xiv. las nuevas verdades
⌜ xiv
capítulo catorce ⌟
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Justo como lo dijo el doctor Bronn, Luna pudo salir a las ocho de la mañana al día siguiente. Lo primero que hizo al abandonar el hospital junto a su pareja, fue escribirle un mensaje a su jefe acerca de su estatus de salud.
Eso fue algo fácil, su jefe era muy considerado y le dijo que había ningún problema con ello, que se tomara los días que necesitara. Luna seguía sorprendida por él, le había tocado el mejor trabajo y el mejor jefe de todo el mundo, casi ninguno era como él.
Todo el viaje que hizo con Sam hacia su hogar fue en silencio, se sentía cansada a pesar de haber dormido lo que restaba de la noche. Fue por eso que se sintió aliviada una vez vio que llegaron a su casa.
El sueño se le fue de pronto cuando vio a Jacob Black sentado en su sillón junto a Embry. Tenía bastante tiempo sin verlo, al parecer no le cayó muy bien la noticia de que estaba viviendo con Sam y desapareció de su vida de repente.
Ahora estaba ahí en su casa, ya no tenía el cabello largo, lo llevaba corto igual que los demás chicos y, al parecer, también había adquirido la manía de andar sin camiseta.
Antes de poder preguntar algo, Embry se levantó de su asiento y fue hasta ella. Su chico se veía bastante preocupado.
—¿Te sientes bien? —preguntó—. ¿Te duele algo? ¿Quieres sentarte? Yo puedo...
—Estoy bien, Embry, lo prometo —rió, tranquilizandolo—. Solo necesito algo de descanso, es todo.
—Nos preocupamos mucho cuando Jared llamó y dijo que iba a llevarte al hospital.
—Lo sé, pero ahora despreocupense, estoy sana y salva aquí con ustedes.
Embry la abrazó rápidamente, le había cogido mucho cariño al chico desde el primer día que llegó a su casa. Luego, cuando se separaron, volvió a fijar su vista en Jacob, que lucía algo incómodo de pronto.
Luna miró a Sam, tratando de buscar alguna explicación, pero él solo se encogió de hombros.
—Ayer no tuve tiempo de decirte —confesó—. Jacob se ha unido a nosotros, resulta que el gen se activó en él.
Pudo notar la incomodidad de Sam al decir eso y no entendió el porqué. Dejó de pensar en ello, le dirigió una sonrisa a Jacob.
—Bienvenido a la manada, Jake.
El asentimiento serio de Jacob le hizo fruncir el ceño, lo veía incómodo y molesto. Sentimientos completamente diferentes a como estaban Jared, Paul y Embry la primera vez llegaron ante ella.
—Jared y Paul llevaron a Rain con la madre de Sam —le explicó Embry—, estaba preguntando mucho por ti y quisieron distraerlo un rato.
Le dio las gracias, pero su voz no pudo oírse porque la de Sam la opacó.
—Vayan a buscarlos —ordenó.
Embry asintió y le hizo una seña a Jacob. Para Luna no pasó desapercibido el como Jacob respondía a la orden con algo de reticencia, como si no quisiera hacerlo. Pesadamente se levantó del sillón y siguió los pasos de Embry hasta salir de la casa.
—¿Qué le sucede?
Su pregunta hizo que Sam soltara una risa seca, sin gracia; pero antes de responder la condujo hasta la cocina, en donde se sentó en la mesa.
Veía a su alfa mover cosas de aquí para allá, Luna hizo un movimiento extraño con su nariz, jamás iba a acostumbrarse por completo a que su alfa manejara las cosas de su cocina. Ese era su lugar sagrado.
—Jacob no quiere ser un hombre lobo —respondió Sam, volteándose hacia ella—. Lo ve como un castigo, una especie de penitencia o algo por el estilo. Puedo llegar a entenderlo, yo mismo lo pensaba así al inicio...
—Pero eso ya cambió, ¿no? Te he visto, amor, te gusta ser un lobo.
