ovi. la fogata
⌜ ovi.
capitulo seis ⌟
⤹ ❴ LA FOGATA ❵ ⤸
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Con cada día que pasaba, Luna ya no podía ocultarle a Leah la verdadera razón por la que Sam tenía detalles tan atentos con ella y Rain.
Desde que su amiga volvió a clases, a modo de poder despejarse un poco de la ruptura, había sido más difícil mantener el secreto de Sam oculto de ella. Más que todo por el hecho de que Uley iba a buscarla todas las mañanas y la llevaba al Instituto, razón por la cual llegaban juntos al lugar. No obstante, también se sentaba con ella en el almuerzo, sin importarle que Leah estuviera con ella, y la acompañaba entre clase y clase a su aula.
Luna ya sabía que Leah había empezado a sospechar algo, pero ella siempre se encargaba de negarle las cosas, asegurando que Sam solo la acompañaba como manera de poder estar cerca de ella. Eso parecía tener a Leah contenta.
—Venga, Lunita —rogó Sam, sentado en su sillón—. Te va a agradar.
Luna rodó los ojos y miró mal a Rain, que parecía estar del lado de Sam ya que tenía las manos juntas y la miraba con ojos de cachorrito.
—Sí, sí, vamos, Lu.
—¿Ves? A mi amiguito le agrada la idea.
Luna bufó.
—A él solo le agrada la idea de comer hot-dogs y escuchar historias.
Observó con una sonrisa como Sam veía a Rain mientras este asentía feliz. Su pequeño hermano era fácil de ganar, más si le prometías una noche de cuentos y comida no saludable.
Y eso era justo lo que Sam le estaba proponiendo, que fuera junto a él a una de las fogatas que siempre solía hacerse en la reserva. Una de esas a las que sólo se podía ir si eras miembro de la tribu o si eras invitado por alguien, Luna confesaba que le daba bastante curiosidad, más que todo porque eran realizadas en la parte trasera de la casa de Jacob.
—Rain tiene hora para dormir —se excusó, su hermano hizo un puchero.
—Y te traeré a la hora indicada, lo prometo.
Luna en verdad detestaba cuando daba mil excusas para no salir y la otra persona le buscaba mil y una soluciones para cada una. Aunque, tenía que admitir que viniendo por parte de Sam, le gustaba.
—Convenceme —dijo Luna con una sonrisa, sentándose al lado de Rain en el sillón—. ¿Por qué debería aceptar ir a esa fogata?
Sam le echó una mirada, para luego cubrir los oídos de Rain y darle una sonrisa.
—¿En serio quieres que te convenza con tu hermano frente a nosotros? —bromeó—. No sabía esa faceta de ti, Moony.
Luna balbuceó, con un tono rojizo tiñendo sus mejillas para después levantarse y acercarse a Sam a modo de poder darle un golpe en el brazo. Escuchaba su risa burlona, y tenía que admitir que el golpe le había dolido mucho más a ella.
Poco se había dado cuenta del apodo que le había colocado. Bufó ante eso, ella no era una gran fan de los motes cariñosos, pero a ese podía acostumbrarse.
—Era una broma —añadió Sam aún riendo—. Vas a pasarla bien, lo prometo. Es algo que suele hacerse en la semana, Billy cuenta la historia de nuestros ancestros, comemos un poco y pasamos un rato agradable.
—¿Cada semana cuentan la misma historia? ¿Acaso no se aburren?
Sam negó con seriedad.
—Nuestras historias son míticas, llenas de magia y nos hace sentir orgullosos de las personas que descendemos. Pertenecer a esta tribu es un honor para mi.
Rain la miraba desde el sillón, con sus enormes ojos marrones, él si quería ir. Luna mordió su labio, escuchar a Sam hablar con tanto orgullo del origen de su tribu, le daba una tremenda curiosidad de escuchar esas historias.
Terminó por asentir, ganándose dos contentas sonrisas por parte de los dos chicos sentados en su sillón, los cuales no evitaron chocar las palmas.
—Es dentro de una hora —añadió Sam—. Podemos comer algo antes si quieres.
—Pensé que íbamos a comer allá.
Vio a Sam encogerse de hombros y frunció el ceño algo confundida. Esa era otra de las cosas tan extrañas que había notado de su amigo después de que desapareció, además de que su cuerpo estaba constantemente con una alta temperatura, parecía que no podía llenarse con nada.
