Médico veterinario.

Capítulo 30.

Médico veterinario.

Mientras Josué y Constanza eliminaban toda la posible evidencia y enterraban a los secuestradores, Dafne quitó con cuidado el cuchillo incrustado en el costado de su hijo, estaba inconsciente, mal herido y se había quedado en su forma de lobo. Presionó con firmeza el boquete para evitar la hemorragia, pero debido al metal usado tardaría mucho en cerrar y dejaría una enorme cicatriz, así que, para acelerar el proceso, Dafne se hizo un corte en el antebrazo y derramó su sangre en la carne tierna de la herida de su hijo, era la única manera de ayudarle en la regeneración.

Para cuando Josué y Constanza finalizaron con los cuerpos, la herida en el costado abdominal de Duncan estaba sólo un poco mejor.

Horas más tarde, ya de madrugada, Dafne iba en el asiento del pasajero de la Land Rover, con un gran lobo café en su regazo, mientras Josué conducía de regreso a Rilltown y Constanza desde el asiento del copiloto llamaba a Alberto.

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Después de la noticia que recibió por parte de Bernardo, Mauricio notó que hubo revuelo en la propiedad, horas más tarde Julián se reunió con él en su habitación.

—Lamento esto— dijo el joven alfa con algo de pena, —has estado todo el día aquí solo.

—Pierde cuidado, entiendo que es una situación difícil— le acarició la mejilla, —tienes asuntos qué atender, yo sólo sería una molestia.

—Yo creo que más bien serías una distracción— bromeó un poco, pero con desgana; tal vez tratando de apaciguar el ambiente antes de informar, —Gina y sus guardias ya están aquí.

—Lo sé, Bernardo me lo ha dicho, además yo mismo los vi llegar.

Julián suspiró, —mis padres han pospuesto la unión, pero sólo le han explicado la situación sobre Duncan, no habrá ninguna celebración hasta tener buenas noticias.

Mauricio asintió, entendiendo que él no había sido mencionado como pareja de Julián y sabiendo que las noticias sobre Duncan podrían no ser buenas, pero en seguida apartó ese pensamiento negativo de su cabeza.

Cuando comenzaba a oscurecer, un hombre no muy mayor, pero con semblante amable, les llevó la cena a la habitación, era el mismo que había hecho lo mismo en el desayuno y almuerzo.

Mauricio no era de permanecer en un solo lugar, estaba, sinceramente, algo fastidiado dentro de esas cuatro paredes, sólo había recorrido el pasillo, no había siquiera bajado las escaleras; así que era normal que tuviera curiosidad por todo, pero tampoco quería ser un fisgón sobre el asunto de Gina, así que decidió que lo mejor sería aprovechar para saber más cosas sobre la manada, la manera en la que funcionaba y demás, quería adaptarse lo mejor posible a lo que ya había decidido sería "su nueva vida".

Julián se recostó en la cama, junto a él y respondió con paciencia a sus preguntas, acerca de las funciones generales de un alfa, la jerarquía y obligaciones de los miembros de la manada, o familia; la necesidad de mantener en secreto su naturaleza, llegando, inevitablemente, al tema de los cazadores.

Según las historias, los cazadores también eran familias que heredaban sus conocimientos, ellos sabían sobre la existencia de los cambiaforma, aunque muy pocos tenían el talento natural para identificar a uno estando en su forma humana; con el pasar de los años las familias de cazadores habían disminuido considerablemente, aun así, nunca debían bajar la guardia. Además de que existían manadas cuyo alfa optaba por poco diálogo y más agresión al momento de resolver los asuntos. Quiso preguntar si alguna vez algún cambiaforma y un cazador habían sido pareja, así como ellos dos, de diferente especie; pero mejor guardó esa interrogante para después.

Toda esa información era asombrosa para Mauricio, siendo estudiante de medicina veterinaria conocía la anatomía de los cuadrúpedos, y la única forma de describir el cambio de humano a lobo, y viceversa, era: "mágico".

Poco más tarde, Julián fue vencido por el sueño, la tensión y el estrés lo dejaban agotado. El humano le miró dormir, en realidad su pareja era un hombre hermoso.

Su pareja.

Julián era fuerte, valiente, bondadoso y a pesar de su buen porte y obvia seguridad en sí mismo, Mauricio sonrió al recordar lo tímido que fue al principio de su relación, y no lo culpaba, Julián era un inexperto estando con alguien de su mismo sexo. El rubio acarició la fuerte mandíbula del alfa, no podía haber pedido al cielo una mejor pareja.

Un suave y repentino brillo alrededor de su cuello, asomándose en el borde la prenda de Julián, llamó su atención; miró mejor y reconoció el colgante en forma de cruz que él le había dado, aquél que pertenecía a sus padres, era algo así como su amuleto de la buena suerte.