—Sí, eso lo comprendí con el tiempo —aceptó—. La cuestión es que creo que para Jacob será difícil verlo de esa manera instantáneamente.
» ¿Recuerdas la teoría que te comenté hace tiempo? Ya sabes, la manera en la que el gen se activa en nosotros.
Luna asintió.
—Tu opinas que es debido a la presencia de vampiros aquí en Forks, ¿no? Todos tienen el gen, pero solo se activa cuando presienten la amenaza de los fríos en el pueblo.
—Sí, exacto. Ahora, Jacob es muy amigo de Bella Swan y ella era la pareja de un vampiro del clan cullen —explicó. Luna asintió para que continuara—. El caso es que cuando los Cullen se fueron, Jacob y Bella de acercaron más, él se enamoró de ella y piensa que esto es un tipo de castigo para él.
—¿Qué tiene que ver el haberse transformado con Bella Swan?
—Moony, tuve que pedirle a Jacob que se alejara de Bella.
Luna frunció el ceño, seguía sin entender hacia donde quería ir. Sam pareció notar eso y le sonrió.
—Es complicado, mira, yo culpo a los Cullen por haber activado el gen en mi, ¿sí? Cuando le expliqué esta teoría a Jacob y todo lo sobrenatural que sucedía en el pueblo, se volvió loco.
» No podía entender que Bella estuviera saliendo con un monstruo, se culpaba así mismo por ahora ser uno y, muy dentro de él, también la culpaba a ella por haberse encaprichado tanto por un chupasangres que quedó destruida en el bosque cuando ellos se fueron.
—¿Cómo sabes todo eso?
Sam rió.
—Te lo he dicho, en fase podemos escuchar y ver los pensamientos de los demás. Esas son algunas cosas que pude entender de la mente de Jacob, él tiene sentimientos muy confusos.
Luna asintió, apoyó el codo en la mesa y terminó por colocar el rostro en su mano. No despegó la vista de Sam, se veía algo preocupado y sabía que había algo más molestándolo.
—¿Qué es? —preguntó. Su alfa la miró—. ¿Qué es eso que te molesta?
Sam suspiró.
—Yo ya sabía que Jacob podía llegar a desarrollar el gen; pero esperaba que no lo hiciera.
—¿Y eso cómo por?
—Luna, nuestros ancestros fueron quienes nos heredaron esto. Muchos de acá en la tribu aún al día de hoy somos descendientes de los primeros espíritus guerreros, como es mi caso, el de Jacob, el del otro muchacho, Quil Ateara.
» Los últimos lobos en esta tribu fueron Ephraim Black, Levi Uley, Rishan Ateara, Robb Lahote y Tommen Clearwater. Fueron la última manada de lobos, hasta que nosotros nos transformamos.
—Alfa, dime ya que es lo que te molesta —pidió, con una sonrisa.
—Ephraim Black era el alfa de esa manada y ser el alfa no es algo que se escoge a la ligera, pasa de generación en generación. Cuando Jacob se transformó, le indiqué que debido a que desciende de Ephraim Black, le tocaba a él ser el alfa de la manada.
Luna frunció el ceño. No le gustaba eso, Sam era su alfa, tenía todas las cualidades para hacerlo, veía algo estúpido que se le diera a Jacob, un novato, solo por sus genes.
—Tú eres el alfa —bramó Luna, con el ceño fruncido.
—Debía serlo porque fui el primer en transformarse, para poder ser una guía para los chicos que siguieran después de mi y que me respetaran.
—Da igual, sigues siendo el alfa —su voz sonaba como queja, lo cual hizo sonreír a Sam.
—Y seguiré siéndolo porque Jacob rechazó el liderazgo.
—Eso es tonto, has sido un ejemplo para Jared, Paul y Embry, los has ayudado en todo. Aún con Jacob transformado, no podían quitarte ese estatus así como así.
