo pensar que lo llevaba a sus misiones.
El Loco comenzó a mirar a su alrededor, por lo cual Erica se cubrió con las hojas sin hacer ruido, no sabía si el Loco miraba para ver si alguien lo siguió, o si buscaba que la plaza estuviese vacía. Sea por el motivo que fuese, él se puso de pie y se quitó la remera negra para quedarse con el torso desnudo. Fue así como Erica pudo ver su cuerpo trabajado y los tatuajes que tenía, algunos no los pudo distinguir, pero cuando se dio la vuelta pudo ver en su espalda unas enormes alas de ángel.
—Un ángel, ¡qué irónico! Alas de demonio debiste haberte tatuado, Loquito —pensó Erica.
El Loco silbó con fuerza y el perro comenzó a correr a una gran velocidad, saltaba los bancos y corría alrededor de la plaza. Sacó entonces un cuchillo y lo giró en su mano en un jugueteo habilidoso. Luego volvió a silbar y lanzó el cuchillo, el cual interceptó el perro mordiéndole el mango, para luego acercarse a él corriendo y dejárselo en la mano.
—Bien, Hund, bien. Otra vez, ¡más rápido!
El animal salió corriendo al mismo tiempo que el Loco le lanzó un cuchillo, como si fuera a atacarlo, pero el perro nuevamente lo interceptó mordiendo el mango. Sin embargo no obedeció la orden de regresar, el Loco lo llamó con un silbido pero el perro no obedeció, e incluso dejó el cuchillo en el suelo y comenzó a caminar lentamente, para luego pararse en posición de ataque. El Loco se rió por ello y decidió imitarlo en pose de espera, el animal lo atacó y el Loco lo esquivó con habilidad, pero el animal terminó por morderle el brazo, haciendo que lanzara un grito de dolor. El Loco le dio una y palmadita para que lo soltara. Luego se dejó caer en el pasto y perro se recostó en su pecho para lamerle la cara.
—Maldito bicho, ¡me lastimaste! —le dijo al mostrarle el brazo con sangre. El animal pareció entristecerse y le lamió la herida con cariño—. ¡Nah! ¡No te preocupes, freund! Eso es bueno, significa que ahora sos todo un guerrero. —El perro comenzó a mover la cola, feliz y el Loco le sonrió con alegría al y acariciarlo—. ¿Te divertiste, eh, Hund? Porque yo sí, te extrañé, amigo…
Erica estaba sorprendida de ver esa sonrisa en su rostro, lo veía realmente feliz, y decidió entonces dejarlo solo. Comenzó a bajar del árbol disimuladamente para poder irse, justo cuando el Loco se puso de pie para colocarse su remera y, con un silbido, se alejó del parque junto a su perro.
Ella pensó dejarlo en paz, sin embargo también creyó que podría hacer alguna otra cosa sospechosa que le sirviera a Gretchen, y fue por ello que volvió a seguirlo.
El Loco dobló en una esquina y ella trató de seguirlo con cuidado de no ser vista, se asomó levemente y pudo verlo caminar firme, con el animal al lado que se detuvo y giró la cabeza con un gruñido. Erica llegó a esconderse justo cuando el Loco volteó, pero el animal siguió caminando como si no notara una amenaza, así que siguieron su camino.
Erica se tomó el pecho con pánico y respiró hondo, por un instante sintió que moriría. Respiró nuevamente y reanudó el paso para seguirlo. Lo vio cruzar la calle, lo que al seguirlo podía darle un panorama para verla. Ella se vio obligada entonces a agacharse tras un auto para que él no la viera.
Erica maldijo por dentro, pensando que la parte de seguirlo fue fácil, la parte difícil sería regresar por su moto sin ser vista.
Cuando lo vio doblar en una esquina decidió cruzar la calle en una corrida para no alejarse mucho de él. Solo cerca de la esquina bajó la velocidad y comenzó a caminar lento, respiró hondo al encomendarle su alma al dios o ser poderoso más atento a ella, y se asomó levemente por la esquina. El Loco no estaba ahí, pero sí vio al perro entrar en una casa, y pensó que probablemente el Loco entró antes.
Dio dos pasos y el Loco salió de su escondite para tomarla del cuello contra la pared, la apretó con fuerza.
—¡¿Qué mierda hacés siguiéndome, basura inmunda?! —le gritó al apretar el cuello, pero cuando la reconoció soltó el agarre y solo la miró sorprendido—. ¿Engel? ¿Qué hacés acá?