Sam se la pasaba comiendo todo el tiempo, y, para malestar de Luna, no subía de peso. Ojalá a ella le pasara eso.
—A Billy le va a dar gusto verte ahí, al igual que a Harry y el viejo Quil, a ellos no los conoces pero han querido conocerte desde que te mudaste.
—Espera —lo de tuvo—, ¿Harry Clearwater? —Sam asintió—. No, no, ¿estás loco? Él es el padre de Leah. ¿Leah también estará ahí?
Sam se removió incómodo, para terminar levantándose del sillón y acercarse a ella. Luna se apresuró a colocarle una película infantil a Rain antes de meterse en la cocina con Sam.
—Leah va a estar ahí, ¿verdad? ¿Quieres que vaya a una fogata contigo cuando tu ex pareja va a estar ahí?
—Luna...
—¡Leah es mi amiga, Sam! —chilló, moderando su tono de voz para que Rain no la oyera—. Ella ya está empezando a sospechar acerca de sea lo que sea esto y aparecer contigo en la fogata no me parece una buena idea.
—Entonces hay que decirle de esto.
Luna alzó una ceja mientras soltaba un fuerte suspiro.
—¿Y que es esto, Samuel? —bufó, no lo dejó responder—. ¿Y que planeas que le diga? «Oh, Leah, sabes que la razón por la que Sam está tan apegado a mi es porque le gusto y justo me lo confesó dos días después de terminar contigo. Ja, ja, ja, es chistoso, ¿verdad? ¿Te molesta si salgo con él?».
—Bueno, si lo dices así.
Luna rodó los ojos y volvió a golpear el brazo de Sam, cosa que otra vez solo pareció dolerle a ella.
—Leah es mi única amiga, Sam. He estado guardándole este secreto por ti y porque sé que va a salir lastimada. Ella todavía te ama.
—Pero yo no, Luna, yo quiero estar contigo.
—Y yo te digo que no podemos, Samuel. No quiero dañar a mi amiga, mucho menos ser la razón de su tristeza. La veo todos los días sufriendo por ti.
—Jamás fue mi intención hacerle daño, ella lo sabe porque se lo he dicho —suspiró—. Tampoco fue mi elección haber pasado por todo lo que pasé y enamorarme de ti, Moony. Yo quiero estar solo contigo.
Luna suspiró mientras de apoyaba en la mesa de su cocina. Todo esta tan difícil en cuanto a sus propios sentimientos tanto por Sam como por Leah, no quería herir a ninguno y mucho menos sufrir ella.
Luna solo quería una vida normal y sin drama en Forks, después de todo lo que había sufrido en el pasado solo necesitaba un poco de tranquilidad no solo para ella, sino también para Rain.
Tanto Sam como ella se quedaron en silencio por un rato, parecía que ninguno de los dos sabía que más decir, pero Luna no estaba tan segura de ello.
—Tienes que volver con Leah —musitó, sin mirar a Sam—. No le hagas esto, por favor. Ve y vuelve con ella, olvidate de lo que sientes por mi, debes estar confundido.
Le dolía mucho decir esas palabras e iba a quedar devastada si Sam las aceptaba, pero era algo que los dos tenían que hacer. Ella sufría por su amiga, más al saber que era ella misma la responsable.
—No —musitó Sam confiado—, eso seria horrible para cualquiera de nosotros tres, Luna. Quiero estar contigo, tu sientes cosas por mi, solo le haremos más daño a Leah si fingimos lo contrario.
Volvieron a quedar en silencio, muy en el fondo Luna estaba aliviada porque Sam no había aceptado su idea. Respiró profundamente, escuchando la película infantil que le había colocado a Rain en el living.
—Vamos a la fogata —pidió Sam—, pasamos un buen rato y luego, si tu quieres, seguimos hablando de esto; pero tu sabes que mis sentimientos no van a cambiar y mi opinión tampoco, Moony.
—Hablaremos de esto luego.
Fue lo único que dijo Luna antes de salir de la cocina para poder prepararse tanto a ella como a Rain para la fogata, solo esperaba que no sucediera nada dramático en ese lugar.
