oix. el nuevo integrante

⌜ oix

capítulo nueve ⌟

⤹ ❴ NUEVO INTEGRANTE ❵ ⤸

━━━━━━━━━━━━━━━━━━━

Luna había tenido que soportar pasar tres días en el instituto sin Sam, ya que su amigo se tomaba las mañanas y las noches en estar con el nuevo chico que se había transformado en lobo.

Sam había pasado poco tiempo en casa, solo iba a comer y a estar un rato con ella y Rain solo para dejarlos tranquilos, al parecer sentía una especie de responsabilidad por el nuevo lobo a su cargo.

Ese chico al parecer era el que ya llevaba casi una semana desaparecido, pudo enterarse por cuchicheos en la escuela que se trataba de un tal Jared Cameron, un chico que iba más abajo que ella y Sam en el instituto.

Justo en el día en que se cumplía una semana desde que Sam había adquirido la nueva responsabilidad con Jared, Luna se encontraba en la cocina, amando que ese día sábado no tuviera trabajo para así tener todo un día de paz junto a Rain.

Recordando que ya casi se cumplían seis meses de que había llegado a Forks, alejándose de todo el desastre que era su vida anterior.

—¿Por qué no tienes camisa, Rain? —le preguntó a su hermano, que comía tranquilamente—. ¿No sientes frío?

Rain negó.

—Ponte una camisa —ordenó, sentándose frente a él—. Hoy saldremos para hacer las compras, porque desde que Sam vive aquí la comida se acaba el doble de rápido.

—Hay que crecer grande y fuerte —dijo Rain, sonriendo—. ¿Puedo ir sin camisa?

Luna frunció el ceño, Rain había adquirido el gusto de estar sin camiseta alrededor de toda la casa y eso le causaba bastante curiosidad. El clima de Forks era frío y lluvioso, ella no podía estar sin un suéter y su taza de café caliente, mientras que su hermano parecía estar como si nada.

Podía entenderlo de Sam, su nivel de calor corporal era demasiado elevado y todo era por ser un lobo; pero Rain no lo es.

—No, no puedes ir si camisa. Tienes que vestirte, es un lugar público.

—Sam va sin camisa y no le dicen nada.

—Que Sam haga algo no significa que tu debas imitarlo, Rain.

Luna vio como Rain movía su pie inquietamente, al mismo tiempo que en su cara se formaba un puchero. No iba a dejarse convencer por su tierna carita, él iba a hacerle caso y a colocarse una camisa.

Tomó de su café caliente con tranquilidad, observando como Rain se bajaba de la silla y desaparecía por la puerta de la cocina. Solo minutos pasaron hasta que su hermano volviera a entrar, esta vez con una camisa puesta.

—Quita esa cara —le pidió con una sonrisa—, te ves muy bonito con esa camisa de spiderman.

Rain no le respondió, parecía estar molesto y, en cambio, volvió a sentarse en su silla para poder seguir comiendo. Luna lo observó en silencio, hasta que su hermano alzó la mirada y le habló.

—¿Dónde está Sam?

No importaba cuantos días pasaran, Rain todas las mañanas preguntaba acerca del paradero de Sam, ya acostumbrado a verlo en casa cuando se levantaba y tenerlo contándole cuentos cuando iba a acostarse.  Luna siempre le daba la misma respuesta, pero eso no parecía hacer feliz a Rain.

—Te lo he dicho, bebé, Sam tiene que atender unos asuntos importantes. Volverá más tarde, como siempre.

Rain asintió en silencio, hasta que soltó unas palabras que descolocaron a Luna por completo.

—Él no va a irse, ¿verdad?

—Claro que no, Rain —respondió—. Sam solo está ocupado, él ha estado a nuestro lado desde el principio y sé que nos quiere tanto que jamás va a dejarnos, ¿sí? —Rain no dijo nada, ni siquiera alzó la cara. Luna se sintió mal—. ¿Por qué me preguntas eso, bebé?

Rain siguió con la mirada puesta en su comida mientras la movía sin ánimo, Luna lo notó con un semblante triste y eso le preocupaba. Desde que llegó a Forks todo había sido felicidad y buenos momentos con él, porque quería darle esa niñez feliz que ella jamás tuvo.

—Rain, ¿qué sucede?

—Papá, dijo que...

