xiii. el ataque

⌜ xiii

capítulo trece ⌟

⤹ ❴ ATAQUE ❵ ⤸

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Luna observó desde la puerta de su casa como una chica golpeaba de manera insistente la puerta de casa de Jacob. Eso le hizo pensar por unos minutos, tenía bastante tiempo sin hablarle o verlo más de un minuto, el chico pareció desaparecer de de su vida desde que se enteró que Sam y ella eran oficialmente una pareja.

En cambio, últimamente había visto a esa chica castaña y pálida un par de veces. Luna, con suma curiosidad, se volteó a darle una mirada a Jared, que se había dado cuenta a donde estaba viendo.

—Es Bella Swan —dijo—. Es amiga de Jacob, o eso fue lo que nos dijo Embry. Fue a ella a la que Sam encontró en el bosque desmayada.

Entonces, Luna cayó en cuenta de quien se trataba.

—Oh, la hija del sheriff, ¿no?

Jared asintió y Luna decidió no pensar más en ese asunto ya que tenía que ir a trabajar. Además, no tenía mucho conocimiento de aquella chica, salvo lo que decía Sam, que no eran cosas muy buenas.

Al parecer, la chica estuvo unas horas desaparecida y Sam la encontró en el bosque desmayada, Bella Swan tenía mucho que ver con la familia Cullen. La cual, de manera sorprendente, su alfa le comentó que eran vampiros. Eso estaba siendo surrealista, su novio era un hombre lobo todo enorme y existía una familia de chupasangres.

Terminó por cerrar la puerta de su casa y se subió al auto junto a Jared. Sam le había dejado el suyo, al parecer no iba a necesitarlo ese día ya que iba a estar ocupado en el taller trabajando.

—¿Dónde dejaste a Rain? —preguntó Jared a mitad del camino.

—¿Ah?

—Sam dijo que su madre iba a ir al doctor, tú y él están trabajando, y a Rain no lo vi por casa, ¿con quién lo dejaste?

Luna sonrió.

—Con Paul.

Sabía que, de ser Jared el conductor, el auto ya se habría detenido por un frenazo. El lobo a su lado abrió los ojos de manera exagerada.

—¿Te has vuelto loca? —exclamó, moviendo los brazos exageradamente—. Paul es la peor persona a la cual se le puede dejar un niño...

—No seas exagerado.

—¡Sabes que es verdad, Lu! —gritó—. No te sorprendas si llega una llamada para que los saques de la cárcel, o cuando llegues a casa y veas a Rain con un tatuaje.

—Bien, ahora si estás exagerando. A Paul solo hay que darle un poco de confianza, no es tan malo como parece.

Jared bufó.

—Hubieses comenzado con una planta, no con un niño... O mejor, le hubieses dejado que cuidara un huevo.

—Ten un poco de confianza en tu amigo, Jared.

Jared alzó una ceja, justo cuando detenía el auto a unos cuantos metros de su trabajo debido a que no había ningún sitio disponible cerca de él, para darle una sonrisa burlona.

—¿Sam sabe que dejaste a Rain con Paul? —preguntó. Luna lo miró—. Lo sabía, Sam prefiere llevar a Rain a patrullar antes de dejarlo con Paul.

—Otra persona que no tiene confianza en sus lobos —se quejó—. De todos modos, evita decirle eso a Sam o dejaré de hacerte de comer.

Jared rió unos segundos y luego pasó una mano por su boca, simulando cerrarla por completo. Ambos salieron del auto y, a unas cuantas tiendas de su trabajo, se detuvieron frente a una cafetería.

Luna no solía ser rencorosa y a veces se regañaba a si misma por tener ese tipo de pensamientos, pero no pudo evitar sentirse algo satisfecha cuando vio el cartel de “se vende” en ese establecimiento. Era el mismo lugar donde había ido a pedir trabajo en sus primeros días en Forks junto a Sam, no la habían aceptado, obviamente, y la dueña la trató de mala manera dejándola desanimada.