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Luna sentía la mano de Sam en su espalda baja, mientras caminaba cargando a Rain por el sendero en dirección a la parte trasera de la casa de Jacob. Le gustaba que no fuera un camino largo, su hermanito menor estaba algo pesado.
—Esto es una mala idea —susurró, esperando que solo Sam la oyera—. Esto puede acabar muy mal.
Sam solo rió.
—El pesimismo no te va, Moony.
Luna bufó, pero aún así no pudo evitar sentir un calor en las mejillas al volver a escuchar el apodo que le había puesto Sam. Le gustaba, era la primera vez que le colocaban un apodo que le gustara.
O simplemente era el hecho de que Sam se había tomado la molestia de buscarle uno.
—¡Rain!
—¡Seth!
Rain empezó a removerse en sus brazos, por lo que tuvo que bajarlo y colocarlo en el suelo para que pudiera ir hasta Seth. La amistad de esos dos de verdad era bonita y le gustaba mucho que su hermano tuviera a alguien más, aparte de ella, que disfrutara de pasar el tiempo con él.
—Cuando Sue no pueda cuidarlo, se lo dejaremos a Seth.
Sonrió y le propinó un golpe a Sam en el hombro, el cual volvió a dolerle solo a ella. Vio a Rain correr hasta Seth y ambos chocaron sus manos en el aire.
—Un niño no puede cuidar de otro niño —comentó Luna con cierta tristeza—. Sería colocarle una enorme responsabilidad al mayor y quitarle parte de su libertad.
Sintió como Sam la miraba, era como si pudiera ver más allá de esas palabras y quizás era cierto. Ella tuvo que hacerse cargo de su hermano a temprana edad, cuando todos sus amigos iban a fiestas, ella tenía que hacerle la cena, bañar y acostar a Rain.
Mientras todos vivían romances adolescentes, salían a pasear y estudiaban, ella había tenido que abandonar la escuela, conseguir un trabajo para pagar la renta de su casa y los servicios, además de poder estar ahí para Rain cada vez que se enfermaba.
Había mordido su labio y el estar enfrascada en sus pensamientos poco la había hecho reaccionar ante el abrazo de costado que le brindó Sam.
—No me toques que apestas.
—Mentirosa, te encanta mi perfume. Es esencia a hombre.
—A hombre sucio, querrás decir.
No le dio tiempo a Sam de decir algo más porque Jacob y Billy se acercaron hasta ellos. Les dio una sonrisa y de apartó un poco más de Sam, mirando de reojo como Rain se iba con Seth hacia Sue.
—Luna, que bien que hayas venido —fue el saludo de Jacob, su sonrisa denotaba emoción—. Había querido invitarte desde hace tiempo, pero no se me dio la oportunidad.
—Ya estoy aquí, Jake. Sam me ha dicho que sus historias son asombrosas.
Ante la mención de Sam, Jacob volteó a verlo y se pudo reflejar el desagrado en su mirada. Luna tuvo que fingir que no notó la leve tensión entre ellos dos, y, en cambio, le habló a Billy:
—Gracias por la invitación —dijo—. Sam dijo que usted fue uno que lo motivó a invitarme.
—Es bueno tenerte aquí, muchacha. Ya eres parte de la tribu de manera oficial.
No sabía porque, pero sentía que las palabras de Billy iban más allá del cariño de tenerla ahí y empezó a sospecharlo aún más por la mirada que le dirigió a Sam. Sospechaba que dentro de esa tribu había mucho más de lo que decían, era como si todos guardaran un secreto.
—No le caes bien —le susurró a Sam, mientras caminaba a su lado—. En serio parece que te detesta.
Sam rió en voz baja.
—Tu le gustas y yo estoy contigo. Solo está celoso, es un niño.
—Yo no le gusto —bufó—. Solo está encantado con mi belleza.
Sam alzó la ceja.
—No encuentro manera de refutar esa lógica. Sobretodo porque yo también he caído ante tu belleza.
—Mentiroso.
Fue lo único que pudo decir, la vergüenza la había dominado por completo y para que Sam no pudiera notar sus mejillas encendidas se apresuró en seguir a Rain que seguía jugando con Seth a unos pasos de ellos.
—Hola, Luna —la saludó Sue con un abrazo—. Cariño, me alegra que hayas venido por fin a una fogata. Hemos querido invitarte desde que llegaste...
