[SIXTEEN]

Las primeras señales de que todo estaba a punto de irse al garete atraparon a Park Jimin al final de la semana. Parecía que hubieran pasado milenios desde que sostuvo aquella conversación con el doctor Min en su despacho del ala de Traumatología y no unos frenéticos días donde apenas conseguía comer y dormir dos horas.

—Luces como la mierda...

Lee Taemin dejó caer su humanidad sobre el desordenado sofá de la sala de estar del departamento donde Jimin compartía renta. Sus hermosos cabellos dorados se movieron al tiempo que le palmeaba la espalda al castaño.

—Buenos días para ti también, Taeminnie hyung.

Un bostezo fue la confirmación de que el más joven de los dos apenas salía del estado de duermevela que se había hecho recurrente para él.

Las páginas del Tratado de Traumatología en idioma inglés que Sam les había asignado estudiar y resumir para el próximo lunes solo estaban a la mitad. Taemin frunció el ceño.

—Chim... ¿A qué clase de infierno masoquista asistes tú? ¿No les basta con el básico de Inglés, ahora tienes que ser el puto Einstein de los idiomas?

Jimin no pudo evitar que se le escapara la carcajada. La indignación del mayor de los Lee era demasiado cómica.

—No todos tenemos un rostro tallado por los dioses y un contrato como futuro modelo de una Casa de Moda Japonesa. La vida es cruel pero debemos agradecer por cada pequeña cosa. Nunca se sabe cuando te puedas quedar sin nada.

Resolvió el más joven antes de recoger el enredo de libros, cuadernos y materiales de escritorio para acomodarlos pulcramente dentro de su portafolio.

Contaba con media hora para alistarse y cumplir su jornada como camarero en el restaurante donde había conocido a los Lee, cuando solo era un chico que rodaba de motel en motel con tal de quedarse en la gran ciudad.

Taemin se rascó la barbilla y desparramó el resto de su elegante cuerpo sobre el sofá. Era delgado pero se notaba que invertía bastante en sus músculos con la periodicidad suficiente para provocar algunos desmayos internos.

Abdominales notables en una cintura delgada, caderas estrechas y un tatuaje de un dragón cerca de la parilla costal derecha. Todo ello libre a la vista cortesía de la costumbre de deambular en bóxers por su departamento.

Jimin tenía que reconocer que su hyung era un espécimen considerable, pero por raro que pudiera sonarle, no le parecía más atractivo de lo que pudiera inspirarle su propio cuerpo en el espejo.

Entonces por qué la idea de Min Yoon Gi desnudo lo ponía  a cien kilómetros por hora con adrenalina incluida. Sacudió la cabeza antes de rebuscar por una Coca Cola y el bocadillo de salami que Felix había dejado antes de partir a su trabajo en la Cafetería del Hospital.

Apenas había cruzado palabras con Min en la semana, a excepción de rígidos gestos corteses, el mayor parecía absorto en cumplir con el reglamento al pie de la letra y Jimin se encontró extrañando las bromas con doble sentido o aquellos ojos sobre su presencia.

Las prácticas en K&M no fueron lo mismo cuando Sunni le dijo que Yoongi no estaría en la consulta por un tiempo considerable, que la preparación de un seminario para la Convención de Traumatología y Medicina Regenerativa que se llevaría a cabo en Japón en el próximo mes consumía todo su tiempo.

Jimin trató de ocultar su decepción ciñéndose al imposible cronograma que había diseñado Suran para él y para Hoseok. Lejos de todos los rumores que rodeaban aquella hermosa mujer, no podía negar su profesionalidad y entrega para con los pacientes, y por supuesto, con los residentes a su cargo.

Muy pronto comenzó hacerse tendencia el preferirla a ella en lugar que el sentido del humor ácido de Min.

Sin embargo, eso no le daba consuelo al castaño. Mientras se alistaba para ir a trabajar ese fin de semana, tomó la loca decisión de quedar para tomar un café con su antiguo tutor y de paso dejarle saber todo lo mal que le iba con las tareas extras que les había asignado Sam.

