oox. la discusión, la verdad y la oportunidad
⌜ oox
capítulo diez ⌟
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Luna sabía que el hecho de que Jared Cameron se transformara en lobo, provocando que se uniera a la manada de Sam iba a significar que el chico estuviera más cerca de Uley y de ella. Lo que no pensó fue que literalmente iba a estar tan apegado a ellos.
Jared se encargaba de seguir a Sam por todo el instituto y, cuando no estaba con él, había decidido seguirla a ella. A Luna le agradaba bastante y aceptaba que era un chico muy divertido, todo el instituto maternal que había adquirido con Rain también estaba recayendo en Jared.
Aún así, que el instituto fuera un lugar lleno de chismorreos y malos comentarios no hacía que el autocontrol de Jared cumpliera su función. Su nuevo chico se había peleado múltiples veces tanto para defenderse él mismo o para defenderla a ella, aún con las personas que antes había considerado sus amigos.
—No le vas a decir a Sam, ¿verdad?
Luna observó a Jared del otro lado del mostrador, lucía bastante apenado. Ese día, Sam no había asistido a clases y el nuevo integrante había tenido una pelea, yendo en contra de las amenazas del alfa acerca de sacarlo del instituto si volvía a perder el control.
—¿Vas a volver a pelearte? —cuestionó, alzando una ceja. Jared negó—. Esta vez lo dejaré pasar, pero debes recordar que no puedes estar peleando con cualquiera que diga un mal comentario.
—Pero es que te dicen cosas feas...
—Lo sé, cielo, pero aprendí a no hacer caso de esos comentarios. Tu debes hacer lo mismo, un arranque de ira puede provocar una transformación no deseada.
Jared soltó un bufido, que se escuchó más como una queja. Luna agradecía sinceramente que él estuviera ahí, desde que había visto a aquel hombre en el supermercado, tenía bastante miedo de pasearse por el pueblo sola, eso incluía estar en su trabajo y que Jared haya tomado la tarea autoimpuesta de cuidarla le había caído como anillo al dedo.
—Tu trabajo es aburrido —dijo Jared, interrumpiendo el silencio de la tienda. Luna sonrió divertida—. Pensé que trabajar en una tienda de videojuegos y cosas de esas iba a ser más divertido.
—Eso es bueno para mi, sabes. Tengo muchos días libres y aún así me pagan el salario completo, además es el único jefe buena onda.
—Demasiado buena onda —acusó Jared, pensativo—. Creo que le gustas, aunque la verdad creo que le gusta cualquier mujer que le dirija la palabra.
Luna rodó los ojos, tratando de aguantar su risa. Su jefe estaba acostumbrado a contratar solo a hombres porque le costaba demasiado hablar con una mujer, era alguien tímido y cuando lo hacía solo hablaba de animes que casi nadie conocía.
A Luna le parecía tierno, era solo unos años mayor que ella y había adquirido la tienda por su padre, él le confesó que en el instituto jamás fue alguien popular y, en cambio, solo era un nerd más molestado por los atletas. Bastante cliché para ser verdad.
—No te burles, a ti tampoco te veo hablando con chicas aparte de mi.
—Eso es por elección propia.
Luna soltó un «ujum» ante la respuesta de Jared. El día estaba bastante tranquilo, en Forks no habían muchos clientes dispuestos a comprar consolas de juego, videojuegos o teléfonos todos los días, así que por lo general sus turnos eran tranquilos.
—Estoy aburrido —volvió a quejarse Jared—. Al menos déjame utilizar uno de los juegos, ¿sí?
—No, los puedes romper y me lo descontarán de mi sueldo, Jared.
Luna se puso a acomodar ciertos papeles cuando escuchó como Jared se quejaba. Tuvo que soportar unas horas más escuchando como su nuevo chico seguía quejándose una y otra vez de lo aburrido que estaba y de que en el pueblo no había nada interesante, mientras daba vueltas alrededor de la tienda tocándolo todo.
—Jared, detente, estás mareándome.
—Es que estoy muy aburrido, en este pueblo no sucede nada interesante. ¿Por qué decidiste mudarte acá?
—Vaya, ya empezamos con las preguntas personales.
Jared rió.
—Muchos comentan que eres de Detroit y bueno, es un enorme cambio de esa ciudad a este pequeño pueblo.
—A ti te aburre la tranquilidad, a mi me gusta. Más que todo porque es lo que necesitaba, es la primera vez que no temo por mi misma o por Rain.
Jared la observó con curiosidad, apoyándose de nuevo en el aparador y esperando a que continuara, Luna así lo hizo.
—Detroit es una ciudad grande, pero también es peligrosa y es aún peor cuando el peligro se encuentra dentro de casa —suspiró—. Mi padre es un maltratador, un policía en servicio y eso allá es ser respetado, nadie me creyó cuando iba a denunciarlo, jamás me hicieron caso.
—Que asco —gruñó Jared, mostrando los dientes enojado—. Lo odio, en serio, ¿Sam sabe de él?