—Sí, Jacob me ha dicho lo mismo.
—Pero, ven, ven —Sue la jaló de la mano hasta llevarla frente a Billy Black y dos señores más. Sonrió de manera tímida cuando los tres le dirigieron la mirada y trató de controlarse a ella misma—. Cariño, a Billy ya lo conoces, pero ellos son Harry Clearwater, mi esposo, y Quil Ateara.
Luna les tendió la mano.
—¿Quil Ateara? —cuestionó—. Hay un chico que tiene su mismo nombre.
Su comentario hizo a Sue y al señor Ateara reír.
—Supongo que conociste a mi nieto —dijo—. Bienvenida a Forks, Luna, y a nuestra tribu. Sé que serás muy feliz en este lugar.
Ante esas palabras les otorgó una sonrisa, sintiendo alguien de abrazaba a su pierna derecha y una mano se posaba en la parte baja de su espalda. Miró hacia abajo y encontró a Rain riendo, mientras que a su lado estaba Sam luciendo orgulloso.
—Sí, señor, lo sé. Estoy siendo muy feliz en estos momentos.
Nadie podía apartar la sonrisa genuina de su cara, o eso fue hasta que vio a Leah. Sam pudo notar su cambio de humor y la guió a ella y a Rain hasta unas sillas para poder empezar a escuchar el relato de Billy.
Rain de sentó en sus piernas mientras se recostaba en ella, Luna evitó la mirada que Leah le dirigía y se concentró en la mano de Sam en su pierna. No quería quitarla de ahí, la sentía bien, era una especie de protección que él le brindaba.
Antes de que empezaran con las historias, Sue y Seth empezaron a repartir algunos hot-dogs para todos. Rain estaba muy emocionado por eso y Luna vio con asombro como Sam se tragaba la mayoría de esa pila de comida, hasta escuchó un bufido molesta de Jacob por eso, el cual le causó algo de risa.
Luna pensaba en decirle algo más a Sam, hasta que el sonido de Billy aclarándose la garganta llamó su atención. El ambiente se volvió aún más tranquilo, el fuego de la fogata los calentaba y hacía que se relajaran por completo, hasta Rain se recostó de ella para poder escuchar la historia.
—Los quileute han sido pocos desde el principio —comenzó—. No hemos llegado a desaparecer a pesar de lo escaso de nuestro número porque siempre ha corrido magia por nuestras venas. No siempre fue la magia de la transformación, eso acaeció después, sino que al principio, fue la de los espíritus guerreros.
«¿Transformación?», se preguntó a sí misma. Quiso evitar darle más vueltas al asunto y se aseguraría de preguntarle a Sam a que se refería ese tema.
—En los primeros tiempos, la tribu se estableció en este fondeadero y adquirió gran destreza en la pesca y en la construcción de canoas. El puerto era muy rico en peces y el grupo, pequeño; por ello, pronto hubo quienes codiciaron nuestra tierra, pues éramos pocos para contenerlos. Tuvimos que embarcarnos en las canoas y huir cuando nos atacó una tribu más grande.
» Kaheleha no fue el primer espíritu guerrero, pero no han llegado hasta nosotros las historias acaecidas con anterioridad. No recordamos quién fue el que descubrió este poder ni cómo se usó antes de esta situación crítica. Kaheleha fue el primer Espíritu Jefe de nuestra historia. Él se sirvió de la magia para defender nuestra tierra en aquel trance.
» Él y todos los guerreros dejaron las canoas; no en carne y hueso, pero sí en espíritu. Las mujeres se ocuparon de los cuerpos y las olas y los hombres volvieron a tierra en espíritu.
» No podían tocar físicamente a la tribu enemiga, pero disponían de otras formas de lucha. La tradición detalla que hicieron soplar fuertes vientos sobre el campamento enemigo; el viento aulló de tal modo que los aterrorizó. Las historias también nos dicen que los animales podían ver a los espíritus guerreros y comunicarse con ellos, de modo que ellos los usaron a su antojo.