Jimin necesitaba un milagro si quería ser convincente en la entrevista para terminar la Colegiatura en el Harvard Med y por egoísta que sonara, tenía la seguridad que Yoongi sabría cómo saltarse la barrera del idioma.

—Olvidé mencionarlo, pero recibí otra invitación al after party del Royalty. Puedes quedarte la habitación de hotel para la noche del sábado. Sun Hee me invitó a su departamento otra vez.

Una tarjeta dorada voló en dirección a Park. Las letras doradas del hotel donde trabaja en el área del restaurante quedaron frente a sus ojos. No era raro que su hyung recibiera esas invitaciones que en los últimos tiempos rechazaba por la insistencia de su novia y mánager. Jimin negó.

—¿Y Felix? La última vez armó un escándalo colosal por la tarjeta del spa que le regalaste a Min Ho.

Taemin hizo una floritura con sus agraciadas manos mientras se incorporaba sobre el sofá.

—Hanna me dijo que has estado de la pinza con los nuevos cambios. Y yo no estoy ciego, invita a la noviecita pija  esa que tienes y regálate el fin de semana. El lunes puedes regresar a ser el culo erudito de nuestro team.

—Este culo erudito te va a dar una lección sobre el ring de los Kang la próxima vez que haya kickboxing.

—Anotado, dulzura. Ahora lárgate, va a comenzar mi maratón de estudio Ghibli y estás estorbando.

—Idiota...

Jimin negó con diversión antes de arrojarle un cojín a su mejor amigo. El rubio le devolvió el proyectil solo antes de que la puerta del piso se cerrara.

Quizás no fuera tan mala idea tomarse un descanso en medio de tanto estrés y si podía hacerlo como un rey, pues no desaprovecharía la oportunidad.

Estuvo tentado a enviarle un mensaje a Haerim en ese instante, pero luego recordó que dependía de cómo estuviera de trabajo la cocina del restaurante para cerrar la cita.

Anotando mentalmente llamar a su novia después, Jimin se apresuró a tomar el metro para emerger del otro lado de las brillantes fachadas de Gangnam, allí donde los veintisiete pisos del Hotel Royalty Evanescent, propiedad de los Kang, se alzaba majestuoso. 

Solo tuvo que cruzar la entrada de servicio para notar las implicaciones de su plan de ocio después de un sábado atestado de responsabilidades. Kang Taehyun, el actual presidente de la corporación y heredero del grupo Kang, comprobaba el progreso del chef Dong Young Bae, el magnífico Taeyang, para el resto de los habitantes de la cocina.

—Jimin, menos mal que llegas temprano. No tenemos un ayudante con las salsas y Felix no se incorpora hasta pasadas las seis. A veces me arrepiento de haber invertido en la carrera de modelo de su hermano mayor. Taemin era la apuesta segura para suceder a Taeyang.

El aludido frunció el ceño. Su complexión física lo hacía más similar al entrenador de boxeo clandestino que era que al de una de las instituciones más destacadas en la esfera gastronómica en los últimos años. 

—Taemin siempre fue ave de paso y no es su culpa que solo contrates mozalbetes con segundas carreras. Park es otro que pudiera dedicarse a tener un restaurante si un día la medicina no le sonríe.

—Todo un padre, eso eres tú. Cómo sea, estoy hasta el cuerno con las reservaciones de la tarde. Los Jeon han reclamado la planta baja para una cena privada.

—¿Los Jeon, como Jeon Jungkook?

Cuestionó Jimin mientras se ajustaba el mandil y procedía a lavarse las manos. Taehyun resopló.

—Los mismos... en fin, será mejor que vaya a echarle un ojo a las decoraciones. Tal parece que le fuera a pedir matrimonio a alguien.

El comentario saltó las alarmas en Jimin. A menos que Jungkook estuviera engañando a Taehyung con una prometida fantasma, la propuesta quedaba flotando sobre su mejor amigo.