Ella solo lo miró asustada, con sus ojos grises bien abiertos por el miedo. Tragó saliva y cerró los ojos para pensar cómo escapar de ese momento.
—¿Qué hacés acá, engel? ¿Por qué me seguías? —repitió, esta vez con un tono de voz más suave. Sin embargo el perro a su lado le gruñía con odio.
—Yo… eh…
—Fue Gretchen, ¿no? —dijo casi en un susurro, y entrecerró los ojos—. ¡Esa maldita puta! ¡Dejame ver lo que sacaste!
Le quitó la cámara de las manos para comenzar a ver las fotos, y mientras las veía, su rostro se fue llenando de a poco de odio. Por un momento Erica extrañó ver ese rostro feliz en él al jugar con el perro, pero entonces el animal le ladró como si quisiera atacarla, lo que la hizo sobresaltar.
—Ea, tranquilo Hund… —el Loco se rio—. De esta me voy a alimentar yo, ¡no vos, eh!
El Loco borró casi todas las fotos y le devolvió la cámara, ella miró instantáneamente para ver si le dejó algo, y se llevó una grata sorpresa al ver que le dejó todas las fotos de él con la mujer, las del shopping e incluso las del parque. Y por ello Erica levantó la mirada para verlo, confundida.
—¿Qué, ya te enamoraste de mí? —dijo él con una sonrisa torcida.
—¡No! Qué puto asco —sintió un escalofrío recorrer su espina dorsal—. ¿Por qué dejaste estas?
—Pude borrarlas, pero tenés que llevarle algo a la estúpida esa o te va a matar, ¿no? Además, eso es falso… —dijo con seriedad al mostrarle la foto del beso. Luego la tomó del brazo para instarlo a caminar junto a él—. Vos y yo vamos a hablar, y espero que comprendas un par de cosas con eso…
—¿Qué vas a hacerme? —preguntó ella con pánico.
—Solo hablar, engel, solo hablar.
—Me… pone nerviosa el perro… —tragó saliva al ver al animal, que la miraba con fiereza.
—Quedate quieta, que te huela bien.
Erica se quedó quieta tal y como él le pidió, se asustó cuando ese animal se le acercó para olfatearla. Ella entonces, a pesar del miedo, se agachó tragando saliva, mientras que el perro continuaba su inspección de ella. Se le acercó al rostro y luego le lamió la nariz moviendo la cola, ella se rió porque le hizo cosquillas y el animal continuó lamiéndola.
Caminaron juntos un rato, a pesar de que el Loco la sostenía con suavidad del brazo y no había ninguna clase de imponencia en ello, Erica se sentía incómoda junto a él. Ninguno habló, hasta que el Loco luego de un rato suspiró y llenó el vacío silencioso con su grave voz.
—No sé cómo lograste seguirme tanto, nadie nunca llegó tan lejos, la que más lejos llegó fue Gretchen, y solo hasta un poco antes del encuentro con Moira…
—Probablemente sea porque no manejan la moto tan bien como yo, que me importa una mierda romper leyes de tránsito —dijo Erica con una risita nerviosa—. Ella… ¿es tu novia? Traté de no apuntar su cara para que Gretchen no la lastime.
—¡¿Esa mujerzuela mi novia?! ¡No! —el Loco comenzó a reírse a carcajadas, y luego se detuvo para prender un cigarrillo.
—¿Y el bebé…?
—Se parece a mí, ¿viste? Igual de sexy que el padre —guiñó un ojo y ella abrió la boca con sorpresa, pero nuevamente él se rió a carcajadas—. ¡Sos tan fácil de engañar, inocente engel! No, Moira era la esposa de un tipo que maté hace dos años, ella estaba embarazada, así que le di la opción de morir o vivir haciéndome un favor.
—¿Qué favor?
—Cuidar de él… —miró al perro con cariño—. No quiero que le hagan daño, si Gretchen sabe que hay algo que amo más que a nada en el mundo, lo buscará solo para hacerme daño. No quiero que toque a mi perro, como vos no querés que toque a tu hermana.
—¿Le ofreciste cuidar del perro? —se rió Erica levantando una ceja—. Y… ¿por qué la besaste?
—Porque sabía que cada domingo alguien me sigue, todos al ver que veo a una mujer con un niño se irían no bien lo vieran, creyendo que eso es lo único que hago, visitar a mi supuesta «familia» —se rió ante tal idea—. Pero vos fuiste la única que siguió, te felicito, engel, me descubriste. Uso a Moira para disimular, y ella me ayuda con mucho gusto.
