xvii. sin mentiras

⌜ xvii

capítulo diecisiete ⌟

⤹ ❴ SIN MENTIRAS ❵ ⤸

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Cuidar a un niño pequeño, era un reto y si a eso se le sumaba cuatro adolescentes hiperactivos, agresivos y bromistas, era fácil decir que su casa era un desorden constante de gritos, quejas, bromas y amenazas.

Oh, sobretodo porque no debía olvidar que si alguno de esos adolescentes perdía los estribos podía llegar a convertirse en un enorme lobo y eso traería malas consecuencias.

Paul y Jacob se molestaban continuamente, algo que a cada momento iba escalando de nivel. Jared perseguía a Embry por toda la casa, porque este último le había arrebatado su teléfono y se burlaba de los mensajes que mantenía con Freya, su impronta.

—Lu...

Luna le sonrió a Rain y le esquivó para poder llegar hasta Embry, poder arrebatarle el celular y devolvérselo a Jared. Cosa que también fue una mala idea, porque éste aprovechó el regaño para burlarse de su amigo.

Por otro lado, Sam trataba de hacer que lo que sucedía entre Paul y Jacob no pasara a mayores, por lo cual el alfa no notaba como su pantalón era jalado por Rain.

Tan concentrados estaban Luna y Sam en hacer que los chicos lobos que tenían bajo su cuidado no se mataran entre si, o se hirieran de gravedad, que ninguno de los dos notó la carita enojada de Rain. Mucho menos cuando el pequeño niño cogió a Sammy y Spanky, y se fue escaleras arriba a su habitación.

—¡Ya está! —chilló Luna, cansada—. En serio, no puedo creer que Sam tenga razón y Rain sea el mejor portado entre todos ustedes.

Jacob rió.

—Bien, sí, a Rain le leen cuentos, así yo también me portaría bien.

Luna rodó los ojos y le echó una mirada de ayuda a Sam, el cual simplemente sonrió y se puso firme frente a sus betas.

—Bien, eso es todo por hoy, me van a destrozar la casa si siguen como están —dijo, con voz autoritaria—. Jacob y Jared, váyanse a hacer guardias. Embry, tu acompaña a Paul a su trabajo.

—¿A las antigüedades? —se quejó Embry—. Yo prefiero tener que hacer guardia.

—Y yo preferiría no ver tu fea cara —bufó Paul.

Justo cuando iban a comenzar de nuevo con sus discusiones, Sam soltó un potente gruñido y los cuatro lobos a su mando aceptaron finalmente las órdenes sin rechistar.

Cuando Luna los vio salir de la casa, se echó al sillón, agotada. Tendría que preguntarle a Sam como hacía eso, iba a necesitarlo para mucho más adelante.

Cuando sintió toda su casa en total silencio, notó que algo le faltaba. Iba a hablar, pero Sam la interrumpió:

—¿Y Rain?

—No se habrá ido con los chicos, ¿o sí?

Sam negó, se encogió de hombros y Luna lo vio subir las escaleras. Escuchó como una puerta era tocada varias veces, un grito de Rain hasta que finalmente el sonido de la puerta de la habitación de su hermano siendo abierta se escuchó.

Pasaron unos minutos en total silencio, Luna pensaba subir para ver que ocurría, pero de nuevo escuchó como la puerta de la habitación de Rain se abría y pocos segundos faltaron para ver a Sam yendo de nuevo hacia ella.

—¿Rain está bien? —preguntó.

—Algo, tuvimos una charla de chicos.

Luna rió y esperó lo que seguía.

—Me dijo que se ha estado sintiendo ignorado, tú y yo tenemos toda nuestra atención en los chicos y él solo se siente un poco celoso —explicó Sam—. Le dije que se preparara para dormir, que tú y yo íbamos a estar un rato con él antes de leerle su cuento.

Luna se sintió un poco mal. Era cierto que antes de Sam y los chicos, toda su atención solo se concentraba en Rain, en su felicidad, en pasar todo su tiempo con él. Y había estado tan distraída, que no se dio cuenta como estaba sintiéndose su hermano por el hecho de compartir su atención con otras personas.

—Oh, yo no sabía que se sentía así. Creo que si he puesto mi atención en los chicos, en que no se maten o lastimen de gravedad, o que se enojen lo suficiente para que terminen transformándose.

—No es tu culpa, Moony, y Rain lo sabe —continuó Sam—. Me contó una pequeña historia de que nos entendía, que fue como cuando llegó Sammy a su vida y como Spanky se sintió celoso de él.

Luna rió.

—Sí, bueno, él ha tenido un poco mimado a Sammy.

—Sí.

Luna frunció el ceño ante el rostro de Sam, se veía preocupado e intranquilo, como si quisiera decirle algo, pero no se animaba. Bufó, llamando su atención.