No supo cuánto tiempo más había transcurrido, sólo fue consciente de que probablemente ya era madrugada cuando un leve golpe en la puerta se hizo escuchar.

Mauricio pensó que lo imaginó, pero al repetirse se bajó con cautela de la cama y fue a atender.

—Joven, lamento importunarles, pero hay noticias y creo que el amo Julián querrá estar al tanto— era el buen hombre de hacía unas horas; Mauricio miró hacia atrás, por sobre su hombro, y notó que su pareja aún dormía profundamente, no quería despertarle, pero tenía que ser algo notable para que incluso el buen hombre de los alimentos estuviera, a esa hora, en pijama ante su puerta.

—Le despertaré de inmediato— dijo, encaminándose a la cama de nuevo, pero dejando la puerta abierta.

—El amo Julián tiene el sueño algo pesado, y yo debo ir a informar al amo Bernardo también— el hombre tomó el tomo de la puerta para cerrarla, parecía dispuesto a no entrar y continuar con su labor de comunicación, pero antes de marcharse dijo, —dígale, por favor, que el equipo de búsqueda ha encontrado al joven Duncan, vienen en camino.

Usualmente Julián tardaba en despertar y mucho más en desperezarse, salir de la cama era una ardua labor; pero el tirón repentino de la sábana y las palabras aceleradas de Mauricio le hicieron abrir los ojos abruptamente.

—Hay noticias de Duncan, le han hallado.

Era de madrugada, y hacía algo de fresco, aun así, no se cambió el atuendo, con la playera sencilla y pantalón de chándal, Julián salió de la habitación a toda prisa.

Mauricio, por su parte, desechó la idea de ser señalado como un fisgón o posible entrometido; debía estar al lado de Julián y también debía agradecerle a Duncan, y, en el peor de los casos, si este había sido hallado sin vida, sería el apoyo de Julián.

Cuando ambos llegaron a la entrada de la gran casa, Adolfo y Beatriz ya estaban allí, al igual que Alberto y otro hombre joven, tal vez alrededor de sus veintes, así como ellos.

Mauricio se obligó a mantenerse erguido, no, de pie, ya que la dura mirada que Adolfo le lanzó era amenazante. El humano contuvo el aliento en la espera de algún argumento en su contra, un reclamo por estar allí, algo; pero eso nunca llegó, Adolfo sólo le miró por un par de segundos y luego mantuvo su vista al frente aguardando por la Land Rover.

—¿Tienes el informe previo?— Julián quiso saber, dirigiéndose a Alberto, tal vez este ya le había explicado al Adolfo, pero él quería escucharlo.

El segundo beta asintió y dijo, —Duncan fue hallado en una propiedad abandonada a unos doce kilómetros de aquí, está vivo.

Mauricio notó como los hombros de Julián se relajaron ante la última frase, antes de percatarse de la presencia de Bernardo a su lado.

—Lo sabía, el imbécil no es tan debilucho— balbuceó el segundo hijo de los alfas, el humano se preguntó qué habría entre aquellos dos; él por su parte tenía "justificado" su actuar: los celos no le enorgullecían, pero era una explicación ante su comportamiento osco hacia Duncan. ¿Pero, y Bernardo?

Más pronto de lo que pensaron, una camioneta negra atravesó el portón y se detuvo muy cerca de ellos, venía a prisa, ya que hasta el polvo se levantó debido al repentino freno.

Las puertas delanteras se abrieron y de inmediato Josué y Constanza saltaron fuera y auxiliaron a quien bajaría por el lado del pasajero.

Todos esperaban ver a Duncan descender con parsimonia, cojeando tal vez, con esa sonrisa enorme, burlándose de su propio mal estado; pero no, en vez de ello Josué y Constanza sujetaron a un enorme lobo café, sucio, lleno de barro y sangre seca.

Julián estaba paralizado, ¿por qué Duncan estaba aún en su forma lobo?

Mauricio, sin embargo, se adelantó, abriéndose paso y sujetando con firmeza la cabeza del cuadrúpedo, de esa manera ayudó a los otros dos y Dafne pudo descender con mayor facilidad. Con cuidado acercó su oreja al hocico del lobo, sino fuera por la ligera corriente de aire que circulaba por su nariz, cualquiera pensaría que estaba muerto. Luego, los dedos del humano se pasearon por el cráneo y cuello del animal, la poca luz del farol de la entrada y el tupido pelaje no ayudaba mucho en la búsqueda de las heridas, aunque la humedad dejaba en claro que las había.

—¡Oye, tú! ¿Qué estás haciendo?— el otro hombre joven, que no era Alberto, también se había acercado y le reprendió, tal vez por la libertad que se estaba tomando.

Julián gruñó y se aproximó, dispuesto a reclamarle al sujeto por haberle hablado así a su pareja, y porque la tensión y preocupación estaban en el aire.