—¿Con mucho gusto? —inquirió Erica con una cena levantada.
El Loco entonces se detuvo y la rodeó con sus brazos contra la pared, la miró fijo a los ojos grises que de mostraban asustados, pero también decididos a golpearlo.
—Sí, con mucho gusto —dijo casi en un ronroneo—. Vos sos la única que se resiste, todas caen en algún momento, al igual que algún día vas a caer ante mí…
Llevó una de sus manos hacia el rostro de Erica y le hizo una pequeña caricia, luego le rozó los labios con los dedos pero ella le lanzó un puñetazo con fuerza al rostro.
—¡No me toques!
El Loco se rió por ello y se tocó la mejilla golpeada, para luego tomar suavemente un brazo de Erica y regresar a la caminata.
—No te voy a hacer nada, podés quedarte tranquila —dijo con una risita al detenerse en una casa y tocar el timbre, luego le susurró—: Te conviene no decir nada de mi perro, y mucho menos dar la dirección de Moira…
—¿O me vas a matar? —preguntó ella con su mirada dura clavada en él.
El Loco le sonrió, esta vez de una forma diferente.
—¿Realmente creés que lo haría?
—¿Te soy sincera? No tengo la más puta idea de qué serías capaz de hacer.
La puerta frente a ellos se abrió y allí pudo verse la mujer rubia con una gran sonrisa, que terminó por mutar en un gesto extrañado al ver a Erica.
—¿Quién es? —preguntó con sorpresa.
—Una pequeña espía, no te preocupes, no es dañina, al menos no conmigo cerca.
—Bueno, ¡Hund, adentro! —Moira miró al perro, que se negaba a entrar.
—Hund, entrá, andá con Moira… —el Loco lo miró serio y el perro bajó las orejas con tristeza—. Nos vemos el domingo, freund, ¡no me extrañes!
Se agachó para poder acariciarle el lomo, pero entonces, tanto Moira como Erica vieron su brazo izquierdo herido, estaba sangrando. Moira se asustó por ello y lo tomó del brazo, los obligó a ambos a pasar para poder desinfectar esa herida.
Erica miró a su alrededor, era una casa pequeña pero bonita, con sillones blancos frente a una televisión, una mesa ovalada rodeada de seis sillas de madera, y algunas puertas que debían dar a dos cuartos, junto a la entrada a la cocina.
Moira los instó sentarse en un sillón, y Erica miró desde allí a ese bebé rubiecito que jugaba en el suelo con un autito y un chupete azul en su boca. Lo miró con atención, calculó que tendría quizás un año y medio. No pudo evitar sonreír al verlo, le parecía muy tierno.
—¿Te gustan los niños? —le preguntó el Loco al ver que miraba al bebé.
—Sí, son lindos —respondió ella con una sonrisa y tomó uno de los autos que el niño le pasó—. Me gustaría tener hijos algún día.
—Eso es fácil —dijo él con una risa y la tomó del mentón—. Yo puedo darte los que quieras.
Erica le corrió el brazo con asco e hizo que se golpeara el brazo herido, por lo cual se quejó de dolor.
—¡Ay, lo siento! —le tomó el brazo para ver la mordida
—Si tan solo dejaras de huir y me escucharas alguna vez, verías que...
—Seguí soñando.
En ese momento llegó Moira con un botiquín y se agachó en el suelo para curarlo con una sonrisa tierna en su rostro. Parecía tener una buena relación con el Loco.
El perro se ubicó frente a Erica y le lamió la mano, ella lo miró con cierta desconfianza, pero se animó a tocarlo, le acarició la cabeza y se sorprendió al ver que el perro comenzó a mover la cola con felicidad.
Erica no lograba entender por qué no la atacaba, y por qué parecía conocerla.
El Loco se puso de pie luego de ser curado para poder ir al baño, mientras que Moira se sentó frente a Erica, la miraba fijo, casi analizándola. Luego alzó a su hijo, quien miraba a Erica con una sonrisa tímida.
—Saludá a la nena, Jack.
—¿Jack? ¿Ese es su nombre? —Erica la miró con sorpresa, no era un nombre común.
—Sí, me gusta ese nombre, además así se llama un amigo mío… —dijo con una sonrisa y bespt la cabecita rubia de su hijo—. ¿Vas a delatarlo? Dijo que sos una espía.