—Tu te ves más molesta con eso que yo —bromeó Sam.
Luna rodó los ojos.
—No me gustaría que le quitaran el título de alfa a mi alfa —aclaró—. Primero, porque está mal, tu eres un verdadero alfa, más de lo que podría llegar a ser Jacob.
—Eso no lo sabes...
—Segundo —lo interrumpió—, ya no podría llamarte alfa y eso es inaceptable para mi.
Con esas últimas palabras, Sam soltó una enorme carcajada, pero Luna no dejó atrás su semblante fruncido. Es más, ahora por la risa de su alfa, se cruzó de brazos.
—No le veo lo chistoso.
Estaba siendo algo caprichosa, lo sabía, pero la idea de que Sam dejara de ser alfa no le gustaba.
—Te ves hermosa haciendo pucheros y enojandote por este tipo de cosas —dijo Sam—. Preciosa, aunque ya no sea el alfa de la manada, tu siempre podrás seguir diciéndome así.
Luna se levantó de la silla, sonrió y se acercó a Sam, pasando los brazos por su cuello y colocándose de puntillas.
—Te gusta, ¿verdad? —preguntó contra sus labios—. Te encanta que te llame alfa, mi alfa.
—Me encanta absolutamente todo de ti, preciosa.
Y con eso, Sam acortó la mínima distancia que separaba sus labios y los juntó. Luna no cabía en si de lo bien que se sentía ser besada por su alfa, la manera en la que sus labios se acoplaban a la perfección, como si hubiesen sido hechos para estar juntos.
El amor, el deseo y la pasión eran sentimientos que se podían ver brotar de ellos en ese momento. Gimió en mitad del beso cuando sintió las calientes manos de su alfa colarse debajo de su camisa, había extrañado tanto esa sensación y eso que no tenía ni veinticuatro horas desde la última vez que sucedió.
—¡Hay niños presentes!
Un alto chillido los separó de pronto. Los chicos ya habían llegado, Rain sonreía mientras que Paul le cubría los ojos, al mismo tiempo que a él se los tapaba Jared, el cual también los tenía cubiertos.
Luna rió abochornada, dejando caer la cabeza en el pecho de Sam.
—¿Cómo es que no los escuchaste llegar?
Sam dejó un último beso en su boca antes de responder.
—Cuando te tengo tan cerca de mi, ignoro todo a mi alrededor.
Sonrió, separándose de él e indicándole a los chicos que ya podían destaparse los ojos. Pronto, Luna tomó caso de las indicaciones del doctor, subió a su habitación, con Rain siguiéndola y hablándole animadamente, para poder recostarse y descansar un rato.
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Hablar con los ancianos de la tribu fue algo difícil, sabía que debía contar absolutamente todo de su vida en Detroit para que ellos pudiera ayudarla. Tener que revivir esos recuerdos fue doloroso, pero tener a Sam con ella, sujetándole la mano mientras hablaba le dio valentía.
El hecho de que la familia de su madre haya pertenecido a la tribu ayudó en mucho, quizás no eran miembros antiguos de la reserva, pero si fueron unas de las familias más longevas del lugar. El viejo Quil admitió que jamás le había agradado su tío, Billy y Harry le comentaron que siempre estaban discutiendo con él en el pasado, hasta que todo terminó con él expulsado de la tribu y la reserva.
El viejo Dante Lahote, el abuelo de Paul, permaneció todo su relato en silencio, escuchando atentamente y dirigiéndole raras miradas. Se sintió incómoda un par de veces, pero nada que no pudiera controlar.
Al final, ellos aceptaron a todo lo que pidió. Alejar a su padre, el cual conocían por la descripción que dio Sam de él y una foto que le había sacado Jared el día del ataque, y a su tío lo más que pudieran del territorio de la reserva. Billy añadió que hablaría con el sheriff Swan acerca de la denuncia por agresión y una orden de restricción.
