xvi. secretos al descubierto
⌜ xvi
capítulo dieciséis ⌟
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—No estoy aquí por gusto.
—Yo tampoco, Luna, pero no puedo acercarme a la reserva.
Luna bufó ante la sonrisa hipócrita que Amaro Blake le brindaba. Tenía un verdadero desagrado por su tío y todo lo que él representaba, ese hombre era el responsable de que su padre la haya encontrado y en Detroit siempre lo apoyó para que fuera abusivo con ella y Rain.
No sabía porqué, pero Amaro también tenía un rencor muy grande hacia ella, o quizás era hacia su madre, pero como estaba muerta solo le quedaba descargarse con ella.
Sea como fuera, Amaro Blake era detestable.
La carta que había recibido días antes pensaba no responderla, ni siquiera aceptar un encuentro con él, pero no podía quedarse con la duda. Si sus sospechas eran ciertas, entonces tenía un padre por ahí que jamás se hizo cargo de ella.
Como su alfa lo dijo, no la dejó asistir sola. Así que ahí lo tenía, parado detrás suyo, con los brazos cruzados, mala cara y una actitud amenazante que le avisaba a Amaro que ante cualquier movimiento en falso iba a golpearlo.
—Philippe no mentía cuando dijo que andabas de zorra con un quileute —rió Amaro, echándole una mirada despectiva a Sam—. Te pareces mucho más a tu madre de lo piensas.
—No hables de mi madre —dijo, pero sus palabras fueron opacadas por el gruñido de Sam—. Tu me citaste, ¿para qué?
—Él tiene mala actitud —continuó Amaro, sin despegar su vista de Sam—. ¿Cómo te llamas, muchacho?
—Que te importa —rugió Sam en respuesta. Luna no pudo ocultar su sonrisa.
—Bien, “Que te importa”, la verdad es que tu nombre si es importante en este asunto, sabes —siguió Amaro. Luna lo miró con malos ojos—. Eres un quileute, vives en la reserva y si eres de la familia incorrecta, podrías llevarte una enorme sorpresa.
—Deja de darle vueltas al asunto —bufó Luna—. Me citaste aquí y dijiste que ibas a contarme la verdad, porque si yo vivía en la ignorancia no era divertido para ti. A ver, cuenta todo de una vez.
Amaro volvió la vista hacia ella, sus ojos denotaban repugnancia y desagrado. No sabía como había sido su infancia junto a su madre, o el porque le caía tan mal a él, pero Luna no le tenía confianza.
—Te dije que le preguntaras a los ancianos que sucedió en el verano del 86 —habló Amaro—. ¿Lo hiciste?
Luna negó.
—Ese es tu primer error, aunque los conozco, sé que no te habrían dicho la verdad —bufó—. Ellos siempre la protegieron, a ella, a Amira y a mi padre. Yo siempre fui una mala influencia para todos los chicos de la reserva y que mi madre solo me defendiera también hizo que la apartaran a ella.
» Decían que solo era una hierba mala en una gran familia. Imagínate, mi padre era alcohólico y ellos decían que yo era el malo —rió secamente—. Me juntaba muy poco con los chicos cercanos a mi edad, Billy Black fue el primero en darme la espalda, él era mayor que yo y la voz de toda la reserva, los demás solo lo siguieron, Thomas, Rhys, Arián y Joshua.
Luna no entendía a que se estaba refiriendo Amaro, pero no dijo nada. Se quedó en silencio, escuchando su relato.
—Me metía en muchos problemas, sí, inicié muchas peleas, tuve relaciones con chicas mucho menores que yo —Luna hizo una mueca de asco ante eso—, comencé a beber todos los días y amaba molestar a las chicas de la reserva, ellas eran mi objetivo principal.
—¿Qué tiene que ver tu patética vida conmigo? —bufó Luna, perdiendo la paciencia—. ¿No crees que por todo eso que cuentas fue la razón por la cual Billy y los demás se apartaron de ti? Ellos tenían razón, eres solo mala hierba y aún vetado de la reserva sigues apareciendo.