El cartel daba a entender que a ese lugar le había ido mal, era bueno que no la hayan empleado ahí, si no ahora estaría desempleada. Quizás tuvo que agradecerle a la desagradable dueña por ese hecho.

—Jamás vine aquí —le habló Jared—, antes de transformarme algunos chicos hablaban de este lugar.

—¿Era muy famoso?

—Sí, por las razones incorrectas —respondió. Luna frunció el ceño—. Solo te digo que el café era horrible, el servicio pésimo y los precios bastante elevados.

—Bueno, ya sabemos porqué cerró.

Aún con la imagen del cartel en la mente, Luna se encogió de hombros y continuó junto a Jared su camino hacia su propio trabajo.

Desde que su padre se le había acercado en la tienda, vivía en una especie de paranoia de volvérselo a encontrar. Era un peligro que él supiera donde trabajaba, poco le faltaba para descubrir donde vivía, aunque no pudiera entrar a la reserva, de igual manera le asustaba ese hecho.

Peor aún que no había tenido la valentía de contarle a Sam lo que sucedía, sabía que él debía estar enterado de eso para tomar las mejores medidas a modo de proteger a Rain; pero no encontraba el momento adecuado.

Abrió la puerta de la tienda, saludó a Damian y sintió como Jared se iba a una esquina a jugar con la consola de exhibición del lugar. Le sonrió, tenerlo a él ahí le daba una sensación de seguridad, no era tanta como cuando estaba con Sam; pero lograba sentirse menos en riesgo.

Los chicos, después de ese incidente con su padre, habían optado por tomar turnos para acompañarla al trabajo o a cualquier lugar fuera de la seguridad de la reserva. Le sentaba un poco mal quitarle a Sam tiempo de práctica con sus lobos; pero ellos habían insistido mucho en eso y Luna no podía sentirse más contenta.

Su trabajo ese día fue bastante tranquilo, comparándolo con aquella tarde de descuentos, no atendieron a más de diez personas y la mayor parte de su tiempo fue empleado en hacer el inventario. Había ganancias, eso era bueno para ella y su rol de gerente.

La tarde cayó, el sol estaba empezando a ocultarse. Su celular sonó un par de veces con mensajes de Sam, avisándole que ya estaba en la casa y que Rain se encontraba sano y salvo. Rió por eso, ya se había enterado que lo dejó a cargo de Paul.

Alzó la mirada y vio a Damian atento a su celular, este sonaba una y otra vez.

—Si tienes que irte, puedes hacerlo —le dijo—. Yo puedo cerrar hoy, no te preocupes.

—¿Segura? Puedo quedarme, a mi hermano no le molestará.

—Estoy segura, Damian. Ve, me quedaré con Jared, no pasa nada.

Damian le sonrió y pronto se despidió atravesando la puerta para salir. El chico le agradaba mucho, pero había algo en él que le causaba cierta curiosidad.

Por unos minutos, terminó de cerrar el depósito con llave donde estaba la mayor parte de sus productos, de hacer el balance final de la caja y reacomodar los estantes con otro videojuegos de exhibición.

Cogió su teléfono y le hizo una seña a Jared para salir. Cuando cerró la puerta y guardó la llave en su bolsillo, una cancioncita pop le llamó la atención.

—¡Es Freya! —exclamó Jared, mirando la pantalla de su celular.

Luna rió.

—Tu impronta, ¿no? —Jared asintió—. Es bueno saber que se han estado acercando. Vas por buen camino.

—Sí, voy a ir a contestar. Ya vuelvo.

Asintió, Jared no se alejó mucho, lo veía a unos cuantos metros de ella. Hasta podía escuchar lo que le decía a Freya, era algo tierno verlo de esa manera.

No había conocido a la chica, más que verla unos segundos en el instituto antes de graduarse; pero al parecer su relación iba a paso lento, pero seguro. Se tomaban su tiempo, habían tenido un par de citas y, a pesar de sus reclamos, Luna sabía que conocerla sería un paso gigante para ellos.