—Bien, Samuel, suéltalo ya.

Sam suspiró, se quedó unos segundos en silencio, hasta que dijo:

—Quiero decirle el secreto a Rain.

Eso si que la había tomado por sorpresa.

—¿Decirle? —cuestionó. Sam asintió—. ¿A Rain? —Sam volvió a asentir—. ¿Decirle el secreto a Rain?

—¿Por qué siento que no estás de acuerdo?

—Será porque no lo estoy, Samuel.

—Preciosa...

—No, Samuel, lo digo en serio. Rain es un niño, él no está listo para guardar este secreto tan grande. Si llega a contárselo a alguno de sus amiguitos en el kindergarten y éste se lo cuenta a su madre, podría ser fatal para la tribu.

—Rain se siente excluido cuando estamos con los demás, él es inteligente y sabe que le estamos ocultando algo. Si le explicamos lo que sucede...

—No.

—Luna Blake.

—Nada de eso, Samuel Uley —bufó—. Entiendo tu punto, pero como dije, Rain es solo un niño. Nosotros somos adultos, entendemos porque debemos guardar el secreto y sabemos la diferencia entre un buen secreto y uno malo.

» No quiero enseñarle a Rain a guardar secretos, por más que le expliquemos temo que se pueda confundir. No es por el secreto en si, Sam, si no por lo que representa. Guardará este secreto, está bien, pero crecerá con la idea de que ocultar cosas es aceptable si se lo piden y no quiero eso.

Sam frunció el ceño, no se veía molesto, sino todo lo contrario, parecía preocupado.

—Sé que no me has dicho ni la mitad de cosas que tu padre te hizo de pequeña y no he querido indagar en eso porque quiero que lo hagas cuando te sientas segura.

—Me siento segura contigo, Sam.

—Lo sé, amor, pero sé que tú sabes que si me das detalles de lo que te sucedió esos recuerdos no se irán de ti. Todo lo que te pasó, lo que ese monstruo te hizo es asqueroso y reprochable, me dan ganas de asesinarlo solo por lo que me has contado y sé que no es ni la mitad de lo que te hizo.

—Si lo matas me harías un favor y, de paso, también a Amaro.

Sam sonrió.

—La luna es la única que puede juzgarme por los crímenes que cometo cuando soy lobo —dijo—. Eso es algo que me dijo Billy cuando descubrió que era un lobo y no lo había entendido hasta ahora.

Se quedaron en silencio por unos segundos, Sam se acercó a ella y le tomó de la mano, Luna suspiró.

—No quiero decirte todo porque esas imágenes estarán en ti para toda la vida, así como lo están en mi —confesó—. Ni tú, ni yo tenemos que cargar con esos fantasmas, con esos malos momentos. Trato de olvidarlos, pero Rain está creciendo y quiero que esté a salvo, y no puedo evitar comparar su infancia y como lo estoy criando a como me criaron a mi.

—Entiendo tu punto, Moony, y es mi deber decirte que aunque me lo digas, yo jamás seré suficiente para quitarte ese dolor o ayudarte a superarlo. Lastimosamente, Amaro tenía razón, aunque saliste adelante por Rain y no te atascaste en tu dolor, tienes traumas que solo podrás superar con ayuda profesional.

—No quiero un loquero —bufó.

—No es un loquero, Moony, es solo terapia —aclaró Sam—. Esto de los secretos solo lo demuestra.

Luna volvió a bufar, recogió sus piernas y colocó la cabeza encima de sus rodillas, abrazándose a si misma. Poco pasó para empezar a sentir la mano de Sam acariciándole la espalda.

—No quiero que Rain aprenda a guardar secretos, a mentir, porque podría ser malo para nosotros también. ¿Cómo sabremos si alguien le hace daño porque él lo esconde de nosotros?

» Iba a la escuela antes de que todo explotara en mi casa, mi padre ya solía golpearme para esa época, pero lo hacía en lugares que no eran visibles para los demás —suspiró—. Mi madre me convenció de no decir nada, me dijo que era un secreto y que por nuestro bien no debía decírselo a nadie. Mi maestra se dio cuenta de algunos moretones en mi cuello y... y... me obligué a mentirle porque temía decepcionar a mi madre si decía la verdad.

» No... No dejo de preguntarme que habría pasado si hubiese confesado. ¿Me habrían creído? ¿Nos habrían sacado a mi madre y a mi de esa casa? Sí, no, tal vez. Jamás lo sabré porque no dije nada, porque se supone que era un secreto.

—Eras una niña, no entendías que ese secreto era malo.

—Y Rain también es un niño, tiene la misma edad que yo en ese momento —suspiró—. Se que los secretos no son iguales, no podrían ser más diferentes, pero... Yo no quiero que crezca con la idea de que mentir es aceptable.

