Capítulo 2:
Asustada, traté de cerrar la puerta pero una deportiva se interpuso en mi camino impidiéndome cerrar del todo. Viktor, con su largo abrigo y su aspecto elegante no parecía de los que llevaban ese tipo de zapatillas. Un chico casi tan alto como Viktor, abrió de un empujón y sin decir una palabra se sentó en el sofá donde segundos antes había estado yo y abrió un pequeño portátil negro. Era bastante atractivo, con el pelo rojo como el fuego y los ojos dorados tras unas gafas grandes.
- El móvil - pidió.
Embobada por la voz del chico no fui capaz de responder.
- April - me llamó Viktor -. Adrien va a intentar localizar al dueño del móvil.
Le entregué el aparato al pelirrojo y este lo conectó con un cable a su ordenador. Miré sorprendida al chico que tecleaba con rápidez.
- ¿Cómo..? - empecé a preguntar.
- Adrien encontró tu dirección. Necesitamos saber quien te envió el móvil independientemente de si te unes a nosotros o no.
- No tenías ningún derecho a hacer eso - me quejé en dirección al chico.
- Lo siento, guapa. Solo sigo órdenes - me respondió con una sonrisa pero sin mirarme.
- Lamento que hayamos tenido que invadir tu privacidad pero Rachel manejaba mucha información y si alguien consiguió su móvil debemos averiguar quien es y que quiere.
- ¿Es su móvil? - pregunté mirando el aparato.
- Sí. Tiene el mismo IP - respondió Adrien.
- ¿Encuentras algo? - preguntó Viktor.
- No. Voy a tener que preguntar en correos.
- Supongo que tendré que ir yo a preguntar. Me lo enviaron a mí - añadí.
Adrien me miró unos segundos y volvió rápidamente a su ordenador.
- Tal vez deberías vestirte - dijo mientras colocaba un usb al portátil.
Miré mi atuendo, una camiseta varias tallas mas grandes que utilizaba de pijama. Noté como me sonrojaba levemente y fui a mi habitación. Me puse los primeros vaqueros y la primera camiseta que vi y cogí el bolso de detrás de la puerta. Cuando volví al salón, encontré a Viktor aún en la puerta y a Adrien rascando la barriga de Bastet que se había tumbado en su regazo. Maldita traidora. Por otro lado, no pude evitar pensar que el pelirrojo tenía algo misterioso que me atraía.
- Estoy lista.
Adrien levantó la vista y recogió sus cosas. Antes de marcharse rascó la cabecita de la gata y de nuevo me quedé embobada mirándole. Viktor me sacó de mi ensimismamiento de nuevo y les seguí hasta un coche de lujo plateado. Adrien se subió en el asiento del piloto y Viktor del copiloto por lo que yo me senté atrás. No tardaron en llegar a la oficina de correos más cercana. Cuando Adrien paró el coche pero no se bajó, comprobé que las puertas no tuvieran los cerrojos puestos. Me había subido a un coche con dos desconocidos. Sin embargo, por alguna razón, el aire calmado de Viktor me daba confianza.
- Plan A: preguntar y que nos respondan quien es el remitente. O al menos desde donde se envía. Es posible que o no lo quieran mirar o que no tengan acceso a todo el sistema de datos. En ese caso tienes que pedir que llamen al encargado o conseguir que de alguna manera deje el ordenador. Entonces yo colocaré esto y descargaré todos los ficheros. Después encontraré la información desde mi portatil. Tarda unos segundos en descargar todo por lo que tiene que irse el mayor tiempo posible - explicó Adrien.
- Entendido.
- Bien. Yo esperaré aquí. Si hay complicaciones avísame - dijo Viktor.
Me bajé junto con Adrien y ambos entramos a la oficina. No había mucha gente por lo que nos atendieron en seguida.
- Buenas tardes, ¿qué desean? - me preguntó un hombre bajito con barriga.
- Buenas. Hoy he recibido un paquete y quisiera saber de quien es - expliqué.