Se volteó hasta el auto estacionado frente a ella, no iba a moverse de ese lugar sin Jared. El cielo estaba oscureciendo, su estomago rugía de hambre y, mientras pensaba en sus cosas, sintió una mano en su nuca y sin preverlo su cabeza chocó contra el vidrio de la ventana.

El dolor fue inimaginable, se sentía mareada y su visión se tornó borrosa; pero aún así tuvo la fuerza para voltearse y verlo. Ver al motivo de sus temores ahí frente a ella.

Estaba desalineado, un asqueroso olor a alcohol llegó a sus fosas nasales. Quiso vomitar por ello, pero su respiración se atascó cuando las manos de su padre se dirigieron a su cuello.

—Te encontré, Luna.

Su aliento le pegó en la cara, su voz rasposa salió un poco arrastrada, demostrándole que iba demasiado borracho. Lo manoteó, trató de aruñar sus brazos y solo le quedó gritar.

Estaba quedándose sin aire, le dolía la cabeza y veía borroso debido al golpe. Estaba asustada, debía admitirlo, ahora si se había atrevido a acercarse por completo a ella. Tomó la valentía de atacarla, volvió a chillar.

Las manos se alejaron de su cuello y sus piernas ya no soportaban el peso de su cuerpo, cayó sentada al suelo. Respiraba de manera irregular, dirigió su mirada asustada a donde estaba Jared golpeando a su padre por segunda vez.

—¡Jared! —gritó, con voz jadeante—. ¡Jared, vámonos!

Se sorprendió al verlo detenerse de pronto, no sin antes propinarle otro puñetazo a su padre. Su cachorro la ayudó a levantarse y ahí todos los movimientos que hizo fueron casi automáticos.

El miedo la consumió por completo, no podía apartarla mirada de sus pies y mucho menos alejar las manos de su cuello. Solo podía jadear para tratar de recuperar el aire perdido, la cabeza le palpitaba como nunca antes.

Escuchaba un murmullo proviniendo de Jared, no podía entender lo que decía y justo cuando tocó el asiento del auto de Sam, lo vio todo negro.

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El olor que sentía era fuerte, le picó un poco la nariz. Cuando abrió los ojos vio una habitación blanca, el potente olor a medicamentos le hizo querer vomitar. Pocas veces había estado en un hospital o en algo parecido, en Detroit cada vez que tenía una lesión a causa de su padre siempre iba alguien a verla en casa o, en la mayoría de ocasiones, tenía que curarse sola.

Volteó a la derecha, Jared estaba dormitando en la silla. Y, casi sin esperarlo, Sam entró a la habitación cargando a Rain, que sonrió al verla.

—¡Luna!

El grito de Rain hizo que Jared despertara de su sueño. Luna sonrió y se sentó en la cama del hospital, abrazando a su hermano cuando Sam lo dejó junto a ella.

Sam no dijo nada, tenía su habitual cara de seriedad que muy pocas veces la usaba con ella; pero, antes de poder decir algo, unos golpes en la puerta y la entrada de un doctor la hizo desconcentrarse.

—Buenas noches, Luna —saludó, pero no pudo responder.

Sentía que lo había visto antes, quizás en la reserva o en alguna otra parte del pueblo. Él tenía todas las características de alguien de la tribu quileute. Su piel era morena, ojos negros y cabello cortado al estilo militar.

—Es bueno ver que despertaste —continuó el doctor, con voz suave—. Sufriste un golpe muy fuerte en la cabeza, te dejó inconsciente por unas horas.

Siguió sin responder, estaba más concentrada en la mirada desconfiada que le daba Sam al doctor. No eran celos o algo parecido, en realidad, se veía como si lo conociera de alguna manera.

Al ver que no respondía, el doctor le brindo una sonrisa y se acercó a ella, Sam tomó a Rain y lo apretó contra si.

—Soy el doctor Nathaniel Bronn —se presentó.

Bronn. Bronn. Ese nombre le sonaba de algo. Le echó una mirada a Sam y él seguía viendo con desconfianza al doctor, fue ahí que lo recordó.