—Lo entiendo, Moony. Tienes razón, enseñarle a un niño que mentir en determinadas circunstancias está bien, es malo. Le explicaremos todo esto del secreto cuando sea mayor, por ahora dejémosle seguir siendo un niño inocente.

Luna le dio una leve sonrisa.

—Eres tan estúpidamente maduro, te detesto —bromeó. Sam rió—. En serio, tuvimos muchas más discusiones con gritos y reproches antes de ser pareja.

—Y esas sólo fueron porque eras bastante terca.

—¿Y ya no lo soy?

—Mm, no tanto, preciosa, pero sigues teniendo tus fuertes opiniones que yo apoyo porque la mayoría del tiempo tienes razón.

Luna rió de manera burlona.

—Eres el alfa más domado que conozco.

—Pero me amas así.

—Por supuesto que sí, alfa.

Y con esas últimas palabras, Sam la besó. No había duda alguna que Luna lo amaba y estaba más que encantada de poder criar a Rain con él.

Así que, después de unos cuantos besos más, Sam y ella subieron a la habitación de su pequeño hermano, para poder leerle el cuento que tanto quería y poder hacerle sentir menos celoso de lo que estaba.

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—Tienes que saberlo, Moony. Es importante, más de lo que crees.

Luna bufó, sin apartar la mirada de la revista que tenía.

Antes mencionó el hecho de que Sam y ella no habían tenido discusiones importantes cuando empezaron su relación y ahora era lo que estaban haciendo.

Después de estar con Rain, su alfa se mostró en la necesidad de querer hablar sobre su verdadero padre, ya que él si había escuchado cuando Amaro dijo en aquel restaurante el nombre y, a pesar de que intentó evadir el tema, quería que ella supiera la verdad.

Cosa que quería evitar por todos los medios.

—Moony.

Luna siguió como si nada, pasando la hoja de su revista.

—Luna —llamó Sam por tercera vez—, no vas a ignorarme todo el tiempo.

—Ya lo hice antes, no tengo problemas en hacerlo de nuevo.

—Sí, bueno, antes no te funcionó muy bien, ¿o sí? Míranos, somos una pareja que se va a casar.

Luna dejó la revista de lado, colocándola encima de la pequeña mesita junto a los papeles que Billy le llevó para que firmara, lo cual ya hizo.

—No quiero hablar de quien es mi padre, ¿sí? —bufó—. Sí, fue el amor de mi madre, la ayudó en todo y estuvo con ella en sus momento difíciles. Está bien, pero no por eso tengo que conocerlo.

—¿No te da ni una pizca de curiosidad saber quién es?

Luna movió ligeramente la cabeza.

—¿Por qué debería? Es un hombre que jamás estuvo en mi vida, ya sea por el hecho de que no supo que mi madre estaba embarazada o porque no le interesó. Sea como fuera, no me importa.

Sam apretó los labios.

—¿Y si te dijera que ese hombre continua en la reserva a día de hoy? —musitó con calma. Luna lo miró—. ¿Seguiría sin interesarte?

Frunció el ceño.

—Me vale con saber que mi padre no es el tuyo, Sam, con eso me doy por satisfecha.

Sam rió.

—Tuvimos suerte en eso y aunque quizás no es mi padre, si es el de otra persona.

Luna sabía a lo que él se refería y detestaba el hecho de que tuviera razón. Aún así, no respondió, cerró los ojos y exhaló profundamente. No quería hablar más de eso, ya no.

Por lo cual, dirigió su vista a la mesita, los papeles de la orden de restricción estaban ahí y fue su oportunidad para cambiar de tema.

—Mañana le llevaré los papeles a Billy, ha estado haciéndome todo esto tan fácil. El  sheriff Swan me creyó cuando le conté todo.

Sam volvió a apretar los labios, sabiendo lo que intentaba hacer; pero parecía que ya no quería discutir, por lo cual, le siguió la corriente.

—Claro que tenía que creerte, ¿por qué no lo haría?

—Ya sabes, para este tipo de cosas se necesita mucho más que la palabra de la víctima —explicó Luna—. Pero, al parecer, mi padre no solo ha estado atacándome a mi. Ha causado algunos crímenes en todo Forks: indecencia pública, alcoholizarse en público, peleas en bares y cosas de ese estilo.

—Toda una joya.

Luna rió.

—Sí, bien, el sheriff y Billy me lo han hecho fácil. Hasta me trajeron los papeles hasta acá para que así yo no tenga que salir mucho de la reserva.

» Creo que tratan de reivindicarse conmigo porque no pudieron mantener a salvo a mi madre. No los culpo, los únicos culpables de todo son Amaro y Philippe.

—Sí —asintió Sam—. Lo bueno es que con esa orden de restricción tu padre ya no podrá acercarse a ti sin sufrir consecuencias legales.