» Kaheleha desbarató la invasión con su ejército de espíritus. La tribu invasora traía manadas de enormes perros de pelaje espeso que utilizaban para tirar de sus trineos en el helado norte. Los espíritus guerreros volvieron a los canes contra sus amos y luego atrajeron a una inmensa plaga de murciélagos desde las cuevas de los acantilados. También usaron el aullido del viento para ayudar a los perros a causar confusión entre los hombres. Al final, los perros y los murciélagos vencieron. Los invasores supervivientes se dispersaron y consideraron el fondeadero como un lugar maldito a partir de entonces. Los perros se volvieron salvajes cuando fueron liberados por los espíritus guerreros. Los quileute volvieron a sus cuerpos y con sus mujeres, victoriosos.
» Las otras tribus vecinas, la de los hoh y los makah, sellaron tratados de paz con los quileute, porque no querían tenérselas que ver con nuestra magia. Vivimos en paz con ellos. Cuando un enemigo nos atacaba, los espíritus guerreros lo dispersaban.
» Pasaron muchas generaciones hasta la llegada del último Espíritu Jefe, Taha Aki, conocido por su sabiduría y su talante pacífico. La gente vivía dichosa y feliz bajo su cuidado.
» Pero había un hombre insatisfecho: Utlapa.
Luna le echó un vistazo rápido a Rain, estaba mirando con sumo interés al señor Black y sonrió al notar como sus lindos ojos brillaban ante la emoción de una historia.
—Utlapa era uno de los espíritus guerreros más fuertes del jefe Taha Aki, un gran guerrero, pero también un hombre codicioso. Opinaba que nuestra gente debía usar la magia para extender sus territorios, someter a los hoh y los makah y erigir un imperio.
» Empero, los guerreros compartían los pensamientos cuando eran espíritus, por lo que Taha Aki tuvo conocimiento de la ambición de Utlapa, se encolerizó con él, le desterró y le ordenó no convertirse en espíritu otra vez. Utlapa era fuerte, pero los guerreros del jefe le superaban en número, así que no le quedó otro remedio que irse. El exiliado, furioso, se escondió en el bosque cercano a la espera de una oportunidad para vengarse del jefe.
» El Espíritu Jefe estaba alerta para proteger a su gente incluso en tiempos de paz. Con tal propósito, frecuentaba un recóndito lugar sagrado en las montañas en el que abandonaba su cuerpo para recorrer los bosques y la costa y así cerciorarse de que no había ningún peligro.
» Un día, Utlapa le siguió cuando Taha Aki se marchó a cumplir con su deber. Al principio, sólo planeaba matarle, pero aquello tenía desventajas. Lo más probable sería que los espíritus guerreros le buscaran para acabar con él y le alcanzaran antes de que lograra escapar. Mientras se escondía entre las rocas observando cómo se preparaba el jefe para abandonar su cuerpo, se le ocurrió otro plan.
» Taha Aki abandonó su cuerpo en el lugar sagrado y voló con el viento para cuidar de su pueblo. Utlapa esperó hasta asegurarse de que el espíritu del jefe se había alejado una cierta distancia.
» Taha Aki supo el momento exacto en que Utlapa se le unió en el mundo de los espíritus y también se percató de sus propósitos homicidas. Volvió a toda velocidad hacia el lugar sagrado, pero incluso los vientos fueron incapaces de ir lo bastante rápido para salvarle. A su regreso, su cuerpo se había marchado y a y el de Utlapa yacía abandonado, pero su enemigo no le había dejado ninguna vía de escape, porque había cortado su propia garganta con las manos de Taha Aki.
» El Espíritu Jefe siguió a su cuerpo mientras bajaba la montaña e increpó a Utlapa, pero éste le ignoró como si no fuera más que viento.
» Taha Aki presenció con desesperación cómo Utlapa usurpaba su puesto como jefe de los quileute. Lo único que hizo el traidor durante las primeras semanas fue cerciorarse de que nadie descubría su impostura. Luego, empezaron los cambios, porque el primer edicto de Utlapa consistió en prohibir a todos los guerreros entrar en el mundo de los espíritus. Alegó que había tenido la visión de un peligro, pero lo cierto era que estaba asustado. Sabía que Taha Aki estaría esperando el momento de contar su historia. Utlapa también temía entrar en el mundo de los espíritus, sabiendo que en ese caso, Taha Aki reclamaría su cuerpo rápidamente. Así pues, sus sueños de conquista con un ejército de espíritus guerreros eran imposibles, por lo que se contentó con gobernar la tribu. Se convirtió en un estorbo, siempre a la búsqueda de privilegios que Taha Aki jamás había reclamado, rehusando trabajar codo a codo con los demás guerreros, y tomando otra esposa joven, la segunda, y después una tercera, a pesar de que la primer esposa de Taha Aki aún vivía, algo que nunca se había visto en la tribu. El Espíritu Jefe lo observaba todo con rabia e impotencia.
