vii. la confesión
⌜ vii
capítulo siete ⌟
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Luna tosió de nuevo, cubriéndose la boca con las manos para evitar contaminar algo más. Se sentó mejor en el sillón y cogió una toallita húmeda para poder limpiarse, viendo como una manta de Spiderman la cubría.
Rain, a su lado, estaba usando toda su ropa de color azul y un lindo sombrerito del mismo color al cual le dibujó una cruz roja, alegando que así se vestían los enfermeros y que él sería el de ella hasta que se recuperara.
—¡Y aquí está Spanky el elefante! —chilló su hermano, para colocarle el peluche en sus piernas—. Él me ayuda a sentirme mejor cuando estoy malito y te ayudará a ti también, me lo prometió.
—Ay, eso es muy bueno de su parte, sé que con mi tierno enfermero y con Spanky me voy a sentir mucho mejor.
Rain sonrió y volvió a acercarle el termómetro, que ni siquiera ella sabía de donde lo había sacado, a la boca. Se lo estaba colocando al revés, pero Luna no iba a decirle nada y se concentró en seguirle el juego a su hermanito.
Ya llevaba tres días enferma, lo cual coincidía con el día después de la fogata, por ello se perdió un día de clases, el que iba a recuperar luego. Del trabajo no perdió ninguno, su jefe le había dado un descanso ya que estaba remodelando la tienda, y aún tenía hasta otros tres días más hasta volver poder asistir.
Con Rain recostado a su lado, recordó brevemente una pregunta que él le hizo en la mañana. Su pequeño hermano había estado emocionado últimamente por la historia que Billy contó en la fogata, quería escuchar muchas más de ellas y se encontraba maravillado con la idea de los Espíritus Guerreros.
Entre tanta emoción y saltos, le soltó el: «Luna, ¿y cuando vendrá Sam?». No pudo responder nada ante eso, en cambio, le sirvió su desayuno y le prometió que le iba a comprar un nuevo juguete. Aunque ni con eso pudo quitarle el tema de Sam a Rain de la cabeza.
Rain estaba ya acostumbrado a las incontables visitas de Sam a la casa y le encantaban. Jugaba con él, veían televisión juntos, solían cocinar y hacer postres, a veces Sam se disfrazaba y hacían representación de súper héroes. Que Sam ya no los visitara había sido quitarle parte de la felicidad a Rain.
Y eso hizo sentir a Luna muy mal. Había tomado la decisión de decirle a Sam que se alejara de ella sin tomar en cuenta como eso afectaría a Rain.
Pero esos días sin Sam le hicieron descubrir una verdad que ya sabía, pero que se negaba a aceptar y era que estaba enamorada de Sam. Por lo que había estado pensando en que era mejor hablar con Leah con toda la verdad y esperar que ella no la odiara.
—Por cierto, Rain —le llamó—, Sue me dijo que algo sucedió contigo y Seth el otro día.
Luna pudo observar como las mejillas de su hermano se teñían en un color rojo. Alzó una ceja y se preguntó que era lo que había sucedido entre él y Seth.
—No fue mi culpa —se apresuró en contestar—. Fue culpa de un raro señor que se puso a gritarnos. Me dio miedo y a Seth también, Sue nos ayudó.
—¿Qué sucedió?
Rain jugó nervioso con sus manos, mientras estiraba su propia camisa. Para Luna era la primera vez que veía a su hermano de esa manera, parecía avergonzado.
—Bebé, tranquilo. Te conozco y sé que no hiciste nada malo, hablame de que es lo que sucedió, ¿sí?
Los ojos cafés de Rain se empañaron en lágrimas, mientras un puchero se formaba entre sus labios. A Luna no le gustaba ver así a su pequeño hermano, mucho menos si no sabía la razón.
—Sue nos llevó al súper —dijo Rain, entre lloriqueos—. Nos dijo a Seth y a mi que podíamos ir a escoger unos dulces y... y... nos quedamos parados en medio del pasillo de los juguetes.
—Continúa, bebé.
Rain negó.