Cuando todo terminó, Luna se sintió relajada momentáneamente, o eso fue hasta que Dante Lahote se acercó a ella.
—Haremos todo lo posible por mantenerte a salvo aquí en la reserva, Luna —le dijo. Luna le agradeció—. Si no te molesta que pregunte, ¿en qué fecha naciste?
Confundida, Luna le dio una rápida mirada a Sam, el cual tenía el ceño fruncido como sólo él, para luego darle un apretón en la mano.
—El primero de febrero de 1987 —respondió.
Luego de eso, el abuelo de Paul no le dijo nada, pareció quedarse pensativo. Volvió a agradecerles a los ancianos, para poder irse del lugar. Ahora solo esperaba el momento en que Billy le hablara sobre que le había dicho el jefe Swan. Sabía que debía volver a repetir su historia por tercera vez con él para que pudiera creerle.
Junto a Sam, volvió a su hogar. Rain estaba con la madre de su alfa, la cual lo había pedido para pasar un tiempo con él antes de que empezara el kindergarten. Luna adoraba a Allison Uley, ella en serio quería a Rain y lo trataba como si fuera su nieto, su pequeño hermano hasta empezó a llamarla «abuela».
La cita que tenía con las personas del kidergarten fue antes del día en que su padre la atacó, creía que había salido bien. Sam tuvo la razón, la entrevistadora halagó que se haya hecho responsable de su hermano y sintió pena por lo de su madre. Esperaba una llamada de ella en cualquier momento, pero en ese instante le aseguró que Rain si iba a ser aceptado ahí.
Cuando abrió la puerta de su casa, al entrar al living se encontró con lo que parecía ser una pelea civil. Jared, Paul, Embry y Jacob estaban divididos en dos grupos, siendo los primeros un equipo y los segundos otro. No parecía ser una riña por diversión, de esas que Paul solía iniciar, en realidad, Jacob se veía bastante enojado.
—¡Se llama secreto por una razón, Jacob! —gruñó Jared, en dirección a su compañero—. No puedes ir por ahí comentándolo o dando pistas para que lo averigüen.
—Es mi amiga, tiene derecho a saber porque me alejé de ella.
—No, no la tiene —habló Paul—. Ella no pertenece a la reserva, mucho menos a la tribu. No es una de nosotros, a ella le van otra clase de monstruos.
La risa ronca y sin gracia de Paul pareció molestar a Jacob, el cual fue sujetado por Embry.
—¿Qué sucede aquí?
La voz de Sam resonó por todo el lugar, fuerte y demandante. Luna podía llegar a admitir que le encantaba cuando la usaba.
Los cuatro chicos se dieron rápidas miradas, sin saber que decir. Luna se cruzó de brazos y alzó una ceja.
—Jacob fue a “dejarle pistas” a Bella Swan para que descubriera lo que somos —acusó Jared.
—He estado ignorándola por mucho tiempo, ella tiene...
—No, no tiene nada, Jacob —gruñó Sam—. Es nuestro secreto, de nuestra tribu —resaltó, dando un paso al frente—. Cuando te transformaste te di la opción se ser alfa, te negaste y aceptaste unirte a la manada bajo mi mando. Te di una orden, alejarte de Bella Swan, y la vas a cumplir.
La guerra de miradas que sostuvieron Sam y Jacob fue tensa, ninguno parecía dar el brazo a torcer. Hasta que Jacob aceptó, evidentemente molesto y se fue camino a la cocina.
Dejó a Sam con los chicos y siguió el camino que había tomado Jacob. Se encontraba sentada en una silla, con la cabeza recostada de la mesa.
—Ellos tienen razón —dijo Luna, apoyándose de la encimera—. Te guste o no, Jake.
—Sam te lo contó a ti —reprochó él, sin levantar la mirada—. ¿Qué hay de diferente que yo se lo diga a Bella? ¿Cuál es la diferencia entre tú y ella?