» Hubo un momento en que incluso Taha Aki quiso matar su propio cuerpo para salvar a la tribu de los excesos de Utlapa. Hizo bajar a un lobo fiero de las montañas, pero el usurpador se escondió detrás de sus guerreros. Cuando el lobo mató a un joven que estaba protegiendo al falso jefe, Taha Aki sintió una pena terrible, y por eso, ordenó al lobo que se marchara.
» Todas las historias nos dicen que no era fácil ser un espíritu guerrero. Liberarse del propio cuerpo resultaba más aterrador que excitante y ése es el motivo por el que reservaban el uso de la magia para los tiempos de necesidad. Los solitarios viajes de vigilia del jefe habían sido siempre una molestia y un sacrificio, y a que estar sin cuerpo desorientaba y era una experiencia horrible e incómoda. Taha Aki llevaba y a tanto tiempo fuera de su cuerpo que llegó a estar al borde de la agonía. Se sentía maldito y creía que, atrapado para siempre en el martirio de esa nada, jamás podría cruzar a la tierra del más allá, donde le esperaban los ancestros.
» El gran lobo siguió al espíritu del jefe a través de los bosques mientras se retorcía y se contorsionaba en su sufrimiento. Era un animal muy grande y bello entre los de su especie. De pronto, el jefe sintió celos del estúpido lobo que, al menos, tenía un cuerpo y una vida. Incluso una existencia como animal sería mejor que esa horrible conciencia de la nada.
» Y entonces, Taha Aki tuvo la idea que nos hizo cambiar a todos. Le rogó al gran lobo que le hiciera sitio en su interior para compartir su cuerpo y éste se lo concedió. Taha Aki entró en el cuerpo de la criatura con alivio y gratitud. No era su cuerpo humano, pero resultaba mejor que la incorporeidad del mundo de los espíritus.
» El hombre y el lobo regresaron al poblado del puerto formando un solo ser. La gente huyó despavorida y reclamó a gritos la presencia de los guerreros, que acudieron a enfrentarse a la bestia con sus lanzas. Utlapa, por supuesto, permaneció escondido y a salvo.
» Taha Aki no atacó a sus guerreros. Retrocedió lentamente ante ellos, hablándoles con los ojos e intentando aullar las canciones de su gente. Los guerreros comenzaron a darse cuenta de que no era un animal corriente y que lo poseía un espíritu. Un viejo luchador, de nombre Yut, decidió desobedecer la orden del falso jefe e intentó comunicarse con el lobo.
» Tan pronto como Yut cruzó al mundo de los espíritus, Taha Aki dejó al lobo, el animal esperó obedientemente su regreso, para hablar con él. Yut comprendió la verdad al instante y dio la bienvenida al verdadero jefe a su casa.
» En este momento, Utlapa apareció para ver si habían derrotado al carnívoro. Cuando descubrió que Yut yacía sin vida en el suelo, rodeado por los guerreros que le protegían, se dio cuenta de lo que estaba ocurriendo. Sacó su cuchillo y corrió a matar a Yut antes de que pudiera regresar a su cuerpo.
» —¡Traidor! —exclamó, y los guerreros no supieron qué hacer. El jefe había prohibido los viajes astrales y a él correspondía administrar el castigo a quienes desobedecían.
» Yut saltó dentro de su cuerpo, pero Utlapa tenía y a el cuchillo en su garganta y le había cubierto la boca con una mano. El cuerpo de Taha Aki era fuerte y Yut estaba debilitado por la edad, así que no pudo decir ni una palabra para avisar a los otros antes de que Utlapa lo silenciara para siempre.
» Taha Aki observó cómo el espíritu de Yut se deslizaba hacia las tierras del más allá, que le estaban vedadas por toda la eternidad. Le abrumó una ira superior a cualquier otro sentimiento que había experimentado hasta ese momento. Volvió al cuerpo del gran lobo con la intención de desgarrar la garganta de Utlapa pero, en cuanto se unió a la bestia, acaeció un gran acontecimiento mágico.