—El señor me dijo que nadie me iba a querer por eso, que era un rarito y que debían corregir —sorbió su nariz—. Yo... yo solo le dije a Seth que quería una nueva muñeca.
Luna sintió como una ola de furia recorría todo su enfermo cuerpo. Quería levantarse del sillón, salir de casa e ir a buscar a ese hombre que le dijo cosas malas a su bebé para golpearlo, a pesar de que no apoyaba la violencia, en ese caso iba a ser justificada.
Por su cabeza pasó, tan rápido como un flash, el pensamiento de decirle a Sam todo eso. Tenía el leve presentimiento que él iba a ir personalmente a matar a ese hombre y ella se iba a sentir bien por ello.
Sí, la fiebre estaba empezando a hacerle pensar locuras.
—Ese hombre es un tonto —le dijo a Rain, estirando sus brazos para que pudiera meterse entre ellos—. Tú no eres nada de lo que él dijo, Rain, tienes que entenderlo. Si te gustan las muñecas, está bien, bebé, no te voy a querer más ni menos por eso.
» Si te gustan los peluches, está bien. Si te gusta jugar a la cocinita, está bien. Si te gustan los deportes, está bien. Todo está bien si es lo que quieres y lo que te gusta, amor. No hagas caso a esos malos comentarios, mientras seas feliz, yo estaré muy orgullosa de ti.
Luna acarició la cabellera rubia de Rain, mientras él tenía la cara escondida en su pecho. No le gustaba verlo así de triste, habían ido a Forks para escapar de toda la oscuridad y tristeza que tenían en Detroit.
Quería que su hermano fuera el niño más feliz, que tuviera la infancia normal que ella nunca pudo tener.
—Entonces, enfermero, ¿cree que pueda quitarme ya el termómetro?
Rain salió de sus brazos para volver a su papel de enfermero, su buen humor había vuelto y empezó a hacer todas esas cosas que estaba haciendo antes.
Cuando su hermano empezó a jugar con sus juguetes de cocina, fingiendo que le estaba haciendo una sopa para que se mejorara, Luna escuchó como su teléfono sonaba.
Su corazón empezó a bombear con fuerza cuando vio el nombre de Sam en él, con los nervios a flor de piel se sintió momentáneamente como una quinceañera cuando le escribía el chico que le gustaba. Aunque no distaba mucho de eso, después de todo, Sam si le gusta y mucho.
Sam:
13:02 pm.
Moony, ¿estás en casa?
Necesito hablar contigo.
Te extraño.
Luna:
13:03 pm.
Sí, estoy con Rain.
Luna se quedó mirando como el mensaje se enviaba, le picaban los dedos para decirle algo más y, contrario a todos los contras que le enumeraba su cerebro, le escribió:
Luna:
13:06 pm.
Yo también te extraño.
Después de ver como el mensaje se enviaba, tiró el teléfono hacia el otro sillón, no queriendo ver si él le respondía algo más.
Trató de acomodar medianamente el living para cuando él llegara, por estar enferma se había acoplado al sillón con una manta y los miles de juguetes de Rain esparcidos por todo el suelo. Aún con todo eso, decidió quedarse en pijama porque estaba muy cansada como para cambiarse.
Le informó a Rain que Sam iba a venir y su hermano no pudo estar más feliz por eso, saltó emocionado y él mismo empezó a recoger sus juguetes mientras buscaba los disfraces para jugar a los súperhéroes con Sam.
Después de treinta minutos, el timbre de su casa empezó a sonar. Se quedó estática por unos segundos, todo el malestar que su cuerpo tenía a causa de su fiebre había desaparecido, no sabía si se trataba de la energía que sentía al saber que Sam estaba ahí.
—¡Sam, Sam, Sam! —fueron los chillidos emocionados que Rain decía mientras corría en dirección a la puerta.
Luna rodó los ojos, aunque enternecida por la actitud de su hermano, y lo lo siguió en su camino. Rain ya había aprendido a no abrir la puerta él solo.
—¡Sa... No es Sam!
—Buenas tardes, Rain, también es un gusto verte —fueron las palabras de Billy Black.