La turbación del menor al pensar que quizás el moreno de ojos azules no estuviera especulando, y que el temerario de Jeon sí fuera hacerle una declaración de esa envergadura, llegó hasta el otro ocupante de la cocina a esas horas.

—Chim, me gustaría avanzar en la preparación del menú lo antes posible. Veo que es probable que quieras hacer una llamada previo a limpiar los ingredientes. 

Tan conocedor de su personal como siempre. Jimin sacudió la cabeza y se acercó al mostrador donde los langostinos esperaban para ser preparados.

—Es solo una extraña corazonada, pero eso no me corresponde. A fin de cuentas, si es lo que estoy pensando, la persona que me une a los Jeon no va escatimar en restregarme su progreso en el rostro. 

—¿Enredos de mejores amigos?—bromeó el mayor. 

—Algo parecido... ahora dime qué más debo hacer además de lidiar con estos chicos—señaló los langostinos con la barbilla—Espero que Soobin y Beomgyu se nos unan pronto.

Con un asentimiento y algunas órdenes, Taeyang dejó que su asistente en la cocina se pusiera en marcha. Jimin aprovechó el trabajo para dejar ir sus pensamientos más allá de la persona que en esos instantes acudía a los cambiadores del club de golf donde las familias más selectivas de Seúl solían reunirse para hacer vida social, y sobre todo, dejar sin huesos algún nombre relevante de aquella empaquetada sociedad que se comía viva a sí misma.

—Maricón y egocéntrico. La desgracia va a caer sobre los Jeon solo porque su único heredero se ha encaprichado con el culo de Kim Taehyung.

Comentaba la voz profunda de Kim Hee Chul desde el otro lado del vestidor. En las duchas se escuchaba la caída del agua contra las baldosas y el tono desaprobador de Kim Kang Hoon.

—La vida de mi sobrino no debería estar en los tabloides ni en lenguas viperinas como la tuya. Es el siglo veintiuno, si el joven Kim lo hace feliz, por qué debería intervenir yo. Jungkook se ha hecho a sí mismo desde la muerte de sus padres. Es extremadamente sensible cuando se trata del corazón y no creo que quedarse con ese pequeño cabeza de chorlito de los Kim pueda hacerle mal. Todo lo contrario, es una alianza ventajosa. Los Kim son dueños de medio Daegu.

Yoongi escuchó algo parecido a un resoplido en respuesta a la opinión liberal de Kang Hoon. Quizás el hecho de haberse trasladado a Inglaterra por tanto tiempo y ejercer como Cirujano Cardiovascular le habían dado mayor visión del mundo que el velo conservador en el cual se zambullía la sociedad aun.

Sin embargo, dudaba mucho que en el Hospital fueran a recibir con los brazos abiertos el hecho de que su jefe administrativo no solo se tirara a uno de sus residentes, sino de que quisiera tenerlo como compañero de vida.

—Todo bien mientras los Min no se enteren... ¿O acaso no recuerdas la que se armó cuando el video del mayor de los hijos con aquel chico se hizo viral? Min Juyeong prefiere tragar brazas ardientes antes de admitir que uno de sus vástagos juega a dos bandas.

—Cristo, Chul, necesitas ocuparte de algo más que este retiro de mierda. Eres como la biblia de los cotilleos malos.

Un ruido de taquillas abriéndose y cerrándose le comunicaron a Yoongi que ambos hombres estaban por abandonar el vestidor. Lo siguiente que compartieron quedó como un murmullo amortiguado antes que la voz de Hee Chul, el dueño del cuarenta por ciento del club, se volviera a notar.

—Consecuencia de que Ha Ri sea la mejor amiga de la prometida de Min Hyunjin. No tienes idea de la cantidad de hilos que mueve Seol-Ha para mantener su fachada. A esa mujer lo único que le importa es la reputación. No dudo que le ponga el cabestro a Yoongi después de que se haga oficial el anuncio de Jeon. Ella teme que la homosexualidad se le pegue a su hijo cuando medio mundo sabe que ya tiene ciertas preferencias. En fin, prefiero que Ha Ri lidie con esas barracudas mientras Juyeong llena el arca del club.