Pero Mauricio se adelantó, ignoró el reclamo del hombre joven y miró a Julián para decirle, —creo que habrá que coserlo, las lesiones parecen profundas.

—Tranquilo— volvió a hablar el muchacho que le regañó, —ya sanarán, únicamente hay que dejar que descanse un poco.

—Lo dudo, usaron un cuchillo de plata— informó Dafne, —le di mi sangre, pero no funcionó del todo.

Aunque lo imaginaba, Mauricio no sabía exactamente el significado del todo, pero cuando el rostro de Bernardo y Julián palideció supo que no era algo agradable.

—Rápido, llévenlo a la enfermería— intervino Adolfo, —Saúl le atenderá— agregó refiriéndose al hombre que había amonestado a Mauricio.

—Necesitará ayuda, son muchas heridas— el humano no estaba seguro si hablarle así al alfa era buena idea, pero no iba a perder tiempo en formalidades, reverencias, o lo que fuera.

—Humano, no creo que sea...

—Por supuesto que si— Beatriz habló por primera vez, interrumpiendo a su esposo y colocando la diestra sobre el antebrazo de este, para evitar o apaciguar cualquiera reclamación de su parte; luego miró al hombre llamado Saúl, —proporciónale a Mauricio toda la información que solicite, también el equipo, ponlo todo a su disposición; no podemos esperar hasta que el médico regrese.

El hombre llamado Saúl miró al alfa y, al no recibir una negativa de su parte, dijo, —así será.

Los pies de Mauricio se movieron casi por sí solos, siguiendo al estirado Saúl, no sabía qué o quién era exactamente, tal vez era un lacayo.

Mauricio quedó sorprendido al ingresar al lugar, la palabra "enfermería" se quedaba corta, allí había muy buenos instrumentos, incluyendo un espacio donde estaba un microscopio, centrífuga y demás equipos para hacer algunos estudios de sangre y otros. No sabía si sería correcto o no, pero al ver que Saúl no parecía tener mucha iniciativa, o conocimiento, y ante la mirada de la familia alfa, Mauricio instruyó para que colocaran al cuadrúpedo sobre la mesa metálica. Entendió la necesidad de un lugar así, no en cualquier clínica podían ser atendidos debido a su condición de cambiaforma, era más cómodo si los heridos eran tratados dentro de la manada.

Después, sin pedir autorización, revisó un estante donde supuso estaba el desinfectante, guantes y demás; debía empezar a limpiarle y examinarle cuanto antes.

—Ey, ¿qué buscas?— preguntó Saúl al ver que hurgaba en las repisas; el humano le enumeró lo que necesitaba y pronto tuvo todo a su alcance.

Mentiría si dijera que no estaba nervioso por la atenta mirada de todos los presentes, revisó con mucho cuidado a su paciente y cuando se aseguró que no había huesos rotos, sino pura piel y músculo magullado y rasgado, informó sus hallazgos, y armándose de valor agregó, —ahora bien, ¿podrían esperar fuera?—, y probablemente sería castigado por "echar al alfa", pero inesperadamente tuvo el apoyo de Beatriz.

—Lo haremos, dejaremos a Duncan en tus manos; para cualquier cosa que necesites, llámanos.

—Si, gracias.

—Muchas gracias a ti— le contestó Beatriz; Mauricio asintió y miró a Dafne, quien con ojos llorosos asintió y dejó escapar de sus labios un silencioso "gracias".

Todos comenzaron a salir del recinto, excepto Saúl y Julián. Este último, arrastrando los pies, se acercó a Mauricio; Saúl los miró extrañados, pero antes de que pudiera abrir la boca para decir algo, Beatriz le llamó. El hombre obedeció de inmediato siguiéndole.

—Muchas gracias— Julián repitió las palabras de su madre una vez que estuvieron solos, —en verdad te lo agradezco, todos te lo agradecemos.

—No es nada, y descuida, estará bien— le reconfortó, aunque en realidad el hecho de que no tuviera un hueso roto no quería decir que un golpe fuerte no lo pudiese haber dejado paralítico o en coma; debería averiguar más sobre los cambiaformas. Como tenía las manos ocupadas, con el dorso de la diestra empujó sus anteojos sobre el puente de su nariz, acomodándolos y disponiéndose a continuar con su labor, el pelaje de Duncan era denso y el barro, combinado con la sangre, había resultado en costras muy duras y gruesas.

Julián le abrazó por la espalda y le dio un beso en el cuello, despidiéndose con las palabras, —gracias por estar aquí.

Mauricio permaneció inmóvil, el aliento de Julián cerca le había erizado la piel, pero se contuvo de retorcerse debido a la sensación.