Luna frunció el ceño al ver a Billy Black, el padre de Jacob, Harry Clearwater, el padre de Seth y Leah, y a Quil Ateara, el abuelo del amigo de Jacob.
—Buenas tardes —dijo Luna—, es una sorpresa tenerlos por aquí.
—¿Donde está Sam? —se quejó Rain—. Dijiste que Sam venía, Lu.
—Estoy aquí, amiguito.
El chillido de Rain no se hizo esperar cuando Sam apareció detrás de los tres hombres de la tribu, Luna sonrió al verlo ser cargado en el aire. Rain en serio quería mucho a Sam.
—¿Crees que podamos pasar, Luna? —preguntó el señor Clearwater—. Tenemos que discutir un par de cosas contigo.
—Em, sí, claro. Pasen, por favor.
Tenía que admitir que le resultó algo extraño el hecho de que “El consejo” de la tribu quería hablar con ella, más por el tono de seriedad que recorría el ambiente. Era la primera vez que ellos tres estaban en su casa y Luna se sentía levemente intimidada por su visita.
Quizás era evidente, porque Sam se acercó a ella, aún cargando a Rain, para tomarle de la mano.
—Te extrañé —fue lo que dijo, con una sonrisa—, me resulta muy difícil estar lejos de ti.
—Yo tambi... Nosotros también te extrañamos —se corrigió rápidamente—. Rain no ha dejado de preguntar por ti.
Cuando Sam volteó a ver a Rain, éste asintió rápidamente, afirmando sus palabras. Le echó un nuevo vistazo a las tres personas sentadas en su living, en serio se estaba muriendo de curiosidad por saber que es lo que ellos querían hablar con ella.
—¿Sabes la razón por la que quieren hablar conmigo?
Sam movió ligeramente la cabeza haciendo reír a Rain.
—Sí, lamento todo esto. Yo quería decírtelo por mi mismo, pero no tuve la valentía y se me agotó el tiempo.
—¿Se te acabó el tiempo? ¿Valentía? Samuel, no se de que me estás hablando.
—Estás enferma —dijo, no fue una pregunta—. Eso suele suceder, o al menos eso fue lo que dijeron los ancianos. Estarás bien muy pronto.
—¿Por qué haces parecer que mi resfriado es algo más allá de una enfermedad normal, Samuel?
—Sé que debes tener muchas preguntas y en serio lamento que yo no haya sido el que te responda, Moony.
Luna frunció el ceño, desde que Sam volvió de su desaparición todo pareció envolverse en un raro misterio y en secretos ocultos. Su amigo la tomó de la mano y la guió hacia el living, donde los ancianos los estaban esperando.
Había mucha seriedad en el ambiente, como si fueran a tratar un asunto verdaderamente importarte y temió eso. No recordaba ningún asunto que debiera tratar con ellos, ni siquiera el hecho que se haya mudado a la reserva sin ser parte de la tribu.
Sam se sentó con Rain en sus piernas delante de los ancianos, Luna se mantuvo de pie y les dio una sonrisa, esperando no parecer nerviosa.
—¿Quieren algo de beber? —ofreció.
—No, no, Luna, gracias —negó Billy—. Si gustas, nos vendría bien comentarte lo más pronto posible acerca del asunto que vinimos a tratar.
—Sí, sí, claro.
Luna tomó asiento junto a Sam. Vio momentáneamente la cara de Rain y él también parecía un poco confundido por la presencia de los ancianos en su living.
—Luna —empezó Billy—, este asunto es muy importante y de gran vitalidad para nuestra tribu, es necesario que sepas que cualquier cosa que te contemos aquí deba mantenerse en absoluta confidencialidad, ¿sí? Son secretos de nuestra tribu que se han mantenido a lo largo de muchos años.
Luna asintió un poco confundida.
—Si son secretos de la tribu, ¿por qué me los están contando?
Harry suspiró.
—Porque te has convertido en parte de ella, Luna —respondió—. Hace poco fuiste a tu primera fogata y te has enterado de la leyenda de los Espíritus Guerreros. Debes saber que no se trata de un simple leyenda como tal, sino que va mucho más allá de lo lógico y conocido.