—Quizás sí —rió Amaro, con superioridad—. Mi madre me crió así y siempre defendía mis actos, yo jamás hice nada que no fuera aplaudido por ella. De todos modos, tu historia comienza cuando tu madre se fue de la reserva.
» La odié por eso, Amatis decidió dejarnos solo porque «quería conocer nuevos lugares». Le rompió el corazón a mi madre, yo era el hombre de la casa porque papá acababa de fallecer y aún así se fue sin hacerme caso, ella era una maldita perra desobediente.
Sam gruñó detrás de ella, Luna tuvo que contener todos sus impulsos para no golpear a Amaro.
—Tenía veintiseis años y seguía estancado en la reserva, mientras la puta de tu madre se fue apenas cumplió veintiuno. Eso no era justo, para nada.
» Aunque, sólo unos meses después, pude reírme de ella, decirle te lo dije en la cara cuando volvió a Forks. Fue maravilloso verla, en serio, su rostro golpeado, su cuello lleno de moretones y pidiendo con su estúpida voz que la ayudáramos, que había cometido un error.
» Me reí, la eché a patadas de la casa y le dije que no volviera; pero no me hizo caso. Tu madre era una jodida manipuladora, fue inmediatamente al consejo que, en esas fechas, estaba conformado por el padre de Billy Black, el viejo Ateara, Dante Lahote y Samuel Uley, el padre de Joshua.
Luna trató de no hacer nada que la delatara a ella o a Sam, pero pareció que su tío se dio cuenta de algo, porque de inmediato volteó a ver a su alfa. Una sonrisa burlona se asomaba entre sus asquerosos labios.
—Te pareces algo a ese anciano, sabes, también a Joshua cuando era joven. —le dijo a Sam, para luego voltear a verla—. Tuviste suerte, eh, aunque hubiese sido más divertido para mi confesarte que estabas cometiendo incesto, lastimosamente no es el caso.
Luna frunció el ceño y Sam volvió a gruñir.
—Bien, ¿por donde me quedé? Ah, sí... Tu madre acudió a los ancianos, quienes la adoraban. Ellos, sentimentales por haberla visto con tal aspecto, movieron cielo, mar y tierra para ayudarla. Lo hicieron, el testamento de mi padre decía que le dejaba la casa, aquella en la que yo vivía, a ella.
» Amatis me echó de la casa, me dejó sin nada. Mi madre trató de defenderme, ella le dijo todo, le dijo que era una zorra y que estaba decepcionada, por lo que mi querida hermanita también la echó. Solo se quedó con Amira, su confidente ideal.
» Estaba tan molesto, furioso y mi madre me lo dijo: tenía que darle una lección a mi pequeña hermana para que aprendiera, que supiera que yo era quien mandaba. Así lo hice —sonrió—. La hubiese matado si aquel maldito bastardo no se hubiera interpuesto, el jodido amor de la infancia de tu madre.
» Peleamos hasta que el viejo consejo apareció. La traidora de Amatis contó lo que yo había hecho y ellos decidieron echarme de la reserva junto a mi madre, no podía volver a entrar ahí nunca más. Ese era mi hogar, el único lugar que había conocido, a ellos no les importó eso e hicieron que mi hijo y su madre también se fueran de la reserva.
—¿Tienes un hijo? —cuestionó Luna. Amaro asintió—. ¿Qué fue de él?
Amaro se encogió de hombros, sin tomarle importancia.
—Quien sabe, jamás fui cercano a él, no quería tener un hijo y a su madre me la cogí solo porque era fácil y yo estaba caliente.
—Eres un maldito asco —gruñó Sam.
—Gracias —sonrió Amaro—. De todos modos, nos echaron. Amatis se quedó a vivir en la casa con Amira y el bastardo del que estaba enamorada, la muy perra había vuelto con él.
» Un mes después, se me ocurrió una idea, que fue buscar al hombre del que tu madre huía. Fue fácil, mamá le había sacado el nombre cuando Amatis fue a pedirnos ayuda al volver. Le llamé a Philippe, le conté que era hermano de Amatis y que ella iba a volver con él.