—No y tu vas a guardarme el secreto, ¿entendido? Y si no, le diré a Samuel sobre tu pelea de hoy.
—Pero, Lu, él debería...
El sonido de la campanita arriba de la puerta de la tienda llamó su atención, interrumpiendo las palabras de Jared, el hecho de que hubiera clientes a esa hora era algo extraño, ya que casi estaban por cerrar.
Luna trató de no hacer nada que pudiera malinterpretarse cuando vio a Leah y Seth entrar, había pasado algo de tiempo en el que vio al pequeño de los Clearwater y a su amiga solo la veía en los pasillos del instituto; pero ya nada era como antes. No se hablaban, no se sonreían, no se saludaban, nada de eso, lo único que se ganaba de ella eran miradas duras.
Y Luna sabía que se las podía llegar a merecer, después de todo se había puesto a vivir con su ex pareja y ahora estaban en algo parecido a una relación.
—¡Luna!
El grito y la emoción de Seth la hicieron reír cuando se acercó a ella, Jared, por el contrario, pareció algo molesto.
—Hola, Seth —sonrió—, ¿vienes a comprar algo?
—Papá me prometió una nueva consola de vídeojuegos para mi cumpleaños, vine a ver una que me gustara —respondió, emocionado.
—Entonces toma tu tiempo, cielo.
Seth sonrió y de inmediato se volteó hacia el estante con los juegos de vídeo, pero solo fueron unos segundos antes de que volviera a estar frente a ella, luciendo apenado.
—¿Cómo está Rain? —preguntó—. No lo he visto y, ya sabes, lo extraño.
—Él está bien, le gusta mucho estar con la señora Uley —respondió, dándose cuenta que quizás debió haber omitido ese detalle cuando escuchó el bufido de Leah—. Pero sé que él también extraña jugar contigo.
—No tanto —se entrometió Jared, cruzado de brazos—. Rain y Spanky se la pasan muy bien jugando conmigo, dice que soy su mejor amigo.
Luna rodó los ojos ante las palabras de Jared, él también había adquirido la actitud protectora de Sam hacia Rain, al parecer los lobos eran protectores con los suyos y nadie merecía estar mejor protegido que el niño menor de la manada, aunque él no supiera siquiera que estaba en una.
Seth miró a Jared por unos cuantos segundos, pero no dijo nada y pronto se dio la vuelta para poder ir a la parte de la tienda en donde se exhibían las consolas, en cambio, Leah se quedó parada en el mismo lugar. Estaban sumidos en un silencio incómodo, Luna ni siquiera quería mirarla directamente, sentía demasiada pena estando ahí con ella.
Jared comenzó hacer un ruido molesto con su boca, él también parecía darse cuenta del ambiente tenso y no era de extrañar. Leah no se veía contenta, no le había dirigido ni una mirada desde que entró.
Luna no quería estar de esa manera con la única amiga que había hecho en todo ese tiempo en Forks, sabía que había cometido un error al no hablarle directamente con la verdad y hacer todo por debajo del radar.
Así que tomando toda la valentía que la caracterizaba, Luna dijo:
—Leah, ¿podemos hablar?
Leah, por primera vez desde que entró a la tienda, la miró y Luna se sintió temerosa por esa dura mirada por su parte. Solo había desagrado y molestia en ella.
—¿Acerca de qué? —cuestionó Leah, con una mueca seria—. ¿Me vas a decir acaso que Sam y tú están viviendo juntos? Creo que es algo tarde para eso.
Si su mirada era dura, su voz era aún peor. Cada una de sus palabras sonaban con nada más que hostilidad, demostrándole lo crítica que estaba siendo.
Luna volteó a mirar a Jared, dándole a entender que las dejara solas, pero su chico no parecía entender de indirectas, porque se apoyó del mostrador.
—Jared, ¿podrías dejarnos a solas? —preguntó entredientes, echándole una severa mirada—. Y no acepto un no como respuesta.
Jared, que había abierto la boca para responder, puso una mueca ofendida pero no la contradijo. Se dio la vuelta y se fue al fondo de la tienda, aunque Luna sabía que tenía toda la atención puesta en ellas, de todos modos, sus sentidos se habían desarrollado de manera increíble desde que se convirtió en lobo.
—Tuve que haberte dicho la verdad desde el principio, no hacerlo fue mi principal error.
Leah la interrumpió.
—No, tu principal error fue traicionarme con mi novio —gruñó—. Eras mi mejor amiga, te ayudé cuando eras nueva en el pueblo y esa fue tu jodida manera de pagarme.
—No te traicioné —dijo, intentando mantener la calma. Sabía que era entendible que Leah lo viera de esa forma, pero no era así como las cosas habían sucedido—. Quizás tuve que decirte la verdad desde el principio, fue mi error no hacerlo. Lo de Sam es complicado, yo no quería que esto sucediera de esta manera, yo no le pedí que terminara contigo y mucho menos hice algo cuando estaban en pareja.