Y ahí fue que Luna pudo entender el porque de su actitud, su tranquilidad cambió hasta convertirse en una molestia latente que le albergó todo el cuerpo. Temblaba de rabia de solo recordar a ese miserable hombre que lo único que hacía era maltratar a Rain.

—Todo lo que te haya dicho ese hombre es una mentira, Rain, él fue un padre horrible y ni tú, ni yo merecíamos como él nos trataba. Nos fuimos de esa casa y vinimos aquí para tener una mejor vida, alejarnos de él y todos sus problemas.

» Bebé, ese hombre solo nos hacía mal y nada de lo que él dijo es verdad, ¿sí? Yo te quiero, Sam te quiere y ninguno de los dos te dejaremos solo, eres nuestro pequeño niño y nos haces muy feliz.

—¿Lo juras? —preguntó Rain. Luna asintió—. ¿Por la garrita?

Luna no pudo evitar reír cuando Rain alzó su dedo meñique, poniéndole una linda carita que hacía cuando estaba emocionado.

—Por la garrita, bebé —dijo, uniendo su propio dedo meñique con el de su hermano.

Después de eso, Rain pareció mucho más animado y no dudó en ir corriendo de nuevo hacia su habitación para buscar a su muy querido Spanky el elefante y así volver a comer.

Momentos después, justo cuando terminaba su café, el ruido de la puerta trasera le llamó la atención, por un momento sintió un poco de miedo de que alguien quisiera entrar a su casa, hasta que recordó que Sam solía entrar por ahí ya que aún no tenía todavía las llaves de la puerta principal.

Luna observó el reloj en su muñeca, había llegado relativamente temprano, por lo general Sam llegaba más tarde porque según él, el nuevo lobo necesitaba bastante ayuda para poder transformarse de nuevo.

—¡Sam, Sam!

Los gritos emocionados de Rain no se hicieron esperar cuando Sam entró a la cocina, su hermano salió corriendo para abrazar al alfa.

Pero Luna no pudo fijarse tanto en Sam, porque detrás de la enorme figura de su alfa, se encontraba un chico medio vestido que lucía algo tímido. No pudo reconocerlo, pero supuso que se trataba del nuevo lobo que se había unido a él.

El chico estaba callado y a Luna no pudo darle más ternura, así que no dudó en acercarse a él con una sonrisa.

—Hola, cielo —le saludó, apartándolo de Sam—. Soy Luna, vivo con Sam.

El chico la miró, con las manos escondidas en los bolsillos de su pantalón.

—Soy Jared...

—Oh, él es Jared Cameron —le interrumpió Sam, cargando a Rain—, no se si lo recuerdes del instituto, es menor que nosotros. Acaba de volver a transformarse, lo ha hecho bastante bien.

Luna volvió a dirigirle una sonrisa a Jared, mientras se acercaba a él.

—Eso es bueno, a Sam le tomó un poco más de tiempo volver a ser humano, alrededor de dos semanas.

Para Luna la mirada extrañada que le dirigió Jared a Sam no pasó para nada desapercibido.

—Pensé que dijiste que era un secreto —le dijo Jared a Sam—. ¿Cómo es que ella puede saberlo? ¿También es una de nosotros?

—No, cariño —rió—. No soy como ustedes, pero si conozco el secreto. Tienes muchas cosas que saber para poder entender esto.

La cara de Jared se iluminó, como si hubiera recordado algo.

—Oh, sí, tu eres la chica nueva de la que todos hablan —exclamó, señalándola—. La que ha roto la relación de Leah y Sam.

Contrario a lo que pensaba, Luna no se sintió mal por ese comentario, ella sabía que no había hecho nada como para hacer que Sam y Leah terminaran, no importaba lo que pensara todo el pueblo. Aunque, si le hacía un poco de ruido, no era nada del otro mundo.

Eso sí, a Sam no le gustó para nada ese comentario porque le gruñó en la cara a Jared, dándole un poco de miedo a Rain.

—Eso no ha sido exactamente así —respondió Luna, sin tomarle mucha importancia.

Jared se encogió de hombros.

—Solo repetí lo que todos dicen, yo no creía nada de eso. Te ves buena persona.

—Y lo soy, cielo —sonrió—. Ven, entra con confianza, de seguro debes estar hambriento.

Con esas palabras, Jared pareció un poco mas relajado a su alrededor. Se tomó muy a pecho lo de «entra con confianza» porque de inmediato empezó a hablarle de un montón de cosas y se sentó en la mesa, esperando la comida.