» La ira de Taha Aki era la de un hombre, el amor que profesaba por su gente y el odio por su opresor fueron emociones demasiado humanas, demasiado grandes para el cuerpo del animal, así que éste se estremeció y Utlapa se transformó en un hombre ante los ojos de los sorprendidos guerreros.
» El nuevo hombre no tenía el mismo aspecto que el cuerpo de Taha Aki, sino que era mucho más glorioso: la interpretación en carne del espíritu de Taha Aki. Los guerreros le reconocieron al momento, porque ellos habían volado con el espíritu de Taha Aki.
« Utlapa intentó huir, pero el nuevo Taha Aki tenía la fuerza de un lobo, por lo que capturó al suplantador y aplastó el espíritu dentro de él antes de que pudiera salir del cuerpo robado.
» La gente se alegró al comprender lo ocurrido. Taha Aki rápidamente puso todas las cosas en su sitio, trabajando otra vez con su gente y devolviendo de nuevo a las esposas con sus familias. El único cambio que mantuvo fue el fin de los viajes espirituales, sabedor de su peligro ahora que y a existía la idea de robar vidas con ellos. No hubo más espíritus guerreros.
» Desde entonces en adelante, Taha Aki fue más que un lobo o un hombre. Le llamaron Taha Aki, el Gran Lobo, o Taha Aki, el Hombre Espíritu. Lideró la tribu durante muchos, muchos años, porque no envejecía. Cuando amenazaba algún peligro, volvía a adoptar su forma de lobo para luchar o asustar al enemigo, y así la tribu vivió en paz. Taha Aki tuvo una prolífica descendencia y muchos de sus hijos, al llegar la edad de convertirse en hombres, también se convertían en lobos. Todos los lobos eran diferentes entre sí, porque eran espíritus lobo y reflejaban al hombre que llevaban dentro.
» Algunos de sus hijos se convirtieron en los guerreros de Taha Aki y tampoco envejecieron. Otros se negaron a unirse a la manada de hombres lobo porque les disgustaban las transformaciones, y éstos sí envejecían. Con los años, la tribu descubrió que los licántropos podían hacerse ancianos como cualquiera si abandonaban sus espíritus lobo. Taha Aki vivió el mismo periodo de tiempo que tres hombres. Se casó con una tercera mujer después de que murieran otras dos y encontró en ella la verdadera compañera de su espíritu, y aunque también amó a las otras dos, con ésta experimentó un sentimiento más intenso. Así que decidió abandonar a su espíritu lobo para poder morir con ella.
» Y así fue como llegó a nosotros la magia, aunque no es el final de la historia…
Cuando la voz de Billy Black se dejó de escuchar, Luna tuvo que obligarse a abrir de nuevo los ojos, solo para descubrir que su cabeza estaba apoyada en el hombro de Sam mientras este cargaba a Rain.
Tanta fue su desconexión con la voz de narrador de Billy, que ni se había enterado de cuando quedó en esa posición. Le echó una rápida mirada a Leah y su cuerpo se llenó de nervios cuando atrapó su mirada en ellos.
Pensaba en sonreirle, ¿o acaso sería muy cínico de su parte? Después de todo había asistido a la fogata con su ex novio, el cual estaba enamorado de ella y hacia de todo para que estuvieran juntos, sin cortarse ni un poco aunque estuvieran en público.
Sam la salvó de hacer cualquier tontería cuando le puso una mano en la espalda y la hizo voltear a mirarlo.
—¿Te ha gustado? —le preguntó al oído—. Las leyendas de la tribu tienen su lado mágico.
Decidió dejar de pensar tanto en ese tipo de cosas y le sonrió a Sam.
—Debo admitir que fue entretenida. Mi madre pertenecía a este lugar, ya veo porque siempre me contaba de lo bien que se sentía al estar aquí.
—Tu madre era muy sabia.
—Sí, ella siempre quiso que viniera acá para congeniar con mis raíces.
Sam rió.
—No pareces una chica quileute, con sinceridad. Quizás te hace falta algo aquí —Sam sujetó con fuerza a Rain con una mano antes de acercarse a ella para tocarle el hombro derecho—. Un tatuaje, quizás.
Luna rodó los ojos.
—¿Hablas de uno como el tuyo, Samuel? Sigue soñando.