—¿Cómo puedo creerte? No pasó ni una semana de que él me terminara, sin una razón aparente, cuando ustedes ya estaban juntos. ¿Segura que no intentaste nada con él cuando estaba conmigo?
Luna respiró profundamente, tratando de mantener la calma y recordándose a si misma que Leah no quería darle a entender nada malo, solo estaba molesta y desquitando todo el enojo que había guardado ese tiempo.
Fue por eso, que decidió omitir todas aquellas acusaciones que le hizo.
—Jamás quise que esto sucediera así. Leah, fuiste mi primera y única amiga aquí, todo lo que sucede alrededor de Sam es complicado y no puedo explicártelo porque es un asunto de él.
» Si soy culpable de algo es de haberte ocultado las cosas, tenía tanto miedo de que pensaras mal de mi y me resultó contraproducente. No me voy a disculpar por estar viviendo con Sam, Rain y yo somos felices de estar con él.
Se quedaron unos segundos en silencio, la mirada de Leah no se había suavizado ni siquiera un poco; pero esta vez Luna se sentía más tranquila, estaba disculpándose por lo que ella creía que era culpable, desquitándose de toda aquella culpa que la consumía y eso la dejaba tranquila.
—Si con esto te sientes menos culpable, dejame decirte que no debe ser así. Yo aún recuerdo como llegué a tu casa, llorando porque al que yo creía mi novio me terminó sin ninguna explicación. Haz lo que quieras con él, Luna Blake, pero no te vuelvas a acercar a mi.
Y con eso, Leah se dio media vuelta sin esperar una respuesta de ella y salió de la tienda, siendo seguida por Seth, el cual solo le dio una mirada apenada antes de irse.
—Pudo haber resultado peor —dijo Jared, acercándose a ella y tratando de darle ánimos.
Extrañamente, lo logró.
—Al menos no me golpeó —bromeó Luna.
—No lo hubiese permitido.
Sonrió.
—Lo sé, cielo. Ya es tiempo de irnos, Sam dijo que te necesitaba dentro de una hora en el bosque.
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Luna apagó la cocina cuando la comida estuvo lista, vio la hora en el reloj de la pared y frunció el ceño al darse cuenta de que Sam estaba llegando mucho más tarde de lo usual, lo cual le estaba empezando a preocupar.
Volteó a ver a Rain, ya sentado en la mesa y teniendo en la silla de al lado a Spanky, el cual le dio una sonrisa.
—¿Ya vamos a comer? —preguntó—. Spanky tiene hambre.
—Sí, no creo que Sam...
Detuvo sus palabras cuando escuchó ruido fuera de su casa, Rain chilló emocionado y ella pudo tranquilizarse.
Luna observó como Sam entraba a la cocina seguida de Jared y un nuevo chico detrás de él, Rain también parecía interesado por esa nueva presencia en la casa. De inmediato, supo que se trataba de ese chico desaparecido en la escuela, al parecer antes de transformarse en lobo ajuro tenían que desaparecer unos días.
Les sonrió a los tres, aceptando el abrazo que Sam le daba.
—Él es Paul Lahote —presentó Sam—. Paul, ella es Luna.
—La pareja de Sam —añadió Jared, sacándole una risa a Rain—. Que no te engañe su cara de buena persona, es la verdadera alfa de la manada.
—¡Y yo soy Rain! —chilló su hermano, apareciendo detrás de ella y dándole la mano a Paul—. Y él es Spanky —estiró a su elefante.
Luna rió ante la presentación de Rain y el hecho de que Paul se veía realmente extrañado.
—Es mi hermano —aclaró con una sonrisa—. Es un gusto, Paul, bienvenido a la manada.
—¿No que era un secreto? —preguntó Paul con burla hacia Sam.
—Ella tiene permiso absoluto —se burló Jared, sin dejar a Sam responder—. Es la impronta del alfa.
—¿Entonces eso si existe? —cuestionó.
—Tranquilo, Paul, una impronta es difícil de encontrar —habló Sam, para luego dejar ver una sonrisa burlona—. Puedes seguir coqueteando con todas las chicas que veas.
—¿Qué es coquetear?
Los cuatro se quedaron callados ante la pregunta de Rain y cuando Paul abrió la boca para contestar, Luna lo apuntó seriamente con un dedo y lo hizo callar.
—Es algo que tu no harás hasta que tengas veinte años, cielo —respondió, para luego ver a los tres lobos—. Acabo de terminar la cena, vengan a comer.
Paul no necesitó escuchar las palabras «sientete como en casa», cuando ya estaba sentado en la mesa junto a Jared y Rain, comiendo todo lo que hubiera arriba de la mesa.
Luna tenía el leve presentimiento de que esa manada iba a salirle muy cara en cuanto a gastos de comida.
—¿No vas a cenar? —le preguntó a Sam, cuando lo vio pasar de largo por la mesa—. Los chicos no creo que te dejen comida para después.