Luna hizo un sonido de entendimiento, pero en su mente divagaba el recuerdo de la leyenda que le habían contado hace días. Según tenía entendido, se hablaba de hombres que se transformaban en lobos para combatir los males que afrontaba la tribu, sus enemigos principales llamados «Los fríos». Y sí, Sam había tenido que darle una pequeña explicación para que pudiera entenderla mejor.
—Nuestra tribu se ha caracterizado por tener una especie de aura mágica que la rodea. Desde que se tuvo ese primer contacto, todos los descendientes han tenido lo que se llama «el gen» dentro de ellos, permaneciendo inactivo hasta que una causa mayor logra que se active.
—¿Y eso quiere decir?
Billy suspiró.
—Quiere decir que algunos de los miembros de esta tribu pueden transformarse en lobos, Luna, tal y como lo indican nuestras leyenda.
Luna miró por un segundo a Rain, que parecía no estar enterándose de nada, lo cual agradeció. Si para ella era ya difícil de creer, no se quería imaginar lo que atravesaba por la cabeza de su hermano menor.
Soltó una risa, tratado de quitarle seriedad al asunto. Nadie más se rió.
—Es una muy buena broma, señores —intentó reír. Hasta Rain también soltó una pequeña risa—, no se a donde quieren llegar con...
—Luna —negó Sam, con seriedad—. Están hablando en serio.
—Sabemos que es difícil de creer, Luna, pero no es más que la verdad. Hasta ahora, solo Sam ha podido hacer que el gen dentro de él se active —continuó Billy. Luna en serio quiso reír—. Sam tiene la habilidad de convertirse en lobo, esa fue la causa principal de su desaparición.
Luna no dijo nada, solo quitó a Rain de los brazos de Sam y le sonrió.
—Bebé, esta conversación solo deben tenerlas los adultos, ¿sí? —Rain asintió—. Bien, mejor ve a tu habitación para que juegues con tus juguetes, ¿sí? Te llamaré cuando puedas volver a bajar.
Rain asintió, no sin antes abrazar a Sam para poder irse corriendo escaleras arriba. Esta vez, Luna perdió toda la gracia de su rostro.
—Si esto es algún tipo de broma...
—No lo es, Moony —respondió Sam, tratando de cogerle la mano. Luna se apartó—. Te juro que es la verdad, quería decírtela hace mucho, pero es algo muy complicado.
—¡Sí, si lo es! ¿Por qué me están diciendo esto? ¿Qué pinto yo con saber que él se puede convertir en un lobo?
—Luna, calmate —pidió el viejo Quil.
—¡Estoy calmada!
Vio como los tres ancianos se daban una mirada y, al mismo tiempo, volvió a apartarse cuando Sam intentó de nuevo coger su mano.
—¡Soy nueva en el pueblo y soy parte de la tribu por mi madre muerta! ¡No veo razón lógica por la cual ustedes vengan a decirme esto!
Se obligó a si misma a volver a tomar asiento, esta vez un poco más apartada de Sam.
—El hecho de que Sam haya activado el gen tiene mucho que ver contigo, Luna. Ese fue el desencadenante para que tu seas un miembro oficial de la tribu.
—¿Eso que quiere decir?
—La imprimación —respondió Harry—. Es una cosa que sólo le sucede a los lobos y no se puede hacer nada en contra de ella.
Luna alzó una ceja, dándoles a entender que básicamente no estaba entendiendo nada. El señor Clearwater rió.
—Es la forma en la que los hombres lobo como Sam encuentran a su pareja —dijo Billy, de manera tan lenta que Luna pensó que lo hacía para que ella captara—. Me refiero a las almas gemelas, es una especie de amor a primera vista pero mucho más poderoso.
«Amor a primera vista», pensó Luna y a su mente volvió el recuerdo de la primera vez que vio a Sam luego de su desaparición. Él solo la vio y cayó de rodillas ante ella, fue una escena extraña, pero si se ponía a pensar en ella ahora, luego de escuchar todo lo que le habían dicho los ancianos, tenía algo de sentido.