—No, creo que no, sino me va a matar…
Moira comenzó a reírse.
—Wolff no haría eso —dijo con una sonrisa tierna que sorprendió a erica—. Y mejor si no nos delatás, porque tanto Jack como yo estaríamos en peligro.
Erica la miró en silencio, la forma en que sonreía al hablar del Loco, y por ello Erica suspiró.
—Disculpame que te pregunte algo tan personal, pero ¿a vos te gusta el Loco?
—¿Te referís a Wolff? –—sonrió con cierta timidez y baja la mirada—. Sí, bastante.
—¿Él lo sabe?
—Por supuesto.
—¿Y vos dejás que te use así? ¿Por qué? –—la miró con sorpresa.
—Por varios motivos: porque lo amo, porque le debo la vida, porque él mantiene a Jack y nos brinda esta casa con tal de que cuide de Hund, y porque… se siente bonito que la persona que amás te bese o te acaricie, aunque sea una mentira.
—Pero, no entiendo, no lo conocés… ¡está loco! Él… ¡Él es…! —chilló Erica.
—Lo sé, lo vi en acción, lo vi matar a mi esposo. Sé lo que es y de qué es capaz, pero no me importa. A mí no me hace daño porque depende de mí para que Hund esté bien, así que me trata bien… —sonrió al bajar a su hijo al suelo, para que siguiera jugando—. ¡Además lo hace tan bien!
—Ay, Dios, ¡no quiero saber eso!
—¿Acaso no te parece atractivo? —Moira la miró con sorpresa.
—¿El Loco? ¡No, qué horror! ¡Es repulsivo!
—¡¿Repulsivo?! Nena, vos no sabés lo que es bueno, ¿no lo viste? ¡Es precioso! ¡Es un puto dios reencarnado!
—Claramente se ve que no es mi tipo —dijo Erica con un gesto asqueado.
—Pero tengo entendido que casi todas las chicas de Mörder están tras él, ¿no sos de ahí?
—Sí, pero ¡ni en pedo!
Moira la miró en silencio, vio su cabello castaño y sus grandes ojos grises, sus bonitos pómulos y sus labios algo carnosos.
—¿Cuál es tu nombre? —le preguntó con un extraño tono de voz.
—Erica.
—Con razón, ¡sos ella! ¡Él me habla todo el tiempo de vos! Siempre me dice que…
—¡Moira! —El grito del Loco las sorprendió por completo, miraba con furia a esa mujer.
—Lo siento —se excusó ella encogiéndose de hombros.
Erica los miraba sin comprender nada de lo que estaba pasando. Entonces el Loco resopló y tomó en su mano un dije que tenía Moira en el cuello, era una libélula de plata con una piedrita lila.
—Te queda bien —le dijo él con un suave tono de voz.
—Gracias, es muy bonito.
El Loco llamó con la mano a Erica para poder irse.
—Auf Wiedersehen, nos vemos el domingo —le dijo el Loco a Moira y a Jack, a quien le acarició la cabecita.
—Auf Wiedersehen! ¡Suerte, Wolff!
Moira los despidió en la puerta con una sonrisa.
Caminaron juntos hacia el shopping, él iba serio, demasiado serio y pensativo, y Erica lo miraba de reojo. El silencio era tan incómodo que decidió romperlo.
—Si no es tu novia, no la querés ni te gusta, ¿por qué le regalaste un collar?
—Porque quise —dijo sin darle mucha importancia, y luego esbozó una sonrisa pícara—. ¿Estás celosa, engel?
—No, solo preguntaba.
—Moira es una buena amiga a la que le tengo mucho cariño, cuida bien de Hund, me gusta darle algo como agradecimiento cada vez que puedo.
—¿Hund? ¿Ese es su nombre? Es un buen nombre.
—Es «perro» en alemán —se rió el Loco.
Al llegar al shopping se separaron, cada uno subió a su moto, y cada uno se fue por su parte, él le dio tiempo suficiente para que llegara primero a las instalaciones de Mörder.
Cuando Erica llegó, Gretchen enseguida la interceptó sin darle tiempo a nada. Comenzó a interrogarla sobre la misión, Erica entonces le explicó lo que vio, omitiendo la parte de Hund. Habló sobre Moira y el bebé, le mostró las fotos ante una incrédula Gretchen.