Luna y Sam miraron a Jared y Paul, que tenían la boca llena de comida mientras negaban. El alfa rió.
—Déjame buscar algo, ya vengo.
Sam salió de la cocina, Luna decidió sentarse a comer con los chicos, a los cuales parecía que les estaba encantado la comida.
—¿Por qué ellos si pueden estar sin camisa? —preguntó Rain, con la boca llena—. Yo quiero estar sin camisa.
Luna sonrió.
—¡Quítatela! —alentó Paul—. Venga, va, tú serás uno de nosotros.
Y Luna no pudo hacer anda ante el salto que pegó Rain para bajarse de la silla y quitarse la camiseta. Su hermano no le hizo caso cuando le pidió que se la volviera a poner, volteó a mirar mal a Paul y a Jared también por su risa divertida.
—Tú —señaló a Paul—, vas a ser una mala influencia para mi hermano.
—Eso espero, Luna —sonrió Lahote, provocando que Jared riera con más fuerza.
Estuvieron comiendo por unos cuantos minutos más, Luna escuchando como era la vida de Paul antes de transformarse y el como lo hizo. Él también se llevaba bastante bien con Rain y había pasado la prueba de agradarle a Spanky.
De pronto, tanto Jared como Paul se pusieron tensos y voltearon al mismo tiempo a ver hacia la puerta de la cocina, a Luna esa acción al unísono le pareció bastante rara hasta que escuchó un grito de Sam.
—¡Dime quien carajos eres!
Luna frunció el ceño y se levantó de la mesa para ir al living, a modo de poder saber la razón por la cual Sam gritaba, pudo sentir como Jared y Paul le seguían unos pasos atrás.
Ya en el living pudo ver a Sam parado en medio del lugar, temblando de furia y con un teléfono en la mano, mirándolo con odio. Luna pudo darse cuenta que se trataba de su teléfono.
—¿Qué haces con mi teléfono? —preguntó confundida.
Sam la miró, sus ojos estaban llenos de furia.
—¿Por qué no me dijiste que te estaban amenazando? —cuestionó. Jared y Paul gruñeron.
—¿Contestaste mi teléfono? —chilló, acercándose a él—. ¡Eres un entrometido!
—¿Quién te está amenazando, Luna? —le gritó él devuelta—. ¡Debiste decirme que esto estaba sucediendo!
—¡Tu no debiste haber contestado mi teléfono, Uley!
—¡Dime quien es el hombre que te llama al teléfono para amenazarte, Blake!
Detrás de ella pudo escuchar la voz de Jared, informando que iban a salir un rato, mientras que Paul les decía que también iban a llevarse a Rain. Quizá Luna no les prestó mucha atención, pero agradeció internamente que hayan hecho eso.
—¡Eso no es de tu incumbencia! —volvió a gritarle—. ¡Devuélveme mi teléfono!
—No —gruñó de manera firme—. Vas a explicarme quien jodidos es el hombre que te está amenazando.
A Luna le quedó bastante claro que Sam estaba haciendo su mayor esfuerzo para no perder la calma. En serio, podía ver sus manos temblando y cada cierto tiempo tomaba bocanadas de aire profundo. Quizá tenía que ver con eso de que los lobos eran inestables.
—¡No tengo porque explicarte nada a ti! ¡Dame mi teléfono!
Se acercó tratando de quitarle el teléfono de la mano, Sam lo alzó y cerró toda su mano sobre él. Luna abrió la boca al escuchar crujidos proviniendo de él.
—¿Estás loco? ¡Has roto mi teléfono, Samuel!
—¡Dime quien te está amenazando!
—¡Ese no es tu problema!
Luna estaba molesta, furiosa porque Sam había respondido la llamada de su celular, escuchó las amenazas de su padre y, por si no fuera poco, había roto su teléfono solo porque quería descubrir su secreto.
Siguió intentando quitarle el teléfono de la mano, pero Sam era tan alto que no podía llegar a su altura. Enfadada y sin pensarlo bien, lo empujó. No sirvió de nada porque ni siquiera se movió.
—¡Luna!
El grito de Sam fue potente, hasta creyó que la casa tembló un poco con él. El alfa abrió su mano dejando caer todos los pedazos de su destruido teléfono, mientras respiraba de manera fuerte e irregular. Él estaba temblando por completo.
—¡Samuel!
Su grito no impidió que Sam saliera hecho una furia de la casa, lo que si le sorprendió fue escuchar un raro sonido de desgarre y segundos después un aullido de lobo.
Luna bufó molesta, para después voltear y ver lo que quedaba de su teléfono en el suelo, hecho pedazos.
¿Por qué nadie le avisó que ser la impronta de un alfa iba a ser tan difícil?
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—¿Estás molesta con Sam?
Luna dejó lo que estaba haciendo al escuchar la voz de Rain. Su hermano no tenía a Spanky entre sus brazos, estaba arrastrando los pies por el suelo, parecía algo somnoliento, a lo cual volteó a mirar el reloj, era tarde y él debería estar durmiendo.