Sam, después de besarle la mejilla, también se sentó a comer. El ambiente le gustaba, era bastante familiar y le alegró ver que Rain le mostraba su peluche a Jared, para después ambos comenzar a jugar con el pollo en forma de dinosaurio. Parecían llevarse bien.

—Debes cortarte el cabello —escuchó como Sam le hablaba a Jared, el cual estaba devorando todo de la mesa—. Así tu pelaje se acortará.

—Rain y yo vamos a ir al súper para hacer la compra —dijo—. Podemos aprovechar y pasar por una peluquería, a él también le hace falta un corte.

—Yo tengo que ir primero a mi casa —habló Jared, con la boca llena—. Tengo que avisarle a mi madre que estoy bien.

—Podemos llevarte y luego pasar por el súper —propuso Sam.

—Sí, necesito ayuda para cargar las bolsas, porque con todo lo que compraré no puedo yo sola.

—Sam come mucho —le susurró Rain a Jared, como si fuera un secreto aunque todos pudieron escucharlo.

Jared no ocultó su risa y Luna quedó maravillada cuando vio como se llevaba con su hermano menor, ambos bromeaban y parecían llevarse bien. Cosa que le agradó bastante.

Justo después de que los dos lobos y su hermano, parecieron estar satisfechos con la comida. Jared estaba muy emocionado con su nuevo estatus, en el auto no paraba de preguntarle cosas a Sam, evitando siempre decir la palabra «lobo» porque se había dado cuenta de que a Rain no le gustaba.

La madre de Jared fue bastante comprensiva con él, no le exigió que le dijera donde había estado, en realidad solo parecía aliviada de volver a verlo. Luego de toda esa escena, Jared volvió al auto y emprendieron su camino hacia el súper.

—Todo lo que compre hoy, te pido que me dure una semana, por lo menos, Samuel.

Rain rió, sentado dentro del carrito de compras, mientras que Sam, a su lado, soltó un bufido.

—Samuel —repitió Jared con un tono burlón. Sam le dirigió una mirada molesta.

—¡Samuel! —chilló Rain, riendo.

—Voy a perder autoridad si me regañas frente a ellos —le susurró Sam al oído. Luna rió—. No te rías, soy un alfa, deben respetarme.

—Bueno, alfa, ¿por qué no vas al pasillo seis con Rain para que presencie tu autoridad escogiendo cereales?

Luna observó como Sam pensaba responderle, pero con sólo alzar la ceja en su dirección pareció como si desechara esa idea con rapidez.

—¿Cómo puedes ser tan linda y provocar tanto miedo? —fue la pregunta de Jared cuando Sam cogió el carrito de compras y se fue con Rain—. En serio, tu deberías ser la alfa.

—Que halago, pero le dejaré ese trabajo a Sam, por el momento.

Jared pronto cambió de tema mientras caminaban por los pasillos buscando lo que necesitaba para la semana. El chico le comentaba como era su vida, el hecho de que no conocía a su padre, como le iba en el instituto, sus amigos y lo raro que se sintió al cambiar.

Luna lo escuchaba con interés, mientras tomaba cosas de las estanterías, todas aquellas que necesitaba. Sam y Rain llegaron con ellos, con el carrito de compras casi lleno, haberles dado la lista de lo que hacía falta había sido una buena idea.

—Falta una cosa de la lista —dijo Luna, leyendo el papel—. Los vegetales.

Jared y Rain hicieron muecas de desagrado, mientras Sam reía.

—Rain me convenció de que no eran necesarios —se burló, despeinando a su hermano—, y yo concuerdo con él.

Luna rodó los ojos.

—Lástimosamente para ustedes, igual los vamos a llevar —Sus tres chicos se quejaron—. Vayan yendo a la caja, yo voy por ellos.

Los tres asintieron y Luna puso su rumbo hacia el pasillo de los vegetales, a ella tampoco le gustaban todos; pero de igual manera iba a comprarlos porque es muy necesario comerlos e iba hacer que las dos personas que viven con ella los hicieran.

—Métase en sus asuntos, señora.

Luna se quedó quieta al oír esa voz, era ronca y arrastrada, fácil de reconocer. Se detuvo detrás de una enorme pila de latas acomodadas en forma de pirámide, la ocultaban bastante bien, para que no pudieran verla y se asomó un poco.

Su corazón se detuvo por un instante cuando vio a un hombre moreno, demasiado alto y con una barba descuidada junto a una señora frente a él que lo miraba con recelo.