—Yo soy más bonita —intentó bromear. Jacob bufó—. Soy la impronta del alfa. Una impronta es importante para el lobo, soy su pareja destinada, la otra mitad de su alma. Entre él y yo no deben haber secretos, para mi no hay reglas, no existen restricciones.
» Quizás no lo entiendas ahora, yo tampoco lo hacía; pero las improntas son lo más preciado de los lobos. Somos la única ley que importa para ellos, la ley del secreto no aplica para nosotras.
Esta vez, Jacob alzó la cabeza para mirarla. Seguía con el ceño fruncido, se veía un poco mayor desde la última vez que lo vio y, ahora con este corte, mucho más serio.
—¿Cómo sabes que Bella no es mi impronta?
Luna rió.
—Sé que no lo es, de serlo Sam jamás te habría pedido que te alejes de ella —respondió con un suspiro—. El mismo sabe lo jodidamente duro que es estar lejos de tu impronta.
» Además, tu mismo sabes que no es tu impronta, Jake. Ellos lo habrían sabido mediante la conexión que tienen, no puedes usar esa excusa para tratar de confesarle el secreto.
—Ellos piensan que esto es genial, ya sabes, ser un monstruo a cuatro patas. Yo no, lo detesto y detesto a los Cullen por activar el gen en nosotros.
Luna rodó los ojos, cogió la silla más cercana a Jacob y se sentó frente a él.
—Sé que es difícil, se que es un enorme cambio para ti, el cual no logras comprender todavía y sé que te sientes mal por dejar a tu amiga justo en este momento; pero cuando superes esta etapa de «no quiero ser un lobo», verás que es un regalo que les ha sido otorgado.
Jacob bufó. Estaba empezando a cansarse de esa actitud de él, podía llegar a comprender como se sentía; pero eso no le daba el derecho de comportarse como un niño malcriado.
Esta vez, quitó su sonrisa e hizo que su voz saliera más seria de lo normal.
—Jacob, por si no lo sabes, te recuerdo que no es solo tu secreto. Es el de Jared, el de Paul, el de Embry y el de Sam, si le dices a tu amiguita acerca de esto, no solo te estás exponiendo a ti, sino a ellos también y, justo ahora, esos cuatro chicos allá en el living son tus hermanos.
» ¿Crees que para ellos no es difícil guardarlo? ¿Crees que para Jared es fácil ver a su madre preocupada porque piensa que sus salidas nocturnas se deben a que está robando o haciendo cosas de ese estilo? ¿Para Paul, el cual debe permanecer lejos de su casa porque conoce su temperamento y solo un mal comentario de su padre puede llegar a afectarlo?
Jacob apretó los labios, aún así Luna no se detuvo.
—Tu mejor amigo, Embry, del cual su propia madre piensa que está en drogas y ha dejado de hablarle varias veces —suspiró—. ¿Crees que no es difícil para Sam? Tuvo que soportar los cientos de comentarios acerca de él, no poder explicarle a Leah porque le terminó verdaderamente y tiene que ser el malo de la historia.
—Yo... —habló Jacob, aclarándose la garganta—, no lo había visto de ese modo.
Luna le dio una sonrisa ladina.
—Lo sé, pero antes de querer decirle algo a tu amiga, recuerda que tus hermanos también están haciendo su mayor esfuerzo por guardar el secreto por ellos mismos y por los demás.
Soltó un último suspiro y se levantó de la silla, le dio unos golpecitos a Jacob antes de salir de la cocina en dirección al living.
—Dijiste una grosería allá dentro —dijo Paul cuando la vio—, nos debes un dolar.
—¿Rain está aquí? —preguntó. Los chicos negaron—. Entonces, no dije nada.
Paul, Jared y Embry comenzaron a quejarse, voltearon a ver a Sam en busca de ayuda, el cual solo se encogió de hombros con una sonrisa.
—Yo no escuché nada —mintió. Los chicos comenzaron a quejarse más fuerte, justo cuando su alfa se acercó a ella—. Lo que dijiste allá con Jacob, yo no pude haberlo dicho mejor.