Los chicos habían salido huyendo desde que pegó el primero grito en dirección a Sam por revisar su teléfono, les agradecía por haberse llevado a Rain con ellos para que no viera esa escena; pero era bastante obvio, hasta para su pequeño hermano, el hecho de que Sam y ella ni siquiera se hubieran dirigido ni una palabra desde que él volvió a la casa de nuevo.
—Tienes que ir a dormir, Rain.
Decidió ignorar la pregunta de su hermano, él no tenía porque estar metido en un problema que solo la incumbía a ella y a Sam.
—Paul dijo que Sam estaba castigado —continuó—. ¿Es por eso que no le hablas, Lu? Porque lo castigaste.
—Sam no está castigado, Rain, no le hagas mucho caso a Paul.
Rain soltó un sonido con su boca, indicándole que había entendido y se movió por toda la cocina hasta sentarse en su silla.
—¿Y por qué no le hablas? —preguntó—. Dejé a Spanky con Sam porque está solito.
Luna movió la cabeza, a esas horas ya estaría en el sillón junto a Sam, cubierta de una manta y con sus pies encima de él mirando una película. Una escena bastante tranquila y familiar, en cambio, estaba todavía en la cocina, fingiendo limpiarla solo para no salir y pasar por el living en donde estaba el alfa.
—Rain.
—Lu.
Sonrió con cariño por el tono que había utilizado su hermano.
—¿Estás molesta con él? Sam tiene esa cara, así —frunció el ceño, intentando imitar la cara de Sam—, es la que pone cuando algo no le gusta.
—Ve a dormir, Rain. Ya es tarde, te estás cayendo del sueño.
Rain se cruzó de brazos, colocando un puchero molesto en sus labios. Luna muy pocas veces había visto una rabieta de Rain, por lo general era un niño muy calmado.
—Sam y tu están molestos, y eso no me gusta.
—Rain, esto no tiene nada que ver contigo. Es un asunto de adultos y no me gusta para nada que te pongas así.
Rain pareció relajarse un poco.
—No me gusta que estés molesta —murmuró su hermano en voz baja—. Te quiero feliz, como yo. Allá no lo eras, aquí sí.
—Rainy.
—¡Luna!
El grito de Rain la sorprendió, se veía genuinamente molesto y hasta llegó a dar una patada en el suelo. Frunció el ceño, no estaba dispuesta a dejar que su hermano le gritara de esa manera.
Cuando estaba a punto de reñirlo, unos pasos la hicieron desviar la mirada.
—Rain —llamó Sam, desde la puerta de la cocina, muy serio—. No le vuelvas a gritarle a Luna o estarás castigado, ¿entendiste? —Rain asintió, apenado—. Es tarde, ve a dormir.
Y con eso, Sam se dio vuelta y se alejó de la puerta, Luna supuso que fue para ir de nuevo al sillón. Rain no dijo nada, ni siquiera hizo alguno de los pucheros molestos que le había estado dirigiendo a ella. Nada, solo estiró sus brazos para que ella lo cargara.
—Lo siento, Lu —murmuró Rain contra su pecho, sonando bastante triste—. No debí, yo te quiero mucho.
Luna asintió y acomodó mejor a Rain sobre si para salir de la cocina, pasó seriamente por el living para poder subir las escaleras y dejar a su hermano en la cama. Le contó un cuento rápido y antes de que terminara, su pequeño niño ya estaba durmiendo abrazado a su manta.
Bajó las escaleras y se quedó al pie de ellas observando la figura de Sam en el sillón, Rain había tenido razón y el alfa tenía esa mueca que solo colocaba cuando estaba enojado.
—Sé que me estás viendo —dijo Sam, sin despegar su mirada del televisor.
—Tampoco es como si me esté ocultando —bufó—. Además, es mi casa, puedo ver lo que yo quiera.
Sam no respondió, en cambio se removió en su sitio soltando un sonoro suspiro.
—Eres un cascarrabias —bufó, acercándose al sillón—. Estás molesto por algo que fue tu culpa.
—¿Mi culpa? Tú me empezaste a gritar.
—¡Rompiste mi teléfono!
—¿Ves? Estás gritándome de nuevo.
Luna respiró profundamente, tratando de mantener la calma para no iniciar una nueva discusión, tampoco quería despertar a Rain.
—No quiero discutir de nuevo —bufó Sam—; pero debes entenderme, Luna. Contesto tu teléfono y lo que escucho es una voz de hombre que no para de llamarte por nombres desagradables, además te amenaza diciendo que te va a volver a golpear como antes y que te hará sufrir quitándote a Rain —gruñó—. Discúlpame por alterarme cuando amenazan a mi novia —añadió con ironía.
—No tenías porque contestar mi teléfono, en primer lugar.