—Yo puedo tener uno —murmuró Rain, interrumpiendolos—. Yo quiero uno, como Sam.
—Ni loco, no tendrás uno hasta los veinte —musitó Sam. Luna rodó los ojos.
—Yo soy la única que puede prohibirle cosas —bufó, Rain sonrió y le sacó la lengua a Sam—. Aunque concuerdo, nada de tatuajes o piercings hasta ser mayor de edad.
—Bu.
Los labios de Rain formaron un pequeño y bastante tierno puchero, mientras se entrecruzaba de brazos. Luna le apretó las mejillas, ganándose una risa de Sam y un quejido de su hermano.
Algo que Luna no pudo evitar, fue las miradas que a cada rato les dirigía Leah y estaba más que enterada del porque. Debía ser incómodo para ella estar viendo a su amiga con su ex, por el cual todavía tenía sentimientos, juntos y siendo cariñosos entre si.
Empezó a sentirse mal, ella no quería eso, jamás fue su intención que eso sucediera. Leah había sido su única amiga en todo Forks, la que la apoyó desde el momento en que se conocieron y la traicionaba de esa manera.
—¿Estás bien? —le preguntó Sam, colocándole una mano en la espalda—. Rain se está quedando dormido, ¿quieres irte?
Asintió. Los malos pensamientos acerca de ella misma abundaban en su cabeza, llenándola de un sentimiento de culpa y temor que no había podido experimentar antes.
Fue rápida la despedida de Jacob y Billy, les sonrió a Sue y Seth, pero en el momento que quiso acercarse a Leah, ella se dio media vuelta y la ignoró. No la culpaba.
Caminó junto a Sam, que cargaba a un dormido Rain entre sus brazos, devuelta a su casa.
—Está pesado —bromeó Sam, al colocar s Rain en su cama—. Está creciendo muy rápido, un día vamos a parpadear y ya tendrá veinte años, estará tatuado y feliz con sus piercings.
Luna no hizo mucho caso a su broma, se acercó a Rain y le dio un beso en la frente para luego cubrirlo por completo con su manta de Superman.
Sam la siguió a través de la puerta hasta el living, en donde se sentaron en el sillón. Su casa estaba en completo silencio, se podía ver la luna brillando a través de las ventanas.
—Tienes que volver con Leah —dijo—. En serio, sea lo que ses esto no puede continuar.
—Luna.
—No, Samuel. Somos y seremos amigos, tú debes estar con Leah, eso es lo correcto.
—¿Es correcto estar con alguien que ya no quiero?
—Sam, tú la quieres, estoy segura de eso. Solo estás confundido, por favor, olvídate de esto y vuelve con Leah.
—No.
—¡Sam!
Luna vio a Sam levantarse enojado, tenía la cara roja, se podía evidenciar su malhumor. Pasó las manos por su rostro y bufó, fue fuerte y sonoro.
—No, Luna, ¿por qué no entiendes que eso solo va a complicar más las cosas? ¡Yo no quiero estar con Leah, quiero estar contigo!
Bufó.
—¡Eso no puede ser, Samuel! ¿Acaso no entiendes como me siento al saber que estoy traicionando a mi amiga? Me siento mal, culpable de lo que estoy haciendo.
» Mientras tú y yo estamos sintiendo y jugando con Rain, Leah ha estado sufriendo desde su ruptura contigo. La vi llorar, descargarse de todo, sentirse mal consigo misma por no sabes la razón de su ruptura.
Se quedaron en silencio.
—Vete, por favor —pidió—. Samuel, vete de mi casa y no vuelva por un tiempo.
Luna vio como Sam abría la boca para luego cerrarla, soltó un último bufido y después de echarle una larga mirada, se dio la vuelta y salió por la puerta cerrándola con un fuerte golpe.
Se quedó unos minutos parada en el mismo sitio, sin dejar de observar el camino por donde se fue Sam. Ahora mismo, no sabía si se sentía mal por estar traicionado a Leah o por a ella misma, evitando sus sentimientos por Sam.
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¡Han pasado 84 años desde la última actualización!
No tengo mucho que decir salvo que Luna y Sam son de mis ships favoritos, ay.
Diganme aquí sus opiniones del capítulo.
Valoren mi esfuerzo comentando y votando✨
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