Bronn era el apellido de un ex miembro de la tribu, una familia muy antigua de la reserva y que fue exiliado por una razón bastante válida a los ojos del consejo de ancianos: quería ser vampiro. Al parecer, ese tal Nathan Bronn conoció hace años y se enamoró de Esme Cullen, la matriarca de la familia Cullen, y tal era su amor por ella que no quería dejarla por nada.

Se sintió un poco mal por él, después de todo, Sam también le comentó que hace algún tiempo, por la fecha en la que encontró a Bella Swan en el bosque, los Cullen se habían ido de Forks sin mirar atrás. Nathaniel Bronn fue abandonado por la mujer que amaba.

—¿Es algo serio?

Su voz sonó baja cuando el doctor empezó a hacerle pruebas de rutinas. Quiso que siguiera la luz con sus ojos, le preguntó su nombre y si recordaba el cómo llegó ahí.

—Te hice varias análisis y no, no es nada serio —respondió el doctor Bronn—. El golpe no fue tan fuerte como para provocarte algo, te desmayaste sobre todo por las emociones que sentiste en el momento.

» Yo recomendaría mucho descanso, nada de trabajos pesados y aún menos situaciones de riesgo o que te pongan en extremo estrés. Eso incluye el trabajo.

Asintió y le dio las gracias, Sam volvió a dejar a Rain en la cama y salió junto al doctor Nathaniel de la habitación. Tocó su frente, tenía una venda en su lado derecho, quizás se abrió un poco por el golpe.

—No debí dejarte sola —susurró Jared, sin mirarla—. Lo siento, lo siento mucho, Luna.

—No es tu culpa.

Jared se volvió a quedar en silencio cuando Sam entró a la habitación. Rain ahora estaba acostado junto a ella con los ojos cerrados, debía ser muy de noche.

—¿Cuando podré salir de aquí? —le preguntó a su alfa, él ni siquiera la miró.

—El doctor Nathaniel dijo que quiere tenerte aquí para observación, afirmar que no tendrás secuelas graves. Saldrás mañana por la mañana.

Asintió, aún así no le complació la respuesta. Sam se volteó hacia Jared.

—¿Por qué la dejaste sola? —gruñó. Había algo en su voz que lo hacía ser más intimidante—. Te doy una sola tarea en el día y fallas en eso.

Jared no respondió, sólo bajó la cabeza.

—No le hables de esa forma —pidió Luna, sonando tan seria como el alfa—. No fue su culpa.

—¿No lo fue? ¿En serio? Estás en una cama de hospital cuando él —señaló a Jared—, se supone que estaba cuidándote.

—Él tiene razón, Lu, yo no debí...

—Jared, haz silencio —lo calló Luna abruptamente—. Jared no tiene la culpa de nada, Sam, y no voy a soportar que lo trates de esa manera, ¿entendiste?

» Ese hombre me hubiese atacado en cualquier momento, con Jared, con Paul, con Embry, hasta contigo, alfa. No tengo la más mínima duda.

Sam la miró fijamente durante unos segundos.

—Sal —le indicó a Jared—. Paul y Embry están fuera, llevate a Rain y quedense con él —resaltó—. Yo me quedaré esta noche aquí.

Jared, aún culpable y abochornado, sólo le dio un asentimiento a Sam, se acercó hasta ella para poder cargar a Rain y, sin decir nada, salió de la habitación.

—Que mi pareja me desautorice frente a mis betas me quita autoridad —le dijo Sam, seriamente.

Luna le dio una sonrisa ladina.

—No te estaba desautorizando, solo alegué que Jared no tiene la culpa de nada. Ese hombre estaba esperando el momento para atacarme.

Sam frunció el ceño.

—El hombre que te atacó hoy fue el mismo que te estuvo molestando aquel día en la tienda —dijo—. Jared me lo contó todo antes de que despertaras. ¿Quién es ese hombre, Luna?

Luna no habló de inmediato, suspiró y se volvió a acostar por completo en la cama. Veía el techo y, casi de manera inconsciente, pasó la mano por su cuello, de seguro debía tener algunos moretones por la fuerza con la que él la había agarrado. Esperaba que no duraran mucho.