» Me llevé muy bien con él, resulta que pensábamos igual, él también consideraba a tu madre una zorra fácil y estaba bastante enojado porque ella lo había abandonado. Él quería venganza, yo también.
—¿Tú fuiste quien devolvió a mi madre con ese monstruo? —gruñó, enterrando las uñas en la madera de la mesa. No quería hacer una escena en el restaurante—. Ella murió por él, casi me mata, casi mata a Rain.
—Pero no lo hizo, ¿o si? Bu, tienes traumas —se burló—. Mi madre también colaboró, ella se hizo la dolida, fingió estar arrepentida de todo lo que le había hecho a Amatis y pidió entrar a la reserva para poder pedirle perdón. La dejaron y la muy tonta de tu madre se creyó todo el cuento, hasta que mamá pudo sacarla de la seguridad de la reserva y la atrajo hasta mi.
» Dio pelea, ¿sabes? Fue difícil meterla al auto y llevarla a Detroit, todo el tiempo estuvo llorando y ni aún así le hicimos caso. Ni siquiera cuando chilló que estaba embarazada, eso solo me dio mucha más satisfacción.
—Literalmente, ustedes dos secuestraron a mi madre y la llevaron a su infierno —escupió con rabia—. ¡Tú provocaste su muerte! ¡No eres más que un maldito asesino!
Luna ya no podía contener más todas esas palabras que salieron de su boca. Quería tirarse encima de Amaro y golpearlo, no le importaba ser el centro de atención de las pocas personas en el restaurante. Ya no le importaba nada.
Ella pudo haber tenido una mejor vida, su madre podía seguir con vida si no fuera por el maldito de Amaro Blake, su tío, y la desgraciada de Amitty Roberts, su abuela.
Fue sujetada por Sam, antes de poder golpear a Amaro, el cual reía con tantas ganas que solo hacía su sangre hervir. Quería causarle el mismo sufrimiento que él le había hecho a su madre, llevarlo a su propio infierno personal y que rogara por su vida.
Se zafó del agarre de Sam y salió enojada del restaurante, no quería seguir viendo a esa escoria de persona.
Luna no quería saber nada más, pero si se hubiese quedado otros minutos, justo como lo hizo Sam, habría podido escuchar el nombre del amor de la infancia de su madre, aquel que la ayudó y la cuidó en la reserva, el que vivió poco tiempo con ella y Amira en la que ahora es su casa. Habría podido enterarse del nombre de su verdadero padre, justo como Sam se enteró.
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Luna trató de sacar de su mente el encuentro con Amaro, quería olvidar todo el sufrimiento que su madre sufrió a manos de su propia familia. Se sentía asqueada por todo eso y, por ello, trataba de concentrar su mente en otras cosas.
Le quedaba solo un día antes de volver al trabajo y no había vuelto a hablar con Sam del asunto de Amaro. Él lo había intentado varias veces, pero ella se negaba. Igual que se negaba a escuchar el nombre de su verdadero padre, del cual se enteró que su alfa sabía porque Amaro lo había dicho cuando ella salió del restaurante.
Solo quería seguir con la tranquilidad que tenía su vida en la reserva, omitiría todo el pasado y se concentraría en su alfa y su próximo matrimonio, en Rain y en sus otros chicos. Ellos eran ahora su familia, solo ellos.
Luna se apresuró a sacar los panecillos del horno cuando escuchó como el temporizador sonaba al llegar al final de la cuenta, de inmediato toda la cocina se llenó el oloroso aroma de ellos. Vio a Rain sentado tranquilamente en la mesa, sin camiseta como ya se le había hecho costumbre, esperando tan solo el momento en que ella se descuidara para poder tomar unos panecillos para si mismo.
Advirtiendo el peligro que corrían sus panecillos, le echó una mirada a Rain y se volteó a colocar la bandeja sobre la encimera de la cocina, para que pudieran enfriarse mientras los pasaba a una charola más bonita.