—Por favor, no vayan a besarse —pidió Embry.
Sam gruñó, para luego tomarle de las mejillas y plantarle un beso en los labios. El cual, Luna no fue capaz de rechazar.
Los sonidos de arcadas y quejas no se hicieron esperar, haciendo que se separarán con una sonrisa divertida.
—Que asco —dijo Paul, haciéndola rodar los ojos—. Y, antes de que vuelvan a besarse, debo recordarte, Lu, que prometiste acompañarme hoy a mi trabajo.
—No creo que...
—¡Claro!
La afirmación de Luna interrumpió la negativa de Sam para dejarla ir. El ataque de su padre no tenía ni siquiera tres días de haber sucedido y ella ya pensaba en volver a salir de la casa, a pesar de que le recomendaron descanso por el golpe en su cabeza.
Esta vez no tenía nada de lo que preocuparse, el trabajo de Paul estaba bastante, demasiado alejado del de ella y no había ninguna razón para que su padre supiera de él o si quiera donde quedaba.
—No te voy hacer cambiar de opinión, ¿verdad? —le dijo Sam, preocupado. Luna negó—. Bien, pero no salgas de la tienda y no te alejes de Paul, ¿entendido?
—Claro que si, alfa.
Y selló su afirmación lanzándose a besar los labios de su alfa, sin importarle las quejas de los demás chicos.
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Cuando Paul no estaba en clases, haciendo guardias con Sam o, en todo caso, comiéndose toda su despensa y todo aquello que hubiera en su refrigerador, tenía que trabajar. Contaba con dos trabajos, ayudar a Sam en el taller o estar en la tienda de antigüedades de su abuelo.
Luna recuerda que la primera vez que escuchó de ella fue cuando Jared bromeaba con Paul acerca de ver «a sus viejos amigos». Ella en serio pensó que el lobo mas agresivo iba a ver a personas, cuando él se ofreció a llevarla no creyó que literalmente se tratara de objetos antiguos de gran valor.
La tienda era bonita, tenía todo ese aspecto de ser antigua y había muchas cosas realmente interesantes. Ahí se vendían y compraban cosas de enorme valor histórico, hasta tenían una guitarra autografiada por el mismísimo Elvis Presley.
Luna no podía decir que se aburría en el lugar, le gustaba andar revisando todo y ver que tan interesante podía ser la historia.
—Me gusta este lugar —dijo, sacándole el polvo a una vieja caja que sacó de la trastienda—. Es bastante tranquilo.
—Eso es porque no eres tu la que lidia con los clientes —resongó Paul—. Algunos suelen molestarse porque creen que sus reliquias cuestan mucho más de lo que realmente valen o porque no queremos comprar cosas que ellos consideran valiosas, cuando en realidad son pura basura.
Luna rió, sacando varios papeles de esa vieja caja y colocándolos en el mostrador para poder ver si eran importantes o solo basura sin sentido.
—Bueno, hasta el lugar más tranquilo tiene sus momentos de desorden —rió—. Anda, cuentame de algo gracioso que hayan querido venderte.
Dejó los papeles a un lado y se volteó hacia Paul, tenía el entrecejo levemente fruncido como si estuviera haciendo todo su esfuerzo para recordar.
—Bien, alguien una vez vino para ver en cuanto le comprábamos un pañuelo usado que según había pertenecido a la princesa Diana.
—¿Usado en verdad? —rió.
—Sí, quizás el hombre habría sido más convincente si no se notaba que tenía gripe.
Luna soltó una alta carcajada, para dejar a Paul continuar con su trabajo. Él no solía comprar nada de los clientes sin antes llamar a su abuelo, que tenía mucho más conocimiento que él acerca del tema.
La mañana pasó lenta, los papeles que había sacado de la caja no parecían ser para vender en la tienda, sino de carácter personal. Habían algunos certificados de nacimiento y muchas cartas que iban dirigida hacia Thomas Lahote, el padre de Paul.