El hombre se veía intoxicado, estaba muy segura que se encontraba en estado de ebriedad por el color de su cara, sus ojos negros desenfocados y su forma de hablar descuidada. Tal vez estaba siendo exagerada y estaba confundiendo a una persona con otra, pero cuando observó sus brazos confirmó todas sus sospechas.

Sentía como si su respiración empezaba a fallar, las manos le temblaban y empezó a sudar frío. Esos tatuajes, esa piel tintada de negro y de otros colores le eran fáciles de reconocer, aún recordaba como esas manos la ahorcaron y la golpearon múltiples veces.

Él estaba ahí, había llegado a Forks y las cientos de amenazas que le había hecho por cartas y llamadas no habían sido en vano. ¿Cómo era eso posible? ¿Cómo él estaba ahí si jamás conoció ese lugar?

—Luna.

Pegó un salto asustada al escuchar su nombre y sentir como una mano le cogía del brazo. Jared la soltó de inmediato.

—¿Te sientes bien? Sam está preocupado porque te estás tardando algo.

No podía tranquilizarse, quería llorar porque eso no podía estar pasando de verdad.

—Sacame de aquí, por favor. Llevame con Sam.

Y lo que sucedió después, Luna lo sintió como actos automáticos de su cuerpo. Llegó con Sam, ya había pagado todo y tanto él como Jared se encontraban preocupados por ella, le indicaron que estaba muy pálida, pero no pudo responder ante eso.

Su mente volvía una y otra vez a ese hombre que volvió a ver después de tanto. Era claro que que estaba ahí por ella, tenía miedo de que cumpliera una de sus cientos de amenazas y, por sobretodo, le preocupaba la seguridad de Rain.

¿Como iba a sentirse segura saliendo de la reserva estando él en Forks?

Luna agradeció cuando estuvo por fin dentro de su casa, su corazón seguía latiendo desenfrenado, mientras que su cuerpo mantenía la sensación de terror. No le gustaba sentirse de esa manera, lo odiaba. ¿Que hacía él en Forks? ¿Cómo sabía que ella estaba ahí?

Sabía que sus nervios eran evidentes para Sam, más aún cuando intentó hacer la cena y sus manos no dejaban de temblar provocando que se le cayeran varias cosas. Su alfa terminó por hacerla él, hasta se encargó de acostar a Rain y leerle su cuento para dormir.

Luna odiaba como ese encuentro la estaba afectando más de lo que esperaba, ya acostada en su casa no podía cerrar los ojos sin ver ese horrible rostro.

—Ps, Sam —llamó, debido a su incapacidad para dormir, decidió levantarse de la cama y bajar hacia el living donde se encontraba su amigo durmiendo—. ¿Estas despierto?

Sam estaba acostado, con el televisor encendido; pero desde donde estaba parada Luna no podía verle la cara, así que no podía saber si dormía.

—Si lo estuviera no podría responder esa pregunta —bromeó, acomodándose para estar sentado en el sofá—. ¿Qué sucede?

Luna estuvo unos segundos pensando en su era bueno decirle lo que le ocurría; pero lo desechó de inmediato. No quería a Sam cerca de ese hombre, era su propio problema y no de él, ella debía resolverlo.

—Solo no puedo dormir —dijo—. Hace mucho frío y me preguntaba si puedo estar acá un rato contigo hasta que me de sueño.

—No tienes ni porque preguntarlo. Ven, Moony.

Luna le dio una sonrisa sin mucho ánimo y se sentó al otro lado del sofá, arropándose con la manta.

—Has estado extraña desde que volvimos del súper, ni siquiera pudimos ir a cortarle el cabello a Rain y Jared —comentó Sam.

—Sí, yo no me siento muy bien. Quizás pueda estar enferma.

Sam asintió, poco convencido. Luna no era buena para mentir y mucho menos para guardar secretos, estaba poniendo todo de si para no contarle a Uley acerca de ese hombre; pero todas sus fortalezas se habían ido cuando le ocultó a Leah los sentimientos del alfa.

—Cualquier cosa sabes que puedes decirme, ¿verdad? —musitó Sam, suavemente—. Lo que sea, Moony, si hay algo que te preocupa...

—Yo... te aseguro que solo me siento mal, Sam, en serio.