—Papá Min y la podredumbre bajo la fachada. Cuídate hasta la próxima reunión, pichón de gánster.

—Tú igual, viejo lobo.

Yoongi esperó hasta que el agua de la ducha logró ruborizarle la piel. No sabía con qué parte de la conversación quedarse pero lo que se refería a las pesquisas de su madre sobre sus relaciones, encajaba más en el puzle que estaba viviendo en el hospital.

Desde la llegada de Suran, el estrés había crecido sobre sus hombros como un peso muerto. Nunca había cavilando lo que le aliviaba estar cerca de su último interés hasta que había tenido que comportarse como un témpano de hielo cada vez que Jimin intentaba hacerle una consulta, con tal de que los ojos de hiena de Suran estuvieran en otra parte.

"No tienes ni idea hasta dónde llegan las conexiones de Seol-Ha para mantener a su familia dentro del retrato de la perfección."

—Maldita sea...

El flujo de la ducha se cortó abruptamente cuando la realización de haber sido envaucado otra vez rebotó contra el control del doctor Min. Si su madre había movido las fichas desde la fiesta de compromiso de su hermano, solo había una forma de saberlo.

Todos tenemos un secreto oscuro que proteger. Todos tenemos una debilidad, y la señora Min, tal como sus hijos, tenía cierta predilección a perder la razón en brazos más jóvenes.

Los timbres se sucedieron varias veces en el auricular mientras Yoongi se vestía con un polo negro y pantalones deportivos de la marca FILA. Al quinto tono la línea se estabilizó.

Gigi... cuánto tiempo. Dime qué puede hacer por ti el viejo amigo de tu madre.

Han Ji Sung y su sentido del humor retorcido se deslizaron sobre Yoongi. Para alguien que es potencialmente homofóbica, tener un secretario sin miedo al éxito era casi una broma.

Aún así, Yoongi recordó que solo Ji Sung y su tío Eun Hyuk lo habían ayudado a salir de la depresión después del accidente de Baekyhung y la reclusión de Kai.

—Hay algo que necesito que confirmes para mí, Ji Sung hyung.

—Soy todo oídos, cariño. Pero te advierto que no tengo mucho tiempo. La emperatriz Min está en el tocador y ya sabes cómo puede oler la traición a tres kilómetros de distancia.

"Algo en lo que es experta."

Pensó Yoongi pero se las arregló para dejar las instrucciones que le aclararían la situación real de su permanencia en Seúl.

Ji Sung acordó enviarle un informe lo antes posible sobre las acciones de su progenitora, incluyendo el nombre de Park Jimin y la probabilidad de que hubiera mucho más en juego de lo que el mismo Yoongi podía predecir.

Con un corto saludo se despidieron. El cielo se pintaba de colores naranjas cuando un hombre de mirada azul borrascoso se encaminaba de vuelta a las instalaciones de K&M en busca de lo único que podía calmarlo cuando su autocontrol estaba a punto de explotar, y eso era en lo que se consideraba un privilegiado.

Si el mundo o su madre se empeñaban en cerrar el cerco, lo único que le quedaba era responder con un golpe más trascendental. Ya no era ese niño tonto de años atrás.

Si su teoría en cuanto a que Seol-Ha tenía que ver con su casi declaración cesante en el hospital porque había notado su interés por Park Jimin era veraz, pues la guerra no estaba más que a punto de estallar.

Con un gesto casi nostálgico, Yoongi repasó los pétalos de las flores lunares que descansaban en el alféizar de la ventana del departamento que tenía en K&M.

Su chico lunar estaría en alguna parte de la ciudad, lidiando con el rostro del pasado de una forma que ni siquiera las maquinaciones de su familia o la absurda sociedad podrían precisar.

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MOONFLOWER 

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