—Eso... —tomó aire—, eso quiere decir, entonces, que soy la pareja de Sam.
No fue una pregunta, pero aún así Billy asintió como respuesta. No sabía a donde mirar, fue casi instintiva la manera en la que su cerebro llegó a esa conclusión.
—Cuando yo te vi por primera vez luego de mi transformación, fue como si nada más me importara. Tú eres mi alma gemela, Luna.
Y esta vez si de dejó agarrar la mano por Sam, pero no porque quisiera, sino porque estaba en un estado de shock. Se pellizcó disimuladamente, solo para verificar que no estaba en ninguna clase de sueño pesado que estuviera teniendo en la clase de Literatura en el instituto.
No. Era solo la jodida realidad. Todo eso era verdad. Hombres transformándose en lobos, amores a primera vista, leyendas hechas realidad. ¿A que clase de pueblo se fue a vivir? Ella solo quería una vida normal junto a Rain.
—Y eso no es todo, Luna —continuó Billy. Luna estaba en silencio, era como si las palabras se hubieran ido de su boca—. Sam, al ser el primero en transformarse, ha tomado el estatus de alfa, por lo que, según la tradición, su pareja, tú, debe ir a vivir con él.
—¡No! —chilló, levantándose del sillón—. Eso si que no. No, no —rió, tratando de tranquilizarse—. Él es el ex de mi mejor amiga, su hija, señor Clearwater. No voy a ir a vivir con él porque sería una traición para ella y... y... no lo sé, ¡Tengo un niño a mi cargo! ¿Cómo le explico todo esto?
» No pueden venir a mi casa y decirme que tengo que ir a vivir con una persona solo porque es el alfa de esta... esta tribu.
—Sabemos que es difícil de comprender, Luna —continuó el viejo Quil—, pero el que vayas a vivir con Sam es obligatorio.
—¿Qué? —miró a Sam—. ¿Me vas a obligar a ir a vivir contigo?
—Yo no quería que esto fuera así, lo siento, Moony.
—Aunque él no quiera, nosotros si lo haremos —dijo Billy, aún más serio que antes—. Sam es el alfa de la manada y tu como su pareja...
—¡No soy su pareja! —chilló.
—... tu como su impronta, es tu deber estar a su lado y vivir con él —terminó Billy. Luna bufó, cruzándose de brazos—. O si no,nos veremos en la obligación de echarte de la tribu y del pueblo.
—¿Perdón? ¡Es mi casa, no me pueden echar de aquí!
—Desobedeces las órdenes del Consejo y, consecuentemente, las del alfa. Si podemos hacerlo, Luna.
Luna rió, ya estaba empezando a perder la poca cordura que le quedaba.
—O sea, que no solo me están obligando, sino que además me están coaccionando. Es que ustedes son increíbles, de verdad.
—No queremos que esto sea así —intercedió Harry, suspirando—. Debes pensarlo bien, Luna.
Y así como llegaron sin invitación alguna a su casa, se fueron. Luna no podía con ese descaro, temblaba de rabia. ¿Pensaban echarla del pueblo solo porque no iba a obedecer sus órdenes? ¿Qué clases de estúpida secta eran ellos?
—Vine aquí buscando escapar de mi padre, de todo el caos que era mi antigua vida en Detroit y ahora me están diciendo que si no me voy contigo tendré que irme del pueblo —bufó, cada una de sus palabras salió con rabia hacia Sam—. La... La, ¿cómo se llama? ¿imprimación? —Sam asintió—. Bien, ¿la imprimación es la causa de todo esto? —Sam volvió asentir—. Okey, deshazte de ella. Quitamela de encima o que se yo.
—Moony, no funciona de ese modo. No es algo que yo haya decidido, solo sucede.
Quería llorar, en serio, descargarse toda esa rabia que llevaba encima. La alegría de ver a Sam se había transformado en pura y sincera molestia. Fue a Forks porque había sido el hogar de su madre, su deseo era que ella viviera en paz en ese lugar y en serio pensaba darle un verdadero hogar a Rain ahí. No esperaba que leyendas desconocidas se hicieran realidad y terminara siendo la pareja de un hombre lobo alfa.