Sentía su boca llena de un mal sabor, era horrible mentirle a Sam y era una sensación incómoda la que se propagaba por su cuerpo. Vio a su alfa asentir, aún si estar plenamente convencido.

—Dijiste que tenías frío, ¿no?

Luna asintió ante las palabras de Sam, y eso era la única verdad de sus excusas. Forks tenía un clima frío, pero últimamente estaba mucho peor y no podía evitar tiritar por las noches, tratando que su manta la cubriera de la noche helada.

—Sí, aún no me acostumbro al clima de Forks.

Sam sonrió.

—Sabes que nosotros desde nuestra primera transformación, cambiamos en algunas cosas, como que nuestro calor corporal incrementa.

Luna observó con diversión como Sam trataba de parecer desinteresado mientras hablaba. Era claro que sabía por donde iba y lo que quería darle a entender, pero ella estaba esperando a ver si se diganaba a decirlo de manera directa.

Entendía que Sam quizás no quería hacerla sentir incómoda con algo, él ya se sentía bastante mal con eso de que fue obligada a vivir con él y aunque ella ya le había dejado bastante claro que olvidó ese tema y no sentía ningún resentimiento por él, eso aún no parecía convencerlo.

—Ya sabes, nosotros no sentimos frío ni nada de eso, no somos como los humanos normales...

—Sam —le llamó—, ¿puedo abrazarte para entrar en calor?

—Bueno, si tu quieres yo no podría negarme. Lo sabes.

Luna rió, había veces en los que la timidez se evaporaba con Sam y otras veces en los cuales solo era un manojo de nervios y mejillas sonrojadas. Era extraña esa combinación de sentimientos, pero sabía porque los sentía.

Ya había aceptado hace mucho que Sam le gustaba, de manera irremediable. ¿Y como no podía hacerlo? Sam Uley era maravilloso, cada vez que lo encontraba mirándola cuando él pensaba que ella no se daba cuenta, siempre tenía ese brillo en los ojos, aquel que le daba una sensación de seguridad y confort que le hacía sentir completamente amada.

—Aún espero el momento en que me muestres a tu lobo.

Sam rió.

—Te he dicho que es peligroso —dijo, Luna empezó a quejarse—; pero te hice una promesa y pienso cumplirla.

Luna soltó un bajo grito de emoción, tampoco quería despertar a Rain, y se apresuró a removerse en el sillón para acercarse a Sam, ya estaba sintiendo demasiado frío en sus pies.

Eliminó la mayoría de espacio que los separaba y quedó arrodillada ante él, luciendo emocionada.

—Tengo la leve impresión de que te gustan los lobos —bromeó Sam.

—Son mis animales favoritos y es una suerte que seas uno.

Sam le dirigió una mirada divertida.

—¿Ah, sí? ¿Y eso porqué?

Luna sonrió, tratando de poner todo de si para dejar salir su valentía. Ella lo era, jamás se caracterizó por ser una chica miedosa, no desde que tuvo que madurar temprano para cuidar de Rain.

—Porque tu me gustas.

Sam no respondió, pero la enorme sonrisa que se formó en su cara fue la única respuesta que necesitó.

—Eso es bueno, porque tu también me gustas, Moony.

—Vaya, eso es inesperado.

Su burla lo hizo reír. Había sido tan bueno sacarse esos sentimientos de encima, todo ese tiempo sólo había pensando en Leah y en como ella se sentiría, pero se olvidaba de pensar en ella misma y era algo que no podía dejar de hacer.

Exigirle a Sam que volviera con Leah cuando él no quería, era provocarle un daño a él, a Leah y a ella misma. No sabía lo que estaba pensando cuando le pidió eso, quizás su sentimiento de culpa era demasiado como para tener alguna idea lógica.

—Moony —escuchó de nuevo la voz de Sam—, te has distraído.

—Lo siento, creo que ya me ha empezado a pegar el sueño.

Sam sonrió, se quitó la manta de encima y estiró los brazos. Luna no pudo sentirse más feliz por ello, se apresuró a eliminar cualquier clase de distancia que los separaba y se acercó a él.

Ya no sentía frío, estaba recostada en su pecho mientras él mantenía una de sus manos en su pierna y la otra colocada dentro de su camisa de pijama, posicionada suavemente en su estómago.

En realidad, Luna no supo en que momento se quedó dormida; pero lo que si sabía es que cuando se despertó no quería alejarse de los brazos de Sam jamás. Con él y con Rain a su lado, se sentía por completo feliz.