Vio el techo blanco de la habitación y finalmente dijo:

—Es mi padre.

La habitación del hospital se sumergió en un incómodo silencio, estaba esperando que de la boca de Sam saliera cualquier tipo de reproche para ella; pero, en cambio, su alfa la tomó de la mano.

—Te encontró —murmuró—. Te atacó y si no hubiese sido por Jared habría sido mucho peor.

—Lo sé.

—Tienes que renunciar a tu trabajo.

Luna frunció el ceño y se reacomodó para ver mejor a Sam a la cara.

—¿Por qué siento que eso es algo que has estado pensando hace mucho? —cuestionó—. No creo que se te haya ocurrido eso así porque sí.

—Moony, desde hace mucho has estado temerosa de salir de casa sola. Siempre tienes que estar acompañada y aún así ese hombre logró encontrarte y agredirte.

—¿Y tu forma de solucionarlo es haciendo que me quede encerrada en casa? —alzó una ceja—. No lo voy hacer. Quiero trabajar, necesito el dinero, no voy a dejar que el miedo que le tengo a mi padre vuelva para amargarme la vida, de nuevo.

» En Detroit vivía así, encerrada y alejada del mundo. No quiero volver a esa vida, mucho menos en este pueblo donde él no es nadie.

Sam asintió, apretándole la mano con cariño.

—Billy Black es muy amigo del Sheriff Swan —dijo finalmente—. Nathaniel y él también se llevan bien, han sido amigos desde hace varios años.

Luna asintió, no entendiendo a donde iba Sam con todo eso.

—Ellos podrían apoyarnos para colocar una orden de restricción en su contra.

—¿Eso también evitará que se acerque a Rain?

—Probablemente sí. Demuestra que tu padre es agresivo, su estado ebrio no es el adecuado para un niño de cinco años. Habría que intentarlo.

—Sí, si crees que puede funcionar.

Sam asintió. La caricia en su mano no se detuvo y, después de un rato en silencio, él volvió hablar.

—Lamento no haber estado ahí —murmuró—. Te dije que yo veía por ti y tu seguridad, te he fallado. Estás aquí, en una cama de hospital con un corte en tu frente y moretones en tu cuello.

—No tienes porque disculparte, mi alfa —sonrió—. Como dije antes, ese hombre habría conseguido cualquier ocasión para atacarme, sin importar con quien estuviera.

» Creo que yo soy la que debe disculparse contigo, debí haberte hablado de mi padre antes, quizás pude haber evitado todo esto.

Sam no contestó.

—Aunque, tengo que rescatar algo de esto —continuó, haciendo que Sam frunciera el ceño—. El doctor Bronn dijo que debía guardar reposo, sin hacer ningún tipo de esfuerzo.

Sonrió de manera animada, haciendo que Sam abandonara todo su semblante serio y le se riera.

—¿Quieres que sea tu enfermero personal? —preguntó, divertido. Luna asintió—. Siento que vas a ser la paciente más exigente que tendré.

—Y la única que tendrás, alfa. Así que debes tratarme muy bien.

—Siempre lo hago, preciosa.

Y con una risa, Luna aceptó el beso que Sam plantó en sus labios.

Iba a hacer lo necesario para alejar a su padre de su vida, nuevamente, y que no se inmiscuyera en la de Rain. Si la orden de restricción era la forma de lograr ese objetivo, iba a tomarla sea como sea.








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Buenas, buenas, he aquí con un nuevo capítulo.

Ha pasado algo de tiempo, ¿no? Bueno, ya estoy aquí con un capítulo y dentro de unos días les subiré otro (o puedo que esta misma noche, es que estoy emocionada xd).

Les quiero recordar que esto es parte de una saga, es decir, escribiré un libro de cada lobo de la manada. Además, tengo otra sorpresita y antes de hacer spoiler, les debo decir que deben prestarle mucha atención a los personajes secundarios que han aparecido porque de ellos de trata la sorpresa djakdk.

En fin, espero que les haya gustado el capítulo. Los leo en los comentarios.

Valoren mi esfuerzo comentando y votando✨

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