—Y es un paso más para poder obtener completa y exclusivamente la custodia de Rain.

—La tendremos, cariño, te lo prometo.

Luna sonrió y asintió. Estaba segura de poder obtener la custodia de Rain, se había informado del tema, había ido con Sam a buscar abogados y todo estaba a su favor para que su hermanito estuviera solo con ella. El que su padre fuera un agresivo y abusivo alcohólico, le daba miles de puntos a favor a ella.

—Vamos a dormir, preciosa

Asintió, sintiendo el peso del sueño albergar su cuerpo. No tardó mucho en caer rendida en su cama apenas la tocó.

Luna se removió en la cama, un incesante ruido llegaba a sus oídos, se forzó a abrir los ojos y se quejó al escuchar el timbre de su casa siendo tocado una y otra vez. Miró la hora en su reloj, eran las dos y veinte de la mañana.

—Es Paul —informó Sam, cubriéndose la cara con la almohada.

Luna bufó.

—No te preocupes, amor, voy yo —dijo, sarcásticamente.

Sam le respondió con algo que no pudo entender, Luna encendió la luz de la habitación cuando salió solo para molestarlo y bajó para poder abrir la puerta.

—Todos los días entras a mi casa sin tocar y hoy, justamente a las dos y veinte de la madrugada, te esfuerzas por reventarme el timbre.

Paul rió, no se veía bastante contento; pero Luna no tenía tiempo de detallarlo, se estaba muriendo de sueño.

—Cerraron todas las puertas y las ventanas, solo me quedaba tocar el timbre.

Luna asintió. Bien, tuvo que darle la razón, cosa que no haría si estuvieran hablando en una hora normal. Le permitió entrar a la casa.

—¿Qué sucede, cielo?

Paul movió la cabeza, algo avergonzado.

—Bueno, terminé de hacer guardias y volví a mi casa, mi padre me vio y noté que se había pasado de copas, nuevamente...

—Bien, no digas más —lo silenció—. Sube las escaleras, sabes donde está la habitación de invitados. Ya te has quedado ahí y mañana tendré unas palabras con tu abuelo, algún día sucederá algo malo si tu padre sigue bebiendo como lo hace.

—No es su culpa, ya está totalmente dependiente de la bebida y...

—Paul, basta de defenderlo, ¿sí? Sé que es tu padre y lo quieres, pero esto debe cambiar. Ve a dormir, es muy tarde.

Paul no tuvo otra que asentir y acatar sus órdenes. Se sentía mal por él, conocía su temperamento y que su padre dijera cosas horribles de él cada vez que se sobrepasa con la bebida era inaceptable para ella. Antes, esa situación fue fácil de controlar, pero ahora, con Paul siendo un lobo temperamental, podía llegar a suceder algo que él jamás se perdonaría.

Tendría una serie conversación de mamá gallina con Dante Lahote, en serio, no iba a tolerar más que Thomas siguiera con su alcoholismo y tratara mal a Paul en ese estado.

—Luna —la llamó Paul, desde las escaleras—, yo en serio agradezco todo lo que haces por mi.

—Lo sé, cielo. Y yo estoy feliz de hacer cosas por ti y por los demás —sonrió—. Ahora, vamos a dormir, que si no duermo todas mis horas amanezco de mal humor.

Paul rió y continuó su camino escaleras arriba, Luna lo siguió, hasta que se separaron para ir a sus respectivas habitaciones.

La luz de su habitación seguía encendida, Sam roncaba aún con la almohada puesta en su rostro, Luna bufó al ver que él no había notado en todo este tiempo la luz encendida. La apagó y se acostó nuevamente en la cama, no pasó mucho hasta que sintió como su alfa la abrazaba y, en esa posición, volvió a caer dormida.

Hola, hola, yo de nuevo con un capítulo.

Este, sin duda alguna, es uno de mis capítulos favoritos y es porque abarqué un poco más sobre Luna y sus secuelas por la infancia que tuvo.

Como ya lo dije, Luna tiene traumas a causa de su padre y aunque siempre trató de olvidar todo su pasado cuando llegó a Forks, esos sentimientos siguen estando ahí. Luna fue una niña maltratada tanto física como psicológicamente, por lo que es normal que aún siendo mayor de edad esté en negación acerca de eso.

Creo que es la primera vez que abarco este tipo de situaciones en una fic (sobretodo el hecho de como se siente el oc por haber sido maltratado por un familiar) y creo que lo he hecho bien. Si alguien tiene una sugerencia, estaré encantada de leerla.

También quiero informar que solo quedan dos capítulos + el epilogo y listo, terminaremos con esta historia. Ay, estoy sensible.

Sin nada más que decir, espero que les haya gustado el capítulo.

Valoren mi esfuerzo comentando y votando✨

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