Se sentía como un verdadero hogar, uno que siempre añoró tener.

✩。:•.─────  ☪ - ☪  ─────.•:。✩

Luna no había podido volver a salir sola ni siquiera de su casa para ir a cualquier lugar dentro de la reserva, no podía creer que aquel hombre se encontrara en Forks, era imposible, él no podía saber que había escogido ese lugar como su destino.

Tenía miedo y no solo por ella, le preocupaba la seguridad y el bienestar de Rain, sabía que si su hermano veía a aquel hombre iba a tener uno de sus ataques de asma, aquellos que había dejado atrás cuando salieron de Detroit.

No quería que Rain recayera con el asma, ya habían sido unos meses muy buenos en los cuales no tuvo ni por asomo un ataque. Mientras su pequeño hermano estuviera feliz y tranquilo, aquella enfermedad no iba a asomarse en él. Era por eso que necesitaba a ese nefasto hombre lejos de ella y de su familia.

Cuando vio a Sam peinando el rubio cabello de Rain, por su mente se cruzó la idea de contarle todo aquello que la llevó a Forks; pero la desechó enseguida. Eran sus problemas y ella misma tenía que superarlos, meter a Sam en ellos no era algo que le gustara, lo quería muy lejos de aquel monstruo.

—Me siento un poco mal dejándole a tu madre la responsabilidad de Rain —le dijo a Sam, cruzándose de brazos—. Ya sabes, ella debe tener sus propios asuntos y, bueno, Rain es mi responsabilidad.

Sam no respondió al instante, terminó de peinar el cabello de Rain y le sonrió, para luego voltearse hacia ella.

—No debes sentirte de esa manera, Moony. Mi madre adora a Rain, brinca de felicidad cada vez que lo ve llegar todas las mañanas, ella está encantada de tenerlo.

Aún así, Luna no se sintió cómoda.

—¿Seguro? Tu madre debe pensar que soy una irresponsable que le deja a su hermano a cualquiera.

Luna observó como Sam suspiraba, mientras cogía el mando de la tele y le colocaba a Rain uno de sus programas favoritos para que se distrajera. Entonces, vio al alfa acercándose a ella y, cuando menos lo esperó, sintió como sus manos se adueñaron de su cintura.

—Deja de pensar en eso de ti misma, mi madre jamás pensaría eso de ti, ella te adora —le dijo con seguridad. Luna se quejó—. Ella piensa que eres fuerte, valiente y completamente una chica que vale oro puro, sólo siente pura admiración por ti y por todo lo que has hecho y todavía haces por Rain.

Luna no pudo evitar rodear el cuello de Sam con sus brazo, para después posar la cabeza en su pecho. Eso se sentía correcto, era como si él hubiese sido hecho para estar con ella, casi se podía escuchar como su corazón latía con fuerza, descontrolado por todo lo que estaba sintiendo.

El calor de las manos de Sam era completamente abrasador cuando tocaban su propia piel, lo sentía como llamas de fuego recorriendo su cuerpo y se sentía de maravilla.

—¿Eso lo piensa tu madre o tú?

Sintió como el pecho de Sam vibraba a causa de su risa y sonrió por ello.

—Ambos, es que eres tan maravillosa que nos diste la misma buena impresión.

—Tonto.

Su risa volvió a escucharse y Luna no quería separarse de él, tampoco pensaba hacerlo hasta que sintió como su camisa era jalada. Rain había abandonado su puesto en el sillón y ahora estaba frente a ellos, luciendo abochornado.

—Lu, he tenido un accidente.

Luna rió cuando vio la camisa de su hermano, estaba manchada de jugo. Se separó por completo de Sam, el cual se apresuró a ir a buscar una camisa limpia.

Una vez cambiado, Luna dejó a Rain de nuevo en el sillón junto a Sam, para poder ir a abrir la puerta, en la cual había alguien tocando insistentemente. Era extraño, no estaba esperando a nadie.

—¡Hola, Luna!

Luna sonrió al ver a Jacob del otro lado de la puerta luciendo bastante animado.

—Hey, Jake, ¿qué haces por acá tan temprano?

—Eh, bueno, yo... pensaba que si te gustaría que nos fuéramos juntos. Ya sabes, me gusta tu compañía y...

Luna notaba las mejillas sonrojadas de Jacob y le daba bastante ternura, pero eso no evitaba sentirse un poco cohibida por el hecho de que él estaba demostrando que sentía una especie de gusto por ella.