Su rostro comenzó a oscurecerse, una increíble tristeza se notó en sus ojos al ver las fotos, las manos le habían comenzado a temblar al ver a esa mujer con Jack en los brazos, mientras ellos se besaban. Sus ojos se llenaron de lágrimas y lanzó un puñetazo con fuerza a la pared.
—¡Hijo de puta! ¡Me dijo que no quería una vida con cadenas! ¡Que la monogamia y formar una familia eran estupideces! —chilló con odio y lanzó otro puñetazo a la pared.
Luego miró a Erica, le encajó una cachetada en el rostro que le dio vuelta la cara, aunque para Erica fue casi una caricia en comparación a los usuales golpes que Gretchen le daba.
—Lo siento, me pediste que lo siguiera y lo hice... —la miró con tristeza, le daba un poco de pena.
—Sí, lo hiciste bien princesita, nadie jamás llegó a seguirlo así... —Gretchen se quedó en silencio unos instantes—. Podés quedarte la moto, esa es tu recompensa. La moto ahora es tuya...
Erica vio la forma en que Gretchen se sostuvo del escritorio para poder sentarse, y decidió dejarla sola. Claramente necesitaba pensar tranquila.
Erica fue entonces en busca de Aaron tal y como le prometió, así que camina tranquilamente a la habitación de él junto a otros profesionales. Lo vio enseguida y corrió el rostro completamente avergonzada. Él estaba con el torso desnudo sobre una chica en pocas ropas, le besaba el cuello mientras la manoseaba de manera muy sexual, ambos jadeantes por el deseo.
Sin embargo estaba harta de los histeriqueos de él, y a pesar de ver la situación se decidió a acercarse de todas formas. Se detuvo junto a ellos, que no se percataron de su presencia.
—Lamento interrumpirlos... —dijo y Aaron la miró casi con pánico, se hizo a un lado enseguida.
—Erica, ¡yo...!
—Bueno, prometí que te avisaría cuando llegue, acá estoy, no me atraparon y estoy viva. Buenas tardes.
Le dio la espalda para irse pero él se puso de pie de un salto y la tomó de la muñeca, para impedirle que se fuera.
—Hablamos después, no seas maleducado y no dejes a una chica sin su orgasmo —le dijo con una sonrisa pícara.
—¡No importa! No importa, princesa... quiero estar con vos.
—Ay, por amor a Dios —se quejó la chica y comenzó a vestirse—. Me voy a buscar a otro, flor de gil sos, Sabatini.
Erica la miró irse, no parecía enojada la chica, luego giró para ver a Aaron.
—No tenías que hacer eso, te dije que podíamos hablar después.
—No, pero quería hablar con vos, estaba preocupado...
Erica bajó la mirada un poco y luego lo miró fijo, con una sonrisa torcida.
—Creo que deberías abrocharte el jean.
Aaron se miró y comenzó a reír mientras se abrochaba el jean, Erica tenía un perfecto paisaje de su bóxer rojo con su erección ahí.
La invitó a sentarse en la cama, aunque ella dudaba mucho si hacerlo o no, viendo el estado corporal de él. Terminó por sentarse junto a él, con un resoplido. Trató de ignorar la oscuridad, el hecho de que estaban solos y la respiración jadeante de Aaron.
—¿No te descubrió? ¿Todo salió bien? ¿Hasta dónde lo seguiste? —le dijo él.
—No me descubrió, todo salió bien, lo seguí hasta el final.
—¿Posta? No, ¿me estás jodiendo? ¿Pudiste seguirlo hasta el final? —levantó una ceja, incrédulo—. Pero... con todas esas vueltas que da en la moto.
—Lamento ser tan directa, pero vos manejás la moto para la mierda, y estoy segura de que el resto es igual. Con razón nunca lo alcanzaron.
—Bueno, ¿y qué es lo que hacía? O sea, ¿a dónde va cada domingo?
—A ver a su familia...
Aaron la miró con sorpresa.
—¿Familia? ¡Pero si él no tiene familia! Sus padres murieron hace mucho, no tiene hermanos, su único familiar era Kellen Schulz y vos lo mataste, ¿de qué familia me hablás?
—De la que formó -—sonrió con picardía recordando a Moira—. Se encontró con una mujer muy bonita y un bebé.
Aaron frunció el ceño con desconfianza.
—No me lo creo, eso era para cubrir algo más.
—No, ¡de verdad! Los seguí, fueron a la plaza, el Loco se veía tan... feliz, se reía y esas cosas —dijo Erica con una sonrisa enternecida—. Nunca lo había visto así...