Se sorprendió al ver el daño en la espalda y, sobre todo, en el ojo izquierdo del canino; no había mucho que pudiera hacer por él, ni llevándolo a un hospital de primera categoría podría salvarlo, ya no había "reparación"; exhaló con pesar, porque a nadie, ni a su peor enemigo le deseaba eso, además de que de alguna manera se sentía responsable porque Duncan quedase tuerto.

Minutos después, por la misma puerta que Julián salió, Saúl volvió a ingresar.

—¿Está todo en orden? ¿En qué le puedo ayudar?— preguntó el hombre.

El entrecejo de Mauricio se frunció, ¿qué estaba sucediendo? Antes le había dicho "oye, tú", ahora le hablaba formal.

Ignoró esa duda y mejor pidió su apoyo; Saúl se desinfectó las manos y preparó lo necesario para continuar con la curación.

—Lamento mi comportamiento anterior, soy Saúl, el asistente del médico Enrique, pero él ha salido de viaje, fue a donde su nieta, ya que pronto dará a luz, él mismo quería recibir al cachorro, por eso ha partido desde hace dos semanas—, suspiró y agregó, —yo no sabía quién es usted, la señora me ha informado— luego se colocó el cubreboca, así como Mauricio tenía el suyo.

—¿A qué te refieres?— le miró rápidamente, pero de inmediato regresó su vista a su labor.

—Usted es de la familia y un médico muy capaz.

—Sólo soy un humano— explicó lo primero, no estaba interesado en títulos ni nada de eso. Además de que no se había alejado mucho de la habitación de Julián, era obvio que pocos le habían visto siquiera. Y sobre lo de "médico muy capaz", se consideraba un buen estudiante, pero sólo eso, un estudiante que ahora tenía que poner manos a la obra.

—Es la pareja de un alfa, eso se respeta.

—¿Te parece si dejamos la charla para después? Necesito ayuda aquí— cualquier motivo sería bueno para hacer que no dijera más.

—Oh, sí, por supuesto— y comenzó a moverse, ya que, a diferencia de Mauricio, Saúl se había quedado sólo de pie hablando.

—Dime— contra su misma petición, Mauricio rompió el silencio varios minutos después, —eso de la plata, me imagino que les afecta, pero ¿qué tan grave es?

—Los cambiaformas tenemos una alta resistencia y nos regeneramos rápidamente, podemos sobrevivir a una dura caída y huesos rotos, cortes, golpes, a una bala común también, siempre y cuando no sea en el corazón o la cabeza. Sanamos incluso sin dejar cicatriz, pero la plata es muy peligrosa; retrasa el proceso de curación, mucho más que el de un humano. Dafne ha dicho que le dio su sangre; supongo que derramó un poco de ella en las heridas abiertas para ayudar a la cicatrización, pero por lo que veo no dio mucho resultado, sólo paró la hemorragia, la herida no cerró— explicó Saúl.

—¿Habrán usado un cuchillo de plata?— indagó Mauricio terminando de coser la abertura abdominal del cuadrúpedo.

—Es probable, pero lo inquietante es que aún sigue en esta forma.

—¿Qué quieres decir?

—Al quedar inconsciente, Duncan debería haber regresado a su forma humana, a menos que...

—¿Que qué?

—Plata líquida— dijo Saúl, —si está en su torrente sanguíneo pudo haberse filtrado hasta los huesos, evitando su regreso a la forma humana.

Mauricio no esperó, de inmediato tomó una jeringa y extrajo una muestra de sangre; hizo uso de los equipos para análisis y se asombró con el resultado.

No era una cantidad exorbitante, pero allí estaba.

—Hay plata— dijo, Saúl dejó de coser y se acercó al humano, comprobando el resultado.

Ante el suspiro que Saúl dejó escapar, Mauricio quiso saber, —¿tiene cura? ¿qué hacemos?

—Nada, no hay nada qué hacer. Debe dormir, sólo el reposo hará que mejore, cuando despierte todavía estará débil y en cama, tal vez por uno o dos días.

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Notas: Sé que alguno/as shippean el DuncanXBernardo, pero les diré algo; pasará lo que tenga que pasar, es decir, sus comentarios me animan y me hacen feliz, pero NO influyen en el curso de la historia, Duncan tiene un destino y ya está escrito en borrador/ideas desde hace tiempo. ¿De acuerdo? Espero lo comprendan y espero también redactar mejor y pronto lo que tengo preparado para este personaje, que sin planearlo se convirtió en mi favorito. [Lo anterior no es un spoiler, no estoy aceptando ni negando el DuncanXBernardo].

Otra cosilla, esta vez actualicé "seguido" porque ¿qué creen? ¡Teseo ya casi llega a las 12k lecturas! Además de que tuve tiempo para redactarlo ^^ Jamás imaginé que esa historia sencilla fuera la que más lecturas tuviera; muchas gracias. Eso me hace muy feliz. 

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