—Yo no decidí nada de esto —dijo Sam, acercándose a ella—. Si fuese por mi no existirían esas leyes, tu seguirías viviendo aquí en tu casa, en la reserva, en el pueblo, Moony.
» Por más alfa que sea, todo esto va más allá de mi y de lo que puedo hacer. Son cosas que han durado siglos, que se han formado desde antes que mi padre naciera.
Luna volvió a sentarse en el sillón, apoyando los codos en las piernas y sujetándose la cabeza con las manos. ¿Qué iba hacer? ¿Qué debía hacer?
A su mente volvieron los cientos de mensajes amenazantes en su teléfono, las cartas anónimas que llegaban a su puerta y tuvo mucho miedo. En la reserva estaba a salvo, él no podía entrar ahí y hacerle daño, pero fuera, en cualquier otro lugar, Rain y ella estarían en peligro.
Debía hacer lo mejor para su hermano, para que estuviera a salvo.
—No me voy a ir a vivir contigo.
—Luna...
—No, Sam, escúchame —pidió, sin levantar la cabeza—. No voy a vivir contigo en tu casa, tú vendrás aquí. Es mi casa, mi lugar y no pienso abandonarlo así nada más —explicó—. No sé que es lo que planean los ancianos, pero tú y yo, quiero que te quede claro, no somos pareja.
Cuando alzó la cabeza pudo notar que sus palabras fueron un golpe duro para Sam.
—No somos pareja —repitió—. No dormiremos juntos, nada de eso. Yo estaré en mi habitación, Rain en la de él y tú puedes acomodarte en el sillón.
—Bien, bien —aceptó—. Eso está bien para mi.
—Hago esto por Rain, Samuel —bramó—. Quiero que él esté a salvo y sea feliz, aún si tengo que soportar hacer cosas que no quiero. De todos modos, no es la primera vez.
—Yo no quería que las cosas se dieran así, Moony, debes creerme.
—Eso ya no importa —suspiró, el dolor de cabeza estaba llegando a ella—. ¡Rain!
De inmediato los pasos acelerados de su hermano pudieron escucharse, hasta que vio su pequeña figura bajando las escaleras. Le sonrió cuando se lanzó a sus brazos, luciendo su capa azul con la cual fingía ser Superman.
—¿Ya no charla de adultos? —preguntó con un puchero—. ¿Podemos jugar?
Luna le dio un beso en la mejilla, con el que lo hizo reír, antes de voltearse hacia Sam.
—Eso tendrá que esperar, bebé. Ahora tenemos que ayudar a Sam con sus cosas, ¿sabes? —le dijo. Rain inclinó la cabeza, parecía confundido—. Sam te quiere tanto y ama jugar a los súperhéroes contigo, que ha aceptado venir a vivir con nosotros. ¿Qué te parece?
La respuesta de Rain no fue más que aplaudir y chillar emocionado, para luego hacer que lo soltara y lanzarse a los brazos de Sam. Luna tuvo que guardar todos los sentimientos que tenía ante esa tierna escena, porque aún la molestia recorría su ser.
Le alegraba ver a su hermano tan feliz, y haría hasta lo imposible por seguir viendo esa sonrisa en su rostro. Aún si eso significaba que tendría que aceptar ir a vivir con un alfa.
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¡Buenas, buenas, gente!
Bien, ya Luna sabe del secreto, sabe que es el alma gemela de Sam y fue obligada a vivir con él. ¿Qué opinan de todo eso?
Yo, en su lugar, también me habría vuelto loca y declinado la oferta, sin importar que me tenga que ir del pueblo. Pero Luna lo hace todo por la felicidad de Rain y ese es su mayor motivo.
Ustedes en serio no saben todo lo que ha pasado Luna en su anterior ciudad, pero ya se enterarán del porqué tomó esa decisión.
Uy, ¿que pasará en el siguiente capítulo? ¿Cómo se tomará Leah la noticia? Recuerden que Forks es un pueblo pequeño y las noticias corren rápido.
Diganme que les pareció el capítulo.
Valoren mi esfuerzo comentando y votando ✨
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