- ¿Nombre y dirección?
- April Price. Calle Norway 23 1°A.
El hombre tecleó en el ordenador y esperó unos segundos antes de volver a mirarme.
- Lo siento, no vino con un remitente registrado.
- Ya sé que no ponía el nombre en el paquete. Por eso estoy aquí - bufé.
Adrien no pudo evitar soltar una risita.
- No puedo hacer más - añadió el hombre.
- Alguien tuvo que identificarse para dejar ese paquete en otra oficina. Mire quien - insistí.
- No puedo hacer eso señorita.
- Yo decidiré si puede o no puede - empecé a decir levantando la voz.
Parecía que pasaríamos a plan B y si quería que llamara al encargado tendría que parecer enfadada.
- Por favor, inténtelo - pidió Adrien.
- ¿Quién eres tú? No puedo revelar información así si el paquete no era para usted.
- Soy su novio. Así que quiero asegurarme de que consigue lo que quiere - dijo pasando su brazo sobre mis hombros.
Ante ese contacto me quedé petrificada. Había salido con muchos chicos antes pero este tenía algo que me desconcertaba. Parecía tener la altura perfecta y su perfume me llegó debido a la cercanía. Sacudí la cabeza e intenté centrarme en lo que decía el señor.
- Lo siento, no creo que pueda.
- En ese caso, quiero hablar con el encargado.
- Señorita, él no podrá hacer nada.
- He dicho que quiero hablar con el encargado.
Ante mis gritos varias personas miraron.
- Claro, claro. Sin problema. Vuelvo en seguida.
En cuanto se dio la vuelta Adrien se estiró para colocar el USB en el ordenador. Acto seguido miró su móvil. El hombre que nos había atendido tardó poco en volver a aparecer con una mujer que debía ser la encargada.
- Necesito un poco más de tiempo - me susurró.
La piel de mi nuca se erizo debido a su voz.
- Recibido.
En vez de esperar a que llegaran me acerqué a ellos. Seguían al otro lado del mostrador pero los entretendría lejos de Adrien y el ordenador.
- ¿Es usted la encargada? - pregunté malhumorada.
- Sí. Mi compañero me ha contado la situación. Si no hay remitente no podemos hacer nada - explicó.
- He hecho envíos. Es necesario dar tus datos aunque no los pongan como remitente. Podrían buscar de que oficina vino y mirar quien dio el paquete - me quejé.
- Eso iría en contra de las normas. Queremos mantener la privacidad de nuestros clientes. Si no puso su nombre será por algo.
- ¿Podrían estar amenazandome o extorsionandome y no piensan decirme quien es?
- Si tal fuera el caso debería recurrir a la policía y a ellos les daríamos la información cuando presentasen una orden de registro.
- Cariño, no nos van a hacer caso. Vámonos - me dijo Adrien cogiendo mi brazo.
- Gracias por nada - bufé antes de darme la vuelta.
Le seguí fuera hacia el coche.
- ¿Lo tienes? - le pregunté.
- Sí. Tu actuación ha sido increíble. Tal vez deberías hablar con Derek para que te busque algo.
- No tengo interés en ser actriz. ¿De verdad es Derek Lance?
- Sí. ¿Eres una fan?
- ¿No puedes averigurlo con tu ordenador?
Adrien se rió. Me gustaba su risa.
- Hasta yo tengo unos límites.
- No he visto la serie. Solo sé quien es por anuncios y noticias - respondí en cuanto a su pregunta anterior.
- No se lo digas a él o te obligará a ver toda la serie - bromeó.
Me paré en seco y le observé. Estaba hablando con una persona que había conocido apenas hace unas horas. ¿Por qué?
- Aún no he dicho que vaya a aceptar el puesto.
Adrien también se paró y no se dio la vuelta cuando respondió.
- No creo que pueda convencerte de nada pero... le vendría muy bien al grupo - murmuró.