Aunque, las palabras de Jacob quedaron en el aire porque Sam apareció detrás de ella, colocándose a su lado y mirando seriamente al chico del otro lado de la puerta, aunque Luna pudo visualizar un leve brillo se diversión en sus ojos.

—Si necesitabas un aventón pudiste haberlo dicho, Jacob.

Luna sabía que cualquier cosa que le jciieta a Sam no iba a dolerle para nada, pero aún así le propinó un pellizco de manera disimulada, lo cual solamente le hizo incrementar su sentido burlón.

—No te estaba pidiendo nada a ti —bufó Jacob, con extrema molestia—. ¿Y bien, Luna? Hace tiempo que no hablamos y tu salvador empieza a extrañarte.

Luna fingió una risa, recordaba con exactitud el primer coqueteo que Jacob le hizo cuando llegó y, justo como aquél día, no le gustaba para nada que un chico mucho menor que ella le estuviera coqueteando. Jake le caía bien, era divertido y le alegraba pasar tiempo a su lado; pero pensaba en él justo como en Rain y Seth, sólo eran unos niños.

A su mente vinieron las palabras de Leah en su primer día del instituto, acerca que era mejor romperles el corazón y no crearles falsas ilusiones y, sin sorprenderla, su amiga tenía razón.

—Es que, ya sabes, desde que Sam vive aquí conmigo —empezó, resaltando la última parte—, suelo irme con él a clases ya que es más rápido. Si quieres puedes venir con nosotros, ya vamos de salida.

Dirigiéndole una sonrisa a Jacob, miró a Sam, el cual se encogió de hombros, pasó una mano a través de su cintura y le dejó un beso en la frente, para después decir:

—Voy por nuestro niño y por las llaves, preciosa.

Luna tuvo que ocultar su expresión sorprendida cuando Sam dijo todo eso y, dejándole un último beso en la mejilla, se adentró a la casa. Volvió a mirar a Jacob, que se veía realmente sorprendido por esa escena, casi al igual que ella.

—¿Están juntos? —preguntó.

Quiso decir que no, pero las palabras no salieron de su boca y, además, se sentía correcto. Así que lo máximo que pudo fue mover la cabeza ligeramente.

—Es algo complicado, pero podría decirse que sí —respondió—. ¿Qué dices? ¿Si te vas con nosotros?

—Bueno, recién acabo de recordar que le dije a Quil que pasaría por él, sabes. Yo, este, te veo luego, Luna.

Jacob no le dio ni tiempo de responder, porque de inmediato se dio media vuelta y se fue por el camino hacia el bosque. Bien, eso había salido mejor de lo que pensó, al menos no lo tendría coqueteandole.

—Le gustas.

Luna rió ante las palabras que soltó Sam cuando cerró la puerta. No se veía enojado o algo parecido, estaba más bien divertido.

Rain estaba atento al televisor, que tenía el volumen elevado.

—Quizás sí, ¿y qué tiene? ¿Acaso estás celoso?

Sam bufó, jugando con sus llaves.

—Para nada.

Luna rió, cruzándose de brazos. La actitud despreocupada de Sam no la engañaba para nada.

—“Nuestro niño” —repitió las palabras anteriores de Sam, haciendo una imitación de su voz ronca—. Eso fue una indirecta bastante directa, Samuel.

—Yo no hablo así.

Luna rodó los ojos y se acercó hasta Sam.

—Los celos no son nada atractivo, alfa, menos cuando van dirigidos a un niño de quince años.

—Ese niño es muy directo y no pierde tiempo en coquetearte, preciosa —siguió Sam, sujetándola por la cintura—. Aunque no lo culpo, mirate, eres hermosa.

Luna sonrió, sintiendo como sus mejillas poco a poco se teñían de un color carmesí.

—Tu no te quedas atrás, eh, también eres muy directo en esto de coquetearme.

Luna vio a Sam abrir la boca para responder, pero Rain empezó a jalarle de la camisa, ansioso porque su programa se había acabado y ya quería irse con la madre de Sam.

—Te quiero.

Fueron las palabras de Sam antes de darle un beso en la mejilla y separarse de ella para poder cargar a Rain. Luna no respondió, no porque no quisiera sino por el hecho de que no sabía si responderle era lo mejor en ese momento.