Aaron la miró en silencio y con seriedad.
—Por muy tierno que se viera, es el Loco, el asesino más importante de Mörder, el que tortura y abusa de sus víctimas. No lo olvides.
Erica no dijo nada, se dejó caer recostada en la cama, pensando que tenía razón. Aaron se recostó a su lado y la rodeó con sus brazos para quedar frente a su rostro en una posición muy sugerente. La miró fijo y con intensidad, y Erica sintió su corazón latir a gran velocidad.
—En unos días Gretchen nos dará las vacaciones, y por diez días no te voy a ver —dijo en un tono de voz muy seductor—. ¿Cómo voy a hacer para estar sin verte, princesa?
—Bueno, tenés mi número y yo el tuyo. Podemos escribirnos —dijo ella y tragó saliva al ver el rostro de Aaron sobre el suyo, tan cerca.
—Me agrada la propuesta.
~ • ~
Gretchen se quejó con el Loco cuando lo vio llegar, lo llevó a su oficina para interrogarlo, como siempre hacía todos los domingos. Gritaba, lloraba y también se quejaba, mientras que él se refregaba el rostro, tratando de omitir su voz, pero sus gritos eran imposibles de omitir.
—¡¿Cómo podés hacerme eso?! ¡Me dijiste que no te interesaban las cosas serias! ¡Me dejaste por eso!
—¡Por el amor de Dios, Gretchen! ¡Tenía dieciocho años! —le gritó lleno de odio—. ¡Por supuesto que a los dieciocho años no quería casarme!
—¿Y elegís a una cualquiera antes que a mí? ¡Yo te hice hombre! ¡Yo te miré cuando nadie lo hacía! —clavó su dedo índice en el duro pecho de él.
—¡Porque sos una corruptora de menores! ¡Porque te gusta tener el poder!
—¡Estúpido! ¡Infeliz! ¡¿Realmente tenés mujer e hijo?! —gritó y le arrojó un cenicero que él esquivó.
—¡¿Qué te importa?! ¡Es mi maldita vida!
—¡Sos un imbécil! ¡Desagradecido! ¡Después de todo lo que hice por vos! —le arrojó más cosas.
—¡BASTA! —le gritó al frenarle los brazos y la acorraló contra el escritorio—. Es por esto que me cansaste, te amé a los trece años, te amé a los quince, te amé a los diecisiete, ¡ya está! ¡No hay nada más!
—¿Nada?
—Nada —la miró con seriedad, la vio bajar la mirada con tristeza y él terminó por suspirar, se pegó contra ella, haciendo que enredara las piernas en su cintura—. Sos preciosa, no dudes de eso nunca, me seguís pareciendo increíblemente sexy, y me seguís poniendo duro como una piedra, pero solo eso, Gretchen.
—¿Solo eso?
—Solo eso... —comenzó a besarle el cuello y le acarició un pecho por dentro de la camisa—. Te ofrezco esto, no me pidas más de lo que te puedo dar...
—Me conformo con esto, pero... —Gretchen se mordió los labios con deseo cuando el Loco comenzó a tocarla—, quisiera que...
—Hay otra que ocupa mis pensamientos, schlampe...
Esa confesión hizo que Gretchen se llenara de odio, pero aún así aprovechó el sentirlo dentro suyo. Disfrutó de sus caricias, de sus besos al cuello y del sexo con él, porque sabía que era lo único que él podía darle en verdad.
~ • ~
Erica caminó tranquilamente por los pasillos de Mörder luego de conversar con Aaron, y cuando llegó a su habitación se encontró en su cama un paquete. Lo miró raro, desconfiada, pero decidió abrirlo de todas formas creyendo que podía tratarse de un regalo de Chris.
Se encontró con una cadenita de oro con un dije en forma de ángel. Abrió la boca con sorpresa, era bellísimo.
Tenía una pequeña nota dentro de la cajita.
«Un regalo como agradecimiento, mein engel»
Erica sonrió ante la nota con una sorprendente y hermosa letra, miró por un rato ese dije y decidió ponérselo. No le importó si tenía un rastreador o una mini bomba.
Luego se recostó a pensar en ese día, y en todo lo que había sucedido.
~ NOTA ~
Disculpen que me haya quedado largo, al editarlo me quedaron dos capítulos muy cortos y decidí juntarlos.
No tengo preguntas para este capítulo, solo quiero leer sus opiniones <3
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