Parecían ser cartas de una mujer, la caligrafía era cursiva y realmente hermosa, tuvo la leve sensación de que se trataba de cartas de amor. Lo que le recordó, jamás había escuchado algo sobre la madre de Paul, él no hablaba mucho de ella.
Antes de que pudiera preguntarle algo, la puerta a la tienda se abrió y dio paso a un hombre. Por un momento, sintió el leve terror de que fuera su padre; pero no. Era alguien igual de malo que él.
Aquel hombre era físicamente diferente a su padre, cara ovalada, sin barba, su cabello castaño estaba bien peinado hacía atrás y sus ojos negros brillaban en maldad. Usaba un traje negro, le daba autoridad y buena apariencia, daba la sensación de ser un hombre respetado de negocios.
Amaro Blake estaba ahí, frente a ella, imponente y provocando que su respiración se detuviera.
—No está abierto, amigo, vuelva luego —dijo Paul, dando un paso al frente.
Su tío no le hizo ningún caso, él también avanzó unos cuantos pasos hasta rodear a Paul y verla fijamente.
—De entre todos los lugares de Forks, tuve que haberte encontrado en la tienda de Dante Lahote —dijo Amaro, riendo con burla—. Una entrañable casualidad.
No pudo responderle, las palabras no salían de su boca. Ya podía entender el cómo su padre la encontró, Amaro había vivido en Forks toda su vida hasta que lo expulsaron de la reserva, él seguramente le contó a su padre todo del lugar.
Paul se volteó a mirarla y frunció el ceño, molesto, ella debía tener la apariencia de un fantasma, pálida y con expresión asustada.
—Váyase ahora o lo sacaré yo mismo —le gruñó Paul, sujetándolo fuertemente del brazo.
Amaro le dio una sonrisa hipócrita, podía comprender que no le provocara miedo un chico de dieciséis años; no cuando él tenía treinta años y se veía, en apariencia, más fuerte que Paul.
—Las personas como tu padre, Lunita, son personas rencorosas y vengativas. No perdonan fácilmente a quienes los hayan traicionado, mucho menos ese tipo de traición, ¿sabes?
Paul gruñó y tiró del brazo de Amaro, para llevarlo a rastras de la tienda. Amaro lo miró, estaba sorprendido por la fuerza de Paul.
—Espera, Paul —pidió. Él se detuvo—. ¿A qué te refieres con eso?
Amaro trató de deshacerse del agarre de Paul, pero este no lo dejó, aún así le dio una sonrisa de pura maldad.
—Los misterios de la vida son complicados, aún si se vive en una reserva como la de los quileute —sonrió—. Dicen que la sangre llama y aunque jamás creí esa teoría, pude comprobarla contigo. Has llegado a tu verdadero hogar.
Luna bufó.
—¿Me dirás algo interesante o solo estarás dándome acertijos sin sentido?
—Preguntale a los ancianos que sucedió el verano del 86.
Y con eso, Paul lo jaló con fuerza hasta sacarlo de la tienda, no sin antes gruñir y decirle que no volviera por ahí si no quería tener problemas.
—¿Quién era ese? —le preguntó Paul al volver a entrar—. ¿Y qué fue todo eso que te dijo?
—Mi tío y creo que ya sospecho la razón por la cual mi padre me odia.
Buenas, buenas. De nuevo yo con un capítulo, esta vez sin tardarme años xd.
Bien, bien, ¿que opinan del capítulo? ¿Les va gustando la historia?
Hay muchos misterios en el aire, ¿alguna teoría acerca de lo que piensa Luna?
En serio, Luna y Sam son mis papis, su relación es tan bonita y me gustan mucho, ay.
Les digo que solo quedan alrededor de 5 capítulos + el epílogo para terminar esta historia y ya ando sad por eso :(
Valoren mi esfuerzo comentando y votando✨
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