El ruido llegó de inmediato a sus oído, sintiendo como la puerta trasera de la casa, aquella que daba justo a su cocina, era atravesada por unas personas. Sabiendo de quienes podía tratarse, alzó la mirada y con una sonrisa preguntó:
—¿Tienen hambre?
Luna esperaba sólo ver a sus chicos o a su alfa, pero no a una pálida chica en su casa. Se le hacía conocida, de estatura media, algo bonita con su cabello castaño suelto y unos ojos marrones.
—Oh —dijo sorprendida—. ¿Quién es?
—Bella Swan —respondió Jared, encogiéndose de hombros. Asintió, cayendo en cuenta de quien se trataba—. ¿Quién querías que fuera?
Sin decir nada, Luna dejó la nueva bandeja de panecillos en la mesa, justo frente a Rain, para que ahora si pudiera comer con total tranquilidad.
Volvió a dirigir su mirada a la chica, que se veía algo tímida, para luego posarla en Jared y Embry.
—Jacob si que la regó, ¿no? Él solito tendrá que solucionar esto —murmuró, clavando nuevamente su vista en Bella—. Así que tú eres la chica vampiro.
—Sí, ¿y tú eres la chica lobo?
—La chica alfa —corrigió.
De inmediato notó que Bella no sabía si reír o no por sus palabras, lo hizo solamente cuando Jared y Embry se carcajearon. Vio a sus dos chicos acercarse a la mesa para poder revolver con cariño el cabello rubio de Rain y sentarse a cada lado de él para tomar un panecillo cada uno.
Bella Swan no se notaba mal chica, pero todo su instinto de mamá gallina lo único que quería era alejarla de la reserva, de su manada y, sobretodo, de Jacob para que pudiera deshacerse del tonto enamoramiento que tenía con ella. Igualmente, le traía algo de desconfianza y era bastante irónico que justo la chica vampiro le hiciera tener esos sentimientos.
Además, tampoco le agradaba el hecho de que por ella Jacob quisiera romper la ley del silencio y, por ende, una orden directa de Sam. Esos conflictos internos eran causados por esa chica que, sin saberlo, provocaba tensión dentro de su manada.
Quiso dejar de lado esos pensamientos y se volvió hacia Jared.
—¿Dónde está Sam? —preguntó.
—Esto, digamos que Bella ha sacado de sus casillas a Paul.
Luna conocía bastante bien el carácter de Paul, pero como había dicho antes, era una mamá gallina que solo quería tener a sus pollitos tranquilos y saber que la pálida chica en su cocina le había provocado furia a uno de ellos le molestaba profundamente.
Con el ceño fruncido, le echó una serie mirada a Bella, para luego rodar los ojos. No podía enojarse tanto con ella, después de todo era Paul de quien se trataba.
—Ay, Paul, Paul —suspiró, negando con la cabeza—. ¿Van a tardar mucho? Es que iba a empezar a cuajar los huevos.
—No te preocupes por eso, Lu —respondió Embry—. Aunque tarden, no dejaremos que sobre nada.
Luna sonrió, más que todo por la risa de Rain, y le dirigió una divertida mirada a Embry.
—De eso no tengo ninguna duda —dijo y, aunque no sentía mucha simpatía por Bella, aún así le sonrió—. ¿Quieres comer, Bella? Vamos, coge un panecillo.
Viendo a la chica acercarse a la mesa, Luna se volteó y fue en dirección al refrigerador para poder abrirlo, sacando de allí lo que necesitaba para la comida. En el momento en que vio a Embry coger su tercer panecillo, rodó los ojos y se apresuró a tomar una cuchara de madera para golpearlo en la cabeza.
—Deja algunas para tus hermanos —le regañó y de inmediato escuchó la risa de Rain—. Tú no te rías mucho, Rainy, eso también va para ti.
Su hermano formó un puchero con sus labios.
—¡Lu! —rogó, haciéndole ojitos de cachorro.
Pero Luna no cedió.