Sam la miró, estaba perdiendo la paciencia; pero aún así se mantuvo quieto en el sillón.
—Me confundí con el mío, son iguales; pero eso no me explica porque un hombre te llama para amenazarte. Luna, esto es serio, ¿es por eso que no has querido salir sola fuera de la reserva?
Luna abrió la boca, pero la cerró de inmediato. Sí, tiene miedo de salir sola fuera de la reserva, por eso siempre estaba acompañada de Jared; pero pensaba que había sido disimulada. Evidentemente, se equivocó.
—No... No sé de que me hablas.
Sam alzó una ceja.
—Te llevas a Jared cada vez que sales —enumeró levantando un dedo—. Cuando no voy a clases, no sales del instituto sin Jared, sin importar si lo tienes que esperar por más de una hora —levantó otro dedo—. Me envías a mi a comprar al súper, te pones nerviosa cuando te pido ir juntos —levantó el tercer dedo—. ¿Sigo?
—No —suspiró—. Lamento haberte gritado y, ya sabes, empujarte.
Sam asintió.
—Eso no importa, solo quiero que me digas lo que está sucediendo. Mi deber es protegerte, eres mi impronta y solo quiero que estés a salvo de todo aquello que pueda lastimarte.
Luna soltó un sonoro suspiro, pensando seriamente si debía o no contarle todo.
—Estoy muy segura de que quien llamó fue mi padre —confesó—. Cuando recién me mudé aquí, él me envió un mensaje diciendo que pronto íbamos a vernos. Luego de eso, ha estado enviando cartas y paquetes amenazantes, sobre que no puedo escapar de él y que cuando me encuentre va a quitarme a Rain.
Sam frunció el ceño.
—¿Por qué tu padre te amenaza?
—Mi familia es... complicada —comenzó Luna, sentándose en una esquina del sillón—. Mi madre se llamaba Amatis y vivió en esta reserva durante muchos años junto a sus padres, a su hermano mayor y su hermana menor.
Sam la miraba con interés, sin decir ni una palabra y esperando que continuara su historia.
—Mi madre dijo que aquí fue muy feliz, a pesar de haber sido criada con enseñanzas viejas, ya sabes, mi abuela le inculcaba que tanto ella como su hermana solo por ser mujeres debían servir a su padre y a su hermano en todo lo que pidieran, ya que eran los hombres de la casa. Ellas lo hacían todo, no tenían descanso y aún así tenían que soportar a un padre alcohólico y un hermano maltratador.
» Mi madre siempre comentaba que su padre no era en si malo, sólo tenía un problema con la bebida; pero por todo lo demás era alguien tranquilo y trabajador. Todo lo contrario, se podría decir, de su hermano, mi tío Amaro.
—De él he escuchado historias —le interrumpió Sam—. Fue echado de la tribu hace muchos años, tiene prohibido entrar a la reserva aunque Billy no me dijo que fue lo que había hecho.
—Sí, bueno, no me extraña nada —bufó—; pero aún no llegamos a esa parte de la historia.
Sam musitó una baja disculpa y le indicó que continuara.
—Bien, cuando mi madre cumplió veintiuno decidió irse de este pueblo e ir a Detroit para tener nuevas experiencias; pero no tuvo su final feliz —suspiró—. Conoció y terminó casándose con Philippe Ranger, un hombre que era una copia exacta de su hermano: machista, agresivo y maltratador. No la culpo, su madre la crió con la idea de que así debían ser los hombres.
» Un año después de casarse, nací yo y mi padre jamás había querido una hija, eso incrementó su furia tanto hacia mi madre como hacia mi. Recuerdo que fue a mis cinco años, tal vez, que mi madre lo denunció por primera vez, estaba tan cansada de ser golpeada por él tratando de evitar que me tocara que fue a la comisaría e hizo la denuncia. No le hicieron caso.
Sam frunció el ceño.
—¿Por qué?
—Mi padre es un policía condecorado en Detroit y eso en una ciudad como aquella era casi como ser de la realeza, los policías siempre protegen a los suyos. Aunque, lo que era un secreto a voces, es que era un corrupto. Uso de fuerza excesiva, aceptaba sobornos de narcotraficantes mayores los cuales gastaba en bebida y apostando, jugaba a las cartas con hombres realmente peligrosos, cuando no pagaba lo golpeaban o amenazaban con hacernos daño (aunque eso no le importaba).
» Después de haber intentado denunciarlo, mi madre sufrió mucho más. Él se volvió loco, no nos dejaba salir sin supervisión alguna, me obligó a dejar la escuela porque los maestros podían darse cuenta de los golpes y cada día era un ataque de violencia hacia nosotras. Mi madre siempre se interpuso entre él y yo, no siempre lo lograba, pero detestaba el hecho que ella fuera la que estuviera sufriendo tanto.
—¿Ella no pensó en escapar?
Luna rió sin gracia.