Fue solo un susurro y casi podría haberlo imaginado. Acto seguido se subió al coche. Abrí la puerta y entré. Viktor estaba hablando por teléfono y así siguió hasta que llegamos a mi casa. No quería bajar del coche y en el fondo lo sabía. Si realmente eran miembros de una fundación me gustaría formar parte de ello. Siempre había querido ser parte de algo más grande. Ayudar a los que lo necesitaran. Hacer algo por el mundo en el que vivía y que parecía desmoronarse. Sin embargo, no sabía si entregarle mi confianza a unos extraños. No sabía nada de ellos y a diferencia de Adrien yo no podía teclear e investigar todo lo que quisiera sobre sus vidas. Tampoco sabía si lo que decían era verdad pero Viktor parecía sincero y si lo que querían era robarme o secuestrarme podrían haberlo hecho en caulquier momento. Adrien parecía saber como vaciar mi cuenta del banco en un abrir y cerrar de ojos, aunque tampoco hubiera mucho, y en el momento en el que me subí al coche podrían haberme secuestrado y matado. A pesar de que una parte de mí me decía que me quedara en aquel coche, me bajé y miré la puerta de mi edificio. Viktor, que al parecer había terminado su llamada, se bajó detrás de mí.
- Perdona por la intromisión y por hacerte perder el tiempo - se disculpó con una sonrisa.
- No pasa nada - murmuré.
- Aún sigue en pie la oferta - me dijo tendiéndome el móvil.
Lo miré y me sentí tentada de cogerlo.
- ¿Qué... qué tendría que hacer? - pregunté.
Viktor sonrió.
- Te encargarías de hablar con aquellos benefactores interesados. Y tendrías que organizar la fiesta al completo. Es el único trabajo de la asociación remunerado. Tendrías que dedicarle todo tu esfuerzo.
- ¿Remunerado? ¿Es un trabajo entonces?
- En un principio Rachel trató de compaginarlo con su trabajo pero fue imposible. Ten encuenta que debes estudiar a los benefactores, tienes que conseguir cuadrar una fecha, conocer lo gustos y las necesidades, alquilar o comprar todo aquello que la fiesta requiera. Rachel tardaba meses en organizar una fiesta. Algunas eran más grandes que otras pero siempre asistía mucha gente y las donaciones eran inconmesurables. En su última fiesta conseguimos tal cantidad que la dividimos en tres para poder ayudar en más causas. También tendrás que contactar con aquellos que vayan a recibir la donación y asegurarte de que será bien invertida.
Viktor hablaba con tal emoción que casi parecía contagiosa. A mis 20 años llevaba dos años trabajando sin saber que estudiar. No sabía que carrera me podría permitir ayudar a la gente. Le había dado muchas vueltas pero nada precía estar hecho para mí. Y se me presentaba esta oportunidad. Ya quería aceptarlo de antemano y ahora no solo era formar parte de una asociación sino tener un trabajo. Podría sonar egoista pero necesito pagar el alquiler y comer. Y la pequeña Bastet también tiene sus gastos... Miré a Viktor antes de coger el móvil.
- Me alegro de que lo hayas aceptado. Estaré en contacto contigo y si necesitas culquier cosa solo dilo. Lo más conveniente sería hablar del trabajo con calma. Ahora tengo que irme pero te escribiré y podemos quedar esta semana a tomar un café y concretar todo. Piensa todas las dudas que puedas tener y las resolveré encantado - dijo tendiéndome una mano.
La estreché y correspondí a su sonrisa.
- Un placer conocerte, April - dijo mientras subía al coche.
Entré a mi apartamento y me senté en el sofá sin creerme lo que acababa de pasar. No pude contener la emoción y comencé a saltar por el salón. Bastet me miró desde el sofá con sus grandes ojos verdes. La cogí en brazos y la abracé. Maulló algo molesta por haber sido despertada de su siesta pero no me importaba. Estaba feliz. Feliz de verdad por primera vez en mucho tiempo.
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