—Nada, jovencito, ¿crees que a Sam le gustará saber que su niño no le guardó ni un panecillo?
Sam se había vuelto alguien muy importante en la vida de Rain y así como el alfa cuidaba de él, su pequeño hermano también se preocupaba por el mayor.
Es por ello, que Luna observó con gracia como su hermano pensaba unos segundos, antes de asentir y quitarle a Embry el panecillo para dejarlo de nuevo en la mesa, no sin antes indicar que era para Sam y no podía tocarlo. Una absoluta ternura.
—Cerdos —comento Jared entre risas.
Su mirada pronto se desvío de nuevo hacia Bella Swan, la cual estaba con la vista puesta en ellos, era como si estuviera extrañada por esas interacciones que tenían. No le dio importancia y se volteó para poder continuar con la comida.
De vez en cuando no podía evitar reír ante las bromas que hacían los chicos, apoyando los sueltos comentarios infantiles de Rain e incluso aportando sus propias bromas. Le gustaba mucho la compañía que sus lobos le daban, también el hecho de que Rain, a pesar de su edad, se sintiera incluido con ellos.
Momentos después, la puerta trasera se abrió y Sam entró por ella.
—Moony —saludó el alfa.
Luna sonrió y fue casi un acto reflejo dejar todo lo que estaba haciendo para solo concentrar su atención en él. No pudo esconder su risa cuando lo vio cruzar todo el lugar a grandes zancadas hasta llegar con ella y cogerle el rostro con sus grandes manos. Su alfa empezó a dejarle besos esparcidos por todo el rostro, hasta que terminó con un dulce beso en sus labios.
—Eh, dejenlo ya —se quejó Jared—. Estoy comiendo... ¡Y hay niños presentes!
Rain lo apoyó con un fuerte «sí», pero sin llegar a ver nada, ya que las manos de Embry le cubrían los ojos.
—Cierra el pico y come —bufó Sam, antes de volver a besarla.
—¡Puaj! —gruñó Embry, sacándole otra risa a Rain.
Sam dejó un último beso en sus labios, para luego acercarse a la mesa, quitar las manos de Jared de la cara de Rain y poder cargarlo. Luna sonrió al escuchar la risa de Rain y el como le decía a Sam que le había guardado muchos panecillos sólo para él.
Luna tenía que admitir que se sorprendió cuando los chicos no mostraron sorpresa alguna ante el hecho de que Rain llamara «papá» a Sam. Ni siquiera hicieron mención de eso, o eso fue hasta que Jared también le llamó a Sam «papá» en modo juguetón.
Pronto, Paul y Jacob entraron juntos por la puerta trasera, ambos ilesos y golpeándose mutuamente en forma de broma. O eso fue hasta que Paul les mostró la enorme marca que tenía en su brazo y Jacob se alzó un poco el pantalón para dejar ver el mordisco en su muslo.
Luna agradecía que los lobos tuvieran la capacidad de curarse extremadamente rápido, mucho más que una persona normal, porque si no ahora estaría con un botiquín curando las heridas de sus tontos y agresivos chicos.
Pronto, informó que la comida estaba lista y, después de obligarlos a poner la mesa para comer, colocó todo lo que había preparado para que ellos mismos se sirvieran. Luna invitó a comer a Bella, la cual aceptó y ambas se alejaron de la caótica escena que sucedía en la mesa para poder comer a gusto en la encimera de la cocina.
Bella no habló mucho, los chicos solo hablaban entre si y la incluían a ella de vez en cuando. O eso fue hasta que la comida terminó, Luna los obligó a limpiar los platos, y Jacob se llevó a Bella fuera de su casa.
—¿Vas a castigar a Jacob? —le preguntó a Sam, viéndolo secar un plato—. Rompió una orden directa y la segunda ley de los lobos.
—No estoy seguro de que responder —dijo—. Porque no estoy seguro de si me lo estas preguntando o exigiendo.
Luna sonrió y se acercó para poder abrazarlo por la espalda.
—Es tu decisión, alfa, yo solo te hago ver el panorama.