—¿Y a donde iría? Era conocida como la esposa de un policía, todos sabían quien era y de verla informarían a mi padre de inmediato. Ella no tenía dinero, todo lo manejaba él y tampoco tenía contacto con personas fuera de él y de mi. Estábamos aisladas, ni siquiera hablaba con su propia familia.
» Mi madre murió a mis diez años, los doctores dijeron que se había suicidado, una sobredosis de pastillas o algo así y fue en ese tiempo en que todo empeoró para mi. Cuando ella ya no estuvo, fue mi momento de tomar el papel de mujer de la casa, si ya de por sí no salía eso se volvió peor con mi nuevo rol. Ahora era yo quien recibía los golpes, sus gritos, sus amenazas y todo eso teniendo que cuidar de él y de la casa.
Luna se detuvo al escuchar el gruñido de Sam, sabía que toda su historia provocaba dos cosas en las personas: tristeza, por todo lo que ella debió pasar y odio, dirigido más que todo a su padre; pero él no era el único malo de su historia.
—Eso perduró por lo menos un año y medio, hasta que Amira, la hermana menor de mi madre, llegó a vivir con nosotros porque mi abuela también había muerto. Ella en ese tiempo tenía diecinueve años, era un chica tímida, inocente y vulnerable. Era bastante sumisa y tenía enormes faltas de amor, traté de advertirle, pedirle que se fuera de ahí; pero ella no me hizo caso, me dijo que así eran los hombres normales y que estaba exagerando las cosas.
—¿Qué quieres decir? —cuestionó Sam. Luna apretó los labios antes de continuar.
—Digo que mi padre era un manipulador experto, un narcisista que sabía como conseguir lo que quería —gruñó con asco—. Le jugó al papel del padre soltero afligido, engañándola por completo y ella cayó por él. Para ellos dos yo era una niña problema, me merecía cada golpe que me daba y era un impedimento para su “amor”.
—¿Ellos dos...?
—Sí, en menos de cinco meses se casaron y no sabes el asco que me daba. Ella no tenía culpa de nada, era tan solo una niña manipulada por un hombre de treinta seis años. Era asqueroso.
» Pronto, ella pudo ver su verdadera cara y empezó a sufrir todo lo que mi madre sufrió hasta el día de su muerte. Eso estuvo ocurriendo por lo menos durante cuatro años, hasta que ella se embarazó a mis catorce...
Luna miró a Sam, su cara reflejaba toda la confusión que sentía, sabía que quizás estaba haciendo cuentas.
—Rain es mi medio hermano y mi primo al mismo tiempo —confesó, facilitándole las cosas a Sam, que estaba consternado—. Mi padre estaba eufórico cuando se enteró que era un niño, todo lo contrario a cuando yo iba a nacer, era todo lo que había deseado. Por lo que, dejó de maltratar a su esposa embarazada y volvió conmigo.
Sam volvió a gruñir.
—Lastimosamente, Amira murió dando a luz a Rain porque, me enteré de esto después, su embarazo era de alto riesgo para ella y mi padre la obligó a continuarlo sólo porque quería un niño.
—¿Él si quería a Rain?
Luna bufó.
—Él no quiere a nadie. Odió a Rain desde el momento en que lo vio, solo porque el poco cabello que tenía cuando nació era rubio. Mi padre es pelinegro con ojos azules, Rain sacó el color rubio por parte de la abuela y los ojos miel del abuelo, no había nada en él que se pareciera al monstruo de su padre y yo estuve feliz por eso.
» Desde que murió su madre, me hice cargo de Rain. Mi padre lo odiaba, mucho más que a mi y yo no iba a dejar que él sufriera lo mismo que yo, hice todo lo que pude y hasta más para que él no le pusiera una mano encima. Entonces volví a sufrir de sus abusos durante otros cuatro años, hasta que cumplí la mayoría de edad.
» Cuando cumplí dieciocho volví a intentar denunciarlo, no prosperó. Estaba tan casada de esa situación, de que Rain me viera golpeada y verlo sufrir por mi, así que un día cuando él no estaba empecé a revisar las cosas de mi madre. Encontré cosas interesantes.
—¿Ésta casa?
Luna asintió.
—Su padre se la había dejado y ella arregló los papeles para que me quedara a mi cuando muriera. También había muchas cosas más que explicaban acerca de Forks, la tribu quileute y la reserva. Mi padre jamás supo del pasado de mi madre y pensé que era un buen lugar para que Rain y yo nos alejáramos de él.
» La idea de escapar llegó a mi de inmediato, tenía dinero que ahorraba de las compras para un momento como ese, empecé a empacar a escondidas tratando de que él no se diera cuenta y le avisé a Rain lo que íbamos hacer. Él no tuvo ningún problema con irse, lo estaba deseando también.
—¿Cuando lo hiciste? —cuestionó Sam—. Salir de Detroit tuvo que haber sido difícil si él se daba cuenta de que no estabas en casa, ni Rain, ni sus cosas.