¿Cuanto había pasado de que llegó a Forks?  Según sus cuentas ya iba para seis meses y en ese período de tiempo, había conseguido tener y perder a una amiga por el hecho de que su novio ahora la quería a ella. Luna no iba a entender por completo la imprimación, pero tampoco iba a culpar a Sam por eso, ya que según él eso no se podía controlar.

Luna saludó desde el auto a la señora Uley, que estaba genuinamente feliz mientras cargaba a Rain. Salir de la reserva se había vuelto un temor para ella, aunque estuviera con Sam, pensar que aquel asqueroso hombre se encontraba en Forks le daba mucho miedo.

Tenía un leve conocimiento de las leyes de la reserva y antes de mudarse ahí tuvo que enterarse que cualquier persona que decidiera entrar a la reserva quileute debía ser previamente aprobada por el consejo. Eso le daba un poco de tranquilidad, si aquel hombre intentaba entrar ella podía enterarse y pedirle a Billy y a los demás ancianos que le negaran la entrada. Lo malo de eso, es que Sam podía enterarse.

Iba a asegurarse de no estar sola, ni siquiera en su trabajo, cuando estuviera fuera de la reserva. Iba a tener que ingeniárselas para convencer a Sam de pasar todo el día con ella, sin que él llegara a sospechar.

Una vez con un pie dentro del instituto, sabiendo que Rain estaba a salvo con la madre de Sam en la reserva, pudo sentirse complemente tranquila. Detestaba que aquel hombre le provocara tal miedo que le era imposible hasta hablar, pero sabía que no era su culpa, sino las consecuencias de años de maltrato por su parte.

Agradecía que no tuvo mucho tiempo para pensar en ese mal asunto, ya que Jared se acercó de inmediato a ellos con una enorme sonrisa entre sus labios y bastante emocionado.

—¡He vuelto a clases! —anunció—. Todos han estado preguntándome en donde estuve, pero te hice caso y no he dicho ni una palabra.

—Tampoco es como si les fueran a creer de buenas a primeras —bromeó—. Yo aún no me lo creo porque cierta persona no me ha querido mostrar nada.

Su indirecta bastante directa, fue de inmediato captada por Sam, el cual no le dijo nada y solamente se dignó a rodar los ojos.

—Te he dicho que es bastante peligroso, Moony.

—Me hiciste una promesa —regañó, para reposar su cabeza en el brazo de Sam—. Y recuerdo que me dijiste que me darías todo lo que quisiera con solo pedirlo.

A todas estas, Jared los veía con una mirada graciosa.

—¿Seguros que no son pareja? —cuestionó—. Yo ya estoy sintiendo la necesidad de llamarlos mamá y papá.

Luna soltó una escandalosa risa, mientras que Sam gruñía y le daba un golpe a Jared en la cabeza.

—Este chico me cae bastante bien —dijo, alejándose de Sam y apretujándole las mejillas a Jared con una sonrisa—. Puedes llamarme como quieras, cielito, yo estaré encantada.

Con algo de diversión, Luna notó la mirada molesta de una chica pelirroja a unos cuantos pasos, era de esas que solo las chicas celosas le dirigían a las otras chicas que se acercaban a la persona de la cual gustaban.

Se despegó un poco de Jared, aferrándose un poco al brazo de Sam. El nuevo miembro le estaba gustando bastante, solo tenía poco tiempo con él y ya lo sentía como un nuevo hermano menor al que debí cuidar, e iba a estar muy feliz de hacerlo.

Relajarse y dejar de hacer caso a los aspectos negativos de su relación con Sam era lo mejor que podía hacer, porque después de todo los puntos positivos de estar con su alfa eran mucho mayores y le daban mayor felicidad que cualquier otra cosa.


━━━━━━━━━━━━━━━━━━━

Buenaaaaaaas, hoy he traído un capítulo de mi preciosa Luna y estoy super emocionada porque Jared ya se ha unido a ellos, falta tan poco para que se forme por completo la manada.

Y, bueno, los chismes en el instituto no paran, mucho menos cuando se trata de Luna.

Aaaaaaaa, Luna ya le confesó a Sam que le gusta. ¿Cómo vieron eso?

Diganme sus opiniones del raro hombre que se encontró Luna en la tienda, ¿quién creen que es?

Falta tan poco para terminar este primer acto, estoy muy emocionada, en serio.

Diganme sus opiniones sobre el capítulo, el cual espero que les haya gustado.

Valoren mi esfuerzo comentando y votando✨

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top