—Será castigado. Rompió mi orden, rompió la ley e hizo que los chicos se sintieran traicionados.
—Y la familia no debe sentirse así —murmuró, dejando un suave beso en la espalda de Sam—. Ese es mi poderoso alfa.
Sam terminó de secar los platos, todo estuvo limpio en tan solo unos momentos y Luna amaba ver como los chicos jugaban con Rain en el living. Antes de poder ir con ellos, Jacob volvió a entrar a la casa, esta vez sin Bella.
—Luna —le llamó el menor—, ¿crees que podamos hablar?
Ambos miraron a Sam, el cual le dio un beso en los labios, haciéndola reír, y se fue al living con los demás. Luna se acercó a Jacob.
—¿Qué te ha parecido Bella?
La pregunta de Jacob la hizo encogerse de brazos, no sabía cual era la respuesta que él quería.
—Es bastante tímida. No lo sé, no habló mucho y parecía algo sorprendida en la manera en la que nos llevamos aquí.
Jacob asintió.
—Te gusta mucho, ¿verdad? —preguntó Luna, le picaba la garganta por hacer eso. Jacob asintió—. ¿Y ella siente lo mismo por ti?
—Eh, bueno... Estem...
Luna alzó una ceja.
—No lo sé, ¿sí? —terminó por decir—. Ella salía con Edward Cullen, hasta que él la dejó y se fue de Forks. Nos unimos mucho a causa de eso y yo... Yo pienso que ella si siente eso por mi.
—¿Te lo ha dicho? ¿O tu le has dicho algo de tus sentimientos?
—Lo último, sí, pero ella me dijo que solo éramos amigos y que siempre iba a amar a Edward.
—¿Y tú qué hiciste ante eso?
—Yo me transformé. No, digo, que ella me rechazó y justo ese mismo día me transformé, pero no fue por eso. Traté de alejarme de ella, pero... Pero ella vino a mi.
» Traté de alejarla también, pero cuando nos volvimos a ver me dijo que me extrañaba, que no podía abandonarla de esa manera porque me quería y por eso quise revelarle el secreto. Me dijo que ama a Edward, pero que también siente cosas fuertes por mi, pero que no quiere nada conmigo porque el vampiro podría regresar.
Luna hizo una mueca.
—Cariño, Sam tiene mucha razón. Debes alejarte de Bella Swan y ya no por el secreto, sino por ti mismo.
Jacob iba a hablar, pero Luna alzó la mano para hacerlo callar.
—No, déjame hablar, Jacob —continuó—. Esa chica debe poner en orden sus propios sentimientos para que no confunda los tuyos. En serio, entiendo que ama al chico aquel, pero diciéndote cosas así lo único que hace es confundir tus sentimientos, Jake.
» Bella debe poner sus sentimientos en orden y tu debes dejar de insistir cuando ella te dice que «no». Dejando esto en claro, eres joven y es entendible que sientas cosas por una chica; pero debes entender que esta misma chica ya te ha rechazado, cuando te alejas de ella viene y dice que siente cosas por ti y lo único que haces es confundirte, por lo cual te daña a ti mismo y hace que traiciones a tus hermanos.
Luna suspiró.
—Debes tomarte un tiempo alejado de ella; pero en serio, nada de verla por las noches o visitas a su casa. Habla con ella y dile eso, que quieres aclarar tu mente y así ella misma aclarará la suya, verá cuales sentimientos son mas fuertes: los que tiene por Edward o por ti.
» Y lo digo en serio, alejate de ella, Jake, para que puedas poner en orden tu cabeza, tus prioridades y tus sentimientos.
Lo vio asentir y con una leve sonrisa, Luna le puso la mano en el hombro en señal de apoyo, para luego darse la vuelta e ir con los demás en el living.
Buenaaaaaaas.
Falta tan poco para el final, en serio, estoy muy sentimental.
En fin, diganme aquí si les gustó el capítulo y que opinan de la historia hasta ahora.
Valoren mi esfuerzo comentando y votando✨
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