—Rain y yo escapamos de casa cuando mi tío Amaro fue a visitar a mi padre. Ellos dos son sumamente iguales, no es de extrañar que se llevaran bien y él me desagradaba por completo, me daba asco verlo.
» Ellos salieron ese día y yo sabía que no iban a volver pronto y mucho menos en sus cinco sentidos, cuando se fueron de casa esperé diez minutos y luego me apresuré en recoger las cosas, todo el dinero ahorrado y cargar a Rain para salir corriendo de ahí. Tenía mucho miedo de que nos descubriera, pero todo valió la pena cuando llegamos aquí.
» Puedes darte cuenta que no uso el apellido de mi padre, fue lo primero que cambié cuando llegué aquí. Lo mismo con Rain, utilizar el Blake era aceptar nuestra nueva vida y alejar todo el mal pasado que tuvimos.
Luna no lloró en todo su relato, pero sus manos habían empezado a temblar por todos aquellos malos recuerdos que estaba reviviendo en ese momento. Pudo sentir como Sam la abrazaba y apoyó la cara en su pecho, aceptando las caricias que él le brindaba.
Había sido difícil para ella contarle todo eso, sobretodo porque no quería incluirlo en sus riñas familiares. Él no tenía porque lidiar con sus problemas y miedos; pero pudo sentirse completamente liberada cuando cayó en cuenta que había soltado todo su pasado.
—Lo vi a él —continuó, apegándose más a Sam—. Vi a mi padre en él súper cuando fuimos con Jared, se me pasó que quizás Amaro le contó sobre este lugar y tengo tanto miedo de que él esté aquí, sus últimas amenazas fueron con quitarme a Rain y yo no podría soportarlo. No quiero que mi bebé vuelva con él, sé como lo va a tratar y yo no podría soportar que él vuelva a sufrir.
—No lo hará —gruñó Sam, acariciándole la espalda—. Te aseguro que ese hombre no se acercará a ti o a Rain, no lo dejaré. Tú y Rain estarán a salvo, te prometo que ninguno de esos dos hombres pisarán estas tierras, yo me aseguraré personalmente de eso.
Luna no dijo nada ante eso, se sentía segura como nunca antes por las palabras de Sam, que la envolvían en un manto de confianza el tono duro de su voz.
Estuvo en esa posición con Sam durante un rato, no quería salir de sus brazos ni un segundo. Lo había estado evitando a él y a sus sentimientos por tanto tiempo que ya no quería alejarlo de ella.
Se sentía completamente reconfortada por él, por la calidez de su cuerpo y sus manos cariñosas yendo de arriba abajo por toda su espalda. Había evitado sus propios sentimientos, ocultándolos en lo más profundo de su ser; pero ya no estaba dispuesta a hacerlo.
Luna amaba como se sentía con él, el como la apoyaba y le daba cariño, como le demostraba que haría todo por ella, como la protegía y se preocupaba por su seguridad, por que fuera independiente, por toda su felicidad. Adoraba verlo con Rain, como lo cuidaba y lo llamaba «su niño», el como daba todo de sí para protegerlo y que se sintiera feliz.
Luna Blake amaba por completo a Sam Uley.
—Es tarde, Moony.
Luna lo escuchó claramente, pero no quería despejarse de él a pesar de que sus ojos estuvieran cerrándose del sueño. Estaba cómoda a su lado, amaba sentir el calor en contraste del frío clima.
En contra de sus sentimientos, se separó de Sam, sin dejar de tocarlo ni un segundo.
—El sillón es muy incómodo para los dos —empezó, suavemente—, y yo no quiero alejarme de ti, además hace demasiado frío esta noche.
Sam rió, apretándole con cariño la mano que le tenía sujetada.
—Ven a dormir en la cama conmigo.
—¿Segura?
—Jamás he estado tan segura de algo, Samuel.
Esa noche, Luna terminó acostada en su cama, abrazando el caliente cuerpo de Sam. Amando todas y cada una de las caricias que él le brindaba hasta quedarse dormida.
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Buenaaaaas, me encanta esta historia. En serio, Sam y Luna solo merecen puro amor.
Falta muy poco para acabar este primer acto, solo un capítulo más y estoy súper emocionada por el segundo acto.
¿Qué les pareció la actitud de Sam al contestar el teléfono? ¿Y la de Luna al reclamarle?
La escena de la discusión no me quedó exactamente como quería, pero estoy conforme con ella. Esperaba meter un poco más de drama y quizás que Luna dijera algo más fuerte para que se diera el ataque versión Emily; pero como el drama no es lo mío y como ese ataque jamas me llegó a gustar en la historia original, decidí dejarlo así.
Aunque, eso no significa que no pueda llegar a suceder en un futuro ...
Ya conocemos la historia de Luna, ¿se esperaban todo eso? Mi pobre bebé ha sufrido mucho. ¿Qué opinan de todo lo que se dijo de Rain?
Bueno, espero les haya gustado el capítulo.
Valoren mi esfuerzo comentando y votando✨
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